Fallen Angel
[T a e h y u n g]
Corre.
O van a atraparte.
Asustado.
¿Dónde me oculto?
Herido.
Desesperado.
—Hyung?
—Tae...
Escuché pasos detrás de mí y mi corazón se aceleró así como mi respiración, estaba a punto de llorar cuando mi teléfono fue arrebatado.
—Hyung hyung —mis ojos se iluminaron al reconocer esa burlona voz —, eres un llorón ¿qué parte de "no te separes" no entendiste? Idiota.
—¡Kookie! ¡Yo también me alegro de que estés aquí!
Me ayudó a levantarme y una vez logré ponerme de pie me cargo en su espalda, era uno de esos momentos en los que te das cuenta que los ángeles sí existen, el mío vestía casi siempre de negro, me llamaba idiota pero era el mejor de todos porque siempre estaba ahí para mí, para ayudarme, para encontrarme.
—Eres un milagro. —me aferré más a su cuello y éste no hizo nada más que rodar los ojos.
—Estás agonizando Tae, anda ya, vamos a curarte esa pierna.
***
—Taehyung... ¡Taehyung!
—Eh?
—¿Estás escuchando sí quiera? —Parpadee un par de veces encontrándome con Jin preocupado por la herida en mi pierna —¿Cómo te pasó esto?
Culpable.
—Quedé atrapado en medio de una pelea...
Cobarde.
—Esos rebeldes cada vez son más como animales, ten más cuidado con toparte con ellos, eres como mi hermano menor y voy a preocuparme si te sucede algo.
Cada vez que miraba a Jin con esa preocupación intacta en su rostro me sentía mal y con cada cuidado que me prestaba, me sentía peor. La culpa me pesaba, pesaba tanto que me daban ganas de romper a llorar frente a él por ser tan cobarde y no contarle todo.
Miedo. Sí, tenía miedo al rechazo, al odio y a que no quisiera estar cerca de mí nunca más.
—Odio a esos rebeldes.
—Perdóneme Hyung. —las lágrimas no aguantaron más y lloré, lloré como si alguien hubiese muerto
—Ya ya ¿por qué?
Por ser uno de esos rebeldes a los que tanto odias, por aprovecharme de tu confianza, por querer devolverte todo lo que has hecho por mí de una forma que quizás no es la indicada... y porque no me arrepiento de nada.
—Por preocuparte.
***
A duras penas lograba concentrarme en la Universidad, tenía sueño, hambre y en cuanto puse un pie dentro de la institución ya estaba pensando seriamente en volver a mi casa.
—Sí, recordé que mi pierna me duele... —No había dado ni media vuelta cuando alguien me tomó del brazo arrastrándome directamente hacia el infierno.
—Tienes que asistir a clases delincuente.
—Lo dice quién falta más de dos semanas y luego se presenta como si nada —caminé molesto y el "conejito" como las chicas solían llamarlo sólo sonrió. —, además estoy herido.
—Recibiste un mal tiro no es como que se te vaya a caer la pierna.
Mi ángel caído me llevo directo a la sala de tortura donde tomaría mis clases y luego se dirigió a la suya, cómo siempre otro día agitado y aburrido, cuando asistía a secundaria los salones de clases eran ruidosos pero más vivos, ahora la mayoría permanencia callado en su lugar y eso era algo que yo sabía que Jeon no podía soportar más de dos horas. Nuestras clases estaban una frente a la otra y cuando se escuchaba el sonido de la puerta al cerrar desviaba mi mirada hacia la ventana para ver como Jungkook saltaba el muro que nos separaba de la libertad con facilidad y se marchaba.
Ambos teníamos cosas más importantes que hacer en lugar de tomar clases así que durante el receso no lo pensé dos veces, me cambié la ropa, escondí mi mochila en mi lugar secreto y metí el uniforme en un cesto de basura para luego escapar de ahí.
***
—NamJoon es un idiota, se supone que debía sacarlos de ahí no hacerles compañía.
Estaba enojado, Min Yoon Gi estaba enojado ¡Espera! Siempre está enojado.
—¿Entonces que procede? —me deje caer en el viejo sofá que estaba más repleto de polvo que un desierto mientras dejábamos que "Genius Min Suga" nos diera una solución rápida.
—El otro día revisé las coordenadas de los botones en la camiseta de NamJoon y resultó ser un vecindario, no el hospital.
Jungkook se sentó a mi lado mientras tomaba uno de esos cartoncitos de leche de sabor que lo hacían ver como el niño que debería ser.
—Ya, Taehyung, ¿no has descubierto nada?
—Escuché de mi Hyung que habían atrapado a alguien con cabello púrpura.
—Debe ser él, ¿cuantos andan por ahí con ese rídiculo color en la cabeza?
—Habla quién una vez se tiñó de verde.
Jungkook me susurró y empezamos a reír como locos mientras Suga nos ignoraba haciendo quién sabe que cosas en la computadora, probablemente sí era Namjoon, quizá no, había demasiados hospitales en Seúl y en toda Corea del Sur. Estábamos acomodando las cosas que habíamos tomado —robado— de las enfermerías de la Universidad como vendas y analgésicos cuando Suga nos llamó con rapidez.
—Niños.
—Tsk.—gruñó Jungkook. Odiaba que le dijeran niño.
—Taehyung ayudarás a Jungkook, somos nosotros tres y necesitamos sacarlos de donde quiera que estén rápido.
—Bien, ¿cuál es el plan?
Cómo siempre Jungkook era el más entusiasmado, era un adolescente todavía pero era más ágil y audaz que cualquiera de nosotros, Yoon Gi nos dió un carnet de identidad nueva, vacío de cualquier tipo de delincuencia, lleno de buenas calificaciones en los karnets escolares así como una apariencia de jóvenes bien portados. Yoon Gi le entregó a Jungkook su propia arma, se emocionó y yo tampoco me quedaba atrás.
—Operación conejo.
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