7. La clase de las niñas
—05/12/2021 ❀
❀Fandom: Hana-Akari (Historia original)
❀Personajes: Fujino Hana, Takahashi Hotaru, Maki Kōhei.
Mojé la pluma en la tinta intentando seguirle el ritmo a la maestra para el dictado, pero si no lo conseguía por mi lentitud al escribir, menos lo iba a hacer cuando sentí una liga darme en el cuello.
Me giré y vi a Suotome seguir escribiendo aunque quisiera esconder su sonrisa pilla. Me miró con malicia y yo correspondí, le lancé de nuevo la liga sin que nadie lo notara, pero la siguiente liga que me devolvió no me dio a mi sino a la hoja de mi cuaderno correidno así la tinta recién puesta y haciendo un manchón.
Tato llevaba esforzándome para seguirle la voz a la maestra para esto... Por eso tomé la goma y me giré para lanzársela de una forma mucho menos discreta.
—¡Takahashi!
Escuché el grito furioso de la maestra que se detuvo de dictar y caminó hacia mí. Nada más ver mi cuaderno su enojo aumentó, me miró un segundo y luego sentí un golpe en mi nuca.
—Tardas el doble que los demás en entregar la tarea, ralloneas tus cuadernos en clase de matemáticas en vez de terminar las operaciones y entregarlo, haces dibujos en las libretas... Estás en cuarto de primaria y sigues haciendo estos manchones con la tinta como un niño pequeño, eres el único de tus compañeros que lo hace, ¿te das cuenta?
—Sí, maestra —asentí con la mirada gacha.
—No vas a pasar ni a la secundaria, ¿también sabes eso? Pero por lo menos mi trabajo es hacer que termines la primaria y que sepas hacer lo mínimo para sobrevivir en el mundo, pero así no parece que puedas conseguir ni eso...
—Sí, maestra...
—Pero no voy a dejar que por tu culpa otros niños que sí pueden llegar a ser alguien, se desperdicien por tu actitud —dio un golpe a la orilla de la mesa, entonces suspiré y coloqué mi mano en esta antes de sentir el golpe de la regla en ella—. Vete a la clase de las niñas, a la salida regresas por tus cosas.
Empezaron a escucharse varias risas de mis compañeros así que lo único que pude hacer fue recoger mi libreta y un lápiz antes de salir por la puerta en dirección a la clase de las niñas.
Ya no escuchaba las risas pero aún así me sentía avergonzado mientras caminaba por el pasillo hacia la planta alta.
Sé que no soy muy listo, siempre soy el último en todo, el más torpe del salón, al que le caen todos los regaños, incluso ya me hice a la idea de lo que dijo la maestra: me han dicho tantas veces que no saldré adelante que ya lo sé bien. Pero a veces no puedo evitar seguir soñando.
El cuaderno que llevaba en mis brazos está lleno de dibujos que representan esos sueños que cada vez voy haciendo más y más detallados. Cada vez que veo las faldas de mis compañeras, los vestidos de las maestras, los trajes tan elegantes que a veces lleva la gente en la calle... En serio no puedo dejar de soñar con ser yo quien esté detrás de eso.
Hace poco acabé mi primer abrigo con ayuda de mi mamá y mi abuela, y ahora estoy muy ansioso por seguir haciendo más así.
No soy bueno escribiendo, tampoco en historia o geografía, en educación física soy torpe, ni siquiera importa que sea algo bueno en matemáticas porque todo lo malo mío lo opaca. Pero quizá hacer estos dibujos me sirva para algo, quizá cuando me saquen de la escuela por ser el niño más tonto de todos, encuentre una forma de hacer esas ideas realidad. Mientras me golpean con la regla en las manos sólo me pongo a pensar en que algún día seré mayor y todo eso cambiará. Pero a veces no evito llorar por pensar que sólo son mis sueños y siempre seguirán siendo eso: sueños.
