ᴋɪss ᴛʜᴇ ɢɪʀʟ
Nota de autora: capítulo escrito únicamente a la mejor
amiga del mundo: Gigi Caballero. Te quiero, amiga. Pero ahora decido compartírselos a ustedes, mis lectores.
***
-Y ahora con ustedes mi dama de la corte -anunció él. Fui bajando al pie de las escaleras con una sonrisa-: Mi Mal.
Esa sonrisa no era porque fuera ya la Dama del Rey. No era por toda la gente que me hacía reverencias. Sí, era linda toda la atención que me prestaban todos. Normalmente las personas antes me veían y corrían. O nada más corrían. Podría ser cualquiera de las dos opciones. Carlos como de costumbre tenía a Chico en brazos. Justo acabábamos de bailar todos juntos una hermosa canción y esa alegría y euforia todavía inundaba el yate.
Jane estaba con Evie y Lonnie. Todas abrazadas y sonriendo, aunque tenía la sensación de que pesar de que no podía verme a mí misma, mi boca revelaba una felicidad muy genuina. La mano de Ben tocó la mía. En ese mismo segundo el Dj puso música. Era una melodía linda. Muy linda, mejor dicho. Él me atrajó muy cerca para quedar frente a frente, tentando mi cintura con los dedos de su mano derecha.
Ella está ahí parada frente a ti,
no te ha dicho nada aún, pero algo te atrae.
Sabiéndolo te mueres por tratar de darle un beso ya
Con la otra mano, a modo juguetón corrió mi mano para que la colocara sobre su hombro. Por instinto y voluntariamente puse mi otra mano en su otro hombro. Pero no, mejor junte mis diez dedos y rodeé su cuello amorosamente. Era el baile de el Rey y la Dama de la Corte, la cual soy yo. ¡Solamente yo! No Uma.
Claro, ella pudo haber bailado con Ben la misma canción que en ese momento yo bailaba con él, pero se diferenciaban en varias cosas. Primera y más obvia, yo soy su verdadero amor, así como él es el mío. A ella no la tenía cerca, a mí sí. A ella no la apretaba de la cintura, a mí sí. La última y no menos importante: a ella no le miraba los labios con tanta obstinación (ni siquiera se lo miraba, ¡JA!).
-A ti sí -me musitó Ben. Abrí los ojos con desconcierto. Lo miré a los ojos; él a los míos. Con nerviosismo tiré la mirada al suelo, con una risita-. A ti sí te llamo mi princesa -suspiré aliviada.
En serio pensé que había leído lo que pasaba por mi mente. Eso sería horrible, ya que no soy de pensar en buenas acciones.
Dimos vueltas en la pista. Todas las miradas se dirigían a nosotros.
-Ben, está muy bonito esto de bailar a la luz de la luna, pero empiezo a rechazar la idea de ser la princesa del reino.
-¿Quién dijo que eres la princesa del reino? -Arqueó las cejas, simulando confusión. Luego se limitó a sonreír-. Eres la princesa de... Mmm... -En su voz había risas-. ¡Ya sé! ¿Y si hacemos un trato para que no seas la princesa del reino y seas mejor la princesa de Ben? Mía.
-¿Y tú serás el príncipe de Mal? -me preguntó con semblante inquisitivo.
-Trato hecho, futura señora de Florian -Se acercó a mis labios-. Bueno, sellemos este trato con un...
-¿Con un qué? -indagué al notar que se formó en su cara una mirada peligrosamente malévola.
Ahora bésala
Bésala
-No te preguntaré, sólo te besaré.
Colocó sus labios en los míos. ¡Tres besos en público señores y señoritas! Abrió la boca más para hacerlo con profundidad. Deslizó su mano por toda mi espalda y atrapó mi lengua con la suya. Era un beso más que perfecto. Quizá ya llevamos pegados de esta forma cinco segundos, diez segundos, ¡quince! No sabía, ya ni me interesaba. Solamente deseaba mantener esta proximidad con él más tiempo.
Abandonamos el beso como en sincronía.
Se oyó el estruendo de varios choques de manos vitoreando nuestra escenita. El yate acto seguido de esto, reanudó de fiesta con la música a todo volumen y lanzando fuegos artificiales al cielo nocturno.
Subimos las escaleras.
Desde la distancia veía la nube grisácea que se posaba sobre la Isla de los Perdidos. Ben intuyó la dirección que seguían mis ojos y agachó la cabeza, como avergonzado por algo.
-Entiendo que debió ser tétrico verme comportar de ese modo. Te juro, lo que dije no es verdad. Juntos somos la representación misma de Amores Verdaderos. No pienses que siento algo por otra chica, yo te amo -me acercó a su rostro y me miró con la insistencia que mostró cuando me fue a buscar al escondite de los VK's en la Isla.
-Te amo, príncipe -le confesé y sonreímos atontados por el otro-. Dime, amor, ¿qué significado tiene? -le señalé el anillo puesto en mi dedo índice.
-Te respondo si me das otro beso -me puso la condición.
-No, si te doy tantos te voy a volver caprichoso -jugué. Él hizo un gesto como de puchero-. Eso porque yo seré la caprichosa que te pida que me beses, tal cual hace rato -impuse.
Reímos ante lo dicho por mí. Amaba más que nada ver esos dientes blancos brillando, tal como lo recordaba cuando lo conocí. Ése muchacho apuesto sí era mi Ben.
-La Leyenda de la Cursilería predica que únicamente la chica que se ponga este anillo y le quede a la medida, se convertirá en la reina del hombre que se lo dé con sinceridad. Ojo, esto es importante. Sino, no vale.
-¿Ah, sí? -cuestioné, sin creerle. Mi Ben acababa de inventar eso, pero estaba tan romántico que decidí darle oportunidad para acabar con su historia improvisada-. ¿Qué más dice ésa leyenda?
-Dice que...
Un ruido en el barco agitó toda la cubierta y ésta empezó a moverse ferozmente. La gente gritaba. La fiesta se iba quedando afónica contra aquellos sonidos extraños. Mi novio y yo nos fijamos en el cielo: se estaba tornando de un color verdoso. Me llevó corriendo de la mano hacia adentro del barco. Pero escuchamos que algo entre las paredes gritaba mi nombre de una forma terrorífica. Una y otra vez.
-¡Chicos, esperen! ¿Adónde van? -indagó Jay, que nos estaba siguiendo con Evie y Carlos atrás.
Nos detuvieron justo cuando íbamos entrando por las gigantes puertas.
-La pregunta aquí es qué es eso que te llama, M -Evie me miró, como si yo tuviera la respuesta a tal pregunta. Sólo me encogí de hombros.
Obviamente no la tenía.
-Genial, acabo de salir de una pesadilla y ya nos metieron en otra -refunfuñó Carlos con sarcasmo-. Ya hasta me estaba imaginando un final feliz con la boda de Ben y Mal. ¡Qué tontería! Ahora ustedes ya no se amarán por siempre. ¡Ya que Ben me volvía a caer bien pasa esto!
-Por supuesto que nos amaremos por siempre, Carlos, no digas estupideces -le recriminó Ben.
Mis amigos y yo nos quedamos boquiabiertos ante el tremendo vocabulario de mi castaño. Dios, ¡cada vez me gustaba más! Me le quedé viendo embobada, hasta que él agregó un comentario.
-¿Qué? Ahora soy un VK, como mi chica.
-Estoy más que orgullosa de ti, mi chico malo -choqué los cinco con él. Y luego hundimos nuestros dedos entre los del otro, paralizados de amor.
Le arrugé la nariz y sonreí.
De un segundo a otro la voz de minutos anteriores levantaba su volumen con más fuerza.
-¿Tienes algo, amor? -me preguntó Ben angustiado.
Yo tapaba mis oídos. Esa voz me provocaba inquietud. Parecía retumbar en mí con violencia.
-No, Benybu, algo me... duele.
Grité con todas mis fuerzas, sintiendo el sufrimiento de aquel llamado en cada extremo de mi cuerpo. Vi a mis amigos y novio alternativamente. Ben se arrodilló junto a mí, ya que yo había caído al suelo. Me decía algo al oído y lo trataba de escuchar, pero no lo conseguía.
-¿Qué nos está pasando? -preguntó Jay. Yo había logrado saber lo que decía por el movimiento de su boca.
Uno por uno iban desapareciendo en una bruma, como si eso los transportara a otro lado. Ya nada más quedaba el pecoso, que estaba confundido y en un arrebató por evitar su disipación, abrazó a Chico con insistencia. Y como ya lo había previsto, él también se esfumó.
No lo quería creer, mi novio, al Rey de Auradon le tocaba continuar con los pasos de mis amigos. Me vio como si no entendiera nada, aferrándose a mi mano. Lamentablemente el tacto de su cálida mano fue lo último que sentí de él antes de que se largara. Todo el bullicio de afuera seguía allí y yo sola me agazapaba junto a las escaleras. Justo en ese momento me di cuenta que un montón de neblina alrededor de mí pudo haberlos... ¡Yo involuntariamente los desaparecí!
Esperaba también irme con ellos. Muy pronto mi deseo se cumplió. Reaparecí en algún especie de bosque sombrío. Allí me esperaban todo mi grupo de amigos VK's. Ellos tenían puesta una ropa diferente a hace unos minutos. Evie vestía de rojo. No sabía por qué me fijé primero en eso, pero se veía realmente fuera de lo común.
Ben me ayudó a pararme. Y justo a la distancia había una luz celeste que me llamaba.
Comencé a caminar hacia ella.
***
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