★XL★ (Parte 1)
★Verdad★
★★
El amanecer había llegado hace tan solo unos minutos y Suki seguía en el mismo lugar desde la madrugada, frente a la ventana de su habitación observando con intensidad el horizonte y rogando dentro de sí el regreso de sus seres queridos y miembros de su clan que los acompañaban.
No era la única en casa, siendo que su madre también se había quedado en la aldea, pero su hogar se sentía tan frío y vacío con la falta de sus hermanos y su padre que no podía dejar de mordisquear sus labios ante el temor de no verlos regresar.
No importaba cuánto haya discutido con su padre ni las palabras que la habían molestado tanto varias horas atrás, Fugaku era su padre y ella lo amaba al igual que sabía que era amada por él pese a las fuertes peleas que siempre tuvieron.
Amaba a Itachi, pero no pudo evitar enojarse profundamente por su decisión tan despreocupada. ¡Él estaba enfermo! ¿Cómo pudo arriesgarse a partir en una misión tan peligrosa como aquella? Algo le decía que no era casualidad no haberlo visto en ningún momento desde el día de ayer, Itachi sabía a la perfección que ella se opondría y sus padres terminarían enterándose de su enfermedad haciendo que le prohíban participar de la misión.
Sasuke, su gemelo con el que tuvo algunas peleas pero volvía a tener una buena relación, también había partido como participe de la misión y esperaba que su sexto sentido esté fallando en el mal presentimiento que comenzaba a formarse en su pecho.
Y aunque confiase con todo su ser en las habilidades de Shisui no podía evitar preocuparse por su seguridad sabiendo que los estaba acompañando en todo esto también. Él ya lo había dicho, era un ninja poderoso, pero sus enemigos también lo eran.
—Suki —Llamó la voz de su madre, quien la miraba con preocupación desde el marco de la puerta de su cuarto—. Debo salir a hacer las compras ¿Quieres acompañarme?
La menor volteó para enfrentar la mirada de su progenitora y asintió con un leve suspiro. Le vendría bien salir a tomar aire y, si tenía suerte, poder despejarse un poco de sus pensamientos caóticos.
Ambas salieron del hogar en silencio, Suki abrazando con uno de sus brazos a su madre sabiendo que también necesitaba apoyo en su evidente preocupación por el bienestar de sus hijos y esposo.
Las calles estaban silenciosas y casi vacías debido a la ausencia de muchos miembros del clan, creando una atmósfera deprimente incluso bajo el brillante sol mañanero que saludaba con una luz intensa en su reciente llegada.
—Fueron muchos los ninjas que partieron esta mañana —Comentó su madre en el silencio buscando ganar la atención de su hija mejor—. Pero tu amigo aún sigue aquí y sé que llevas tiempo queriendo visitarle ¿Quieres que te acompañe a casa de Katsuro?
Los ojos de Suki se expandieron por la agradable sorpresa y no tardó en asentir con el agradecimiento brillando en su mirada.
—¿No se molestará papá si sabe de esto? —Cuestionó la menor cambiando de dirección con su madre para dirigirse a la casa de su compañero de equipo.
—Tu padre no puede quejarse luego de las cosas que te dijo, pero creeme cuando te digo que no hablaba en serio, estuvo cargando mucho estrés estos últimos días y explotó en el momento inadecuado —Suspiró con pesar Mikoto. Ella no defendía las palabras de su esposo, y no le agradó para nada el que se haya desquitado con su hija, pero también entendía que al ser el líder del clan Uchiha cargaba un peso enorme que nadie soportaría sin explotar en algún momento.
—Lo sé, no te preocupes, ya lo resolveremos, solo somos algo testarudos —Rió Suki intentando calmarla. Su madre no merecía pasarla mal por estas cosas y menos en un momento tan tenso como en el que se encontraban.
Mikoto sonrió por las palabras de su hija y apretó con aprecio la mano que la rodeaba demostrando su agradecimiento por entender.
Cuando ambas llegaron a su destino en silencio, la mayor se soltó del agarre de su hija y se despidió con un beso en su frente. Mikoto sabía que ambos jóvenes tenían temas importantes de los que hablar y era mejor darles la privacidad que hace tiempo no tenían.
