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Capítulo único


Personalmente, amo como el fandom ha decidido colectivamente que la mamá de Alastor está en el Cielo, pero también me gusta ir contra corriente y esto surgió como un ''¿Y si la mamá de Alastor también está en el infierno?'' Me emociona mucho y la señora me salió mucho mejor de lo que esperaba... y se robó el show, claro que sí.

En mi país, el Día de las Madres es hoy (último domingo de Mayo) y guardé este fic especialmente para este día. Espero lo disfruten.

Advertencia: Personaje Original (dentro de lo que cabe, porque sólo le dí nombre a la mamá de Alastor), post-canon, un pestañeo y referencia al voodoo de Luisiana (de la forma más respetuosa e informada que pude lograr en un Oneshot), muchas notas al pie.

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Madame Broussard

Han pasado unas semanas tras el segundo Extermino del año y, si bien aún había un aire de tensión en toda Ciudad Pentagrama, el consenso general de los habitantes del infierno es que estaban a salvo. Que el gran reloj no se hubiera reiniciado para marcar la fecha del próximo Exterminio, fuera este en 6 o 12 meses, es un alivio para los pecadores y, sobre todo, los habitantes del Hotel Hazbin quiénes se preparaban para su gran reapertura luego de dar los detalles finales a la reconstrucción.

Inmersa en los preparativos de dicha reinauguración, Charlie Morningstar intentaba ignorar la pesada sensación de que la batalla no había sido el final, que algo mucho más grande se estaba cerniendo lentamente en el horizonte a la espera de atacar. Muy en el fondo de su mente sabe que habrá consecuencias tras la muerte de Adán, sobre todo porque habían dejado ir libre a su segunda al mando y el silencio por parte del Cielo no podía ser una buena señal. No importa cuánto su padre intente asegurarle que el Cielo no tomaría medidas drásticas tras una baja tan significativa, esto no alivia su mente; el terror de que, por su culpa, la muerte de sus seres queridos simplemente se haya postergado burbujeaba constantemente en todo su cuerpo, robándole el sueño y el apetito. Por lo tanto, había decidido lanzarse de cabeza a organizar una fiesta que sirviera tanto para celebrar que sobrevivieron, por ahora, como la reconstrucción del hotel.

¿Ignorar sus problemas había solucionado algo antes? Para nada, pero por el momento prefería olvidar sus preocupaciones y ahogar la culpa que la carcome cada vez que pasa frente al retrato de Sir Pentious y la estatua de Dazzle fingiendo que tenía cosas más importantes que hacer.

Paseando por la recepción mientras piensa en lo que necesitan para la fiesta sus pensamientos son interrumpidos por unos suaves, pero firmes, toques en la puerta. Se detiene confundida alzando la vista a la entrada, no muy segura de si había imaginado el sonido o no. No muchos demonios estaban emocionados en aventurarse hacia el hotel, mucho menos luego del desastre en el que no quiere pensar, y aquellos que sólo querían llevar problemas a su puerta, no solían tocar. ¿Su deseo de una distracción se había convertido acaso en una muy convincente alucinación auditiva? Pero no. Cuando está por retomar su caminata escucha el sonido nuevamente: tres toques suaves, pero firmes, que no indicaban desesperación sino más bien simple insistencia; alguien que, tal vez, no estaba buscando protección o asilo.

—¿Charlie? —la princesa se sobresalta al oir la voz de su novia, girándose para ver a Vaggie bajar por las escaleras, el ángel mirando la puerta con cierto recelo, —¿estamos esperando a alguien?

—Ah, también lo escuchaste —ríe nerviosamente pasando sus manos por su chaqueta mirando de su novia a la puerta—. Creí estaba imaginando cosas, aún no estamos abiertos al público así que no sabía si... —los toques interrumpen sus palabras, sobresaltándola nuevamente.

—¿Deberíamos abrir? —cuestiona tomando la mano que su novia le ofrece, agradecida con el gesto de consuelo que la mujer le brinda.

—La decisión es tuya cariño —Vaggie aprieta su mano sonriendo con suavidad—. Podemos solo ignorarlo, después de todo, como dijiste, aún no estamos abiertos al público.

—¿Y si es alguien que necesita nuestra ayuda? —la princesa muerde sus labios mirando la puerta sintiéndose culpable por pensar en ignorarlo—. Tal vez... podamos hacer una excepción.

Asintiendo para sí misma Charlie aprieta la mano de Vaggie suavemente antes de soltarla para caminar hacia la puerta armándose de valor, su novia siguiéndola de cerca en caso de que no se tratara de alguien con buenas intenciones. Antes de poder arrepentirse la princesa abre la puerta con más fuerza de la necesaria sobresaltando a la persona del otro lado.

—¡Bienvenido sea al Hotel Hazbin! —dice suprimiendo una mueca al notar que su voz sale mucho más aguda de lo necesario.

Bon Dieu[1] querida —la persona del otro lado de la puerta deja escapar un pequeño balido[2] seguido de una pequeña risa que cubre con una mano enguantada en un gesto apenado—. Disculpe mis modales, Alteza, me tomó desprevenida.

Charlie está por disculparse, pero se detiene mirando con detenimiento a la demonio frente a ella, luchando por no dejar ver en su rostro la sorpresa que le causa su aspecto.

La mujer no parece ser mucho más alta que ella, una rápida mirada a sus pies le confirma que las pocas pulgadas que le lleva de ventaja son gracias a unos bellos zapatos negros de tacón bajo. Lo que la tiene pasmada, sin embargo, es la vestimenta de la demonio, pues rara vez se ha encontrado con demonios vestidos de forma tan elegantemente anticuada, salvo Alastor, pero difícilmente se puede comparar al demonio ciervo con cualquier otro demonio, o Rosie a quién le recuerda un poco la vestimenta de la mujer. Lleva un precioso vestido de estilo victoriano, aunque parece ser más moderno que el de Rosie pues en lugar de ser una pieza es claro que son dos sostenidas por un cinturón grueso similar a un corsé. La parte de arriba del vestido está compuesto por una hermosa blusa blanca, de cuello alto, con una pequeña abertura que deja ver muy poco de la piel debajo, bordada con encaje negro y envuelto alrededor por el cuello de la chaqueta que lleva encima de la blusa, de un precioso rojo borgoña, de mangas anchas al nivel de los hombros que se va estrechando a lo largo de sus brazos hasta ajustarse alrededor de sus muñecas, todos los bordes decorados con encaje también negro aunque en la parte de abajo tiene bordados en varios tonos de rojo que parecen formar un intrincado diseño de ramas y hojas de otoño.

