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La Uchiha menor
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Suki se levantó de un salto de la perezosa comodidad en su cama cuando escuchó una de las puertas del pasillo cerrarse.
—¿Qué haces? —Preguntó confundido Katsuro mirándola desde su lugar, sentado a un lado de la estantería del cuarto de la menor con uno de los libros en su mano.
—Necesito decirle algo a mi hermano, ya regreso —Avisó la azabache saliendo a pasos rápidos de su habitación, brincando para acelerar el paso al ver la espalda de su gemelo mientras se alejaba por el pasillo.
—Suerte con eso —Escuchó como respuesta de su compañero de equipo antes de adentrarse al pasillo por completo.
—Nii-chan —Llamó la menor sin detenerse incluso cuando Sasuke volteó a verla antes de poder bajar por la escalera de la casa—. Necesito pedirte un favor.
—Si es por lo de Sakura, la respuesta es no.
Suki abrió y cerró la boca al recibir una negativa tan decidida sin siquiera poder argumentar a favor de su amiga.
—Sasuke Nii-chan —Se quejó con un mohín naciendo en sus labios haciendo a su gemelo mayor poner los ojos en blanco—. Es solo una noche, Sakura e Ino están muy emocionadas por la idea de una cita doble. Sai es un buen chico también, podrías hacerte su amigo si te cae bien.
—No.
Suki bufó viendo a su hermano volver a caminar a la planta baja de la casa, pero no se rendiría. Sus amigas estaban muy ilusionadas con la idea y también sabía que su hermano disfrutaba de la forma en que Sakura subía tanto su ego y autoestima por más que él tratase de mostrar lo contrario.
—Suki, detente —La detuvo el Uchiha mirándola por sobre su hombro al pie de la escalera. Sus ojos eran idénticos a los de la chica, pero sin duda contaban con cierto toque de frialdad que los de ella no tenían—. No voy a hacer algo tan tonto como eso.
—¡Pero, pero... Sasuke Nii-chan! —Su pie izquierdo golpeó la madera en un berrinche, incluso probó con el puchero más tierno que pudo lograr, pero su hermano volvió a verla con un claro no en su mirada.
—Piérdete.
El joven le sacudió los cabellos al ver la expresión derrotada de su gemela, con una leve sonrisa casi imperceptible, antes de seguir su camino.
—¡Le diré a Sakura-chan que gustas de ella! —Amenazó señalándolo, usando una carta trampa que sabía que tenía pocas posibilidades de funcionar pero tampoco perdía nada intentándolo.
Bien, no estaba para nada segura de lo que acababa de salir de sus labios, pero sí que sabía que su amiga pelirosa moría por su gemelo y Suki, quizás por conocer a su hermano como la palma de su mano, notó que éste se mostraba menos reacio al estar junto a su compañera de equipo que a cualquier otra mujer que no pertenezca a su grupo familiar.
Repentinamente un kunai se incrustó en la pared, justo a un lado de su rostro, haciéndole fruncir el ceño por ese acto tan ofensivo. Sasuke solo rió por lo bajo desapareciendo de su vista.
La azabache bufó cruzándose de brazos, había compartido la panza de su madre con un maldito descorazonado. De pronto, cuando planeaba volver a su habitación junto a su compañero, un par de golpes en la puerta captó su atención y corrió hacia ella apoyándose en la punta de sus pies para evitar llamar la atención de Sasuke.
—¡Naruto-kun! —Sonrió Suki al rubio que encontró al otro lado de la puerta, solo su cabeza asomándose desde el interior de la casa.
El chico zorro le dedicó una sonrisa amigable pasando los brazos tras su cabeza.
—Hola, Suki-chan ¿Está Sasuke en casa?
La chica dio un vistazo rápido al interior de su casa cerciorándose de estar sola, entonces decidió que era su oportunidad de avanzar un poco en su plan.
—No —Negó con fingida inocencia pero tuvo que tomar al ojiazul por los hombros antes de que se vaya. Parece que su celoso gemelo le tiene bien informado a su mejor amigo que debe tener su distancia con ella—. Pero dime, Naruto-kun ¿Crees poder convencer a Sasuke sobre algo? Verás, mis amigas están planeando algo pero el gruñón de mi hermano con corazón de hielo no quiere asistir a una ci-
Un par de manos le cubrieron la boca, ya habían llegado a arruinar su plan otra vez.
—Llegas tarde, Dobe —Habló Sasuke apareciendo tras Suki y empujó a su hermana dentro de la casa, y fuera de la vista de ambos, con muy poca delicadeza.
—¡No me llames Dobe, Teme! —Gritó el rubio olvidándose completamente de lo que acababa de preguntarle la Uchiha menor.
El pelinegro volteó buscando conectar sus ojos con los de su gemela una última vez. La encontró sentada sobre el suelo, con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido junto con un puchero profundo en sus labios.
—Dile a mamá que no me espere para almorzar —Avisó Sasuke saliendo de la casa. Pero la puerta fue abierta nuevamente—. Ah, por cierto, dile a tus amigas que me dejen tranquilo o le diré a Nii-san que a tí te gusta Shisui.
Suki se petrificó en su lugar al escuchar la amenaza de su gemelo. Claramente no tenía corazón.
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★Suki★
El atardecer había caído hace minutos y luego de despedirme de mi compañero de equipo había acudido a ver a mi psicólogo personal.
—¡Gemelo idiota! —Grité molesta acestando un combo de golpes al pobre tronco que usaba como catalizador.
El pecho me subía y bajaba con violencia por mi respiración acelerada debido a todo el tiempo que llevaba maltratando la madera con mis ataques.
—Ya deja de chillar —Se quejó Shikamaru tapándose los oídos desde su posición tan normal, recostado en el césped disfrutando la vista de las nubes del atardecer sobre nosotros.
Me giré indignada ante su falta de sentimientos con una mano sobre mi corazón acelerado. Varias hebras de cabello se pegaron en mi rostro al girarme como consecuencia de una espesa capa de transpiración que llevaba acumulando hace varios minutos.
—¡Pero me amenazó! —Me defendí señalándolo con un kunai con el que planeaba seguir mi práctica terapéutica—. Aunque también lo hice yo —Confesé rascando mi mejilla. Es que lo que me molestaba no era la amenaza en sí, sino el tema al que se refería. Uchiha Shisui y mis sentimientos por él eran algo delicado para mí—. Deberías apoyarme en esto, soy tu mejor amiga.
—Baja eso, te vas a lastimar —Avisó mirándome aburrido, haciendo referencia al arma en mis manos sudadas.
Le mantuve la mirada unos segundos, pero lo único que conseguí fue molestarme más ¡¿Cómo podía mostrarse tan tranquilo con todo el caos que estaba hecha yo en este momento?!
Maldita paz Nara, ojala fueses contagiosa.
—¡Argh! —Sacudí los brazos molesta. Entonces volví a recordar las últimas palabras de Sasuke—. Itachi Nii-chan me mataría.
Cubrí mi rostro frustrada y descendí apoyándome en mis rodillas simulando una posición fetal sentada. El solo imaginar como sería todo si al idiota que me tocó de gemelo se le diera por andar de bocazas me ponía de los nervios... ¿Cómo siquiera sabe aquello? Durante todos los años que llevo experimentando este amor platónico por alguien que no me veía más que como una simple "hermanita" procuré mantener todos mis sentimientos en secreto. Bien, Shikamaru lo sabía, pero ese chico puede saber todo lo que pasa por mi cabeza con solo mirarme.
—No lo creo —Bostezó el Nara poniéndose de pie con pereza—. Por cierto, está detrás de tí.
Giré asustada brincando de mi lugar para encontrarme con... nadie, estábamos solos entre los árboles del bosque de su clan. Relajé mis músculos que se habían contraído del pánico.
—No me asustes así, Shikamaru, por un momento creí que Itachi Nii-chan descubriría que... —Cerré la boca en cuanto al volver a ver a mi amigo estaba el recién nombrado a su lado.
—¿Descubrir qué? —Y allí estaba mi hermano mayor, de brazos cruzados y expresión serena esperando respuestas.
Abrí y cerré la boca reiteradas veces sin saber qué decir exactamente. El cuerpo me flaqueó por los nervios que se acrecentaban cada vez más y el kunai resbaló por mi mano sudorosa cortándome los dedos en una fina línea.
Escondí la mano en mi espalda evitando mirar la herida mientras sonreía nerviosa a mi hermano mayor. Él me veía con una ceja alzada y podía jurar que Shikamaru se reía de mi desesperación en silencio.
—Nii-chan —Reí en saludo apoyándome en el árbol a mi lado, pero me alejé rápidamente porque no había sido buena idea apoyar mi mano recientemente lastimada en una corteza dura.
