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Capítulo 10 - Amantes Por Siempre

Mila estaba en su laptop viendo las estadísticas y proyecciones de crecimiento de la empresa para el próximo trimestre, todo parecía que marcharía bien. Un pequeño porcentaje de caída, pero nada que afectara el rendimiento de la empresa. Ya para los próximos meses subsiguientes se triplicarían las ganancias. La hermosa gerente sonríe y suspira, como celebrando el éxito, se levantó de su cómodo asiento de cuero sintético negro para ir por un café. Y antes de disponerse a caminar hacia el comedor, le suscitó un pensamiento: «¿Por qué tanto antojo de café? ¡Mi. Madre siempre tenía antojo de té!»

No había terminado de abandonar el pensamiento cuando el fino pitido que se había presentado anteriormente en su cabeza, comenzó a aparecer de forma progresiva en su oído interno, generando un mareo. Su vista comenzó a nublarse y no pudo sino dejarse caer nuevamente en su sillón de cuero, pálida, sin fuerzas. Paulatinamente, fue disminuyendo el agudo sonido, fue pasando el mareo, comenzó a recuperar la visión, regresó la audición y un leve dolor de cabeza apareció. Mila abrió sus ojos, dándose cuenta de que aún sudaba frío; el pánico se apoderó de ella. Volvió a recordar la temprana muerte de su progenitora. Llamó a Anthony por el teléfono y le pidió que por favor le llevara un vaso con agua, cosa que fue casi de inmediato, pues, Anthony sabía que ella no le molestaría por una petición como esa. «Algo no estaba bien.» fue o que pensó el joven.

El asistente entró a la oficina y encontró a una joven asustada, pensativa y aún pálida. Se acercó tiernamente dónde su jefa, su mejor amiga, a quien conocía mejor que nadie y con voz pasible le realizó un comentario:

— ¿Volviste a sentirte mal de salud, cierto?

— Si Anto, estoy aterrada. No sé si es cáncer, un tumor, diabetes... Qué rayos podrá estar pasándome. —La joven comenzó a soltar unas lágrimas, la cual secó rápidamente con sus manos.

— Mila, inmediatamente te voy a llevar a la clínica, verás que no es nada de eso —, Se lo decía para animarla, aunque también estaba un poco preocupado y asustado. —A lo mejor son los niveles altos ¡tantas pizzas que hemos comido!
Mila lo vio, sonrió y le dijo:

— Anto, amor, conozco mi cuerpo, algo no está bien. Algo en mi cerebro está molestando, últimamente no puedo estar sin querer tomarme una taza de café, algunas cosas que antes amaba ahora me repugnan... ¡Hasta mi visión está patética!

— Ya, ya amiga. Te voy a llevar al apartamento para que descanses y mañana te llevo a la clínica, ¿está bien?

Su jefa afirmó con la cabeza, tomó su bolso de mano y se fue con Anthony. Al llegar al apartamento, la gerente entró a la ducha y sintió como el agua tibia refrescaba su cuerpo y de forma milagrosa el malestar iba desapareciendo. Definitivamente, algo no estaba bien para ella. Salió de la ducha, se secó y se puso cómoda, recostándose en su cama a ver la modesta TV de sesenta y cinco pulgadas y a pensar en lo desdichada que era al sentir que tenía algo que en un año o en pocos meses la mataría. Reflexionó en su carrera, en que nunca tuvo hijos. Recordó que dedicó todo tiempo en una empresa y, aunque le ha dado muchos dividendos, no  había aprovechado su vida al máximo. Reflexionaba en qué recién encontraba al amor, pensando en su novio, y ahora solo tal vez le quedaba poco tiempo de vida. En fin, pensó tanto que, sin darse cuenta, se quedó dormida.

A unos cientos de metros, estaba Mike concentrado en su labor de programación, pero siempre pensando en su amada, recordando cuando ella le dijo una frase que retumbaba en su mente: «amantes por siempre».

― ¡Por qué no! ―reflexionó en voz susurrada―, ella sería mi esposa, mi amante, mi amiga, mi compañera, mi todo y por siempre.

Tomó ánimos y planeó la forma de cómo le pediría matrimonio a su, ahora formalmente,  novia. Ya no había nada que ocultar, ya no había otro compromiso, mejor dicho, ya no estaba Yenni.

Lo planeó todo cuidadosamente. Fue a la joyería que estaba en el Centro Comercial V.E. y buscó cuidadosamente el anillo indicado, uno que fuera tan hermoso como la sonrisa de la morena, que brillará tanto como la mirada de ella al atardecer, en pocas palabras, tenía que ser perfecto como ella. El joven se tomó el tiempo eligiendo el aro ideal para proponer matrimonio a una chica como ella. Al cabo de un par de horas, al fin lo encontró, una sortija tan perfecta que se imaginaba que se vería en el dedo de ella como si fuera mandado a hacer con él oro de veinticuatro quilates más puro, fundido y esculpido a la medida, junto con una piedra preciosa mandada tallar con la más sutil delicadeza que pudiera existir. El entusiasmado ingeniero, también pensó en invitar a su nuevo gran y definitivo amor a aquel restaurante exclusivo que estaba a las afueras de Villa del Este, mandar a preparar el plato más especial que existiera y allí, en medio de la romántica cena, a la luz de las velas y con una tierna canción sonando por los parlantes ofrecerle la joya y pedirle que se casara con él. Estaba convencido de que el plan no iba a fallar, ese era el momento donde sellaría su vida junto al de ella para siempre. Solo faltaba llamar al restaurante y reservar una mesa que estuviera cerca de una ventana por donde se pudiera ver el cielo estrellado iluminado por la luz de la luna. Luego llamaría la llamaría para invitarla a cenar ese sábado por la noche, y allí darle la gran sorpresa; de seguro quedaría impresionada y le diría que sí, ya el amor estaba derrochándose por todos lados.

Estaba entretenido en sus pensamientos, sonriendo como niño enamorado, imaginando su vida junto a la chica de sus sueños, envejeciendo juntos, disfrutando de la vida. Estando sumergido en su fantasía casi hecha realidad, lo interrumpe un sonido conocido, un sonido que siempre le traía alegría, el ring tone personalizado de su teléfono, indicándole que era su chica quien lo llamaba. Atendió de inmediato:

— ¡Hola cielo!

— Hola Mike, soy Anthony. Te llamo del teléfono de Mila para decirte que ella ha estado sintiéndose mal de salud, ahorita está descansando. Te llamé de su teléfono porque no tengo registrado tú número en el mío, pensé que deberías saberlo.

— ¿¡Por Dios, que le pasa!?

— No lo sé amigo, mañana la llevaré a la Clínica de V. E. para que la examinen. Oye tengo que decirte que está muy asustada, piensa que puede ser algo serio. —Le dejo saber el muchacho.

— ¡No puede ser Anthony! —, Se escuchó una voz quebrada, a punto de estallar en llanto —, Dime por favor, ¿qué puede estar pasando?

— ¿Te parece si nos encontramos para hablar, amigo?

Los jóvenes acordaron encontrarse en una cafetería que estaba cerca del restaurante de comida italiana, Anthony quería contarle a Mike lo que Mila pensaba y también, como su mejor amigo, quería hacer el papel de hermano mayor protector. Quedaron en verse en una hora, pues, Anthony quería asegurarse de dejar a su amiga estable y tranquila.

Salió del cuarto de su amiga después de verificar que estaba durmiendo plácidamente. No tenía fiebre, no tenía dolor de cabeza, ni mareos, solo una fatiga incontenible.

El par de muchachos se encontraron en el lugar previsto, se dieron un fuerte apretón de manos y un abrazo fraternal, e inmediatamente el joven ingeniero sin mucha palabrería o protocolo, fue directo al grano, sin dar vueltas con palabrería, pues, tenían algo en común: El amor a Mila, aunque de forma diferente. Uno la veía como su hermana, el otro como su mujer.

— ¿Cómo está ella? ―Pregunto Mike de forma puntual.

— Ella está bien, Mike. Solo está asustada. ―Respondió Anto.

— ¿Asustada por qué?

En eso llega la mesera a tomar la orden, el dueño del centro de conexiones pidió Café negro y el ejecutivo de la empresa publicitaria otro café, pero marrón oscuro.

— Ella cree que está muy enferma amigo, cree que tiene un tumor cerebral, o cáncer, o qué sé yo...

— ¡Padre santo! Pero, ¿por qué creería algo así? —El muchacho tenía una cara que mezclaba desesperación, miedo, incertidumbre y optimismo.

— Es que lo que ella siente fueron los mismos síntomas que empezó a sentir su madre poco antes de morir: Un deseo intenso de te negro, náuseas, mareo, perdida transitoria de algunos de los sentidos... Y así hasta que tuvieron que intervenirla. No lograr salir del quirófano con vida.

— ¡Dios, no puede ser! —, Resuena la voz del ingeniero quien coloco sus manos en su cabeza.

La mesera llegó con los cafés de los jóvenes y un plato con unas galletas de cortesía, dieron las gracias y siguieron conversando, no sin antes dar un gran sorbo de café cada uno.

— Escucha Mike, te digo esto porque nadie conoce a Mila mejor que yo, ella no se impactaría de la nada, a ella no la sorprende nada. No es caprichosa ni paranoica. —Anthony se veía firme en lo que decía.

— Entonces ¿Por qué me lo dices?

— Te lo digo porque hasta yo me preocupé, nunca había visto a Mila tan pálida como esta mañana. También he notado que realmente está enamorada de ti, y quiero que sea correspondida.

Mike, sorprendido por lo que decía el chico, metió su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó la pequeña caja que contenía el anillo más lujoso que hayan visto jamás y le confesó:

— ¿Estás viendo esto? Es para ella, quiero que sea mi esposa. Yo la amo Anthony, no te preocupes. No sé cómo, parece que es muy rápido, pero es así.

— Pero que anillo más... ¡Wow! Viejo, ¡de verdad que amas a mi amiga! Debió haber costado un montón de billetes —, dice el ejecutivo riendo por la broma —. Bueno, no sé si te comenté, mañana la llevo a la clínica, apenas sepamos algo, te aviso.

— Hermano —, dice Mike estirando su mano y apretando fuerte la de Anto —: Te agradezco todo esto, de verdad que lo aprecio mucho.

— Yo aprecio que hagas sentir a Mila así, amada. Hace muchísimos años que no la veía tan radiante...

Los chicos siguieron conversando, se rieron de experiencias pasadas y pasaron un buen rato como un par de viejos compañeros de secundaria que se reencontraban. Así llego el momento en que se despidieron y cada uno fue a su casa. Mike no dejaba de pensar en ¿qué podría tener su amada? Se prometió que iba a estar con ella siempre, así fuera que ella solo tendría poco tiempo de vida. Estaría allí siempre para su amor, su verdadero y definitivo amor, sería su amante por siempre.

💞💞💞

Mila y Anthony despertaron muy temprano, se ducharon cada uno por su parte y se vistieron. Anthony tenía el propósito fijo de salir de dudas de una vez por todas, de saber que era lo que estaba afectando la vida de su amada amiga. La hermosa joven estaba aterrada, pero también decidida en saber de una vez por todas, qué rayos pasaba en su cuerpo, que le aquejaba y cuál sería el tratamiento. Incluso estaba totalmente determinada a saber cuánto tiempo le quedaba de vida. Los malestares eran cada vez más constantes, tanto que no podía concentrarse al cien por ciento en su trabajo. Esto le causaba cólera y tristeza, ya que no estaba acostumbrada a estar sin su labor. Era casi adicta a su trabajo. Prontamente tomaron un taxi rumbo a la clínica V. E. a realizar los análisis y estudios correspondientes para saber con exactitud lo que tenía, lo que estaba afectando su salud y cual tratamiento era el correcto.

Mike, por su parte, se preparaba para ir a su negocio y esperar pacientemente los resultados de los análisis de Mila. Tenía unas ojeras tan grandes que parecía un mapache. El pobre no había logrado conciliar el sueño pensando en que no podría ser que existiera la posibilidad que el amor de su vida estuviera enferma de gravedad mortal, ahora que él había pensado en proponerle matrimonio, justo en el momento perfecto para su vida, donde ya estaba todo lo que había soñado estaba materializado. Tomó un buen baño para relajar sus pensamientos, no podía sacar conclusiones apresuradas, y menos tan funestas como esas. En la ducha se daba ánimos a sí mismo: «tal vez es el colesterol, tal vez es un virus de los que hay que tratar con antibióticos fuertes... No puede ser tan mal».
Tomó camino a su trabajo de manera habitual, tratando de calmar sus emociones y la ansiedad de salir corriendo a la clínica, pero recordaba las palabras de Anthony: «yo te llamo».

Llegó a su local comercial y decidió concentrarse en su trabajo, no ganaría nada con desesperarse, total, lo que va a pasar irremediablemente pasará, pensó para sí parafraseando regularmente la ley de Murphy. Ely, al llegar, lo vio con las ojeras y con cara de terror. La joven le bromeó.

— ¡Uy, jefe, Ud. como que salió de "the walking dead"!

— ¿The walking dead? —, preguntó Mike asombrado.

— Si, con esas ojeras... Dios sálvame...

— Ah... Solo estoy un poco preocupado, Mila está enferma. No sé sabe qué le pasa. Está en la clínica, le harán análisis y eso.

La chica se sorprendió y le dio ánimos a Mike.

— Tranquilo Jefe, ya verás que no hay nada que temer.

— Eso espero. Mira lo que le compré—, Mike sacó la cajita con el anillo y la chica, al ver el aro de compromiso, abrió sus ojos como los de un búho —: con esto le propondré matrimonio.

— ¡Jefe, y si no te ama, te amará al ver una joya tan lujosa y hermosa, ja, ja, ja.

💞💞💞

En la clínica, es el turno de Mila, quien entra en la cita con el médico internista, que luego de examinarla le manda a hacer análisis de sangre completo, para ir descartando. Esperarían a ver lo que arrojaban los análisis y de acuerdo a eso, trabajarían a más profundidad. La doctora. Le dijo a la gerente:

— La idea es ir descartando, señorita. Dudo que sea algo del cerebro o alguna enfermedad de la que ha mencionado. Pero, para despejar dudas, el análisis del hematólogo será completo y exhaustivo. La composición química de su sangre me dará un indicio de los demás exámenes que pudiera requerir.

— Muy bien doctora. Muchas gracias. —Dice la morena tomando ánimos.

— De antemano le adelanto: No tenga miedo. —La doctora toma su mano y le sonríe, como si supiera algo que no quiere decirle.

Anthony ola acompañó al laboratorio y le dijo que iría por un café. La dejó allí prometiéndole que no tardaría, pues a la chica le aterraban los médicos y aún más, las agujas. Tomó el ascensor y pulso el botón PB, para poder dirigirse al cafetín. Una vez estando allí, llamó a Mike, este le respondió casi de inmediato, la primera vez que escucho el personalizado ring tone:

— ¡Sí!

— Hola hermano, ¿qué tal tu día?

— Bien, Anthony, ¿Y tú?

— Bien, acá en la clínica. Te aviso cuando tenga noticias. Ella está tranquila. Nerviosa, pero tranquila.

— Gracias a Dios, amigo. Gracias por llamar.

— Adiós. Hablamos.

Las horas pasaban lentamente. Mila prefirió esperar los Análisis en la clínica, quería salir de dudas de una vez por todas, no se iría a casa sin saber que era lo que tenía, sin tener conocimiento de lo que estaba afectando su salud. Pensó en su amado y le dijo a su casi hermano:

— Llama a Mike y dile, por favor, que si puede venir a la Clínica. Quiero que él esté aquí cuando me den los resultados, sea lo que sea, quiero que él esté aquí.

— Ok. Como tú digas hermanita linda.
Tomó el celular y volvió a llamar a su nuevo amigo.

— ¡Si Anthony, dime! —La voz del ingeniero se escuchaba nerviosa.

— Creo que deberías venir ahora mismo a la Clínica.― Sintió como que se le iba a paralizar el corazón.
—¿¡Qué pasó!?— preguntó con los nervios de punta.

— Mila, quiere que estés aquí campeón. No te preocupes, aún no nos dicen nada.

— En diez minutos estoy allá compadre. Gracias.

Tomó su chaqueta y dio órdenes específicas a sus empleados por si no regresaba el resto de la tarde. Salió corriendo y tomó el primer taxi que encontró:

— A la Clínica V. E. amigo. —Le indico al chófer.

— No se diga más. —Respondió atentamente.

— Por favor, ¡lo más rápido que pueda!

El taxi tomó algunos desvíos para evitar un poco de tráfico que había y estando en el taxi envío mensajes a Anthony.

10:38 AM.
Hermano, ya voy en el taxi.

10:38 AM.
Perfecto, cuando llegues subes al piso 3, búscanos en el pasillo de la derecha, consultorio 304, medicina general.

10:39 AM.
Listo, nos vemos en breve.

El taxi fue bastante rápido, pero a Mike le pareció una eternidad, debido al estrés y ansiedad que tenía por llegar a la clínica, hasta que al fin llegó a su destino. Al bajar del taxi entró al centro de asistencia a la salud y tomó el ascensor hasta el tercer piso. Cuando salió vio los pasillos a la izquierda y a la derecha. Obviamente, tomó el pasillo indicado, comenzó a contar: 301, 302, 303 y allí vio a Anthony y a su chica sentados, esperando calmadamente hablando. La chica al ver a Mike sonrió de alegría, se levantó y le dio un abrazo y un beso. Mike la abrazó fuerte, luego la tomó por sus manos y le dijo:

— Aquí estoy amor y siempre será así.
Me siento segura si estás aquí. Quiero que me den los resultados y que seas tú, junto a Anto, quien sepa qué diablos es lo que pasa en mi cuerpo.

— Siempre voy a estar contigo mi amor, por siempre. —Agarra a la chica por su rostro y estampó un beso en sus labios.

La doctora Salió y les comentó:

— Señorita sus resultados están siendo chequeados nuevamente, quiero tener una segunda opinión antes de decirte. Por favor, si esperas un poco más, podremos conversar —, dijo la doctora amablemente, con una cálida sonrisa y apretando gentilmente su antebrazo.

— Está bien doctora, muchas gracias. Aprovecharé a comer, tengo tanta hambre, ¡que me comería una vaca entera! Ja, ja, ja.

— Eso es una muy buena idea, pero cuidado con una indigestión —, dijo la doctora guiñándole el ojo y riendo por la pequeña broma.

Mike, Mila y Anthony bajaron al cafetín y desayunaron juntos. La joven estaba tranquila, un poco pálida, pero bien; su novio con sus ojeras pero derrochando felicidad y su amigo, pues, como siempre: Bromista, sarcástico, pero queriendo a su amiga y contento por ella. Mientras estaban en el cafetín, conversaban sobre cómo se habían conocido y como de una manera impactante ella había enamorado a Mike. Reían recordando las cosas que Anto le decía por estar sola y concentrada en su trabajo. Fueron momentos agradables que pasaron para ellos como un abrir y cerrar de ojos. La gerente chequeó la hora y notó que era momento de ir a buscar los resultados, de escuchar la conclusión de la doctora.

El momento de tensión volvió, pero no tanto como antes, pues, estaba su galán y, de una u otra forma, se sentía segura y optimista. Tomaron el ascensor hasta el piso 3, llegaron al consultorio de la Doctora Y esperaron que indicaran a Mila que entrara.
Pasaron unos 20 minutos llenos de impaciencia y ansiedad, hasta que por fin salió la doctora.

— Señorita Mila, pase por favor.

— Si Doctora.― respondió viendo a su amor y a su amigo, decidió entrar sola a recibir su diagnóstico. La doctora Habló con ella y le dejó saber su diagnóstico.

— De acuerdo a sus antecedentes, quise que revisaran dos bioanalistas hematólogos diferentes para descartar que alguno pudiera equivocarse. Sabe que somos humanos, y ningunos estamos exentos de equivocarnos.

— Esta bien doctora le agradezco mucho.

La Doctora Siguió conversando con ella, y le dio el resultado de sus análisis junto con un récipe que tenía lo que debía comenzar a tomar. Otro récipe con las indicaciones y una ficha donde la refería a otro especialista para que se pusiera de acuerdo y llevara su caso.
Al cabo de treinta minutos sale de aquel consultorio, muda, fría, sin poder creer lo que le pasa, casi que ni respiraba. Estaba totalmente ida de la faz de la tierra. El par de hombres estaban petrificados, pero después de verla así, de suspirar y respirar profundamente, debatieron en voz baja, casi que susurrando, para ver quién preguntaba primero:

— Anthony ve tú, eres su mejor amigo.

— Pero tú eres su amor.

— Pero seguro quiere verte a ti.

— Por qué la conozco, sé que quiere hablarte a ti...

Anthony, empujó a Mike, quien tomó a Mila por los hombros y le preguntó:

— Mi amor, ¿qué te dijo la doctora?

Vio a Mike a los ojos y solo negó con la cabeza con una sonrisa entrecortada. Volteo a ver a Anthony, otra vez a Mike y dijo:

— ¡No puede ser. Es tan increíble!

— ¿Qué te dijo la Doctora mi amada?
―Volvió a preguntar su amado.

— Mike yo... Yo... No puedo creerlo, no sé cómo digerir la noticia.― Se sentó, aún incierta por la situación, cerró sus ojos, pasó su mano por sus cabellos y tomó un vaso con agua que le traía Anthony. Bebió un sorbo de agua, se levantó lentamente, tomó la cara de Mike que veía al piso esperando la fatal noticia y fue allí cuando con los ojos con unas pocas lágrimas le declaró el diagnóstico:

— No voy a morir... ¡Estoy embarazada!

Mike abrió sus ojos como un par de lunas llenas, Anthony tapó su boca con sus manos tomando una gran bocanada de aire y Mila terminó de  estallar en llanto de alegría al sentir el fuerte abrazo de Mike. El joven ingeniero no lo podía creer, estaba tan entusiasmado, tan feliz por tener dos noticias tan agradables: la primera era que el amor de su vida no iba a morir ni estaba enferma de gravedad; y la segunda que le daría un hijo. Su vida terminaba de dar el giro anhelado.

Tomaron el ascensor y bajaron a la PB, salieron de la clínica y Mike los invitó a almorzar argumentando:

— ¡Esto hay que celebrarlo! Almorcemos juntos.

— Pues, por mí, excelente —, Dijo un Anthony feliz por su amiga.

— Bueno, si —, dijo aún una sorprendía, pero muy feliz mujer —: quiero lasaña.

Mike tomó su teléfono y llamó a Ely, apenas contestó, le dijo de un grito:

— Ely ¿cómo están las cosas?

— Jefe ¡me dejas sorda! Estamos a punto de almorzar.

— Cierra y vente con Leo al restaurante italiano —, dijo Mike de forma imperativa.

— Esas órdenes me encantan jefe, ja, ja, ja. Ya vamos.

💞💞💞

La feliz pareja y Anto estaban ya sentados en el restaurante cuando llegaron los empleados y amigos del ingeniero entraron al local, les hizo seña con la mano y estos se acercaron a la mesa.  Saludando, se sentaron. Mike ordenó lasaña para él, para su amada. Anthony pidió pasta y Ely junto con Leo se decidieron por pizza. Luego se levantó de su asiento y, quitándose su chaqueta, dijo:

— Esto va por mi cuenta, mis amigos y amada mía. Tengo dos noticias que darles. Realmente una noticia y una pregunta.

Los tres allí presentes se quedaron expectantes y vieron cuando el hombre sacaba del bolsillo de la chaqueta una pequeña caja, la cual Ely y Anthony reconocieron de inmediato. Mila estaba más bien, curiosa sobre lo que estaba pasando en ese preciso momento.

— Ely, Leo, quiero que sepan que voy a ser papá: ¡Mila va a tener un bebé mío! —Estallaron los jóvenes en aplausos para la pareja.

— ¡Jefe que maravilla, mis felicitaciones! —, Dice Ely abrazando a Mila y a su jefe y amigo.

— Wow Jefe, yo sabía que tú llegarías lejos con Miss ciud... Con la señorita Mila —, Dice Leo sonrojado y haciendo reír a los presentes.

Luego Mike hace una pausa, respira profundo, ve a la que llevaba en el vientre a su hijo a los ojos, se sienta al lado de ella y le deja saber:

— Desde aquella vez que te vi por primera vez, que entraste por la puerta de mi negocio, supe que tú eras la mujer con quien quería pasar el resto de mi vida. Por fortuna mía, un día decidiste abrir tu corazón y darle una oportunidad a este hombre soñador. —Mila, extrañada, vio a Anthony como buscando una explicación, pero este volteo a ver otro lado —. Estos últimos meses han sido, quizá, los mejore de toda mi vida, contigo he aprendido lo que es el verdadero amor, eres la mujer que quiero a mi lado. Ahora, en frente de tu hermano y mis amigos quiero preguntarte: ¿quieres ser mi esposa? —, Mike abrió la pequeña caja dejando mostrar el invaluable anillo.

Los ojos de la chica eran un poema, vio a los lados y notó que Ely, Leo, Anthony estaban conmovidos ante tal romanticismo. Incluso los de las mesas aledañas estaban conmovidos por aquella escena romántica sacada de una película taquillera de Hollywood. Vio a Mike, lo abrazó y le dijo:

— ¡Por supuesto que sí. Si  quiero ser tu esposa, tu mujer, tu amiga —, Y guiñando le El ojo con una pícara sonrisa, finalizó la frase —: Y tu amante por siempre.
Los amigos y los que almorzaban allí que vieron aquello, aplaudieron y felicitaron a la pareja, estaban contentos, derrochando felicidad hasta más no poder. Trajeron sus órdenes y fue el mejor almuerzo que pudieron tener en sus vidas.

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