Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15

Maddie despertó sobre el sofá, sintiéndose confundida. Observó con detenimiento el lugar en donde estaba, mientras se levantaba de la incómoda posición en la que se encontraba. Nunca había estado ahí, pero lucía como un lugar acogedor, incluso si la decoración escaseaba.

Ya de pie, dio una lenta vuelta, sin dejar de mirar, deteniéndose al ver que del pasillo se asomaba la figura de un joven que le pareció ser Joe. Todo estaba lo suficientemente difuso como para no lograr identificar con exactitud su identidad, pero reconocía en él la apariencia de aquel peculiar y atractivo joven.

Ella no se había dado cuenta, pero despertó por el incesante sonido del timbre del departamento, la misma razón por la que el chico apareció en la escena y abrió la puerta, encontrándose con una muchacha parada frente a su puerta, inmóvil.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el joven—. ¿Por qué hoy?

—Quiero quedarme esta noche contigo —respondió la chica—, ¿me permites quedarme en tu última noche acá?

—Claro que sí —contestó alegre y se acercó al rostro de ella—, no sabes cuánto estuve esperando a que me dijeras eso.

Aunque Mad no podía ver su expresión al comienzo, logró notar cómo el rostro del chico reflejó exactamente lo que sentía: una completa alegría y tranquilidad. Él aproximó su rostro al de la chica en la puerta y la besó, todo en un rápido movimiento, para luego bajar sus manos por la espalda de ella para apegarla a su cuerpo, profundizando el beso. La intensidad del momento aumentó, sin dejar que ella pudiera apartarlo para entrar al departamento y lo hizo sin despegarse del agarre del joven, quien la seguía besando con una pasión desenfrenada.

La escena pareció detenerse en el tiempo, permitiendo que Mad se acercara a los amantes. Pudo ver que sí era Joe, lo cual la apenó, en especial porque ni siquiera podía distinguir algún rasgo en la chica, que pudiera ayudarla al menos a reconocerla. Era como si no pudiera verla, pero a la vez sí.

—Quisiera ser tú —murmuró, para luego mirar a Joe—. ¿Por qué no puedo ser ella?

Mad despertó ahogada y comenzó a llorar, sin dejar de pensar en aquel sueño. Era como un cruel recordatorio de la realidad que vivían, pues siempre supo cómo era el joven, quien también le advirtió muchas veces, pero ella no pudo evitar quererlo. No sabía exactamente hasta qué punto, pero sin duda él provocaba en Maddie un sentimiento muy intenso, que incluso dudaba de haberlo experimentado antes.

Se dio cuenta entonces de que estaba durmiendo en su cama, pero no recordaba haber llegado hasta ahí. Se sentó en la cama, tratando de recapitular el día anterior, pues no era capaz de rememorar siquiera la noche anterior, como si hubiera sido sumergida en un suave hechizo de sueño profundo y siguiera en él, o al menos su mente sí.

A ver, piensa...

Te sentías horrible.

Creíste que estabas embarazada.

Sentiste mucho estrés en la escuela.

Todos creyeron que estabas embarazada.

La doctora aclaró lo que te pasa.

¿Qué es lo que se me escapa?

Oh cierto... ahora soy la novia de un chico y todos creyeron que me embaracé de otro.

Concéntrate, esa cosa ni siquiera existió, tranquila.

En la escuela deben creer que soy una puta.

Les di otra razón para odiarme.

Mierda.

¿Por qué haces todo tan mal?

Ni siquiera puedes recordar la noche anterior.

Hey, lamento interrumpir tu... eh... creo que laguna mental —dijo Joe, asomándose por el umbral—, pero te traje algo.

El joven entró con una bandeja, en la que llevaba un par de tostadas con mantequilla y una infusión de hierbas. Detrás de él entró la gata, quien saltó sobre la cama y se acomodó para dormir a los pies de la adolescente.

—¿Qué haces acá?

—Bueno, estás enferma, ¿no? Necesitas a un enfermero —insinuó pícaramente.

—Esto es tan... —No pudo terminar de hablar, pues la risa le ganó.

—Tu hermana me dejó instrucciones bastante claras antes de irse y luego de gritarme como por quince minutos, por estar durmiendo en el sofá.

—Espera, ¿dormiste ahí? ¿No dormiste conmigo?

—A ver, para. —Su sonrisa arrogante y burlona era imposible de borrar—. ¿Qué piensas que pasó anoche?

