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Prólogo

Acababa de cumplir dieciocho años y a ojos de todos ya era una mujer. Mi cuerpo había cambiado y ya no era el de una niña, hace un par de años apenas se notaba la diferencia pero ya no lo podía negar ahora mis curvas eran las de una joven adulta. Aun así mi aspecto era aniñado, mi piel era pálida y tenía el pelo pelirrojo. En mi rostro se dibujaban algunas pecas debido a mis orígenes Irlandeses que marcaban mis rasgos, aunque mi madre siempre tuvo el pelo moreno, yo había nacido con la apariencia de mis antepasados. Para el mundo era ya una mujer y por ese motivo estaba a punto de anunciar mi compromiso con Thomas, el único hombre que había demostrado un verdadero interés por mí. Siempre había leído sobre historias de amor en mis libros y en ellos se hablaba sobre el deseo de permanecer siempre juntos, de anhelar a la persona amada cuando estaba lejos, del deseo, de la atracción... pero a pesar de estar a punto de casarme, no había sentido esos sentimientos de los que hablaban las historias de mis libros. Thomas era el único hombre que había conocido y con el que estaba a punto de comprometer mi vida y a quien iba a entregar mi virtud. Quizás con el tiempo llegase a sentir todo eso, aunque era pronto para saberlo. Tampoco sabía que pasaría si algún día esa persona de la que hablaban los libros apareciese, ¿y si un día conocía a alguien, el cuál despertase todos esos sentimientos dormidos en mi interior? Ya no podría dar marcha atrás, estaría casada y atrapada para siempre. ¿Y si esos sentimientos despertaran? ¿Serían tan poderosos cómo para dejarlo todo?

A lo mejor sólo era un sueño de una joven soñadora, por el momento me conformaba con lo que había conseguido y quizás aún sin saberlo, era la elección correcta. Con el tiempo el destino jugaría sus cartas y como bien es sabido, el destino a veces es caprichoso e impredecible.