Capítulo 23
—Me sorprende lo bien que te tomas un rechazo.
Matt estaba echado sobre su cama, mientras Joe estaba parado frente a él, cargando el skate que usaba su amigo en la adolescencia. Miraba las ruedas, como si tratara de revisar la alineación, sin saber realmente del tema.
—Porque no fue un rechazo —contestó Joe, sin quitar la vista de una rueda que había hecho girar hacía solo un instante.
—¿No me dijiste que ella quiso terminar lo que sea que estaban teniendo?
—Sí, porque no quiere terminar enamorándose de mí. ¡Es maravilloso!
—¡No, es terrible!
—¿No lo ves? ¡Ella sabe que puede enamorarse de mí! Solo debo encontrar la forma de acercarme de nuevo y que eso suceda. Ahí es cuando me ayudas tú. —Sonrió.
—¿Yo? Oh no, claro que no. No seré parte de eso.
—¡Eres mi mejor amigo!
—¡Y por lo mismo no quiero ser parte de tu autodestrucción! Joe, ¿qué pasará cuando no funcione? Si ella no quiere algo contigo, es mejor que lo dejes ahí, no te sigas ilusionando, porque tú mismo te vas a romper el corazón.
—Ella me habló el lunes y, desde entonces, hemos hablado incluso más que antes. Todavía le preocupo y...
—Pues claro, pero eso no significa que vaya a corresponderte.
—Pude sentirlo. Ella sabe que se puede enamorar de mí, por eso debo seguir intentándolo.
Matt se preocupó por el entusiasmo de Joe, pero prefirió no seguir discutiendo con él, pues sabía que no había caso cuando él se proponía algo, ya que, varias veces estuvieron en esa situación.
Una ola la hundió de nuevo mientras trataba de salir a la superficie, pero no se detuvo. Siguió tratando de abrirse paso en el tempestuoso mar, que batallaba con su pequeño y débil cuerpo para ahogarla. Logró alzar su cabeza lo suficiente para poder respirar sin que le entrara agua en la boca, pero cada triunfo para ella traía una enorme derrota, pues solo fue cuestión de segundos para que el mar la tragara, sintiendo que una fuerza la impulsaba hacia el fondo, incluso si trataba de nadar hacia arriba, dando manotazos desesperados e inútiles en el agua.
Mad despertó agitada y sin poder respirar. Intentó calmarse y luego buscó en su velador su inhalador, que usaba en casos de emergencia, como ese día. Todavía faltaban quince minutos para que sonara la alarma, por lo que, decidió recostarse y esperarla con el cuerpo en reposo al menos, aprovechando cada minuto que le quedaba.
Andaba bien con los tiempos y parecía ser que llegaría incluso antes a la escuela, pero no salió con sus anteojos y no pudo ver bien el número de autobús que pasó, subiendo a uno que se iba por una bifurcación que la alejaba cuatro cuadras de la escuela —si sabía en qué parte bajarse para quedar en paralelo—. Fue entonces que se dio cuenta y trató de bajar, pero el chofer ya había arrancado el vehículo y no se detuvo hasta la siguiente parada, que estaba a tres calles.
Molesta, se fue corriendo hacia la escuela mientras trataba de ubicarse en el punto geográfico en que se encontraba. Como estaba sin sus lentes, le costaba leer los letreros de las calles y terminó pidiéndole indicaciones a una señora de avanzada edad. En sus adentros, agradecía que ya fuera viernes, pues no tendría que lidiar con perderse en la ciudad durante los próximos dos días.
Llegó jadeando y a punto de desvanecerse a la escuela. Usó su inhalador, se sentó en la escalinata por un minuto y siguió con su carrera. Entró a la sala de inglés y no dio crédito a lo que sus ojos veían: sus compañeros estaban llevando hasta atrás los bancos con las mesas y las cortinas estaban completamente corridas, permitiendo que la luz del sol entrara de lleno. La profesora Eridan, en tanto, buscó una melodía relajante en su celular, esperando a que todos pudieran sentarse pronto en el suelo.