—Yo... yo no lo sé, no estoy muy segura.

—Te cuento que me pediste que me quedara a dormir contigo.

—Ok, creo que... —Hizo una pausa, avergonzada—. Creo que recuerdo eso.

—Y enfatizaste que solo íbamos a dormir.

—Y tú dijiste que estaba bien. —Sonrió.

—Exacto. Luego de que te quedaras dormida, yo... eh... bueno, te tomé con mucho cuidado y te traje hasta tu habitación. Ni siquiera te cambié de ropa, porque sé que te incomodaría.

—¿En serio? —Bajó la mirada y pudo ver que tenía razón—. ¡Gracias!

—Es lo básico, no deberías agradecer por algo así. Yo me quedé durmiendo en el sofá, con las mantas que habías llevado.

—¿Por qué me trajiste a mi cama?

Ouh... eh... ya sabes: no quería que tu hermana malinterpretara lo que estaba pasando —improvisó—. Además, duermo poco y, cuando lo hago, suelo moverme mucho. Iba a ser incómodo.

Mad alzó las cejas y apretó sus labios, para luego asentir. Él dejó la bandeja sobre su regazo y la chica comió de a poco.

—Te hubiera traído más, en serio, pero tanto tu tía vino y fue incluso más dura que Kathy en cuanto a tus cuidados. Enfatizó en que debía darte una infusión con unas hierbas que trajo de su huerta, creo. No lo sé, todo fue muy raro.

—¿Vino mi tía?

—Sí. Kat le avisó que yo te estaba cuidando y quiso asegurarse de que todo estuviera bien... interrumpió mi rutina de ejercicios matutinos y me dio un pequeño golpe en la cabeza por demorarme en abrir la puerta. ¿Por qué tu familia está tan loca?

—No lo sé. Así somos, mi mamá hasta gritaba en español si se enojaba mucho.

—No puedo imaginarla enojada, era la persona más gentil que he conocido.

Oh, sí lo era... pero ardía Troya si uno de nosotros hacía algo malo.

—Con razón eres así. —Rio él.

—¿Así?

—Ya sabes: eres una chica buena, quizás más buena de lo que deberías. No tienes una pizca de maldad en tu ser. Eres una princesa de Disney, como Cenicienta.

—No soy una princesa. —Hizo una mueca—. Me encantan, pero no soy así y definitivamente puedo hacer cosas malas cuando quiero.

—¡Oh! ¿En serio? ¿Podrías hacer algo malo ahora?

—¿Cómo qué?

—Podrías besarme, eso sería muy malo —bromeó.

—¡¿Qué?! ¡Definitivamente no haré eso! Tengo novio, lo respeto y quiero mucho.

—Eso solo reafirma mi punto: eres una chica buena.

—Soy rebelde.

—¡Oh! ¿En serio? ¿Has ido a detención alguna vez?

—Sí.

—¿Cuántas veces?

Uh... una vez.

—¿Y por qué? —sonrió triunfante.

—Porque me quedé dormida en clases —murmuró.

Joe carcajeó.

—Eres adorable. —Sonrió, arrogante—. ¿Qué es lo más egoísta y ambicioso que has hecho?

—Yo... eh... no me gusta hacer sentir mal a los demás, pero... creo que haré algo muy egoísta: en lugar de apoyar a mi mejor amiga en su audición para un rol protagónico, me probaré para el mismo papel.

—¿Y vas a sabotearla?

—¿Qué? ¡Claro que no!

—A veces hay que hacer trampa, para asegurarse.

Maddie desencajó la mandíbula, molesta, y luego lo volvió a mirar.

—No voy a hacer trampa, solo voy a intentar quedar en ese papel.

—Ok, no eres egoísta y sigues siendo una chica buena. Ya que no piensas sabotearla, tendrás que hacer la mejor audición posible, si en serio quieres ese papel. Pero como te dije hace un tiempo: eres una mariposa y los demás destrozan a quienes tratan de volar, así que, en tu lugar, comenzaría a ser más egoísta y mala.

Joe había tomado la tostada que le había dado a Mad y lo mordió rápidamente, diciendo eso último luego de sacar un bocado. Lo dejó de nuevo en el plato y se levantó de la cama.

—Lo anotaré, gracias. —Sonrió con desagrado—. Ahora, ¿puedes salir? Quiero ducharme y cambiarme de ropa.

—No, no puedo salir, tendrás que hacerlo conmigo aquí. —Sonrió.

—Ni creas que saldré con bata de mi baño mientras estás en mi habitación.

—Entonces tienes que exigirme que me vaya, no preguntarme si puedo hacerlo. Ya deja de ser tan gentil, en serio. Es lindo, pero temo por tu integridad física y psicológica, presiento que te hacen bullying en la escuela, porque eres una presa muy fácil.

—¡Ya vete!

—Ok, al fin estás aprendiendo.

Joe salió de la habitación de inmediato y Mad cerró la puerta con pestillo en cuanto se fue. Se apoyó, agotada, en la puerta, pensando en lo que el chico le había dicho, para después dar vueltas por su habitación, sacándose el pijama y poniéndose su bata. Estaba a punto de entrar a su baño, pero se detuvo al escuchar una canción de Eminem, proveniente desde el primero piso.

—¿Puedes bajarle? —pidió, asomándose por la escalera, pero no vio al chico desde su punto.

Bajó las escaleras y fue a la sala de estar, pero no lo encontró. La música sonaba más fuerte y rastreó su origen, llegando al patio de atrás, en donde Joe estaba haciendo lagartijas sin su playera y usando un parlante inalámbrico que tenía Mad, para reproducir su música mientras hacía ejercicio. Ella apagó el parlante y se quedó mirando al chico.

—¿Qué haces?

—Mi rutina del mediodía, previa al almuerzo —contestó, como si fuera lo más obvio.

—Ok, pero... ¿por qué estás usando mi parlante?

—Ah, eso... se escucha mejor así.

—Tuviste que haberlo pedido.

—Y tú tuviste que conseguir una excusa mejor si querías aparecerte en bata frente a mí, pero lo agradezco. —Sonrió.

La cara de Mad se tornó en un rojo vivo. Había olvidado ese detalle y, gracias al clima agradable de la época y del lugar, ni siquiera sentía frío como para darse cuenta.

—Yo... eh...

El chico rio al ver la reacción de la muchacha.

—¿Sabes qué? Úsalo, no importa, solo no le subas tanto al volumen... ¡espera! ¡¿Qué hora es?!

—Quedan un par de minutos antes de las doce, ¿por?

—Ugh... nada. Ya que es imposible tratar de llegar a la escuela, tendré que conformarme con ir al menos al ensayo de la banda.

—¿Estás en una banda? Eso sí es genial.

—Gracias. —Sonrió y él le devolvió el gesto.

En eso, sonó el timbre y ambos fueron a abrir, casi por inercia. Mad jamás esperó encontrarse con Spencer parado frente a su puerta, con un ramo de flores en la mano al mediodía de un día de escuela, pero así fue.

—Quiero que vayamos a almorzar hoy a mi casa, ya tengo todo preparado y...

—¿Te golpeaste en la cabeza? —le preguntó con molestia.

—No, preparé la cita perfecta para reconquistarte. —Sonrió—. Le pregunté a una chica de tu escuela a qué hora salías de clases, para pasar a buscarte, pero me dijo que no fuiste y pensé "ok, vamos a almorzar a mi casa y pasar la tarde más linda de nuestras vidas".

—No.

—Maddie, piénsalo: lo pasamos tan bien juntos, nos merecemos una segunda oportunidad.

—Tercera. Esta sería tu tercera oportunidad y no pienso dártela. Ya vete, porque nunca vamos a volver... otra vez.

—Solo piénsalo. Recuerda lo felices que éramos.

—¿Y tú pensaste en mí cuando te estabas acostando con otras chicas? Entiende: ya me equivoqué contigo una vez, pero no voy a tropezarme con la misma piedra de nuevo. Lo nuestro se acabó y nunca vamos a volver, ¿cuántas veces debo decírtelo?

—¿Y cuántas veces tendré que pedirte perdón y decirte que te amo?

Si bien Joe se había quedado un par de metros más allá para que no se malinterpretara la situación, decidió que lo mejor era intervenir... sudando y sin su playera. Esa sería una anécdota digna de contar a Matt.

—¿Se te perdió algo? —interrumpió Joe—. O mejor, ¿por qué no te pierdes?

—¿Qué haces aquí? —preguntó Spencer, decepcionado.

—Lo mismo te pregunto yo. —Sacó un cigarrillo de su bolsillo, lo puso en su boca y lo encendió—. ¿Qué haces aquí?

Maddie se hizo a un lado en cuanto percibió el olor a humo del cigarro, entrando a su casa, para dejar a Joe poniendo en su lugar a Spencer.

—Aprovecha de ir a ducharte —le susurró Joe en el oído a Mad, quien la siguió unos pasos—. Yo lo voy a echar.

Ella asintió y se fue por las escaleras. Joe volvió al umbral de la puerta de entrada.

—Spens, por todos nuestros años de amistad, te aconsejo que te vayas, porque estás haciendo el ridículo.

—Lo que tengo con Maddie es real.

—Corrijo: lo que tenías con Maddie era real, tiempo pasado. Tú lo arruinaste y ella siguió adelante. Ahora y vete.

Joe retrocedió y empezó a cerrar la puerta, pero Spencer se interpuso.

—No importa si te acuestas con ella o cuántas veces lo hagan, yo seguiré siendo el amor de su vida. Yo fui el primero y eso no lo puedes cambiar.

—¿Y tú crees que eso me interesó alguna vez? —se burló—. Me importa más ser el último.

Joe empujó con firmeza la puerta, arrastrando afuera a Spencer y aplastando parte de su cuerpo al usarse a sí mismo como traba, pero ante la fuerza de su amigo, se vio obligado a salir del umbral y así evitar ser lesionado.

Joe se quedó reflexionando en lo que había dicho. Sus palabras fueron genuinas, solo que no había pensado antes de hablar y, por ello, no se había dado cuenta del peso de ellas: le importaba ser el último que estuviera con Mad, pero ¿por qué? Ya había asumido que le gustaba y que la conexión que sentía hacia ella, pero al parecer realmente se estaba enamorando. Si bien había viajado para tratar de estar con ella, nada era seguro, solo era la última de una larga lista de decisiones impulsivas, pues había omitido un ligero detalle al viajar: estaba viendo a una chica desde hacía casi dos semanas. No era algo formal siquiera, pero se coqueteaban. Otro detalle importante era que Mad tenía novio.

—El universo me odia. —Se lamentó al ponerse a pensar por fin en lo que estaba viviendo.

En pocos segundos se repuso y volvió a su rutina de ejercicios. Colocó otra vez música, pero con un volumen medio, haciendo caso a lo que le había pedido Mad. Después de todo, ¿por qué no hacer caso a una petición tan básica?

Maddie, en tanto, aprovechó la ducha para relajarse y pensar, con música de fondo, pues tenía en su celular una playlist exclusiva para poner mientras se duchaba. No estaba apurada, así que, podía disfrutar de la música y del agua caliente escurriendo por su piel, al igual que sus pensamientos fluían. Era imposible no pensar en la audición del lunes y el estrés que ello traía. Joe tenía razón: debía dar la mejor audición posible, incluso si eso significaba no apoyar a su mejor amiga. Si Jeff estaba con Mary, no podía contar con él para que la ayudara con la audición, de hecho, probablemente ninguno de sus amigos iba a apoyarla. La idea era abrumadora, pero debía pensar en ella.

—Lo haré, lo haré... —repitió varias veces, mientras lavaba su cabello, quitando sin querer lo poco que quedaba de tinte.

Luego de otros veinte minutos, salió finalmente de la ducha, tomó su celular y caminó por su habitación. Vio sus jeans del día anterior y los echó al tiesto lleno de ropa sucia. Buscó otros y se puso finalmente unos pantalones deportivos negros, pues eran los únicos con los que se sentía cómoda en ese momento. Quiso usar su playera de Bob Esponja, pero tenía un olor nauseabundo gracias al día anterior, así que, terminó sacando una de Kathy. Una vez vestida, se puso sus audífonos y siguió escuchando su playlist.

Tomó su tiesto de ropa sucia y bajó para ir al baño del primer piso, pues ahí estaba la lavadora. Como no era muy grande el espacio, la secadora estaba en otro lugar de la casa, evitando tener que hacer otra conexión de agua para tener ambas máquinas juntas, especialmente porque la secadora la tenían desde el último día de acción de gracias.

Una vez adentro del baño, no se percató de que Joe estaba en la ducha de cabina y él no le importó que ella estuviera ahí, incluso aprovechó de molestarla un poco, ignorando la situación de que ella estaba con audífonos y estaba ahí para poder lavar su ropa.

Hey, tuviste que haberme dicho que querías entrar, para habernos duchado juntos —bromeó, pero Mad no lo escuchó, solo se volteó para sacar más ropa del tiesto—. ¿Sabes? Es un poco difícil seguirme duchando con tu trasero ahí y yo aquí.

Ella siguió revisando lo que podía echar a la lavadora y casualmente volteó la cara mientras revisaba la ropa, encontrándose con un espectáculo que jamás espero. Dio un salto hacia atrás, espantada, se tapó la cara con una playera que tenía en la mano y se quitó los audífonos.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó asombrada.

—Me estoy duchando. Es lo mínimo que debo hacer después de una hora de ejercicio, ¿no crees?

—Mierda... ¡tuviste que haberme avisado!

—En cuanto abriste la puerta, te grité que me estaba duchando, pero solo entraste y decidí molestarte un poco. No me molesta, por cierto, puedes hacerlo siempre que quieras. —Sonrió, arrogante.

—¡Es mi casa! ¡Claro que puedo entrar cuando quiera! Pero... ¡ugh! No tenía idea de que te estabas duchando.

—Como sea... al menos debes admitir que te gustó lo que viste.

Ella no fue capaz de responder. No podía mentirle, pues tenía razón. En ese momento, fue imposible evitar que los recuerdos de esa noche de sábado pasaran por su cabeza y un repentino calor apareció. Y no eran sus mejillas, pues estas se habían puesto coloradas en cuanto lo vio en la ducha.

—¿Estás bien? —preguntó Joe, extrañado al ver que ella no parecía reaccionar, solo estaba parada y con sus manos alzadas, sujetando el pequeño escudo que le impedía tentarse a mirar al joven.

Mad dejó la playera dentro de la lavadora y salió, cubriendo con su mano la visual hacia el cuerpo masculino que se encontraba en la ducha de vidrio.

Necesitaba borrar esa imagen de su cabeza, por el bien de su relación. Realmente quería que las cosas con Dante funcionaran, pero lo de tratar de ser solo amiga de Joe era un poco difícil.

—Soy una mierda —susurró, al pensar en Dante.

Revisó sus mensajes. Algunos de sus amigos le preguntaron por su estado de salud, mientras en el grupo de generación de su escuela varios especulaban sobre un posible embarazo, a pesar de que sus amigos trataron de desmentir aquello.

"Yo NO estoy embarazada. Busquen a otro para inventar rumores" escribió, pero terminó borrando esa última frase, creyendo que podía sonar agresiva.

Le envió un mensaje a Dante, quien le había enviado un "buenos días" temprano y un par de horas después le preguntó cómo estaba, al ver que no había llegado a la escuela. Ella le escribió:

"Lo siento por no responder, creo que caí en un mini coma accidental anoche", bromeó. "Perdón, quise decir que me quedé dormida y desperté hace poco más de una hora. Estoy exhausta y quisiera verte, no lo sé. Creo que me haría bien poder abrazarte".

Finalmente, envió otro, más corto: "ojalá te esté yendo bien hoy, te extraño". Bloqueó la pantalla de su celular, lo presionó contra su pecho y suspiró. Era su mejor decisión.

Joe salió del baño, con una toalla verde rodeando su cadera.

—¿Qué haces? —preguntó nuevamente Mad, espantada.

—Tengo un cambio de ropa interior y calcetines en mi mochila, pero la dejé sobre un sofá, junto a mi playera —explicó, sereno—. Por cierto, me visto y te preparo un poco de almuerzo, ¿te parece?

—No tengo hambre, con las tostadas que me diste estoy bien.

—¿Te tomaste la infusión que te dejó tu tía? Ella insistió mucho y sentí que era capaz de matarme si te pasaba algo.

—Casual, toda mi familia da esa sensación y creo que es real. Y tranquilo: sí me la tomé.

—Genial. Vamos a almorzar a las dos de la tarde, incluso si no tienes hambre. Te voy a obligar a comer. —Sonrió—. De todos modos, debes estar tranquila: te daré poca comida y será desabrida. No es para que la disfrutes, sino para que no te debilites.

—Gracias. —Sonrió con dulzura, olvidando el incidente de recién e ignorando que él estaba frente a ella, casi desnudo.

—¿Por qué? Me has estado agradeciendo por cosas bastante obvias y básicas.

—Pues... gracias por cuidarme.

Ella no dejaba de sonreír, hasta que él acortó la distancia peligrosamente, quedando a escasos centímetros de la chica, quien se enrojeció y su expresión se transformó a una nerviosa. Cuando él se agachó para estar casi a su altura y tomó su rostro con su mano, ella sintió que se desvanecía.

—De nada —susurró sobre sus labios.

Se reincorporó y rio, para volver a apartarse de ella, quien se desconectó lentamente de aquel extraño y apasionado momento.

—No puedo creer que dormí tantas horas —murmuró Maddie, sin dejar de jugar con su plato de fideos sin salsa.

—Ya cómete eso, debe estar frío ya.

—¿No se te ocurrió un peor almuerzo?

—Sí, pero en tu estado actual no puedo darte muchas cosas.

—Creo que me voy a saltar el almuerzo.

—Ok, pero... —Rio—. Tendrás que... ¡comerte esta!

—¡Joe! ¡¿Por qué siempre dices esas babosadas?!

—Lo siento, es instintivo. —Sonrió—. Además, tú fuiste la que imaginó babosadas, yo nunca mencioné realmente a mi...

—Cállate —pidió—, me estás mareando.

Él la miró perplejo y siguió comiendo. Mad hizo un esfuerzo y acabó con su plato en unos minutos, conteniendo las ganas de vomitar, incluso si sentía cómo todo se devolvía.

—Ahora sube a lavarte los dientes y quédate en tu pieza.

—¿En serio me estás dando órdenes? —Rio.

—Siendo el único aquí que no quiere vomitar, creo que estoy en posición de poder darte órdenes.

—Bueno, pero no voy a quedarme acostada.

Maddie subió las escaleras. Luego de un par de minutos, Joe recibió una videollamada, de la chica con la que se había estado viendo en los últimos días.

—¡Hey! ¿Sigue en pie el almuerzo de mañana? —preguntó la chica.

—¿Te parece si lo cambiamos a una cena?

—¡Joseph Beckett! ¿No crees que eso es ir demasiado rápido?

—Quizás para ti. —Rio—. Como sea, no alcanzo a llegar a Nueva York para el almuerzo, por eso creo que es mejor que cenemos.

—¿Por qué? ¿Dónde estás? ¿Debo recordarte que mañana debemos completar el artículo? El viernes se debe imprimir, con las fotos...

—Sí, lo sé, es solo que me surgió algo de último minuto.

—A ti siempre te surge algo de último minuto —dijo, molesta.

—¿Acaso estás hablando como exnovia?

—¿Debería? —Enarcó una ceja—. Puede que tú no pasaras de la adolescencia todavía, pero yo debo mantener mi empleo, ¿recuerdas? Me estoy arriesgando mucho contigo y lo sabes.

—Escucha: mañana llegaré como a las dos de la tarde y pasaré directo al estudio que me habías indicado. Podemos encontrarnos ahí o después de que termines de trabajar.

—Ok, tomaré esa opción, pero pienso cobrarte la cena.

—¿Ah?

—Después de completar el artículo, vamos a ir a cenar igual.

—Me parece. —Sonrió—. Te recomiendo no agendar algo importante para el jueves en la mañana... podrías llegar tarde o incluso no llegar.

—Eres un cerdo.

—Lo sé y te encanto por eso.

—Supongo que me pueden gustar los cerdos. —Rio—. Te dejo, voy a ir a almorzar con una amiga del trabajo y no quiero que piense que estoy siendo poco profesional.

—Lo estamos siendo, ¿no?

—Sí, pero ella no tiene por qué enterarse.

—Bien. Adiós, emperatriz.

—Adiós, ogro.

La llamada terminó y él se quedó mirando a la pantalla del celular, dejando que varios recuerdos viejos aparecieran en su cabeza, pero una presencia evitó que los siguiera.

—¿Qué pasa? —le preguntó Joe a Mad, quien estaba parada en las escaleras, a varios metros.

—¿"Emperatriz"?

—Es un apodo que le puse hace años.

—¿A quién?

—¿Recuerdas a Melanie?

—¿La señorita perfección? ¿La maniática del orden? ¿La señorita A?

—No sigas...

—¡Cierto! ¡Con Violet la llamábamos "la Emperatriz del Mal"! —exclamó con voz tenebrosa.

—Sí, era caprichosa y un poco obsesiva con...

—¿Un poco?

—Pero es una buena persona.

—Joe, los tigres también son buenos y lindos, pero no me acercaría a uno, porque podría arrancarme la mano. ¿Quieres que ella te arranque de nuevo el corazón?

—Mira, las cosas no fueron como lo recuerdas, ¿ok? Ella es una gran persona y tú a penas la conocías. Casi todo lo que sabes de ella y de mi relación fue lo que te contó Violet y yo no confiaría en lo que podría decir una niña de doce años con respecto a la novia de su hermano mayor.

—¡Bueno! Si era tan maravillosa, ¿por qué terminaron?

—Eso no es de tu incumbencia.

—¿Volviste con ella?

—Tampoco te importa. Dijiste que querías que fuéramos amigos, así que, no te pongas celosa.

—No estoy celosa. Tú opinas con respecto a mis relaciones, pero no me dejas ayudarte.

—Porque no necesito ayuda. No he vuelto con Melanie, solo nos hemos estado viendo, al igual que he salido con varias chicas, como tú.

Mad torció la boca.

—¡Bien! Equivócate otra vez. Creí que te había quedado claro con mi relación con Spencer que lo peor que puedes hacer es volver con un ex, pero tú no aprendes. Tropiézate, deja que te rompan el corazón otra vez.

—¡No me rompieron el corazón! No porque a ti te pasó significa que a mí me vaya a pasar. Sí, trato de ayudarte, pero ¿te he criticado así?

Mad lo miró, sin saber qué responder. Él tenía razón o al menos en parte. Le frustraba que no se diera cuenta de que volver con Melanie era una pésima elección, pero tampoco podía hacerlo cambiar de opinión, en caso de que tuviera planes de volver con su exnovia.

—Lo siento —murmuró, con desánimo—. Voy a quedarme en mi habitación y... no sé, si quieres, puedes acompañarme. Solo no quiero que sufras de nuevo por ella y quisiera poder ayudarte, así como tú siempre estás para mí.

Ambos sonrieron.

—Tranquila, todo está bien. Y claro que quiero acompañarte, aunque podemos hacer algo más para aprovechar la cama...

—Y, en serio, si quieres que las cosas funcionen entre Melanie y tú, deberías dejar de coquetear conmigo.

—¿Qué? Eso no fue coquetear, solo te estaba molestando. —Comenzó a reír, al ver cómo Mad había malinterpretado la situación—. ¡Así trato a todos mis amigos!

—¡¿Qué?! ¡Creí que te gustaba!

Ah pues... también, o sea, pero como me gusta Scarlett Johansson o Rihanna. Acabo de darme cuenta de que ¡jamás necesité coquetearte! ¡Solo con hablarte normal ya te derretías por mí!

Joe carcajeó y Mad lo miró molesta.

—¡No me derretía por ti!

—Mads, con todo el cariño del mundo: a Chris me encanta hablarle igual que a ti, para sacarlo de su estructura rígida y aburrida. A Matt lo quiero mucho y le hablo así para subirle el ánimo o para hacer que se relaje. Con Spencer es muy divertida la cosa, pero bajo tu lógica, ya deberíamos habernos agarrado el pene.

Él siguió riendo, pero Maddie seguía molesta y humillada. Ella volvió a subir, dejando al chico riendo en el primer piso.

Una vez en su pieza, revisó su celular y notó que Dante había visto los mensajes, pero no le respondió, al igual que no le contestaron sus amigos. Se sentía demasiado sola en ese momento y nada podía arreglarlo.

Sacó de su estuche la guitarra y rasgueó varias veces, tratando de recordar los acordes, pues hacía mucho que no la tocaba, pues prefería tocar el piano. La guitarra la tomaba cuando se sentía muy desanimada y enojada a la vez, queriendo tocar alguna canción que hablara de eso. Por lo mismo, fue su mejor herramienta en los meses posteriores a su ruptura con Spencer.

—Bien, ¿qué tocas? ¿Acordes 1 o Cómo desafinar una guitarra? —bromeó.

—Debo confesar que nunca aprendí a afinarla. Hay una aplicación para eso.

—Hay una aplicación para casi todo, ya quisiera tener una para vender fotos de mi pene.

Maddie rio.

—Lo digo en serio, ganaría mucho dinero.

—Me consta. —Se le escapó.

—Ya pásame a esa pobre guitarra, humana sin oído musical.

—¡Oye! Para tu información, aprendí casi todas las canciones que sé con solo escucharlas.

Le extendió la guitarra y él se sentó a su lado, para estar más cómodo al afinar el instrumento. Le hizo un gesto para que guardara silencio y centró toda su atención —la cual era poca— en cada cuerda y en el sonido que esta producía. Incluso ignoró que la gata se acurrucó junto a él y colocó su cabeza apoyada en su pierna. Luego de afinar la guitarra, aprovechó de tocar la melodía de Smells Like Teen Spirit.

—A veces olvido que eres un buen músico —susurró Mad, sonriendo.

—Para que veas que no solo soy un cuerpo perfecto —bromeó—. Recuerda que antes tocaba la guitarra en el subterráneo y en Central Park.

—También el violín, ¿no?

—No me recuerdes esa oscura etapa de mi vida.

Maddie rio al escucharlo. Él siguió tocando un par de canciones y después le devolvió la guitarra a la chica, quien trató de recordar canciones.

—No sé muchas, pero cuando salía con Spencer, aprendí a tocar The Only Exception... después aprendí Dear John de Taylor Swift.

—No conozco esa canción, pero algo me dice que tiene que ver con tu ruptura.

—Sí, es que... esa canción me hizo sentir muy identificada. También aprendí I knew you were trouble y el año pasado finalmente decidí aprender We are never ever getting back together. —Sonrió, con nostalgia.

—Ok, esas sí las conozco. —Rio—. Me alegro de que hicieras eso. Y si quieres, puedes tocarme una de esas canciones, solo no me rompas la guitarra en la cabeza.

Una risa ligera escapó de los labios de la chica, casi como un suspiro.

—Ven, te voy a mostrar algo muy genial.

Dejó la guitarra a un lado y se dirigió a su teclado eléctrico. Joe se quedó sentado en la cama, observándola y acariciando a su vez a la gata. No reconoció lo que ella tecleaba, pero sonrió dulcemente al ver lo emocionada que estaba mientras tocaba la canción.

—Y bueno, esa era Stick to the Status Quo —explicó Mad, sin dejar de sonreír—. La aprendí cuando en el club de teatro montaron un show de High School Musical.

—¡Oh! No vi esa película, pero supongo que tú eras la protagonista.

—Eh... no, yo era la que tocaba el piano.

—¿Y tenía un rol importante?

—Técnicamente sí, pero detrás de escena. Interpreté cada canción de la película en piano, incluso cuando había otra chica que simulaba tocar el piano —murmuró, triste.

Joe comprendió la situación y se dio cuenta de que debía tratar de consolarla.

—Muchas grandes estrellas inician desde abajo. ¿Que si tienen pánico? Joder, claro que sí y no siempre les fue bien. El truco está en ser persistente, mirarse al espejo y decir: sí puedo hacerlo.

—¿Has pasado por eso?

—Nunca, porque nunca me ha importado lo que el resto piense de mí. Siempre me arriesgo y si funciona... bien. Si no funciona, bien también. La vida es una sola, carpe diem.

Mad sonrió, corrió hacia Joe y se tiró sobre él para abrazarlo por la espalda, a lo que él sonrió y aprisionó los brazos que lo rodeaban por sobre los hombros.

—Y justo a cosas así me refiero.

Fue entonces que a Mad se le ocurrió una gran y arriesgada idea.

—Creo que sé cómo ganarme el papel, sin hacer trampa. Ya sé cómo haré la mejor audición posible, pero es un plan un poco loco, porque requiero de alguien a quien no le pediría ayuda.

—Bien... suena terrible, pero hazlo.









Actualización 21 de junio de 2021:

En fin, las cosas están comenzando a ponerse al rojo vivo, por así decirlo. Reapareció  Melanie, la exnovia de Joe (a la que van a conocer mejor en los siguientes capítulos o en la precuela, dentro de poco). También pudimos ver que Mad está comenzando a ser más decidida de sí misma y quizás por fin la veamos un poco más maliciosa o simplemente comience a actuar como una persona normal, todo depende de cuánto se deje influenciar por Joe y por Kathy.

Also, ¿quién será esa persona a la que Mad recurrirá a pesar de decir que es alguien a quien nunca le pediría ayuda? 👀

Ojalá les haya gustado el capítulo, espero sus votos y comentarios. Si te gusta muuuucho la historia como para compartirla con otros lectores, hazlo, pues eso me ayuda mucho

Quiero llegar pronto a las 100k de lecturas y a los 2000 seguidores para antes de mi cumpleaños (9 de agosto), por mero capricho y para poder sumarlo a mi celebración de cumpleaños uwu

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro