Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo V

Capítulo V !!! Espero que os guste :D

La obra está registrada y publicada por lo que está prohibido su copia o reprodeucción. Todos los derechos reservados.

Podéis haceros con un ejemplar en papel en la página de Amazon, a un precio realmente bueno :D

http://www.amazon.es/gp/product/B00T6OOXXQ/ref=s9_simh_gw_p351_d4_i2?pf_rd_m=A1AT7YVPFBWXBL&pf_rd_s=desktop-1&pf_rd_r=1FBZA3SR18ANA0KECJ0V&pf_rd_t=36701&pf_rd_p=579624687&pf_rd_i=desktop

---------------------------------------------------------

Capítulo 5

El resto de la noche transcurrió como de costumbre, cené con mi padre y le hice compañía durante un rato, después me fui a dormir. Esa noche trascurrió tranquila, no tuve sueños extraños donde James me diese miedo ni tampoco las puertas del balcón se abrieron de forma inexplicable por lo que esa mañana me levanté temprano después de descansar durante toda la noche. Una vez me vestí bajé a desayunar.

Durante la mañana me entretuve arreglando el jardín, quité las malas hierbas y demás plantas que lo afeaban. En un principio el jardinero se opuso a que hiciese esas tareas ya que eran su trabajo, pero con una sonrisa y un recordatorio de que la casa era mía me dejó tranquila. Cuando empezó a apretar el sol y vi que tenía toda las ropas sucias me dirigí a darme un baño, me deshice de la ropa manchada de tierra y verdín y me sumergí en la bañera de agua caliente; me quede allí un buen rato, de ese modo por la tarde no tendría que volver a bañarme antes de ir al teatro con mi padre. Realmente me apetecía acudir a la ópera y evadirme un poco de la realidad, contemplar la obra y disfrutar de la puesta en escena o al menos lo intentaría aunque todo dependía de si me encontraba con James, tratándose de un estreno era de esperar que acudiese al teatro. Cuando mi piel empezó a arrugarse salí de la bañera envolviendo mi cuerpo con la bata, volví a la habitación y me senté en la cama mientras me escurría el pelo, me había quedado como nueva.

Miré el pequeño reloj sobre la mesilla y vi que eran casi la una del mediodía, me vestí con un vestido cómodo y decidí preparar la ropa que me pondría esa noche. Abrí el armario y busqué dentro el vestido de color burdeos que me había regalado mi padre por mi cumpleaños, era precioso, confeccionado con satén y con pequeñas flores beige que decoraban el escote y las mangas algo que le daba un toque muy elegante. Para el pelo optaría por hacerme un moño y lo adornaría con un tocado de color negro. Cuando tuve todo preparado bajé al salón, en ese momento llegó mi padre y se adentró en su despacho. Cuando entré había dejado sobre la mesa una montaña de documentos, desde que Thomas se había ido siempre volvía a casa con trabajo atrasado. Al verme entrar se acercó y me besó en la mejilla, su semblante era serio.

—¿Qué pasa padre? —arrugó el semblante y masajeó su sien con los dedos.

—Esta mañana me dirigía a pie hacía la casa de Lord Crowel cuando al torcer la esquina que lleva a su casa vi a varios agentes de la policía reclinados sobre algo que se encontraba en el suelo —se detuvo unos segundos para tragar saliva— había mucha gente alrededor y murmuraban entre ellos. Supuse que debía ser algo grave si se encontraban tantos policías allí, cuando me acerqué no me lo podía creer... Una mujer se encontraba tendida en el suelo —tenía el rostro desencajado mientras me contaba aquello—. La expresión de su rostro era de terror, su boca estaba abierta y tenía la mirada perdida, su cuerpo sin vida se encontraba tendido sobre un gran charco de sangre que manchaba toda su ropa, jamás había visto una escena tan grotesca.

—Es la quinta mujer que aparece muerta en este mes, es horrible... ¿Quién puede estar matando a esas jóvenes, y de esa forma tan horrible? —se me revolvió el estómago al imaginar semejante escena.

—No lo sé hija, pero lo único que sé, es que no vas a salir a la calle sola. Todas esas mujeres que han muerto eran mujeres de buenas familias, no eran indigentes ni mujeres pobres, no pienso dejar que corras ningún riesgo saliendo sola de casa —me advirtió mientras se sentaba en su sillón.

—Padre no suelo salir casi nunca de casa a no ser que asistamos a alguna fiesta o necesite ir a comprar algo, al único sitio que suelo salir es al jardín y no creo que allí me ataque nadie, además según el periódico los asesinatos se producen por la noche y a esas horas ya estoy en el quinto sueño, así que no te preocupes —le dije con una sonrisa pegándole un pellizco en sus rosados mofletes.

—Lo sé, pero debes tener cuidado incluso cuando vayas por el jardín. ¿Entendido? —me advirtió muy serio dejando claro su postura frente aquel asunto.

—A sus órdenes mí capitán —me puse firme imitando a un soldado. Lo cierto es que era algo terrible que también me tenía preocupada, pero intentaba quitarle importancia cuando hablaba con mi padre.

No me podía creer que aún no se supiese quién era el responsable de aquellos actos o que no hubiese ningún sospechoso, ¿tan habilidoso y huidizo era aquél asesino? Si no le atrapaban pronto habría muchas más mujeres y hombres asesinados. En ese momento entró Doris y nos informó que la comida estaba servida. Nos dirigimos al comedor y nos sentamos, se nos sirvió el vino y nos quedamos solos. En ese momento me armé de valor y decidí preguntarle si él estaba enamorado de mi madre cuando se casaron, necesitaba estar segura de que estaba haciendo lo correcto con Thomas.

—Padre, puedo hacerte una pregunta —le dije titubeante.

—Pues claro hija, ¿qué te inquieta? —respondió mientras se introducía un trozo de comida en la boca.

—Sé que nunca te he preguntado sobre este tipo de temas, pero... me gustaría saber si estabas enamorado de madre cuando os casasteis —tragué saliva y esperé su respuesta.

Me miró en silencio durante unos segundos, creo que mi pregunta lo pilló por sorpresa.

—Bueno Emily... mi matrimonio con tu madre fue pactado entre mi familia y la suya. Al principio yo no estaba enamorado de ella, ni siquiera la había visto más de una vez y tuve muchas discusiones con tu abuelo por ello. No quería casarme con alguien que apenas conocía, pero he de confesar que cuando la volví a ver estaba preciosa —vi cómo sus ojos se ponían vidriosos mientras me hablaba, le entristecía tanto pensar en ella—. Eso me ayudó a decidirme y seguir adelante con los planes de boda. El amor llegó con el tiempo, tu madre me fue enamorando poco a poco con su dulzura y su saber estar, poco tiempo después de la boda nació entre nosotros una gran confianza y nuestra felicidad fue plena cuando naciste Emily —dejó de comer y me pellizcó la nariz—. ¿Por qué me preguntas eso hija?

—Tenía curiosidad por saber cómo os conocisteis y cómo decidisteis casaros, pero ya veo que os obligaron a ello —respondí apenada, sabiendo que si por algún motivo decidiese romper mi compromiso con Thomas no lo aceptaría.

—No creo que sea solo eso, soy tu padre puedes contarme que tienes en esa cabecita —me dijo mientras levantaba mi barbilla con su mano y me miraba a los ojos.

A pesar de mi cuidado por disimular que algo agitaba mi mente se había percatado de mi estado, me conocía demasiado y eso a veces resultaba un poco incómodo.

—He de confesarte que no estoy enamorada de Thomas padre, sé que es un buen partido para mí y por eso he seguido tu consejo eligiendo casarme con él y sé que estás orgulloso de mi decisión, pero tengo miedo, no estoy segura de que pueda amarle de la misma forma que tú amabas a madre. No sé mucho sobre el amor, Thomas es el primer hombre que conozco y el único; temo equivocarme —le confesé finalmente. Su expresión cambio volviéndose más sería, después cogió mi mano.

—Emily no debes de preocuparte por eso, Thomas es un hombre estupendo y estoy seguro que te hará feliz. No debes temer nada, tan solo deja que todo siga su curso natural. Cuando estéis casados será diferente, os conoceréis mejor y de forma más íntima y estoy seguro de que seréis muy felices —me aseguró convencido de sus palabras—. A veces el amor no basta para ser feliz, otras cosas pueden hacerlo como ser madre, si aún no le amas cuando eso ocurra podrás delegar ese sentimiento en tus hijos.

—Quizás tengas razón padre... —claudiqué resignada, entregándome a mi destino.

Me sonrío y pude ver lo que esperaba de mí, pero yo sabía que jamás podría amar a Thomas. La única verdad era que mi corazón latía por alguien que jamás podría tener y con quien no podría estar, eso me entristeció de tal manera que dejé de comer y me levanté de la mesa. En aquel momento supe que me estaba enamorando de James o quizás ya lo estuviese y no me había dado cuenta hasta ahora. Era cierto que nos conocíamos muy poco y que no lo había vuelto a ver, yo misma le había dicho que no quería saber nada más de él, pero por alguna extraña razón algo me decía que él estaba esperándome, aguardando a encontrarse de nuevo conmigo.

—Voy a ir a tumbarme un rato, esta noche será muy larga —le dije como excusa para estar sola.

Le besé en la mejilla y me dirigí a mi habitación. Quedaban pocas horas para salir hacia el teatro y estaba nerviosa, de alguna forma sabía que me encontraría con James, mi corazón se aceleró con solo imaginarlo. Me estiré en la cama y me puse a pensar en lo aburrida que era mi vida, apenas tenía vida social y tampoco tenía una amiga con la que hablar o poder invitar a casa a tomar té, alguien con quien compartir mis secretos... simplemente hacía las cosas para hacer felices a los demás sin importar si yo lo era. Mi vida sin emociones me había hecho fría y solitaria, por eso cuando conocí a James toda clase de sentimientos escondidos dentro de mí habían aflorado al igual que una flor florece en primavera. Emociones y sensaciones nuevas habían hecho acto de presencia en mi interior sin ni siquiera darme cuenta.

Qué estaría haciendo Thomas, ¿se acordaría de mí? ni siquiera había mandado un telegrama, no sabía nada de él desde que se fue. Me preguntaba qué haría durante todo el día allí aunque lo cierto era que no me importaba mucho, pero al menos podía haber escrito para hacernos saber que estaba bien. Eso me daba que pensar... Ojalá decidiera romper nuestro compromiso y yo pudiese ir a buscar a James, saber si el sentía lo mismo que yo, pero eso nunca pasaría. Thomas me había perseguido durante meses para que le diese una oportunidad afirmando que me quería, que era una mujer increíble, hasta que un día cedí al ver tanto interés por su parte. Me aseguró estaba enamorado de mí y que me haría feliz, ¡ah! Promesas, promesas y más promesas. Pasé dos horas allí tendida en la cama sin parar de darle vueltas a la cabeza al tema de James y más tarde al de los asesinatos, esa noche en la opera habría mucha gente y quizás el asesino también estuviese allí, todas sus víctimas eran jóvenes adineradas y tal evento estaría lleno de ellas, me estremecí al pensar que el asesino pudiese estar entre la multitud.

