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"Una Última Oportunidad" CAP 7

Desde que se descubrió el último boleto dorado, todo fue un caos total en el mundo, pues faltaban tan solo un par de días para que el famoso concurso acabará, al igual como cuando inicio, la gente comenzó a arrasar por completo con las barras Wonka, desde hace un tiempo el concurso se había calmado un poco, pero ahora la gente estaba mucho más paranoica con esto, El pequeño Mackenzie recuerda ver cómo la gente se hacía bola en la tienda del padre de su amiga Bluey con el único fin de conseguir una sola barra del tan codiciado chocolate.

Prácticamente las tiendas volvían a estar vacías con el tema de las barras de Chocolate Wonka, incluso había carteles anunciando a sus clientes que no había ningún chocolate en sus tiendas.

Esto llegó ha tal punto de que cada día salian Noticias de como alguien había intentado falsificar el último boleto dorado.

En Rusia, del mismo país que era la segunda ganadora del boleto dorado, un hombre intento falsificar un boleto dorado, que intento hacerlo pasar por verdadero.

En Australia hubo otro intento de falsificación del último boleto dorado, llegó a tal grado de que llegó a salir en las noticias del mencionado país, pensando que se trataba del verdero boleto dorado, pero al final se descubrió la verdad.

En el país de México, una mujer afirmaba el tener el último boleto dorado, y a decir verdad, parecía tan real a simple vista, casi se podría decir que era una copia exacta de los originales, esto llegó ha tal grado de que la mujer intento vender el aquel falso boleto dorado por un millón de dólares, por suerte para todos, su mentira fue descubierta a tiempo.

Vamos, que hasta un famoso embajador había sido secuestrado por un grupo de delincuentes y en lugar de pedir dinero, joyas, oro o algo de valor, exigían barras de Chocolate Wonka por montón! A ese grado había llegado el mundo.

Por su parte, en la ciudad de Mackenzie había caído una fuerte tormenta de nieve, en donde el vivía se caracterizaba por ser un lugar frioz incluso hasta en verano hacia el suficiente frío como para ponerse a un que sea un suéter.

Pero está vez fue diferente, la tormenta fue bastante fuerte y duro un total de dos días, lo cual causo que las escuelas y algunos eventos fueran suspendidos, si bien cualquier niño en.una situación normal se alegraría por no ir al colegio y estar todo el dia en casa, el pobre de Mackenzie no podía ver el lado bueno de esto, pues el hecho de no poder salir significaba que no podría salir a trabajar para ganar dinero y ayudar a su familia.

Nadie estaba tan loco como para salir con el inmenso frío que hacía haya afuera durante esos dos días.

Sin embargo, su madre si tenía sus salir a trabajar, y durante esos dos días el pequeño Mackenzie siempre están angustiado y preocupado por su madre, no quisiera que se enfermara o que algo peor pasará, el frío se puso tan intenso que apenas si la pequeña chimenea de la casa podía mantener la pequeña casa caliente.

El joven Mackenzie se encontraba en su casa solo con sus abuelos, los cuales ya se habían dormido hace un tiempo, la vejes sin duda a ellos les había pegado muy fuerte.

El Border Collins se encontraba sentado en la mesa de su cocina, jugando con los poco juguetes que tenía, para ser exactos eran 4 en total.

El primero era un pequeño elefante de madera que su padre le había regalado en su cumpleaños número 5, según su padre había sido hecho en el pais de "Alemania", era de un color gris ligeramente oscuro y tenía dos puntos negros como ojos, para mala suerte de el, el pequeño juguete se encontraba un poco gastos por el paso del tiempo.

El segundo juguete que tenía era una pelota de plástico resistente de color azul, fue un regalo de parte de su abuelo Joe y su abuelo George, se lo dieron como regalo de cumpleaños cuando cumplí 7 años, era una pelota muy bonita y llamativas, está des completamente hueca, es decir, no tenía aire dentro, sin embargo, esa pelota rebotaba como ninguna otra, por lo que el pequeño tenía que tener cuidado al momento de jugar con ella su hogar.

Su tercer juguete fue un tanto curioso, pues fue un regalo de navidad por parte de sus abuelas, Josephine y Georgina.

Esta era una cajita musical en forma de un corazón rojo brillante, y detrás de ella tenía una cuerda la cual podía girar hacia la derecha, pero lo interesante estaba cuando le dabas vuelta, una vez terminabas de darle cuerda del todo, se abría una tapa de dónde salían dos bailarines, uno era una bailarina y el otro era lo que parecía ser un pequeño soldadito, ambos giraban al son de la canción del "cascanueces".

El cuarto si bien no era un juguete, Mackenzie lo consideraba como tal, pues lo usaba para entretenerse, pesos aque en su mayoría no entendía del todo de que trataba, y era un libro que su madre le había regalado, era un libro de color verder opaco y aquel lindo hablaba sobre la tecnología, cosas como computadoras, celulares, televisiones y de más aparatos tecnológicos, cosas que para ser sinceros, el pequeño Mackenzie no entendía del todo, pero al menos se entretenía imaginando las formas en qué funcionaban todos aquellos aparatos tecnológicos.

