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★XXXV★

Confesar

★★

La habitación estaba en completo silencio, Fugaku observando con detenimiento a los dos menores frente a él en la privacidad que les brindaba la habitación de su hogar.

—Creo que ambos de ustedes saben, o tienen una ligera suposición, de la razón por la que los cité —Comenzó el líder del clan, haciendo uso de esa voz autoritaria que solía utilizar en momentos importantes.

Los dos oyentes asintieron, mirando al mayor con atención. Katsuro fijaba su vista al frente, como si estuviese preparado para recibir una condena que merecía; Suki, dándolo todo de sí para no perder ningún detalle importante de la conversación.

—Un miembro de nuestro clan, que abandonó la aldea cuándo ustedes tenían pocos años de vida, ha regresado —Explicó Fugaku de forma muy breve, siendo que los detalles serían discutidos en unos minutos—. Su nombre es Uchiha Keitaro, y es una gran amenaza para la aldea en su totalidad.

La hija menor del líder presionó sus labios en una fina línea recta. Ahora sabía el nombre de aquel sujeto, pero la duda del porqué regresó y su intención con ella eran incógnitas que debía soportar hasta que llegase su turno de hablar.

—Sé que ambos de ustedes tuvieron interacciones directas con él, y a partir de éste momento es algo que deben evitar a toda costa —Demandó con la autoridad que le correspondía y la severidad que requería la situación—. ¿Entendido?

—Sí —Asintieron ambos menores a la vez, aceptando su rol como miembros del clan y sabiendo que el adulto estaba en lo cierto con sus palabras.

—Ustedes son sus principales objetivos para comenzar con lo que sea que tenga entre manos, por lo que es momento de que ambos sepan la historia. Aunque tú ya sepas la mayoría de las cosas ¿No es así, Katsuro?

—Sí, Fugaku-sama —Asumió el nombrado bajo la mirada acusadora que recibía de su líder—. Lamento haber actuado por mi cuenta.

Fugaku suspiró y dejó pasar aquello por el momento.

—Uchiha Keitaro nació pocos años antes que Itachi, siendo el primer hijo de una pareja compuesta por dos de los mejores shinobis de nuestro clan —Relató con melancolía, dejando notar que tenía buena relación con esa pareja—. Pero había un detalle que ninguno imaginó provenir de Keitaro, resulta ser que jamás fue capaz de despertar el Sharingan.

Suki no pudo evitar la sorpresa en su expresión, pero se mantuvo en silencio para no cortar las palabras de su padre. El problema era que ella recordaba perfectamente haber visto el dojutsu de su clan en los ojos de Keitaro.

—No es algo que nadie haya visto en nuestro clan, es de conocimiento público que no todos los Uchiha son capaces de despertar el Sharingan. Pero parece que su condición le afectó más de lo esperado, tanto a él como a sus padres.

Fugaku se detuvo por un momento, pensando en la forma correcta de seleccionar sus siguientes palabras.

—Años después su madre volvió a quedar embarazada —Continuó con una inhalación—. Entonces Keitaro tuvo un hermano menor, al que sus padres llamaron Uchiha Katsuro.

Suki esta vez no pudo retener su reacción y su cabeza giró, haciendo danzar su cabello en el movimiento, entonces sus ojos se fijaron en el chico a su lado. Katsuro mantenía la mirada fija al frente, pero su entrecejo fruncido y sus nudillos blancos resaltaban su enojo.

Katsuro era hermano de ese hombre.

¿Será por eso que su rostro le resultó conocido? No lo creía posible, no tuvo la oportunidad de verle con claridad como para que eso suceda, y que sean hermanos no tenía que hacerlos físicamente similares por ley.

—El verdadero problema comenzó cuando Katsuro se convirtió en la prioridad principal de sus padres, quienes esperaban que su hijo menor sí despertase el dojutsu de nuestro clan, e hicieron a Keitaro a un lado inconscientemente —Narró Fugaku volviendo a tener la atención de los menores—. Entonces decidió huir de Konohagakure.

Katsuro inevitablemente gruñó al saber lo que seguía luego de ese hecho. Él era aún muy pequeño en ese entonces, pero con los años fue capaz de recolectar información referente al tema y supo la verdad de su pasado.

—En ese momento sus padres notaron el error que habían cometido y pidieron encargarse ellos mismos de ir en busca de su hijo mayor —Explicó el líder Uchiha, en su mente recordando ese momento a la perfección—. Luego de unos días, en los que ninguno de ellos regresó, un grupo salió en su búsqueda. Lo único que hallaron fue el cuerpo de sus padres sin vida... y sin ojos.

Suki quedo petrificada en su lugar, incapaz de hacer algo por el mal presentimiento que comenzaba a llenarla de miedos. Incluso el siguiente gruñido de Katsuro pasó desapercibido cuando toda su atención estaba en su padre y lo que decía.

—Sin embargo, volvimos a saber de él no muchos años después —Confesó cerrando los ojos por un momento para tranquilizarse a sí mismo del disconfort que le causaba el rememorar—. Más precisamente, estuvo presente en tu secuestro cuando eras aún una niña, Suki.

Esta vez fue Katsuro quien miró a su compañera con sorpresa, siendo que él no estaba enterado de esa parte.

—Pero no estaba solo, parecía haberse aliado a un grupo de ninjas renegados, y en sus cuencas llevaba los ojos de sus padres. Uno de cada uno, pero ambos con Mangekyou Sharingan.

Fugaku calló tras terminar de narrar la historia de quien era una amenaza de la que se debía esperar lo peor. Los siguientes segundos de silencio sirvieron a ambos menores para procesar todo aquello y ver que había razones importantes por las que no debían bajar la guardia.

—Keitaro busca venganza por el dolor y complejos que desarrolló en la aldea desde que era solo un niño, y creo saber la razón por la que ambos son sus objetivos —Retomó la palabra Fugaku—. Él considera a Katsuro su primer rival al culparlo por la poca atención que le brindaban sus padres. A Suki, por otro lado, debe verla como la forma más fácil y efectiva de comenzar a atacar a los Uchiha, eres la hija menor del jefe del clan. Ahora quiero escuchar lo que tengan para contar.

—Yo preferiría hablar con usted a solas sobre ésto, Fugaku-sama —Pidió Katsuro siendo el primero en tomar la palabra, viéndose arrepentido—. Lo que tengo para decir es algo realmente delicado.

Suki observó a su compañero preguntándose a sí misma qué será lo que él sabia que no podía decir frente a ella, pero eliminó ese pensamiento con rapidez. Ella confiaba en él y si había algo de lo que no quería hablar frente a ella debía entenderlo y aceptar su decisión.

Por mucho que le costara debía dejar a su yo caprichosa encerrada bajo llave hasta que se esfumara en el abismo de su mente.

—De acuerdo, espera fuera mientras hablo con Suki —Accedió Fugaku sin oposición alguna.

Katsuro se puso de pie e hizo una leve reverencia antes de salir del cuarto. Se dejó caer sin cuidado en medio del pasillo vacío y su cuerpo cayó hacia adelante hasta que su cabeza golpeó la pared. Cerró los ojos, apretó sus puños y luchó con todo su ser contra las lágrimas quemando sus retinas y el tornado descontrolado de emociones que sentía volverlo loco.

No quería que él sea su hermano, ni nunca lo había considerado como tal. No quería que sea parte de su historia. Pero nada podía hacer ante eso, por eso tanto trató de acabar con él. Pero no lo consiguió, así como nunca logró recordar momentos de su infancia junto a sus padres, aquellos que aunque le fuesen extraños siempre desestabilizan su interior a su sola mención.

Por otro lado, dentro de la habitación Suki contaba a su padre todo lo que refería a Keitaro. Le dejó saber su descuido, esa vez que lo vio en su entrenamiento junto al Aburame, las escasas palabras que intercambiaron y tanto el genjutsu que le provocó como las secuelas que parecieron quedar tras ella, presentándose adheridas a sus sentidos.

Fugaku meditó todo lo escuchado con objetividad y precisión, tomándose el tiempo necesario incluso cuando su hija guardó silencio tras terminar de narrar los hechos con todos los detalles que recordaba.

—Debido a la situación actual, espero que sepas aceptar mi resolución —Habló Fugaku, recibiendo un asentimiento afirmativo de parte de su hija antes de lo que él esperaba—. A partir de este momento estarás bajo vigilancia estricta por miembros confiables del clan, para resguardar tu seguridad, y no se te permitirá salir de esta casa sin autorización ni compañía. También debemos llevarte a la División de Inteligencia, hay que recolectar toda información útil referente a Keitaro.

—De acuerdo, padre —Aceptó la menor, incluso cuando la idea de ser observada constantemente no le agradaba demasiado.

—En ese caso, y si no tienes algo más por decir, puedes retirarte.

—En realidad, hay algo más que me gustaría decir —Añadió Suki atrayendo la curiosidad de su padre.

Pero antes de que él pudiese indagar sobre aquello la menor se inclinó hacia adelante, tomando una postura de respeto absoluto hacia su padre y jefe de clan, con las manos a la altura de su cabeza y sus hebras oscuras tocando el suelo de madera.

—La última vez que hablamos me comporté mal contigo y dije cosas mal intencionadas, me disculpo por eso —Dijo recordando esa noche que regresó a casa molesta, el día que había terminado su relación con Katsuro—. Si luego quieres hablar respecto a las cosas que dije aquella vez prometo serte sincera y responder con la verdad. Lo lamento mucho.

Fugaku la observó levemente sorprendido por las palabras que le fueron dirigidas, no esperaba para nada que su hija se disculpe por eso.

—Levántate, Suki —Pidió el mayor con la voz unos tonos más bajos—. No estoy molesto contigo por eso, ni te culpo cuando sé que yo mismo quizás te malcrié de niña. De todas formas me alegra ver que no temes pedir perdón cuando crees hacer algo mal.

Suki sonrió, notando el cariño implícito en las palabras de su padre.

—Puedes retirarte si quieres —Ofreció Fugaku, su interior sereno por la colaboración y las palabras de su hija.

La menor se puso de pie con un asentimiento, caminó hacia la puerta y antes de salir le dirigió una última mirada al mayor.

—Te quiero, papá.

Y ella salió, feliz de notar el atisbo de sonrisa en la expresión de su padre.

Katsuro alzó la vista al oír la puerta abrirse y vio a Suki detenerse frente a él.

—Ya puedes pasar —Informó agachándose para quedar a su altura. Los ojos de ambos se sumergieron en la mirada opuesta y Suki apoyó su mano sobre el oscuro cabello de su amigo para revolver sus hebras con cuidado—. No te exijas demasiado, y si necesitas algo estaré aquí mismo para tí.

Katsuro sonrió levemente, sabiendo que Suki trataba de consolarlo pero jamás sería capaz de sanar su corazón de la forma en que él lo deseaba.

—Gracias, por todo —Asintió el mayor poniéndose de pie con algo de ayuda por los dolores que aún sentía en todo su cuerpo. Sin advertencia alguna, abrazó a Suki y se acercó a su oído, sintiendo la fragancia que desde siempre le había gustado—. Antes de irme dije que te explicaría las cosas, prometo hacerlo en otro momento, y espero que puedas perdonarme luego de eso.

La mente de la menor se inundó de preguntas ante esas palabras, pero no tuvo oportunidad de responder cuando Katsuro se separó de ella y entró a la habitación, donde Fugaku lo esperaba, con velocidad.

El adolescente tomó lugar frente al líder de su clan y llenó sus pulmones de aire para dar inicio a su discurso. Sabía con seguridad que las palabras que saldrían de su boca provocarían caos dentro del clan y toda la aldea, pero también tenía la seguridad que nunca lograría acabar con Keitaro por su propia cuenta.

De todas formas, sabía que tenía los días contados. El miembro de Raíz que solía visitarlo se lo dejó en claro cuando lo dejó en el callejón tras el bar al encontrarlo mal herido antes de ir en busca de alguien que lo ayude.

★★

Itachi observó el cielo oscuro al otro lado de la ventana, apoyando su peso en la mesada de la cocina de su mejor amigo. Su mente divagando en la nueva información con la que contaba, pensando al mismo tiempo en distintas maneras de resolver el conflicto inevitable.

El sonido de la puerta principal lo sacó de sus pensamientos para dirigir su atención a la figura del mayor quien se acercaba a él con pasos tranquilos pero seguros.

—¿Averiguaste algo? —Inquirió el menor, refiriéndose al mal estado de Katsuro.

—Sakura parece no saber nada, solo dijo que había aparecido así trás el bar en el que estaban. El no dijo ni una palabra respecto a el tema —Informó todo lo que la pelirosa le había comentado en el trayecto a su casa.

Shisui caminó hasta tomar lugar en una de las sillas e Itachi le siguió para sentarse frente a él, la atención del menor fija en la rotura de su camiseta como consecuencia del ataque.

—¿Qué te dijeron en el hospital?

—Por mi parte estoy bien, mi herida no era nada importante —Restó importancia con un gesto de hombros—. Tus dos compañeros inconscientes estaban siendo atendidos por la Hokage y el enemigo estaba en observación.

—Tú también lo notaste ¿No es así? —Preguntó Itachi, sus ojos fijos en nada en concreto cuando su mente recordaba cada detalle que había notado del enemigo.

—Así es, no actuaban como humanos comunes —Asintió el mayor, siendo también alguien bastante observador—. Sus movimientos eran bruscos y erráticos, no hacían ruidos incluso cuando recibían ataques fuertes —Enumeró aquellos aspectos más importantes, pero no el más extraño. Ese aspecto que hasta ahora no era capaz de saber cómo podía ser posible—. No se les podía aplicar genjutsu.

Ambos guardaron silencio por un momento, cada uno analizando una y otra vez la pelea desde su propia perspectiva ¿Había algún truco acaso?

—La vez que Suki y su equipo fueron atacados en su viaje a Sunagakure —Hizo memoria Itachi, aunque aquella parte del pasado no fuera algo que alguno de los quisiese rememorar—. Recuerdo a Akiyoshi decir que sus enemigos no tenían flujo de chakra, que parecían... muertos.

—Puede tratarse del mismo enemigo —Acordó Shisui con seriedad—. Si ese fuese el caso debemos hablarlo con la Hokage para unir los casos, lo que significaría que pueden estar unidos al mismo responsable.

—Uchiha Keitaro —Asintió el menor, diciendo en alto a quien ambos tenían en mente como un muy posible responsable— ¿Sabías que había regresado? ¿Por eso estabas en casa de Katsuro?

Shisui negó levemente y cruzó los brazos sobre la mesa para adoptar una posición más cómoda.

—De camino hacia aquí, cuando salí del hospital, encontré a Yamanaka Ino fuera de su casa —Comentó recordando la preocupación de la rubia, un leve olor a alcohol aún presente en ella—. Me comentó brevemente el asunto de Katsuro y pidió que si podía pase a ver cómo estaban. Recién supe de Keitaro cuando Suki dijo que cayó en un genjutsu, y por el enojo de Katsuro.

Itachi suspiró contrariado al recordar las palabras de su padre al ponerlo al tanto en el momento que entró a su casa. Al menos, para tranquilizarlo un poco, Sasuke parecía no haber tenido la desgracia de cruzarse con Keitaro.

—Ya tengo todo listo —Declaró el menor saliendo de su ensimismamiento, su expresión con una decisión inquebrantable pero claramente con cierto disgusto—, el plan para protegerla.

Tras la aclaración Shisui sintió sus músculos tensos relajarse levemente al pensar que una parte de sus miedos e inseguridades pueda dispersarse en caso que el plan de su amigo tuviese éxito.

—¿Lo consultarás con ella primero? —Preguntó el mayor removiéndose levemente en su lugar, un tanto inquieto por la reacción de su novia ante el plan de su hermano.

Itachi dejó caer la cabeza hacia un lado con indecisión, procesando las distintas situaciones que podrían darse en caso de plantearle el tema a su hermana menor.

—Se lo haré saber en ese momento —Terminó por decidir—, pero tendré que hacerlo aunque ella no esté a favor de ello. Es lo mejor para su seguridad. También lo haré con Sasuke, puede volverse un objetivo de Keitaro.

Shisui asintió levemente a sus palabras, sabiendo que el plan de su amigo dejaría más pros que contras al aplicarse. Aún más si tenía en cuenta que el Uchiha auto-exiliado era alguien que cargaba mucho peligro consigo.

Aún no podía creer la maldad en la que se había dejado caer cuando ambos habían sido compañeros de academia en su niñez. Cómo esa persona que en un momento parecía tan inocente terminó de aquella manera.