Pasé mi mano por mis ojos para limpiar las pocas lágrimas que se me escurrían, respiré profundo y toqué la puerta recibiendo el permiso para entrar.
—¿Qué pasa? —preguntó la profesora estando de pie junto a su escritorio.
—Me... me castigaron. ¿Puedo estar aquí hasta que suene el timbre? Me mandó la maestra.
Agachaba la cabeza después de cada palabra y la profesora me miró unos segundos.
—¿Quién es tu maestra?
—La señorita Yukimura, soy de cuarto, de la clase de los chicos...
—Hay un lugar atrás. Siéntate y no distraigas a nadie.
Asentí, cerré la puerta y caminé hasta la mesa vacía teniendo que pasar todos esos metros escuchando las risas de las niñas que me miraban y burlaban en voz medianamente baja.
—Ya, déjenlo —dijo Maki estando unos lugares más adelante. Miró enojado a algunas compañeras suyas y luego me miró con una pequeña sonrisa.
—Gracias —dije en voz baja y pronto retomaron la clase.
Sólo suspiré y abrí mi libreta empezando a escribir lo que dictaba la maestra pero ahora en lápiz. Recordaba algunas cosas, nosotros ya habíamos copiado esto. Fue por eso que me salté una hoja y empecé a hacer de nuevo el dibujo que llevaba un tiempo planeando. Ella dio la instrucción de ir a su mesa para que revisara las tareas de ayer, pero como no era mi maestra y tampoco tenía los libros, sólo me quedé sentado en mi lugar continuando el dibujo.
—¿¡Estás haciendo un dibujo!? —una niña jaló la hoja de mi libreta arrancándola y llevándosela— Es un vestido... qué tonto, por favor.
—¡Damelo! —me levanté de inmediato yendo tras ella intentando quitárselo.
—Miren, el niño bobo de la clase de los niños dibuja vestiditos feos en clase —alzó la hoja aprovechando que era más alta que yo enseñándosela a las demás niñas quienes se empezaron a reír.
Pero rápidamente Maki le arrebató la hoja y se la guardó en el suéter.
—¡Miren, la niñita boba que se ríe de los demás no tiene ni siquiera la falda bien puesta! —alzó él también la voz antes de señalar cómo le acababa de meter el borde de la falda en la cintura haciendo que las demás se rieran de ella.
—¡Acaba de hacerlo! ¡No le crean! ¡No pueden hacerle caso a la marimacho! —insistió ella acomodando bien su falda y señalando a Maki quien al escuchar esas últimas palabras vi cómo sus ojos se encendían.
Caminó hacia ella y le jaló el pelo, pero justo cuando ella lo apartó, él tomó de nuevo su falda y se la bajó de un tirón.
Por un momento todas las miradas estaban en nosotros, la maestra se levantó furiosa y yo aparté la mirada esperando que no me regañara aún más por mirarla sin falda.
—¡Maki, vete con el director y dile lo que acaba de pasar! Te mandará a la clase de los niños.
Maki sin decir más sólo tomó sus cosas y se fue pasando a mi lado para entregarme la hoja algo arrugada e irse con una sonrisa por el pasillo sin decir mucho más.
—¿Fuiste tú quien empezó esto? No sólo eres un idiota en clase sino que aún castigado sigues provocando problemas. No entiendes, la gente como tú no entiende si no es a base de golpes, ¿cierto? ¡Pon tus manos!
Las lágrimas se me habían empezado a escurrir. No sólo era por lo que decía, todo eso ya lo sé, me lo han dicho mil veces; era de nuevo ese dolor de sentir cómo es verdad, cómo no valgo para nada y ese sueño de hacer mis propios vestidos y trajes sólo seguirá siendo algo inalcanzable.
—Maestra, perdón... —pero justo cuando tenía las manos en la mesa, una niña más se acercó cn la voz un tanto más tranquila y captó la atención de la maestra— Él no fue quien empezó el problema, estaba sentado escribiendo, yo lo vi. Fue Mizutani quien llegó y le arrancó la hoja del cuaderno para empezar a hacer alboroto.