El cinturón-corsé se ajusta alrededor de su delgada cintura, envolviéndola como un abrazo, de un tono de rojo ligeramente más oscuro que la chaqueta y la falda que se desliza bajo este, cayendo hasta sus pantorrillas en suaves pliegues que se van recogiendo poco a poco hasta la parte de atrás donde parecen unirse. Los bordes inferiores de la falda tienen el mismo diseño del bordado de la chaqueta, pero mucho más detallado y entre las ramas y hojas Charlie podría jurar ver pequeñas calaveras... o aves. Podrían ser también aves y nada aterrador como sus cadáveres. Alzando la vista nuevamente nota que sobre su cabeza reposa un magnífico sombrero de ala ancha del mismo tono de rojo que la chaqueta, el cual oscurece parte de su rostro impidiendo ver sus facciones con claridad más allá de la sonrisa en sus labios, con base de terciopelo negro cuya copa está adornada con una cinta de raso negro atada en un lazo a un lado y decorado con plumas blancas y negras de diferentes tamaños que se mueven cuando la demonio inclina la cabeza a un lado con curiosidad.

—¿Estás bien, sha[3]? —pregunta con suavidad alargando una mano, envuelta en un guante negro también de terciopelo, deteniéndose antes de tocarla dudando si sería apropiado o no el hacerlo.

—¡Lo siento! —Charlie ríe nerviosamente tomando su mano entre las suyas agitándola enérgicamente—. Disculpe, sólo estoy muy emocionada por un nuevo prospecto de huésped, aunque aún no estamos recibiendo pecadores porque quedan detalles de la remodelación pendiente, ¡pero estaremos encantados de hacer una excepción de ser necesario! —dice de corrido tomando una bocanada de aire cuando este se le agota. —¡Charlie Morningstar! Un placer conocerla, bienvenida, bienvenida. Por favor, adelante —apresura soltando su mano para poder hacerse a un lado, empujando suavemente a Vaggie en el proceso, para darle paso a la mujer.

—Oh sha, eres tan enérgica como te viste en esa caja de imágenes —la risa de la mujer parece burbujear del centro de su pecho, llenando la recepción una vez entra al hotel y contagiando inevitablemente a Charlie, quién no puede contener la pequeña risita que brota de su garganta.

—¡Gracias! Oh, ¡oh! ¡un tour! —prácticamente vibrando de emoción, Charlie le hace un gesto a la mujer para que la siga girando sobre sus talones abriendo sus brazos para señalar todo a su alrededor—. Este es la recepción, obviamente, y la idea general es tener una política de puertas siempre abiertas, pero hemos tenido... algunos inconvenientes por lo que por ahora funciona más como un punto de reunión.

—Charlie... —Vaggie, que camina tras las mujeres, trata de llamar la atención de su novia antes de que esta pueda irse demasiado por las ramas.

—Un segundo Vags —pide la princesa regresando su atención a la mujer indicándole que sigan avanzando hacia un pasillo al lateral de la gran escalera en el centro de la habitación, bordeándolas—. Por aquí se va al bar del hotel, antes estaba más al frente, a la vista, pero decidimos reubicarlo en el nuevo diseño, para darle un poco de privacidad a nuestros huéspedes, cuando los tengamos.

—Charlie...

—Es una magnifica idea, Alteza —asiente la mujer siguiendo a la rubia, los bordes de su sonrisa torciéndose en diversión por los intentos de la otra joven de llamar la atención de la princesa siendo ignorada por completo.

—Ok, ahora sí, este es el bar y... ¡Oh! ¡Husk, Angel! —llama al ver que ambos hombres están en el bar, agitando su mano emocionada como si haberlos llamado por sus nombres no hubiera atraído su atención—. Tenemos una nueva huésped...

—¡Charlie! —Vaggie alza la voz llamando finalmente la atención de su novia, al mismo tiempo que Angel Dust y Husk apartan la suya de la conversación que estaban teniendo para mirar con curiosidad a las recién llegadas.

—Oh, sha, no, lo siento tanto —la voz de la mujer corta lo que sea que Vaggie quiere decir ahora, los ojos de ambas chicas puestos en ella—, no estoy aquí para hospedarme, petite chèvre[4]. Estoy aquí para preguntar por alguien.

—Oh —Charlie parece desinflarse como un globo, pero lucha por mantener su expresión tan jovial como le es posible—. Lamento tanto haberla hecho perder tiempo, si podemos ayudarla a encontrar a esta persona lo haremos con gusto.

Ça c'est bon[5], tu alegría es contagiosa —la mujer sonríe retirándose el sombrero sosteniéndolo delicadamente en sus manos.

Si Charlie pensaba que su atuendo era elegante y magnifico, ver el rostro que lo acompaña le arranca todo el aire. El cabello de la mujer, que parece haber estado contenido por el sombrero, se desliza enmarcando su rostro con pequeños rizos negros con mechones blancos, o blancos con mechones negros, es difícil determinar dónde empezaba uno y terminaba el otro, contrastando con el tono grisáceo de su piel; en su cabeza entre los rizos se asoman dos orejas cortas y ovaladas semejante a las de las ovejas. De hecho, sus facciones, mirándolas detenidamente, se asemejan a la de una oveja, sobre todo sus ojos, redondos con pupilas horizontales, gruesas y alargadas sobre irises de un tono rojizo, que la observan con un brillo particular que se le hace familiar.

—Me preguntaba si ustedes saben algo del paradero de... —empieza a decir la mujer, pero sus palabras se ven interrumpidas por el ruido de una botella al caer y romperse.

—¡Husk! —la voz de Angel resuena por el lugar, un tono de alarma y preocupación mezclado con el enojo que le causa que una buena botella de licor se acaba de echar a perder.

—¡Madame Broussard! —el gato halado ignora las protestas de la araña, saliendo rápidamente de detrás de la barra acercándose a grandes zancadas a la mujer.

Meenoo![6] Comment ça s'plume?[7]—la mujer sonríe encantada cuando el gato llega a su altura, limpiando sus manos en sus pantalones antes de tomar la suya apretándola con suavidad depositando un beso en el dorso.

—¿Se conocen? —Vaggie mira del uno al otro, confundida y algo irritada por la situación.

—¿Qué la trae por aquí? —Husk ignora la pregunta apresurándose a guiar a la mujer, Madame Broussard como la había llamado, a la barra ayudándola a tomar asiento en uno de los taburetes.

—Oh, meenoo, me enteré del enfrentamiento contra el Cielo, terrible evento —niega colocando su sombrero en la barra—. Me alivia saber que todo terminó más o menos a nuestro favor, sin embargo, el dueño de las molestas cajas de imágenes no ha parado de presumir la... la... —lleva una mano a sus labios ahogando un pequeño hipido mezclado con un balido que toma por sorpresa a los presentes.