—¿No hay noticias de lo que Keitaro planea? —Preguntó el mayor, prefiriendo cualquier información útil antes de dejar a sus pensamientos crear escenarios catastróficos.

—Nada —Respondió por lo bajo Itachi, quien también pensaba en aquello en ese momento—. Solo sé que al menos está distrayendo a mi padre del tema del Golpe de Estado, pero no sé a qué costo.

Shisui soltó una mueca con pesar al ver la expresión deprimida de su mejor amigo, siendo que lo que él tenía para decir respecto al tema no era algo de agrado para ninguno de los dos.

—No creo que esté ocurriendo lo mismo con los altos mandos de la aldea —Comentó Shisui con pesadez—. Tsunade dijo en cuanto me vio en el hospital que la reunión que teníamos pendiente sobre el Golpe de Estado se adelantaría.

Itachi levantó su cabeza con la alerta brillando en sus pupilas. Eso no podía resultar en algo bueno.

—¿Cuando será?

—En unas horas.

Itachi frotó su rostro angustiado, casi asfixiado de cómo estaban ocurriendo las cosas. Es como si algo allí fuera estuviese tratando de desestabilizar aún más la situación actual en la que se encontraban.

Entonces recordó la misión de la que ambos habían vuelto, y se sintió un masoquista al dejar la pregunta escabullirse fuera de sus labios.

—¿Qué era lo que debías decirme antes?

—¿Estás seguro de querer hablar sobre ello ahora? —Indagó el mayor con precaución notando la inestabilidad en su amigo.

No quería ser el causante de más estrés en él.

—No lo sé —Confesó Itachi, volviendo a tener ese mal augurio en su interior que le advertía sobre lo que estaba por descubrir—. Pero dímelo aún así.

Shisui lo dudó por un momento, inseguro de que sea el momento adecuado para discutir sobre la relación existente entre él y la hermana menor de su mejor amigo. Pero no sabía cuando volvería a tener la oportunidad de hablar de ese tema, siendo que cada vez parecían surgir más problemas, y no quería esconder aquello a él.

—Yo... —El mayor remojó sus labios, carraspeando levemente mientras erguía su postura antes de confesar lo inesperado—, estoy saliendo con Suki.

Itachi no sabía si el aire había abandonado sus pulmones de la sorpresa o si su garganta se había contraído para cortar el flujo de aire.

Era consciente de que su mismo presentimiento le gritaba advirtiéndole que lo que se enteraría no sería fácil de digerir ¿Pero aquello? No se lo esperaba para nada.

—¿Que ustedes qué? —Volvió a preguntar frunciendo el ceño y agitando levemente la cabeza desorientado. Quizás había escuchado mal, esperaba haberlo hecho.

—Suki es mi novia —Rectificó Shisui, clavado en su asiento, atento a la reacción de su amigo al no saber exactamente qué esperar.

—Pero... —Itachi llevó una mano a su cabeza, juntando un mechón de su oscuro cabello en un puño. Estaba totalmente confundido, sin poder procesar la información por completo— ¿En qué momento? Ustedes dos eran como hermanos ¿Cuándo fue que empezaste a verla como... de esa manera?

—Ni siquiera yo estoy seguro de cuando comenzó todo esto, solo... ocurrió —Sonrió Shisui sintiéndose avergonzado, jugando con sus dedos en un intento por calmar sus nervios—. En algún momento comencé a verla de esa manera y te juró que intenté ignorar lo que sentía pero... no lo soporté como esperaba.

—¿Fue antes de que saliera con Katsuro? —Shisui asintió e Itachi tomó una gran cantidad de aire antes de dejarla salir con brusquedad, buscando que parte de su malestar escapé junto al torrente— ¿Tienes algo que ver en que hayan terminado?

—Ella dijo que lo dejaría porque quería salir conmigo —Admitió Shisui viendo con culpa como su amigo se frotaba fuertemente la cara con agobio—. Pero quizás eso no hubiese ocurrido si... si no nos hubiésemos besado unos días antes.

Itachi parpadeó incrédulo. No solo su mejor amigo correspondía los sentimientos de su hermana, sino que también fue su amante cuando ella salía con alguien más.

Se sentía traicionado de parte de ambos.

Él no se opondría a su relación, ni haría nada que pudiera lastimarlos, siendo ellos parte de su círculo de personas a las que más aprecio tenía. Pero a la vez ninguno fue capaz de siquiera decírselo desde un principio, actuando a la vista de nadie. Dejándole creer que no había nada entre ellos más que sentimientos de parte de su hermana.

Y se sintió estúpido por no prestar más atención a cada una de esas veces que los encontró siendo más cercanos de lo normal. Tuvo claras evidencias de la verdad frente a él y aún así no podía creerlo, o quizás en realidad no quería creerlo.

—Perdóname —De disculpó Shisui siendo testigo de como los ojos de su amigo se oscurecían cada vez más mientras se dejaba consumir por sus pensamientos—, sé que estuve mal al ocultarlo cuando eres mi mejor amigo y ella tu hermana, pero no me atreví a hablarlo. Ni siquiera planeaba pedirle ser mi novia, pero creo que no soy tan bueno controlando el amor como otras emociones.

—Somos Uchiha —Habló Itachi, sin poder escapar del todo de su mente—, el odio y el amor llegan a ser más fuertes sobre nosotros —Cedió con cierta crítica hacía su propia sangre, pero sabiendo que era real su comentario.

—De todas formas, lo lamento.

Itachi suspiro y se permitió ver a los ojos de su amigo, encontrando en él arrepentimiento, pena y cierto grado de temor.

¿Quién era él para juzgar a quienes actúan por amor?

—No estoy molesto, pero no diré que no estoy decepcionado —Admitió Itachi y con un suspiro se puso de pie con Shisui imitando su acción—. Necesito pensarlo en frío, porque la verdad es que enterarme no solo que escondieron este asunto, sino que también ella fue infiel a su anterior pareja contigo no es agradable.

Shisui observó con atención el lenguaje corporal de su amigo, Itachi era bueno en saber controlar sus emociones pero él lo conocía demasiado bien como para caer en lo que solo el menor dejaba ver.

—¿Quieres golpearme? —Preguntó el mayor con cierta gracia, pero claramente le cedería hacerlo si es lo que su amigo quería.

—Eso no resolvería nada —Sonrió levemente Itachi, pero su mirada ardía con ganas de cumplir aquello—, aunque Sasuke es más impulsivo, así que piénsalo antes de decirselo a él —Rió por lo bajo antes de sonreir un poco, dejando a Shisui un poco más tranquilo—. Si ustedes dos son felices, yo los apoyaré en su decisión.

Shisui sonrió a lo grande, un muy sutil rubor naciendo en sus mejillas, y apretó levemente el hombro de su amigo con agradecimiento y alegría por sus palabras.

—Gracias, Itachi, eres un buen amigo.

El menor sonrió de costado al ver la felicidad latente en la expresión de su mejor amigo y se alejó de él despidiéndose con la mano.

—Me iré, si hay algo que necesites discutir cuando acabe su reunión estaré en mi casa —Informó con Shisui siguiéndole, pero se detuvo por un momento para señalar al mayor en advertencia—. Procura no equivocarte de cuarto porque me enteraré.

Shisui rió entretenido y se despidió con la mano al momento que el menor cerraba la puerta tras él al salir de la casa.

★★

—Así que parece que el Golpe sigue en pie —Shisui terminó de relatar a los altos mandos frente a él, una de sus rodillas pegada al suelo y la cabeza baja en muestra de total respeto—. Pero el regreso inesperado de Keitaro hizo que el tema del Golpe de Estado pase a segundo plano.

—Ya veo... —Murmuró por lo alto Tsunade. Su expresión seria escondía todas las preocupaciones que estaban dentro de ella por la seguridad de Konoha y sus habitantes.

—Tsunade ¿Qué piensas hacer? —Habló Danzō mirándola de soslayo, sin tratar de esconder del todo la molestia que le generaba la situación—. Si seguimos aquí parados será demasiado tarde. Hay Uchihas atentando contra la seguridad de nuestra aldea desde dentro y fuera de ella.

Tsunade frunció el ceño molesta por las palabras y presencia del jefe de Raíz. Ella bien sabía el odio que éste tenía hacia el clan Uchiha en general, y la situación actual le daba más pie a relucir sus pensamientos y tratar de convencer a los consejeros sobre ello.