La maestra miró a esa niña, luego a mí y finalmente a la tal Mizutani.
—¿Es cierto?
—¡No! Él estaba haciendo un dibujo en vez de estar copiando —se defendió ella pero la otra niña intervino.
—Aún así no deberías llegar y hacer eso, es su problema lo que escriba o no, pero ahora involucraste a más gente por molestarlo.
La maestra nos miró a todos respirando con fuerza aún por el coraje, pero de pronto sus ojos se fijaron en mí.
—Enséñame tu cuaderno.
Se lo entregué y agaché la cabeza.
—Lo demás está en mi salón, traje este cuaderno para copiarlo y luego pasarlo al otro. Dibujé porque ya había terminado...
—Enséñame la otra hoja —extendió su mano después de confirmar que tenía escrito el final del dictado.
—Se la llevó Maki —mentí recordando el gesto de silencio que hizo al entregarme la hoja y esconderla en mi ropa.
—Mizutani, también deberías estar castigada por hacer una pelea así por nada —dejó mi libreta en la mesa y luego me dio un golpe no muy fuerte en la nuca—. Está bien que quieras trabajar trayendo tu cuaderno para luego pasarlo a limpio, pero no hagas dibujos en clases que no correspondan.
Fue lo último que dijo antes de volver a corregir las libretas de las demás niñas. El tiempo pasó y finalmente sonó el timbre, era la hora de irnos. Recogí lo poco que traía encima y fui hasta mi salón para recoger todo lo demás encontrándome a Maki en el camino.
Ya con todo en mi mochila volví a bajar para ya ir hacia la salida. Estaba cruzando el patio cuando una niña se me acercó.
—¡Hola! —al ver su sonrisa correspondí. Era la niña que me había defendido hace rato. De no ser por ella ahora no sentiría las manos.
—Hola —dije con una sonrisa algo menos brillante que la suya—. Muchas gracias por decirle la verdad a la maestra. De no ser por ti me habría dado en las manos y... En serio gracias —agaché mi cabeza para luego alzarla de nuevo sonriéndole.
Se vio sorprendida por unos instantes pero luego sólo negó con la misma sonrisa de antes.
—No es nada. Ya sabemos que los maestros no son siempre los más justos, pero si pude ayudarte en ese momento me alegro mucho.
Le sonreí ampliamente y luego caminamos un poco más hasta la entrada en sí.
—Soy Hotaru, Takahashi Hotaru.
—Yo soy Fujino Hana, mucho gusto. ¿Ya te vas a casa?
—Sí, bueno, voy a esperar a Maki, siempre vamos juntos así que lo esperaré aquí.
—Yo no tengo prisa. Los esperaré entonces —juntó sus pies con una sonrisa altamente contagiosa quedándose junto a mí—. Oye, ¿puedo ver el dibujo?
Por un momento no supe que decir, pero decidí confiar en ella, no se parecía ni de lejos a las otras niñas que se burlaron de mí, por eso le entregué la hoja algo arrugada y ella la desdobló con cuidado mirándola.
—¡Qué bonito! Es un vestido... En serio me encanta —pero toda preocupación se fue cuando miré sus ojos brillar con ilusión.
—¿En serio?
—¡Sí, es muy lindo! ¿De qué color lo imaginas?
—Amm... realmente no lo he pensado, aún no lo sé —me acerqué a ella mirando mejor el dibujo.
—¿Qué te parece... morado?
—No suena mal. Puede ser todo de un morado liso y el moño de la cintura de ese mismo tono pero con flores.
—Oye sí, se vería muy bonito. Y podría ponérmelo con un sombrero para ir a la playa o a un día de campo.
—¿Ponértelo? —entonces la miré algo sorprendido.
—Sí. Algún día lo harás de tela, ¿no? Entonces yo quiero ser la primera en comprarte un vestido, así se lo presumiré a todas esas niñas bobas y luego irán corriendo a comprarte uno también.
—Deberíamso hacer eso, sí —asentí mientras me reía—. ¿Qué quieres ser de grande, Hana?
—Realmente aún no lo sé, hay muchas cosas que me gustan. Quizá bibliotecaria, me gusta mucho leer y sería un sueño pasarse el día rodeada de libros.
—Eso es genial —asentí bastante asombrado por imaginar unos segundos esa escena.
—¿Y tú?
Torcí la boca mirando de nuevo el dibujo.
—Mi mamá es costurera y a veces diseña ropa así que me gustaría ser como ella. Mi papá fue militar antes de seguir en los arrozales. Pilotaba aviones e igual me cuenta cosas geniales, pero la verdad me daría miedo ir a la guerra, él es muy valiente y yo no... Así que me gustaría diseñar yo los aviones o ser diseñador de modas —entonces rasqué mi nuca riendo un poco—. Pero ya oíste a la maestra: no es como que pueda llegar a ser nada de eso.
—¡Eso es mentira! Tú puedes llegar a donde quieras, no le hagas caso a la maestra, ella no pudo ni darse cuenta que la otra niña mentía, ella no lo sabe todo y menos lo que harás en el futuro. Así que sé el mejor diseñador del mundo.
Fue gracias a ella que en ocasiones me desprendía de la realidad, que disfrutaba imaginando todo lo que podríamos hacer en el futuro sin que ningún adulto nos dijera nada. Éramos libres en nuestra imaginación. Nunca me cortó las alas, al contrario, me empujaba para que volara más alto de lo que podría imaginar.
Por eso convertimos esos castigos casi en una rutina.
—¿Puedo pasar? —pregunté asomado a la puerta captando así la atención de la maestra.
—Takahashi... Sí, atrás hay lugar —suspiró y me indicó con la cabeza el lugar.
—Gracias —dije con tranquilidad cruzando entonces el pasillo hasta la mesa—. Buenos días, señoritas.
Algunas se rieron y justo cuando dejé las cosas en mi mesa, Hana se volteó para saludarme con la mano desde lo lejos y correspondí con una sonrisa.
—Takahashi, ¿ahora qué hiciste? —preguntó la maestra sin verse realmente enojada.
—Un compañero me rompió la hoja —respondí encogido de hombros.
—¿Y aún así te mandaron aquí?
—El maestro no quiso escuchar explicaciones —dije con resignación viendo la mueca de la maestra. Es probablemente la única de la clase de las niñas que me ha tratado bien desde la primera vez que vine. Más bien, fue la primera que se tomó la molestia de entender lo que pasaba. Ya no me afectan tanto los regaños como cuando estaba en la primaria, pero siempre es agradable que un maestro se tome el tiempo de entenderte.
—Está bien... Estamos viendo el sistema circulatorio, copia esto y ahora seguiré con la explicación —señaló el pizarrón y asentí empezando a copiar lo que debía.
La clase siguió y al sonar el timbre llegó el recreo, por eso me tomé la libertad de seguir hablando con mi compañera de enfrente.
—Rika, no vas a conseguir nada si no te acercas y le hablas. Debes saber que Yuuki es un idiota, se le pararía el corazón si tomara la iniciativa de hablar con una chica, lo único para lo que es bueno es para sacar 100 en todo, pero eso no le va a servir en el amor. Ve y salúdalo. Te prometo que lo volverás loco si tomas la iniciativa tú.
—¿E-estás seguro? Si dices que es muy tímido con las chicas quizá eso no le guste...
—No, no, todo lo contrario. Todos matarían por tener novia en mi clase, y Yuuki no es menos aunque lo disimule con que es estudiante ejemplar. Tú vas y lo saludas con toda la confianza del mundo, hazte su amiga, invítalo a dar un paseo o a comer algo juntos. A los hombres nos gusta que nos dominen también, más si no somos los chicos más populares del instituto. ¿Te das cuenta del golpe de éxtasis que le dará cuando una chica se ponga seria con él? Luego cuando ya se lleven bien, presiónalo para que se te confiese, te haces de rogar un poco y luego le dices que sí. Listo, hombre a tus pies.
—¿Tú crees? Es que no soy tan extrovertida como las demás chicas, no sé si pueda hacer eso...
—Tienes mucho más carácter que él, sólo con iniciar la conversación ya le habrás enseñado quién manda. Verás cómo es cuestión de tiempo que se ponga listo y se dé cuenta de que si no se avispa, te perderá. Además tú a él también le gustas, Rika. Ánimo —terminé con una sonrisa viendo cómo su rostro se iluminaba.
—¡Lo haré! A la salida hablaré con él.
—Muy bien, así se habla, Rika —aplaudí mirándola.
—¡Hotaru, dame dinero!
De pronto sentí cómo Hana corría hacia mí y me ponía los brazos en los hombros al estar yo sentado.
—¿Ves? Nos gusta que nos dominen —le dije a Rika haciéndola reír y luego metí la mano en mi bolsillo—. Ya sabes que soy pobre y que le pagué los 300 yenes que le debía a Maki en la mañana, pero mi humilde monedero es todo tuyo.
Ella rio un poco cada vez más avergonzada y tomó el monedero dejándolo en la mesa.
—Lo siento, eso sonó un poco raro. Es que me dieron este boletito, si ganamos el premio nos regalan un helado, entonces te quería pedir una moneda para rascarlo —explicó colocando el boleto en la mesa.
—No te preocupes —saqué una moneda cualquiera y se la entregué—. Aquí tienes. Suerte.
La tomó con una sonrisa y empezó a rascar. Poía ver en sus ojos la ilusión. Sólo con eso yo ya estaba más que bien.
Se decepcionó al ver cómo no habíamos ganado el premio, pero aún así decía haberse divertido un poco.
—No te preocupes. ¿Qué tanto puede costar un helado? Vamos, te compro uno, ¿sí? —me levanté tomando el monedero y yendo hacia el pequeño puesto que hay afuera de la escuela.
Una vez regresamos con su helado y una gran sonrisa en su cara después de convencerla de que era un regalo y que no se sintiera mal por ello, ella llamó mi atención.
—Hotaru, esta noche es el festival.
—Ah, es cierto, mi papá lo dijo el otro día pero con los exámenes lo había olvidado —dije mirando el cielo despejado.
—¿Quisieras... ir juntos?
Al mirarla me di cuenta de su sonrojo y esto no hizo más que causarme ternura, pero obviamente acepté viendo sus nervios desaparecer y convertirse en una expresión muy feliz.
—¡Claro! ¿Sabes? Mi abuela me enseñó el otro día un lugar especial para poder ver mejor los fuegos artificiales, me dijo que sólo se lo enseñe a la gente especial. Me contó que ahí fue donde se dio su primer beso con mi abuelo así que es muy especial para ella.
—¿En serio? —me miró con bastante atención en lo que contaba— Eso es muy romántico. Claro que es especial para ella.
Asentí con una pequeña sonrisa y me detuve para verla a ella.
—¿Quieres ir conmigo al lugar secreto para verlos mejor que nadie?
Sus ojos brillaron unos segundos y después sonrió enormemente asintiendo al momento.
—Claro que sí.
Ahora sí que sí, los bebés por priemra vez en una historia hecha y derecha :')
Espero que les haya gustado mucho y le den amorcito.
Pero este capítulo es especial, es el regalo de cumpleaños de RoccoMT6, la mamá de Hana <3 Así que démosle mucho amor y hay que desearle un muy feliz cumpleaños.
Ya te mandé tu felicitación por mensajito así que aquí viene la segunda parte de la felicitación y sorpresita de cumpleaños. Espero que te haya gustado y que pases un muy buen cumpleañísimos <3
Atsushi~
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