
♪ ᴍʏ ᴡᴀʏ ♫
— Entonces nos estás diciendo que te acompañemos a la cafetería donde trabaja tu nuevo amor. ¿Acaso tan rápido olvidaste a Namjoon?, vas a ser de esos que se enamoran de muchos. Acaso quieres ser un playboy, Tae dile algo.
— Te felicito Kookie, ya superaste tu primer corazón roto. Agh... no me golpees Jimin.
El escándalo que estaban haciendo sus hyungs, lo tenía riendo. Ya era sábado y después de otros dos días en los que no tuvo éxito en conseguir trabajo, quería ir a la cafetería a alegrarse con uno de esos ricos postres y porque no a ver a ese apuesto chico.
— Hyungs basta, no estoy enamorado del trabajador de la cafetería, solo pienso que es guapo y no creo que ya haya superado a Namjoon-hyung, él me gusto por cinco años, aunque me haya rechazado, él sigue siendo increíble, pero ya me dijo que le gustaba alguien mas asi que no me aferrare a el.
— Aww.. nuestro Kookie se está convirtiendo en un adulto, ya hasta habla como uno. Ah.. Jimin-hyung está orgulloso de ti bebé.
— Hyung no me digas bebe. No soy un bebe, además soy más alto que tú.
— ¡Yah, mocoso insolente! No te burles de mi altura. Te iba a invitar los postres que quisieras, pero solo por eso solo te voy a dejar mirando como disfrutó yo los postres.
— ¡Hyung!
↖️⬆️↗️
Estaban por entrar a la cafeteria y el menor trataba de recordar las palabras de agradecimiento que le daria al chico que le alegro el dia con un postre y su amable sonrisa y esta vez se aseguraria de no tartamudear ni parecer un tonto frente a el.
— Hola, bienvenidos. ¿Qué desean ordenar?
Un lindo chico con cabello rojizo les sonreía mostrando sus hoyuelos detrás del mostrador y de lo que supuso era la caja, en una pequeña placa en su camisa se podía leer el nombre de Hoseok.
Jungkook leía el menú mientras sus hyungs ordenaban, pero no sabía el nombre de aquellos ricos pastelitos y aunque enserio quería unos, no estaba seguro de cómo pedirlos.
— Jungkookie, ¿no ordenarás?
— Emm... si Tae... yo...
— Oh, eres el chico de hace dos días. Si volviste, y veo que trajiste a tus amigos.
El castaño que conoció algunos días atrás apareció detrás de una puerta y se dirigió a ellos con una sonrisa, traía una camisa blanca que se le pegaba al cuerpo y lo hacía lucir sus increíblemente anchos hombros.
— S-S-Si, ho-hola — bueno, por lo visto seguiria pareciendo un tonto ante ese hyung. — No pense... que se acordaría de mi.
— Por supuesto, como olvidar al lindo chico con bonitos ojos que me mostró la mejor reacción por mis postres. ¿Vienes por mas de esos pastelitos?
Esta bien, ahora era más que obvio su sonrojo y su nerviosismo, lo supo al ver las pequeñas risas burlonas de sus hyungs. Pero no le pudo importar menos cuando vio la brillante plaquita que decía Seokjin, ahora ya conocía su nombre.
— Ah, s-s-si.
— Me alegra que te hayan gustado tanto, iré a la cocina por los que están recién hechos y te los llevaré a la mesa.
Jimin y Taehyung se sentaron en frente de un sonriente Jungkook que no habían visto más que escasos segundos durante esas últimas semanas.
Aunque el menor insistió que no estaba enamorado del chico que acababa de conocer, se notaba que lo ponía nervioso y, aunque él no se diera cuenta, si notaron que nunca había sido así frente a nadie, ni siquiera con su amor platónico de cinco años.
Y probablemente el interés fuera mutuo, pero no se podían adelantar, si bien el mesero castaño se centró solo en Jungkook mientras les entregaba sus postres y siempre le regalaba miradas cuando pasaba cerca o cuando se paraba junto al pelirrojo de la caja, también se podía deber a que coqueteaba con varios clientes de esa forma.
Cuando terminaron todo y se dirigieron a pagar Jungkook se decidió a darle las gracias, sentía que esos postres le llenaban de ánimos, así que lo menos que podía hacer era hacerle saber lo agradecido que se sentía.
Se separó de sus hyungs de la caja y se dirigió con pasos lentos hacia la mesa que el castaño se encontraba limpiando en esos momentos.
— Ah..disculpa, gracias, los postres estaban muy ricos.
— Me alegra que te gusten, espero que hayan servido a que ya no estés triste.
— ¿Ah? ¿Comó...?
— Bueno, el día que te conocí y hoy cuando llegaste, tenías una carita triste, después sonreíste cuando probaste los pastelillos, así que me da gusto que lo que cocino te haga sentir mejor. Y te digo algo, tu sonrisa es tan bonita que creo que nunca me cansaría de ella, asi que seguire preparando los mejores postres para poder verla mas seguido.
— ¡¿Ahh?! Gr-Gr-Gracias... yo.... emmh... gracias.
La suave risa del mayor llegó a los oídos del avergonzado Jungkook. Aunque siempre le habían gustado los elogios de su familia y los amigos de su familia, nunca le hicieron sentir ese palpitar rápido que su corazón tenía en estos momentos, ni siquiera Namjoon había hecho palpitar su corazón tan rápido cuando casualmente tenían una conversación o roce en las prácticas de la universidad, así que se quedo callado sintiéndose demasiado nervioso para decir algo más.
— Por cierto, el día que te conocí tenías muchas solicitudes de trabajo, dime, ¿ya conseguiste uno?
Un tierno puchero inconsciente se instaló en el menor mientras negaba y el mayor solo pudo pasar saliva ante el pensamiento de tomar esos bonitos labios entre los suyos.
Ese pequeño pelinegro atrajo su mirada desde que la primera vez, sus acciones que lo hacían ver tan inocente, su cara triste y después su sonrisa, hicieron que no pudiera sacarlo de su cabeza desde entonces, pero no podía simplemente invitarlo a salir.
Para empezar, no sabía si a el menor le gustaban o no los hombres y aunque era obvio que se ponía nervioso cuando estaba con él, también se podría deber a que el pequeño era muy tímido.
— Lo he intentado por tres días, pero en todos lados me piden experiencia y yo nunca he trabajado.
— Bueno, entonces qué te parece la idea de trabajar aquí de mesero, y en tiempos libres te podría enseñar a hacer muchos postres, para que nos ayudes después en la cocina, te parece la idea.
— ¡¿Enserio?! P-Pero, us-usted cree que el dueño m-me contrate.
— Yo digo que si, después de todo el dueño te lo esta pidiendo.
— ¡¿Ah?!... Perdón yo no sab...ía que usted... era el dueño.
Esta bien, Seokjin tenía que salir de ahí antes de que secuestraran a ese tierno pelinegro de mejillas rosadas — No te preocupes no tenías que saberlo. Ven mañana a las ocho y te explicare lo que vas a hacer. Nos vemos mañana.
El mayor se retiró dejando a un sonrojado y sonriente Jungkook mirando hacia el vacío trayecto que recorrió el castaño hace unos segundos.
— Kook, si ya terminaste de coquetear, es hora de irnos — el tono burlón que empleó su hyung Jimin, hizo que empezara a caminar, pero realmente no prestaba atención a su entorno ni a la plática que tuvieron sus mayores cuando regresaban a casa.
Por fin después de deambular algunos días, encontraba un sendero que podía surcar y que tal vez lo llevaría en la dirección correcta para poder volver al camino que perdió.
Ese día después de contarles a sus hyungs y a los padres de Jimin sobre su nuevo trabajo, pasó su tarde entre buenos deseos y consejos de parte de los cuatro mayores.
Y por fin después de un mes, no lloro antes de dormir por el desprecio que le mostró su familia o por cuanto los extrañaba, en su lugar sonrió pensando en que por fin empezaría su andar hacia la primera de sus metas y se durmió soñando con un apuesto castaño de sonrisa amable.
♪♫ Perdí mi camino en este complejo mundo donde no hay salida...
🔀
Sus primeras seis semanas trabajando pasaron rápidamente y aunque los primeros días sus pies dolían demasiado por tener que caminar de un lado a otro con los pedidos, el trabajo no era agotador y la paga le parecía suficiente para reunir rápidamente para su siguiente semestre.
Solo había dos empleados además de él y Seokjin, el cajero, Hoseok, que resultó ser muy amable y enérgico, aparte de carismático; y un pálido, rubio y bajito cocinero de mirada gatuna que odiaba salir con la gente y se la mantenia en la cocina, su nombre era Yoongi y aunque al principio tuvo algo de miedo de ser reprendido por ese gruñón hyung, ahora se daba cuenta de que en realidad era muy amable.
El dueño, Seokjin, aparte de cocinar, hacía de mesero junto con él cuando la pequeña cafetería se llenaba y no importaba si él había tenido un problema con una orden que escribió mal o que se le haya caído una charola con el pedido para una pareja de agradables ancianos, nunca recibió un regaño por parte del castaño, en ambas ocasiones él salió a disculparse con los clientes y le preguntó si él se encontraba bien.
No había tenido oportunidad de agradecerle adecuadamente todo lo que el mayor había hecho por él desde que se conocieron, por eso, ahora que estaban cerrando el local, se encontraba limpiando lentamente las mesas buscando una oportunidad para invitarlo a cenar y por fin decirle lo agradecido que se sentía.
— Kookie, parece que algo te anda distrayendo, te has tardado más que de costumbre limpiando, ¿quieres ayuda?
— Eh... No Jin-hyung, en realidad solo estaba haciendo tiempo... Quería, bueno no, quiero invitarlo a cenar hyung, para agradecerle por el trabajo, cla-claro si no está cansado.
— Claro que me encantaría Kookie, pero no deberías gastar tu dinero en mi, que te parece si mejor vamos a mi departamento y cocinamos algo, yo te puedo llevar a tu casa.
Bueno ahora, los pensamientos del pelinegro estaban empezando a ir en una dirección totalmente pervertida, sabía perfectamente que Jin no lo decía con segundas intenciones era solo para ayudarlo, porque aunque no conocía su historia por completo, si sabía que estaba reuniendo dinero para su matrícula, pero cuando un hombre tan guapo como Jin te decía que fueran a su departamento a las casi once de la noche, simplemente no pudo evitar que su imaginación volar en ese rumbo.
— Si, claro hyung.
En el corto tiempo que tardaron en llegar al departamento del mayor, Jungkook se mantuvo callado y sumamente nervioso.
Era la primera vez que iba a estar a solas con alguien que no fuera su familia o sus amigos, por lo que en realidad no sabía cómo actuar frente al mayor, además de que no tenían otro tema de conversación en común más que el trabajo.
Así que se mantuvo en silencio, hasta que terminaron de entrar en el departamento y pudo permitirse dar un vistazo.
Como se lo imaginaba todo estaba en perfecto orden, los colores de las paredes y los muebles eran de tonos grises y negros, que delataban que ahi vivia un hombre soltero. Pero al dirigirse a la pequeña cocina pudo notar un mandil negro y uno rosa situados pulcramente doblados y limpios encima de una pequeña isla que tenia dos sillas.
Sin saber el porque se sintió triste repentinamente, debería estar feliz de que su hyung tuviera una novia a la que quisiera mucho, pero ese sentimiento no llegaba a él.
— N-No sabía que hyung tu-tuviera novia.
Vio la cara sorprendida del castaño, así que señaló el mandil de tono pastel, e inmediatamente escuchó la risa de Jin llenar el pequeño espacio.
— No tengo novia Kookie, ni he tenido en realidad. El mandil rosa es un regalo de mi abuela que sabe que amo las prendas de ese tono, se que puede parecer extraño, pero en realidad siempre me ha gustado el color rosa. Yo viví desde niño con mis abuelos, y a pesar de ser viejos, no son de mente cerrada como la mayoría, siempre han aceptado que me gusta usar ropa de esos colores, que cocine e incluso aceptaron cuando les dije que era gay.
Esa información hizo eco en la mente del menor de ambos, y solo pudo sentirse feliz, ahora sabia porque le había molestado tanto la idea de que el mayor tuviera novia.
Inconscientemente, o tal vez no, se empezó a sentir atraído por el amable hyung, no por ofrecer le una oportunidad, solo por ser quien era.
— Lo siento si te hice sentir incómodo, créeme que no tenía otras intenciones al traerte aquí. Si quieres te puedo llevar a tu casa.
— ¡No! Lo siento, no quería quedarme en silencio... solo estaba pensando en algo. No me molesta que hyung sea gay.
— Kooki, no tienes que fingir solo porque sea tu jefe, en serio...
— ¡Hyung! Perdón por interrumpirlo, pero estoy hablando en serio... yo... mmmh, solo pensaba en lo diferentes que son nuestras historias.
— ¿A qué te refieres Kookie?
— Mmmh... bueno, yo... digamos que no me fue tan bien cuando mi familia se entero de que soy gay. — Hizo una pequeña pausa y por fin se atrevió a ver a su hyung a los ojos. — Yo... me llevaba muy bien con mi familia y hace un par de meses me atreví a contarle a mi madre sobre... que me gustan los hombres y... ella le dijo a mi padre... ambos estaban muy enojados, dijeron muchas cosas... — Pasó saliva para tragar ese nudo formandose en su garganta. — En resumen, me dijeron... que me tenía que ir de la casa y he estado viviendo con mi amigo desde enton-
Los brazos del mayor lo rodearon hasta pegarlo completamente a su firme cuerpo, se sentía tan cálido y cómodo, que Jungkook solo pudo agarrarse con fuerza de la ropa contraria para evitar que lo soltara y escondió su cara en el hueco que se formaba entre el hombro y cuello del mayor para seguir derramando las lágrimas de las que no se había percatado.
— Sabes, desde que te conocí, me intrigaba saber que es lo que había causado tu triste carita y me lo pregunté con más fuerza después de ver tu hermosa sonrisa, porque parecías tan acostumbrado a hacerla, solo la mostraste pocos segundos, pero es tan bonita que no podía concebir que alguien te hubiera hecho algo para poder borrarla. Y ahora entiendo, debió de haber sido muy duro para ti pasar por esta situación.
El mayor se empezó a mover lentamente hacia el pequeño sofá de dos plazas y logró acomodarlos a ambos en el sin soltarse del abrazo.
— Jungkook, te mentí... — Unos dedos en la barbilla del menor lo hicieron sacar la cara de su escondite, para encontrarse con la mirada del castaño. — Si tenía otras intenciones cuando te invité. Quería saber más de ti, conocer mejor la historia del lindo chico que no puedo sacar de mi cabeza y saber como puedo hacer para que mantenga esa sonrisa con la que me ha enamorado en tan poco tiempo. No quiero que te lo tomes como una confesión y te sientas obligado a responderme, créeme, en estos momentos lo único que quiero es que puedas ser capaz de entender que este gran obstáculo en tu camino es necesario, la tristeza, la decepción, el dolor, la frustración, todo es necesario para que encuentres tu propia dirección hacia lo que puedas llamar tu hogar, el lugar donde te sientas seguro de ser tu mismo.
— Huyung, no he tenido la oportunidad de decirle lo agradecido que estoy con usted. La primera vez que nos encontramos yo estaba triste por lo que pasó con mi familia y mi ánimo estaba bajo por no poder conseguir empleo. Creí que mis caminos se habían cerrado y que no podría continuar. Ese día usted se me acercó con sus postres y me hizo olvidarme por un momento de la tristeza y soledad que me rodeaba, su sonrisa me hizo sentir cálido. Después me ofreció una oportunidad, me enseñó que yo podía continuar caminando y fue lo mejor que me había pasado en semanas. Yo estoy demasiado agradecido con hyung. Aunque ha pasado poco tiempo... yo me di cuenta de que hyung me gusta, pero no por lo que ha hecho por mi.. solo me gusta por lo que es. Me gusta su risa, su voz, su amabilidad, los postres que puede crear..., a mi me gusta todo de hyung. Si usted dice que no se me confesara, ¿puedo entonces hacerlo yo?
Los grandes ojos del pelinegro observaron a mayor con un hermoso brillo en ellos, logrando poner muy nervioso a quien hace apenas unos segundos hablaba con tanta seguridad.
Solo pudo quedarse paralizado cuando el rostro del menor subió a la altura del suyo y tuvo de cerca esas bonitas mejillas ruborizadas y esos rojos y abultados labios.
— Kook, Por favor no juegues así con hyung.
Sentía que su cara se estaba derritiendo por el calor que se instaló de golpe en ella, si no regresaba pronto el tierno Jungkook, probablemente le daría un infarto por la repentina valentía del menor.
— Jin-hyung, usted me gusta.
Esas fueron las últimas palabras del menor antes de posar los labios sobre los suyos, sintió el temblor del pelinegro, probablemente temiendo ser rechazado, y aunque el era el mayor ahí, solo pudo dejarse llevar. Como se iba a negar a esos lindos labios que tenían un sabor tan dulce.
Lo tomó de la pequeña cintura e hizo que se acercara el poco espacio que había entre ellos, mientras devolvía el beso con más fuerza que antes, pero sin que dejara de ser un toque tierno.
Cuando la respiración les empezó a faltar a ambos, se separaron lentamente y pudieron ver el efecto que causaron en el otro, mejillas rosadas, labios hinchados y ojos brillosos. Ambos sonrieron de manera cómplice y volvieron a ese toque que los hacía sentir en las nubes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro