Capítulo 6
El polvo se introducía en su nariz cada vez que con mucha dificultad respiraba, la puerta estaba abierta. Sin embargo, no tenía fuerzas para levantarse de aquél lugar, sus pantalones estaban tirados a metros de él, sus piernas dolían y se encontraban asquerosamente húmedas. Su labio inferior y también su pómulo sangraban producto de la golpiza que aquél hombre le había dado antes de irse.
Se levantó a cómo pudo y entre tambaleos tomó su pantalón y se vistió saliendo de ahí entre pasos torpes. En su camino hacia la salida se encontró con Min Yoongi, que como siempre su rostro tenía un semblante enojado y Hoseok, su cara se veia roja y su nariz igualmente de tanto llorar, pero Jimin ya no estaba, ahora era Yoongi el que consolaba a Hobi.
Los ignoró completamente y siguió caminando entre sollozos, con su mente aún perdida, sin ninguna expresión en su rostro. Salió de aquella tienda y caminó sin rumbo, no tenía planeado dónde ir, hasta que en su vaga mente se le vino a sus recuerdos Jungkook. Caminó hacia su casa, quería verlo, quería sentirlo, quería que con sus manos borrara lo que aquél hombre había hecho con él.
Sus emociones revueltas ante la experiencia que había vivido, con terror de lo que vivió, él cómo era posible que todo había sido producto de su imaginación. Había visto a Jungkook tocando su cuerpo, haciéndolo suyo. Su cuerpo fue preso del mareo y la inconsciencia, había despertado nuevamente para ver al asqueroso hombre frente a él, sintiendo cada golpe en su cuerpo.
Entró a la casa y esta estaba vacía, no estaban las pertenencias de Jungkook, no había rastro de que él hubiera habitado en esa casa, todos los arreglos que ambos se dedicaron a hacer, todos los cambios en su casa no estaban. Solo estaba la misma casa aburrida, con las mismas posiciones aburridas de los muebles, como siempre habían estado.
—No, no, tú no.
Lágrimas resbalaron por sus mejillas, la casa por dentro estaba casi abandonada, la cama desarreglada, muy al contrario de a cómo la dejaron la mañana que salieron de ella.
—No Kookie.
Se lamentaba, sabía lo que estaba ocurriendo en él, sabía que nada de aquello era cierto.
Salió corriendo de aquél lugar, corrió sin rumbo dirigiéndose sin querer a las vías del tren. Pasó y se detuvo en el acantilado, con el corazón a mil, como aquella vez que corrió junto a Jungkook, que llegaron y ahí se dijeron tantas cosas que Tae sintió tan vívidas. Gritó formando un eco entre las montañas, su voz se escuchó a través del bosque e incluso se llegó a escuchar más allá donde empezaba la población.
—¡Tú tenías que ser real! —Volvió a gritar raspando su garganta —. No eras parte de mi imaginación, tú eras real —dijo con la voz ronca cayendo al piso agotado.
Ahora lo sabía, aquella mujer que le había contradicho hacerca de Jungkook, en realidad nunca existió, él nunca existió.
Se dejó caer al suelo, con tantas emociones en su interior, tantos sentimientos pero todos eran oscuros, ninguno venía de la mano con la felicidad. ¿Qué era la felicidad?
El jamás había experimentado tal cosa como esa, en toda su vida faltó ese concepto en él, todos sus días eran iguales, menos aquél día que se había involucrado con Jeon Jungkook
Jeon Jungkook…
¿Al menos existía ese nombre? ¿Al menos había alguien en el mundo que respondiera a él? Lloró y gritó hasta volver a raspar su garganta, hasta sentir que se quedaba sin voz, hasta que por falta de su propia conciencia dejó de pensar. Se quedó dormido, cerró sus ojos con la intención de nunca despertar jamás de aquella espantosa realidad, pero más bien, cayó nuevamente en la inconsciencia que los químicos le brindaban.
Ahí, en el frío piedrin de las vías del tren, como si de un perro callejero se tratase, como si de la peor escoria se tratase, tal vez sí lo era... ¿No había sido todo aquello que vivió producto de su imaginación? Quería creer que no era cierto, que él no había cometido ningún asesinato ¿Pero quién se lo aseguraba? ¿él mismo? ¿Cómo podría confiar en él mismo si su propia mente le jugaba en contra? Le dolió.
Su corazón, sintió que se quebraba cuando visualizó todos aquellos momentos hermosos que él creyó que habían sido los más felices de su vida, era como si se rieran en su propia cara
¿Que había hecho mal para merecer toda la porquería que había vivido? ¿En realidad si le había quitado la vida a aquella mujer?
Con un último aliento que deseó que fuera el último se perdió en su propia oscuridad, con el único deseo de jamás despertar...
†††
No quiso abrir sus ojos, escuchaba lo que pasaba a su al rededor, más no quería abrir los ojos y exponerse a las malas miradas a las que siempre tenía que aguantar. El olor de diferentes hiervas y cápsulas llegaron a sus fosas nasales, según todo el bullicio y las circunstancias del lugar, estaba en un hospital.
—Él es Kim Taehyung— dijo una voz femenina — 26 años, lo encontraron desmayado cerca de las vías del tren con altos signos de deshidratación y con signos de intoxicación, aún estamos en el proceso de ver qué era, el líquido le cubría alrededor de su boca, no va a ser tan difícil saber qué era.
—¿Doctora? —interrumpió otra voz.
—Dígame
—¿Él es Kim Taehyung? ¿El principe exiliado del reino?
Taehyung se abstuvo de cambiar su semblante a uno incómodo o triste, él jamás creyó que moriría siendo recordado como la persona más inhumana.
—Asi es.
—¡Ja! —escuchó la risa sarcástica de la mujer —. Deberían haberlo dejado botado en ese lugar, que se pudriera y que nadie lo haya sepultado. El mató a la duquesa, eso es imperdonable.
—Escúchame muy bien. Nosotras estamos aquí para atenderlo, no para juzgarlo, si eso fue cierto o no eso no es problema de nosotros. Ya demasiado tiene con el castigo que le dió su padre, el rey. No quiero volver a escuchar que hablan así de él ¿Entendido?
Las enfermeras asintieron, pues era un grupo de ellas que estaban haciendo el cambio de turno y recibiendo los expedientes de los enfermos.
Taehyung escuchó pasos acercarse rápido.
—Doctora, ya tenemos el diagnóstico de Kim ¿Se lo dejo en su oficina?
—No, léelo, así ya ellas sabrán que tratamiento darle.
—Está bien —dijo el chico —. Deshidratación, bajo peso por desnutrición y intoxicación por mercurio y más metales.
—¿Mercurio? ¿Por qué estaría intoxicado con mercurio? —escuchó que preguntaba la misma chica que deseó su muerte.
—Él trabajaba como sombrerero en una tienda en el centro, para hacer los sombreros usan el mercurio y más metales, eso es una bomba. Eso causa alucinaciones, insomnio, falta de apetito y un sinfín de malestares como migrañas, vómitos etcétera... —dijo la doctora con un tono de voz lastimero —. Denle tratamiento y cuando despierte me avisan. Cuando despierte alguien tendrá que decirle que no puede ni de chiste volver a trabajar en lo que hacía.
—¿Por qué?
—Porque a la siguiente vez que se exponga a esos químicos, morirá.
Los pasos se alejaron de él, y tan rápido como sintió que ya no estaban frente a él abrió los ojos. No contuvo las lágrimas, cayeron sin más y viéndose tapado con una sábana se acurrucó en ella llorando. Escuchó a su lado sollozos lastimeros. Quitó la tela de su rostro, observando a Hoseok en la camilla de al lado.
—Tú, no eres real ¿Quién eres?— Hoseok siguió llorando y en medio de su locura pudo reconocer esas lágrimas, esa emoción y la forma de acurrucarse. Abrió sus ojos sorprendidos, su labio temblaba —¿Eres yo? ¿Por qué?
—Tengo miedo— dijo el otro tapándose con una sábana, como él había hecho hace un momento.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres?
—¡Aléjate!— una voz furiosa apareciendo detrás de él —. Solo eres un estorbo, le haces daño a todos. No deberías existir, ya muérete de una vez y déjanos en paz. — las palabras de Yoongi dolían mucho, se alejó, una lágrima cayendo por su mejilla y el llanto de Hoseok intensificando cada vez más. Entonces lo entendió.
Eran él, sus emociones. Lo entendió, esa era la razón de sus faltas, por eso aparecían en momentos específicos, por eso solo aparecían cuando…
No, él nunca tuvo amigos. Y le dolió aún más saber que siempre estuvo sólo. Nada, absolutamente nada era real, el propio podía ser inexistente. Podría ser el único habitante del planeta tierra y todo a su alrededor sería producto de su imaginación. Se recostó en la camilla, dando la espalda a aquellos dos que bajo su sueño, desaparecieron.
Las horas pasaban y aún seguía haciendo que estaba dormido, en una ocasión escuchó como la misma enfermera le dijo a otra que ojalá y jamás despertara, le dolió saber que ese tipo de sentimientos despertaba en las personas.
—Doctora, él ya está mejor, ha sido completamente desintoxicado.
—¿Se le ha visto despierto?
—Asi es, muy pocas veces. Va al baño y regresa. No hace nada, solo duerme. Excepto por una vez que se le vió hablando a la camilla de enfrente.
—Es efecto del químico en su cuerpo, es normal, las alucinaciones durarán en irse, tal vez días, no importa que esté desintoxicado, llevará tiempo. Sigan teniendo a Kim en observación.
Escuchó entre dormido y despierto aquella rápida conversación de cambio de turno. En los momentos que se había quedado despierto solo escuchando lo que los otros hablaban, él se encontraba formando un plan. No quería quedarse ahí, quería regresar a su casa, no quería que lo curaran, no quería vivir, quería morir.
Pasó hasta la noche, ya los pacientes dormían igual que él en sus camillas, las enfermeras también ocupaban aquellas que se encontraban vacías para descansar. Fué ahí cuando despertó del todo. Abrió los ojos acostumbrando su visión a la poca iluminación, caminó de puntillas hacia la salida y se permitió respirar cuando ya estaba afuera, en el frío exterior.
Corrió, agradeció las horas de descanso, fueron dos días que le permitieron dormir y descansar, pero ciertamente aquello era todo lo contrario a lo que él quería. Llegó a la puerta de su casa y abrió adentrándose rápidamente para no ser descubierto. Se apoyó en la puerta y se permitió respirar y ver otra vez aquella casa vacía y sin sentido. Nada tenía sentido ya para él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro