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🖤 Capitulo 3 🖤

"Para luchar contra el mal, tienes que entender la oscuridad"

🖤🖤🖤

Capítulo 3


Cassidy

– ¡Cassie!

Escucho que grita mi padrastro. Suelto un suspiro y me levanto de la cama, dejando mi tarea sin terminar. Solo espero que no esté de mal humor y lo más probable es que esté borracho otra vez. El olor a alcohol llega hasta mis fosas nasales cuando pongo un pie en la sala. Veo a Matt sentado en el sofá desgastado de la sala frente al televisor viendo un partido de futbol con una botella de licor en sus manos.

Hago una mueca al ver su estado deprimente. Apesta a alcohol y a humedad, por lo que supongo que no se ha duchado en dias. Me da lastima que haya llegado a este punto. Me siento culpable de que él se sienta de esa forma y de que cometa muchas estupideces, yo soy la única culpable de todas sus desgracias y de las mías.

Extraño como era todo antes. Matt me quería mucho y me apoyaba, e incluso me trataba como si fuera su hija pero ahora todo es diferente, él ya no es el mismo de antes.

Lo desconozco.

Ahora me ve como si le diera asco, me trata como una cualquiera, me insulta cada vez que le da la gana y me tiene sometida a su antojo.

Como quisiera que Mamá estuviera aqui. No tengo familia, no tengo a nadie, hubiera preferido estar muerta antes que pasar por todo esto.

La vida es injusta a veces.

– Cassie, ¿Hiciste la cena?. – me pregunta arrastrando las palabras por los efectos del alcohol. – Tengo hambre.

– Si. Esta en la cocina. Puedes servirte.

– ¿Porque no me sirves tú? Sirve para algo, Mocosa. – replica con dureza en su voz.

Suelto un suspiro cansado y me acerco a la cocina, lo que menos quiero es discutir con él y aun mas cuando está ebrio.

Es insoportable.

No protesto y le sirvo la cena. Le llevo el plato de comida y el me lo quita de la mano abruptamente. Lo miro solo unos segundos; tiene unas enormes ojeras, su barba ha crecido demasiado al igual que su bigote y también lo noto muy delgado. Se ve muy mal.

Tenso los labios al verlo así de desastroso.

Recuerdo el aspecto que tenía antes, era un hombre muy agradable, cariñoso y simpático. Siempre estaba arreglado, perfumado y parecía un ejecutivo aunque no lo fuera.

Era muy distinto.

– ¿Necesitas algo más?.

Le pregunto aun parada a su lado mientras el devora la comida. Levanta la mirada del plato y me mira molesto.

– No. Ya puedes largarte.
Tenso los labios y camino de regreso a mi habitación, si es que se le puede llamar habitación a esto.

Cierro con llave la puerta de mi habitación después de entrar. No me siento segura estando sin llave y menos con Matt ebrio. No es que no confíe en él, sino que...bueno, no confio en él. En general, no confio en nadie. Y menos en las personas locas de este pueblo. En la única que confío por ahora es en Stacey, ella me ayudó desde que llegué aqui hacen dos años nos hemos hecho muy amigas. Fue la única que se acercó para hablarme y que al igual que yo no tiene familia.

Me siento sobre la cama de piernas cruzadas y termino mi tarea de Matemáticas. No soy muy buena con los números, me gustan más las letras y todo lo que tiene que ver con la literatura. Soy amante de los libros y esas cosas clichés. Entro en un estado de concentración para poder realizar las ecuaciones.

Al cabo de media hora – y después de haber borrado miles de veces las ecuaciones –termino de realizar los ejercicios. Me lavo los dientes y me preparo para dormir. Me siento cansada, con los estudios y el aseo en casa me siento como cenicienta. No como una princesa sino como una sirvienta. Mi aspecto es terrible, tengo unas ojeras muy pronunciadas por la falta de sueño, mi cabello negro es un nido de pájaros y ni hablar de mi delgadez por el estrés de cada día. A veces me siento asfixiada y con ganas de quitarme la vida porque la depresión me sobrepasa. Soy una adolescente con ganas de divertirse y salir con sus amigos, conocer personas y disfrutar de la vida, pero no puedo. Me siento atada, frustrada y con más ganas de morir que de vivir.

Pero esos malos pensamientos desaparecen de mi mente cuando empiezo a leer. Los libros se han convertido en una vía de escape de esta mierda a la que llamamos realidad.

Odio cuando estoy depresiva porque siento que no valgo nada, que la vida en sí no vale nada para mi pero entonces, las palabras de mi madre llegan a mi cabeza y eso es lo único que necesito para salir adelante con mi vida. Porque no solo vivo mi vida sino también la de ella, yo vivo por las dos y no puedo defraudarla. Tengo que ser fuerte, aunque ya no me queden fuerzas para continuar.

Dejo de ver mi apariencia en el espejo roto de mi baño y llego hasta mi pequeña cama para dormir.

Stacey debe de estar en la dichosa fogata, me hubiera gustado ir y divertirme un rato con ella, pero no puedo salir de aqui, Matt no lo permitiría, a menos que...

Me levanto de la cama y salgo de mi habitación, descalza. La madera de la cabaña cruje bajo mis pies mientras yo intento no hacer mucho ruido. La televisión está encendida aun. Al llegar al final de la escalera veo a Matt dormido sobre el sofá. Me giro sobre mis talones y me devuelvo hasta mi habitación.

¿Debería ir?.

Matt esta dormido, si me escapo por un momento no creo que vaya a darse cuenta, ¿O si?. Además, con el montón de alcohol circulando por su sistema, no creo que vaya a despertarse aun, sino hasta el dia siguiente.

¿Que más da?. Nunca me he escapado de casa, pero hoy será mi primera vez. Solo espero no tener problemas con Matt, el odia que salga con Stacey dice que es una mala influencia para mi; como si el no lo fuera también.

Cierro la puerta con llave y dudosa empiezo a buscar algo que ponerme en mi pequeño armario. No tengo mucha ropa, pero necesito algo abrigado que ponerme ya que el frío nocturno es insoportable.

Me deshago de mi feo pantalón de pijama y me coloco un jeans negro ajustado. También me quito la blusa de tirantes y me coloco una camiseta blanca de mangas largas para cubrir mis brazos. Me calzo con unas botas negras que llegan casi hasta mis rodillas y recojo mi cabello negro en una coleta desaliñada. Ni siquiera voy a verme en el espejo porque se que luzco como un zombie. Nunca me ha gustado el maquillaje pero en estos momentos lo necesito para cubrir cada una de las imperfecciones de mi rostro. Pero bueno, da igual. Solo iré un momento y como es de noche no creo que nadie note mi terrible aspecto. Verifico que mi puerta esté totalmente cerrada y entonces salgo por la ventana.

La brisa nocturna me hace estremecer, hace frío. Solo espero que esa dichosa fogata no esté lejos porque no quiero morir congelada.

Decidida, empiezo a caminar sin mirar atrás.

Stacey me comentó que la fogata la realizan cerca del rio, por lo cuál no debería estar tan lejos. Cuando llego al bosque me paralizo, todo está muy obscuro y yo odio la oscuridad.

Trago saliva, porque no me atrevo a dar un paso más para adentrarme en el bosque. Tengo mucho miedo.

Veo por sobre mi hombro las luces del pueblo que están a unos cuantos metros desde mi ubicación. Las manos comienzan a temblarme. Creo que lo mejor es regresar a casa, estoy más segura allí que aqui afuera.

Un escalofríos me recorre por todo el cuerpo y me abrazo para controlar mis nervios. Empiezo a observar a mi alrededor, solo hay bosque, árboles y oscuridad.

No hay nada más.

Pero porque tengo esta sensación tan extraña en el pecho. Como si alguien me observara desde la oscuridad.

Me tenso y paso saliva de nuevo controlando mis ganas de salir corriendo de regreso a casa. 

Todo se ve aterrador a mi alrededor y...¡Ay no! Mejor vuelvo a casa. Esto no me gusta para nada.

Me giro sobre mis talones para regresar a casa...

–Niña miedosa.

Escucho la voz de alguien a mis espaldas y doy un respingo mientras ahogo un grito en mi garganta. Me giro de nuevo para ver de quien es la voz, pero no hay nadie.

–¿Quien anda ahí?.

El miedo comienza a apoderarse de mi y mi cuerpo se altera inevitablemente. Retrocedo de espaldas dando unos cuantos pasos atrás. Mis ojos van de un lado a otro, pero no hay nadie. Los árboles se mueven con la brisa de la noche, la luna llena brilla en el cielo iluminando el lugar y puedo escuchar el cantar de un buho a lo lejos.

Sigo retrocediendo cada vez más.

Me arrepiento de haber venido a este lugar.

No quiero estar aqui.

Doy unos pasos más atrás, pero algo detrás de mi, me detiene en seco y siento mi espalda chocar con el pecho de alguien. Contengo la respiración y mi corazón salta en mi pecho frenéticamente. Me quedo estática en mi lugar, sin girarme. Las palabras se quedan trabadas en mi garganta, pero luego de unos segundos, reacciono y entonces grito.

Pero siento una mano cubrir mi boca, callándome. Mi pecho sube y baja con rapidez. Me entran ganas de llorar. Intento alejar la mano de la persona de mi boca, pero presiona con más fuerza.

–Si prometes que vas a cerrar tu boca, te suelto.

Escucho una voz masculina detrás de mi. Esa voz, no reconozco esa voz. Es fuerte, demandante y un poco ronca. Definitivamente, es un chico.

Asiento con mi cabeza, tratando de alejar el nerviosismo de mi cuerpo. El chico aleja su mano de mi boca lentamente y es cuando vuelvo a respirar de nuevo. Coloco una mano en mi pecho y comienzo a inhalar y exhalar una y otra vez. Necesito calmarme, no quiero tener un ataque. Me giro rápidamente para enfrentar al idiota que acaba de darme tremendo susto. Pero no hay nadie frente a mi, pero si hay alguien recostado en un árbol con un cigarrillo encendido. Entrecierro los ojos para detallarlo, pero es en vano. La oscuridad no me deja observarlo y de paso él va vestido de negro.

–¿Quien eres? ¿Porque me estas siguiendo?.

Pregunto nerviosa pero yo solo recibo un silencio sepulcral de su parte.

–¿Vas a responderme?.

Puedo ver el cigarrillo encendido en la oscuridad. La silueta del chico comienza a acercarse a mi y dejo de ver el cigarrillo encendido. Por lo que supongo que ya se lo acabo. Es un chico alto, vestido de negro con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo y con una capucha negra cubriendo su cabeza.

Me tenso cuando lo veo detenerse a escasos centímetros de mi. Otro escalofrío me descoloca y trago saliva. Pero el chico se detiene frente a mi sin decir nada. El olor a humo de cigarrillo llega hasta mis fosas nasales. Yo levanto la mirada con el ceño fruncido. ¿Porque me mira? ¿Porque no dice nada?.

El me ignora y pasa a mi lado chocando su hombro con el mio abruptamente.

Se va.

Me giro y veo su espalda, como se aleja con la cabeza gacha.

–¡Oye!.

Hablo y el chico detiene sus pasos en seco pero no se gira para hablarme.

–¿Qué?.

Responde cortante y de mala gana. Será idiota. Me quedo en silencio buscando algo que preguntar pero el se me adelanta:

–¿Vas a venir o vas a quedarte parada allí, como lo patética que eres?.

Abro mi boca indignada. ¿Que se ha creído este idiota?.

–¡No iré a ningún lado contigo, imbécil!. –replico molesta.

Lo veo encogerse de hombros.

–Como quieras, Patética. –dice restándole importancia. –Suerte con las serpientes y los lobos.

Se marcha y yo me cruzo de brazos molesta. Será idiota. Aqui no hay lobos, ¿O si?. Y serpientes...¡Ay no! No me gustan las serpientes y está oscuro. ¡Joder!.

–¡Espera!.

Suelto sin pensarlo, pero el chico no se detiene.

–¡No me dejes aqui sola, idiota!.

Gruño molesta y empiezo a caminar para seguirlo. No se que es lo que estoy haciendo, solo espero que no me asesine aqui en medio del bosque.

Camino detrás de él, pero a él no le importa en lo más mínimo mi presencia. Sus pasos son decididos y firmes, como si conociera cada rincón del bosque.

–¿Vas a decirme tu nombre o que?. –inquiero molesta, pero él se mantiene callado sin decir ni una jodida palabra.

–A parte de raro e idiota, ahora eres mudo. –suelto sin siquiera pensarlo y el se detiene en seco por mis palabras.

Oh, oh.

También me detengo en seco y el se gira para verme de frente. Puedo ver su rostro pálido, su ceño fruncido, su mandíbula tensa, el piercing en su ceja, unos aros negros muy pequeños decoran sus orejas, y su cabello negro cae por su frente.

Está molesto.

¿Porque simplemente no podías mantener tu boca cerrada, Cassie?.

Me reprocho mentalmente.

Entonces me doy cuenta de que es él, el chico extraño.

Al que le llaman Monster.

–¿Podrías callarte?. –me pide con dureza.

–Yo...no...lo...

Titubeo y lo veo poner los ojos en blanco.

–Eres patética.

Se coloca de nuevo su capucha y se gira para seguir caminando. Vuelvo a respirar, no supe en que momento contuve la respiración.

Camino rápidamente para alcanzarlo, no quiero quedarme sola en medio del bosque.

Puedo ver una luz a unos cuantos metros, como si un fuego estuviera encendido. Claro, debe ser la fogata. Puedo escuchar el sonido del rio correr.

Monster se detiene y yo también lo hago. Arrugo las cejas ante su acto repentino. Comienza a caminar hacia al lado contrario de la fogata.

–¿A donde vas?.

–No me sigas.

Es lo único que dice y se aleja. Me quedo parada sola viéndolo perderse entre los árboles. Cuando se pierde totalmente de mi vista, comienzo a caminar hacia la fogata.

Cuando llego al rio, veo una enorme fogata encendida y hay muchas personas allí sentadas en troncos. Y otras están dentro del rio. ¿Cómo es que no tienen frío?.
Me acerco más hasta llegar a la arena. Stacey aparece en mi campo de visión, está con Dylan y me imagino que los otros son sus compañeros del refugio. No los conozco. Ella tiene un vaso plástico entre sus manos mientras sonríe con los chicos. Dylan es el primero que me ve y me sonríe. Me sonrojo y le devuelvo el gesto. Pero mi sonrisa desaparece cuando veo por encima de su hombro, en un árbol apoyado está Monster. Él está observándome con el ceño fruncido.

Un momento, ¿Cómo es que llegó primero que yo? ¿A caso no quería que me vieran llegar con él? Bueno, a decir verdad, sería bastante extraño que me vieran con él. Todo el mundo lo odia y le tienen miedo. Pero, ¿Porque yo no siento miedo de él?. Bueno, solo un poco pero tampoco es que me aterra.

Trago saliva y rompo el contacto visual con él.

–¡Cassie, pensé que ya no vendrías!.

Me dice Dylan y besa mi mejilla a modo de saludo. El olor a su perfume varonil me hace estremecer, huele muy bien.

Cuando me aparto de él, Stacey salta sobre mi abrazándome.

–¡Amiga! ¡Viniste!.

–Hola, Stacey.

Ella se aparta de mi.

–¿Cómo llegaste hasta aqui? ¿Viniste sola?.

Me pregunta con curiosidad y yo no se que responderle. ¿Le cuento la verdad?. No. Mejor no. Moriría si se entera que llegué con él. Ella me advirtió que me alejara de ese chico.

–Si. Vine sola. Pude ver la luz de la fogata y llegué fácilmente. –miento y ella se lo cree.

Me sonríe.

–¡Que bueno que estés aqui, Cass!. Ven, te presentaré a unos amigos. –me hala de la mano y me lleva de arrastras con ella.

–¡Chicos, les presento a Cassie!.

Les dice y los chicos me sonríen amablemente, menos la chica que me mira de arriba a abajo de mala manera. Apenas me va conociendo y ya no le caigo bien. Genial.

–Cassie, él es Daniel. –señala a un chico delgado, alto y con el cabello negro. Es muy bonito. Tiene una sonrisa que enamoraría a cualquiera y me gusta el tatuaje de su brazo en forma de dragón. Lleva una camiseta de mangas negra y una bermuda del mismo color.

¿Que les pasa a las personas con el color negro?.

–Un placer, Cassie. Estoy a tu disposición cuando quieras, Bonita. –me besa el dorso de la mano y luego me guiña un ojo con coquetería. Me sonrojo al instante. No estoy acostumbrada a este tipo de coqueteos.

–No le hagas caso a Daniel, Cass. Suele ser un idiota todo el tiempo.

Sonrío.

–Soy Leo. –me saluda el chico de cabello blanco. No lleva camiseta y tiene un vaso en su mano. Pero estira la otra que no tiene ocupada. –Un placer.

Estiro la mia y la uno con la suya.

–Y ella es, Mia. –señala a la chica de cabello rojizo. Es muy bonita y tiene tatuajes en sus brazos. Lleva un traje de baño en la parte superior y un pequeño short en la parte baja.

–Hola. –le digo y estiro mi mano para saludarla, pero ella me ignora y le da un sorbo a su bebida, dejándome con la mano estirada.

Sí, definitivamente le caigo mal.

–Mia es un poco odiosa, pero no te preocupes por ella. –me susurra Stacey en el oído y yo asiento. –¿Quieres tomar algo?. 

Niego.

–Vale. –me sonríe. –¿Cuál te ha gustado de ellos? ¿A que son lindos?.

Me sonrojo.

Nos sentamos en uno de los troncos frente a la fogata apartadas un poco de ellos. 

–Si, son muy lindos.

Es lo único que le digo. Ella me codea.

–¡Vamos, Cassie! No seas aburrida. Dime, ¿Cual te ha gustado? Puede que hoy sea tu dia.

Sonrío timidamente.

–Ahmm...bueno. Dylan me parece lindo.

Ella levanta una ceja sorprendida.

–¿Te ha gustado, Dylan?.

–Solo me parece lindo, pero nada más. –confieso.

Stacey niega mientras sonríe.

–¡Oye, Dy!. –le grita a Dylan quien esta sonriendo con sus amigos. –¡Ven aqui!.

–¿Que estas haciendo, Stacey?.

–Nada. Solo necesito que alguien te haga compañía mientras yo voy a por algo de licor.

Me sonríe con picardía.

–¿Para que soy bueno?.

Dice Dylan cuando llega a nuestro lado.

–Para nada, eso es obvio. Pero necesito que te quedes un momento con Cassie.

El asiente.

–Si te propasas con ella, te castro Dylan.

Lo advierte mi amiga y el solo pone los ojos en blanco.

–¿Por quien me tomas, Stacey?.

–Mas te vale que no le hagas nada.

Lo acusa con el dedo y se va dejándome sola con el.

Dylan toma asiento a mi lado y yo me aclaro la garganta. Es un chico muy lindo y se me altera el corazón con solo tenerlo a mi lado.

–¿No tomas, Cassie?. –me pregunta.

–Solo agua.

El me sonríe abiertamente por mi intento de broma. Sonrío de lado también y me coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja. Gesto que hago cuando estoy nerviosa o algo me afecta.

Nos quedamos en silencio unos instantes mientras observamos la fogata arder. Me siento incómoda y nerviosa a la vez. El rompe el incómodo silencio.

–¿Quieres caminar un rato?. –sugiere y giro mi cabeza a un lado para verlo. Sus ojos azules son muy lindos y sus labios están rosados, supongo que es a causa del frío. Asiento con la cabeza y el me sonríe. Se levanta del tronco y me da la mano para que me levante.

Lo hago y caminamos por la arena, alejándonos de los demás. No voy a mentir que su cercanía me pone demasiado nerviosa.

–¿Y que me cuentas de ti, Cassie?.

Me pregunta el rubio para hacer tema de conversación conmigo y eliminar el incómodo silencio.

–Ah...bueno, no tengo muchas cosas que contar. –me encojo de hombros. –Vivía en Austin, tengo 17 y me gusta leer. ¿Y tú?.

No me atrevo a contarle de mi pasado, no creo que sea el momento para hablar de ello. Además, apenas voy conociéndolo.

–Bueno, me llamo Dylan Corvani y he vivido toda mi vida aqui en Montana. No tengo familia, ya que me abandonaron en la puerta del orfanato cuando era un bebé. Tengo 18, me gusta la música y tocar la guitarra. Mi color favorito es el azul y tengo una pequeña fascinación por la naturaleza.

–Eso es...genial. Pensé que eras mucho mayor que yo.

–¿Te parezco un anciano?.

Me sonrojo de la vergüenza.

–¡No!. Yo...solo...

Empiezo a tartamudear y el se ríe.

–¡Solo estaba bromeando!.

Sonrío también mientras me sonrojo. Por lo menos está obscuro y no puede ver mis mejillas sonrojadas.

–¿Y porque te viniste a vivir precisamente a este lugar?. –sigue indagando. No me gusta hablar mucho sobre mi vida pero él me inspira confianza. Tal vez me estoy equivocando pero me agrada mucho este chico.

–Amm...bueno. Matt no quería estar más tiempo en la ciudad y por eso...

–Matt es tu padrastro, ¿No?.

Asiento.

–¿Y que hay de tu madre?.

Me tenso y hago una mueca de incomodidad, él lo nota.

–Lo siento, Cassie. No quería ser tan entrometido. Disculpame.

–No. Esta bien. Solo que...no me gusta hablar de mi madre.

El asiente comprendiéndolo.

Escuchamos la voz de Stacey en la distancia y volvemos a la fogata. Cuando llegamos a su lado ella sonríe.

–¿Que estaban haciendo ustedes dos, solos y en la oscuridad?.  –insinúa la rubia y yo me sonrojo avergonzada.

–Solo estábamos conociéndonos, ¿Verdad, Cassie?.

Asiento, ya que no puedo articular palabra.

–Y yo que pensé que estaban teniendo sexo. ¡Que mala suerte!.

–¡Stacey!

Chillo avergonzada y con las mejillas ardiendo.

–¿Que?. Es normal tener sexo, Cassidy. Somos seres humanos, ¿Sabes?. Y los seres humanos hacemos cochinadas de vez en cuando.

Dice con obviedad y yo quiero que me trague la tierra por su forma tan directa de decir las cosas.

–Dejate de tonterías, Stacey. –interviene Dylan mientras sonríe. Ya el debe de estar acostumbrado a su forma de decir las cosas pero yo nunca me acostumbraría a ella.

–Como sea. Ahora vamos a jugar, ya casi es media noche.

¿Media noche? ¿A jugar?.

–¿Que vamos a jugar?. –le pregunto con total incredulidad.

–Atrápame si puedes.

–Ah...yo...no quiero jugar. Mejor me quedo aqui. Pueden ir ustedes si quieren.

–¡Ah no!. No, no, no, Cass. Hoy es tu noche, asi que vamos a divertirnos.

Me hala de la mano y me arrastra hasta llegar donde están todos reunidos alrededor de la fogata.

–¿Que hay que hacer?.

Le pregunto a Stacey en un susurro.

–Correr por el bosque.

–¿Que?.

Suelto desconcertada. Ay no. Yo no lo haré, no voy a ir de nuevo al bosque. Odio la oscuridad.

–Yo...no puedo hacerlo, Stacey.

–¡No te preocupes, no va a pasar nada malo!. –explica en un susurro y luego sonríe. –A menos que tu lo quieras.

Arrugo las cejas confundida.

–¿A que te refieres?.

Ella no deja de sonreir.

–Ya lo verás.

Un chico se acerca y comienza a hablar explicando el juego a los nuevos integrantes. Atrápame si puedes consiste en correr por el bosque y ocultarte, tratar de que nadie te encuentre si uno de los chicos te encuentra tienes que hacer lo que el te diga, lo que sea. Y obviamente, este juego no me está gustando para nada. Los chicos deben atrapar a las chicas.

–¿Listos?. –grita el chico con trenzas en el cabello, creo que oí que se llama Ryan. –¡A correr!.

Entonces todos comienza a correr hacia el bosque, dispersándose. Yo me quedo estática en mi lugar y sola, sin saber que hacer. No se si debería correr hacia el bosque, es una mala idea. Observo la fogata unos instantes y decidida comienzo a caminar de regreso a casa. Por lo menos la luz de la luna me ayuda a caminar fácilmente y se puede ver con claridad en la oscuridad. Me abrazo para darme calor y trago saliva para adentrarme al bosque por donde me vine. Se que no debería caminar sola pero no hay nadie que pueda hacerme compañía, todos se han ido a jugar. ¿A quien se le ocurre un juego tan macabro?.

No debí haber venido para empezar.

Siento unas ramas crujir detrás de mi y mi cuerpo entero se paraliza. Estoy aterrada. No me atrevo a girarme. ¿Y si es un lobo o un oso?

¡Joder!.

Ahogo un grito cuando alguien me abraza desde atrás y me habla al oído. Su voz es fuerte pero divertida a la vez. Es un chico, ¿Pero quien es él?.

–Te atrape. –me susurra, mientras me abraza por la cintura y yo instintivamente me alejo de su agarre pero él me sujeta con más fuerza. No reconozco la voz y se perfectamente que no es la voz de Monster. Entonces, ¿Quien diablos es él? Comienzo a alterarme y el corazón se me acelera.

–Te atrapé. – me dice en un susurro. – Ahora harás lo que yo te diga.

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Patrixia Gómez ❤

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