—¡Oh, Madeline! —exclamó su profesora en cuanto la vio, extrañando a la adolescente—. Por favor, toma asiento rápido. —Señaló el suelo—. Hoy vamos a tener una sesión muy distinta, porque todos lo necesitan.
La chica alzó las cejas, pero no reclamó, sino que agradeció en su mente la actitud que estaba teniendo su profesora. Decidió sentarse entre Mary y Lyla, quienes la abrazaron de inmediato.
—Me alegro de que ya todos estén aquí. Verán, esto es algo que suelo hacer cuando los alumnos están terminando su último año escolar, pero creo que será necesario que lo hagamos ahora. Hoy tendrán una reunión muy importante, con el comité de padres, para ver los detalles de su baile escolar.
Algunos estaban emocionados, pero varios bufaron y se quejaron.
—Vamos a hacer una meditación guiada, para que se sientan relajados en este día, puedan soltar lo que tienen atorado en su garganta y veremos un poco lo que el Universo intenta decirle a su alma.
Mad frunció el ceño con horror. Tenía un pésimo presentimiento sobre eso, en especial por el último sueño que había tenido. No quería volver a sentir la angustia que le había dado.
La música comenzó y la profesora siguió hablando:
—Siéntate en la posición que más te acomode, pero mantén tu cuerpo en el suelo. Necesitas tener tus pies en la tierra. Vas a empezar a volverte consciente de tu respiración, inhalando y exhalando lentamente.
Ella fue indicando el ritmo al que debían hacerlo.
—Estás en la nada, cuando de repente, una luz comienza a surgir. Solo tú sabes el color que tiene esa luz. Fíjate en esa luz: no es tu aura, tranquilo, pero sí es tu propia luz, una que el Universo ha querido mostrarte, porque todos tenemos una, solo que son diferentes.
Eridan, quien había cerrado los ojos junto a sus alumnos, avanzó entremedio de cada uno para concentrarse y poder ver en su mente lo que cada uno imaginaba, sonriendo al llegar a Mad.
—No te angusties, es bueno —dijo al ver el temor que inundaba a la adolescente al ver que su luz era de color negro y se expandía por un vacío blanco.
Siguió avanzando y se extrañó al estar junto a Raven, pero continuó su camino hasta pasar junto al último y quedar detrás del grupo.
—Dejamos esa luz en un espacio especial en nuestra mente, para tenerla siempre presente. De repente, sientes el pasto debajo de tus pies, porque llegaste a un bosque. Observa los árboles, cada ser vivo que hay a tu alrededor, y avanza por el bosque, ¿hay un sendero o caminas entremedio de los árboles? Solo tú lo sabes. Caminas tanto, que llegas a un claro, en donde hay un oso, ¿cómo es el oso?
Mad sintió que estaba de nuevo en aquel sueño extraño en el que se encontraba con un oso pardo. Tenía miedo de acercarse, porque sabía que la iba a atacar. ¿Qué se supone que debía hacer? Estaba inmóvil, pero la profesora decía que debía acariciarlo. Entonces, con duda y temor, avanzó lentamente hacia el oso, cuidando cada paso que daba y extendiendo su mano temblorosa, pero no lo logró.
—Vamos a dejar atrás el bosque. Imagina que estás en tu casa de la infancia, aquella en la que guardas más recuerdos familiares. Entra a la habitación que está frente a ti y saluda a tu madre. Cuéntale lo que le has ocultado, dile lo que sientes, pide disculpas por cada travesura que hiciste y por cada pelea que tuvieron.
Mad no reconocía el lugar en el que estaba. Creyó que se encontraría con ella en el departamento de Nueva York, pero el lugar era muy distinto al que recordaba. Su madre estaba sentada sobre una cama. Por fin podía verla.
—¿Mamá?
