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Outro; Apolo y Dafne.


Yoongi se posaba con desinterés entre las piernas de ese chico que era quién él decia  deseaba poseer, sus manos apretaban esa carne que sólo lo satisfacía por minutos en el cuál el aumentaba las embestidas para llegar a su vacío orgasmo cómo si con eso pudiese sentir algo más que ese nada que lo atrapaba. Sus oídos se llenaban de esos gemidos y leves espasmos de su compañero de noche, no negaría que era un partido genial, pero no llevaba entre su piel ese fuego que apaciguara su invierno. Oía los pedidos del chico y su piel comenzó a encenderle el interruptor del tan esperado gemido por su parte. Su pelvis dejó de moverse con brusquedad y pudo observar la manera en que su esencia escurría entre las piernas bien torneadas del chico.

Soltó un gran suspiro y se cerró el cierre del pantalón que no llegó a quitarse, acomodó su cabello, sus ojos se toparon con los del chico, quién aún tenía la respiración errática y lo miraba sobre los hombros.

— ¿Nos vemos mañana? — dijo el chico de labios rosáceos y voluminosos con una sonrisa dulce e enamorada.

— Hasta crees — río con sorna Yoongi — ya te quite provecho, sólo deseaba probarte ya que decían que eras difícil de conquistar y sólo eres una zorra cómo cualquier otra — los ojos del contrario se inyectaron en ira. Yoongi había estado detrás suyo desde meses y él jamás se había entregado a nadie más qué a ese hombre que acabó siendo una mierda, su corazón ardía en un furioso dolor — no llores, no me gustan los dramas Jimin, fuiste una apuesta y ya está, tampoco es tanto, aprende a vivir con eso, no te niego que fue delicioso el poseerte pero he estado con chicos mucho mejores que tú. Ya superalo y no llores cómo niñita.

Jimin se tragaba la lengua, ese hombre a cada palabra lo llenaba de estacas y era más despreciable a cada sílaba. Lo haría pagar de una u otra manera, lo pagaría sin lugar a dudas.

— Sufrirás — dijo sin temblor en su voz haciendo que Yoongi parase su huida de ese hotel lujoso dónde lo llevó —  te enamorarás y no te corresponderán, serás desdichado en el pecado del amor, tú final será más trágico que el de Apolo, tú destino tendrá un hilo rojo roto, un hueco que jamás podrás llenar. Min Yoongi tú alma arderá bajo la flecha de cupido y te arrodillarás entre los pedazos de tú dolor y me recordarás; recordarás mi nombre y yo sólo reiré ante tú desdicha — escupió el rubio entornando reforzando su odio, nadie le hacía eso a Park Jimin. Nadie le hacía eso al descendiente de cupido.

Yoongi solo sonrió con suficiencia sin prestar atención a esos ojos rosáceos llorosos y lastimados, quizá hubiese (en un futuro) oír lo que le dijo el chico ya que lo que le pasase sería una lección que jamás olvidaría.

Salió presuroso del hotel, su rostro chocó contra el frío clima de fuera, podía observar cómo su respiración se solidificaba ante el espacio, observó su reloj y era muy temprano, quizá debía de ir al bar ya que posiblemente encontraría algún ligue de noche que lo hiciese olvidar de lo desocupado que estaba su vida, de ese abismo de dolor en el que tendía su realidad, ya que él sólo dañaba a quién se le aproximase cómo si fuese un modo de autodefensa.

Ingreso al rústico bar que era cómo su hogar, sin desviar la mirada se dirigió a su lugar preferido, su asiento, tomo posesión del mismo.

— ¿Lo de siempre? — el joven barman habló limpiando los vasos.

— Sí Seokjin, gracias — respondió Yoongi recorriendo el lugar con la mirada, pareciese no haber nada interesante esa noche.

Las puertas se abrieron anunciando a otras sombras que quizá estaban errantes ingresaran, su vaso de ginebra ya estaba bailando entre sus papilas gustativas, volteó y sus ojos fueron presos de un enigmático brillo.

Una silueta entro haciéndose dueño del aire suyo sin rechistar, un refugio de sueños eróticos y miradas furtivas, eclipsando a cualquier otro tipo de persona, sus iris lo atraparon y cayeron en un magnetismo imposible de deshacer, solo podía deleitarse con esos pasos que parecían crear una nube de calor que lo absorbió, algo sobrenatural, como si él fuese el dueño de la realidad, moviéndose cuál serpiente en el agua tan grácil, peligroso, atrapante. Se desenvolvió con una sonrisa derritiendo su coraza, su corazón latía a mil y él no entendía porque.

El joven se sentó a leves metros de él, con una voz cautivante pidió un trago leve, su mirar no podía despegarse de esas curvas apenas tapadas por una camisa de seda azul que caía cuál cascada contra esa cintura que era su choque y esas caderas que pedían ser marcadas por sí, se apoyó sobre su mano observando su móvil, dejando descender aquel trago recién llegado, con tal delicadeza antes de chocar contra los intrusos ojos de Yoongi, aquellos ojos expedían deseo, fuego, creando un seísmo en sus latidos, cómo si fuesen una horca donde Yoongi desearía perder la vida.

Se levantó con una curva en sus labios, sus pantalones negros se mantenían pegados a sus torneadas piernas llegando hasta un declive en el lívido de Min. El cuál se incorporó siguiéndolo sigilosamente, podía notar la manera en el cuál con su sola presencia el podía parar la respiración de cualquiera, desde su perspectiva sólo creaba un abismo en su ello en el cuál el alojaba aquellos instintos tan primitivos que le gritaban que se llevase a su cama en ese instante.

Vio cómo él lo observó por sobre el hombro sin parar sus pasos, saliendo del bar con rapidez, Yoongi lo siguió, tratando de no perderlo de vista.

El chico lo miró juguetón, no se haría del inocente ni mucho menos si sabía del porque ese hombre lo seguía, lo comprendía, su impacto era abismal en las personas y él no perdería la suerte de jugar con ese chico que parecía hipnotizado por sí.

Nómadas de las noches corrían a atraparse ambos con intenciones diferentes pero al final con un mismo hilo enredándose entre sus dedos, un destino maldito.

Los hoteles quedaban a sus pies, siendo testigos de dos cuerpos presos por el calor del verano en el pleno invierno de la ciudad, ambos sin palabras se adentraron a uno de esos hogares de paso, el joven dueño de esos ojos celestinos río un poco antes de ir directo al ascensor.

Yoongi ingnoraba a su consciente que le gritaba que el embriagarse en esos labios serían el infierno, no supo cómo pudo seguirle el paso, solo recuperó la conciencia cuándo arrancó suspiros de esos dulces labios que le pedían sin palabras caerse en sus toques y él le pedía su veneno, pronto el ascensor paro y fue Yoongi quién lo dirigió al cuarto.

Sus manos fueron fieras en abordaje entre esa pista donde se estrellaría esa noche miles de veces, arrancó ese molesto pantalón y con hambruna comió esos pedazos de piel que le pedían a gemidos que fuese más brusco, más animal.

Yoongi podía jurar que Dios estaba loco por crear a ese hombre que estaba bajo sus palmas entre espasmos, deseaba enterrarse en lo más fondo de su ser, abstenerse no sería parte de su vocabulario, entre sábanas Yoongi dibujaba trazos que lo llevarían al clímax, el era dueño de una pasión que él creyó olvidado.

La ropa había desaparecido y sus manos iban serpenteando en cada curva que mordía y chupaba con ansias, nunca nadie lo había hecho caer tan hondo jamás, lo vio contener el aliento mientras el tanteaba sus puntos débiles, hábil en el arte de provocar, mezclando el ardor del embriagador intruso en sus puertas escondidas, Yoongi sólo se sostenía en el deleite de sus reacciones sintiendo cuándo el chico tocó el firmamento mientras sus dedos lo atrapaban de sus cabellos.

Yoongi... — suspiró entreviendo cuál era su anhelo.

— ¿Lo quieres Jungkook? — preguntó el mayor haciendo morir cada restigio de timidez que ninguno poseía, no supo cuándo se dijeron sus nombres o quizá sí, pero ahora sus sentidos estaban siendo tapados por una tela suave de irrealidad ante sus anhelos.

Un beso bastó para decir lo que las palabras no abarcarían nunca, Yoongi no entendía cómo un hombre de tal porte estaba sobre sí con tales muecas tan eróticas, con sus palmas inquietas, esas curvas exóticas con una leve capa de sudor cayendo levemente ante cada salto que daba sobre él.

