Capítulo 36
Mad avanzó por el pasillo el miércoles. Estaba bastante cansada, pues el día anterior Will llegó de sorpresa a su casa a ensayar una de las canciones, luego de que ella llegara de trabajar en la casa de Maya. La banda no se reunía para ensayar, pues Adrián ni siquiera quería ver a Alex, solidarizando con Mad sin que el resto supiera la razón.
Estuvo mensajeándose con Andrew durante los últimos dos días, lo que se le hacía extraño, pues nunca cruzaron alguna palabra y solo lo conocía gracias a Raven, a pesar de estar en la misma generación escolar, pero si era para ayudarlo con su relación con su amiga, a ella le parecía bien y se limitaron a hablar de ello.
No estaba segura de si ya estaba acostumbrada a que hablaran a sus espaldas o qué, pero ya ni siquiera se sentía incómoda al escuchar cuchichear al resto a su alrededor, o que de repente alguien se quedara mirándola, pero sí se sorprendió cuando Jeff y Nick aparecieron de repente y la escoltaron a la sala vacía más cercana.
—¿Qué les pasa? —preguntó Mad.
—Ok, antes de contarte cuál es el chisme de la escuela hoy, dinos ¿por qué no nos contaste que tuviste algo con Alex? —La interrogó Nick—. A ver, somos tus mejores amigos, ¿ok? Se supone que tenemos confianza...
—Y el punto más importante de todos: ¿por qué lastimaste así a Fanny y no se lo admitiste? —cuestionó Jeff, algo raro en él.
—¿Qué? —exclamó la chica, perpleja—. ¿De qué mierda hablan?
—Mad... ya todos lo saben.
Nick le extendió su celular y le mostró un enlace que enviaron a un grupo de la generación escolar, en el que no estaba ella. Era un grupo específicamente creado para eso y hablar mal de ella, agregando a sus amigos para terminar de destruirla.
El enlace era un video en YouTube, de su conversación —cortada— con Alex, dando a entender que ellos fueron amantes. A partir de ese grupo, varios lo compartieron en otros y así se enteraron personas que eran de cursos inferiores e incluso que ni siquiera iban en su escuela.
—Esto no fue lo que pasó... —dijo con un hilo de voz—. No fue así.
Empezó a llorar, teniendo otra vez esos horribles recuerdos en su cabeza, pero esta vez con la versión retorcida de Alex, asegurando que fue una aventura de los dos, algo consensuado, no una violación.
—Si no fue así... —respondió Jeff, con algo de esperanza en su amiga todavía—. Si es que esto está, no lo sé, editado quizás... ¿qué pasó? ¿Por qué él dijo esto?
—Sí, Mad, él lo dice, no es algo que puedan inventar. ¿Por qué lo dijo?
—Porque es una mierda de persona. —Empezó a sollozar.
Los chicos notaron que algo andaba mal y prefirieron no seguir indagando, al ver que rompió en llanto. Fuera la que fuera la verdad, ninguno estaba listo para escucharla, y ella tampoco estaba preparada para decirla, pues ¿y si no le creían? ¿Y si todos pensaban que sí fue consensuado? Prefería morir a que todos creyeran que se acostó voluntariamente con él.
—Solo... Solo puedo decirles que... Esto está editado, ¿ok?
Ambos asintieron y la abrazaron, preocupados por el estado de ella y a la vez recriminándose que dudaron de ella por un momento. Y si ella dijo que no fue así y estaba llorando, solo se les ocurría una opción.
—Si es lo que creo que es... —murmuró Jeff, sin soltarla—. Lo mato, te juro que lo mato.
—Y si es lo que creo... te acompaño. Entre varios lo hacemos mierda.
—No sean ridículos, por favor —pidió Mad. No iba a dejar que también sus mejores amigos fueran arrastrados a eso.
Al salir de ahí se topó con varias miradas que la incomodaban, como si ella les tuviera que dar explicaciones. El timbre sonó y fue a la clase de ciencias sociales, sintiendo que todos la señalaban por algo que no había hecho, pero nadie quería hablarle siquiera para conocer su versión.
Fue al asiento que solía usar en la sala y, mientras ponía su cuaderno sobre la mesa, notó que alguien escribió en esta "muere, puta". Eso nunca había estado ahí, sobre todo porque al final de cada jornada se limpiaban las mesas recubiertas por un material antiadherente, quitando cualquier cosa que alguien hubiera pintado o escrito, por lo tanto, alguien le escribió específicamente eso unos minutos antes de empezar la clase, pero no sabía quién, pues casi todos estaban ahí cuando llegó.
—¿Quién fue? —preguntó, interrumpiendo a su profesora.
—Señorita Schafer, siéntese y no vuelva a hablar.
—¡Pregunté que quién fue! —gritó, mirando a todos lados.
—Deja de ser tan dramática y siéntate —dijo Benny—, puta.
—Tú cállate —intervino Will, hastiado por el tema.
—Lo dices porque te sumaste a su lista de chicos con los que se acostó.
—¿De qué mierda hablas? Ya cállate —dijo Mary—. Es obvio que el video está editado.
—¡Sí! —gritaron Jeff y Nick al unísono.
La profesora trató de que hicieran silencio, pero era imposible contenerlos.
—Pues él es bastante claro al decir que sí se acostaron el viernes —dijo Fanny, mirando con odio a Mad. En serio eso le dolió demasiado.
—Todos ustedes me llamaron "mala amiga" —comentó Mandy, con tono burlesco—, pero resultó ser que Mad es peor.
—Cierra la maldita boca. —Lanzó Lyla.
—Y varios sabemos que Will estaba anoche en la casa de Mad —agregó Benny.
—¡Solo fui a ensayar la maldita obra!
—Dante, Joe, Alex... ¿Andrew? Y en menos de una semana sumas a Will —continuó Benny—. Eres en serio increíble, y todos sabemos que antes de Dante salías con un chico enorme, ¿acaso buscas desesperada a quien lo reemplace?
—¡Ya basta! —gritó Mad.
En cuanto habló, unas ráfagas moradas salieron de ella y todo se detuvo. Avanzó entremedio de todos, quienes estaban inmóviles, y salió de la sala con ira, sin saber lo que haría o darse cuenta del todo de lo que estaba pasando. Solo quería salir de ahí.
Siguió caminando por el pasillo, pasando por el lado de Adrián y Jorge, quienes recién iban a entrar a la clase, hasta que el tiempo se detuvo, quedando como estatuas a unos metros de la puerta. Mad los miró, extrañada al ver que estaban quietos. Siguió, hasta estar frente a la puerta, pero esta estaba cerrada con llave, como se acostumbraba para que nadie escapara. Mad la forzó, hasta que sin saberlo la abrió con la magia y, al momento en que empezó a usarla para eso, el tiempo continuó su curso.
Salió de la escuela, sin que alguien alcanzara a decirle algo. Necesitaba huir, nada más. A ratos aceleraba el ritmo e incluso corría, pero volvía a caminar, entre lágrimas, hasta llegar al parque. El cielo se fue oscureciendo a medida que lloraba y de ella salieron destellos naranjas y morados. Su cuerpo se fue alzando, hasta caer a tierra, inconsciente, sin que dejaran de salir destellos.
Mad despertó sobre una cama por los rayos de sol que se colaban por el visillo de la ventana. Pasó su mano por su cara, tratando de taparla del sol y luego levantó ambos brazos de forma perezosa. Cheshire no estaba durmiendo a sus pies, lo que era bastante extraño, y ¿cómo fue que llegó hasta ahí? ¿Acaso solo estuvo soñando con todo lo que pasó aquella mañana?
—Maddie —escuchó que la llamaban desde el pasillo—, ¿ya te levantaste?
Su madre abrió la puerta de golpe y entró. Se enojó al verla todavía acostada, recién despertándose.
—¡Madeline Ashley Schafer! —exclamó.
—¡¿Qué?! —gritó sorprendida.
—¡No me grites así! ¿Cómo es que sigues acostada? Vas a llegar tarde al instituto.
Maddie se levantó de golpe y la abrazó con fuerza, causando una sorpresa a su madre, que no era comparable con el sentimiento que tuvo la adolescente de volver a verla.
—Buenos días, mi niña. —Sonrió, dejando su enojo—. Amo que me abraces, pero necesito que en este momento te vistas para ir a clases.
Maddie asintió y su madre la dejó sola para que se vistiera. Una vez sola, observó su alrededor, con lágrimas en los ojos, y se dio cuenta de que no era su habitación de San Diego, sino que era la que tenía en Nueva York. Estaba confundida y aterrada por lo que pasaba, pero por otro lado le gustó ver a su madre de nuevo, haciendo que llorara.
Vio que tenía el uniforme al alcance, por lo que, se lo puso y luego se miró en un espejo que había ahí. Le quedaba muy bien, aunque algo la inquietaba: su cabello no estaba teñido, era natural. Tampoco tenía mucho maquillaje en la habitación, solo un pequeño estuche con lo básico, sin un color rojo fuerte, sino solo rosa.
Tenía que averiguar lo que había pasado, para así saber cómo regresar a su realidad, pues algo le inquietaba de todo eso.
Salió de la habitación y fue al comedor. Su madre estaba terminando de comer su avena y le había dejado una tostada con mantequilla sin lactosa sobre un plato, además de una taza de leche de soja con cacao.
—No te preparé fruta, si es que por eso tienes esa cara tan rara, porque no tienes tiempo para esperar. Come rápido lo que te serví.
—¿Qué es esto? —preguntó señalando la taza.
—Es leche de soja. No había leche sin lactosa ayer en el supermercado, así que compré esta.
—¿Y por qué no una normal?
—Porque eres intolerante.
—Pero sabes que siempre me ha dado igual.
—De todas formas, prefiero no arriesgarme. De hecho, también compré queso sin lactosa para hacer pizza en la noche.
—No creo que a Kathy le guste, siempre está con eso de su dieta.
—¿Y eso qué tiene? Ella se fue hace meses... ni siquiera ha querido contestar mis mensajes.
—¿En serio?
—Hija, ¿te sientes bien? Parece como si estuvieras desorientada... tal vez deba conseguirte una hora con un neurólogo, creo que estás olvidando muchas cosas.
—Tranquila, es solo que... no sé, siento que todavía estoy durmiendo.
—Bueno, para que veas que no debes quedarte hasta tarde viendo televisión.
—Hola, cariño —interrumpió su padre, saludando a su madre, a quien besó—. Maddie, ¿quieres que te lleve a clases o prefieres irte sola?
Maddie se quedó mirando a su padre, sin saber qué decir. Solo podía pensar en que por fin lo había visto después de mucho tiempo. Se levantó de la mesa y lo abrazó, con lágrimas a punto de salir de sus ojos, hasta que él la apartó al escuchar una notificación del celular.
—Olvídalo, tendrás que irte sola —le dijo su padre, revisando el celular—. Surgió una emergencia así que tendré que irme de inmediato.
Su padre se despidió, tomó su mochila y se fue.
—Es raro ver a papá usando una mochila.
—Sí... pero desde hace dos años se le ha hecho más práctico que el maletín. Si quieres, puedo llevarte.
—Por favor.
Maddie tomó su mochila y salió del departamento antes que su madre, ya que, debía sacar las llaves del auto y su bolso. Vio salir a Joe de su departamento y fue a hablar con él, para saber si él sabía qué pasaba, pero se detuvo al ver que detrás de él salió su padre y se despidieron.
«Es como si todo lo que se nos quitó, se nos fuera devuelto», pensó Maddie.
—¡Hola, Maddie! —la saludó Joe al percatarse de su presencia, por lo que también volteó su padre.
—Hola, pequeña —saludó también el padre de Joe—. Bueno, yo iré adentro de nuevo, tengo que llevar a Lily a la escuela, así que voy a ver si ya se despertó.
Su padre entró al departamento, dejándolos solos. Maddie se quedó sonriendo y mirando a Joe fijamente, mientras que él solo sonreía con cierta incomodidad, sin entender su mirada.
—¿Todo bien? —preguntó ella.
—Sí, eso creo.
—¿Nada te parece raro?
—No... ¡Espera! Algo sí es extraño: esta conversación.
El silencio volvió a ser incómodo. Maddie sentía que algo iba mal, pero algo le decía que todo estaba mejor así.
—¿Qué tal si me vas a ver después de la escuela? Podrías pasar a buscarme allá y vamos por un helado.
—Mi última clase es hasta las siete de la tarde, lo siento. No perdería mi trabajo por tus caprichos de princesa.
—¿Y en la noche?
—No sé si eso sea correcto.
—¿Cuándo te ha importado eso realmente? Será divertido.
Joe comenzó a reír, negó con la cabeza y luego la miró de nuevo, mientras ella sonreía, mordiéndose un labio.
—De repente esta conversación tomó un rumbo extraño. ¿Desde cuándo la princesita de papá quiere salir conmigo? Además, sabes que tengo novia.
—¿En serio? Eh... ¿y es algo realmente importante como para evitar salir conmigo? Ya sabes... divertirnos por esta noche... —Lo miró insinuante.
—Sabes que Winnie y yo llevamos dos años juntos. No tiraría todo eso a la basura solo por salir una noche con una niña.
—¿Y si no estuvieran esos dos años juntos?
Joe se quedó callado, pues no supo qué responder. Estaba atónito por la actitud de Maddie y para él siempre iba a ser una niña, una muy caprichosa.
—Maddie —interrumpió su madre—, vamos, ya se nos hizo tarde. Entras a las 8:30, solo quedan diez minutos.
—Vamos —respondió sin dejar de mirar a Joe a los ojos.
—Adiós entonces —se despidió él y le dio un beso en la mejilla.
Maddie y su madre, Rosetta, bajaron por el ascensor hasta el estacionamiento subterráneo. Subieron al auto, un Mini Cooper rojo, y emprendieron marcha, rumbo al instituto Thomas Jefferson High School, también en Manhattan. Maddie observó todo, tratando de entender lo que había pasado, sin poder creer lo que veía. ¿Y si ese era el mundo real? Ni siquiera sabía en qué creer con certeza. Comenzaba a dudar en qué era real, porque todo lo que la rodeaba lo parecía.
—Mamá, ¿cuál ha sido el sueño más raro que has tenido?
—Pues... no lo sé realmente. Creo que los olvido si son demasiado raros.
—¿Y no recuerdas alguno muy vívido? Que juraste que pasó, pero al despertar, te diste cuenta de que no era la realidad, que, quizás, estás en una realidad muy distinta a lo que soñaste.
—Algo así, cuando me iba a casar con tu padre. Soñé varias veces con nuestra vida juntos, con la familia que formaríamos, incluso con viajes que haríamos y las mascotas que adoptaríamos.
—Suena raro.
—Sí, tal vez. ¿Por qué tantas preguntas?
—Porque creo que estuve soñando mucho tiempo con alguien —contestó, sin saber en ese momento qué era real.
—¿Con quién?
—Con Joe, pero supongo que no significa algo.
Su madre acarició su cabeza a modo de consuelo.
—Él es bastante mayor que tú —dijo Rosetta—, siete años no son pocos, no es como decir uno o dos. Sin embargo, quizás muy en el futuro podría pasar algo, cuando ambos sean adultos, total que después ni siquiera se nota la diferencia. Es cosa de esperar.
—¿Y si él no quiere esperar? ¿Y si está con otra y nunca puedo estar con él?
—Pues... el destino no está escrito. Puedes enamorarte de alguien más y ser feliz, como también él puede enamorarse de ti, muchos años después, claro. Uno nunca sabe.
Maddie agachó la vista y se quedó pensando en aquel mundo que se le hacía tan extraño. Una vez que llegaron, le dio un fuerte abrazo a su mamá y comenzó a llorar. Luego, tuvo que bajar del auto, conteniendo las lágrimas, hasta que su mamá se alejó y volvió a llorar.
—¡Maddie! —exclamó una chica rubia y robusta.
Corrió hacia Maddie y la abrazó, haciendo que se asustara.
—Tranquila —dijo la rubia—, soy yo: Jordan. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
Maddie no sabía qué responderle. Nunca en su vida había visto a esa chica, pero al parecer ella sí la conocía.
—¿Acaso April te dijo algo y por eso estás así? Agh, espera nomás a que la vea y te juro que le voy a reventar la cara a golpes.
Maddie no entendía a qué y a quién se refería, pero tampoco venía al caso, independiente de si lo entendía o no. Maddie estaba así porque no sabía qué era real, o a qué pertenecía. Todo se sentía muy real y todos sabían que era de ahí, pero ella sentía que no pertenecía a ese lugar.
—No es eso —le respondió finalmente—, es por alguien que no conoces.
—¿Qué te hizo?
—Nada... son solo penas de amor.
—¡Aw, bebé! —exclamó y la abrazó.
Jordan era muy amable y dulce con ella. Maddie se sentía afortunada de que al menos ahí podía tener una amiga así, aunque no tuviera idea de quién era. Ese mundo no se veía malo para ella, de hecho, lo único que hasta ese momento le desagradaba era el hecho de que Joe tuviera novia y que Kathy no vivía con ella, pero fuera de eso le parecía que todo marchaba bien. Seguramente, ahí sufriría mucho menos que con todo lo que había pasado anteriormente.
—¿Dónde están Nick y Jeff? —preguntó Maddie entusiasmada.
—¿Quiénes?
Lo había olvidado, estaba en Nueva York, no en San Diego. Aun así, pensaba que habría una posibilidad de que sí los conociera, después de todo, parecía estar conectada a aquellos que sí conocía... pero a ellos no los conoció en Nueva York. Entonces, se dio cuenta de una cosa: cuando sus padres murieron, Kathy asumió su cuidado y se la llevó a San Diego, porque ahí estaba la familia de su mamá y sabía que podrían ayudar a cuidarla, que le haría mejor estar cerca de ellos que en la fría Nueva York, donde incluso su familia ahí era fría. En California pudo conocer a su grupo de mejores amigos, mientras que, de haberse quedado en Nueva York, probablemente hubiera ido a la preparatoria Thomas Jefferson, donde hubiera conocido a Jordan.
Con Joe las cosas hubieran sido muy distintas. Su familia y su vida se desmoronó tras la muerte de su padre, por lo que quitando aquello él era muy distinto en su forma de ser, y seguramente también todo fue mejor para él. Entonces, si fue así, ¿qué rol tenía ella en la vida de Joe? Pero además había otro factor: ellos se dejaron de ver hacía años, mientras que ahí ella siguió creciendo a su lado, además de que sus padres siempre la mantuvieron en una burbuja. No había almas rotas que se necesitaran mutuamente. Sin embargo, lo quería, quería estar a su lado, sin importar si ya no tendría sentido, ¿y acaso él también querría estar a su lado? Todo parecía indicar que no, pero quizás las cosas no se habían dado del todo para que así fuera. Quizás, les faltaba vivir más cosas juntos, o que ella siguiera buscándolo.
Muchas cosas pasaron por su cabeza e intentó hacer calzar todo, pero nada concordaba. Comenzó a sentirse desesperada y asustada. Todo empezaba a darle vueltas y se volvía cada vez más borroso, hasta que perdió la consciencia.
Actualización (16 de febrero de 2022):
¿Yo actualizando solo dos días después del capítulo anterior?
Oh vaya.
Lo cierto es que necesitaba ponerme al día con esta historia. Así, continuando con las actualizaciones en los días sábado solamente, subiría el capítulo final de Mad el día 12 de marzo, junto con el primer capítulo de la secuela (por fiiin) uwu
Luego, nos veríamos de nuevo el 2 de abril, porque tengo un viaje con mi familia desde el 20 hasta el 25 de marzo, por lo que es muy difícil que pueda subir un capítulo el 19 o el 26 (trataré, quizás desde el celular pueda el 26, pero obvio la semana previa va a ser de preparativos para el viaje).
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