La mujer volteó y sonrió con su característica dulzura. Mad se tiró sobre ella, quien la envolvió en sus brazos. Cinco años sin poder abrazarla. Cinco años en los que ni siquiera en sus sueños lo lograba.
"Lo siento por todo, por la pelea que tuvimos, por haberlos dejado ahí, por no insistir, por no tratar de evitarlo...".
"Está bien, todo está bien. No puedes sentirte culpable por algo que no provocaste ni podías evitar. Solo pasó".
En el plano físico, Mad estaba llorando desconsolada. Podía sentir realmente la calidez del abrazo de su madre, a diferencia de los demás, que solo imaginaban la presencia de la suya para reconciliarse con su propia mente. Mad realmente estaba hablando con su mamá y la abrazaba.
"Ya tienes que irte".
"No quiero dejarte".
"Mi pequeña Mad... ¿recuerdas lo que te decía? Todos estamos más cerca de lo que crees. Ahora, regálame una sonrisa, la sonrisa más bonita del mundo".
Mad sonrió y entonces todo se desvaneció.
—Bien, ahora que cada uno está en paz, es momento de despedirte de tu madre, abrir la puerta y encontrarte con el bosque de nuevo.
Pero Mad no pudo hacer como le pidieron, pues ya no estaba con ella su madre. Solo volvió a visualizar el bosque, con árboles altos, cuyas ramas le impedían ver la luz del sol y la dispersión de estos le obligaba a tener que encontrar su propio camino para avanzar, hasta llegar de nuevo al claro.
—Te encuentras de nuevo con un oso, ¿es el mismo que recién? Fíjate en cada detalle: su apariencia, su comportamiento, cada cosa que puedas ver en él. Y una vez que lo has mirado bien, acércate y acarícialo.
Esta vez, no estaba el oso pardo, sino que estaba de nuevo el oso con pelaje azul oscuro. Mad no entendía qué era lo que pasaba con ese oso, por qué era así, ni por qué parecía ser más amigable que el primero. Avanzó con duda y el oso se aproximó a ella también, con calma, para luego olfatear la mano de la chica, restregar su cabeza en ella y echarse sobre la tierra. La chica dudó, pero terminó sentándose junto a él y acariciando su suave pelaje.
—Es momento de volver. Respira hondo, escucha cada sonido del bosque y atesóralo. Recuerda la sensación del pasto debajo de ti y el olor de la naturaleza. Inhala y... exhala. Una y otra vez. Agradécele al viento, a los árboles, al sol... da las gracias a la naturaleza por existir y al Universo por este momento único. Ve abriendo los ojos lentamente, pero no olvides todo lo que viviste hoy.
Mad se estremeció en el lugar por un extraño escalofrío que sintió al abrir los ojos. Sus amigas la estaban mirando preocupadas y entonces empezó a volverse consciente de todo lo que había llorado, pues tenía el rostro empapado y parte de su blusa también lo estaba. Mary la abrazó sin decirle algo, pues nunca alguien sabía realmente cómo ayudarla.
La profesora fue preguntándole a cada uno cómo era la luz que había visto y dio una explicación para cada una.
—¿Qué pasa si era de color negro? —preguntó Mad con la mano ligeramente alzada—. Más como una sombra que empieza a abarcar todo... ¿no es contradictorio?
Eridan sonrió.
—Esperaba que me lo preguntaras. No significa algo malo, siempre que sepas enfocarlo. Los dones de cada uno son buenos si saben usarlos, como Fanny, que el Universo le mostró un arcoíris, para que nunca dejara de ser creativa y se enfoque de aquí en adelante en el arte. En tu caso, es mucho más complejo que eso, quizás debas hablar conmigo en el receso, pero tranquila: es un indicio del poder que tienes. Podrías hacer grandes cosas con él si aprendes a controlarlo, pero si te mantienes tan inestable, podrías causar un gran caos.
Mad tragó saliva al escucharlo. ¿Acaso podía ser que su profesora...? No, tal vez se refería a la fuerza interior o a ese tipo de cosas de las que suelen hablar los educadores.
