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Nuevas amistades

Estaba Madeleine en los jardines

—Señorita, señorita

—Dime Johanna ¿que pasa?

— La vinieron a buscar

— ¿A mí?

—Si es la hija del barón von Steuben

— ¡Gracias!, ahora la atiendo

—Hola Madeleine... ayer solo nos saludamos por cortesía, supe que era tu cumpleaños así que quise traerte este presente

— ¡Oh! no se hubiese molestado señorita von Steuben, muchas gracias

— Astrid, solo llámame así

—Esta bien... Astrid

—¿Qué esperas? ¡ábrelo!

— Pero... ¡que lindo sombrero!, sabes  me gusta el rosado

— Cuanto me place que os guste

— Está muy bonito el presente, muchas gracias y venga Astrid le invito el té

— Gracias Madeleine

— ¿y cuántos años tienes?

— Yo 18 aún y tú 16 ¿cierto?

—Así es, dime tú hermana ¿melliza?

—¿Mi melliza? jajaja...¿quién te dijo? eso no es cierto, de seguro fue ese pedante de Karl Von Sckendorff

— Pensé que lo era

— ¡No! Claudia es mi prima... claro es como mi hermana pero de ahí a melliza.....

— ¡Oh! yo también tenía una prima que era mi mejor amiga se llamaba Amélie

—¿Y? Cuéntame de ella y de la corte

— Ella tenía 14 una linda niña castaña de ojos miel  algo pecosa desfachatada e impropia a más no poder jajaja...
Pero inocente y llena de ilusiones — el  semblante de Madeleine  cambió a uno triste y nostálgico

— Pero...

— No, nada... la vi por última vez hace más de un año y vine hacía aquí y sólo eso

—¡Oh! disculpa si te incomodé Madeleine no es mi intención sólo quería charlar

— No tienes porque, sabes la vida es como un río siempre en movimiento

— ¿Tú crees Madeleine?

—Si Astrid sino como crees que estoy aquí contigo en plena charla tomando el té y comiendo pastelitos

— Razón tienes Madeleine —(esta niña es mucho más de lo que parece) pensó Astrid

—Sabes Astrid... me caes bien

—Y tú también Madeleine ¿quisieras ser mi amiga?

— Claro y también quisiera conocer a Claudia

— Porsupuesto, no me olvidaría de esa enojona te hará bien salir con nosotras así te mantenemos al tanto de las cosas aquí y tu nos cuentas lo de la famosa corte francesa

— ¡Oh! claro viví ahí se lo que fue

— Entonces ¿conociste a la Princesa?

— Porsupuesto... Maria Teresa, Mdme Royale fue mi amiga tenía 13 años en ese entonces  algo mimada pero muy dulce y tierna

— Dime amiga y ¿los jóvenes? ¿cómo son?es cierto ¿que son unos románticos sin ley?

—Jajajajajaja, vaya que si me haces reír
Si son más expresivos más nostálgicos — recordando a Antoine y Gerard — y si creo que tienen esa fama

—¡Interesante!...tu país

—Mi patria querida... cómo la extraño — cayeron unas lágrimas del rostro de Madeleine

Una mucama interrumpió

— Señorita su tía desea verla en la sala de música

—¡Oh! si... enseguida voy

— Bueno... Madeleine me voy que te parece salir pasado mañana a la ciudad hay una casa de moda que deberías ver

—Depende de mí tía

—De eso no te preocupes ya le pedí permiso

—¡Que bueno! Entonces nos vemos Astrid

—Cuídate Madeleine —(se despidieron)

En la sala de música

—Bueno... Karl yo te conozco desde niño no eres malicioso solo que un poco extrovertido

—Entonces mi señora majestuosa si que me da permiso

—En eso si no cambias adulador

—¡Gracias!

Entro Madeleine — Tía Buenos días aún

— Querida mía mira quien más vino a visitarte hoy....

— Señor von Sckendorff  buenos días

— Madeleine buenos días, estoy aquí como lo prometí te traje un humilde presente

—¡Oh! muchas gracias no se hubiese molestado no... no era necesario

—¿Cómo no? quiero expresarle mi deseo de entablar una sincera amistad con Ud. Y en vista de la ausencia de mi estimado amigo Franz, me veo en el deber de hacer su estadía lo mejor posible

—Así es hija Karl, es como de la familia pierde cuidado

— Bueno tía si Ud. lo dice

— Bien yo los dejo ¿nos acompañas al almuerzo Karl?

— Claro señora Condesa, muchas gracias

— Con su permiso quedan en su casa

—Madeleine anda abre tu regalo

— Está bien

—Y bien ¿qué te parece?

— ¡Que curioso!... pero disculpa mi ignorancia ¿qué es?