Mackenzie se dio cuenta de que su madre ya había tardado mucho en volver, normalmente ella saldría a las 8:30 de la noche, pero ya eran las 9, lo cual empezó a preocupar al Border Collins, su madre no le aviso que haría horas extrañas o algo a si.

Mackenzie sabía que no podía quedarse de brazos cruzados, su madre no volvía y eso lo era normal.

El pequeño Border Collins tomo su viejo y gastado suéter, el cual ya tenía unos cuantos parches y se lo puso, para después ponerse su bufanda de color rojo, junto con los guantes de color azul que le había hecho su amiga Bluey, para al final ponerse aquella vieja boina que su abuelo Joe le regaló hace un par de años.

Una vez listo para enfrentar el frío, Mackenzie salió de su casa con mucho cuidado y sin hacer mucho ruido, pues no quería que sus abuelos se despertarán y se preocuparan.

Una vez fuera de su hogar, este emprendió camino hacia el trabajo de su madre, el cual era en aquella fábrica de pasta dental.

Normalmente Mackenzie no solía salir de noche, pues su madre y sus abuelos siempre le habían dicho que era peligroso el salir a altas horas de la noche, sin embargo, el ya lo había hecho un par de veces.

La primera vez que se salió a buscar a su madre de esta forma, fue hace un año, a un que no fue a altas horas de la noche, si no que cuando salió del colegio, pues su padre había fallecido recientemente en ese momento y se sentía tan mal y necesitaba a su madre.

El recuerda como fue que logro entrar  dentro de la fábrica, sin que nadie lo viera y llegar hasta su madre, la cual estaba sola en el cuarto de lavandería limpiando el montón de uniformes sucios de los trabajadores de aquella fabrica.

Aquella vez su madre se extraño por verlo ahí, incluso penso en regañarlo por lo que había hecho, pero esa idea se esfumó de su cabeza cuando su hijo se lanzó a abrazarla entre lágrimas, sollozando a más no poder por la perdida de su padre, ella no pudo hacer otra cosa que consolar a su hijo, a si que acepto que el se quedará con el, pues al fin y al cabo, ella siempre se la pasaba sola en aquel cuerto, nadie entraba ahí y no tenía ningún tipo de vigilancia, a si que nadie se daría cuenta de que su hijo estaba ahí, a si que dejó que se quedara ahí lo que quedaba de tiempo.

Pero está vez era diferente, era de noche, y si bien la ciudad de Mackenzie estaban bien alumbrada, no podía evitar sentir cierta inseguridad al caminar por las calles y ver cómo la penumbra cubria casi por completo los callejones de la ciudad, uno nunca sabía que podía haber en esos oscuros sitios.

Pese a eso, el pequeño siguió caminado hacia el trabajo de su madre, viendo solo las casas y tiendas cerradas mientras caminaba.

Cómo era de costumbre, Mackenzie gustaba de pasar por la fábrica de Willy Wonka, en verdad le sorprendía que pese a ser de noche, a un aquella fabrica seguía desplegando aquel dulce aroma a chocolate, era una delicia total el poder olerlo.

Mackenzie se quedó de ahí admirando por uno minutos la gran fabrica, cuando se empezó a sentir observado.

Se sentía raro y ese sentimiento se aumento más sabiendo que estaba solo y de noche, a si que dicidio el continuar con su camino.

Dio una cuantos pasos, a un viendo la fábrica, cuando sin querer y sin ver por dónde iba, Mackenzie choco con alguien.

Mackenzie: Hou! Yo lo siento.

Mackenzie se disculpo, para después alzar la mirada y ver a aquella peculiar mujer.

Era un perro de la raza "Cocker Inglés " era algo alta y bastante esbelta, su pelaje era de un color naranjoso y sus orejas eran de color blanco.

Pero eso no fue lo que más llamo la atención del pequeño Mackenzie, si no la forma en la que iba vestida.

Pues tenía un largo vestido de color negro, pero era uno de esos viejos vestidos que se usaron durante los años 30, tenía diseños de encaje de color Blanco que los hacía resaltar, no solo eso, también aquella mujer tenia en sus manos y casi brazos, unos largos guantes de color blanco, los cuales llegaban hasta sus codos.

Aquella mujer le mostró una gran sonrisa mostrando sus dientes, sin embargo, se dio cuenta de que algo estaba mal, pues en sus dientes había cierto tono de color azul.

Mackenzie: (Una bruja...)

Pensó el pequeño Mackenzie al ver a aquella mujer, como su mirada se quedaba clavada en el, era como una serpiente asechando a un pequeño e indefenso raton.

Bruja: Ho! Que lindo Border Collins! Dime niño, que haces tan solo de noche?

El tono de voz de esa "Cocker Inglés" era sumamente inquietante e incómodo, lo cual hizo recorrer un escalofrío en todo el cuerpo del Border Collins.

Mackenzie: He... N-no! No estoy del todo solo! Voy con mi mamá!

Dijo Mackenzie tratando de mantener la calma y no caer ante el miedo.

Bruja: Ningún niño debería de estar tan solo en la noche... Es muy peligroso...

De nuevo ella mostró sus dientes y a un tenían ese ligero toque azulado, era algo que le parecía algo asqueroso a Mackenzie.

Bruja: Mira esto pequeño...

En eso, de uno de los largos guantes de la mujer, comenzó a salir una pequeña serpiente, era verde y escamosa, la serpiente se enrrollaba al rededor del brazo de ella hasta llegar a su mano.

Bruja: La quieres...?

Pregunto la Cocker al Border Collins, a un con ese macabro tomo de voz.

Mackenzie no la penal dos veces y salio corriendo de ahi, corrió y corrió a más no poder y sin mirar atrás, temía que aquella tétrica Cocker la siguiera o algo a si.

Después de correr como un rayo por un rato, por fin llegó a aquella lubre y fría fábrica de pasta de dientes.

Mackenzie: Eso estuvo cerca...

Exclamó Mackenzie aliviado.

Mackenzie por suerte ya tenía idea de como entrar, fue hasta la parte de atrás de la fábrica, en donde había una malla de unos dos metros aproximadamente, pero tenía un truco, y era el hecho de que una de las mallas estaba rota, por lo que se podía pasar por ahí sin ningún problema, Además, la vigilancia de ese lugar era terrible, por lo que nadie se daría cuenta de que el había entrado sin permiso alguno.

Una vez ya dentro de la fábrica, se escabulló entre ella, en donde fue en dirección hasta el cuarto donde sabía que estaba su madre.

Mackenzie llegó al cuarto y con cuidado abrió el puerta para entrar, pues no quería asustarla.

Mackenzie: Mamá...?

Esa voz, esa voz aquella mujer la conocía y sabía de quién se trataba.

M. De Mackenzie: Mackenzie...? Eres tu?

Ella se dio la vuelta y pudo ver a su hijo asomándose por la puerta.

M. De Mackenzie: Que haces aquí? Entra antes que alguien te vea!

Ordenó la madre a su hijo, a lo que Mackenzie hizo caso, cerrando la puerta con cuidado con el fin de no hacer ruido.

Mackenzie: Perdón mamá, quería venir a verte.

M. De Mackenzie: Es muy noche hijo! Sabes que no debes estar a altas horas de la noche, además, y tus abuelos?

Mackenzie: Ellos están bien, tranquila, los deje durmiendo... Pero, me preocupé por ti.

En esta situacion, normalmente regalaría a su hijo por no hacerle caso, pero entendía a su hijo, además ella tampoco le había avisado a su hijo que se quedaría horas extras.

M. De Mackenzie: Hijo... Perdón, debí decirte que me quedaría horas extras aquí, a un que... Ya no tardo en salir, que te parece si te quedas a ayudarme con lo último? A si termino mas rápido.

Mackenzie: Claro!

Mackenzie estaba feliz de ayudar a su madre siempre, pero está vez mucho más ya que eso haría que ella y el se fueran más rápido a casa.

Después de un rato, la hora de salida de la madre de Mackenzie había llegado, el cual se supo gracias a una pequeña campanita que sonó al momento de haber marcado la hora.

La madre del pequeño dejo de lado aquella canasta de ropa limpia y se dirigió hacia un pequeño casillero, en donde tenía su viejo bolso de mano, y saco una pequeña ficha, que puso en su chacador de horario, dando por concluido el trabajo de aquella madre de familia.

M. De Mackenzie: Vámonos cariño...

Dijo su madre quien lo tomo de la mano, para después salir de aquel cuarto.

La madre del pequeño no quería que nadie se diera cuenta de que su hijo había venido a verla, a si que opto por salir de manera discreta por la parte trasera de la fábrica.

Por suerte para ella, tuvo éxito al salir de la fábrica, a si que una vez fuera empezaron su camino hacia su hogar.

Después de un tiempo de caminar los dos, ambos llegarom a su humilde hogar, ambos entraron con cuidado a su hogar y no causar ningún ruido, la madre de Mackenzie le ordenó que fuera haber como estaban su abuelos.

El pequeño hizo caso y fue haber como estaban sus abuelos, por suerte todo bien, y como sabía esto? Fácil! Pues ambos ancianos roncaban a mas no poder, dando a entender que los cuatro estaban en un sueño profundo y plácido.

M. De Mackenzie: Me daré una ducha rápida cariño, cuida a tus abuelos si?

Mackenzie: Claro que sí mamá!

La madre del pequeño fuenen dirección hacia el baño de la casa para darse una buena ducha.

Mientras tanto Mackenzie volvió a entrar al cuarto de sus abuelos, entro con cuidado con el fin de no despertarlos, a un que en realidad, si tenía planeado despertar a uno.

El pequeño se acercó con cuidado a su abuela Georgina, pues quería contarle lo sucedido.

Mackenzie: Abuela Georgina...

Dijo Mackenzie en voz baja mientras movía un poco a su abuela.