—Como una gran tormenta o peor —murmuró Lyla y la miró.
Mad frunció el ceño, pues logró escucharla.
—Tranquila, solo es una broma. —Sonrió. Eso le asustaba, pues su amiga rara vez le sonreía... o hacía bromas.
Siguió explicando los significados de lo que vio cada uno. El oso tenía que ver con el amor de distintas formas, habiendo visto la mayoría a un oso pardo, que representaba el amor de un padre.
—¿Qué pasa si...? —Alzó otra vez la mano Mad, temerosa—. ¿Qué pasa si uno ve un oso de color azul?
Eridan sonrió.
—Creo que tienes muchas peculiaridades que debemos hablar.
Algunos de sus compañeros malinterpretaron las palabras de su profesora, por lo que, empezaron a reír y a burlarse con que Mad era rara, a lo que Eridan y los amigos de la chica les gritaron que hicieran silencio.
—Significa que ya conociste a tu amor de la vida. —Sonrió—. Quizás todavía seas un poco joven para eso, pero ya está presente en tu vida.
—¿Por qué azul?
—Es un amor idílico. El azul representa la tranquilidad, paz, armonía, comprensión, comunicación... En fin, es todo lo que debe haber en una relación idílica de pareja.
Mad se sintió completamente abrumada al escuchar eso. ¿Quién se suponía que era ese amor tan especial que el Universo se lo presentó en esa forma ya? Tenía en la cabeza a alguien, pero no estaba segura, en especial con todo lo que sabía sobre el futuro respecto a él. Por otro lado, él era todo lo contrario a tranquilidad y cualquier cosa relacionada a estar calmado, ni siquiera la hacía sentir así, era algo más parecido a un estado eufórico.
—¿Estás bien con todo lo que te dijo la profesora? —le preguntó Dante al terminar la hora de clases.
—¿Yo? Eh... sí, claro. Tengo que hablar con ella.
—Está bien... oye, yo, eh... quería saber si... si te gustaría que comiéramos juntos hoy.
—¿Hoy? Bueno, podemos volver a sentarnos en la misma mesa si quieres.
—Genial. —Sonrió.
Las cosas con Dante habían mejorado durante los últimos días, pero Mad no podía ignorar todo lo que la había herido con su actitud y sus palabras, ni ignorar el hecho de que ella sí se sentía atraída por Joe y ninguna relación funciona en una condición así. Le daba miedo que el chico intentara volver con ella, pues ni siquiera sabía cómo respondería.
Las interacciones con el chico durante el almuerzo aumentaron a comparación de incluso cuando eran pareja, pues ella no evitaba jugarle alguna broma o decir algo extraño. Al parecer, las actitudes de Joe se le estaban empezando a pegar, o eso pensó, a lo que rio sola.
—Ojalá siempre estuvieras riendo —dijo de repente el chico—, porque te ves más linda así.
Ella se sonrojó. Nunca esperó que le dijera algo así. Siguieron comiendo y él juntó sus cosas al rato. Se levantó de la mesa, pero antes de irse, le propuso:
—¿Vamos a comer algo el domingo?
—Ouh... eh...
—Durante el almuerzo, nada más.
—Bu-bueno.
—¿Al mediodía?
—S-sí.
El chico le sonrió una última vez y ella le sonrió devuelta, sintiendo pánico por dentro y no de una forma agradable. A veces se odiaba por las decisiones que tomaba.
Mad se quedó dormida durante la clase de ciencias naturales, provocando que la profesora golpeara su mesa, haciendo que despertara de súbito la adolescente.
—Se va a ganar un castigo si...
—No, no, por favor —rogó la chica somnolienta—. De por sí estaré llegando tarde a mi trabajo por la reunión que habrá hoy.
—Ok, ok... solo no vuelva a quedarse dormida, porque entonces va a tener que venir mañana a detención.