Ya eran las siete de la tarde cuando me paré a mirar el reloj, apenas faltaba una hora para irnos. Finalmente me levanté de la cama y toqué la campanilla del tocador, al cabo de cinco minutos apareció Doris en la habitación.

—Ayúdeme a vestirme Doris, por favor —le pedí amablemente.

—Por supuesto señorita.

Me ajustó el corsé marcando la cintura, me ayudó a colocar la crinolina y finalmente me puse el vestido, Doris me colocó bien las mangas y el cuello.

—Está guapísima señorita, ese color resalta su pálida piel y hace juego con su cabello pelirrojo, que lástima que Thomas no esté aquí para verla —se lamentó contemplándome detenidamente.

—No exagere Doris —me colocó bien la falda del vestido y me senté frente al espejo.

Realmente estaba muy guapa, ese vestido era precioso, me hacía parecer más mayor. Le indiqué que me recogiera el pelo en un moño y me colocó el tocado negro, finalicé el conjunto poniéndome el camafeo que había llevado el día que James vino a cenar Acompañé el traje con un chal negro y puse en mi cuello un poco de mi perfume de rosas favorito. Contemplé por última vez mi imagen en el espejo y me gustó. Me asomé un segundo al balcón y respiré profundamente mientras la brisa refrescaba mi piel, ya estaba lista para irnos. Entré de nuevo en la habitación y cerré la puerta del balcón.

Hacía mucho que no acudía a la opera con mi padre y Thomas ya llevaba varios días fuera, si lo pensaba fríamente me sentía bien por una vez en mucho tiempo, libre para dedicar unas horas a mí misma y a pasarlo bien adentrándome en una apasionante obra. Recogí mi pequeña bolsa de fiesta y bajé dispuesta a pasar una noche inolvidable sin Thomas. Lo único que esperaba era no encontrarme con James, sería muy frustrante tenerle cerca ahora que de verdad sabía lo que sentía por él.

Mi padre ya estaba en el recibidor cuando bajé, se estaba terminando de poner el sombrero y Doris le acercó el elegante bastón presidido por una preciosa bola de plata, me contempló por unos segundos cuando llegué al final de la escalera.

—Estás preciosa hija, has heredado la belleza de tu madre sin duda —se le iluminó el rostro al pronunciar esas palabras.

Le sonreí tímidamente confirmando su afirmación, en estos últimos meses me di cuenta que me parecía cada vez más a mi madre. Me acerqué y él me ofreció su brazo, Doris nos abrió la puerta y nos dirigimos al carruaje que ya nos esperaba delante de la entrada, el chófer me ayudó a subir y emprendimos el camino hacia el teatro. Mientras avanzábamos por las concurridas calles de Londres no podía dejar de mirar por la pequeña ventana del carruaje, gente aquí y allá paseando que seguramente se dirigían al teatro como nosotros, eso era lo habitual en estos barrios donde abundaba la población adinerada de la ciudad, mientras que en otros distritos la situación era totalmente diferente, la pobreza y la inmundicia se extendían sin piedad por sus calles, no solía pasar mucho por ellos, solo cuando era estrictamente necesario. A causa del hambre se producían muchos robos, algunos eran cometidos por niños que obligados por otros no tenían más remedio que hacerlo. Era muy triste que existiese tanta diferencia de clases y una vergüenza que esas personas no tuvieran ni un pedazo de pan para llevarse a la boca. En ese momento mi padre cogió mi mano sacándome de mis pensamientos y supe que se disponía a preguntarme algo.

—¿Cómo va el asunto de la boda hija?, me dejaste preocupado en la comida.

—No debes preocuparte, solo estoy algo nerviosa no es fácil para mi hacerme a la idea, son muchas cosas las que debo preparar y en estos momentos desearía que madre estuviese con nosotros y que me ayudase con todo esto. La echo de menos... —esperaba que mi respuesta calmase la curiosidad de mi padre aunque realmente deseaba que mi madre estuviese aquí pero no para eso, si no para que me aconsejase sobre la confusión que albergaba mi corazón y que tanto me estaba atormentando estos días

—Lo sé hija, es muy duro pero yo estoy aquí para lo que necesites, ya sé que no soy un experto en moda y que no puedo aconsejarte como lo haría ella, pero intentaré ayudarte en lo que pueda —apreté su mano agradeciendo sus sinceras palabras.

—Lo sé padre no debes preocuparte más, estoy bien —le sonreí.

Bordeamos por la última calle que desembocaba en la del teatro, cuando giramos la esquina, todo estaba lleno de gente provista con sus mejores galas. La ópera era una ocasión idónea para lucir nuevos trajes y presumir de joyas, una competición silenciosa por ser la más elegante de la noche y que durante los días posteriores se comentara entre la sociedad y pospuesto también era la ocasión ideal para que las jóvenes presumiesen de sus prometidos como si fuesen trofeos de feria.

Casi era imposible avanzar con tanta gente, así que mi padre ordenó al cochero que nos dejase allí mismo para llegar caminando hasta las inmediaciones del teatro. Nos mezclamos con la muchedumbre abriéndonos camino hasta que conseguimos llegar hasta la entrada, allí saludamos a varios conocidos. De momento no había señales de que James estuviese allí, eso me calmó un poco, si no le veía no tendría que disimular lo que sentía. La señora Olsen se acercó a saludarme.

—Buenas noches Emily, está preciosa le queda muy bien ese color —aseguró mientas me guiñaba el ojo.

—Gracias, usted tan agradable como siempre —le dije agradeciendo sus palabras.

—Esperemos que esta obra sea tan buena como dicen —le comentó mi padre.

—Y si no lo es al menos pasaremos un buen rato —la señora Olsen soltó una sonora risotada.

—De eso no tengo la menor duda —manifestó su marido el Varón.

Siempre estaban bromeando, tenían un humor envidiable. Siguieron conversando con mi padre mientras abrían la puerta de entrada al teatro. Yo estaba ausente y no me enteraba de lo que hablaban, observé a la gente que iba llegando; todos iban perfectamente engalanados y se paraban a saludar a todo el mundo aunque apenas los conocieran (falsedad adornada de buenas maneras) pensé, resultaba algo cómico ver cómo se afanaban por quedar bien delante de todos.

Cuál fue mi sorpresa cuando al volver la mirada vi aparecer a James, mi corazón empezó a latir rápidamente al ver que no iba solo... una joven de piel pálida como la nieve con el pelo moreno y de profundos ojos del color de la miel caminaba junto a él, ellos también se pararon aquí y allá para saludar, mientras yo me volvía loca al verle con ella, tenía ganas de ir y apartarla de él. Una sensación de ardor en el estómago me recorrió todo el cuerpo, ¿era esto a lo que llamaban celos? Desde luego si lo era no era muy agradable, quería tirarle de los pelos. James estaba guapísimo con su melena rubia y su levita negra, un precioso sombrero de copa a juego coronaba su cabeza. Sus ojos grises preciosos y su perfecta palidez le otorgaban la categoría de obra de arte. No pude evitar suspirar, aunque él ni siquiera me había visto, solo tenía ojos para su acompañante y no era para menos, era preciosa. Que poco había tardado en olvidarse de nuestro beso en el jardín, quizás solo había sido una diversión para él y yo como una tonta pensando que le interesaba... Tonta, tonta y tonta me dije a mi misma, un tirón del brazo me sacó de mis divagaciones.

—Emily, despierta vamos dentro —me indicó mi padre tirando de mí.

—Sí claro, lo siento padre.

Entregamos las entradas al hombre que había en la puerta y entramos en el gran teatro. Hacia tanto tiempo que no venía que me pareció igual de bonito que la primera vez que vine cuando era pequeña. Sus butacas y palcos dorados, su telón rojo fuego que contrastaba perfectamente con las hermosas lámparas de araña que colgaban del techo y los preciosos artesonados de madera perfectamente tallados, el ambiente de voces animadas conversando antes del comienzo de la obra. Todo perfectamente diseñado para hacer disfrutar a los sentidos, para dejar volar la imaginación.

Después de deleitarme con la belleza de aquel lugar nos sentamos en las butacas del centro, el varón y su esposa se sentaron dos butacas más a la derecha. El teatro se llenó casi por completo en pocos minutos, sin quererlo busqué a James con la mirada; quería ver donde estaba sentado con esa joven. Giré la cabeza hacia la izquierda y le vi casi al final de la siguiente fila de butacas, conversaban animadamente de forma cómplice. Ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia, lo miré fijamente y todo lo que había a mi alrededor desapareció, solo tenía ojos para él. En ese momento desvío su atención hacia donde me encontraba sentada y nuestras miradas se encontraron... James me observó detenidamente durante unos segundos. Su mirada era como una adicción para mí, no podía dejar de mirarle como si estuviese atrapada en alguna clase de hechizo extraño, después volvió a centrar su atención en la joven.

—¿Hija te encuentras bien?, estas como en otro lugar —seguro que me había hablado y no me di cuenta.

—Sí padre, es que me fije en James, está en la fila de la izquierda y viene acompañado de una joven muy guapa. —Mi padre agudizó la vista hasta que consiguió verle.

—Si allí está, después le saludaré cuando salgamos. ¡Que rápido ha encontrado compañía! —exclamó mientras sonreía.

—Sí, eso parece —le contesté con voz queda.

Sí que había sido rápido encontrando nueva compañía, aunque tampoco podía culparle, le dejé claro el hecho de que no podíamos vernos, que tenía un compromiso que cumplir con Thomas. Un sentimiento de odio y frustración recorrió todo mi cuerpo al contemplar a aquella muchacha que le acompañaba, James me miró como si supiese lo que había pensado, su implacable y extraña belleza cada vez me atraía más y reconozco que de no haber dejado de vernos hubiese sido mi perdición. La luz del teatro se atenuó anunciando el inminente comienzo de la ópera, mi padre seguía conversando con el Varón Olsen. En pocos minutos el telón se abrió y comenzó a sonar la música, mientras la cantante principal de la obra salía a escena mi padre me dio un ligero golpe en el brazo para que prestase atención, le sonreí y me concentré en lo que pasaba en el escenario que para eso había venido. Los actos se sucedieron uno tras otro, en algunos momentos tenía la sensación de que me observaban, algo en mi interior me decía que era él mirándome entre las sombras del teatro.

La obra trataba sobre la paradoja del amor y la locura que conlleva no ser correspondido, era curioso que incluso en la opera se me recordaba mi lucha entre el corazón y la razón. Al finalizar la obra todos se levantaron y el sonido de cientos de aplausos se extendió por todos los rincones del teatro, los actores salieron a escena a saludar, cada uno de ellos había ejecutado de forma excelente su papel, tanto los trajes, el maquillaje y la puesta en escena había sido impresionante, de ahí las estupendas críticas que había recibido en toda Europa. La gente empezó a salir de allí en orden rodeada de murmullos y comentarios poniendo la obra por las nubes. En la entrada del teatro se iban formando grupos de personas que debatían su opinión sobre lo que acababan de ver. A un lado de la enorme entrada se encontraban el Varón Olsen y su esposa junto a un par de caballeros más, mi padre me condujo hacia ellos y nos unimos a la conversación.

—¿Qué le ha parecido la obra Emily? —me preguntó la señora Olsen

La miré dedicándole una sonrisa, como siempre su tono de voz era dulce y alegre, podría mantener una conversación durante horas con ella, nunca perdía el buen humor, incluso en una discusión la vi salir indemne sin dejar de sonreír.

—Me ha encantado, ha sido una representación perfecta —opiné.

El Varón Olsen miró a mi padre dispuesto a preguntarle algo.

—Eh, Darwin por qué no viene a tomar una copa con nosotros —le invitó mientras se agarraba las solapas de su chaqueta de una forma un tanto ridícula.

Mi padre se colocó el sombrero, queriendo dar a entender que pretendíamos marcharnos ya.

—Creo que me va a ser imposible, no pienso dejar que Emily se marche sola a casa y menos con ese asesino que deambula por ahí, quién sabe si se encuentra entre nosotros en estos momentos —su semblante se volvió serio.

El Varón hizo una mueca, como sí eso jamás pudiese ocurrir. ¿Dónde estaría James? No lo había visto desde que había empezado la obra. Tras ese pensamiento apareció por mi derecha, no pude evitar mirarle mientras se acercaba hacia nosotros, esta vez iba solo ¿Qué habría pasado con su acompañante? ¿Acaso ya se había olvidado de ella también? Pero qué me estaba pasando, parecía una novia celosa... Se detuvo al llegar a nuestro lado, supuse que para saludarnos. Era tan apuesto que era imposible no fijarse en él aunque solo fuese para contemplarlo. Me di cuenta que apenas me había acordado de Thomas en toda la noche.

—Buenas noches —nos saludó quitándose el sombrero.

La señora Olsen se apresuró a ofrecerle su mano, me daba la sensación que le gustaban demasiado los jovencitos. Yo no supe que hacer o decir, así que permanecí en silencio. James besó la mano de la señora Olsen después estrechó la mano de los demás caballeros pero la de mi padre de forma más enérgica. Me miró esperando que yo también le ofreciese mi mano, cosa que no hice, pude notar como su mirada adquiría un halo de decepción ¿o era extrañeza? al no ser tan cordial como en otras ocasiones.

—Buenas noches James —es lo único que conseguí decir, volví a mirarle y las mariposas de aquella noche se volvieron a posarse en mi estómago, aparté mi vista hacia otro lado, me ardía la cara síntoma de que me había ruborizado.

—Buenas noches, le he visto muy bien acompañado esta noche, veo que se está habituando muy bien a Londres —le comentó mi padre—. ¿Qué tal su nueva casa?

—No estaba en tal mal estado como me comentó, tan solo falta que traigan los muebles que compré y algún arreglo sin importancia para que luzca como nueva. Tan pronto como esté todo colocado, celebraré una fiesta de inauguración a la que por supuesto están todos invitados —el Varón le miró con una sonrisa en los labios, para él eso significaba bebida gratis durante toda la noche.

—Gracias por su invitación, será un honor asistir —contestó su esposa.

—Vamos Darwin venga con nosotros, yo mismo mandaré a Emily con mi cochero de vuelta a casa —le Insistió el Varón. James no cesaba de mirarme cuando nadie se fijaba, yo en cambio intentaba no prestarle atención, sentía vergüenza de mirarle.

—No insista no dejaré que Emily vuelva sola a casa —James esbozó una extraña sonrisa y dirigió su atención a mi padre.

—Señor que le parece si yo acompaño a la señorita Emily a casa y así usted puede tomar esa copa.

¿Ahora quería quedarse a solas conmigo?, no entendía nada... pensaba que había quedado claro que no debíamos vernos más a solas, no porque no quisiera, si no por mi compromiso. ¿Dónde estaba la otra chica que le acompañaba?

—No sé si es buena idea James, no quiero molestar, quizás tenga otras cosas más importantes que hacer —mi padre le miró pensativo.

—Además James no viene solo. ¿Dónde está su acompañante? —pregunté con toda la intención posible, esta vez sí que le miré, pero no de forma amistosa. Su mirada me atravesó.

—No se preocupe, era solo una conocida. Lo cierto es que vine solo y me ofrecí a acompañarla durante la ópera, en estos momentos debe estar de camino a casa —me sonrío dándome a entender que me había precipitado en mi afirmación.

Maldito... tan guapo, tan convincente y seguro de sí mismo; eso no bastaba para dejar de estar molesta por haberle visto con esa muchacha.

—¿Te parece bien hija?, lo cierto es que no me vendría mal distraerme un rato, llevo unos días agotadores en el trabajo —aunque no fuese intencionado su mirada era suplicante, quién era yo para negarle lo que pedía.

—Está bien padre —le dije con resignación.

—Pues no se hable más, pongámonos en marcha antes de que sea más tarde —sugirió el Varón satisfecho por su triunfo.

—No llegaré tarde hija no te preocupes —me besó en la mejilla y se marchó con ellos dejándome a solas con James.

—Bueno Emily estamos solos de nuevo —afirmó feliz al haber conseguido su objetivo.

—Ya veo... —le respondí con sarcasmo, me ofreció su brazo y empezamos a caminar.

—Prefiere que consiga un carruaje o que demos un paseo hasta su casa, no es un camino muy largo, a no ser que quiera librarse de mí lo más pronto posible —rio alegremente.

Seguimos andando en silencio, lo más razonable hubiese sido elegir el carruaje y llegar lo más rápido posible a casa para terminar con esto, pero me debatía entre lo que de verdad quería y lo que en realidad debía hacer. Me tentó la idea de no saber cuándo iba a estar a solas con él de nuevo, quizás nunca más... Cuando inaugurase la casa Thomas ya estaría de vuelta haciéndolo imposible. ¿Y si nunca podía volver a mirarle a los ojos? Seguro que me arrepentía de mi decisión, pero hice lo que el corazón me dictó en ese momento. Lo que sentía por él era tan intenso que todo intento por hacer lo correcto y alejarme de él ya no me servía para nada.

—Porque no, demos un paseo, la noche está despejada —le respondí finalmente.

—Estupendo —apretó mi brazo con más fuerza.

Nos metimos en la calle paralela a la del teatro y caminamos despacio como si ninguno de los dos quisiese llegar a su destino.

—Y cuénteme, ¿qué ha sido de usted en este tiempo que no nos hemos visto? —le pregunté. Él me miró, pero esta vez sin preocuparse de si alguien nos observaba.

—Me ocupé de algunos asuntos pendientes y ahora estoy ocupado con la casa, tratando de que las cosas se hagan de manera correcta— me informó.

—Dígame James, ¿por qué no fue usted personalmente a recoger la llave de su nueva casa? ¿Y si la persona que envió se hubiese fugado con el contrato y la llave? —sentía mucha curiosidad por saberlo.

—Como le dije a su padre tenía asuntos que tratar fuera de la ciudad, pero no se preocupe, le pagué una buena cantidad de dinero por sus servicios —rio alegremente.

Seguimos andando por otra calle, en esta ya no había tanta gente todo estaba casi en silencio.

—Dígame Emily, ¿qué tal todo con Thomas?

—Todo bien, estos días está fuera de la ciudad y aún tardará un par de días en volver; si supiese que me está acompañando a casa en este momento montaría en cólera y no quiero imaginar lo que pasaría —le confesé.

—Quizás sea porque ha visto que represento algún tipo de amenaza en vuestro compromiso —aseguró muy serio.

Por qué habría dicho eso. ¿Sabía lo que sentía hacia él? ¿La atracción que me provocaba? Seguro que vio algún detalle en mi comportamiento que me había delatado, me sentí avergonzada. Desvié mi mirada de la suya y terminé fijándome en que la luna alumbraba la calle indicándonos silenciosamente el camino a seguir. Andamos un poco más hasta que solo se escucharon nuestras pisadas en el adoquinado suelo de la calle. Cada vez estaba más nerviosa, sabía que aquello estaba mal y no sabía cómo podría acabar.

—Emily aun sabiendo que no debería decirle esto, he de confesarle que esta noche está preciosa, ese vestido color burdeos hace un delicioso contraste con su pálida piel, está realmente hermosa.

Nuestras miradas se encontraron como atraídas por una fuerza invisible, el destino había jugado sus cartas en mi contra haciendo que me encontrara con James la noche de la fiesta, no podía entender como en tan poco tiempo yo me sintiese atraída de esa forma por él.

—Gracias, pero no debería decirme esas cosas, voy a casarme —le recordé. De repente me soltó y su mano se deslizo fría y suave por mi brazo, algo que me hizo estremecer.

—¿Por qué siempre está tan frío? Es como si siempre tuviese la mano sumergida en agua helada antes de tocarme —apartó su mano rápidamente de mi brazo como si el haberme percatado de aquello fuese algo malo—. No era mi intención molestarle tan solo era una observación.

—De eso ya me había dado cuenta, se lo dije cuando me invitaron a cenar, es usted muy observadora.

De repente James paró en medio de la calle, acto que me obligó a hacer lo mismo, me giré dispuesta a preguntarle qué le pasaba. Cuando me di la vuelta vi que estaba parado observándome como si jamás me hubiese visto, con esa mirada profunda que me volvía loca, sin poder evitarlo me acerqué a él. Sin apenas darme cuenta su mano se deslizó por mi brazo y con un rápido movimiento agarró la mía mientras me contemplaba bajo el cielo estrellado, único testigo de aquel momento. No había ni un alma donde estábamos, incluso no sabía con exactitud en que calle nos encontrábamos. Me condujo a aquel callejón solitario y diría que había sido a propósito para estar a solas conmigo sin que nadie pudiese ver lo que hacíamos. Con la otra mano que tenía libre acarició mi mejilla, su frío tacto no me sorprendió tanto en ese momento, quizás porque estaba acalorada...

—Qué pretende James, esto no debería estar pasando, eso es lo que acordamos la noche en que... —me callé no quería recordarle ese momento.

—Emily, ya sé que no debería estar ocurriendo, pero no puedo dejar de pensar en usted, en la suavidad de sus labios —mientras pronunciaba esas palabras pasó las yemas de sus dedos por mis labios— en su pureza, su inocencia, su belleza...

Esas palabras me dolían igual que cien puñales, ¿por qué no le había conocido antes de comprometerme con Thomas? Maldita sea, por mucho que intentaba resistirme me era imposible, yo tampoco podía dejar de pensar en él. Hice un último intento por persuadirle.

—James esto no está bien, para por favor —decidí tutearle a ver si así me prestaba un poco de atención.

—Emily, sé que no podemos estar juntos, que es una mujer comprometida, pero también por otras razones que no puedo explicarle y que no entendería, deje tan solo por esta noche que me deleite con su presencia, le prometo que no volveré a molestarla nunca más.

¿A qué razones se refería? ¿Qué era lo que no podía contarme? ¿Qué era eso que nos separaría aún más que el hecho de estar comprometida? ¿Por qué era siempre tan misterioso?

—James... cuando nos besamos la otra noche fue porque los dos quisimos, no puedo negarle que me siento atraída por usted y que jamás había sentido esto por nadie. ¡Incluso sueño con usted! —me embargó una terrible tristeza, jamás podría estar con él.

—Oh Emily, siento tanto haber perturbado su vida de esta forma, créame cuando le digo que hacía mucho tiempo que no sentía nada así por nadie. Hasta que la conocí —sonaban tan amargas aquellas palabras que pronunciaban sus labios...

Sin siquiera darnos cuenta, nuestros rostros estaban apenas a unos centímetros. James me apretó contra su pecho, algo a lo que no opuse resistencia, era duro como una piedra y estaba tan frío... no desprendía ningún tipo de calidez. Era una sensación parecida a cuando era niña y toque el cadáver de mi abuela... la misma frialdad que la piel de un muerto, pero no me importó. Ya era tarde, había caído en su trampa. Nuestros labios se fundieron en un beso y su lengua invadió mi boca moviéndose suave y apasionadamente dentro de ella, sus labios helados y suaves se fundieron con los míos cálidos y ávidos de él. No sé cuánto estuvimos así, pero cuando nos separamos me sentí mareada como si toda mi energía se hubiese marchado con aquel beso. Me miró por un momento y de repente se posiciono delante de mí como queriéndome proteger de algo, no entendía por qué, no había nadie en toda la calle.

—No te muevas —me indicó con voz firme.

—¿Qué pasa James? —le pregunté asustada.

Miré hacia donde él estaba mirando, al agudizar la vista justo al final del callejón en la penumbra vi dos ojos iguales a los de un gato cuando se esconde en la oscuridad, agudicé un poco más la vista y lo que había allí no era un animal. Una persona se encontraba agazapada en el suelo y bajo ella había un gran bulto que no conseguí distinguir, aquellos ojos nos miraron y desapareció. Me agarré al brazo de James, ¿qué clase de cosa era esa? Tenía miedo. Sin saber cómo, esa cosa del callejón apareció frente a nosotros. Era una mujer bien vestida, tan pálida como el mármol al igual que James, pero sus ojos estaban enrojecidos y su cara estaba cubierta de sangre al igual que el corpiño del vestido. Me contempló como un cazador contempla a su presa, no puede hacer otra cosa que proferir un grito.

—Hola James —¿de qué conocía a esa mujer?

Daba miedo, tan pálida y cubierta de sangre pero... ¿quién era? Y ¿por qué estaba cubierta de sangre?

—Hola Jena —así que también la conocía... ¿Qué clase de broma macabra era aquella?, agarré aún más fuerte su brazo, me sentía amenazada y en peligro.

—Veo que esta noche has encontrado una cena de primera, su aroma es irresistible. ¿Me dejas probarla? —aquel ser se movió tan rápido que no pude ver donde estaba, James se movió igual de rápido que ella. Cuando puede verlos de nuevo, James apareció a dos metros de mí y la mujer voló estrellándose en el suelo. ¿Qué clase de brujería era aquella?, no eran seres humanos normales, se movían a una velocidad que les hacía casi invisibles. ¿Era eso a lo que se refería James, lo que no comprendería, lo que no podía contarme? ¿Por qué me había llamado su cena? Caí de rodillas al suelo conmocionada por todo aquello.

—Vaya... veo que no es tu cena o si lo es significa que la quieres solo para ti —se levantó y avanzó unos pasos mientras me devoraba con la mirada.

—No te acerques a ella ¡me oyes!, sabía que eras tú la que estaba cometiendo esos asesinatos, no dudes que informaré al consejo para que se ocupen de ti —la amenazó.

Su sonora risa resonó en toda la calle, no entendía nada de todo aquello ¿qué eran aquellos seres? ¿Era así como desangraba a esas pobres chicas? se bebía su sangre... Eso me produjo tanto asco que se me revolvió el estómago, no podía moverme, estaba inmovilizada por el miedo, tan solo pude observar la escena.

—Seguro que tu amiga ni se imagina qué eres. James...James... James... aún sabes cómo encandilar a las humanas, tan bello como un ángel pero con el alma negra de un demonio —espetó mientras caminaba a su alrededor.

—¡Calla! No digas ni una palabra más o te mataré antes de que el consejo pueda juzgarte por tus actos —con la rapidez de la luz James atrapó a Jena por el cuello sosteniéndola en el aire—. Lárgate de aquí antes de que me arrepienta, jamás te acerques a ella, ¿me oyes? —su voz era desafiante y daba miedo, no era el James dulce y educado que conocía.

Sus manos apretaban cada vez más fuerte su cuello, incluso se escucharon huesos empezando a romperse, James la soltó y esta cayó al suelo. Lentamente aquel demonio se levantó y con un movimiento de cabeza y un sonoro crujido colocó el cuello en su sitio.

—Esto no quedara así James, no estoy sola —me miró fijamente—. Volveremos a vernos pequeña.

En un segundo había desaparecido, permanecí ahí tirada en suelo sin creer lo que acababa de presenciar. James corrió a mi lado y me ayudó a ponerme en pie, estaba en shock y con la mirada perdida, aquello había sido demasiado impactante para mí, qué clase de seres eran aquellos...

—Emily, ya paso todo —me zarandeó hasta que al fin le miré, su cara hablaba por sí sola, aquello era algo que no debía de haber presenciado.

—¿Qué está pasando? ¿Qué eres? —le pregunté observando su pálido rostro que ahora incluso lo parecía más.

El miedo corría a toda velocidad por mis venas, era como estar en una pesadilla. Me sentía en peligro junto a él, me deshice de sus manos y empecé a recular dispuesta a salir corriendo, pero me lo impidió.

—No por favor Emily, no me tengas miedo, jamás te haría daño —sus palabras sonaron sinceras.

—Entonces explícame qué es todo esto, no sois humanos. ¿Qué clase de demonios sois?

Necesitaba un motivo para no salir corriendo... una explicación, no podía ser que el hombre del que me había enamorado fuese como aquel monstruo del callejón, alguien que iba matando personas y luego se bebía su sangre. Me apoyé en la sucia pared, iba a desmayarme de un momento a otro. En un segundo James estaba mi lado de nuevo.

—¿Qué eres?, ¡dímelo! —le exigí, mirándole a los ojos. James suspiró...

—Está bien, te lo contaré, pero prométeme que no saldrás corriendo por favor —me suplicó.

—Lo prometo, ahora háblame —habíamos empezado a tutearnos sin darnos cuenta. Ya solo me importaba saber la verdad.

—Soy un Vampiro... —me confesó casi en susurros.

—¿Un vampiro? —no me podía creer que aquella fuese la respuesta que ansiaba, los vampiros solo existían en los libros, en las historias de folclore.

—Sí, eso es lo que soy Emily, me creas o no.

—Entonces... ¿necesitáis la sangre para vivir? —No me atrevía ni siquiera a realizar esa pregunta—. Te alimentas de sangre humana...

—La sangre es algo que necesitamos para sobrevivir, pero yo no asesino a nadie, tan solo me alimento —su tono de voz denotaba tristeza, como si supiese que yo jamás podría aceptar su condición y modo de supervivencia.

—¿Pensabas alimentarte de mí? —un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al pronunciar esas palabras.

Esa pregunta cayó sobre él como un jarro de agua fría, como si le estuviese clavando un puñal en la espalda. Me miró fijamente, ¡ah... esos ojos! aun sabiendo lo que era no podía escapar de ellos; ya era imposible hacerlo, estaba enamorada de él.

—Escucha bien Emily, ¡Jamás me alimentaría de ti! Pero ya de poco importa que lo sepas, estoy enamorado de ti, nunca podría hacerte daño.

Por un lado me gustó escuchar que también estaba enamorado de mí, pero por otro lado... me daba miedo que estuviese cerca de mí. Se alimentaban de personas como yo, aquellos seres tenían instintos animales e incluso llegaban a matar.

—Llévame a casa por favor, no quiero estar aquí ni un segundo más —no podía volver sola a casa, esa tal Jena podría estar esperándome en algún lugar y el único que podía evitarlo era James.

Caminamos en silencio sin ni siquiera rozarnos ni mirarnos. Finalmente llegamos a la enorme verja de casa. Nos detuvimos uno frente al otro.

—Aún no puedo creerme que existan tales criaturas como vosotros y aún menos asumir que eres un vampiro. Aunque me pareciese extraño que siempre estuvieses tan frío o que fueras tan pálido pensaba que eran tonterías sin importancia, pero veo que todo eso va más allá de la realidad —su rostro se tornó sombrío al escuchar mis palabras.

—¿Piensas que yo quise ser un vampiro por voluntad propia? ¿Qué me gusta ir por ahí mordiendo y bebiendo sangre de las personas? Pues no Emily, yo no tuve elección. Yo no mato a nadie, solo me alimento para sobrevivir, hay excepciones como Jena en que la sangre se vuelve una adicción y no puedes controlar tus instintos, pero en mi caso no es así, si esto no hubiese pasado seguirías pensando que era humano —me dijo sabiendo que tenía razón.

Esas palabras dejaban ver su alma atormentada y triste, una parte que aún desconocía de él. Sentí pena por él, si realmente se había convertido en vampiro en contra de su voluntad, debía haber sido horrible acostumbrarse a aquello.

—Yo fui humano como tu Emily.

—Es cierto lo que dicen los libros ¿no podéis salir a la luz del día?

—Lo es —me confirmó.

Eso aclaraba algunas cosas, como por qué no había ido en persona a recoger la llave de la casa. En ese momento algo me vino a la cabeza.

—¿Puedo preguntarte algo más?

—Claro que puedes, ya no tengo nada que esconder...

—¿Eras tú quién entraba en mi habitación? —mi pregunta le sorprendió, pero al ver la forma en que se movía podría haber entrado perfectamente mientras dormía y en un segundo desaparecer, incluso si me hubiese despertando y aún siguiese ahí no lo hubiese visto marcharse. Tardó unos segundos en responder.

—Sí... fui yo, pero no hice nada. Tan solo me gustaba verte dormir —me confesó.

Se acercó a mí, pero ya no sentí miedo. Supe que aunque fuese un vampiro como Jena, jamás me haría daño. Había tanto sufrimiento en su rostro en ese instante, que sentí por un momento la necesidad de abrazarle. Cómo podía haberme dejado engatusar por él, ahora sabía con más seguridad que jamás podríamos estar juntos, no solo por mi compromiso, no podía amar a alguien que se alimentaba de otras personas y que incluso podría llegar a matar, alguien con quien jamás podría pasear a la luz del día, ni siquiera podría explicarle aquello a mi padre...

—No podemos vernos más y lo sabes. Y aunque no estuviese comprometida, no podríamos estar juntos, no puedo aceptar lo que eres... lo siento James... —acaricié por última vez su rostro.

Me partía el corazón dejarle así, pero aquello me superaba. Ahora mismo solo podía pensar en lo que era; cuando me quise dar cuenta había desaparecido al igual que paso en el callejón, ni siquiera pude ver por donde se fue. Abrí la verja y entré en el jardín, mientras la cerraba las lágrimas caían por mis mejillas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro