Fabrizio
La miro salir del restaurante como si estuviera huyendo de su peor enemigo, un retorcijon de estómago me hace saber que el hambre se ha ido, y que ninguna otra cosa que haga me la sacará de la cabeza, Desvío mi mirada hacia el hombre que estaba junto a ella y la furia se abre paso en mi cuerpo.
Tremendas pelotas tiene, al buscarla de nuevo.
Un silencio incómodo se apodera del ambiente y nos envuelve a los tres, haciendo que Eleanor me mire impaciente, pero ahora mismo no estoy en mis cinco sentidos y me siento un poco abrumado por el perfume de Maddisson y todo lo que significó tenerla entre mis brazos aunque sea por un simple tropiezo.
Mi mirada se va al suelo notando un pequeño bulto negro.
¡La cartera de Maddisson!
Solo espero que aún no se haya ido, la tomo rápidamente sin que el imbécil que tengo en frente le dé tiempo de reaccionar y salgo del lugar escuchando las protestas de Eleanor. Las cuales ignoro.
Ya luego vere como hago que su disgusto se vaya.
Al salir del restaurante, noto como se sube a su auto con rapidez, mis pies quedan anclados en el frente del local y decido esperar a que note que ha olvidado su cartera, la miro colocar ambos brazos y su frente en el volante pero al pasar los minutos y ver qué no ha movido ni un solo músculo de su cuerpo y no a hecho el intento de encender el auto, mis pies cobran vida y comienzo a llegar hasta donde se encuentra.
A través de la claridad del espejo noto como su respiración es irregular, quisiera preguntarle ¿qué ha pasado?, ¿Qué ha sido de su vida todos estos años?, ¿Si pudo sanar?. Pero a lo único que logró es a tocar su ventana y esperar que decida bajarla.
—Dejastes esto en el suelo —Le entrego su bolsa que nisiquiera había notado que no la llevaba .
—Gra-Gracias — me mira queriendo decir algo más. Pero al ver que de su linda boca no sale nada, decido asentir sin más y enderezarme para volver a entrar al restaurante.
—Fabrizio.
—¿Si? — La miro esperando que diga lo que me quiere decir.
—No es lo que parece — quisiera decir que el estúpido cosquilleo en mi estómago no se hace presente, y una pequeña esperanza surca por mi pecho haciéndolo latir de manera apresurada, pero aún así no muestro ninguna expresión
— No tienes que darme explicaciones, no somos nada y yo estoy comprometido —Quisiera decir que mis palabras no me dolieron, pero aún más me dolió su expresión al escuchar mi respuesta tan indiferente.
—Tienes razón —da una cabezada en mi dirección— Que seas muy feliz, te lo mereces —Sonrie pero no de una manera real.
Sin más enciende su auto y sale del restaurante, dejándome de nuevo con la maldita sensación de soledad, que me lastima y me hace querer gritar y llevármela a un lugar donde nadie pueda encontrarla, la miro por última vez, hasta notar como su auto desaparece entre los demás.
Suelto un suspiro de resignación y me adentro de nuevo al restaurante aunque ya no tenga apetito, pero tampoco puedo dejar a Eleanor allí tirada, como mínimo me cuelga de las pelotas. Y tampoco es como que ella se lo merezca, no al menos que la trate de esa forma.
La miro de pies en el lobby del lugar con los brazos cruzados y mirando hacia todos lado ignorando Taylor, y no es para menos nisiquiera lo conoce.
—Ele, podemos pasar a comer — la tomo por uno de sus brazos para luego bajar a su mano y acariciarla.
—¿Estás seguro?, Podemos ir a otro lado si quieres — Me mira un tanto incómoda, seguro porque el imbécil este no se ha movido de su lugar y no ha dejado de mirarnos.
—Estoy bien, vamos — insisto, pasando por el lado del idiota.
Cuando comenzamos con nuestro camino hacia alguna de las mesas, el Cabron de Taylor decide abrir su gran bocota de mequetrefe.
—Pensé que tú amor por Maddisson era más real —detengo mi paso, sintiendo la mano de Eleanor tomar mi brazo cosa que me hace tensar.
No quiero que lo que vaya a decir este hombre le afecte.
Suficiente tiene con que mi mente se vaya a mis recuerdos, sin que ponga mucho de mi parte por no recordarla.
—Eso no es de tu importancia —Respondo tensando la mandíbula — Preocúpate por tu vida, que bien que no sabes manejarla y déjame a mi en paz.
Me mira enfurecido, cuadrando sus hombros.
Como si fuera a pelear con el en este lugar, Ja.
—Sabias que Maddisson me pidió vernos, porque aún no me olvida— Dice con egocentrismo —Me rotgo, y suplico para vernos que tuve que terminar aceptando.
El escucharlo hablar de ella como si no valiera nada me enfurece, pero no soy quien para cuestionar sus acciones. Si ella decidió buscarlo como él dice, es porque aún no lo ha olvidado y por más que mi corazón duela ante esa confesión no puedo hacer nada. Es su vida y ella decide que hacer.
Eso me quedo más que claro cuando se fue a New York y no contesto ninguna de mis llamadas.
—Lo que haga con su vida me tiene sin cuidado —Miento— no soy su dueño y ella decidió hacer su vida lejos de todo y todos —hago referencia a cuando se fue sin decir nada.
Sin dejarlo decir nada más, retomo mi como con Eleanor siguiéndome el paso, ambos nos sentamos en una de las mesas disponibles y pedimos nuestro almuerzo.
Por un momento mis ojos se van hacia la salida donde noto a Taylor salir del lugar, y mis manos se hacen puños sintiendo mi sangre hervir. Pero sin poder hacer nada.
✨✨
Termino de darle algunas indicaciones a mi asistente y tomo mi saco junto con mi maletín para salir de la oficina, encontrándome con Eleanor caminando hacia mí. Mostrándome una hermosa sonrisa que por un momento me hace olvidar todo el día ajetreado que he tenido desde que salimos a almorzar.
Ojalá también pudiera hacerme olvidar de ella.
Llegó hasta ella y la tomo de la cintura dándole un beso profundo, importandome muy poco los pocos empleados que quedan en el lugar, al separarnos espero que diga algo pero no lo hace, por lo que tomo su mano y nos encaminamos hacia el elevador, y salir de la empresa.
Al subir al auto pongo rumbo hacia su departamento, intento buscar cualquier tipo de conversación pero ella solo responde con monosílabos haciendome sentir frustrado. A estado callada, más de lo normal.
Lo cierro es que cuando conocí a Eleanor, era una chica sumamente callada era algo difícil mantener una conversación, pero eso no evito que pudiera tener algo con ella. Al contrario su silencio me daba paz, y sabía cuándo debía decirme lo que debería escuchar y cuando.
No es que ame mucho que sea sumisa, pero es su forma de ser.
Al llegar a su departamento apagó el auto, girandome hacia ella y tomando su mano.
—¿Te encuentras bien? —Pregunto acariciando su mejilla — has estado callada, más de lo usual — beso sus nudillos.
—¿Aun la quieres?
—¿Qué? — Su pregunta me descolocó un poco, pero se lo que quiere decir.
—Sabes a lo que me refiero Fabrizio — Maldición, claro que se — No quiero que me trates como una tonta o que pienses que no me doy cuenta — Respira profundo — Se cómo te afectó el verla —Intento hablar pero levanta su mano —, y como te afectó aún más lo que te dijo ese hombre en el restaurante.
—No pensé jamás volver a verla —Suspiro — No quería hacerte sentir incómoda con lo que pasó, lo siento — me disculpo.
La verdad no se que decirle con respecto a Maddisson, todo es tan complicado. La pienso, si. Últimamente no he podido sacarla de mi cabeza, pero tampoco es como que vaya a dejar todo lo que he construido para ir a buscarla.
Sin saber lo que realmente siento o sentía por ella.
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