Frente suyo estaba, muerta, su mejor amiga. El entorno era más denso y confuso para su verdugo, que en silencio dudaba si haberla perdido valió la pena.

   Era la única persona con la que hubiera sentido empatía y confianza. Juntos habían forjaron una leve relación. Laura siempre era una chica positiva. Y disimuladamente llegó a enamorarse de Howard, de quien fue antes. Eso mismo la involucró en su camino para cerrar el trato.

    Le hubiera contado sobre lo que firmaba con Y’golonac. De cómo al estrechar la mano del abominable ser sin cabeza dejó una marca en su muñeca. Que en ese instante se le hizo visible su contraparte sombría estrechando la otra mano de la deidad marcando igualmente el mismo símbolo en el brazo opuesto de aquella representación maléfica.
   Pero desde entonces él se reservó del mundo exterior. Aislado de hablar con sus pocos seres queridos.

   Ahora su mente era un martirio: Desbordada de odio y una leve idea quería emerger para advertirle que se detuviera. Ya se había excedido demasiado, torturando a Laura que lloraba mientras su “amigo” obediente de órdenes la abusaba. Esa idea incluso lo estremeció a él. Pues se trataba de hacerlo con su amiga desde la infancia. En este punto de la lista ya no tenía que simplemente atacar con pesadillas y armas, si no cosas más degeneradas. Que podía hacer ya, si el trabajo estaba hecho, estaba a un solo escalón de tenerlo todo.

   Y como reaccionaría a esta advertencia, de donde venía esta idea de rendirse porque sería lo correcto. El bien solo era un pensamiento inútil hecho polvo en este mundo, como podría seguir su ejemplo ¿Quién lo perdonaría por sus malos actos? Su lealtad ya estaba enganchada a la oscuridad. El único lugar donde podría cumplir su propósito.

   La tristeza también quería hacerse notar, hasta el momento parecía que lo había perdido todo. Howard rezagado intentaba inmutarse de expresar sentimientos, no tenía que hacerlo bajo ninguna circunstancia. Todo lo que es positivo tenía que permanecer enterrado tres metros bajo tierra, frustrando sus intentos desesperados de salir a la luz.

   Con una mirada perdida y una afligida mente, desconcentrado del ordinario mundo, el muchacho sólo salió del departamento de Laura intentando mantenerse cuerdo, intentando seguir viendo el homicidio como algo insignificante.

   Era imposible estar preparado para la recta final, sobretodo sabiendo que al regresar a casa tendrá que abrir la caja. Aquel objeto con el que selló su destino. Ese artefacto del cual tendrá que afrontar en sus manos nuevamente lo que contiene dentro.

   Se retiró sólo bajo la lluvia caótica, que se hizo presente después de semanas. Su versión sombría se quedó en la escena del crimen. Alimentándose de la carne del cadáver semidesnudo de la chica. Arrancando sus músculos de sus huesos con tal de llevárselos a la boca como un hambriento caníbal. Al terminar solo dejó una extensa mancha de sangre coagulada.

   Ya es momento de reunirse con el “pequeño H”. Tienen un asunto pendiente que arreglar ahora.