Abuela Georgina: He? Ho! Mi pequeño Mackenzie, ya es de día? Que hay de desayuno?

Mackenzie: Jejeje no pasa nada abuela, pero todavía no es de día, pero te tengo que contar algo.

Abuela Georgina: Ho, y que es mi pequeño?

Pregunto su abuela con curiosidad a su nieto.

Mackenzie: Bueno, hace un rato salí a la calle, y comencé a caminar y que crees que me tope? A una bruja!

Abuela Georgina: Una bruja! no puede ser cierto?! Estás bien? Te hizo algo?

Mackenzie: Tranquila, estoy bien, logré dejarla atrás, tu tranquila, todo gracias a tus advertencias.

Abuela Georgina: Esas malditas brujas se hacen pasar por mujeres! Un día de estos, todas van a caer!

Dijo la abuela Georgina en un tono de molestia.

Mackenzie: Ok, tu tranquila abuela Georgina, tu vuelve a dormir ok?

La abuela Georgina hizo caso a Mackenzie, y en cuestión de segundos se volvió a quedar dormida tranquilamente.

Mackenzie: Buenas noches abuela Georgina...

Dijo Mackenzie para después darle un beso de buenas noches a su abuela en la mejilla.

Después de eso, el pequeño Border Collins fue hacia la cocina, pues a un tenía que recoger todo lo que había dejado en la mesa en lo que su madre se daba una ducha.

Una vez que guardo todo, fue hasta su habitación y se quitó la ropa y se puso su vieja, pero cómoda muy cómoda pijama.

A pesar de ser bastante noche, a un el pequeño Border Collins no tenía del todo el sueño, normalmente el se duerme temprano, pero ahora había hecho una pequeña excepción.

Mackenzie noto que sobre su escritorio estaba aquella libreta que le habían regalado hace años, en donde escribia las historias que le contaban, a si que pensó en algo...

Puedo que no tuviera un boleto Dorado para poder entrar a la fábrica y conocer al famoso "Willy Wonka", pero recordó algo... Por qué no enviarle una carta compartiendo su ideas?

Su Abuelo Joe le contó que en sus inicios, el señor Wonka recibía cartas de todos los niños del mundo, en donde contaban todas su ideas para muebles dulces, pero desde que la fábrica cerro y volvió a abrir, nadie nunca le habían enviado una carta, ni una sola!

Mackenzie se sentó en su escritorio, tomo su lápiz y abrió su libreta en una hoja en blanco para proceder a escribir su carta.

"Una De Mackenzie Bucket"

"Querido señor Wonka, yo sé que usted es un hombre muy ocupado!"

"Y estoy seguro de que debe de estar atendiendo otros asuntos en su Fábrica"

"Estoy escribiendo está carta por mi familia, por qué la verdad, no hay algo que en realidad yo necesite"

"Pero estoy seguro de que el tiempo que le tome en leer está carta, será uno bien invertido"

"Por qué hice una lista de cosas que tal vez usted pueda inventar, estoy seguro que le gustarán!"

M. De Mackenzie: Que haces cariño?

Pregunto su madre mientras se asomaba por la muerte de su hijo.

Mackenzie: Solo terminó una pequeña tarea mamá, tu tranquila.

Dijo Mackenzie a su madre, mientras le daba una sonrisa.

M. De Mackenzie: Es es mi pequeño, bueno, no te desveles mucho ok?

Mackenzie: claro que no mamá!

"Para mi mamá que siempre está de pie trabajando, por favor, concedame este deseo"

"Para mantener su viejos y gastados zapatos, Quisiera para ella unos lindos cordones de regalos!"

"Para la abuela Josephine he escrito una receta especial para ella"

"Para que pueda crear unos molares hechos de mazapán, para cuándo pierde sus dientes"

M. De Mackenzie: Por cierto cariño, ya te lavastes tus dientes?

Pregunto su madre, quien volvió a asomarse a la habitación de su hijo.

Mackenzie: Claro que sí mamá! Mira!

Dijo Mackenzie mientras volteaba a ver a su madre y le mlstatab sus dientes con una sonrisa.

M. De Mackenzie: Jejeje ok mi niño, recuerda no dormirte tarde ok?

Dijo su madre mientras se volvía a retirar de la habitación de su hijo, a lo que Mackenzie decidió continuar con su carta.

"Cuando era más pequeño de lo que soy ahora, recuerdo que mi papá, junto con mi mamá me saco afuera para conocer la nieve por primera vez"

"Recuerdo como mamá y papá sacaban sus lenguas, y dejando caer los copos de nieve que caian del cielo sobre ellas, en ese momento vi a mi madre tan feliz como nunca en la vida"

"Para ella me gustaría que invitará copoz de nuevo de azúcar que cayeran del cielo, con una brisa dulce y suave, y a si verla feliz como yo siempre quisiera verla..."

"Ho! Y para el abuelo George y la abuela Georgina, es algo que no se encuentra a un en alguna tienda"

"Para ellos quisiera unas almohadas hechas completamente de malvaviscos, a si ellos ya no roncarian más en la noche"

"Para el abuelo Joe que casi tiene 100 años, quisiera unas bromas en forma de gomitas ya que el ama mucho reír"

"Ho! Y por último, también quisiera algo para mí mejor amiga, Bluey, a ella le gustan mucho las manzanas acarameladas"

"Pero a veces solo se come el caramelo, sería bueno que hiciera una manzana de caramelo, pero que fuera solo caramelo para ella"

"Y... Creo que ya pensé en todo para que usted le de su toque especial"

"Y si no es mucho pedir, podría usted mismo entregarlos, a si podremos preguntarle cómo está usted en tamos años"

"Y bueno! También me gustaría una de sus barras de chocolate, a si podría compartirla con usted"

"Firma Mackenzie Bucket: Inventor "

Una vez que Mackenzie termino de escribir su carta, este la doblo para poder ponerla en un sobre, a si que hizo uno con otra hoja de su cuaderno, una vez termino de hacer el sobre, metió la carta en el y la cerro con un poco de sinta adhesiva.

Mackenzie puso la dirección y su nombre en la carta, al igual para quien iba destinada, una vez hecho esto, sabía que faltaba la estampilla, por suerte tenía unas cuantas que su abuelo Joe le había regalado, a si que tomo una y la pego en la carta, la cual estaba lista.

Mackenzie tomo su carta y la guardo en su vieja y gastada mochila, lista para ser entregada al día siguiente.

Una vez ya todo hecho, el pequeño Mackenzie se recostó en su cama y se cubrió con sus viejas sábanas.

M. De Mackenzie: Ya te vas a dormir cariño?

Mackenzie: Dijistes que no tan tarde jejeje.

M. De Mackenzie: Dejame te arropó.

Su madre se acercó a su cama y lo comenzó a arropar, una vez ya todo listo, su madre le dio un beso de buenas y apago las luces de su cuarto mientras salía.

En cuestión de segundos, Mackenzie cayó ante el sueño...

Al día siguiente.

Al día siguiente todo fue "normal" para Mackenzie, fue a la escuela, puso su carta para el señor "Wonka" en uno los buzones de la ciudad, con la esperanza de que fuera entregada.

Mackenzie después de la escuela hizo sus respectivos trabajos, entregar el periódico de la señorita Calypso y después de eso ir a quitar la nieve, a un que no había mucho que quitar ese día.

Una vez que terminó todo aquello fue en dirección hacia su hogar, pues todavía tenía que cuidar a sus abuelos, una vez que llegó a su hogar, este entro a su casa, en donde se topo con la sorpresa de que sus abuelos dormidos, con excepción de su abuelo.

Mackenzie: Abuelos?

Pregunto Mackenzie mientras entraba a la habitación de sus abuelos.

Abuelo Joe: Ho! Mi pequeño Mackenzie! Por fin volviste!

Dijo con alegría mientras el anciano perro extendía sus brazos para recibir un abrazo de us nieto, a lo que Mackenzie con gusto correspondio.

Mackenzie: Como has estado? Todo bien?

Abuelo Joe: Todo bien, tu madre se fue a trabajar, y nos quedamos aquí, todos están dormidos menos yo jejeje.

Mackenzie: Jejeje ya lo veo, y veo que la abuela Georgina y el abuelo George están roncando.

Abuelo Joe: Y vaya que roncan!

Mackenzie: Jejeje si, pero uno se acostumbra, por cierto, que vez en la Televisión?

Pregunto Mackenzie a su abuelo al ver que la televisión estaba encendida.

Abuelo Joe: Son las noticias, sabes que no me gusta mucho la televisión, estaba viendo que volvieron a descubrir otro boleto dorado falso, ahora en Irlanda.

Mackenzie: Bueno, queda el último, todos están tras el...

El abuelo Joe tenía una idea, una última oportunidad para Mackenzie...

Abuelo Joe: Mi pequeño, te voy a dar algo.

Mackenzie: He? Y que es abuelo?

Pregunto Mackenzie con su curiosidad.

El abuelo Joe se levantó un poco y levantó su almohada, de dónde saco una vieja y muy gastada billetera, se veía que tenía muchos, pero muchos años!

La abrió con cuidado y de ahí saco una reluciente y brillante moneda.

Abuelo Joe: Esto es mi tesoro más valioso mi niño... Es una moneda de un dólar!

Dijo mientras sostenia la menda con sus viejos dedos.

Mackenzie: Wow! Es muy bonita abuelo!

Abuelo Joe: Lo se, y quiero darte la, todavía tenemos una oportunidad mi pequeño, tengo fe que el Boleto Dorado sera nuestro.

Mackenzie: Espera! Quieres darme la? A mí?

Dijo algo incrédulo Mackenzie a su abuelo.

Abuelo Joe: Claro que sí!

Mackenzie: Pero... Estás seguro?

Abuelo Joe: Claro que sí, no hay nadie más en este mundo aquien quisiera dársela, más que a ti mi pequeño!

Su abuelo le tomo la mano te le entrego la moneda con una sonrisa en su rostro.

Abuelo Joe: Ve a la tienda más cercana, no importa cuál sea y compra la primera barra de Chocolate "Wonka" que veas, traela a casa y la abrieremos juntos.

Mackenzie: Estás seguro de que quieres darme la para eso abuelo?

Abuelo Joe: Claro! Nunca he estadoas seguro en mi vida! Anda! Ve! Te espero! A un que tampoco es como que me pueda ir de aquí jejeje.

Mackenzie: Ok abuelo! Regreso en un rato.

Dijo Mackenzie sumamente emocionado, mientras se ponía su bufanda, gorros y guantes para salir.

Abuelo Joe: Es un niño muy bueno...

Dijo aquel viejo perro mientras miraba como su luego salía de la casa y cerraba la puerta.

Abuelo Joe: Uno muy bueno...

El abuelo cerro sus ojos, y para el fueron cuestión de segundos, pues su nieto había por fin regresado.

Mackenzie: Ya la tengo abuelo.

Abuelo Joe: He? Ho! Genial!

Dijo el abuelo Joe, quien tomo la barra de chocolate Wonka, la cual tenía un envoltorio de color azul, con la letras "Wonka" de color dorado, el chocolate era de color blanco con trozos de galletas crujientes.

Abuelo: Que lado a abrimos primero?

Mackenzie: He... No se! Es difícil decidir! Que tal si tu la abres primero?

Abuelo Joe: Mmm está bien, ahí vamos!

El abuelo Joe rompió la primera envoltura del chocolate, dejando solo la de papel aluminio.

Mackenzie: Abramos los dos la siguiente envoltura.

Mackenzie y su abuelo cerraron sus ojos, esperando que por fin tuvieran suerte, a si que rompieron la envoltura y vieron que había... Nada, solo una simple barra de chocolate.

Mackenzie: Sabes... De seguro con ese boleto dorado, el chocolate debe de saber horrible... Jeje.

Dijo Mackenzie tratando de darle algo de humor a la situación, mientras tenía una pequeña sonrisa forzada en su rostro.

Abuelo Joe: Ven aquí pequeño...

Dijo su abuelo mientras abrazaba a su nieto con el fin de consolarlo.

Durante los días restantes Mackenzie simplemente dejo de lado por completo de lado el tema de los boletos Dorados, no era la prioridad por el momento, y sabía que todo lo que importaba era seguir ayudando a su familia, a si que siguió con sus típicos trabajos, incluso, el pequeño había olvidado aquella carta que mando con tanta ilusión al que el, considera su ídolo.

"A veces hay que agradecer lo que el viento se lleva..."

Mackenzie iba de camino a su hogar como era de costumbre, había terminado su trabajo como repartidor de periódicos, termino un poco más tarde de lo normal, pero no era mucho, tan solo una hora.

El pequeño Border Collins seguía caminando entre las calles nevadas, con su viejo suéter, su boina y aquellos guantes que fueron de regalo por parte su amiga.

Iba con la mirada en el suelo, pensando en sus problemas, cuando algo entre la nieve de la calle, llamo su atención...

Mackenzie: He? Que es eso?

Se pregunto Mackenzie, auine entrecerro sus ojos para ver de qué se trataba aquello verde que habia en la nieve.

El Border Collins se agachó y quito la nieve que cubría aquel trozo de papel de color verde, y se dio cuenta de que era.

Mackenzie: Un billete... UN BILLETE DE 10 DÓLARES!

Exclamó Mackenzie, mientras tomaba aquel dolor entre sus manos, jamás había tendido tanto dinero en su vida.

Mackenzie comenzó a ver a ambos lados de la banqueta por dónde caminaba, pues nadie parecía prestarle atención a aquel niño con un billete en mano, a caso el podría quedarse con aquel billete de 10 dólares? Al parecer si.

Mackenzie mostró una gran sonrisa en su rostro, por fin la vida le había dado algo bueno.

El pequeño corrió todo lo que pudo hacia la tienda del padre su amiga, pues quería disfrutar otra vez de otra maravillosa barra de chocolate "Wonka", y pensó que el dinero que sobrará se lo daría a su madre, una barra costaba tan solo 1 dólar, a si que sobrarían 9 dólares que podría darle a su madre.

Una vez que llegó a la tienda lleno de emoción, fue recibido por su amiga y su pequeña hermana.

Bluey: Hola Mackenzie!

Saludo Bluey a su amigo, mientras está acomodaba una latas de sopas junto con hermana Bingo.

Bingo: Hola Mackenzie!

Mackenzie: Mira Bluey! Encontré 10 dólares!!

Dijo con emoción Mackenzie mientras le enseñaba el billete a Bluey y Bingo.

Bingo: Huuu! Eso me da mi papá de mesada.

Bingo: Eso es genial Mackenzie, que Vaz a hacer con el?

Pregunto Bluey con curiosidad.

Mackenzie: Voy a comprar una chocolate "Wonka"! El resto se lo daré a mi madre!

Bluey: Eso está genial! Ve al mostrador, a un quedan algunas.

Mackenzie: ire con el.

Mackenzie hizo caso a su amiga y fue al mostrador, en donde se encontraba Bandit atendiendo un par de clientes junto con su esposa Chilli.

Mackenzie: Hola señor Heeler!

Saludo con alegría Mackenzie a Bandit.

Bandit: He? Ho! Hola Mackenzie, que trae aquí? Ya entregaste mi periódico.

Mackenzie: Jejeje si, pero no vengo a eso, quiero comprar una barra de chocolate "Wonka".

Chilli: Y ese billete?

Mackenzie: Lo encontré en la calle, nadie lo reclamo, a qué supongo que es mío.

Chilli: Ho! Ya veo, bueno, ya necesitabas algo de suerte pequeño.

Dijo Chilli mientras le daba una sonrisa a el pequeño Border Collins.

Bandit: Bueno, cual vaz a querer pequeño?

Mackenzie: Quiero una de lecho con chocolate!

Bandit: A la orden!

Bandit tomo la barra de chocolate y se la entrego a Mackenzie, Mackenzie le entrego el billete y Bandit cobro un dolar de ahí, para después entregarle el cambio correspondiente.

Mackenzie: Gracias!

Agradeció Mackenzie mientras se guardaba el dinero.

Chilli: Puedes creer lo? Alguien otra vez intento falsificar otro boleto Dorado! Que gente tan tramposa!

Chilli: A si es la gente querida, a si son...

Respondio Bandit a su esposa mientras comenzaba a limpiar su mostrador.

Mackenzie estaba emocionado, a qué rompió el primer envoltorio del chocolate, para después romper el papel aluminio que cubría el chocolate, pero había algo raro ahí... Era un brillo...

Mackenzie: He?

Mackenzie estaba bastante confundido, al principio pensó que se trataba de un segundo papel aluminio, un error de fábrica que sin duda será curioso.

Sin embargo, aquel brillo no paravia ser algo normal, era de un color dorado...

Mackenzie quito por completo la envoltura de papel aluminio, pues la curiosidad lo estaba matando, pero aquello que encontró dentro de su Chocolate, lo hizo estar en shock.

Era el último boleto dorado!

Mackenzie estaba en estado shock, saco con cuidado aquel último boleto dorado que ahora estaba entre sus manos, que incluso dejo de lado la barra de chocolate completa.

El pequeño Border Collins estaba con la boca ligeramente abierta y sus ojos estaban centrados por completo en aquella fina hoja de papel dorado entre sus manos.

Bandit volteo a ver a Mackenzie y se dio cuenta de lo que había pasado y su rostro cambio a uno de sorpresa al ver lo que había logrado el pequeño.

Bandit: El último boleto dorado lo encontraste tu...

Dijo Bandit incrédulo y sorprendido, mientras dejaba de lado por completo aquello que estaba haciendo.

Chilli: He? Que dice ca- Santos dulces!!! El último boleto dorado!

Grito Chilli con sorpresa, llamando la atención de todos en aquella tienda.

Bluey: Que paso mamá? Por qué gr- MACKENZIE ENCONTRO EL ÚLTIMO BOLETO DORADO!!

Bingo: MACKENZIE LO ENCONTRÓ! MACKENZIE LO ENCONTRÓ!

Decía Bingo con emoción mientras daba pequeños saltitos y señalaba a Mackenzie con su dedo.

Todos en la tienda comenzaron a rodear al Border Collins, estaba sorprendidos, por fin el último boleto dorado había sido encontrado.

"¿Ese Border Collins lo encontró?"

Dijo una voz de alguien.

"No es justo! Yo abría muchos chocolates y el lo encontró solo con uno!"

Dijo un niño que encontraba en la tienda.

"Ese muchacho es el más suertudo del mundo!"

Ahora se escuchó una voz femenina.

Bandit: En mi tienda! En mi tienda lo encontró! Este niño encontró el último boleto dorado en mi tienda!!!!!

Exclamaba Bandit lleno de emoción.

En eso una mujer se le acercó a Mackenzie, casi arrebatandole el boleto de sus manos.

Mujer: Oye! Vendemelo a mi! Te daré 100 dólares y una bicicleta!

Sin embargo, en eso Mackenzie fue jalado del brazo por un hombre.

Hombre: Usted está loca, te daré 500 dólares por el boleto dorado!

Bandit al ver esto rápidamente salio de su mostrador y empujó a aquélla mujer y a aquel hombre que querían quitarle boleto dorado.

Bandit: Dejenlo tranquilo! Es de el! Nadie se lo va a quitar!

Mackenzie: Señor Heeler que hago?

Bandit: Mira Mackenzie, ve a casa y no dejes que nadie te quite ese boleto ok?

Mackenzie asintió con una sonrisa en su rostro.

Bandit: Bluey! Llévalo a casa!

Ordenó Bandit a su hija, a lo que está hizo caso con gusto y tomo rápidamente a Mackenzie de la mano, para después ambos salir corriendo de la tienda.

"Ese niño tiene el último boleto dorado!"

Grito alguien mientras veía como ambos niños salían corriendo, a la vez, de que una multitud deseosa de ver el boleto dorado comenzaba a seguir a ambos niños.

Bluey: Tenemos sus perderlos!

Mackenzie: Tranquila Bluey! Que casi me llevas arrastrando!

Exclamó Mackenzie mientras sujataba su boleto dorado con todas sus fuerzas.

Ambos seguían corriendo con toda velocidad, hasta que Bluey noto que delante de ellos había un callejón, un perfecto escondite.

Ambos enteraron y se escondieron detras de unos botes de basura, que por suerte ayudaron a pasar desapercibidos.

Bluey: Lo perdimos Mackenzie.

Mackenzie: Eso estuvo cerca...

Dijo Mackenzie con más tranquilidad.

Bluey: Mira Mackenzie, escucha, vete a casa, yo los voy a distraer ok? Es tu oportunidad de cumplir tu sueño!

Mackenzie: Lo se... No me lo puedo creer a un.

Dijo Mackenzie con una sonrisa en su rostro, mientras miraba aquel brillante boleto.

Bluey: Yo voy a distraer a la multitud, en lo que tu vas a tu casa.

Mackenzie: Eso haré, estás segura de que estará bien?

Bluey: Tu tranquilo, estaré bien, a un que... Quiere darte algo, para la suerte.

En eso Bluey se acercó a Mackenzie y le dio un beso en la mejilla, lo cual hizo que el Border Collins se pusiera todo rojo.

Mackenzie: He... Yo...

Bluey: No digas nada! Y vete a ahora!

Mackenzie salió corriendo a su hogar, mientras a un este seguía procesando lo que acababa de pasar.

Después de unos segundos, el Border Collins llego a su casa y entro a su hogar, gritando de alegría y sumamente emocionado.

Mackenzie: Familia! Familia! Miren lo que encontré! El último boleto dorado es mío! Es mío!

M. De Mackenzie: Mackenzie! Que tienes? Por qué llegas a si?

Pregunto su madre bastante confundida al ver cómo había llegado su hijo.

Mackenzie: Mira mamá! Tengo el último boleto dorado! Es mío! Encontré un billete de 10 dólares y compré una barra de chocolate "Wonka" y ahí estaba el último boleto dorado! Abuelo! Tienes que verlo!

Abuelo Joe: Que dices Mackenzie? Es en serio?

Pregunto el abuelo Joe, a un bastante confundido.

Mackenzie le entrego el boleto Dorado a su abuelo, y este lo tomo entre sus manos para verlo, aquel viejo perro se acomodo los lentes para ver de mejor manera y mientras su vista se iba aclarando, pudo verlo ahí en sus manos, el último boleto!

El abuelo Joe abrió sus ojos como platos y sin que nadie lo esperara, este salió disparado de la cama con un gran salto.

Abuelo Joe: YUPII!!!

El abuelo se puso de pie y comenzó a bailar de la alegría, mientras los demás abuelos lo miraban con incredulidad.

Abuelo Joe: Mackenzie tiene el último boleto dorado! Mackenzie tiene el último boleto dorado!!

El abuelo Joe se acercó a su nieto y lo tomo entre brazos, mientras seguía riendo con gran felicidad.

Abuelo: Ten! Lee lo que dice! Y léelo en voz alta querida!

Al abuelo Joe le entrego el boleto a la madre de Mackenzie y está comenzó a leerlo.

"Te saludo a ti! El afortunado ganador del boleto dorado de Willy Wonka! Te saludaré con un fuerte apretón de manos y te invitó a ti a que vengas a comer mi fábrica, en donde serás mi invitado especial por todo un día! Yo! Willy Wonka! Te guiare personalmente toda la fábrica y te mostrare las fantásticas cosas que hay en ella, y después, cuando ya sea la hora de irse a casa, varios camiones de la fábrica te acompañaran a casa, todos ellos llenos completamente de deliciosos caramelos y sobre todo, chocolate! Y recuerda, uno de los cinco ganadores recibirá un premio especial, mucho más haya de su imaginación, ahora, estás son las instrucciones.

El primero de diciembre te espero a las "12:00 PM", recuerda, un miembro de tu familia puede acompañarte para cuidarte.

Hasta entonces: Willy Wonka"

M. De Mackenzie: Primero de diciembre? Eso eso eso es mañana! Pero... Quién lo llevará?

Abuelo Joe: Déjamelo a mí! Yo lo llevaré!

Dijo entusiasmado el abuelo Joe.

M. De Mackenzie: Estás seguro?

Mackenzie: Yo creo que el abuelo se siente mejor mamá jejeje.

Abuelo George: Que más da! Déjalo ir! Mackenzie se lo merece más que esos mocosos mimados!

Abuelo Joe: Vamos los dos a la fábrica Mackenzie! Vamos los dos!

Dijo emocionado aquel anciano mientras alzaba a su nieto en brazos.

M. De Mackenzie: Es un milagro...

Decía su madre entre lágrimas y con una gran sonrisa en su rostro.

Continuará...

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