Capítulo 1 - Cambios.
Él.
Mike terminaba de preparar la última maleta que faltaba para el tan anhelado cambio de vida, ya no quería seguir soportando los sofocantes días en la ciudad, el grado de estrés capitalino lograba era sacarlo de la tranquilidad que el tanto amaba, una tranquilidad que era interrumpida por una sirena de ambulancia, por un automóvil con un audio de exagerado volumen, cualquier fuente de contaminación sónica.
El joven era un hombre de 1.79 metros de estatura, delgado, de tés trigueña, llevaba generalmente cabello corto y vestía siempre jeans, Camiseta de algodón y en otras oportunidades camisetas de football. Era de los que triunfan en sus emprendimientos, de los que surgen gracias a la pasión que coloca en sus proyectos, de esos que si se proponen a cambiar al mundo pueden llegar - tal vez no a cambiarlo-, muy lejos.
Harto, cansado del estrés que le ocasionaba la ciudad, había decidido poner un alto a la vida que llevaba de empleado, de vivir ajetreado, de ver injusticias, cansado de la sobrepoblación, del humo de los automóviles en exceso, de las atrocidades dentro de las jerarquías; estaba hasta la coronilla de toda esa basura.
Quería más bien, una vida más tranquila en donde él fuera el jefe en su totalidad, buscaba también una estabilidad emocional. Muy en su interior soñaba con encontrar una mujer emprendedora, inteligente, bella, no tan solo físicamente, pues eso era un segundo plano para él, sino más bien de manera sentimental, mujeres que fueran el anti tipo de las que él conocía.
- Amigo, ya estás casi listo, mañana, si Dios quiere, estás instalado en tu pueblo. ―Le dice su amigo Jorge.
- Si mi hermano, ya pronto estaré lejos del caos de la ciudad. Ya no seguiré produciéndole un centavo más a estos descarados por tan poco― protestó Mike.
- ¡Cara de tabla!― respondió su jocoso compañero queriendo decirle cara dura―, por Dios, si eres el que más, escucha bien, ¡el que más endemoniadamente gana dinero de entre nosotros!
- Ja, ja, ja , el dinero no lo es todo Jorge, hay cosas más importantes que el dinero... - Dice un rozagante Mike con una sonrisa un poco presumida.
- Irónicamente, los que más tienen son los que dicen semejante cosa. No me vengas con eso, presumido de... - responde Jorge dándole un suave golpe en su bíceps derecho.
Éste par tenían años de amistad. Jorge que se había ganado la confianza del muchacho en aquella gran ciudad y, por lo tanto, se había convertido en su mejor amigo. Mike cuando llegó a la ciudad alquiló una pequeña habitación y consiguió empleo en la empresa que estaba a punto de dejar. Allí conoció a quien ahora es su gran amigo, estos entablaron una hermandad casi de inmediato. Tenían los mismos gustos musicales, estudiaban las mismas carreras, casi que le gustaban las mismas chicas. La diferencia más notable es que Jorge era más atlético, de tés blanca, cabello negro, sarcástico. No había nada que no hiciera el uno por el otro.
Otra diferencia es que este si era un joven habituado a la ciudad. Contrario a su amigo, le encantaba la sobrepoblación, el ruido, las vallas publicitarias de neón contaminando lumínicamente por las noches; en fin, todo lo que a Mike ya se le hacía tedioso. Era en lo único que discrepaban, pero no era nada que influyera en su amistad.
- Jorge quiero repetírtelo, no dudes nunca en ir a visitarme, recuerda que siempre seremos amigos, es más, hermanos.
- ¡Oh amigo, me vas a hacer llorar! - dice de manera sarcástica-, en serio hermano, siempre estaré en contacto, y algún día perderé ocho horas de mi vida para visitarte en tu querida "Villa del Este", por cierto ya no es pequeña sabes.
- Bueno, allí te espero tesoro y sí, ha crecido Villa del Este.
- Ja, ja, ja OK mi príncipe- responde Jorge de manera jocosa-. Eso sí me motiva a ir, aparte de que tú estarás allí dulzura, habrá un poco de movimiento citadino, aunque sea mínimo.
Los jóvenes bromeaban entre sí mientras Mike terminaba de empacar lo poco que le quedaba por embalar.
La mayoría de sus muebles los había vendido para no tener que cargar con una gran mudanza y pasar desapercibido en Villa del Este, más bien, sus planes eran que el dinero que recogiera vendiendo sus pertenencias los uniría con sus ahorros, que no eran pocos, y así montar un centro de comunicaciones e Internet que no había en Villa del Este, comprar una casa y continuar allí su vida.
Aunque él era nativo de ese pueblo y sus padres vivían allí, ya había adelantado la compra de la casa, pues, no quería que el lugar que un día fue el sitio donde pasó su infancia, fuera donde moriría, el joven prefería vivir independiente de sus padres porque ya se había habituado a su vida ajetreada y solitaria. Ajetreada porque era una persona muy ocupada en la empresa donde trabajaba y siempre estaba en constante movimiento; Solitaria porque no quería tener problemas con alguna chica que estuviera atada a él sentimentalmente debido a que tenía mucho tiempo disponible para atenderla como ellas desean. Pero esto le había dado una gran retribución económica que le permitía comenzar en Villa del Este su propia empresa, tener su propia casa, cosa que en la ciudad le sería muy difícil por los altos costos y, además, estar pendiente de sus familia y sentir el calor paterno y materno más seguido.
Por fin, el día llegó, Mike abrió sus ojos en el cuarto de hotel donde había pasado la noche, pues, ya había entregado el apartamento que había alquilado por los últimos doce años y donde había pasado sus años de estudio en la U.C.C.T (Universidad Central de Ciencia y Tecnología) y vio desde allí también cómo fue escalando posiciones en la mayor empresa de software y comunicaciones del país. Tomó un baño, se alistó y miro por la ventana por última vez, La gran ciudad a la que llegó un día cargado de inexperiencia y miedos, pero que ahora había cambiado por conocimientos y seguridad en sí mismo. Suspiró, sonrió, vio hacia el cielo lleno de humo negro, los grandes edificios, los letreros de las grandes vallas publicitarias y se alegró de que eso quedara todo atrás. Llamó a Jorge, quien le dijo que estaba ya cerca del sitio. Al escuchar esto se despidió de la metrópolis y salió del hotel con la maleta que llevaba en la mano a esperar a su amigo, quien lo llevaría a la terminal. Por allá escuchó una bocina de auto y una voz que grito su nombre:
- ¡E Mike, chico guapo! -Sin duda era su amigo-, Por acá.
- Ah ya, pensé que no vendrías y me dejarías acá pasando trabajo ―Respondió el joven con maleta en mano.
- Como crees eso, viejo, ¿te he faltado alguna vez? Mejor no respondas...
Y riendo, se fueron a la terminal de buses porque en Villa del Este no hay aeropuerto y la forma de llegar era tomando 8 horas de viaje en por tierra. Tomó su bus, era el número seis, salía a las ocho am. La empresa de transporte Alfa Travel, era una de las mejores del país, contaba con terminal privado. Recordaba como un día tomó por primera vez un bus hacia la ciudad con la ilusión de conquistar lo que actualmente tenía, pero aquel transporte era la antítesis de donde estaba ahora viajando. El alto muchacho iba en un bus súper cómodo, con butacas reclinables a ciento ochenta grados, aire acondicionado, conexión Wifi y cargadores para los teléfonos y/o tabletas, servicio de comida al asiento, baños limpios y el bus con una suspensión tan increíble que apenas se sentía cuando caían en algún bache, hueco o irregularidad en el pavimento. Recordaba un bus viejo, con un olor peculiar a auto viejo, con el retumbante sonido de un motor diesel, ventanas con un papel polarizado ya casi transparente y un viejo gordo y amable chófer que iba como si el viejo bus fuera un cristal brillante al cual debía cuidar como vaso frágil.
Con una sonrisa dibujada en su rostro, se dirigía a Villa del Este a terminar su vida. Su amada localidad lo esperaba con brazos abiertos, con las diligencias hechas de arrendamiento de un local amplio y de la compra de una cómoda casa donde pasar el resto de los días, tal vez con un amor a su lado.
Ella.
Mila estaba terminando de cerrar un trato con un cliente que era de una marca muy reconocida en el país, cosa que le dejaría altos ingresos a la empresa donde laboraba y una jugosa comisión, pero claro, ella ya estaba acostumbrada a eso. La alta gerencia la había colocado como Consultora de Marketing, y había logrado cerrar contratos publicitarios que impulsaría a la empresa a expandir sus horizontes por todo el país. Ella era tan buena en lo que hacía, que le enviaron a gerenciar una sucursal de la empresa donde se desempeñaba. Se había graduado en la U.C.E (Universidad de carreras empresariales) y había sido el segundo mejor índice académico de su promoción, obteniendo el título de Licenciada en Publicidad y Marketing Digital Aplicado.
Realmente era una mujer muy inteligente, de carácter tierno, pero también firme y recio en su toma de decisiones. Era una joven completa, no necesitaba ayuda de nadie para lograr sus objetivos y la muestra de eso era el puesto que había logrado con tan solo hacer bien su trabajo, pasando por encima de aquellos que se quedaban trabados en sus esfuerzos por surgir y, por supuesto, sin caer en los lazos de algunos ejecutivos que querían sobornarla, ofreciéndole ascensos a cambio de sexo. Estando sentada en su oficina se da cuenta de que en su PC había una notificación, había llegado un E―mail, el mismo le dio una noticia que le hizo abrir los ojos de manera exorbitante y emitió un pequeño grito que ahogó con su mano al leer el texto.
«Mi muy estimada Mila, por medio de la presente, le informo de manera concisa que, a partir de este mismo momento, ya no estará más con nosotros en esta sucursal. Usted será transferida a una nueva sede que va a ser abierta en una pequeña ciudad llamada Villa del Este. Me complace decirle que has sido elegida, de manera unánime por la directiva de la empresa, para que seas la cabeza de la misma en este nuevo ambicioso proyecto. El próximo viernes se hará una ceremonia oficial anunciando su promoción y dándole la respectiva despedida que merece.
Gracias por dar tanto a esta empresa.
Atte. Dirección General Publicidad Jireh.»
La bella mujer pasó la semana en medio de sentimientos encontrados, pues, allí tenía a sus amigos, casi toda su vida, toda su carrera en ese lugar, pero también sabía que era hora de escalar un peldaño más. Recién llegó el viernes y se reunieron todos en la empresa, muchos sabían la noticia y otros ni tenían la remota idea de que rayos pasaba en ese momento. El gerente general, un hombre canoso de traje negro, camisa blanca, corbata roja, de estilo clásico, de un pulcro aspecto levanta su copa, el gemelo del puño derecho de su camisa brilla por las luces de la oficina y en medio del brindis en las instalaciones de Publicidad Jireh, llamando la atención de los empleados comienza a disertar:
- Bueno, es un placer para mí honrar a esta mujer de gran valor para Publicidad Jireh, no es que la despedimos de la empresa, sino que ya no la tendremos acá en su oficina dorada -, todos ríen -. Mila, la hija que nunca tuve, una joven que un día llegó a mi oficina en medio de una entrevista con grandes aspiraciones, llena de sueños, hermosa por fuera y por dentro, radiante, se ha convertido hoy en la ejecutiva más importante de esta compañía y por esa razón, aparte del dinero que nos ha hecho ganar -, vuelven a reír todos -, hoy te enviamos como gerente general de Publicidad Jireh Villa del Este.
El discurso siguió y Mila estaba allí, con una gran sonrisa que demostraba seguridad y complacencia, pero en el fondo destilaba un poco de nervios, pues, nunca se había separado de su ciudad natal, y mucho menos había ido a vivir a un pueblo, que estaba a ocho horas de donde ella estaba. Aun así, estaba dispuesta a hacer lo que mejor sabía hacer: ganar dinero.
Era una mujer de un metro cincuenta y dos de altura, de piel morena, de buen vestir, digna de una ejecutiva, curvas un poco pronunciadas, Ni gorda ni delgada, más bien con todo en su punto, gozaba de ojos con mirada intensa y con una sonrisa que irradiaba magia, que capturaba la mirada de cualquier hombre. Esa era Mila, que sin saber, su vida estaba próxima a dar un giro no solo a su carrera, a su vida misma.
El Gerente General, terminando su discurso, llama a la hermosa dama, quien estaba sentada junto a su amigo querido, escuchando a su jefe elogiarla. Estaba vestida de manera sencilla, pero se veía Increíblemente elegante. Llevaba el cabello recogido y un perfume dulce que impregnaba a su alrededor. Era difícil para la mayoría de los hombres allí no dejar caer la baba por ella. Se Escuchó al Gerente decir:
- Pero ya basta de aburrirlos con mi voz, Mila, por favor, pasa por acá, deléitanos.
Ella, un poco tímida y con nervio escénico, pasa sin demostrarlos, con mirada firme y su tierna sonrisa estrecha la mano de su jefe, le da un abrazo y toma el lugar donde estaba el Gerente y pronuncia unas palabras:
- Estoy agradecida por esta familia llamada Jireh, ustedes no tienen idea de que estar aquí con todos ustedes ha sido una gran experiencia. Pero también sé que seguirán así sin mí en este lugar el rumbo trazado. Hoy voy caminando, a paso seguro, pero desde una perspectiva diferente, desde otro grado de responsabilidad, sabiendo que seguiremos la trayectoria de crecimiento que hasta ahora tenemos. Gracias a Dios por mi casi hermano, mi amigo del alma y compañero de labores por los últimos 4 años, quien estará conmigo en Jireh Villa del Este: Anthony.
Mila se extendió un poco por puro protocolo y luego de saludar y tomarse algunas fotos con colegas decidió irse, pues, el día siguiente, un auto de la empresa la llevaría a la terminal donde tomaría el Expreso que la llevaría a aquel pueblo que estaba en vías de ser una pequeña ciudad, pero que no cambiaba su aspecto Pueblerino, esos pueblos que transmiten paz. Llegó a su casa, abrazó a su padre y lo besó tiernamente. Este le comento con voz melancólica:
-Hola mi pres... ―Le decía así como diminutivo de preciosa―hija de mi vida... entonces mañana sales...―El papá de Mila y ella eran muy unidos, por esa razón el papá de ella estaba un poco triste pero feliz a la vez. Triste porque no iba a tener a su pequeña todos los días, pero feliz por verla crecer y lograr sus metas.
- Papá, si ¿seguro vas a estar bien?
- Si hija, tu hermano es responsable y muy buen trabajador... No tanto como tú -Dice en voz baja, susurrándole al oído con una sonrisa burlona-, estaré bien con él.
- Ja, ja, ja papá, por favor... Bien, subiré a terminar de arreglar algunas cosas.
- Está bien hija, bajas para que cenes, te prepararé un sándwich
―Sale el noble anciano hacia la cocina.
- ¡Uy si papa, muero de hambre!
Era una mujer dedicada al ciento por ciento a su trabajo, no tenía un amor, no tenía nada más en su mente que trabajo y éxito. Años atrás, había tenido una ilusión, se permitió darle lugar a un enamorado. Estuvo saliendo con él; un par de besos, cenas, películas, pero el machismo de aquel "idiota" (como le decía ella) la llevó a terminar la relación, pues, le encontró mensajes con otra chica invitándola a salidas a escondidas y que concordaban con las veces que el "idiota" la dejaba plantada con excusas inverosímiles pero que ella, por amor, las pasaba por alto.
La hermosa morena, también tenía un carácter explosivo y decisivo. Llegó el día donde sencillamente lo mandó al demonio con todas sus mentiras y no de manera muy agradable. Después de eso, decidió no darse el lujo de pasar malos ratos sentimentales que fueran a desconcentrarla de sus metas principales, que eran lo que ahora estaba logrando.
Después de comer su sándwich, Subió a su cuarto, vio las fotos de cuando se graduó, vio las su mamita y pensó: «Ojalá y pudieras verlo».
Tomó una maleta y comenzó a ordenar lo que se llevaría. Metió ropa casual, ropa deportiva, su tableta, una foto de sus padres y una vez terminada la labor se sentó a mirar el cielo a través de la ventana. Veía la luna llena que formaba un círculo perfecto en el cielo. La brisa entraba por la ventana y la acariciaba levantando su cabello y pensaba:
«¿Cómo irá a ser?»
«¿A quién conoceré?»
«¿Seré exitosa?»
«¡Por favor que el amor no llegue!»
Este último pensamiento le causó gracia, sacudió su cabeza, se acomodó el mechón de cabello detrás de su oreja y, sonriendo, cerró su ventana y fue a tomar una ducha. Minutos después, al salir fresca de su anhelado baño, se recostó, tomó un libro que estaba sobre su mesa de noche y le dio una buena lectura, se sumergió en la historia de amor plasmada en ese libro y, muy en lo profundo de su mente, deseaba conocer a un galán, pero su orgullo callaba, cancelaba e ignoraba dicho pensamiento. Poco a poco comenzó a sentir los ojos pesados, a ver las líneas dobles, su mirada se fue desvaneciendo y allí quedó, dormida, suelta, en los brazos de Morfeo, con una pequeña ciudad que muchos llaman pueblo, esperándola para ver cómo sería su estadía allá.
💞💞💞
Eran las ocho y cinco minutos e iba saliendo el bus expreso donde iba Mike, sin saber cómo serían los días siguientes, con un viaje hacia una nueva vida esperada y planificada, esperando ser un empresario exitoso, lleno de ilusiones y aspiraciones, al igual que cuando era un jovencito, pero ahora con metas claras y específicas, con experiencias, con un título de ingeniero, con sólidos conocimientos de sistemas y un buen capital.
En su interior también se sentía un poco de adrenalina al imaginar encontrar al amor, aunque le tenía un poco de miedo a ese pensamiento, pero aun así no lo abandonaba.
En un auto de la empresa iría a la terminal de bus, sin saber lo que iba a pasar en los meses subsiguientes. Con metas aparentemente similares, con ambiciones, con sentimientos diferentes, sin tener ni la más remota idea que los dos iban a un mismo pueblo, una pequeña ciudad que sería escenario de algo desconocido hasta ahora en la vida de ellos. Dos personas diferentes, dos vidas, dos sistemas de pensamientos a un mismo lugar.
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