La chica asintió con la cabeza y prestó atención a lo que quedaba de la clase. Al terminar, se dirigió rápido al gimnasio, en donde se efectuaría la reunión. Casi todos caminaron hacia la misma dirección, excepto claro si alguien quería ir al baño o simplemente ausentarse de la reunión.
Jorge se estaba lavando las manos, ignorando que había una reunión entre alumnos y el comité de padres, cuando entró Adrián, quien se acercó a él de inmediato.
—Realmente me duele ver cómo besas a Sarah —murmuró Adrián—. Después de la fiesta en tu casa, nunca pensé que le pedirías que fuera tu novia.
—Sabes tan bien como yo que ella es muy atractiva.
—Ok, es verdad, pero... ¿es tan buena como yo?
Adrián posó su mano en el trasero del brasileño y lo apretó, esperando a que reaccionara.
—Este no es el mejor lugar para esto —murmuró Jorge, tratando de contenerse.
—¿En serio? —Sonrió.
Jorge tomó con su mano el rostro del muchacho y se acercó, devorando sus labios y desatando todo lo que se había aguantado durante la última semana. Adrián soltó un ronco gemido, casi inaudible, pero suficiente para que Jorge se apartara.
—Cualquiera nos puede ver aquí —susurró, recobrando el juicio.
—Nadie va a entrar, todos se están yendo. —Puso sus manos sobre la cadera del brasileño—. Ven.
Volvió a besarlo y lo condujo hacia el cubículo del fondo. Cerraron con rapidez la puerta y volvieron a besarse, mientras Adrián bajaba la cremallera del pantalón de Jorge, quien tenía sus dedos entre los cabellos de su amante, obligándolo a que no alejara sus labios de su hambrienta boca.
Con ambas manos, el mexicano fue deslizando el blue jeans de Jorge y palpó sobre el bóxer del joven la prominente erección que tenía. Coló su mano entremedio de la prenda íntima del brasileño y le agarró el pene, provocándole un suave gemido y ahogó con sus besos los siguientes mientras movía de arriba a abajo su mano con lentitud.
La excitación de los jóvenes los transportó a un punto lejos de la realidad, como si nada existiera. No podían pensar siquiera en algo que no fuera el placer que sentían. Para su mala suerte, por causa de eso no pudieron percibir cuando otro chico entró al baño de la escuela, viendo por debajo de las paredes de los cubículos que había dos pares de piernas dentro de uno y escuchando cómo resonaban los gemidos de los jóvenes, comprendiendo la situación.
El chico salió corriendo y fue a alertarle al consejero escolar, que se quedaba cada día en su oficina otra hora, pues era normal que si alguien lo buscaba, fuera después de las clases.
—Siento molestarlo, pero no sabía a quién decirle esto —dijo el chico—. Acabo de ver a dos tipos teniendo sexo en el baño, el que está a la mitad del pasillo principal.
El hombre se alarmó y dejó su oficina, corriendo hacia el baño. El chico, por su parte, decidió ir a otro baño de la escuela, para evitar la escena.
Al entrar el consejero escolar, escuchó uno de los gemidos de Jorge, corroborando la veracidad del chisme que le llevó el otro alumno. Se paró afuera del cubículo en el que estaban los chicos y golpeó la puerta.
Al escuchar el golpeteo, ambos pararon de inmediato y se miraron alarmados, pues los habían descubierto. Parecían congelados del susto, pero otro golpe en la puerta hizo que reaccionaran, arreglando Jorge su ropa y Adrián sin saber qué hacer con su mano. No tenían otra opción que abrir la puerta y que se supiera quiénes eran.
—Los voy a llevar con la directora —dijo el consejero escolar—. Por favor, no me malinterpreten.
Jorge salió del lugar y el mexicano lo siguió, no sin antes lavarse las manos. El consejero escolar caminó entremedio de ellos y no los dejó hasta estar adentro de la oficina.
