Capitulo 5
—¿A quién espera joven?
Una anciana le preguntó a Tae, él estaba en una banca esperando al regreso de Jungkook, pero no sabía ni a cuál de todos los edificios observar, porque no había visto a cuál de todos ellos ingresó el pelinegro.
—A un amigo —respondió doliendo en su pecho decir aquello.
—Oh ¿Puedo sentarme?
Observó a la señora, su cabello blanco caía en cascada sobre sus hombros, una capucha en capa cubriendo su cuerpo, sus facciones con leves arrugas. Parecía una anciana bastante agradable.
—Claro que si.
La señora se veía extraña, como si no estuviera tan cuerda como aparentaba. Cerca de ellos pasaban la gente, y cuando los veían a ambos juntos se alejaban como si aquellos dos seres fueran la representación de la peste bubónica. Sintió pesar, delizandose un poco hacia el lado contrario de la señora, pues no quería que su cercanía le afectara a ella.
—Eres muy guapo jovencito— dijo sin más la mujer, tirando migas de pan al suelo.
Tae se extrañó, pues no había ni una sola paloma que alimentar.
—Muchas gracias
—Esa es mi favorita —señaló la anciana al suelo vacío —. Se llama Gertrude, es tan cariñosa.
—¿Quién? —preguntó Tae preocupándose por la anciana.
—La paloma ¿No la vez? Es tan majestuosa, tan libre.
Taehyung quiso levantarse del asiento y alejarse de aquella anciana extraña, pero agradeció que escuchó los pasos de Jungkook acercarse, observó como traía un bolso de lona en su espalda colgando de su hombro, él le sonrió al llegar hasta su lado.
—Listo, disculpa la demora ¿Nos vamos?
—Claro —dijo levantándose no sin antes voltear hacia la señora —. Adiós, tenga un lindo día.
Se quitó el sombrero en forma de respeto a la señora, se volteó dispuesto a caminar junto a Jungkook, pero las palabras que le dió a continuación aquella mujer lo dejaron sin palabras.
—No sean miedosos, no tengan miedo de ser quienes son, sean felices, ámense, quiéranse. Ámence... Quiéranse —la señora no dejó de repetir aquella dos palabras viendo a un punto fijo a la lejanía.
—G-gracias —dijo sin más Tae siendo jalado del brazo por Jungkook.
Caminaron sin hablar, de pronto empezó a brisar y Tae hizo amago de correr pero Jungkook lo jaló del brazo yendo en sentido contrario a donde de verdad tenían que ir, a casa.
—¿A dónde vamos? —preguntó Taehyung.
Jungkook no respondió, simplemente siguió trotando. Pasaron por puestos de negocios, por muchas casas hasta que el lugar empezó a verse desolado y las construcciones fueron reemplazadas por arbustos y árboles.
La brisa caía en sus rostro haciéndole picar por la velocidad en la que caían las gotas. Llegaron a los rieles del tren, Jungkook no dejó de trotar hasta que por fin llegaron a aquél lugar. Taehyung se detuvo apoyando sus manos en sus rodillas, el corazón le latía demasiado rápido y en sus pulmones no podía entrar más que aire caliente.
Se calmó y cuando lo hizo se permitió ver el paisaje, estaban en un acantilado, seguía lloviendo, ahora un poco más fuerte que antes. La vista era espectacular, las montañas y los frondosos árboles se veían abajo, la neblina acariciaba levemente la cima de las montañas y el clima nublado daba una vista muy invernal. Y le encantaba.
Recibió detrás de él el cuerpo de Jungkook, este lo abrazo por detrás y apoyó su cabeza en su hombro buscando más cercanía.
—¿Tae?
—Dime...
El mayor lo volteó hacia el quedando cara a cara, las gotas de agua corrían por el rostro de ambos. Jungkook juró jamás haber visto cosa más bella que el rostro de Tae empapado por las gotas de lluvia, Tae juró nunca haber estado en presencia de ser tan angelical como lo era Jungkook. El mayor se acercó lentamente a su rostro, tomó entre sus manos su barbilla y dejo un suave beso en ella, pronto sus labios se encontraron moviéndose sobre los contrarios que fueron correspondiendo a aquél beso romántico.
No, no era de aquellos besos que incitaban a la lujuria, no eran de aquellos que acaloran el cuerpo y como producto se desprendían de sus ropas. Aquél beso estaba cargado de muchos sentimientos, amor, miedo, temor, cariño, felicidad y tristeza. Todo en uno. Pronto sus labios se apartaron pero ambos corazones se encontraban latiendo en el mismo compás, los dos se sonrieron.
—Sé que es muy pronto —empezó a decir Jungkook —... Sé que ambos viviremos con el miedo a ser descubiertos, pero aún así estaría dispuestos a todo con tal de estar a tu lado Taehyung, no sé si para tí es difícil de creerlo, pero me he enamorado de tí y yo sé que no es algo pasajero, puedo sentirlo, aquí —dijo llevando la mano de Tae a su pecho, Tae quedó sin palabras y sus lágrimas eran camufladas por la lluvia —. Puedo sentir que mi corazón ya no me pertenece. Taehyung, te amo. Te amo como jamás podrás imaginarte. Te amo desde que entraste a trabajar a esa tienda, te amo desde que empecé a ver tu rutina, amo todo de tí.
Taehyung aparto lo húmedo de su cara y sorbiendo su nariz se abalanzó abrazando a Jungkook.
—Yo también te amo Kookie, jamás imaginé si quiera poder tener una oportunidad contigo, soy el hombre más feliz del mundo a tu lado.
Ambos sonrieron y entre besos y risas pasaron el resto del día. Ambos volvieron a casa en dónde después de comer, arreglar, poner a secar la ropa húmeda que había traído Jungkook y demás, se acomodaron en la chimenea ya casi de noche, cuando ya los grillos y los búhos en la noche cantaban, entregándose nuevamente el uno al otro, uniendo sus corazones en cuerpo y alma en aquella cama.
Así pasaron cinco días. Los mejores cinco días de la vida de ambos.
Taehyung jamás fue tan feliz como lo fue al lado de Jungkook. Por primera vez se sentía amado, por primera vez sentía que alguien muy a pesar de que ahora era considerado un asesino, lo quería. Ya no sentía la necesidad de esconderse, a Tae no le importaba tanto las miradas de las personas cuando salía con Jungkook a dar un paseo, ahora levantaba su cabeza, y no la bajaba aunque escuchara aquellas cosas terribles de él.
Tocaba trabajar, Jungkook anunció que iría un momento a visitar a su madre y eso le alegró muchísimo a Tae, al menos no se sentiría culpable de dejar solo a Jungkook sin hacer nada.
Mientras caminaba se preocupó ¿Qué le diría al viejo de Choi? El hombre le debía vacaciones, él no había descansado de trabajar por al menos casi cinco años, creyó que se merecía al menos un pequeño descanso de aquella pequeña fábrica de sombreros.
La puerta del negocio se abrió al momento que un cliente salió feliz luciendo uno de sus diseños, entró y vió el rostro para nada contento del hombre.
—Hasta que pareces, jovencito.
—Señor Choi, yo me tomé el atrevimiento de tomarme un descanso, me disculpo por eso.
—¿Te disculpas? —el viejo carajeó sin ganas.
El hombre rodeó los exhibidores pasando por el lado del chico, Tae se encogió ante la desagradable sensación que le daba su cercanía. Pero el hombre no se paró frente a él, dió vuelta al letrero que marcaba "abierto" dejando relucir el "cerrado" en letras grandes. Escuchó como el hombre bajaba los telones para cubrir las ventanas que daban a la calle quedando así el negocio casi a oscuras.
—Señor... c-creo que no es correcto que deje e-esperando a mis compañeros para tra...bajar. —dijo con miedo y nervios.
—¿Compañeros? a ellos no les importas, tú no existes para ellos, ellos no existen para tí, ellos no están aquí para ayudarte. Además... —dijo el hombre susurrando en su oído — ya faltaste cinco días, uno más no hace la diferencia...
—¿D-de qué ha-abla?
El hombre lo agarro y lo arrastró hasta un pequeño cuarto en dónde guardaban algunos materiales, Tae lo aruño y golpeó su brazo, quiso soltarse y salir de ahí, pero la fuerza del hombre era mucho más que la suya.
Lo aventó hacia el interior del cuarto y cerró la puerta sin éxito, porque la misma rebotó en el marco y se volvió a abrir dejando ver el pasillo y parte de su área de trabajo. Taehyung se escabulló en un rincón del cuarto llorando, pues se podía imaginar lo que aquel desgraciado quería, las intenciones que tenía no eran para nada buenas.
—Ahora si, otra oportunidad....
—Por favor déjeme ir, no le diré a nadie de esto. Déjeme ir por favor —suplicó de rodillas, pero la mirada en ese hombre le decía que tenía planeado algo muy a lo contrario.
—Esa posición es perfecta…
El hombre sacó de su pantalón una navaja de color rojo con botones dorados y una "C" que representaba su asqueroso apellido en ella. Taehyung ahí entendió, que si quería salir vivo de ese lugar, tenía que hacer lo que ese hombre quería.
Cerró los ojos con fuerza mientras temblaba y el sabor salado de sus lágrimas llegaban a su boca, cerró los ojos imaginando que no estaba ahí, imaginando que nada de eso le estaba pasando, visualizando a si mismo en cualquier otra parte menos ahí. Teniendo en su mente una única imagen, un único rostro, unos únicos labios. Jeon Jungkook.
—¡Déjame ir!
Tae gritó, más no iba a ser escuchado, al menos a las personas que escuchaban aquellos no le interesaban la situación. El hombre agarro un trapo que tenía en un estante, al agarrarlo gotas caían de un liquido oscuro caían de él.
Choi con rapidez se abalanzó sobre Tae y puso el trapo sobre su nariz y boca, inmediatamente todo su mundo colapsó, pintando una realidad muy distinta, de pronto todo se veía diferente, se sentía diferente y sus sentidos empezaron a relajarse. Su cuerpo respondía ante los estímulos de las manos ajenas.
Sintió unas manos suaves tocar su cuerpo, empezó a excitarse al ver el rostro de Jungkook cerca del suyo, sus pantalones desaparecieron de un jalón. El pelinegro lamía su cuello y adentrándose en su interior de una sola estocada que le hizo gemir. El mayor chocaba su pelvis en su trasero, brindándole por mucho la mejor sensación de todas, quería más, mucho más, su cabello fue sujetado, obligándolo a arquear su espalda y las embestidas rapidas y duras no se hicieron esperar.
—Kookie…
La voz era la misma, sus besos se sentía húmedos y rudos y su cuerpo empezó a ceder a los toques. Sin embargo, ¿Por qué lo último que vió antes de desmayarse fue a Hoseok llorando, con su cabeza entre las rodillas en un rincón fuera de aquél cuarto, y a Jimin consolándolo mientras él también lloraba a su lado?
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