★VIII★
★Kunoichi★
★★
Todo era silencio dentro del distrito Uchiha, exceptuando la casa del líder y su familia donde se desataba una discusión, como era recurrente desde hacía un par de días.
—¡No es justo! —Exclamó en total desaprobación la menor de los miembros con su ceño fruncido y los mofletes enrojecidos de la rabia.
¿Para ésto la buscaba su familia? ¿Para recordarle lo que ella no podía hacer? En ese caso hubiese preferido no volver.
—Suki, ya no eres una niña, debes actuar como la mujer que eres y aceptar lo que te corresponde —El entrecejo de Fugaku no podría estar más fruncido ante el berrinche de su hija menor.
¿Cuándo la había malcriado tanto? ¿Por qué no podía entender sus palabras? Él solo la protegía no únicamente de los demás, sino que también de sí misma.
—¿Lo que me corresponde? —Preguntó ofendida por las palabras—. Yo tengo el derecho de presentarme a las reuniones tambien, soy una Uchiha. Si le permiten a Sasuke nii-chan asistir yo también lo merezco.
El nombrado solo desvío la mirada de la discusión sin mediar ni una sola palabra. No le agradaba por lo que pasaba su gemela, pero tampoco la quería con ellos cuando sospechaba que lo que hablaban en las reuniones eran temas delicados para el clan. La quería lejos del peligro, aún más sabiendo su mentalidad de una paz total en la aldea y la posible amenaza que le generaba Uchiha Katsuro.
—No eres igual a tu hermano, Suki —Negó con cansancio su padre, recordándole lo que no quería—, ni siquiera aprobaste el exámen Chunin aún.
La azabache apretó los puños ante aquello, se sentía humillada e impotente, pero sabía que su padre tenía razón. Ella simplemente no estaba al nivel de su gemelo mayor, ni hablar de Itachi que la sobrepasaba por años luz ¿Pero era necesario recordarle aquello? El único exámen Chunin al que se presentó le causaba un terrible arrepentimiento.
—Volveremos tarde —Sentenció Fugaku al saber que la conversación había acabado—. No salgas y mantente alerta a todo momento.
—Sí, como sea —Masculló Suki sintiéndose derrotada y molesta.
¿Por qué no pudo ser como sus hermanos? Se sentía orgullosa de pertenecer a su clan, pero a veces las expectativas de su padre al compararla con los genios innatos de sus hermanos le daban ganas de desaparecer.
Cuando el ambiente se tornó silencioso los miembros de la familia comenzaron a abandonar su hogar de uno en uno para dirigirse a la reunión.
Fugaku sin siquiera darle una mirada.
Su madre con una sonrisa de disculpas.
Sasuke solo la saludó con un pequeño movimiento de cabeza, sintiendose un poco culpable de lo que acababa de ocurrir.
Por ultimo, Itachi le dio una palmada en la coronilla junto a una leve sonrisa reconfortante.
Y así fue como quedó completamente sola, atrapada en las espaciosas paredes que la habían visto crecer todos esos años. El momento ideal para que su mente desvarie en temas dolorosos e innecesarios.
O eso pensó hasta oír como la puerta al jardín trasero era deslizada con cuidado. La humedad atacó sus manos casi de forma instantánea y, preparándose para atacar al intruso con todos sus sentidos alerta, rebuscó en su bolsa de herramientas ninjas algo con lo que luchar. Un shuriken bastaría por el momento. Distinguió una silueta asomarse a la habitación en la que estaba por el pasillo que dirigía al patio y, sin esperar más tiempo, arrojó el arma en dirección a su cabeza.
—¿Eso iba hacia mí?
Los ojos de la azabache se expandieron con sorpresa tras ver con mayor claridad al intruso. Una corriente le surcó de pies a cabeza cuando los ojos de él la encontraron.
—Shisui-san —Murmuró nerviosa ¿Había intentado atacar al hombre que le gustaba? Se sentía casi desmayar de la vergüenza.
—Deberías trabajar un poco en tu puntería, Suki-chan —Opinó el chico viendo como el shuriken se había incrustado en la pared a unos largos centimetros de él.
Genial, justo cuando se lamentaba su incompetencia le suceden estas cosas que la dejaban en evidencia.
Al menos ya no se lo veía molesto.
—Lo siento —Murmuró Suki tratando de evitar el contacto visual y abrazandose ante la vergüenza—. Si buscas a Itachi nii-chan ya se fue junto a los demás.
—Ya lo sé —Respondió acercándose unos pasos hasta poder quedar pocos metros frente a ella. Sus ojos analizaron su expresión antes de viajar por la habitación—, vine a verte a tí antes de ir a la reunión.
—¿A mí? —Cuestionó con incredulidad Suki conectando sus ojos a los del mayor haciendo que una oleada de una sensación reconfortante la golpeé.
Se preguntaba ¿Será solo ella quien sentía sumergirse en aquellos ojos negros con solo verlos?
—Así es, yo... escuché un poco la conversación con tu padre —Admitió Shisui un poco temeroso de la reacción de la menor a la vez que daba pequeños pasos más cerca de su cuerpo ¿Estaba bien lo que planeaba decirle?
—Ah... yo... —Tartamudeó Suki, el calor subió a sus mejillas sintiendo la vergüenza en su estado más puro ¿Qué se supone que responda a eso?
—Solo quería decirte que para mí eres muy talentosa, Suki-chan —Admitió el contrario, animándose a rozar la mejilla de la pequeña mujer con sus dedos logrando que sus ojos se cierren al tacto—. No te sientas menos que los demás, eres una excelente kunoichi.
Suki quería responderle, darle las gracias por lo que le decía, pero simplemente no podía. Se sentía tan hipnotizada por el toque del mayor que no era capaz de reaccionar con cordura. Incluso tuvo que cerrar los ojos para concentrar toda su atención en el roce de los dedos contra su mejilla y los pequeños choques de corriente que éstos le generaban.
Shisui, por otro lado, no podía alejar sus ojos del rostro de la menor mientras estudiaba todas sus facciones. Le parecía tan hermosa que a veces creía que no pertenecía a este mundo dónde existía tanta maldad e injusticia, pero allí estaba ella para demostrar que no todo en allí era malo.
—Ya debo irme —Avisó el azabache separándose de ella con toda su fuerza de volundad—, espero que mis palabras sirvan de algo.
Suki abrió los ojos con lentitud, no quería que aquel momento terminara ¿Cuando volvería a sentir tanta intimidad junto a él? Sin embargo asintió, todavía se sentía incapaz de hablar.
Shisui se alejó por donde vino, pero detuvo sus pasos antes de desaparecer para darle una última mirada a la menor que consideraba su "amor prohibido".
—Eres tan buena kunoichi que si no estuviese entrenado como lo estoy hubiese perdido la cordura ante tí aquella vez, Suki-chan.
Y se fué, sonriendo en grande al ver el rojo consumir el rostro de la pequeña mujer casi por completo.
Él sabía que ella había intentado practicar sus conocimientos de encanto tiempo atrás y no le había temblado la voz al recordárselo.
★★
Itachi caminaba tranquilamente junto a su familia a la reunión bajo el cielo nocturno, sus padres delante y Sasuke a su izquierda.
—¿Qué te molesta? —Preguntó por lo bajo para no llamar la atención de los mayores al notar la expresión contraida del menor.
—Nii-san ¿Katsuro asiste a las reuniones?
El de coleta miró a su hermano de soslayo ante la curiosa pregunta que no se esperaba escuchar ¿Acaso también sabía algo de aquel Uchiha que lo tenía tan intranquilo?
—No, no está dentro de los que lo tienen permitido —Comunicó.
El menor solo asintió un par de veces, viéndose menos pensativo con la respuesta y hasta un tanto más relajado.
—Sasuke —Le llamó Itachi una vez más, queriendo aclarar la futura situación desde un inicio—. Estás por enterarte de algo importante, pero mantente al margen de todo ¿Si?
—¿A que te refieres, Nii-san?
—A que te quiero fuera de peligro, tú y Suki no tendrían que haber podido asistir.
El menor lo observó con atención ¿Qué era aquello que significaba un peligro? Sin embargo, prefirió guardar silencio y dejar sus dudas para más adelante.
Después de todo, ya habían llegado a la reunión.
Capítulo de 1349 palabras.
04/06/2020
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