—¿Jorge? —preguntó extrañada la directora—. Bueno, no es la primera vez que me traen a Adrián, pero... ¿Por qué estás acá, Jorge? ¿qué hicieron chicos? ¿Estaban peleando?
—Pues sí sostuve una espada —bromeó Adrián, a lo que Jorge lo miró suplicante.
—Es difícil decir esto... chicos, de verdad, no quiero pasarlos a llevar, pero deben aprender a comportarse.
La directora los miró más confundida ante las palabras del consejero, esperando una explicación del porqué estaban ahí.
—Y bueno, llegó un alumno a decirme que... —relató después de tantas vueltas—. Bueno, vio a dos chicos, dentro de un baño... ya sabes. Fui a ver y... Bueno, estaban haciéndolo.
La directora comenzaba a comprender la situación, aunque le costaba por lo poco claro que era el consejero escolar.
—¿Tratas de decir que estaban teniendo relaciones sexuales en el baño? —le preguntó sin tapujos.
—Sí —contestó apenado.
—Ok, tranquilo. —Suspiró—. Yo me encargo.
El hombre asintió y salió de la oficina, cerrando la puerta. La directora les hizo una seña con la mano y los chicos se sentaron frente al escritorio.
—A ver, ustedes saben que hay reglamentos de conducta y se deben acatar, basándonos en los códigos sociales y las normas para mantener la moral y las buenas costumbres, ya saben.
Adrián había escuchado tantas veces ese discurso, que hasta podía repetirlo sin errores en su cabeza, aburrido. En cambio, Jorge estaba abrumado.
—Si les soy honesta, no tengo algo en contra de la homosexualidad o de cualquier persona del colectivo, de hecho, mi hermana se casó con su novia el sábado. Sin embargo, esto no se trata de reprimir su orientación, sino de que en una escuela no es aceptable que se efectúen actos sexuales, ¿me comprenden?
—¿Por cuánto tiempo vamos a estar castigados? —le preguntó Adrián, con cansancio—. Por cierto, felicidades para su hermana.
—Gracias. —La directora sonrió.
—¿Va a hablar con nuestros padres? —Jorge estaba notoriamente angustiado.
—Descuiden, no es necesario que hable con ellos. En cuanto a su castigo, no estoy muy segura de cuál asignarles, solo les pido que no vuelvan a hacerlo. No hay problema con que sean homosexuales o bisexuales, solo no tengan sexo en la escuela, ¿ok? Esta regla aplica para todos. Ahora, vayan a la reunión.
—¿Era hoy? —Jorge estaba anonadado.
—¿Qué reunión? —Adrián estaba perdido por completo, a pesar de que lo había dicho la profesora Eridan en la primera hora de clases.
—La de los alumnos de último año con el comité de padre, para discutir sobre las actividades de fin de año. Es en el gimnasio.
Salieron de la oficina de la directora en silencio. Ninguno sabía muy bien qué decir mientras caminaban en dirección al gimnasio, lo cual no solía pasar.
—No debimos hacerlo. —Finalmente Jorge rompió el hielo.
—Perdón, nunca pensé que entraría alguien, como se suponía que ya se habían ido todos.
—Es que no me entiendes: no debimos hacerlo y ya. Tengo novia.
—Bueno, eso se soluciona rápido: puedes terminar con ella y seguir conmigo. —Sonrió.
—Adi, lo que pasó en la fiesta y ahora me encantó, pero... No confundamos las cosas. Sé que has estado con chicas y a mí también me gustan...
—Existe la bisexualidad. Yo soy bisexual, al igual que tú. Está claro.
—No, somos heteros. Lo que pasó fue que estuvimos en un trío estando ebrios y te confundiste por eso, pero nada más. No arruinemos nuestra amistad por una noche de fiesta.
—¿Y lo que pasó ahora? Que yo sepa, estábamos solos y ninguno había bebido.
—Me agarraste el pene, ¿qué esperabas?
Al ver el comportamiento del chico, Adrián sintió como si le apuñalaran el corazón.
—Vete a la mierda —le dijo, con los ojos llenos de lágrimas.
—Por favor, Adi —suplicó Jorge, desesperado al darse cuenta de que eso estaba siendo más difícil de lo que esperaba—. No quiero que...
Adrián lo ignoró, volteando y corriendo en dirección al gimnasio.
—¡Espera, Adi!
Jorge sentía que su corazón se le estrujaba por lo que estaba pasando. Realmente quería a Adrián, más que a cualquier amigo y había descubierto la razón de ese cariño en la fiesta. Lo deseaba e incluso se había enamorado del chico sin haberse dado cuenta, pero no podía permitir que eso siguiera pasando, sabiendo las reacciones del resto si se enteraban, sobre todo su familia. Por ello, había tratado de reprimir aquel amor que sentía hacia el joven, pidiéndole a Sarah que fuera su novia, pero incluso estando en la noche con la chica, no podía dejar de pensar en Adrián.
El mexicano entró al gimnasio y buscó rápidamente con la mirada a Mad, parándose junto a la chica.
—¿De qué están hablando? —le preguntó.
—Llevan como diez minutos hablando de indicaciones, después de hablar del acta de la última reunión del comité como por otros diez aburridos minutos.
—Tendrán que inscribirse, como en cada baile escolar —hablaba la presidenta del comité, quien era la mamá de Ned—. Al momento de inscribirse, deben pagar su entrada y la de su acompañante, ayudando a costear así la realización del baile. Así que, cuando compren su entrada, no olviden dar el nombre de su pareja.
—¿Y si no tengo pareja? —preguntó Mary—. Digo, creo que es completamente válido ir en grupo o solo.
—Lo siento, pero un chico debe invitarte. El hombre compra las entradas e invita a la chica, ¿entendido?
Al escuchar eso, a Adrián se le encendió un foco en la mente.
—¿El hombre invita a la chica? ¿Significa que él paga? ¿Eso no es sexista? —exclamó—. ¿Y si el hombre invita a un chico? ¿Quién paga por quién?
Varios rieron ante las dudas del chico, sin esperar la respuesta que le darían.
—Lo siento, pero solo pueden asistir parejas conformadas por un hombre y una mujer. Esto es un baile, hay que mantener la etiqueta.
Aquello causó descontento en la mayoría de los estudiantes.
—¿Y si no quiero llevar a una chica? —insistió Adrián.
—¿Y a quién llevarías? ¿A un chico? —exclamó Will, burlesco, desde el otro extremo de las gradas del gimnasio, a donde se había ido Jorge, para estar con los demás chicos del equipo de baloncesto.
Will esperaba que su amigo riera, como solían bromear y poner en jaque a los adultos. Para su asombro y el de varios, le contestó con seriedad.
—Tal vez sí quiero ir con un chico.
Adrián miró a Jorge, pero solo el brasileño lo supo, pues lo veía con súplica, temiendo que su secreto se revelara, pero el desorden del salón fue demasiado grande como para que alguien viera su nerviosismo.
—¿Por qué les da risa? —interrumpió Mad, sorprendiendo a todos— Perfectamente podría venir una pareja homosexual. Es injusto que digan que solo pueden entrar parejas heterosexuales.
—¿Y a ti qué te importa? —le respondió una chica con molestia—. Todos sabemos que has estado con varios chicos.
—¿Y? Además, no descarto que pudiera tener una novia.
Dante volteó a verla, molesto y un poco decepcionado, a lo que ella le sonrió simplemente. Si él quería tomar mal lo que había dicho, era cosa de él.
—Continuemos. —La mamá de Ned mostró su incomodidad, rascándose el cuello—. La vestimenta debe ser de etiqueta: hombres con traje y las mujeres con vestidos largos. Lo más corto que se puede aceptar es hasta las rodillas y no pueden ser vestidos ceñidos al cuerpo.
