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Capítulo 40

Capítulo 40

Comienzo de nuevo las clases al fin, pongo mi mejor traje y con toda la energía positiva salgo hacia la universidad sin creer en nadie. Me sabe a verga todo el mundo y espero que les haya llegado el chisme para que sepan que nada de esa estupidez afecta mi autoestima.

A lo lejos veo a Britt con Phill, ambos tienen varios libros y sonríen entre sí. Uno de ellos se percata de mi presencia y se acercan hacia mí.

Bro, ¿todo bien?

―Si, todo bien.

―Cris ―dice Britt en tono sensible―, hoy es su cumpleaños. Por favor, Cris, te lo pido de corazón. No me digas que tiene novio y él puede, no quiero oírte decir eso, solo quiero que estés un ratico, por favor, anda.

―Puedes camuflajearte como lo hacíamos en secundaria ―sugiere Phill.

―Díganme la verdad. Andan muy sospechosos los dos.

―Mi mamá y mi papá desean verte, Cris y es verdad que cumpleaños hoy.

― ¿Para qué? No quiero perder mi tiempo y ustedes lo saben.

―Sera solo media hora, puedes vestirte diferente y él no notará tu presencia, lo prometemos.

―No me voy a vestir de mujer.

―Acepta por favor, hazlo por mí, ¿sí? ―asiento con la cabeza y ella grita de emoción.

Durante todo el día he estado concentrado y apenas se acaba una clase, ingreso a otra sin esperar demasiado. Las personas me siguen saludando normal como siempre y todo ha estado demasiado tranquilo. Britt me busca justamente en el campo de fútbol pues estoy hablando con entrenador ya que desea que sea titular.

―Esto es más emocionante que la novela que estoy leyendo ―comenta Britt duramente el camino. Ella esta contentísima por esto.

Llegamos a la casa y veo que hay miles de personas. ¡No es una buena idea, es una locura! Quiero desaparecer ahora mismo. Al bajarme me coloco el suéter y camino detrás de mi mejor amigo y rápido para que no noten mi presencia. Todo por hacerle caso a estos imbéciles, me las van a pagar caras por ser unos idiotas y llevarme a la tentación.

Las personas son más tranquilas que las de mi cumpleaños, todo el mundo anda sentado y otros hablando parados con una copa de algún líquido que no sé qué es.

―Cariño mío ―la madre de Britt me abraza casi que me saca el aire―, mi niño bonito vino. Me alivias el alma en serio.

―Nos contenta verte, Cris ―el padre de Britt también tiene emoción―. Estaba aburrido con esta gente y apareciste para contentarnos.

― ¿En serio? ¿tanto así?

―No seas tan modesto, Cris ―interviene Britt emocionada.

―Fuiste demasiado orgánico con nosotros, y nos caíste bien de una manera impresionante. Así que, por supuesto que nos encanta que estés aquí, armonizas un poco el ambiente.

Me quedo pensativo ante todo eso, es increíble que no pueda entender bien las cosas, que quizás mi cerebro no está siendo muy honesto y se está haciendo el loco con las cosas que me acaban de decir. Varios chicos rudos se acercan y me saludan como si fueran mis amigos. No sé quiénes son, pero les caigo bien también. Como estoy sentado y modo relajado, no he tenido el chance de ver en dónde está Scott y si supiera no quisiera acercarme. A veces me provoca decirle que lo lamento, otras veces que es un bastardo y un idiota; sin embargo, prefiero quedarme en silencio y tener todo eso acumulado en la mente dándome golpecitos suaves en el cráneo y nunca entender que de verdad quiero liberarme de todo estrés.

―Amigo, eres el propio para animar la fiesta ―Phill me lleva a una mini tarima, habla con el chico y este me deja el espacio para usar sus controladores―. ¡Dale!

Comienza la diversión y es como si todos supieran que estoy llamando la atención innecesaria y es emocionante como todos saltan, brincan y se vacilan la fiesta como debe ser.

―Viniste aquí siendo invitado ―me da un susto Scott que casi me enredo con los cables, menos mal que no toque nada y no ocurrió ningún accidente―. ¡Disfruta!

―Es lo que un invitado debería hacer, ¿no crees?

Scott se me queda mirando como si lo que dijera tuviera algún sentido de felicidad, lo cual esboza una sonrisa y me deja tranquilo por el resto de la noche sin molestarme. Al terminar mi set, busco a Phill y no lo consigo, ya quiero irme a mi casa pues no deseo caminar de noche y me da flojera tomar un taxi a esta hora para llegar a mi apartamento.

Poco a poco la gente se va reuniendo para cantar cumpleaños y no logro visualizar a mi mejor amigo. Lo siguiente es buscar a los señores Jackson, pero no están en ninguna parte. Me comienzo a desesperar y tropezar con cualquiera que se atraviese, intento llamar y nadie me responde. Si es una broma, no me agrada para nada. Ya todos están cantando "feliz cumpleaños" y nada que estos aparecen. Vuelvo a llamar por si acaso, pero tampoco suena ningún celular.

― ¿Dónde se habrán metido? ―pregunto mirando hacia los lados.

La fiesta de cumpleaños se termina, todo el mundo va a sus casas y me quedo en el mueble sentado como un idiota buscando la manera de irme como sea. Ya sabía que tenían un plan armado y no me di cuenta para actuar como se debe. Scott regresa sin Krist y me observa que ando todavía en su casa.

―Pensé que te habías ido ―dice con su maldita voz dulce.

―Se suponía que debía irme hace rato, pero no sé dónde está Phill y tu hermana ni tus padres, así que...

―Quédate.

―Scott, no necesitas decírmelo. Debo irme.

―Cristopher, andar solo por ahí no es conveniente, es mejor que te quedes y ya mañana te llevas uno de mis autos hacia tu casa, ¿te parece? Me sentiría mejor que lo hicieras así.

―No quiero tus autos, solo quiero irme a mi casa. Estoy cansado.

―Eres difícil de verdad. Buscaré mi abrigo y te llevo a tu casa.

Él no se da por vencido en ser amable conmigo, en protegerme y cuidarme de todo peligro. Complicado es estar en el mismo auto sin mirarse y solamente pensar en llegar lo más rápido posible y no torturarme. La noche está demasiado tranquila, todo luce como siempre y el silencio es aterrador. Estaciona en mi lugar y me acompaña hasta la casa.

―Gracias, Scott.

―De nada, Cristopher. ¡Descansa!

―Si, eso haré.

―Adiós.

―Adiós.

Entro a mi casa sintiendo una punzada en el estómago muy fuerte. Siento alivio y a la vez como si tuviera una herida abierta del dolor tan fuerte que siento. Sin darme cuenta me quedo profundamente dormido en el suelo.

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