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Capítulo 19

Capítulo 19

—No estoy celoso de nadie, Scott.

—Claro que si lo estás, mira cómo te pones —señala mi rostro y al verme en el espejo que está al frente de mí, la tengo roja—. No tengo nada con él, si eso es lo que quieres saber.

—Como sea, no es mi asunto.

— ¿Ahora qué te hice para que me tratarás de esa forma? Con el otro idiota no le dices nada, y yo que no te hago nada, entonces te molestas.

—Me sedujiste, creíste que iba a caer en tus malditas redes y entonces me engañas. Eso es lo que sucede, amigo. ¿O es qué me ves cara de idiota?

Al confesarle lo que siento por dentro, estoy más relajado. Scott se me queda viendo y supongo que estará pensando que pasa por mi cabeza y porque me pongo de malhumor cada vez que lo veo. Yo no sé qué me pasa, al verlo me provoca mentarle la madre y golpearlo, es una locura, pero si lo hiciera me sentiría muchísimo mejor.

—Yo fui claro, Cris. Me gustas y demasiado, pero no puedo estar detrás de ti sabiendo que no te gustan los chicos. Así que quiero alejarme de ti y no sé cómo hacerlo. Me pone furioso cuando estás con Will. Siento que lo quieres más a él que a mí.

—No quiero a ninguno si eso es lo que necesitas saber —le digo en voz baja―. Observa y dime si no tengo razón —le enseño la foto donde están los dos juntos y él se empieza a reír a carcajadas como si fuera un chiste.

—Él fue un amor que tuve hace millones de años atrás, terminé con él porque me rompió el corazón. Además, él mismo subió mi foto en la red social. No tengo nada que ver con eso.

—No me interesa tu vida amorosa, Scott. ¡Eres un hipócrita!

Pago la cuenta del café y al ir caminando me detiene con su enorme brazo. Al voltear él está como arrepentido de haberme contado su historia de amor verdadero.

—Lo siento, Cristopher. De verdad lo lamento si te sentiste mal por mi culpa, no volverá a ocurrir.

— ¡Cristopher! —allí viene mi otra pesadilla. Will observa a Scott y luego a mí. La mirada intensa de los dos me causa ganas de vomitar y escalofríos—. Necesito que me des una respuesta inmediata, Cris. ¿Es si o es no?

¡Demonios! Amo el fútbol con toda mi alma, y ahora debo decidir si ir con mi mejor amigo y su novia o con William. Esto cada vez se pone peor. Ya quisiera tener un gemelo y que fuera homosexual y yo normal, así no tendría tantos problemas en la vida por culpa de los chicos y fuera inmensamente feliz.

Mi corazón palpita de repente, me siento nervioso y no tengo respuesta para decirle. Prometí que se lo diría en la tarde y ahora no sé cómo decirle la verdad. Esto me desespera.

— ¿Y tú qué haces aquí?

—Hago lo que yo quiera, niñito. ¿Qué es eso de si o no?

—Resulta que quiero a Cris y tendré una cita con él mañana en la noche para ver el partido de los Águilas negros.

—Yo soy jugador de ese equipo y por nada del mundo voy a permitir que vayas. Y mucho menos con Cris.

Will se congela, no espera que Scott sea de ese equipo. Frunce el ceño y luego me observa que estoy entre los dos sin saber qué hacer ni decir. Por decirlo de una manera estoy entre la piedra y la espada.

Me siento como Bella de Crepúsculo. Inclusive me siento también como Anastasia Steele, la verdad es que no es fácil tener a dos Cristian Grey que gusten de mí, la pobre menos mal que el de la ferretería era un idiota y decidió escoger al millonario obviamente. ¿Por qué todo tiene que ser así, Dios mío? ¿Por qué soy bonito y sexy para los chicos y no para las chicas?

—Él saldrá conmigo.

—Claro que no, idiota.

— ¡Ya cállense los dos que me enferman! —exclamo en voz alta y la gente se me queda mirando como si estuviera loco—. Terminen de entender que ninguno me gusta y no saldré con nadie. ¿Está claro? —añado con firmeza sin dejar de mirarlos a los dos—. ¿A ustedes les gusta que los obliguen a hacer algo que no les gusta? ¿Creen que es divertido? Pues a mí no me gusta que me obliguen a nada.

Phill y Britt están muy felices y con las manos entrelazadas. Ya desearía estar así con una chica. ¡Demonios!

—Scott debemos irnos, nuestros padres nos esperan —dice Britt emocionada—. Les quiero dar una buena noticia y no quiero hacerlos esperar.

Phill sonríe también, creo que estos dos se acaban de hacer novios oficialmente.

—Antes de irme necesito comprobar algo.

Los tres vamos hacia una tienda de artículos deportivos, Scott me pone en el medio y Will hacia el frente de mí.

— ¿Irás con él al partido?

—Quiero ir al partido...

— ¿Te gusta William?

—Me gustan los asientos delanteros.

— ¿Estás enamorado?

—No sé qué es porque nunca lo he estado.

— ¡William Patrick! —Al ver quien grita su nombre es su madre—. Un gusto en verte, Cristopher. Debemos irnos, hijo. Tendremos una cena con tu tía.

—Pero mamá...

—Pero nada, William.

Es primera vez en mi vida que veo a Will obedeciendo a una persona y sin refutarle tan rápido. Esto es genial. Ya veo que es un sensible y eso es estupendo. Solo tiene músculos, no tiene cerebro. Will se retira no sin antes besarme en la boca y lanzarle el dedo grosero a Scott.

—No respondiste una de mis preguntas, Cris. ¡Ven conmigo un momento!

Vamos hacia el estacionamiento y a lo lejos veo a sus padres, a mi mejor amigo y su novia. Pide que me siente en la parte de atrás del automóvil. Está en frente de mí y los nervios aumentan cada vez más.

—Dime qué es lo que quieres de mí, Scott.

—Todo —responde.

— ¿Por qué haces esto?

—Cuando Will te beso no tuviste una reacción, pero cuando lo hiciste conmigo la vez esa que fuiste a mi casa, te veías nervioso. Me preguntaba qué sentiste en ese momento.

¡Demonios!

—Déjame ir, Scott.

—En el avión estabas nervioso y tú no eres así, Cris.

—Olvida el avión, olvídate de mí, ¿sí? No siento nada por ti, Scott. No siento nada por William.

—Bésame y si no reaccionas, te dejo en paz.

—No te besaré, Scott —le digo—. Tienes razón, si siento algo por ti, pero no quiero que se lo digas a nadie. No sé si es amor o admiración, pero es algo —respiro hondo—. Y necesito que dejes entrar a William al vip con nosotros, es lo único que te voy a pedir.

—De acuerdo. Ten —me da unas entradas extras y se lo agradezco—. Cuídate, por favor. Si necesitas algo llámame.

Le doy mi teléfono para que anote su número y me da el suyo para anotar el mío. Me retiro de allí sintiendo una fuerte punzada en el estómago.

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