Mientras iba dando las indicaciones, varios abuchearon.
—¡Silencio! Es un baile escolar, el más importante de su vida, no una salida a la disco. Es inaceptable que en un evento tan importante crean que pueden ir vestidas como se les plazca. Evitemos las vulgaridades, ¿entendido?
La señora fijó su vista en Elizabeth, quien tenía puesto su uniforme de porrista pues a esa hora debía estar entrenando junto a las demás. Al darse cuenta la chica que le había dicho directamente aquello, su mandíbula descendió, sorprendida y ofendida.
—¡¿Y quién se cree usted para decir eso y mirarme?! —exclamó, indignada.
Se fue hacia la señora, pero rápidamente fue atajada por Benny y Kim.
—¿Qué pasa si no quiero usar vestido? —preguntó Mary Jane.
Todos voltearon a verla.
—Tranquilos, me refiero a que podría usar un traje y deberían aceptarme, ¿no?
—Señorita Campbell, si quiere verse como hombre, puede hacerlo cualquier otro día, pero esta no es la ocasión, ¿ok?
—Esto es ridículo.
Mad decidió no quedarse más. Debía ir a recoger a Maya y encima sería inútil a quedarse y escuchar lo que decía el grupo directivo del Comité de Padres, pues ya habían dejado bastante claro que no transarían en las reglas que estaban poniendo para el baile.
Estando en la casa de Maya, recibió una videollamada de Joe, quien había sido muy agradable durante esa semana. Mientras conversaban, decidió sacar el tema, para quitarse la rabia que se le estaba acumulando.
—¿Llevaste a una chica al baile de graduación? —le preguntó, furiosa.
—Eh... siento que dependiendo de lo que responda, puedes matarme.
—¿Qué? No, ¿por qué? ¿Vas a decir algo homofóbico?
—¿Qué? ¡Por supuesto que no! Creí que ya había dejado clara mi postura esa vez que hablamos en una madrugada. Es solo que... estás enojada.
—Ugh, no tiene que ver contigo mi enojo.
—Genial. Respondiendo tu duda: no, no llevé a una chica. Invité a Matt.
—¿Qué? Pensé que ustedes...
—Es mi mejor amigo. La solución es fácil, por lo tanto.
—Que genial que te dejaran hacer eso. Acá nos están obligando a que debemos ir en parejas heterosexuales, o sea, hombre y mujer. Tengo tanta rabia.
—¿Y si alguien quiere ir solo? ¿O con su mejor amigo? ¿O es gay?
—¡Exacto! Es que...
—¿Y por qué tienen que hacer caso? Ni que fuera la edad Media.
—El Comité de Padres organiza el baile. Sin ellos, no nos dejarían usar el gimnasio.
—Consejo: consigan otro lugar y hagan la mierda que quieran. Siempre sigue la opción más rebelde, porque es la más divertida.
Actualización 24 de septiembre de 2021:
Feliz día/semana/mes de la visibilidad bisexual uwu quería actualizar ayer, pero no alcancé porque tenía jaqueca.
En fin, el desafío ya terminó y una lectora acertó: la pareja es Adolf y Jorge, ¿cómo surgió? Bueno pues... ya se contó a grandes rasgos, quizás vayan recordando más cosas, ayyyy. En fin, ellos siempre tuvieron una amistad muy estrecha y quería que su relación amorosa/sexual empezara a desarrollarse cuando se acerca el baile de graduación (en junio, mientras que en la historia están en abril).
Y sí, eso es algo que quería poner desde hace mucho. Iré a fangirlear al grupo de WhatsApp (¿es posible fangirlear con una historia propia? Lo averiguaremos).
Más adelante, iré poniendo otros desafíos uwu estén adentos a cada detalle ♡
Espero que les haya gustado y ya empiecen a comprender el significado de varios sueños extraños que ha tenido Mad ♡
Nos vemos el próximo capítulo (ya está disponible, solo avanza a la siguiente parte) uwu
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