—Como líder de la aldea, a veces tienes que tomar decisiones difíciles —Siguió hablando Danzō, tratando de que sus palabras puedan llevar a la Hokage a tomar la decisión que él consideraba correcta— ¿Acaso no crees que es el momento de hacerlo?

—Como líder de la aldea soy yo quien toma las decisiones aquí, Danzō —Remarcó con autoridad Tsunade sin siquiera voltear a mirarlo.

—Por favor, esperen, me gustaría decir algo —Pidió Shisui cuando la opinión de Danzō parecía estar convenciendo a los dos consejeros—. Creo que aún hay otra alternativa. Un plan que me gustaría intentar, si me lo permiten.

Danzō giró el rostro hacia el menor con expresión filosa ¿Cómo se atrevía? Todo su clan estaba maldito y destinado a generar caos, y él era uno de ellos.

Por otro lado, Tsunade le miró con curiosidad y algo esperanzada de escuchar algo que los pueda ayudar a resolver la situación sin consecuencias mayores.

—Esto es una perdida de tiempo, ya no quedan más opciones —Danzō acusó tratando de hacer que la rubia entre en razón y siga las ideas que él mismo tenía en mente.

—Yo soy quien dice cuando nos quedamos sin opciones, Danzō —Bramó Tsunade sin la paciencia de seguir soportando las interrupciones del Shimura— ¿Cuál es ese plan del que hablas, Shisui?

El nombrado pareció agradecido de que la Hokage le concediera la oportunidad de participar en la resolución del caso que refería a su clan, por lo que decidió hablar antes de que alguien manifieste su oposición a ello.

—Usaré mi Mangekyou Sharingan en el clan —Declaró entonces con seguridad y convicción, siendo conciso desde el primer momento para no perder la atención de los mayores frente a él.

Los cuatro adultos se vieron sorprendidos por la propuesta inesperada, no habiendo jamás pensado en la posibilidad de que algo así ocurriese.

Tsunade sonrió casi imperceptiblemente de lado, sorprendida por la valentía del Uchiha y lo que demostraba ser capaz de sacrificar para el bien no solo de su clan, sino de toda Konoha.

—¿Podrás hacerte responsable de eso que propones? —Tsunade preguntó observando con atención al menor—. Quedarás marcado para siempre por el pecado de utilizar la técnica definitiva contra tu propio clan.

—Lo entiendo —Asintió Shisui demostrando a través de sus ojos que esta tampoco fue para él una decisión fácil de tomar—. Pero merece la pena para proteger todo lo que quiero. Por favor, quinta Hokage.

Tsunade se mostró pensativa, incluso cuando ya tenía una decisión tomada al ver la seguridad del menor y su notable deseo por la paz.

—Si realmente crees en esto, tienes mi aprobación —Terminó por conceder Tsunade, volviendo a sonreir levemente por la reacción de Shisui a sus palabras—. Has lo que necesites hacer y si necesitas de algo puedes pedirlo. Resolver este problema de la mejor manera es responsabilidad de todos.

—¡Muchas gracias! —Agradeció Shisui. Su interior inundado por una enorme ola de tranquilidad.

—También te permitiré que des un paso atrás y canceles tu plan si cambias de opinión —Ofreció la rubia entrelazando las manos sobre su regazo—. Pero recuerda que no tenemos demasiado tiempo antes de que las cosas se salgan de control ¿Entendido, Shisui?

El nombrado asintió, tomando una posición respetuosa nuevamente antes de desaparecer.

Pero había algo que nadie parecía haber notado, la oscuridad amenazante en el ojo de Shimura Danzō. Querían frustrar sus planes y él no le cedería esa victoria a un clan destinado a la corrupción.

Capítulo de 4774 palabras.

Ya se sabe la historia tras Keitaro, pero hay ciertos detalles omitidos que él mismo los hará saber.

Quería poner más salseo en la charla de Shisui e Itachi pero en este fic estoy tratando de ser fiel a sus personalidades canon ¡Y son justamente dos extra-pacifistas!
D:

Y con respecto a Danzō, ustedes ya saben lo que planea 💔

¡Nos leemos!

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