Yoongi lo tomó haciéndolo quedar ante su completo merced, perdiendose en los secretos que se escondían entre esas piernas, marcando su paso en embestidas certeras que hacían a Jungkook chillar del placer, enrolló sus palamas ante ese interruptor de intenso espasmos de Jungkook.

Ambos cuerpos cayendo ante sus instintos, cuerpos deseosos de ambientarse en un laberinto de la pura pérdida del raciocinio, el ritmo aumento a la par de sus pedidos, de la saliva que caía, de las lágrimas presas del tan deseado orgasmo.

Yoongi se corrió dentro de Jungkook, el cuál cayó rendido en la cama, recorrió su espina dorsal con su filosa lengua, al llegar al lóbulo del menor lo mordió encendido, ese hombre lo ponía sólo con verlo.

Juguemos más Jungkook — su voz chocó contra su piel haciéndolo erizarse.

No juegues con fuego Yoongi, te quemará.

Que me queme si ese fuego lo obtengo de ti.

Desde ese día Yoongi y Jungkook se encontraban en el mismo cuarto a la misma hora. Ese cuarto de hotel era suyo cada noche en la cuál el mayor pedía que fuese eterna y el menor que fuese lenta, como su mejor balada. Todo fue tan ameno en la cuál Yoongi decía que la luna le aplaudía por poseer a tal ser entre sus palmas, su corazón latía terco contra su mente cada que oía su voz llamándolo, se perdió, era su piedra preciosa, lo deseaba entero, su concierto del cuál el llevaba su batuta, su nombre jamás sonó tan bien en ningún labio.

Pero luego de unos meses las llamadas fueron disminuyendo, sus encuentros eran menos ardientes, el fuego que antes sucumbía ante Jungkook pareció enfriarse. A Yoongi le dolía, no comprendía porque.

Él era solo un viajero entre sus piernas, era un iluso choque de inviernos en un verano, él sólo deseaba crear versos en sus adentros, arrancarle el corazón y gritar que era suyo, pero parecía que él no lo quería así.

— ¡Álejate de mi Yoongi! — exclamó furico levantándose de golpe — ¿no entiendes que eras solo un pasatiempo? — sus ojos estaban obscurecidos — ¡no te amo, ni ninguna idiotez ya entiendelo!

— Jungkook déjame enamorarte vamos se que te puedo dar todo — suplicó Yoongi ganándose un disgusto de parte del menor.

— ¡Qué no mierda álejate de mí! — exclamó Jungkook saliendo a prisa del bar dónde se conocieron meses atrás.

Cuál dejavú Yoongi lo siguió forcejeando a mitad de la calle ¿Cómo le haría ver que él era quién daría lo que fuere por hacerlo feliz?. Yoongi lo amaba, lo aceptó una noche en la cuál entre su soledad y el perfume de Jungkook entendió que ese chico lo raptó sin notarlo, lo tuvo desde el primer día.

— Fui tuyo desde aquel día en que te vi — dijo en un desesperado pedido Yoongi antes de encegarse.

— ¡No te amo, entiéndelo de una maldita vez! — exclamó Jungkook antes de girar sin ver que un automóvil cruzó la luz roja hacia su ser.

Un impacto bastó para derrumbar a un shokeado enamorado en plena vista de la pérdida de su amante.

No hubo rescates ni llantos que le devolvieran la vida, no se expresa en letras la manera en la cuál el sufrimiento absorbió a Yoongi, la luna recorría la lluvia que caía de esos ojos aún sin creerlo, sus palmas eran empapadas por ese carmín asesino.

— ¡Llamaré a los paramédicos! — oyó detrás suyo — aunque tal destino fatídico será imposible de evitar.

Yoongi giró y vio a Jimin segundos después desapareció cuál sombra de su vista, él indefenso ante su abierto corazón.

Los días siguieron y él comenzó a aislarse más, esperaba la llamada de Jungkook impaciente sabiendo que no oiría nunca más esa dulce voz, menos se quedaría mudo ante su falta de pudor y sus chistes. Su risa suave y sus gestos delicados. Su corazón ardía y su mente le jugaba pasadas malas. Estaba perdiendo la razón, volviéndose loco.

Pues su destino fue similar a la de Apolo persiguiendo a Dafne, perdiéndola en el camino, quedando en la aflicción de haberla perdido por sus propias manos.

Dedicado a mi bella Bloody_Angelic
Espero sinceramente que te haya gustado ❤

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