
Capítulo 33
Mad se despertó confundida, pues no recordaba cómo había llegado a su habitación en la cabaña. Sentía un fuerte dolor de cabeza y en el cuerpo, sobre todo un ardor en el cuello y en sus brazos. Trató de hacer memoria, pero vagas imágenes pasaban por su mente, sobre todo de cuando recién había empezado la fiesta, hasta que, de repente, recordó unos ojos llenos de furia y la angustia se apoderó de ella.
Se volvió consciente de las cosas a su alrededor y sintió un peso sobre su pecho, todavía adolorida. Levantó un poco la cabeza y bajó la vista, encontrándose con un brazo sobre ella y que su playera estaba levantada, además de que su sostén había sido movido hacía abajo. La angustia crecía y se hacía notar en las lágrimas que salieron sin ella notarlas, hasta chillar al voltear y ver a Alex durmiendo a su lado. Se sintió abrumada y saltó hacia afuera de su cama, sin estar segura de lo que pasaba.
Se acomodó su ropa interior y sus jeans, pues él los había bajado a la fuerza la noche anterior, aunque ella no estaba segura de aquello. Con miedo, palpó su abdomen cuando trató de abrochar sus pantalones, pues sentía algo viscoso. Era semen.
Corrió al baño, aguantándose el vómito, hasta estar frente al inodoro. Cerró la puerta una vez que terminó y le puso pestillo. Se lavó la boca y la cara, dándose cuenta, al verse en el espejo, que tenía una herida en el labio, la mejilla roja e inflamada y el cuello marcado, explicando la sensación que sentía.
Sin pensarlo realmente, entró a la ducha sin sus zapatillas, pero con la ropa puesta. Necesitaba quitarse el olor que aquel hombre le había dejado, limpiar su abdomen, quitarse la sensación que él le había dado. Necesitaba desaparecer como el agua que escurría y se iba al drenaje.
Con el agua empapándola, empezó a quitarse con dolor la ropa y otra vez la atormentaron los vagos recuerdos de la noche anterior. Lloraba desconsolada, tratando de atar cabos sueltos, pero no estaba segura de si de verdad quería conocer la respuesta al enigma de su mente.
Siguió restregando su piel, incluso si ya estaba limpia. El llanto no paraba y todavía tenía esa asquerosa sensación de tener algo viscoso en el abdomen, a pesar de que ya se lo había quitado.
—Maddie, ¿estás bien? —llamó desde afuera Adrián, sacándola por fin de sus horribles pensamientos—. Llevas mucho rato ahí adentro.
Él había despertado tras el chillido que había dado la chica esa mañana. La cabeza le dolía mucho, por todo lo que había bebido, y el cuerpo le dolía gracias a haber pasado la noche en el sofá, por lo que, no se levantó de inmediato al escucharla gritar, sino que solo abrió los ojos. La vio de reojo correr hacia el baño, para después escuchar el portazo que dio para encerrarse.
Ya había pasado más de media hora desde que la chica abrió la llave de la ducha, tiempo suficiente para que el chico pudiera reincorporarse y tomar agua.
—Adi... —dijo entre sollozos—. ¿Puedes hacerme un favor?
—Claro. —Apoyó su cabeza en la puerta, hacía tiempo que no tenía una resaca tan fuerte.
—¿Puedes ir a mi pieza y...? —Se sintió ahogada y siguió llorando—. ¿Puedes traerme mi mochila? No la revises, solo... solo tráela.
No tenía idea de lo que pasaba, pero escucharla pidiéndole un favor entre lágrimas, le rompía el corazón. Hizo como le pidió Mad y se asombró al ver a Alex durmiendo ahí. La chica había olvidado por un momento que aquel tipo estaba en su pieza, por lo que, nunca esperó que se encontraran.
—¡¿Qué mierda?! —exclamó, enojado, pues una posibilidad horrible pasó por su mente, en especial por haber escuchado la voz quebrada de Mad.
Alex se levantó, un poco desorientado. Tenía sangre ya seca que le había salido por una fosa nasal durante la madrugada, lo que Adolf notó al verlo a la cara.
—No le cuentes a Fanny.
—¿Qué cosa? —lo interrogó enojado—. ¿Sobre que te drogas con coca o...? —No pudo decir lo que pensó, pues tenía miedo de que fuera verdad—. Tienes sangre en la nariz y estás aquí... ¿qué pasó?
—Nada —sentenció, ya enojado por la intromisión.
—Si hiciste lo que creo que hiciste, te puedes ir a la mierda y nunca volver.
Alex salió de la habitación, molesto por la forma en que lo trató Adrián. Él sí podía recordar lo que había pasado y lo que había hecho, solo que nunca pensó que de verdad había sido capaz. Pero ya no importaba para él, pues en su mente solo podía pensar en el hecho de que por fin era suya.
Mad seguía llorando bajo la ducha y empezó a comprender aquella horrible pesadilla en la que se ahogaba en el mar, lo que ya le parecía incluso cruel por parte de su mente.
—Maddie... —llamó a la puerta Adrián, consternado por la situación—. Te traje tu mochila... Yo... eh... si quieres te espero aquí afuera o te la dejo junto a la puerta, no sé qué prefieres.
La chica por fin cerró la llave de la ducha y salió empapada de esta. Abrió con cuidado y en silencio la puerta, asomando solo su brazo para recibir la mochila, evitando que él pudiera ver el resto de su cuerpo, aunque eso bastó para que Adrián intensificara sus sospechas, tras ver que tenía marcado en su piel los agarres que le hizo la noche anterior Alex.
Mad volvió a cerrar la puerta. Buscó sus dos toallas, enrolló una en su cabeza y con la otra empezó a secar su cuerpo, con mucho dolor y angustia, a pesar de que trataba de no pensar en ello.
Adrián seguía afuera del baño, como si estuviera haciendo guardia. Para su suerte, no tuvo que pedirle a ninguno que no podía entrar, pues todos seguían durmiendo, excepto Patrick, quien estaba desde temprano tocando guitarra en la arena de la playa, ignorando por completo lo que ocurrió en la mañana.
Will se había despertado con la discusión de Alex y Adrián, pero se quedó acostado y Alex lo convenció de que siguiera durmiendo, luego de que le hiciera un par de preguntas cuando entró a la habitación.
La chica miraba su cuerpo en el pequeño espejo del baño. Alex la había lastimado, tanto para someterla como mientras la violaba. Odiaba admitir que aquello había pasado, que era un hecho, pero debía hacerse la idea, debía asumir su realidad, por más horrible que fuera.
—Maddie, por favor... ¿necesitas ayuda?
Ella reaccionó al escuchar a Adrián. Se limpió las lágrimas de la cara, con dolor al pasar su mano por su mejilla. En definitiva, necesitaba que la ayudara a sanar, pero a la vez esa era quizás su única prueba tangible en contra de Alex.
Se vistió con dificultad, pues le dolía incluso respirar. Usó otros jeans que tenía guardados y una remera ancha de Linkin Park, que había llevado porque se presentarían en la final, como invitados especiales.
Abrió la puerta y se asomó. Adrián confirmó sus sospechas al ver su rostro y cuello, pero debía asegurarse.
—Maddie, él... —dijo con dificultad—. Él te...
Mad empezó a sollozar y terminó de abrir la puerta, permitiendo entrar al chico, quien de inmediato la abrazó, para consolarla, quedando con la playera empapada por las lágrimas de ella. La chica se reincorporó y tomó papel para limpiarse, mientras él la veía, preocupado y conmocionado.
—¿Quieres que...? —Hizo una pausa—. ¿Quieres que te sane?
—Yo... no lo sé. Quizás me sirva seguir así, para demostrarlo.
—Entonces te acompaño a denunciarlo.
—Yo...
Debía hacerlo, pero ella seguía sin asumir lo que había pasado. Pensar en ello, era aceptar lo que pasó y no podía, todavía no. Tampoco quería que alguien más lo supiera, solo quería imaginar que nada había pasado y solo era un mal sueño.
—Tú nada más dime, cuando quieras, ¿ok? Y entonces te acompañaré.
Mad asintió con la cabeza y siguió llorando.
Tomó luego sus cosas y fue a la habitación, pero entrar la dejó casi en estado de shock.
—Tráeme ungüentos o cremas para las heridas —pidió a Adrián—. También algo... no lo sé, algo de maquillaje, para tapar esto. Con lo que tengo, dudo que me alcance para...
Tenía tantas cosas en la cabeza, tratando también de ser objetiva y no entrar en crisis, que no podía concentrarse lo suficiente como para terminar de decir el extraño plan que estableció mientras se miraba en el espejo del baño.
Adrián hizo tal y como le pidió, e incluso le compró un par de cosas extras con su propio dinero, para consentirla un poco.
—Gracias —murmuró al recibir la bolsa.
Ya todos los chicos estaban en pie y querían almorzar, por lo que, Will fue a comprar dos pizzas.
—Avísale a Mad que hay pizza, a ver si se levanta —le ordenó Will a Adrián.
—Mad no se siente bien —respondió, con dureza y observó con ira a Alex—. Está como si, no lo sé, alguien la hubiera atacado.
—¿A qué te refieres? —preguntó preocupado Will.
—A nada en específico. —Siguió mirando a Alex.
—Después de como te comportaste con Peter anoche —le dijo Patrick a Will—, no me extrañaría si no quiere venir a comer. Fueron de verdad unos cavernícolas.
—¡Lo siento! Estoy tratando de ser mejor persona, ¿ok? Lo intento y no deberían hacerme sentir peor.
—Tú fuiste, de partida, el que la forzó a beber. Todos aceptamos que ella no lo hacía... fue sorprendente, claro, pero lo respetamos, y entonces tú tiraste ese estúpido reto.
—Que aceptó voluntariamente.
—Luego de que fueras un idiota con ella. Oh y cuando todos estábamos bien, se te ocurrió la genial idea de que dos chicas se besaran frente a todos, por mero morbo tuyo, ¡y las grabaste, con ayuda de Peter! Más les vale borrar esa cinta, por dignidad de ellas.
—Lo haré —contestó Peter, cabizbajo—, en lo que se cargue la cámara. Se me quedó encendida anoche y se descargó.
—Perfecto, pásame la cinta y yo la boto a la basura. Total, no tiene algo que nos sirva.
—Tiene partes de la fiesta. Además, ella se veía tan sexy anoche. —Sonrió.
—Ok, no puedo con ustedes —dijo Patrick, agotado.
Adrián tomó una caja con una mitad de pizza que había y se fue a la pieza de Mad, encontrando a la chica sentada sobre la cama, con la vista perdida.
—Los chicos son unos idiotas, excepto Patrick —aclaró Adrián, al entrar con la caja de pizza—. Así que, vine a terminar mi almuerzo aquí y te traigo el tuyo.
—No tengo hambre —susurró ella.
—Maddie... debes...
Ella negó con la cabeza y volvió a sollozar. Adrián no tenía idea de todo lo que la chica pasó, por lo que, ni siquiera se podía imaginar todas las ganas de vomitar que ella sentía.
Sentía asco por Alex.
Por la habitación.
Por haber encontrado el semen del chico, sobre su abdomen.
Por no haber sido escuchada cuando imploró por ayuda.
O por haber sido simplemente ignorada mientras gritaba y lloraba.
Por ni siquiera poder recordar qué mierda le hizo él.
Sentía asco por existir en ese momento. Quería desaparecer.
—Maddie... —Adrián la sacó de sus pensamientos insanos, sin saber qué decir o hacer, pues no quería hacerla sentir peor.
Ella trató de evadir eso y buscó su celular, que se había caído de su bolsillo durante la noche. Ante la mirada expectante del chico, ella tomó su celular del suelo y lo puso a cargar, pues casi no le quedaba batería. Mientras estaba conectado, ella revisó sus mensajes, casi todos felicitándola, pero no fue capaz de contestar alguno.
Adrian le tomó el celular, apagó la pantalla y lo dejó en el velador, cargando.
—Maddie, mírame: si necesitas llorar, está bien. Si quieres hablar, estoy aquí y te voy a escuchar. Si no quieres hablar, también está bien.
—No quiero hablar de eso, ¿ok? Ni siquiera sé lo que quiero.
—¿Pizza? —ofreció nuevamente.
—No, en definitiva, no quiero comer.
Adrián sacó su celular del bolsillo y buscó videos de Bob Esponja.
—¿Qué haces?
—Trató de hacerte sentir bien. —Sonrió y le mostró la pantalla, con un episodio de la primera temporada—. Sé que te encanta esta serie y creo que deberías ver algo que te guste ahora, algo que te haga feliz.
Mad lo miró con lágrimas en los ojos y le dedicó una sonrisa, para luego abrazarlo sobre los hombros. El chico se sorprendió por la acción de ella y, segundos después, correspondió, rodeándola con sus brazos y dejando que llorara en su hombro.
—Gracias —murmuró ella, con un hilo de voz. Se apartó y limpió su cara.
—Oye y... arriesgándome a que perdamos, creo que no deberías cantar hoy, menos con ese imbécil.
—Yo... —Respiró hondo—. Quiero cantar. No voy a dejar que él me arruine esto, no me va a arruinar la música, esto es... él no me va a ganar.
Adrián la miró conmocionado y asintió.
Llegaron de nuevo a la arena, con un ambiente tenso, pues era fácil notar que Mad no estaba en buen estado. Ella se maquilló lo mejor posible, por lo que, a simple vista su rostro y su cuello estaban bien. Llevaba puesto el vestido que usó en la boda de su hermana y una capa con capucha negra que tenía, como parte de la presentación final, haciendo más difícil de ver su piel y lo único notable eran sus brazos, con algunos moretones.
Al igual que con la final en San Diego, Mad se encontró con sus amigos ahí, pues querían apoyarla.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó emocionada.
—Todos queríamos verte —dijo Mary.
—Así que subimos a la camioneta de mi tío y me los traje —explicó Jeff.
—Esta vez, pido ir en la cabina —dijo Ned—. Intercambio lugar con Nick.
—¡Yo no quiero ir atrás! —exclamó el chico escuálido.
—Irás o te mato. —Sonrió Ned.
—Tengo un problema médico y...
—¿Quieres probarme? ¿En serio?
—No es tan malo ir atrás —interrumpió la pelea la rubia—. Igual, Nick tiene razón con lo de su problema, no creo que sea bueno que no vaya bien sentado.
—Ok, como sea —dijo Lyla—. Queríamos verte y ya estamos aquí. No tenemos en dónde quedarnos, así que, al terminar el festival, nos vamos, por si quieres irte con nosotros.
—Sí me gustaría. ¿Fanny no vino?
Jeff apuntó molesto hacia atrás de la chica. Mad volteó y tuvo ganas de vomitar de nuevo: Alex y Fanny se besaban abrazados. ¿Cómo un demente, un verdadero monstruo, estaba con ella?
—Horrible, lo sé —murmuró Lyla.
—Se escondió porque dijo que quería sorprenderlo —agregó Jeff.
—Y... ¿Raven? —preguntó Mad, con cierto tono de tristeza.
—Se quedó con su novio.
Mad asintió, triste de nuevo. Desde que ella había empezado a salir con aquel chico, pasaba cada vez menos tiempo con ellos, pues casi siempre estaba con él. A su juicio, era como si hubiera deshecho su vida para que girara entorno a la de su novio, o los restos que quedaban de ella.
Mad se volvió a reunir con el resto de su banda, sintiéndose aliviada al ver que Alex se mantuvo lejos del grupo por un rato, pues estaba con Fanny. Ella disfrutó de la primera presentación, que era de Things, pero cuando ya estaban terminando, tuvieron que acercarse al escenario, obligada a estar a un metro de Alex.
—Sé que no me quieres cerca —le susurró, en un descuido de Adrián cuando fue a poner su batería y los demás todavía no subían—. Sé que vas a decir que estabas ebria y toda esa mierda, pero nada va a borrar lo que hicimos, así que, pon una sonrisa en tu bonito rostro y disfruta el espectáculo.
Mad estaba seria mientras él hablaba, obligándose a sí misma a verse fuerte. No le iba a dar en el gusto de verla derrumbarse.
Alex subió al escenario y fue entonces que Adrián notó que conversaron. En cuanto él subió, Mad sintió que sus piernas temblaban y le faltaba el aire.
No era necesario que ella subiera para las primeras dos canciones de la presentación, pero para la última sí, subiendo solo cuando tuvo que cantar, pues además le entregaron un micrófono inalámbrico, aumentando el dramatismo del momento de A Little Piece of Heaven en que la chica habla con el chico en el infierno, dentro de la canción. Tantas veces que la había escuchado y le encantaba, pero en ese momento, odió en lo absoluto la canción y le pareció una cruel broma del destino que justo la cantaron, luego de que él la matara en vida.
Sí, así se sintió: una muerta en vida.
Debió mirarlo a la cara al entonar la canción más retorcida que pudieron cantar para ella en ese momento. Dialogar con quien la mató y violó, aceptar casarse y vivir el resto de la eternidad juntos... no se le podía ocurrir algo más enfermizo y misógino que eso, tanto que claramente solo un hombre podía haberlo escrito.
Tuvo que contener sus ganas de golpear, de gritarle, de desmayarse, de huir... Quizás tuvo que hacerle caso a Adrián, pero ya era tarde.
En la última estrofa, entrelazaron sus manos en alto, como si estuvieran enamorados, pues planearon de antes eso por la letra, incluso se acercaron de a poco, como si fueran a darse un beso al cantar. Sin embargo, al terminar la canción, Alex hizo algo que no conversaron antes: la besó frente a todos, sin resistirse a la poca distancia entre ambos. Las luces del escenario se apagaron al momento que ella trató de forcejear y los mismos chicos de la banda fueron a separarlos.
Mad bajó corriendo del escenario, llorando desesperada. Comenzó a hiperventilarse y todo se oscureció frente a ella. Daba vueltas en el lugar, todavía de pie, pero no era capaz de ver algo. Todo se había ido a negro de repente y no podía parar de llorar.
Jeff y Nick fueron a verla, mientras las chicas y Ned contenían a Fanny, triste y enojada al ver que su novio había besado a su amiga frente a ella... y a todos los demás, en transmisión por internet.
—Por favor... por favor... —repetía en murmullos.
—¿Maddie? —Fue lo único que pudo articular Jeff al ver el estado de su mejor amiga.
Mad no dejaba de murmurar y sus ojos estaban totalmente teñidos de negro, saliendo de ellos un líquido oscuro y denso, asustando a sus mejores amigos. No tenían idea de lo que pasaba, pero querían ayudarla y empezaron a moverla y tratar de despertarla, hasta sacarla de su trance, sin pensar que de ella saldrían destellos naranjas, casi como fuego.
—¡Somos Nick y Jeff! —exclamó Jeff, aterrado.
Al escuchar sus nombres, la magia retornó a su portadora y sus ojos volvieron a la normalidad. Dio una bocanada de aire y despertó, volviendo a llorar de forma normal.
—Te acaba de pasar algo súper escalofriante. —Fue lo único que atinó a decir Nick.
Jeff, en cambio, la abrazó, uniéndose Nick. Ambos estaban espantados, pero lo que más les importaba era asegurarse de que estaría bien. Los chicos de la banda se acercaron por detrás de ella, lo que ellos detectaron y decidieron apartarla, sacándola de la zona del escenario.
Al pasar por el costado, para por fin salir, se toparon de frente con Fanny, quien lucía calmada hablando con el resto del grupo, pero en cuanto vio a Mad, se enfureció, atribuyéndole parte de la culpa a una acción que había hecho su novio.
—¡Eres una puta perra de mierda! —le gritó con furia, haciéndola chillar, y trató de abalanzarse, pero sus amigos se lo impidieron, sosteniéndola.
Lyla, que no había ido a sujetarla, susurró un conjuro y tocó la espalda de Fanny, haciendo que cayera dormida al instante. Jeff fue a sostener a la chica que ahora estaba inconsciente, preocupado por su bienestar también.
—Creo que fueron muchas emociones de golpe —señaló Lyla, dando una explicación lógica a sus amigos y así se tranquilizaran.
—Yo no... —Trató de decir. Ellos la entendían y estaban igual de preocupados por ella que por Fanny—. Yo...
Mad atinó a salir corriendo de nuevo y se puso a vomitar cerca del alambrado que delimitaba la arena.
—Creo que necesitarás esto. —Escuchó decir a una voz que la tranquilizó.
Luego de una última arcada, elevó su rostro y se encontró con Joe, quien tenía extendido su brazo, para pasarle unos pañuelos desechables.
—Según Chris, siempre hay que andar con un pañuelo, por si acaso.
Ella sonrió y tomó el paquete. Sacó varios y empezó a limpiarse.
—Vi unos baños públicos cerca. Salimos, te lavas la cara y luego volvemos, si es que quieres.
—Gracias —murmuró—. Te abrazaría, pero eso sería terrible.
—No me molesta. Matt una vez me vomitó encima. O y cuando Lily...
—No sigamos hablando de... —Sintió una arcada y se contuvo.
Se alejó rápido, con un pañuelo limpio tapándole la boca. Salieron del lugar y caminaron cerca de una cuadra, entrando ella sola al baño.
Se lavó varias veces y, al levantar la cara y verse al espejo, vio reflejado lo mismo que sus amigos cuando ella estaba en trance, por lo que, gritó y el espejo se rompió. Joe entró al escucharla gritar, pero solo vio el espejo roto.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupado.
La chica señaló al espejo, pero ya no estaba aquella horrible imagen, sino que era su reflejo normal. Al mirar y darse cuenta, fue a abrazar al chico, quien no entendió lo que pasó.
Regresaron a la arena sin problemas, mostrando la pulsera de acceso al evento. Mad trató de olvidar todo lo que había pasado en las últimas veinticuatro horas, dejándose llevar por el ambiente del festival, que por fin se había reanudado y se estaban presentando The Mistery of the Pineapple, con la canción Wonderwall.
—¿Bailemos? —le pidió ella.
—Recién estabas muy mal... ¿y quieres bailar? Princesa, tú no eres así.
—Solo... solo tenía pánico. Ven, bailemos. —Sonrió.
—Usualmente te diría que sí, pero odio esta canción.
—Broma, ¿no? Es muy buena.
—Ugh... hay una larga historia de por qué odio esa canción.
—¿Por qué la odias?
—Eso es algo que nunca te diré. —Sonrió.
—Joy, por favor...
—No me llames así.
—Tú me llamas "princesa", lo que odio mucho y lo sigues haciendo.
Él rio.
—Muy bien, Mérida, ya no te llamaré "princesa", si dejas el tema.
—Mérida sigue siendo una princesa, pero es genial.
Ambos rieron y siguieron caminando, tratando de llegar lo más al frente posible, pues luego vendría Linkin Park y querían verlos de cerca. Sonó Lovesong de The Cure y ella abrazó a Joe.
—¿Qué haces? —preguntó extrañado ante la repentina muestra de cariño de la chica.
—Solo... estoy disfrutando el momento.
Él correspondió a su abrazo, a lo que Mad sintió un pequeño escalofrío, pero no se apartó. Quería estar así con él.
—Estoy pensando en que tú tienes una especie de pase especial, ¿no?
—¿A qué te refieres?
—Tu brazalete es de finalista, así que, puedes acceder al área al costado del escenario, ¿no?
—Entonces quieres que lo use y así puedas pasar conmigo para ver de cerca a Linkin Park, ¿eso es?
—Exacto. —Sonrió.
Así hicieron, no precisamente porque Mad quisiera estar ahí, pues temía que Alex pudiera hacerle algo, aunque se sentía segura si Joe iba con ella. Cuando estaban cerca, una pareja de chicas le pidió a Joe que se sacara una foto con ellas, pues una era competidora de cross country y lo admiraba bastante, a lo que él accedió.
—Una pregunta —dijo la que era competidora—: ¿estás saliendo con la chica que canta Teenagers?
Joe alzó las cejas, sin saber qué responder, sobre todo por tener a Mad al lado.
—No... o sea... —Rio, nervioso—. Nosotros...
—Somos amigos. —Sonrió Mad, con cierta frustración.
—No digan algo en redes —pidió Joe.
Ambas asintieron un poco confundidas ante el nerviosismo del chico y la expresión de ella, pero no comentaron más.
Mad y Joe siguieron caminando, hasta llegar al guardia que veía ahí el área del escenario. La chica mostró su brazalete e inventó que necesitaba estar ahí para el anuncio, rogando que dejaran pasar a su novio, pues quería estar con él cuando dijeran qué banda ganó.
—¿Novio? —preguntó insinuante.
—¿Lo serías?
—Eh...
—Descuida, solo era para que te dejaran pasar. —Sonrió.
—Eres la mejor, de verdad.
Actualización 31 de enero de 2022:
Vaya, admito que el capítulo se me hizo muy difícil de editar. Encima, tuve que reescribir gran parte, porque sentí que no expresé totalmente lo que debía.
Espero que se entendiera el sentido de todo esto.
Ah y quizás este miércoles esté subiendo el siguiente, porque ya tengo la mitad editado (es continuación directa de este, así que, estuve haciéndolo en paralelo).
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