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Especial Navidad

Aviso: esto NO tiene que ver con la versión actual y siempre fue un spin-off de navidad.

Este es un especial reciclado de 2017 (año en el que me atropellaron y tuve las semanas más aburridas de mi vida al estar acostada). Este año ha sido muy difícil y este último mes fue quizás el peor para mí, por lo que preferí mejor traer un relato rescatado.

Primero, quiero aclarar que no lo edité ahora, así que... quizás se encuentren con errores y cosas muy tontas. Segundo, se trata de una adaptación que hice al clásico de «El Cascanueces» (porque me encanta).

Espero que les guste. ❤️

Madeline estaba sentada en el sofá mientras imaginaba el ballet. Desde pequeña le atraía y le encantaba ir a las presentaciones, pero lo que más le llamaba la atención era la música, fue por esto que desde niña expresó su deseo por aprender a tocar piano. Su prima Mathilda estaba sentada a su lado y en lo único que pensaba era en qué podía hacer para arruinarle la noche. Para la mala suerte de Madeline, su tío había decidido ir a visitarlas junto con Mathilda durante las fiestas, por lo que a Maddie le quedaba solo soportar las maldades que hacía su pequeña prima.

Kathy observaba la puerta de entrada desde el umbral de la cocina. Estaba ansiosa por la llegada de Michael, su esposo, debido a que tuvieron que pasar varios días separados. Salió de su trance cuando lo vio llegar y fue rápidamente hacia él para abrazarlo y besarlo.

—¿Todo bien? —le preguntó él.

—Sí, es solo que te extrañé mucho.

—Y yo a ti. Por lo menos dejé todo listo y pude cumplir con el encargo de mi padre.

—¿Cuál?

—Me pidió comprarle materiales y herramientas nuevas durante mi viaje. A cambio, me dejó tomar algunos objetos de la juguetería, así que tengo un regalo para tu prima, además de otro para Maddie por supuesto.

—¡Eres el mejor! —exclamó y lo besó.

—Chicos —interrumpió George, el tío de las hermanas, haciendo que Kathy se enfadara—. Paren su festival de amor porque la cena está lista.

Se sentaron a comer y, al terminar, Kathy le pidió a su hermana si podía tocar algún villancico en el piano, lo cual aceptó. Tanto su hermana, su cuñado y sus tíos aplaudieron cuando terminó de tocar, provocando la envidia de Mathilda, quien se dirigió hacia el piano, empujó ligeramente a su prima y empezó a tocar brutalmente el piano mientras cantaba desafinado.

—¡Sale! —le gritó Maddie—. ¡Lo vas a desafinar!

—¡Déjame, yo toco así!

»¡Mamá!

—Maddie —llamó su atención su tía—,  deja que tu prima toque un poco.

Maddie bufó y se sentó en el sillón, deseando cortarse los oídos por causa de su prima. Sabía que lo hacía para hacerla sentir mal, pero no podía reclamar. Su hermana se sentó a su lado y la abrazó.

—Solo vinieron por navidad, deja que cumpla sus caprichos por esta vez.

—Maddie y Mathilda —interrumpió Michael—, es hora de que vean sus regalos.

Mathilda dejó de golpear las teclas del pobre piano, se levantó y fue hasta Michael. Maddie fue sin prisa hasta donde estaba su cuñado y esperó pacientemente. Él le extendió una muñeca a Mathilda, por lo que ella la recibió con gusto. Luego, buscó el primer regalo para Maddie y era un collar, el cual se puso de inmediato. Posteriormente, le extendió un cascanueces con vestimenta de soldado, el cual la adolescente observó perpleja.

—Sé que todavía te gustan los juguetes —dijo Michael mientras se reascaba la nuca—, por lo que le pedí a mi papá si podía tomarlo de la juguetería.  Si no te gustó, podemos pedirle que te dé otro en lugar de este...

—¡No! —exclamó y sonrió—. El cascanueces está bien. Es bastante galán, así que mis muñecas se van a alegrar cuando lo vean.

Como Maddie ya no era una niña, a Michael le dio mucha gracia su comentario. No pudo contener la risa y se sentó junto a Kathy. Maddie siguió viendo el cascanueces con bastante curiosidad y Mathilda la observaba con envidia por haber recibido un solo regalo siendo que su prima tenía dos.

—¡No es justo! —gritó indignada—, ¿por qué Maddie tiene un segundo regalo y yo solo uno?

—Amor mío —le dijo su madre—, los tuyos están en la casa. Ahora mismo tenemos que volver, así que en la mañana los abrirás.

Mathilda siguió haciendo berrinches, insistiendo en que quería más regalos, por lo que sus padres vieron que era conveniente regresar. Se despidieron de todos y, cuando iban saliendo, Mathilda tomó el cascanueces y lo rompió, para después salir corriendo detrás de sus padres.

—¡Maldita niña! —exclamó Maddie.

—¡Maddie, el vocabulario! —la reprendió su hermana.

—No te preocupes —le dijo Michael—, lo puedo reparar hoy mismo. Ahora ve a dormir, porque cuando despiertes tu cascanueces estará aquí.

Maddie asintió con la cabeza y se fue a dormir mientras Michael reparaba al pequeño cascanueces. En cuanto terminó de juntar las piezas, observó su trabajo con satisfacción y se fue a dormir, decidido en pedirle a su padre que lo volviera a pintar por las partes rotas que quedaron con menos pintura. En cuanto Kathy lo vio acostarse en la cama, esperó a que se quedara dormido y fue a ver cómo había quedado el cascanueces.

—No puedo creer que se sintiera orgulloso por dejarlo así —susurró—. Creo que sería bueno darle un toque especial.

Tras decir eso, tomó el cascanueces, movió los dedos de la mano que tenía desocupada y unos destellos salieron de ellos, haciendo que el cascanueces se viera como nuevo. Kathy sonrió, dejó el muñeco ahí y se fue a dormir, sin imaginar que no solo lo había reparado, sino que además le había dado vida, por lo que fue cambiando de a poco la madera por un cuerpo de carne y huesos. La magia inundó la cocina y la sala de estar, por lo que rápidamente el cascanueces no fue el único que cobró vida.

***

Maddie despertó con hambre y fue a la cocina por galletas. Al llegar ahí, escuchó un ruido extraño proveniente de la sala de estar, por lo que caminó cuidadosamente para ver lo que ocurría. Sin darse cuenta, su tamaño fue disminuyendo, hasta que observó su entorno y notó que todo era enorme.

—¡Cuidado! —gritó quien había sido el cascanueces y tiró al suelo a Maddie.

»Escóndete debajo de esto —le dijo mientras señalaba el sofá.

Maddie obedeció y se recostó debajo del sofá. No entendía lo que pasaba y le causaba mucha curiosidad, por lo que decidió asomarse para ver. Nunca imaginó alguna vez lo que vio: un ejército de ratas estaba atacando a hombres de jengibre mientras que estos se defendían con bastones de caramelo y los dirigía una galleta en un caballo de un adorno navideño. El cascanueces subió a un pequeño caballo de madera y se puso al lado del coronel de las galletas de jengibre. Ella miraba todo con asombro y confusión.

El cascanueces peleaba incluso con tres ratas al mismo tiempo, algo que sucedió cuando defendió a un soldado de las galletas de jengibre. Pudo con ellos y se descuidó al acabarlos, ya que se aproximó a sus espaldas el rey de las ratas. Maddie se apresuró y corrió lo más rápido que pudo hacia el cascanueces. Tomó una espada del suelo, se acercó detrás del Rey Rata, tomó con cuidado su cola y le enterró la espada, clavándola en suelo y cortando así la cola. El Rey Rata gritó de dolor, lo cual alertó al cascanueces, quien acabó con su vida tras blandir su espada y enterrarla en el torso del roedor.

Las pocas ratas que quedaban comenzaron la retirada al ver que su rey había muerto, dejando así en paz a las galletas de jengibre, que además habían recibido ayuda de soldaditos de plomo guiados por el cascanueces.

—Y bien —dijo el valeroso cascanueces—, ¿puedo conocer el nombre de la bella dama que me salvó?

—Madeline —respondió sonrojada—. ¿Y tú?, ¿cómo te llamas?

—Joseph.

Joseph hizo una reverencia, tomó la mano de Maddie y la besó. Mientras se erguía, sus ropas ensangrentadas fueron cubiertas por destellos mágicos y, cuando estos se fueron, apareció con un atuendo distintivo de la realeza.

—¿Qué se supone que eres? —preguntó Maddie riendo.

—De día soy tu humilde cascanueces, pero de noche se podría decir que soy un príncipe aquí.

—Por lo menos la apariencia ya la tienes... ¡ay no! ¿Lo dije o lo pensé?

—Lo dijiste, pero no te preocupes, porque yo opino que tienes apariencia de princesa.

Maddie volvió a sonrojarse, pero esta vez fue mucho más que antes. Joseph tomó su mano y jaló de ella.

—Ven, quiero enseñarte el reino para así convencerte. Lo más seguro es que ya vaya a empezar la celebración por el triunfo.

»Cierra los ojos, yo te guío.

—¿Por qué?

—Simplemente para que después no sepas el camino y me dejes llevarte de regreso —contestó sonriendo.

Maddie confió en él y dejó que la guiara, pero no pudo evitar abrir los ojos y pudo ver lo que pasaba: a cada paso que daban, su entorno se transformaba. Todo empezó a tornarse de colores pastel y el suelo parecía tener una textura de dulces, hasta que finalmente se encontró en un bosque cuyos árboles eran de algodón de azúcar.

Al final del bosque, observaron un gran castillo hecho de masa de galletas. Un río de chocolate caliente descendía por una montaña y desembocaba al lado del castillo, mientras que este estaba rodeado por arbustos de mazapán. El coronel de los hombres de jengibre se acercó a ellos cuando Maddie seguía mirando todo con asombro.

—Muchas gracias por su apoyo, príncipe —dijo—. Estamos en deuda con usted.

—No diga eso, coronel. Yo solo cumplí con mi deber de ayudar a mi pueblo.

—Pero no era su obligación pelear codo a codo, así que nuevamente le doy las gracias.

»Por cierto, que encantadora la dama que lo acompaña. Muchas felicidades por los dos.

—No es encantadora... es perfecta.

Maddie empezó a ponerse nerviosa, por lo que se sonrojó mucho más que antes y trató de hablar, pero solo balbuceó.

—Que adorable —dijo el coronel riendo ligeramente y se fue.

—Creo que el espectáculo ya va a comenzar —le susurró Joseph a Maddie—, mejor vamos a conseguir un lugar pronto.

Se sentaron al frente y, al acabar la segunda danza, sus manos se encontraron. Las entrelazaron mientras ocurría la tercera danza y acercaron sus rostros.

—Creo que está pasando muy rápido —susurró Maddie.

—Y también acabará rápido. Es mejor aprovechar el poco tiempo que nos queda.

—¿A qué te refieres?

—¿No lo sabes? Tienes que regresar antes de que salga el sol porque la magia se acabará.

—Pero puedo volver a la noche siguiente, ¿cierto?

—Las cosas no son así...

—¿Significa que no te volveré a ver?

—Eso temo...

Maddie se abalanzó sobre Joseph y lo besó con ternura. Luego, apoyó su cabeza en el pecho de él y Joseph la abrazó.

Cerca del amanecer, Maddie se despidió de todos. El coronel le agradeció por su ayuda para derrotar al rey de las ratas y le dijo que el reino estaría en deuda con ella para siempre. Joseph dijo que la escoltaría hasta fuera del bosque, por lo que le dejaron ir. Caminaban silenciosamente y con tristeza, sabían que lo más probable es que nunca volverían a vivir algo juntos. Joseph pasó su brazo por los hombros de Maddie y ella tomó su mano para posteriormente entrelazarlas otra vez.

Al llegar, Maddie se quedó observando hacia el frente y sin moverse. No quería volver a su mundo real. Miró a quien había sido su cascanueces y tocó su mejilla, a lo que él contestó con un beso.

—Espero volver a verte.

—Todos los días estaré sobre el escritorio esperando a despertar.

—Lo sé, pero no será lo mismo si estás inmóvil y eres de madera. Quiero al verdadero tú, el que tiene alma.

—Mi alma está con la tuya. Si me ves, sabrás que estoy contigo aunque sea de madera.

Joseph tomó el rostro de Maddie, lo alzó un poco y se agachó para poder besarla.

***

Maddie despertó. Sentía los párpados pesados y quería seguir durmiendo, pero sabía que debía levantarse. Cuando abrió por completo los ojos, se dio cuenta de que estaba durmiendo en un sofá, pero no reconocía su entorno.

—Veo que al fin despertaste —dijo Joe mientras trataba de sentarse a su lado.

Gracias a eso Maddie pudo recordar lo que había pasado. Se encontraba en el departamento de Joe en San Diego, porque lo había ido a ver en la noche bastante tarde, para poder pasar un rato juntos en la Nochebuena, pero se había quedado dormida después. Lo único que no cuadraba era el hecho de que sentía mucho frío a pesar de tener una manta.

—¿Qué pasa con el clima? —exclamó Mad—. Se supone que estamos en California, no en Nueva York.

—Estaba revisando mi muro y me salió una noticia de que se registró una temperatura demasiado baja y que al parecer teníamos una "blanca navidad" —contestó riendo—. Salí a ver y efectivamente nevó hace un par de horas.

—¿Qué? ¡Tengo que ver eso!

—No tan rápido... Primero vístete.

Mad lo miró con los ojos entrecerrados, sonriendo. Se vistió rápidamente, mientras su novio estaba en la cocina. Salió rápidamente del departamento y bajó para ver la nieve. Joe la siguió con una taza de chocolate caliente en cada mano.

—Esto es mágico —dijo Mad al ver que la nieve volvía a caer.

—Necesitarás esto si no quieres congelarte —interrumpió Joe, haciendo que ella se diera vuelta y le extendió la taza, por lo que Mad la recibió.

—Te amo —le contestó sonriendo.

—Y yo a ti.

Él se agachó y se besaron. Luego, el chico acomodó su brazo sobre los hombros de ella, le dio un beso en la cabeza y bebieron el chocolate caliente.

—Eres mi cascanueces —susurró Mad.

—¿Qué dijiste? —le preguntó extrañado.

—Nada, es que...

—Tuviste un sueño raro anoche, ¿no?

—Se podría decir que sí —respondió sonriendo nerviosamente.

—¿Y era un cascanueces? —Hizo una pausa y arrugó la expresión de su rostro—. ¡Ok, no quiero saber más sobre eso!

—Pero fue un buen sueño.

—Solo no vuelvas a soñar algo así, ¿ok?

—Está bien... pero yo no controlo mis sueños. Además, tú deberías dejar de leer mi mente para evitar enterarte de cosas que no quieres.

Él la miró dudoso, a lo cual su novia le sonrió. Luego de eso, él le devolvió ese gesto de la misma forma, para finalmente besarse. La nieve comenzó a caer de nuevo y supieron que era momento de subir otra vez al departamento.

En fin, que pasen unas felices fiestas, en donde sea que estén y con quién sea. ❤️

Adicionalmente, les agradezco porque en muy poco tiempo se han unido muchos lectores. Adoro a todos los que le dan una oportunidad a esta historia, porque le tengo mucho cariño, a pesar de estar muy mal escrita.

Me complace decirles que estoy reescribiendo esta historia. No creo aplicar los cambios a esta historia en sí, sino que subiría una historia nueva. La idea es tratar de enviar esa nueva versión a alguna editorial, así que, sería muy útil que la leyeran cuando la publique (como en enero o febrero) y me dijeran qué tal está. ❤️

Los adoro, de verdad. Espero que disfruten del 2021 y que sea un año mucho mejor que este, de verdad. ❤️

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