—Eh, ¿se puede saber qué está pasando? —Angel Dust, parado junto a Charlie y Vaggie luego de abandonar el bar cuándo Husk llevó a la mujer allí, mira la escena con algo de curiosidad, especialmente la forma algo torpe pero delicada en que el gato trata de consolarla.

—No estamos muy seguras —responde Charlie apretando sus manos con nerviosismo—. No ha tenido la oportunidad de decirnos exactamente cómo podemos ayudarla.

—Ni siquiera se ha presentado aún —agrega Vaggie, con más agresividad de la que pretende, lo suficientemente alto como para llamar la atención de la aludida, quién alza la vista secando sus mejillas humedecidas con una servilleta del bar.

—Oh sha, tienes razón, ¿dónde están mis modales? No he dado nada más que una mala impresión —la mujer se levanta alisando su falda antes de sostener los bordes e inclinarse ligeramente en una corta reverencia—. Orélie Broussard, un verdadero placer poder conocer a la Princesa del Infierno y a su encantadora pareja —lo último lo dice ampliando su sonrisa, que en ese instante Vaggie nota, con un escalofrío, nunca abandonó su rostro, hasta que una larga fila de afilados dientes quedan a la vista, contrastando de forma terrorífica con lo inofensivo que se ve su rostro por sus rasgos de oveja.

Instintivamente Vaggie da un paso al frente, cubriendo con su cuerpo a Charlie, suprimiendo el estremecimiento que la sonrisa le provoca. Si no supiera mejor juraría que ha visto ese mismo gesto en cierto demonio ciervo del que parecen no poder deshacerse, el mismo brillo peligroso tras la condescendencia de su mirada; abre la boca para protestar, lanzar una advertencia o algo, a pesar de que la mirada de advertencia que le envía Husk por encima del hombro de la mujer es un claro indicativo de que lo mejor es mantener la boca cerrada; antes de que nadie pueda decir nada más el sonido de estática que precede al ruido de un viejo radio al ser encendido inunda el lugar poco antes de que una sombra se eleve del suelo en el espacio entre Vaggie y Madame Broussard dando paso a la materialización de Alastor.

—¡Buenos días, queridas! Me parece haber escuchado que tenemos un nuevo prospecto de huésped... —el demonio se gira sobre sus talones para darle la bienvenida a dicho prospecto y cuando sus ojos se posan en dicha persona la estática a su alrededor chirrea como un disco viejo que es detenido de golpe. —¿Maman?[8]

—¡Alastor! Cuánto me alegra que estés bien —la sonrisa de la mujer se suaviza ligeramente ante la aparición del hombre, que la observa tan sorprendido como el resto de los presentes—. No te quedes ahí parado, come see[9], come see, dale un abrazo a tu madre.

Saliendo de su estupor la perpetua sonrisa de Alastor se amplia y rápidamente acorta la distancia que los separa envolviendo sus brazos alrededor de la mujer apretándola contra su pecho con fuerza, la estática apareciendo nuevamente rebotando en la radio del bar y las bocinas de otros dispositivos aumentando y disminuyendo de volumen hasta que el ruido se convierte en las suaves tonadas de un jazz. Ante la mirada atónita de los presentes ambos demonios ríen, una risa profunda y visceralmente alegre que parece replicarse en la radio mezclada con la música.

—¿Esa es la madre de Sonrisas? —pregunta Angel Dust tan bajo como le es posible, mirando a Husk que se había deslizado del bar hasta su lado para poner distancia entre madre e hijo.

—¿Alastor tiene una madre? —dice Vaggie al mismo tiempo, luchando para mantener la boca cerrada por la impresión y cerrando la de Charlie antes de sostener su mano para contener la explosión de energía que tendrá lugar cuando salga de su estupor.

—No me pagan lo suficiente para esto, y estoy demasiado sobrio —responde Husk a ambas preguntas masajeando sus sienes ante la inminente jaqueca que ha estado suprimiendo desde que reconoció a la demonio oveja, considerando si sentirse mal o no por no haberle advertido a los demás de quién era... aunque pensándolo bien no hay suficiente advertencia en todo el infierno para preparar a nadie de la noticia.

—¡¿Dónde has estado, T'couillion?![10] —el tono de la mujer sobresalta a los presentes y, cuándo creían que no podían sorprenderse más, esta golpea a Alastor con fuerza en el brazo subiendo hasta golpear su cabeza con la palma de su mano provocando pequeños sobresaltos en la estática que suenan como un radio con interferencia—. Me tenías increíblemente preocupada luego de ese enfrentamiento, todo el Pentagrama piensa que estás muerto gracias a ese pequeño espectáculo que te montaste, ¡ni una palabra para tu madre! ¡una advertencia de que te esfumarías en el aire!

—Ah, me disculpo por eso maman —la sonrisa de Alastor no se mueve ni un ápice, pero sus ojos se entrecierran ligeramente en un gesto de irritación que desaparece rápidamente cuando la mujer deja de golpearlo para abrazarlo una vez más y empieza a murmurar cosas en un idioma que los presentes no pueden entender.

Con un suspiro el demonio ciervo palmea su espalda respondiendo en ese mismo idioma, su voz desprovista del efecto de radio al que tanto están acostumbrados.

Charlie, que finalmente sale de su estupor, es para sorpresa de los demás la primera en señalar la salida indicándoles que lo mejor es darle unos minutos a sola. Sin mediar palabra ni protestar todos siguen a Charlie hasta el comedor sumidos en diversos grados de sorpresa.

Angel Dust, por ejemplo, no puede creer que Alastor, el Demonio de la Radio, pueda ser tan... suave; ok, sí, es obvio que es todo un caballero, aparentemente sureño si el acento que captó es algún indicativo, y si la escenita que se montó con la tal Mimzy es algo a tomar en cuenta puede llegar a ser bastante afectuoso, sin embargo, la escena que presenciaron fue mucho más suave y cálida, amor por su madre crudo y abrasador y oh por Dios, ¡el Demonio de la Radio es un niño de mami! Es una lástima que, aunque haya pensado en tomar una foto para tener evidencia de que no fue un sueño efervescente inducido por las drogas, o la falta de ellas, seguramente haberlo intentado resultaría en una foto distorsionada o en su muerte prematura. Y estúpido no es, valora lo suficiente su cuello como para no haber sacado su teléfono, muchas gracias.

Vaggie, por su parte, toma asiento rápidamente en una de las sillas del comedor sintiendo un sudor frío correrle por la espalda, comprendiendo porque la sonrisa de la mujer se le hacía tan jodidamente familiar. Prácticamente había insultado a la madre del jodido Demonio de la Radio en su cara y que la mujer se viera tan delicada e inofensiva no la engaña en lo más mínimo. Si la larga fila de afilados dientes no fueran indicativo suficiente, la mujer es la madre de uno de los demonios más sádicos conocidos en el infierno, ¿quién podría asegurar que tan lejos del árbol había caído el fruto? No mucho si el hecho de que esté también en el infierno es señal de algo.

En el caso de Charlie, la princesa apenas puede contener su emoción. Sacar al resto del lugar había conllevado mucho autocontrol y siente que en cualquier momento va a estallar. ¡La madre de Alastor está de visita! Ni siquiera sabía que ella estaba en el infierno también, pero se siente como la mejor noticia que le han dado en semanas considerando qué, bueno, eso implica que es una pecadora como el resto de los habitantes de Ciudad Pentagrama. Eso no quita que está casi tan feliz como el día en que su padre se presentó al hotel, dejando de lado todo el desastre de la tensión entre este y Alastor por supuesto; ahora su atención está puesta en ideas para hacer que la mujer se quede por más tiempo, aunque no sea como una huésped, dejando muy al fondo la preocupación que la estaba carcomiendo horas antes.

Los cuatro se enderezan cuando los murmullos en el bar se convierten en una melódica risa, acompañada de risas enlatadas, que se acerca lentamente a dónde están hasta que las puertas del comedor se abren y Alastor entra guiando a su madre del brazo.

—Charlie, querida, te presento a mi madre —anuncia el ciervo, el filtro de radio de regreso en su voz, como si la mujer acabara de llegar al hotel y la princesa no fue la persona que la recibió—. Maman, ya conociste a nuestra adorada Princesa del infierno, su pareja Vagatha —su sonrisa se amplía ante el gruñido de protesta de la mencionada de que ese no es su nombre—, nuestro estimado huésped estrella, Angel Dust y claro, a Husk ya lo conoces.

—Un gusto, señora... señorita... ¿madame? —la araña agita una de sus manos primarias nerviosamente a modo de saludo, lanzándole una mirada a Husk pidiendo ayuda silenciosamente, pero este no puede hacer más que encogerse de hombros.

—Oh, sha, puedes llamarme Orélie —la mujer se compadece de él riendo bajo, encontrando su reacción extremadamente adorable.

—Se referirán a ella como Madame Broussard —interviene Alastor lanzándole una mirada de advertencia a Angel Dust, quién alza sus cuatro manos en señal de rendición.

—Nada de eso, boo[11]Madame Broussard golpea suavemente su brazo—, no intimides a tus amigos, le estoy dando permiso de llamarme Orélie y vas a respetar eso.

—Orélie... señora Orélie le damos... —empieza Vaggie frotando su cuello nerviosamente, pero cierra la boca con fuerza cuando los ojos de la mujer caen sobre ella y parecen brillar de un rojo intenso no menos parecido al brillo en los ojos de su hijo.

—No recuerdo haberte dado permiso a ti de llamarme así, ¿verdad, sha? —dice con suavidad, un tono dulce que traiciona la malicia en su mirada o lo afilado de su sonrisa.

—Por supuesto, Madame, yo... —carraspea nerviosamente levantándose y colocándose tras Charlie para nada sutilmente—. Como le decía, Madame Broussard, nuevamente bienvenida... bienvenida al hotel.

—Muchas gracias —la tensión a su alrededor parece disminuir con el asentimiento satisfecho que le regala—. Alastor me estaba contando que aún están terminando algunos detalles de la remodelación y aún no están abierto para visitantes. Lamento mucho haber llegado de improviso e interrumpido sus actividades, pero entenderán que estaba preocupada por mi T'Alastor. No quiero importunarlos.

—Para nada, Madame Broussard —Charlie aplaude con suavidad acercándose casi saltando—, es un placer tenerla aquí. Un verdadero placer, podemos hacer una excepción como dije. ¡Oh! ¿le gustaría algo de comer? ¿de beber?, podemos preparar algo... ¡Niffty! —llama a la joven ciclope que justo entra en el comedor persiguiendo algunos bichos.

—¡Visita! —grita la demonio al ver más personas de las acostumbradas, grito que se transforma en un chillido de emoción. —¡Señora mamá del señor Alastor! ¡Hola! ¿me recuerda? ¿me recuerda? Soy Niffty.

—Por supuesto que te recuerdo, pero ya te he dicho que puedes llamarme Orélie, sha —la mujer se suelta del agarre de su hijo para palmear la cabeza de Niffty, que ríe encantada con la atención.

—Me alegra mucho verla de nuevo señora mamá del señor Alastor, ¿tiene hambre? Aún queda algo del desayuno, ¡pero puedo preparar algo para usted si quiere! —tal y como suele hacer con su jefe, la pequeña ciclope da unas cuantas vueltas alrededor de la mujer antes de escalar por sus piernas hasta llegar a sus hombros sentándose cómodamente ahí.

—¡Tienen una cocina! Ça c'est bon! Alastor, boo, ¿le has preparado a tus amigos de mi Jambalaya? Estoy segura de que sí, es tu platillo favorito, pero me encantaría preparar algo más —un pequeño balido se escapa de sus labios y mira a Charlie—, si no es inconveniente para la princesa, por supuesto.

—¡No! —Charlie carraspea sintiéndose culpable cuando la mujer se sobresalta por el chillido en su voz—. Quiero decir, no tiene por qué molestarse, pero si realmente quiere la cocina es toda suya, ¿necesita ayuda?

Tracasse-toi pas[12], sha, puedo encargarme de ello. Niffty, querida, ¿me muestras la cocina?

—Por supuesto señora mamá del señor Alastor —la demonio salta de su hombro escurriéndose rápidamente en dirección a la cocina, regresando poco después para tomar la mano de la oveja y guiarla directamente.

El comedor se queda en silencio por unos largos segundos, hasta que Charlie se anima a carraspear mirando a Alastor.

—Entonces... Al... Alastor, no sabía... hm no sabía que tu mamá... —dice trabándose con sus palabras por los nervios.

—Agradecería que ese conocimiento no saliera de este Hotel —la interrumpe el ciervo con seriedad, sus manos fuertemente enlazadas a su espalda y la mirada fija en la puerta por dónde su madre y Niffty se marcharon—. Es un tema complicado y, como comprenderás, no de conocimiento público.

—¿Oh? —Charlie parpadea y su rostro se ilumina, ¡tan tierno que quisiera proteger a su madre! —¡Oh! Sí, no quisiéramos que estuviera en peligro si sabe que es tu madre...

Las risas enlatadas que resuenan en la radio del comedor cortan sus palabras y está vez Alastor la mira directamente, su enorme sonrisa aún más amplia acompañada de un brillo de malicia en su mirada que, como siempre, ponen sus nervios de punta.

—Por el contrario, querida —dice, su voz tintada de cierta jocosidad que no hace más que acentuar el peligro tras su sonrisa—, mi madre es perfectamente capaz de cuidarse a sí misma. No me preocupa que se sepa de su conexión conmigo, simplemente es un asunto privado que preferiría permaneciera... privado.

—Por... por supuesto —la princesa asiente rascando su nuca nerviosamente—. Por supuesto, nadie dirá nada. No diremos nada... ¿verdad?

—En lo absoluto —asiente Vaggie alargando su mano para tomar la de su novia apretándola con suavidad en muestra de su apoyo, tratando de ocultar el miedo residual de su previa interacción con la mujer.

—Mis labios están sellados —Angel sonríe haciendo un gesto con su mano derecha de cerrar un zíper, poner un candado y lanzar una llave imaginaria al vacío. Alastor simplemente rueda los ojos, ligeramente irritado por esto, pero lo pasa por alto lanzándole una mirada a Husk quién se limita a asentir.

—Bueno, ya que todos estamos de acuerdo —Charlie sonríe ampliamente aplaudiendo con suavidad, —¿Qué tal si ayudamos a preparar la mesa?

Por supuesto, aunque la idea fue buena para distraerlos por unos breves minutos, pronto no tienen nada más que hacer y con una muy sutil advertencia de Alastor, antes de desaparecer entre las sombras, a Charlie le queda claro que lo mejor sería no interrumpir a Madame Broussard por lo que propone continuar con sus actividades mientras esperan la comida. La princesa toma la mano de su novia para guiarla fuera de ahí con su atención puesta ya en terminar los planes para nuevas actividades de redención; Husk, por su parte, camina con intención de regresar al bar para reabastecer su botella vacía y fingir que tiene copas que limpiar. Antes de salir se detiene en el marco mirando a Angel Dust inclinando ligeramente la cabeza, preguntándole silenciosamente si lo acompañara, a lo que la araña sonrie negando, mueve sus manos principales en un círculo pequeño señalando que lo acompañará más tarde; encogiéndose de hombros el gato asiente ligeramente cerrando la puerta tras de sí.

Angel observa la puerta largamente antes de desviar su atención a la que daba a la cocina, valorando si tomar en serio o no las palabras de Alastor de no molestar a su madre mientras cocinaba. Decidiendo que lo peor que podría pasar es que Orélie lo saque de la cocina, camina hasta la puerta tocando con suavidad antes de asomar la cabeza.

—Disculpe interrumpir, Orélie, pero ¿no necesita un par de manos extras? ¿o tres? —pregunta tratando de no reír ante su propio chiste no intencionado, adentrándose un poco a la cocina para mostrarle sus cuatro manos e incluso extrayendo su tercer par agitando sus dedos ligeramente.

—Oh, la señorita Angel podría ayudarnos a bajar las cosas que están muy altas —murmura Niffty mirando a Madame Broussard con emoción.

—Hmm, ciertamente sería beneficioso no tener que subirnos a un taburete, sha —la oveja lo observa largamente, el cuchillo que estaba usando suspendido encima de una tabla de cortar y la araña suprime un estremecimiento negándose a preguntar de dónde habían sacado tanta carne o, en su defecto, su procedencia —. De acuerdo, Angel, come see, te iré diciendo en que puedes ayudar.

Qualunque cosa abbia bisogno, signora[13] Orélie —asiente sonriendo sin evitar deslizarse a su idioma nativo, la situación recordándole a todas las veces que su madre le permitía asistirla en la cocina.

Dispuesto a ser de tanta ayuda como sea posible, se acerca a ambas mujeres esperando la primera instrucción.

Gracias a la ayuda brindada por Angel la comida está lista en tiempo récord y todo dentro de los estándares culinarios de Madame Broussard, quién se encuentra increíblemente satisfecha de los resultados; efectivamente tener tres pares de manos extras ayudó a acelerar el proceso. Incluso se había animado a dejar que la araña añadiera al menú un postre de su propio repertorio, la curiosidad de probar un auténtico platillo italiano ganándole a su natural recelo con respecto a su cocina; la agradable, y francamente adorable, compañía no es más que un bono. No que cocinar con Niffty sea algo malo, por supuesto, toda ayuda es apreciada, pero la pobrecilla terminaba distraída con la natural suciedad que cocinar trae consigo por lo que era difícil mantener una conversación completa con la joven. Adorable bichito si alguien le pregunta, pero inquieta.

Sin embargo, en vida, estaba acostumbrada a cocinar con ruido de fondo, usualmente proporcionado por una radio, costumbre que trajo consigo en esta segunda no vida y que solía seguir cuando se le presentaba la oportunidad de cocinar y agasajar a su boo, pero concentrada en lo que prepararía cómo estaba al entrar en la cocina y notando que no había una radio, contrario al resto de habitaciones que había visto hasta el momento en el pequeño tour de la princesa, no quiso molestar a su hijo para que apareciera una para ella; Niffty aún con su enorme disposición de ayudar como le fuera posible no era capaz de proporcionar el mismo nivel de ruido de fondo que una radio, razón por la que no le molestó en lo absoluto que poco después de empezar a ayudarlas Angel empezara a hacer conversación; además era agradable poder hablar con alguien más que entendiera la importancia de condimentar adecuadamente la comida, que no fuera su hijo que ya conocía todas sus recetas.

Adorable criatura, la araña, piensa, que obviamente no tenía muchas personas con las cuales compartir sus gustos y la vergüenza en su rostro cuando un chiste repentino de doble sentido se le escapó, que si bien la tomó por sorpresa no le había molestado en lo absoluto, no hizo más que remover su instinto materno. Además, la conversación fue bastante productiva, rondando entre anécdotas de cuando la araña estaba en el mundo de los vivos y cocinaba con su madre, a diversos sucesos que había experimentado aquí en el infierno e incluso las hazañas de su hijo en el hotel; escuchar esas anécdotas, de boca de alguien que parecía no estar atemorizado por las consecuencias que le traería con el temido Demonio de la Radio, es refrescante, acostumbrada a escuchar las cosas que hacia su hijo en boca de terceros que tendían a exagerar o no compartir todos los detalles. Y además ¡Angel es alguien famoso! Cierto, no es un tipo de fama en el que estuviera interesada, el contenido de sus películas lejos de las cosas a las que le prestara atención, pero de su extensa conversación le quedó bastante claro que Angel se parecía a su hijo más de lo que ninguno pudiera pensar, nacido para el mundo del entretenimiento, aunque en dos medios completamente distintos, encasquetados en una máscara que debían cargar como una cruz. Lástima que estuviera atrapado de la forma en la que está.

La araña, por supuesto, no le había contado nada muy profundo de su trabajo, pero ella no había sobrevivido en el infierno tanto tiempo por pura suerte y su instinto es tan afilado como el de su hijo, sino es que más, para ciertos temas; especialmente cuando situaciones similares fueron la que la llevaron a encontrar su vida después de la muerte entre las brasas y no las puertas doradas. Una pena, en verdad, no haber escuchado la confirmación de sus labios, piensa dejando que la araña la ayude a llevar la comida a la mesa mientras Niffty va en busca del resto, porque podría ayudarlo a su manera si tan sólo tuviera los detalles.

Sus pensamientos y maquinaciones se ven interrumpidas con la aparición de su hijo justo después que el resto de los habitantes del hotel entran al comedor, materializándose de entre las sombras con una risa silenciosa por el sobresalto que provoca en los demás; aunque la mirada que le regala es una señal de que probablemente estaba haciendo eso de nuevo donde sus pensamientos parecían entrar en la misma sintonía que sus ondas de radio, algo que sucedía a veces por razones que no se había molestado en entender cuando Alastor y ella se reencontraron, pero que estaba sin duda relacionado con los poderes de su hijo y sus propias habilidades. Esa conexión más veces que no le hacía saber al ciervo que planeaba algo, aunque no el qué; pero, oh bueno, no es como si fuera a hacer caso de la advertencia en su mirada. Su sonrisa se amplía imitando la que siempre está plasmada en el rostro de Alastor, manteniendo el contacto visual por cuanto tiempo a su hijo le placiera prudente intentar disuadirla o desafiarla; para fortuna del ciervo es el primero en apartar la vista antes de que empezara a realmente alterar sus nervios. Había criado un niño tan bueno, piensa encantada, desviando su atención a los demás demonios presentes, especialmente la princesa que parece vibrar alrededor de toda la mesa murmurando entre dientes palabras que espera sean de admiración a su comida. Sería una desgracia que resultara ser tan mal educada como su pareja.

Madame Borussard, todo esto se ve increíble —finalmente la princesa alza la vista y sus ojos parecen brillar como si estuvieran cargados de estrellas—, y huele increíblemente delicioso, pero hm exactamente... ¿qué vamos a comer?

—Me alegra que preguntes, sha, por favor tomen asiento —mueve sus manos instándolos a tomar asiento empezando a servir—. Esto es Etouffee[14] de camarones, me aseguré de que no fuera demasiado para sus paladares —ríe por lo bajo terminando de servir para todos excepto Alastor, para quién tenía un plato aparte—, y esto es Maque Choux[15] de maíz, recomendaría no mezclarlo con el roux del Etouffe, pero eso es simplemente para que puedan apreciar su sabor.

Satisfecha con el hecho de que nadie se había atrevido a empezar a comer todavía, toma asiento riendo por lo bajo cuando la sombra de Alastor saca la silla para ella; palmea suave su cabeza con una mano indicándole a su hijo con la otra que tome asiento a su lado para luego tomar el plato que había dejado junto al suyo colocándolo frente a él cuando se sienta.

—No sean tímidos, a comer a comer —insta sonriendo, empezando a comer, disfrutando de los halagos y murmullos de lo delicioso que está todo.

—No me puedo llevar todo el crédito, T'Angel aquí nos ayudó bastante, ¿verdad Niffty? —pregunta mirando a la ciclope, que come su plato como si su vida dependiera de ello, ignorando la mirada irritada que Alastor le dedica.

—La señorita Angel fue de gran ayuda —asiente, haciendo una breve pausa entre bocados para responder, antes de continuar hasta terminar con su comida.

—Sólo seguía instrucciones —niega la araña carraspeando suavemente—. Definitivamente todo el crédito debe ser de la chef.

—También hizo el postre —señala Niffty haciendo caso omiso de sus palabras, señalando con su cuchara la comida en el centro de la mesa preguntando mudamente si se puede servir más, ante el asentimiento de la oveja la ciclope está por subirse a la mesa para hacerlo, pero Angel la detiene alargando un par de sus largos brazos para servirle él y evitar se tropezara con el mantel.

—¿Hiciste postre, Angel? —Charlie lo mira sorprendida.

—No es la gran cosa —se encoje de hombros regresando su atención a su plato al terminar con Niffty, presionando su tenedor en uno de los camarones con un poco más de fuerza de la necesaria; a simple vista pareciera desinteresado pero la oveja nota con curiosidad como su rostro parece brillar en un tenue rosa bajo el pelaje blanco, las manchas alrededor de su cabello mucho más marcadas que un segundo atrás.

—Preparó unos, hm, ¿cómo dijiste se llamaban, sha? —pregunta limpiando sus labios al terminar su comida.

—Ah son... son Cannoli[16] —la araña carraspea señalando el último platillo que no había sido servido aún donde descansan al menos una docena de... tubos rellenos y espolvoreados con azúcar—, receta familiar y mis favoritos porque parecen...[17]

—Te juro que si dices lo que creo que vas a decir... —gruñe Husk por lo bajo, arrancándole una carcajada que parece ser lo que necesita para relajarse luego de tener la atención, positiva para el colmo, de todo el comedor sobre él.

—Podríamos discutirlo en privado sin problema alguno, bigotes —responde inclinándose hacia él con una sonrisa coqueta, sin embargo, la suavidad en su mirada traiciona su lenguaje corporal y solo eso evita que el gato alado golpee su costado.

—Se ven deliciosos Angel —interviene Charlie riendo bajo, mirando de Alastor a Madame Broussard preocupada por la reacción que pueda tener la última ante el coqueteo descarado de su huésped estrella; ya sabe más o menos una de las dos formas en que el ciervo podría reaccionar, pero lo último que quisiera es incomodar a la oveja no tomando en consideración de que, probablemente, Angel ya haya hecho de las suyas mientras cocinaban.

—Y estoy segura de que lo están, pero desgraciadamente no me puedo quedar a disfrutarlos con ustedes —dice con cierto pesar terminando su plato. Le lanza una rápida mirada a un enorme reloj de pared colocado cerca de la puerta, poniéndose en pie con ayuda de la sombra de Alastor.

—¿Ya se va? —Charlie se levanta de su silla rápidamente, sorprendida—. Podría quedarse un poco más. Quiero decir, nos encantaría que se quedara, si no tiene nada más que hacer...

—Me encantaría quedarme, sha —la interrumpe apiadándose de ella cuando su nerviosismo parece apoderarse de su persona—, sin embargo, vine simplemente porque deseaba saber el paradero de mi Alastor. Aún tengo otros encargos que hacer, un largo día por delante que no puedo seguir ignorando.

—Oh, bueno, eso es comprensible —la princesa asiente algo desanimada porque la visita haya sido tan corta, pero rápidamente una enorme sonrisa ilumina su rostro—. Por supuesto, de más está decir que es siempre bienvenida, ¿tal vez podamos mostrarle el resto del hotel? ¡y por supuesto! Está invitada a nuestra pequeña fiesta de reapertura.

—Estaré encantada de asistir, sha, estoy segura de que Alastor me comunicará cuando decidan una fecha —asiente—. Ahora, ¿dónde dejé...? Ah muchas gracias querido —sonríe cuando la sombra de Alastor se materializa a su lado llevando su sombrero en sus manos. Lo toma pellizcando su mejilla con suavidad antes de colocárselo.

—Permítame acompañarla...

Tracasse-toi pas, Alteza, Alastor me acompañará —dice haciendo una corta reverencia aceptando el brazo que el aludido le ofrece una vez se pone de pie—. Un placer conocerlos.

Agitando su mano con suavidad sigue a su hijo hacia la salida, contenta por tener la barriga llena y más ligera al saber que su boo está en buenas manos y tan agradable compañía. Lo único que lamenta es no poder quedarse un rato más para probar el postre, pero desgraciadamente el deber llama.

—Madre —la voz de su hijo la saca de sus lamentaciones y alza la vista con curiosidad—, apreciaría me avisaras la próxima vez que decidas hacer una visita de este tipo.

—Hm, me pregunto como te podría haber avisado —dice bajo, el sarcasmo permeándose en su tono y su sonrisa estirándose ligeramente cobrando un tinte peligroso, una advertencia—. Tu bastón fue destruido, no tienes otra forma de comunicación y no te reportaste con Madame Rosie una vez terminaron de usar a sus adorables caníbales para la batalla.

Maman...

—¿No has hecho sufrir suficiente a tu madre luego de desaparecer por 7 años? —le interrumpe deteniendo sus pasos cerca de la puerta principal, su sonrisa desapareciendo por completo dejando tras de si una mueca de disgusto[18]—. Entiendo que estás en una posición delicada, y he respetado que no hayas querido contarme por qué, pero no puedes esperar que me quede sentada sosteniendo mis perlas preguntándome si esta vez no vas a regresar.

—Ni siquiera tienes perlas —susurra el ciervo negándose a apartar la vista, pero no tiene que hacerlo porque sus estúpidas orejas deciden que ese es el perfecto momento para reflejar sus emociones agachándose contra su cabello, los bordes de su sonrisa torciéndose en una burda imitación del pesar que se refleja en los ojos de su madre.

—Oh, boo —suspira agitando la cabeza, las plumas de su sombrero danzando con el movimiento—, desearía poder hacer más por ti —susurra alzando una mano para posarla con suavidad en el borde de su sonrisa, la punta de sus dedos enguantados siendo apenas un roce contra su piel mientras se deslizan hasta su cuello sin realmente tocarlo, el mensaje más que claro para el ciervo.

—Haces más que suficiente, maman —asegura el ciervo posando su mano sobre la de la mujer, ambos dejando escapar un pequeño suspiro.

—Bueno, hay algo que si puedo hacer por ti —la oveja sonríe nuevamente apartando su mano para desatar el corbatín que lleva puesto.

Confundido, Alastor observa como de su chaqueta, de una bolsa que sabe siempre lleva oculta bajo la misma, saca otro corbatín idéntico al que le acaba de retirar; sin mediar palabra la mujer pasa este nuevo corbatín alrededor de su cuello, atándolo hasta quedar satisfecha y se aparta un paso para permitirle verlo. Cediendo a su curiosidad el ciervo utiliza una de sus sombras para ver a través de sus ojos que es tan especial del nuevo corbatín y, por un segundo, pasa por alto el cambio por lo parecidos que se ven, hasta que un brillo en el centro lo hace detenerse. Ladea la cabeza alzando una mano para tocar el corbatín, deslizando lentamente sus dedos de un borde, negro, al centro, rojo, deteniéndose al sentir que es diferente.

—Oh —parpadea sorprendido.

—Luego de ese espectáculo definitivamente necesitabas un cambio —señala la oveja, divertida por haberlo tomado por sorpresa—, sé que eres el gran y temido Demonio de la Radio, pero un pequeño grigrí[19] para protección extra nunca está de más—y me dejará más tranquila, no dice.

—Gracias, maman —Alastor asiente haciéndole un gesto hacia la puerta abriendo para ella.

—Fue bueno verte, boo, por favor no vayas a perder mi invitación al fais do-do[20] —advierte pellizcando su brazo.

—No soñaría con hacerlo —responde conteniéndose de rodar los ojos—. Hasta luego, madre.

—Espero escuchar de ti pronto —señala la mujer, dejando escapar una pequeña risa mientras sale del hotel.

Alastor está por cerrar la puerta cuando nota que su madre se detiene, alza una ceja al verla ladear la cabeza antes de girarse sobre sus talones regresando hacia él con determinación escrita por todo su rostro y un brillo en los ojos que sabe no traerán nada bueno.

—¿Qué sabes de Angel y su empleador? —pregunta tan casualmente como le es posible.

—¿Madre? —ladea la cabeza, intrigado.

—Vamos, boo, debes saber al menos su nombre.

—Preferiría no intervinieras en asuntos de los Overlords, maman —dice entrecerrando los ojos ahogando un gruñido de hastío.

Que faire?[21] Hasta dónde mi conocimiento llega, otros Overlords no deberían intervenir en asuntos de Overlords, yo no soy más que una simple pecadora —dice llevando una mano a su pecho, la viva imagen de la inocencia siendo perturbada solamente por el brillo en sus ojos y el peligro en su sonrisa, sombras deslizándose alrededor de sus pies, agitadas por el prospecto de alimento. Ambos saben que, en efecto, su madre no es una simple pecadora.

—Sabes lo que pasó la última vez que interviniste sin que se te solicitara asistencia —ambos se estremecen ante el recuerdo. Es, después de todo, la razón por la que se encontró con su muerte prematura y su despertar en el infierno.

—Sólo quiero saber el nombre, Alastor —dice con dulzura, recomponiéndose rápidamente—, y si le comentas a esa adorable araña que mis servicios están a su disposición... bueno, ¿quién soy yo para detenerte? ¿hm?

Alastor considera sus opciones rápidamente. No le interesa en lo absoluto los asuntos del huésped estrella del hotel, que el tiempo libre que ha tenido por el fiasco con el Cielo ha sido beneficioso para calmar a la princesa y permitirle a él concentrarse en su recuperación... bien, es un punto a favor; sin embargo, podría simplemente negarse a decirle y dejar que su madre hiciera su propia investigación. No es como si el trabajo de Angel Dust fuera un secreto, literalmente su cara está en todas partes en el infierno y sólo saber que su madre pocas veces se aventura por Ciudad Pentagrama es lo único que evita que se sorprenda de que no lo haya reconocido al instante; el problema de dejarla investigar por su cuenta es que, inevitablemente, lo que sea que tenga en mente terminaría arrastrando de una forma u otra al hotel, pues aunque no apruebe lo que sea que planee si la mujer se lo pide no va a negarse a ayudarla, y honestamente ni siquiera él y su infinito apetito por entretenimiento podrían tolerar que la delicada paz que tienen se vea alterada tan pronto.

Además, si Valentino caía por alguna de las artimañas de su madre, Vox fácilmente podría verse envuelto en el fuego cruzado. Dos pájaros de un tiro.

—Hm, ciertamente sería una pena para Valentino que Angel supiera de tus servicios —dice casualmente mirando sus garras, la pequeña carcajada que emite su madre provocando que su sonrisa se expanda en respuesta.

—No sé por qué me sorprende reconocer el nombre —murmura limpiando una lagrimita falsa en su ojo—. Poauvre Bête[22] —agrega con un pequeño balido, su tono cargado de condescendencia.

Poauvre Bête —repite el ciervo asintiendo. Ambos se miran sonriendo ampliamente antes de que la mujer alise su falda.

—Gracias, boo, por la agradable charla —asiente palmeando su hombro girándose nuevamente para marcharse definitivamente.

Alastor bufa suavemente, divertido, cerrando la puerta dispuesto a continuar con las actividades del día que pospuso para almorzar.

Mucho, mucho después, casi al finalizar el día con la claridad del cielo infernal atenuándose para dar paso a lo que consideran noche, cuando Madame Broussard finaliza con sus recados del día y se retira a su morada para descansar, la mujer se encuentra con una caja en el centro de la mesa de su comedor, envuelta con un lazo rosa acompañada de dos tarjetitas: una, de parte de Alastor indicándole que el contenido es seguro, y la otra, de Angel Dust, comentándole que espera disfrute del postre y preguntando si podrían reunirse para hacerle algunas preguntas de un comentario que hizo su hijo. De haber tenido compañía, la oveja está segura de que la enorme y aterradora sonrisa que se desliza por su rostro habría espantado hasta los corazones más retorcidos del infierno; las sombras a su alrededor empiezan a danzar al son de una melodía inaudible, materiales diversos siendo depositados por estas en la mesa mientras ella levanta la caja para abrirla y examinar su interior. Nada mejor para acompañar una velada preparando todo para un pequeño grigrí que un delicioso postre.

La próxima vez que vea a Angel, mucho, mucho después de responder todas sus preguntas, se promete pedirle la receta de esos deliciosos Cannoli.

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[1] Cajun: Dios/Por Dios

[2] El sonido que hacen las ovejas

[3] Cajun: Una forma de decir cariño o querida, la escritura correcta es Cher, pero según los diccionarios del Frances Cajun que encontré se supone que también se puede escribir como se pronuncia... además me gusta más

[4] Francés: Cabrita/Pequeña cabra

[5] Cajun: Está bien

[6] Cajun: Gatito

[7] Cajun: ¿Cómo estás? / ¿qué tal todo?

[8] Francés: ¿Mamá?

[9] Cajun: Ven aquí

[10] Cajun: T – se pone delante de los nombres y significa ''pequeño'', y Couillion – a forma amable de decir 'bribon' (Así que básicamente pequeño bribón. No tengo claro de si se puede usar el T delante de algo más que el nombre, pero me pareció tierno)

[11] Cajun: Termino cariñoso usado con los hijos o sobrinos, algo así como cariño o dulzura

[12] Cajun: No te preocupes

[13] Italiano: Lo que necesite señora

[14] Según internet y una página de recetas criollas de Luisiana: Es una especie de estofado compuesto de roux (una mezcla de harina y grasas para la preparación de diversas salsas -Wikipedia), la Santa Trinidad (cebolla, apio y pimiento morrón), un poco de ajo, salsa picante y la carne de preferencia del chef: camarones, cangrejo de río o pollo.

[15] Internet me ha traicionado, porque no encuentro una definición del platillo, pero básicamente es un acompañante/guarnición hecha con maíz, ají morrón, cebolla, tomate y especias y está supuesto a ser dulce y picante (por las especias); también se podría comer como plato principal al agregarle mariscos (camarones o cangrejo de rio) o salchicha, pero aquí es simplemente una guarnición más. ¿Combina con el Etouffe de camarones? Ni la más mínima idea, así que pido perdón si acabo de cometer un crimen culinario. Dato curioso, se pronuncia ''moc shu'' (mock shoe), me parece hilarante, aunque no tengo ni la más mínima idea de porque se pronuncia así.

[16] Es un postre tradicional de Sicilia, Italia, que consiste en una masa enrollada en forma de tubo rellena con ingredientes dulces mezclados con queso ricota. Cannoli es el plural, si fuera uno sólo se llamaría cannolo (al menos en español); no confundir con los Canelones (Cannelloni en italiano) que son una pasta en forma de tubo.

[17] Les puedo asegurar que, en efecto, no parecen lo que Angel estaba a punto de decir, pero me pareció gracioso

[18] Utilizando la definición: ''Sentimiento, pesadumbre e inquietud causados por un accidente o una contrariedad.'' De la RAE

[19] En el voodoo de Luisiana, los amuletos reciben el nombre de grigrí, ya sea para protección o para hacerle daño a alguien. Sin embargo, un grigrí creado con la intención de proteger suele estar envuelto en tela roja y ser colgado en el cuello. *wink wink* No estoy diciendo que, originalmente, el corbatín de Alastor tenga un amuleto de protección, pero me he permitido mi libertad creativa de que ahora lo tenga.

[20] Cajun: Una fiesta con música y baile. ''Do-Do'' es una jerga usada para referirse a ''dormir'', así que el término vendría tradudicendose como ''hacerte dormir''. Básicamente una buena fiesta que te deja tan cansado que tendrás una buena noche de sueño.

[21] Cajun: ¿Por qué?

[22] Cajun: ''pobre cosita'' o ''pobrecito'', ya sea con pena o, en este caso, con desdén.


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