Suki golpeó la puerta principal, viendo como su madre se alejaba con tranquilidad y decía que la pasaría a buscar de regreso a casa, y esperó pacientemente a que su compañero la reciba en su visita sorpresa. Fueron varios segundos los necesarios para recibir alguna respuesta y en el momento que la puerta se abrió con lentitud para revelar la expresión cansada de Katsuro ella abrió los brazos con la sonrisa más motivadora que pudo maniobrar en su preocupación instantánea por las marcas oscuras bajo los ojos agotados del mayor.
—¡Sorpresa! —Saludó Suki ante la sorpresa paralizante de su amigo.
No pudo decir nada más cuando los brazos de Katsuro la aprisionaron en un abrazo anhelado por ambos, donde por primera vez el mayor creyó sentir desaparecer una parte del peso que cargaba hace días. Suki devolvió el abrazo como pudo, tratando de mantener el equilibrio para que ambos no caigan por la acción impulsiva.
—Lamento mucho no haber podido venir antes —Se disculpó la menor sobando la espalda de su amigo con cariño.
—Tu padre tenía guardias rodeando mi casa, no hubieses podido venir ni aunque escaparas —La relajó Katsuro sabiendo que Fugaku era demasiado estricto en sus reglas—. Pero lo de las cartas me sorprendió, creí que no volverías a hablarme después de... bueno, lo de Keitaro.
Suki separó levemente su abrazo y agarró el rostro de Katsuro entre sus manos para cerciorarse que escuche sus palabras con precisión.
—Tú no hiciste nada malo y yo voy a estar siempre para tí ¿Oíste?
Los ojos de Katsuro decayeron sabiendo que esa afirmación pronto sería desmentida. Aferró las manos de Suki con las suyas y disfrutó un último segundo del toque cálido que tanto había extrañado.
—Necesitamos hablar —Pidió Katsuro asegurándose que ninguno de sus vecinos que se quedaron en la aldea pudiese oírlos—. Hay varias cosas que debes saber.
La azabache asintió dando un apretón suave a las manos contrarias antes de que él la guíe dentro de la casa con sus manos entrelazadas, pasando velozmente por la sala de estar para subir las escaleras hasta llegar a la habitación del mayor.
Suki observó con curiosidad mientras él soltaba sus manos y caminaba hasta el centro de su cuarto para sacar una de las tablas del suelo de madera y revelar un pergamino secreto. No tuvo ni el tiempo de preguntar sobre aquello cuando Katsuro volvió a tomarla por una de sus manos para llevarla hasta la otra habitación de la casa haciendo sorprender a la menor.
Ese cuarto que siempre estuvo bajo llave, la habitación que fue de sus padres.
—Estás por enterarte de cosas que quizás no te agraden, te pido perdón de antemano por eso —Murmuró Katsuro, sus ojos fijos en la puerta de madera frente a él siendo incapaz de enfrentar la mirada de su compañera por lo que se avecinaba.
Suki le miró en silencio, algo nerviosa por lo que sea que se encuentre dentro de aquella habitación, pero se acercó para apoyar su mano en la espalda de su amigo para brindarle apoyo y hacerle saber que ella estaba allí para él.
La cerradora se abrió y la puerta cedió al leve empujón dado por el dueño de la casa. Y el aire escapó de los pulmones de Suki, sus pies moviéndose por su cuenta para dejarla en medio del pequeño lugar.
Las paredes estaban cubiertas casi por completo por hojas escritas de forma desprolija, los muebles viejos abarrotados de más papeles y pergaminos de apariencia antigua. Pero al prestar más atención se veían más detalles, más fotos que pasaban desapercibidas a simple vista y números, muchísimos de ellos. Los ojos desconcertados de Suki se fijaron en uno de los papeles en específico, en la pared frente a ella era enfrentada por la imágen de un Katsuro más pequeño siendo acompañado por sus primeros compañeros de equipo. Bajo la imagen había varias palabras, pero resaltando sobre todas ellas se leía una frase en concreto.
«Su muerte no fue en vano.»
—Creo que no te he hablado mucho de ellos ¿No? —Suki giró levemente el rostro, encontrándose con la mirada triste de Katsuro antes de volver a apreciar la foto.
—No —Negó ella notando con aflicción como el brillo alegre en los ojos del pequeño Katsuro lo habían abandonado con el pasar del tiempo y las malas experiencias—. Solo sobre, ya sabes... el accidente.
—Ojalá hubiese sido solo eso —Suspiró el mayor soltando una leve sonrisa ante algunos buenos recuerdos junto a sus viejos amigos y compañeros de equipo.
—¿A qué te refieres? —Preguntó con precaución la hija de Fugaku, temiendo preguntar algo que quizás no le correspondía saber.
—Yo ya sabía que iban a morir en esa última misión.
Suki sintió toda su anatomía herlarse con esas pocas palabras que cargaban mucho en su significado. Pasó sus ojos de la imágen a su compañero a su lado varias veces, sintiéndose perdida ante una revelación que jamás había esperado oír.
—Keitaro se había presentado en mi casa varios meses atrás, dijo que había conocido a mis padres y estaba dispuesto a decirme la verdadera la razón de su muerte cuando todos los demás solo decían “Cayeron en misión” —Contó Katsuro, recordando con una sensación ardiente en el pecho la primera vez que había conocido en persona a quien terminaría siendo su hermano mayor—. Era muy pequeño cuando ellos murieron y todos se aprovecharon de eso.
Suki hizo memoria de las palabras de su padre y con el conocimiento actual que ella poseía no era difícil saber que ese suceso ocurrió en los primeros años de vida de su amigo.
—Keitaro me contaba sobre ellos a cambio de información que yo consideraba irrelevante —Katsuro bufó sintiéndose estúpido al haber caído en algo tan obvio como aquello, pero su necesidad de saber la verdad fue más fuerte que todo lo demás—. Unos días antes de salir en aquella misión él me confesó quien fue el verdadero culpable de los asesinatos: “Ellos mismos provocaron su muerte al intentar enfrentarse a mí. Si quieres vengarte consigue poder, ve a la próxima misión y veremos si eres capaz de conseguir el Sharingan.”
La menor sintió un escalofrío junto al malestar de saber por dónde iría la historia. De todas formas guardó silencio, dejaría a Katsuro hablar porque sentía que era lo que él necesitaba. Él debía desahogarse de aquellas cosas que tanto sufrimiento le causaron y ella estaba más que dispuesta a ayudarlo.
—Estaba tan enojado, había sido como una marioneta para el asesino de mis padres, ese que había arruinado mi vida antes de que siquiera sepa caminar —Los puños de Katsuro se oprimieron con fuerza, pero antes de que el dolor se apodere de esa zona Suki lo sujeto con sus propias manos con cuidado—. Así que me preparé y salí con mi equipo, sabiendo que algo malo pasaría, y cuando nos encontramos con un extraño a medio camino lo supe, era la oportunidad. Pero todo salio mal, mi sensei y amigos fueron asesinados ante mis ojos solo para recibir un “Oh, así que sí fuiste capaz de conseguir el sharingan ¿Por qué no mejor subimos un poco la potencia de eso? Consigue el Mangekyou Sharingan, hazte con él y quizás, en ese momento, puedas ser un rival para mí.”
El pecho de Suki se contrajo en compañía del dolor en el corazón de Katsuro. Ambos mirándose a los ojos con sus emociones al descubierto.
—Entonces llegó el día de nuestra primer misión de equipo ¿Lo recuerdas? En ese momento ya estaba atontado por tí, y quizás por esa razón no fui capaz de advertirte lo que nos esperaba —Katsuro inhalo la mayor cantidad de aire que pudo y exhaló de forma errática. Él no estaba listo para hablar de esto, pero alguien más debía saber la verdad—. Arata-sensei murió allí fuera, pero él no era el único que debía morir ese día. Tu muerte también estaba planeada, Suki, y yo lo sabía. Pero no podía decirlo, no quería aceptar la verdad ni tampoco que pienses mal de mí.
Suki parpadeó incrédula y apretó con más fuerza las manos de Katsuro para ayudar a los dos a permanecer conscientes y no dejarse llevar por el remolino de emociones negativas.
—¿Mi... muerte? —Fue lo único que pudo suspirar ante la sorpresa.
Katsuro asintió decaído cerrado los ojos con arrepentimiento.
—Keitaro quería que desarrolle el Mangekyou Sharingan, y tú eras el método ideal para conseguirlo —Con un suspiro Katsuro volvió a abrir los ojos y mirar a su compañera con culpa—. Para serte sincero, aún lo sigues siendo.
Suki tuvo que presionar sus labios para no dejar escapar una expresión de dolor por esas palabras tan sinceras.
