Capítulo 26
Capítulo 26
Estando de regreso hacia mi apartamento me siento mucho mejor. Aún no he visto a Scott y tampoco deseo hablar con él sobre ningún tema y ninguna disculpa. Para mí es un traidor y merece que le corten la cabeza.
La universidad sigue estando allí soportándome. No me ha ido mal en los exámenes finales y pienso que he alcanzado mi objetivo principal. Hoy es mi primer día en boxeo y estoy algo nervioso, no sé quién sea mi entrenador y me aterra bastante. Deseo que por lo menos me enseñe lo básico para yo manejarme ante una situación imprevista.
—Nos vemos al rato, Phill.
—¡Tú puedes! Nos vemos en la cena.
Salgo hacia el gimnasio que queda al otro extremo de la facultad. Tengo miedo, nervios y a la vez estoy emocionado y ansioso por comenzar. Siento que será algo nuevo para mí y no me acostumbraré tan fácil, sin embargo, mientras sea cómodo para mí, todo podrá marchar bien.
Entro al lugar y veo a un tipo que mide como dos metros, fornido, con cara de haber asesinado a miles de personas y le paso por al lado. Entrena como bestia y me causa terror. En la recepción pregunto por el entrenador, me indican que está en el ring y que vaya enseguida.
Llego al ring y hay dos personas peleando y otra observando. Los que pelean son chicos que los he visto en clases, pero el otro jamás en mi vida. Parece estar muy concentrado porque no me ve y no sé cómo presentarme. Parece intimidar un poco.
—Eres el nuevo, ¿no? —me pregunta acercándose hacia donde estoy.
—S-si —digo tembloroso.
—¡Excelente!
—¿Usted es el entrenador?
—Si. Me llamo Joss.
No puedo mirarlo a la cara, me genera molestia.
—Quítate la camisa, Cristopher.
—¿Qué? —pregunto si es que estoy oyendo mal o qué carajo pasa con este tipo. Es como si estuviera tratando de molestarme como lo hacen los otros dos.
—Dije que te quitarás la camisa, Cristopher. No me hagas repetirlo de nuevo.
—No me da la gana de hacerlo. Vine aquí a defenderme, no ser un stripper para ti.
—¿Cómo es la cosa?
—Si quieres pegarme, hazlo. No tengo miedo de ti ni de nadie.
Joss se queda mirándome por un buen rato. Noto que sus ojos son azul verdoso y me invaden la mente. Eso hace que me coloque peor de lo que estoy, pero no puedo perder la compostura.
—No te pegare, Cristopher.
—¡Qué aburrido! ¡Me largo!
Recojo mis cosas y voy hacia la puerta, pero él me detiene enseguida apretándome muy fuerte en el brazo. Con molestia le suelto la mano y se queda viéndome de nuevo, sus ojos penetran en mi piel causándome un escalofrío. Jamás me ha pasado esto y es extraño.
—Eres difícil, Cristopher.
—Ya me lo han dicho. Cambia el discurso y déjame en paz.
—¡No quiero! Te vienes conmigo porque vamos a pelear.
—¡NO QUIERO TE DIJE! ¿ERES SORDO O QUÉ?
Salgo del gym molesto, quiero matar a alguien. Esto es molestoso. No pienso quitarme la camisa, me da vergüenza que vean mi pecho. Es demasiado plano y sin nada especial, además para pelear no se necesita quitarse la camisa ajuro, eso lo hacen los profesionales, yo solo soy una persona normal y corriente.
Aprovecho de almorzar en la cafetería y todos se me quedan viendo con curiosidad. Se acercan las de dos personas a preguntarme si de verdad desafíe a Joss.
—Si, es un completo idiota —le digo a la séptima persona que me lo dice.
—Eres la primera persona en enfrentarlo. Te admiro, hermano.
Voy hacia el apartamento y todo está limpio y ordenado. Phill yace en la cama con la laptop encima, me pongo a su lado boca abajo y pego un grito debajo de la almohada.
—Te encanta pelearte con los seres más grandes que tú.
—¡No hables!
—Por lo menos hiciste lo correcto.
—¡CRISTOPHER GRAHAM, NO TE SALVARÁS! ¡ESTÁS MUERTO!
Es como revivir la vieja escuela en la que el débil sale jodido de todos modos y el grandulón lo maltrata. Quisiera ser invisible y que los problemas fueran sencillos. ¿en qué problema me metí ahora? Necesito protección o recibir golpes hasta que aprenda.
Me levanto decidido a terminar esta desgracia, abro la puerta y esta Joss allí con otro par de chicos más grandes que yo.
—¿Esto es ser hombre? Yo ando solo y me defiendo mejor que tú —lo desafío a propósito para ver qué pasa.
—Eres una marica, Cristopher.
—Estoy solo, tú tienes a dos para que te defiendan. ¿quién es el marica ahora?
—Te voy a destrozar.
—No lo creo. Por si no lo sabías, también tengo protección. Solo que me han dejado en libertad para saber defenderme ante cualquier circunstancia. Tú eres un cobarde, traes a tus amiguitos contigo y sentirte poderoso.
Joss se retira junto a sus amigos y me deja solo. Necesito un plan y debe ser urgente. Le pido a Phill que me preste su auto, pues lo rentó hace unos días y lo requiero con urgencia. Accede y me da las llaves sin antes decirme que soy un tarado y que la venganza no es buena.
Conduciendo por la vía, con la música de 50 cent a todo volumen siento el poder sobre mis manos. Llego hasta la casa del otro idiota y me bajo para tocar el timbre. Afortunadamente están sus padres junto a él y será más fácil convencerlo.
—Cris, ¡qué bueno verte, cariño!
—Lo mismo digo de usted, señora Jackson. Necesito hablar con el tara...con Scott.
—Está en la piscina.
Con paso firme y a grandes zancadas voy hacia la piscina donde está Scott con unos lentes oscuros, en traje de baño y parece feliz flotando en un flotador.
—¡SALTE DE AHÍ AHORA MISMO! NECESITO DECIRTE ALGO Y NO TENGO PACIENCIA —le grito. Se quita los lentes y sonríe como si fuera un chiste—. ¡Muévete!
—Estás insoportable.
—Me sabe a mierda lo que pienses.
Sale y mi corazón se sobresalta. Todo su cuerpo está mojado, se ve tan bien que puedo embarrarlo de Nutella y comérmelo entero. Okey, no sé qué demonios estoy diciendo. Parezco idiota mirándole el pecho. Volteo hacia otro lado.
—Vístete.
—Es mi casa, Cris. Si quiero estar así, lo estoy.
—Hace frío, por si no lo sabías.
—Pues sí, pero no me importa.
Se termina de secar y se sienta en una de las sillas playeras. Yo hago lo mismo, pero me siento al frente de él esquivando su pecho.
—Soy carne de cañón de un idiota y necesito que me ayudes a pelear.
—Te encanta meterte con grandulones, ¿no?
—No puedo evitar ser grosero con la gente después de lo que viví en la secundaria.
—Yo me encargo de ese idiota ahora mismo.
—¡No!
Si lastiman su pecho, correrá sangre y no quiero.
—Entréname.
—¿Me ves cara de boxeador, acaso?
—Tu papá te enseño a boxear a los nueve años.
—Sabes más de mí que yo.
—¡Cállate y ayúdame!
—Tengo condiciones, Cris. No todo es gratis en esta vida.
—Donaré mi riñón y mi pulmón para pagarte.
—¡Qué exagerado!
—¿Cómo crees que voy a conseguir dinero, así como tú? La gente paga mucho por los riñones.
—No necesito que me pagues con nada.
—¿Cuál es tu oferta?
—Pasa las navidades conmigo y mi familia en Hawái.
—No puedo complacerte. Le prometí a mi madre que la pasaría con ellos.
—Tu familia vendrá con nosotros también.
¡Idiota! ¿Cómo hace para convencer a todos con su maldito encanto de mierda?
—¿Eso es todo?
—No es todo. Sé mi pareja.
—¿Pareja?
—Si.
—No seas idiota, Scott. Esa chica está mejor que yo.
—Claro que no. Te dije que ella es solo una amiga, nunca me han gustado las chicas.
—Cualquiera cae.
—¿Por favor, Cris? Te lo suplico.
Me encantaría gritar "SÍ " en todos los idiomas, pero tengo que controlarme. Apenas empieza esto y no quiero hacerme muchas ilusiones.
—Saldré contigo, pero no seremos pareja ni nada de eso.
—¡HECHO!
—Hay que empezar ahora.
—Claro.
"Este idiota debería vestirse ahora mismo. Mi mente está llena de perversidades"
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