Itachi se acercó a pasos tranquilos y tomó mi mano con gentileza para comenzar a vendarla como todo un experto. Moví mi rostro desviando mi atención a cualquier punto menos el líquido carmesí en mi mano.
Sangre.
Mordí una de mis mejillas y miré mis pies sintiéndome inútil ¿Es acaso que nunca voy a dejar atrás ese tonto miedo?
—Okaa-san pidió que te buscara para cenar, preguntó a Katsuro creyendo que estarías con él pero tu amigo dijo que habías ido a otro lado.
—Lo siento —Murmuré con una mueca formándose en mis labios.
Entiendo su preocupación por mi bienestar, pero parecía que mi familia nunca dejaría de querer mantener mis movimientos vigilados aunque hayan pasado ya muchos años del secuestro fallido en mi infancia.
—Descuida —Sonrió apoyando una mano sobre mi cabeza—. De todas formas me dirás que ocultas ¿No?
Tragué en seco sintiendo como mi cara ardía de la vergüenza. Mi hermano estaba mal de la cabeza si de verdad pensaba que hablaría.
Me despedí rápidamente de Shikamaru con mi mano sana y comencé mi camino acelerado a casa sabiendo que Itachi iba pocos pasos detrás de mí. Mamá y papá ya estaban en la mesa cuando llegamos, por lo que nos sentamos junto a ellos a comer. Sasuke parecía no estar presente tampoco para la cena.
¿En qué andaba metido mi gemelo que pasaba tantas noches fuera de casa hasta entrada la madrugada? ¿Y por qué parecía ser yo la única en casa que notaba ese hecho?
Mis pensamientos fueron cortados cuando mi padre, nunca dejando nada de lado, clavó sus ojos en mi mano vendada mientras mi madre le miraba con los ojos entrecerrados en advertencia e Itachi solo estaba concentrado en su plato de comida.
—¿Qué te ocurrió en la mano? —Preguntó entonces mi progenitor sin poder soportarlo más.
Me tomé todo el tiempo del mundo en terminar de masticar el último bocado que había metido a mi boca hasta dejar mis mejillas como las de una ardilla.
—Accidentalmente me corté con un kunai —Corta, concisa y directa. ¿Por qué darle vueltas a un tema que sabía muy bien que acabaría en un reproche de su parte?
—¿Accidentalmente? —Cuestionó con el ceño fruncido mostrándose escéptico a mi respuesta.
—Fugaku, no es momento —Advirtió mi madre, dejó los palillos sobre el tazón atenta a lo que posiblemente se convirtiría en otra discusión.
—Esos son accidentes de niños, Suki —Ignoró la advertencia de su esposa el cabecilla del clan—, no de alguien como tú. Si sigue ocurriendo deberías de pensar en no ser kunoichi.
No ser kunoichi. No era la primera vez que él pensaba en eso como la solución adecuada.
Pero jamás abandonaría mi profesión, no luego de todo lo que me esforcé por llegar a donde estoy ahora. No después de asentar mi camino ninja.
—¡Fugaku! No es momento para hablar sobre ello —Recriminó mi madre queriendo detener cualquier enfrentamiento verbal que solía ocurrir entre nosotros casi a diario.
—¡No, Mikoto! —Golpeó la mesa molesto, queriendo dejar en claro que él tenía razón en su punto—. No es la primera vez que se lastima a sí misma en un simple entrenamiento ¡Su ineptitud puede provocarle la muerte en una misión!
De acuerdo, entiendo que se preocupe por mí, pero... ¿La muerte? ¿Acaso creía que podía morir en una misión así de fácil?
—No soy inepta —Me defendí frunciendo el ceño. El sonido de los palillos que antes apretaba con mis dedos resonó en el comedor al golpear el tazón de cerámica—. Y hasta el mejor ninja puede morir en una misión.
—No te sientas obligada a ser kunoichi, Suki. Tus hermanos son shinobis talentosos, pero quizás tu caso es diferente —Opinó, con esa expresión sabionda y los brazos cruzados sobre la mesa, y no lo soporté más.
—Gracias por la comida —Murmuré molesta, levantándome de mi lugar con enojo para caminar a pasos pesados hasta encerrarme en mi habitación.
★
★Itachi★
—¿Cómo pudiste decirle eso? —Murmuró molesta mi madre en cuanto Suki se fue.
—Debe entenderlo de alguna forma, Mikoto —Respondió mi padre con sequedad—. Solo la estoy protegiendo ¿Acaso quieres seguir corriendo el riesgo de que vaya a una misión y jamás regrese?
—Claro que no —Renegó—, pero la lastimas con lo que le dices. Sabes muy bien todo lo que se esforzó para ser kunoichi, debes saber respetar su decisión.
La conversación murió allí, en un aire tenso con la expresión cansada de ambos de mis padres.
En cuanto terminamos ayudé a mi madre a levantar los trastes y dejarlos en el fregadero, devolviendo su sonrisa agradecida por mi acción. Volví al recibidor para colocar mis sandalias ninjas y cuando ya estaba por volver a salir de casa la voz de mi madre me llamó.
—¿Ya te vas, Itachi?
—Sí —Volteé a ver a mi madre, su cabeza se asomaba por el pasillo de la entrada—, quedé con Shisui para entrenar un poco.
—De acuerdo, pero no regreses tarde, recuerda que mañana tu padre tiene una reunión en la que quiere que estés presente.
Mis ojos cayeron al suelo por un momento, al igual que mis ánimos, al recordar las reuniones secretas que estaban llevando a cabo miembros de nuestro clan por su sentimiento de que la aldea ya no respetaba nuestra sangre como ellos creen merecer.
—Lo haré —Asentí antes de salir de la casa.
Cerré la puerta y casi automáticamente mi mirada viajó a la ventana de la habitación de Suki, una tenue luz lograba divisarse desde el interior.
¿Qué escondes, Suki?
Fui directo al lugar de encuentro donde Shisui ya estaba practicando su lanzamiento de kunai. El campo de entrenamiento estaba vacío a estas horas de la noche.
—Hola, Itachi —Sonrió en cuanto me vio llegar, deteniendo sus ataques unos momentos.
—Hola —Saludé en un suspiro con mi mente aún concentrada en encontrar motivos para el actuar extraño de mi hermana.
Me puse a su lado, aceptando los shuriken que me ofrecía, para comenzar el calentamiento de nuestro entrenamiento. Él seguía atento a cada movimiento de mi cuerpo, como si estuviese tratando de descifrar algo en silencio.
—¿Todo bien en casa? —Le vi observarme de reojo a la vez que volvía a comenzar sus lanzamientos.
—¿Por qué preguntas? —Cuestioné deteniéndome.
Imitó mi acción, analizó mi rostro una vez mas, apoyó las manos sobre sus caderas y soltó un largo suspiro dirigiendo su mirada a un punto muerto.
—Siempre que te molestas tus movimientos se vuelven más agresivos —Señaló uno de los troncos, el cuál había recibido un impacto de uno de mis shuriken que generó una perforación más grande de lo normal en la corteza—. Es Suki ¿Verdad?
Suspiré antes de volver a lo que estaba. Evidentemente era demasiado transparente a los ojos de mi mejor amigo.
—Es Suki —Confirmé—, o mi padre en realidad.
—Ah —Suspiró nuevamente—. Aún recuerdo la primera vez que discutió con tu padre —Habló mirando el cielo, las estrellas brillaban en sus ojos—. Apareció llorando en la puerta de mi casa, realmente me asusté en ese momento.
Como olvidarlo, ese día estuvimos horas buscando a la pequeña Suki hasta que por la noche Shisui se presentó en la puerta de nuestro hogar con mi hermana entre sus brazos. Tuvo que esperar que se durmiese para conseguir traerla de vuelta casa.
—Ella siempre te apreció —Arrojé tres kunai a la vez—, pero es extraño. En estos últimos días se la ve más pensativa y ésta vez no discutió con nuestro padre, solo... se fue.
—Deberías hablar con ella —Opinó mi amigo arrojando tres shuriken para desviar el trayecto de mis kunai.
—Siempre que estamos solos me ignora —Confesé. Lancé otros tres kunai atrapando sus shuriken en el aire para estrellarlos contra el tronco.
—Intenta acercarte a ella a la vez que la entrenas —Presionó mi hombro con una de sus manos en señal de apoyo—. A tus hermanos les gusta cuando les ayudas a entrenar.
No era una mala idea, ella nunca rechazó ninguno de mis entrenamientos.
¿Qué está pasando contigo, Suki? ¿Qué es lo que ocultas?
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