—Y para no dejar de sincerarme, también sabía que seríamos atacados en nuestro viaje a Sunagakure. Y esa, afortunadamente, fue la segunda vez que escapaste de una muerte planeada.
Suki apretó sus manos en puños, estando aún unidas a las de su compañero, todo su cuerpo siendo poseído por temblores incontrolables. Y con lágrimas comenzando a inundar sus cuencas dió un pequeño salto a la vez que se arrojaba sobre él atrapándolo en un abrazo que lo dejó sin aire ni pensamientos.
—¿Por qué... me abrazas?
—¿Cómo quieres que no lo haga después de todo el dolor que soportaste en silencio? —Replicó Suki apretándolo aún más, temiendo en su interior que él pueda desmoronarse por todo el peso que cargaba en sus hombros.
En su interior tenía ganas de decirle "¡Tonto! ¿Por qué no confiaste en mí? Pude haberte ayudado", pero entendía su decisión. Ella no era nadie para juzgarlo, viviendo en una burbuja de felicidad mientras su pareja de ese entonces sufría sin que nadie lo note. El pasado ya no podía ser cambiado, debía enfocarse en el ahora: en la valentía de él al contarle todas esas cosas y en su deseo de acompañarlo y hacerle saber que él no volvería a estar solo.
—Pero casi mueres por mi culpa —Razonó con dificultad Katsuro, aún inmóvil por el abrazo sorpresivo —, en más de una oportunidad.
—No asumas la culpa de algo que tú no controlas, eso es lo que Keitaro busca, tu debilidad solo lo hace más fuerte —Habló ella con decisión, dejándole en claro que no debía responsabilizarse en algo que no le correspondía—. Yo sigo aquí, no importa si es lo que estaba planeado o no, no voy a dejar que eso cambie.
Los brazos temblorosos de Katsuro se elevaron con lentitud hasta envolver el cuerpo de su amiga en un abrazo que ni él mismo sabía cuanto había necesitado.
—Aún hay muchas cosas que debo contarte.
En ese momento un sonido inesperado llegó a sus oídos, haciéndolos separar con rapidez y compartir una mirada de alerta.
La alarma de la aldea.
Estaban siendo invadidos.
★★
La alarma de Konohagakure logró oírse a la distancia y varios ninjas se movieron a la vez en la densa oscuridad creada por el bosque que rodeaba la aldea.
—Cuando usted lo ordene, Fugaku-sama —Habló uno de los Uchiha que acompañaba al líder en espera de la próxima orden.
El cabecilla del clan observó desde su posición, con ambos de sus hijos a sus lados, en espera de la señal que declararía su turno de entrar en acción.
Cierta satisfacción le llenaba el cuerpo como resultado de que lo que habían planeado había resultado exitoso. Keitaro los había acorralado con sus acciones, pero él olvidaba que Konoha contaba con Nara Shikaku de su lado.
“—Keitaro ha demostrado saber de estratégia, pero fue descuidado al dejar tan obvio su objetivo.”
Docenas de Sharingan brillaron en la penumbra, el rojo una clara advertencia de peligro para quienes se habían atrevido a invadir su aldea.
“—Los Uchihas deben salir de Konoha, nosotros desde dentro esperaremos listos para el ataque. El plan principal debe permanecer secreto hasta el momento adecuado, lo más seguro es que Keitaro tenga espías dentro de la aldea.”
Una ráfaga de humo voló al cielo. El gris oscuro de la sustancia distinguiéndose con claridad en el cielo despejado.
“—Esa será su señal de regreso.”
—Preparense para salir a mi señal —Dictó Fugaku, dejando una mano en alto a la vez que en su mente hacía una cuenta regresiva para ponerse en marcha.
“—Quince segundos, ni más ni menos que eso. Lo que suceda luego dependerá de el poder de habilidad de cada grupo. Buena suerte.”
Fugaku bajó su brazo al llegar a cero, su mano señalando la aldea.
El movimiento del rojo penetrante de cada ojo se vio brillando en la oscuridad de la arboleda mientras cada ninja corría fuera del bosque y, de esa manera, los miembros del clan Uchiha corrieron de regreso a Konoha preparados para el enfrentamiento.
A su vez, una cúpula azul los envolvió en su llegada, un suceso inesperado que implicaba una realidad caótica. Konoha y sus habitantes estaban encerrados, al igual que los enemigos estaban al tanto de su aparición sorpresa.
★★
Ambos jóvenes Uchiha salieron a pasos veloces del interior de la casa del mayor y se detuvieron al primer paso en el exterior. Las calles vacías se habían llenado de aquellas madres y niños del clan que se habían quedado en la aldea, todos corriendo fuera de sus casas en dirección a los refugios de la aldea.
Pero en la mente de Suki un único pensamiento se presentó para dejar los demás a un lado.
—Mi madre está en la zona céntrica de la ciudad.
Katsuro vislumbró el pánico en los ojos de su acompañante y la tomó por uno de sus brazos con intención de adentrarse en el tumulto de personas que salían del distrito de su clan con desespero.
—La encontraremos, mientras tanto ayudemos a poner a salvo a los civiles.
Suki asintió tragando sus miedos pero al intentar moverse de su sitio fueron detenidos por uno de los shinobis Uchiha que había permanecido en la aldea.
—Tengo órdenes de llevarlos a un escondite —Sentenció el hombre mirándolos con autoridad—. Órdenes directas de Fugaku-sama.
—Konoha está siendo invadida, nuestro deber como shinobis es cuidar de los civiles y defender la aldea —Replicó Suki. Si debía desobedecer órdenes directas de su padre con tal de salvar su aldea y habitantes lo haría sin dudar.
—Tengo permitido usar la fuera —Advirtió el hombre poniendo una de sus manos en su bolsa de herramientas ninjas con amenaza.
Toda conversación pasó a segundo plano cuando el sonido de varias explosiones provenientes del centro de la ciudad llamó la atención de todos, quienes observaron con terror el humo que comenzaba a asaltar el cielo para cubrir el celeste pacífico con turbios colores opacos en compañía de gritos agonizantes capaces de estrujar el pecho de todos los oyentes dolorosamente.
En la distracción de todos una flecha surcó el aire, trazando una línea perfecta hasta incrustarse con violencia en el cráneo del hombre, derribándolo al suelo en el acto.
—Lo siento —Llamó la atención de ambos jóvenes una voz femenina—. Esto no estaba planeado, mi compañero carece de paciencia y debimos actuar de imprevisto cuando él se adelantó al plan.
Suki y Katsuro chocaron sus ojos, el par de Sharingan ya activados, con la mirada neutra de una mujer joven que los observaba desde el techo de una de las tantas casas. La misma que los había atacado en su viaje a Sunagakure.
Pero en una secuencia de hechos sin fin, un grupo de tres shinobis más apareció entre medio de ellos ya listos para pelear contra la extranjera.
—Salgan de aquí, nosotros nos ocupamos de ella —Pidió uno de los ninjas. Suki lo reconoció rápidamente como aquél que los ayudaba en el intercambio de cartas.
—Gracias —Asintió Katsuro antes de arrastrar a Suki lejos de allí, comenzando a alejarse saltando de techo en techo.
—Me siento mal por dejarlos combatir solos —Confesó la menor siguiendo los pasos de Katsuro.
—No podemos hacer más, el quedarnos a ayudar es demasiado riesgoso. Si ella fue a buscarnos es porque Keitaro está cerca.
—Lo sé —Suspiró Suki y se esforzó en poner la mente en blanco. Ahora debía concentrarse en defender la aldea, sobre todo priorizando aquellos enemigos que utilizaban ataques en área como...—¡Cuidado!
Pero era demasiado tarde, cuando sus ojos dieron a parar en el proyectil sigiloso que se acercaba a sus espaldas éste se estrelló en el techo en el que ambos estaban, mandando a volar sus cuerpos por el aire en direcciones opuestas en consecuencia a la fuerza expansiva del golpe.
Suki logró arrastrar sus manos por algunos techos, lastimándose en el proceso pero haciendo que al estrellar su espalda con uno de los edificios a medio derrumbar el golpe no sea lo suficientemente brusco como para dejarla fuera de combate.
Soltó un quejido, seguido de varios insultos, antes de volver a ponerse de pie sosteniéndose de los escombros para tratar de encontrar a su atacante y verificar que su amigo se encuentre bien. Pero estaba sola en una de las calles que parecían estar ya vacías.
O casi.
—¡Okaa-san!
Suki miró a ambos lados con emergencia, buscando con preocupación al pequeño dueño de aquél llanto infantil que nadie más pareció oír. Entonces sus pupilas vieron un par de ojos llorosos bajo una montaña de escombros cerca de su posición actual.
—Tranquilo, pequeño, enseguida te saco de allí —Trató de hablarle con su voz más dulce, corriendo hacia él para comenzar a sacar los escombros procurando tener mucho cuidado en cada mínimo movimiento.
—Quiero a mi Okaa-san —Lloró el menor, su voz quebrándose a media frase por el miedo que no era capaz de soportar.
—Primero tengo que sacarte de aquí ¿De acuerdo? —Pidió Suki habiendo acabado con la parte más difícil, pero el dolor en todo su cuerpo y la sangre en sus manos le dificultaban un poco cada movimiento— ¿Te duele algo? ¿Te golpeaste alguna parte cuando quedaste aquí atrapado?
—No —Respondió el niño con la respiración irregular por el llanto antes de sorber sus mocos con fuerza—. Pero Okaa-san estaba sangrando mucho, creo que se golpeó la cabeza. No sé dónde está.
Suki cerró los ojos con fuerza por un segundo temiendo lo peor, pero eso lo resolvería cuando el pequeño esté a salvo.
En cuanto ya no hubo escombros que remover la Uchiha tomó entre sus brazos al niño y su corazón se salteó un latido al ver que entre los escombros del suelo sobresalía una mano femenina, su piel pálida magullada y manchada con sangre.
A simple vista, y con ayuda de su Sharingan, supo que la dueña de esa mano ya había fallecido.
—¿Vamos a buscar a Okaa-san ahora?
Suki apretó al niño contra su torso para que no mirase en esa dirección y se alejó con rapidez, escondiendo sus ojos dolidos del pequeño por un momento antes de darle una sonrisa.
—Debo llevarte al refugio ¿De acuerdo?
El niño ni siquiera tuvo tiempo de volver a hablar cuando ambos fueron empujados contra otra pared semidestruida y el filo de una katana brilló frente a los ojos de la mayor.
—Danzō-sama solicita su presencia inmediata, señorita Uchiha Suki.
La azabache se movió rápidamente moviendo al menor para dejarlo de pie tras ella, cubriéndolo con su propio cuerpo.
—Estamos en plena invasión, díganle a Shimura Danzō que podemos hablar en otro momento —Su voz salió decidida y autoritaria incluso con el nudo en su garganta por temor a la seguridad del niño.
¿Qué quería Danzō y por qué la mandaba a llamar en un momento tan crítico como ese?
—Debemos llevarla a cualquier costo, aunque usted se niegue a colaborar —Respondió el mismo miembro de Raíz, bajando con sutileza la katana para señalar al niño que asomaba con miedo su cabeza a un lado de las piernas de la Uchiha.
—Ni te atrevas —Advirtió Suki clavando el rojo y negro de su dōjutsu en los ojos contrarios.
—¡Eso mismo iba a decir! —Rió una nueva voz sorprendiendo a los demás que se encontraron con la figura de Uchiha Keitaro sentado en el borde superior de la pared a punto de derrumbarse— ¿Quién hubiese pensado que tendríamos tantas cosas en común, Suki-chan?
La Uchiha menor observo con el seño fruncido al mayor a pocos metros sobre ella. Justo lo que faltaba.
—Así que vayan a decirle a Danzō que busque otra presa, porque está de aquí es mía —Sonrió con amenaza el mayor.
Suki bajó la mirada al sentir al niño removerse tras de ella y, de imprevisto, el niño comenzó a correr con intención de alejarse. Estiró su mano cuando distinguió a uno de los de Raíz intentar atraparlo, pero a la vez que ella sujeto la muñeca del desconocido éste cayo al suelo sin vida.
—Nadie se mueve hasta que Keitaro-sama se los permita.
La Uchiha menor observó con sorpresa a la misma mujer de antes, ya preparando otra flecha en caso de necesitar usarla. Entonces Suki miró con disimulo al niño, que resultó haber corrido al ver a un adulto que parecía conocer a varios metros de distancia, ahora ambos observando su situación sin saber qué hacer.
Y sobre todos ellos, un cuervo solitario pasó surcando el aire, cambiando de dirección en busca de su dueño al ver lo que estaba sucediendo en esa calle destruída y vacía de Konoha
Primera parte del capítulo con 4250 palabras.
Espero que se haya entendido bien, hubo mucho desastre junto de la nada xD.
La segunda parte se subirá en cuanto esté lista, pero me voy a esforzar a que sea en los próximos días.
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