— Sabía que nunca habías visto algo asi, esto es una pieza en forma de oso tallada en fina madera un tótem se llama, la hicieron los indios pieles Rojas de la tribu de los Cheyenne de Norte América al otro lado del mundo

—¡Ah! si y ¿porqué este regalo?

— Porque tenía la impresión de que iba a conocerte

—Jajajaja que... Ud. ¿es adivino?

— No tanto así sino que después de dos años sentia la necesidad de volver y ya veo porqué

Ella no pudo evitar sonrojarse eran muchas emociones en tan poco tiempo

—Y a propósito ¿a dónde se fue Franz?

— Dicen que a Estocolmo, Suecia

—Si no lleva mucho tiempo aquí... en fin

—Pero mi tío está algo molesto con Él.

—Ya ese es su problema pero dejémoslo a él con sus arrebatos, con sus asuntos.
Ahora somos los dos que me puedo poner celoso si hay algo que me pone triste es la indiferencia de alguien

—Pero...

— Pero nada Señorita Madeleine 

¡Que hombre para tener esas confianzas conmigo! - pensó algo desconfiada Madeleine

—¿Y bueno en que estábamos?

—En que, gracias por el presente

—Y dime doncella como te has sentido en estos días ¿cómo es tu estadía te tratan bien?

—Mmmm ... si claro

—Siento cierta duda por como lo dices Madeleine

—No solo es que la comida es diferente solo eso — ella intentó excusarse

—¡Ah! bueno quizás te pueda ayudar

—¿Y quieres conocer el lugar? supongo

—No te preocupes Astrid me llevará pasado mañana

—¿Qué... hiciste amistad con ella ya?

—Es muy agradable

—¿Y te dijo algo de mi persona?

—Bueno... se refirió a ti como engreído

—jajajaja esa muchacha, es que nos conocemos de niños y por eso esas confianzas con ella y Claudia

—Si... supongo

—Pero contigo es otra cosa la amistad que quiero contigo es mas seria

—Pero... también soy aún niña

—A ver niña ¿sabes tocar el piano?

—Porsupuesto que si

—Deleitame entonces

—¿Y eso? ¿A razón de qué?

— Porque  esa será la manera de ver que de verdad te gustó mi regalo

—Está bien

— Y ella se puso a tocar una pieza

—¡¡Bravo!! que bien lo haces tú música me trajo paz y tranquilidad, es como si se hubiese detenido el tiempo

—Mi señora los invita al comedor — dijo una mucama

— Gracias, enseguida vamos

Se fueron almorzar solo ellos ya que la Condesa no estaba

—¿Y  mi tía?

—La señora salió dejando encargado de que le atendiesemos en todo lo que deseen

—Está bien

—Sabes... aquí aún conservamos formas, costumbres muy rígidas, en Norte América son más liberales

—¿Así?

— Imagínate que por esas cosas el Rey de Inglaterra y toda su corte pusieron el grito al cielo

—Tengo entendido que ellos fueron los que colonizaron esas tierras

—Las invadieron que es al contrario

—¿Así? y bien cuéntame cómo es Norte América

— Bueno esas tierras eran originalmente de las tribus de la gente de allí llamado los pieles Rojas, gente de tez cobriza pero llegaron los ingleses hace años pensando encontrar oro y nada de encontrar el oro deseado

—Se puso interesante tu relato vamos a la terraza joven Karl

— Lo que digas mei damme (mi dama)

Entonces se acomodaron bajo una sombra de la copa de un árbol que llegaba ahí

Karl se puso a contarles sus anécdotas de su estadía de dos años por allá de su labor como abogado eso era algo que le llamaba mucho la atención a ella, a lo cual Madeleine le prestaba todo el interés ávida por más conocimiento por cultura general y es que está joven era muy aprehensiva

—¡Oh! mis niños aún siguen en la la charla veo que congeniaron mucho

—Así es mi querida Señora

—Ha sido muy entretenida nuestra reunión no pensé que tenia tanto conocimiento Sr. Von Sckendorff

— Claro no me subestime Señorita Madeleine

—Disculpe no quise ofenderlo gracias por el presente y por la compañía hoy

—¿No es toda una dama de clase, mi sobrina?

—¡Vaya! que si apreciada Condesa Gerturd

—Bien me parece que es momento de irme, no sin antes hablar unas palabras con Ud. Condesa

—Está bien Karl, lo espero a la salida

—Nos vemos otro día  Madeleine

— Si Señor von Sckendorff y una vez más gracias por todo

—Las gracias te la tengo que dar a ti por tu compañía

— Con tu permiso

— Propio siga Ud.

Y es así como Madeleine conoció a otra amistad más en su vida.

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