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Capítulo XXI

Capítulo XX! Aquí llega el último capítulo de esta primera entrega. Espero que os haya gustado y os animéis a comprar un ejemplar en papel. Ayudar a los escritores a seguir luchando por sus sueños.

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Capítulo 21

Limpié las salpicaduras de sangre que cubrían mi rostro debido al enfrentamiento. Aquellos neófitos se habían propuesto acabar con nosotros y en parte lo habían conseguido, pues me habían arrebatado a todas las personas que me importaban. James se apresuró a cogerme en brazos, la sangre que cubría el suelo estaba llegando al rincón donde me encontraba escondida, ni siquiera reaccioné cuando me levantó. No podía dejar de mirar la cabeza de Doris que reposaba sobre mi cama, sus ojos estaban abiertos y parecía que me mirase culpándome por lo sucedido. De repente un humo negruzco y espeso acompañado de un fuerte olor a madera quemada comenzó a entrar en la habitación.

—¿Qué es ese humo? —le pregunté, dándome cuenta al fin que me encontraba en sus brazos.

—La casa está ardiendo, han debido de prenderle fuego. Tenemos que salir de aquí —me dijo.

—¡No! —le grité—. Debemos bajar, no sabemos si queda alguien con vida —le dije alarmada mientras hacía fuerzas para librarme de sus brazos.

—No queda nadie con vida Emily, están todos muertos —me sujetaba con fuerza.

—¿Y los animales? —le pregunté esta vez, pero con pena al darme cuenta que realmente aquello había sido una masacre.

—Tampoco, están todos muertos. Nosotros podríamos estarlo también si no nos marchamos ya.

Miles de recuerdos pasaron por mi mente en ese momento, imaginé el cuadro de mi madre ardiendo, todas nuestras pertenencias perdidas, poseída por una extraña fuerza conseguí librarme de los brazos de James y corrí a las escaleras dispuesta a bajar e intentar salvar alguna de nuestras fotos que se encontraban sobre el piano, pero el fuego ya cubría la mayor parte de la planta baja. Las llamas se propagaron rápidamente por las cortinas, las velas de la enorme lámpara de araña se fundieron en un segundo, la cortina del hall ardió provocando que una gran llamarada se colase por el hueco de la escalera, de no ser por James que tiró de mí brazo hacia atrás me hubiese quemado la cara.

—¿Estás loca?, tenemos que irnos o el fuego nos atrapará —me regañó mientras corríamos a la habitación.

—No puedo dejar que se quemen todos mis recuerdos —le grité.

—¿Acaso quieres morir quemada?, porque si no nos vamos es lo que pasará. El fuego lo consumirá todo dentro de unos minutos.

Pese a mi resistencia James me agarró y saltó por el balcón. Una vez en el jardín, nos dirigimos a la calle. Impotente contemplé como todos mis recuerdos y toda mi vida desaparecían ante mis ojos devorados por el fuego. Me abracé a él, ya no me quedaba nada... todo cuanto poseía había sido destruido. Quizás sí hubiese sido mejor que se hubiera marchado, aunque la tristeza me hubiese matado a mí, todo lo que me importaba seguiría allí.

—¿Por qué me hace esto? —pregunté con lágrimas en los ojos suplicándole una respuesta.

—A mí no puede matarme y la única forma que tiene de hacerme daño es haciéndotelo a ti. ¿Crees que no me destroza verte así? Te prometo que sus actos no quedarán sin castigo —me besó suavemente en los labios y me abrazó con fuerza—. Te lo prometo.

—Nuestro amor parece estar maldito, debí suponer que no sería tan fácil. No me queda nada, cómo voy a enterrar a mi padre aquí en algo que ya no existe.

Las llamas se habían propagado por el jardín prendiendo fuego a toda la vegetación seca que se extendía por la superficie alcanzando los árboles y la caseta de las herramientas, incluso el enorme roble que cubría la tumba de mi madre estaba en llamas. Los vecinos de las casas colindantes comenzaron a salir a la calle alarmados por el humo, no podíamos permanecer más tiempo y arriesgarnos a ser vistos cubiertos de sangre, ya nada se podía hacer por salvar la casa, el fuego lo cubría todo. El aire era casi irrespirable.

—Debemos irnos o nos descubrirán, prefiero que piensen que he muerto en el incendio —le confesé, antes de toser al inhalar un poco de humo.

—Vayámonos, iremos a mi casa, así ganaremos algo de tiempo —me cogió en brazos y nos marchamos.

La rabia y el dolor en aquellos momentos eran más intensos que cualquier frío que pudiese hacer esa noche, solo la idea de la venganza me mantenía aún en pie. Mi padre ya no podría ser enterrado junto a mi madre, ni él hubiese querido ser enterrado en sus tierras calcinadas, ni frente a su casa destruida, así que ya no tenía motivos para permanecer más tiempo en Londres.

Mi prioridad ahora era marcharme a París con James y que él intentase convencer al consejo para que destruyesen a Lucius. Llegamos a la casa y allí todo estaba en calma, James no me soltó hasta encontrarnos dentro. Estaba como ida, solo quería cerrar los ojos y despertar por la mañana en mi cama como si nada de esto hubiera pasado, necesitaba sentir que todo esto tenía sentido. Me acerqué a James que se encontraba vigilando por la ventana, cuando se dio la vuelta para mirarme pude ver que sus ojos escondían un gran dolor que le estaba consumiendo por dentro. Le abracé besándole apasionadamente en los labios, quería sentirle, que me demostrase que aquello valía la pena. Él correspondió mi beso y nuestras manos buscaron el cuerpo del otro, James me dio la vuelta y apoyó mi cuerpo en la pared mientras nos dejábamos llevar por la pasión; desde aquella noche no habíamos intimado, pero en ese momento le necesitaba en cuerpo y alma. Acarició mis muslos bajo el vestido, estábamos salpicados de sangre pero no me importaba, mordí su cuello y su garganta emitió un gruñido indicando que ansiaba más de mí.

—Conviérteme en lo que tú eres, que nadie pueda dañarme nunca más —le pedí sin ni siquiera pensarlo, rogándole mientras las lágrimas caían por mis mejillas.

—Sabes que no puedo Emily y si pudiese no lo haría, no sabes lo que me estas pidiendo. Estás dolida y enfadada, no puedo convertirte solo por ese motivo. Una vez que lleguemos a Francia si aún lo deseas, hablaremos con el consejo y se lo pediremos —me dijo mientras acariciaba mi rostro y secaba mis lágrimas.

—Y si no quieren escucharnos... y si ya he causado demasiados problemas y deciden matarme.

—Entonces lo haré de todas formas, jamás dejaré que te pase nada —me aseguró—. Ahora no es el momento de tomar esa decisión. A media noche sale un barco de pasajeros que se dirige a Francia, aún quedan un par de horas. Prepararé un baño, no podemos subir con este aspecto. ¿Tienes algo de ropa aquí?

—Sí, en el sótano hay un baúl con ropa de mi madre —le indiqué; desapareció y en un segundo volvió con el baúl en las manos—. ¿Es este?

—Sí —lo depositó en el suelo.

—Bien, prepararé el baño, debemos salir de aquí cuanto antes, Lucius no se atreverá a atacarnos delante de tanta gente. Es la única oportunidad que tenemos de escapar.

James se marchó a preparar el baño y yo abrí el baúl y rebusqué entre sus vestidos hasta dar con uno apropiado, escogí un vestido azul celeste con encaje blanco. Lo olí y aún conservaba un leve olor al perfume de mi madre. Cuando el baño estuvo listo, James bajó a buscarme para bañarnos, nos deshicimos de las ropas manchadas y nos metimos juntos en la bañera. James apoyó su espalda en la pared de la bañera y yo me senté entre sus piernas apoyando mi cabeza en su pecho, el agua caliente me reconfortó.

—¿Crees qué todo saldrá bien? Ya no me quedan más lagrimas que derramar, ahora estoy sola, solo te tengo ti —le dije acariciando su rostro.

—Mientras estemos juntos todo irá bien, te lo prometo. Nunca te dejaré sola, incluso si al final decides no convertirte permaneceré a tu lado.

—No quiero envejecer y que tengas que cuidar de mí cuando esté enferma, quiero estar junto a ti para siempre, sé que podría acostumbrarme —afirmé convencida de mis palabras.

—Shhh —me dijo poniendo su dedo en mis labios—. Deja que disfrute un poco más de tu calidez.

Me cogió de la cintura y me indicó que me sentará sobre él. Hice lo que me pidió. Cuando ya estaba sentada sobre sus piernas me abrazó y empezó a besar mi cuello, mis hombros, mis labios... acaricié su espalda repasando con mis dedos el dibujo que allí se encontraba, mi respiración se agitaba cada vez más con el contacto de sus labios en mi piel, noté bajo el agua que me deseaba.

—Hazlo —le susurré al oído. Me acomodé sobre él hasta que nuestros cuerpos fueron uno solo, a lo primero nuestros movimientos fueron suaves y delicados, para después ir aumentado debido a la excitación que nos consumía. Sus colmillos se desplegaron indicándome que deseaba alimentarse de mí.

—Toma mi sangre si lo deseas —le indiqué apartando mi pelo del cuello.

Sus colmillos se clavaron en mi carne excitándome aún más, mi sangre fluyó veloz a través de la herida. Un hilo carmesí recorrió mi pecho y después se diluyó en el agua. Tras saciar su deseo, James se produjo una herida mordiendo su muñeca y me ofreció para que bebiera de él sellando aún más nuestro vínculo, uniéndonos todavía más... Cuando succioné su herida gimió de placer. Su sangre era dulce y cálida en mi boca, nos besamos mezclando nuestra sangre con la lengua, aquello hizo que alcanzáramos el clímax del placer.

—Te quiero —susurró en mi oído.

—Te amo —le respondí.

Permanecimos abrazados unos minutos en silencio, James curó mi herida y terminamos de bañarnos. Él bajó al sótano a vestirse y yo lo hice en el salón; me puse mi ropa interior y el vestido de mi madre, me quedaba perfecto. Subí al baño de nuevo y me cepillé el pelo con el cepillo situado sobre el mueble de madera, no tenía con que recogérmelo, así que opté por dejarlo suelto. Bajé las escaleras y James ya se encontraba esperándome perfectamente vestido, ya eran las once y media de la noche cuando miré el reloj.

—Debemos irnos si queremos llegar a tiempo —le dije.

—Marchémonos pues.

Salimos de la casa y James me cogió en brazos, aquella se había convertido en nuestra forma de movernos últimamente, no era lo más cómodo, pero sí lo más rápido.

—Atravesaremos el bosque —concluyó.

Emprendimos la marcha dirección al muelle. Sentía unas enormes ganas de marcharme de allí y empezar una nueva vida lejos de tanto dolor... lejos de Lucius. Cuando nos encontrábamos en medio del bosque James aceleró aún más el paso.

—¿Pasa algo? —le pregunté extrañada.

—Nos siguen, debemos darnos prisa.

—¿Más neófitos? —pregunté aterrorizada.

—Sí, y son muchos, si consiguen alcanzarnos no sé si podremos escapar.

Seguimos avanzando rápidamente por el bosque, ya casi podíamos ver la salida. Uno de los vampiros nos estaba esperando ahí, pero no nos detuvimos y no tuvo más remedio que apartarse, aunque consiguió agarrar mi vestido rasgándolo y arañando mi pierna, proferí un quejido.

—¿Estás bien?

—Sí, solo ha sido un rasguño, no pares.

Ya estábamos en el callejón que daba al muelle, unos metros más y estaríamos a salvo. Pero como venía siendo habitual, no sería tan fácil como pensamos. Esta vez no apareció ningún neófito, era el mismísimo Lucius el que se encontraba a la salida del mismo, con su expresión desafiante y perfectamente vestido como el día que le conocí; esperándonos. James me dejó en el suelo.

—Veo que aún sigues viva —dijo mientras me observaba— pensaba que mis neófitos iban a hacer mejor su trabajo, pero ya veo que mientras este contigo tu querido vampiro no habrá forma de hacerlo.

—¿Por qué ansías matarme?, yo no supongo ninguna amenaza para ti —pregunté sin miedo, ya no tenía nada que perder, aquel ser endemoniado me lo había arrebatado todo.

—No lo eres, estas en lo cierto. Pero con ello James será más débil y por lo tanto más fácil de manejar.

—Ya no puedes manejarme como hiciste antaño —le advirtió James de forma serena.

—Eso está por ver —Lucius se abalanzó sobre él agarrándole del cuello, quedaba poco para que zarpase el barco.

—Sabes que no tienes nada que hacer contra mí, soy más fuerte que tú —le dijo James provocándole mientras una extraña sonrisa aparecía en su rostro.

James se zafó de Lucius y agarró mi brazo sacándome del callejón, quedando a la vista de toda la gente que caminaba ajena a lo que estaba pasando allí.

—¡Corre!, ve al barco, no te hará nada rodeada de gente.

—No pienso dejarte solo —le grite.

—Corre te digo, te veré en un momento.

En ese momento Lucius arremetió de nuevo contra él y le agarró por detrás lanzándole contra la pared de piedra de un almacén situado en el callejón. Fingí que me marchaba, pero me escondí en la esquina, no podía marcharme y dejarle allí... pero tampoco sabía cómo ayudarle. James se levantó del suelo y saltó sobre Lucius, se movían tan rápido que no podía seguir todos sus movimientos.

—Eres patético Gunnar, mira en que te has convertido —un sonoro chasquido sonó cuando éste le dio un puñetazo en la cara a James.

Debía encontrar el modo de conseguir algo que me sirviese para ganar tiempo y poder escapar de allí. Lucius no se había percatado de que aún estaba ahí y solo pensaba en destruir a James. Busqué con la mirada algún objeto con el que intentar golpearle, pero no había nada que me sirviese para ese fin a mí alrededor. Mi vista se detuvo al ver un farol colgado en un poste de madera y por suerte estaba encendido, corrí hasta el poste y agarré el farol. Volví rápidamente al callejón; aún seguían peleando, sus rostros estaban ensangrentados a causa de los golpes que se habían propinado el uno al otro, esperé paciente y cuando James pudo golpearle y apartarlo de él, arrojé el farol encendido sobre Lucius que no se lo esperaba y a pesar de intentar esquivarlo, se rompió en el suelo y prendió fuego a su pantalón extendiéndose veloz por el resto de sus ropas. Envuelto en llamas se tiró al suelo y empezó a revolcarse para intentar apagarlo. Sus gritos parecían proferidos por una bestia. James reaccionó al verme y me agarró de la mano. Corrimos hacia el barco que estaba a punto de zarpar, no podíamos movernos a la velocidad de vampiro, pues estábamos rodeados de gente. Nos detuvimos en la cola que esperaba para embarcar y aproveché para limpiarle la sangre de la cara.

—¿Por qué no te fuiste cuando te lo dije? —me regañó.

—No podía dejarte y marcharme sin ti. Además gracias a eso estamos a punto de marcharnos —le repuse.

—Has sido muy valiente Emily, algo que te hace aún más merecedora de convertirte en uno de los nuestros —me dijo orgulloso.

No podía dejar de mirar hacia atrás por si Lucius aparecía dispuesto a terminar lo que había empezado, pero no apareció. Pagamos nuestros pasajes y embarcamos al fin, nos quedaba una larga travesía hasta llegar a Francia, Debíamos atravesar el canal inglés, pero al menos lo habíamos conseguido. El barco zarpó y con ello dejábamos atrás un lugar que solo nos había traído sufrimientos, ahora debíamos contar al consejo todo lo acontecido en este tiempo... todo lo que Lucius y sus neófitos nos habían hecho.

—¿Habrá muerto? —le pregunté a James, incrédula de mí.

—No, nos observa desde aquel almacén —me dijo señalando el almacén que se encontraba enfrente del barco—. Un poco de fuego no es suficiente para terminar con un vampiro tan antiguo.

Agudicé la vista y pude ver una sombra de pie sobre el tejado que no se movía, lo único que pude distinguir fueron sus brillantes ojos mientras nos observaba y el humo que aún desprendía su cuerpo quemado.

—Me produce escalofríos la forma en que nos mira —le confesé.

Nos abrazamos bajo el frio manto de la noche, mientras el barco se alejaba de Londres. La vida que conocía ya no existía, ni tampoco yo era la misma Emily inocente que fui antes de conocer a James, aquello me había cambiado, me había hecho más fuerte.

Nos quedaba mucho que hacer al llegar a París. Nunca Había visitado esa ciudad y aunque tenía el corazón destrozado por la muerte de mi padre, de Doris y en definitiva por todos los que habían padecido por mi culpa... la idea de todo lo que nos esperaba al llegar allí, todo lo que descubriría sobre James y sobre todo conseguir vengarme de Lucius hacía mi sufrimiento un poco más llevadero. Todo un mundo nuevo se extendía ante mí, donde tarde o temprano debería decidir si seguir siendo humana o sumirme en la oscuridad para siempre.

FIN

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