16. Una semana
—01/10/2022 ֎
֎ Historia original
LUNES
Cualquiera que me molestara en estos momentos corría el peligro de ser asesinado. No es mi día.
Odio despertar temprano, pero mucho más en verano y para presentarme al primer día de clases después de las vacaciones que ni siquiera fueron un descanso verdadero. Finalmente mis padres abrieron su farmacia, y tuve que pasar todo el verano ayudando con los últimos detalles y también atendiendo cuando comenzó a llegar la gente.
Salí varios días con mis amigas, pero desearía poder tener todo un mes para dormir hasta el mediodía, salir en la tarde con ellas y regresar a casa en la noche después de comprar unos dulces de regreso de la playa. Sólo tuve un día así, pero fue suficiente como para que mi nuevo sueño sea repetirlo cientos de veces.
Es el último año de secundaria, y aunque he estado haciendo todo lo que me corresponde obteniendo buenas calificaciones como resultado, no puedo esperar por ya pasar a la siguiente etapa. Mis padres ya me han dicho que les parece genial que quiera entrar a la escuela técnica de costura, eso es un gran alivio pues sólo tendré que preocuparme por inscribirme a tiempo y ser aceptada.
Me anima bastante la idea de que una vez acabada esta etapa empezará una mucho mejor, pero aún me faltan varios meses hasta que pase, y sinceramente eso me da una pereza gigante.
—Buenos días —oí el saludo de algunas de mis amigas mientras iba a buscar mi lugar.
—Hola, buenos días —respondí sin energía. Abrí la silla y me dejé caer encima recargando mi cabeza en la mesa.
—Ay, definitivamente no eres una persona mañanera, Nakagawa —era Shimada quien me estaba acariciando la cabeza, su voz es inconfundible.
—Extraño el verano, quiero dormir, quiero ir a la playa, estoy harta de la escuela... —empecé a quejarme aún sin levantarme.
—Creo que todas estamos igual —miré un poco hacia mi izquierda y vi a Midori quien se estaba recargando en la mesa de al lado.
—¿Y por qué no nos fugamos todas y ya? —poco a poco me iba desestresando, las caricias de Shimada eran bastante relajantes, aunque si la dejaba seguir así mucho tiempo probablemente me quedaría dormida de nuevo.
—No sé si sea una buena idea —rio ella.
—Eres tan formal, Shimada —me giré un poco, lo justo como para verla y eso la hizo reír. Eso es cierto, aunque llevemos ya un buen tiempo siendo amigas, ella nunca nos ha llamado por nuestro nombre, le gusta limitarse a los apellidos. Además tiene un aire muy correcto, parece casi una madre.
—Eso es lo de menos, hoy no se puede fugar nadie —Midori rápidamente se levantó de la mesa y fue muy firmemente hacia nosotras, pero sus palabras llamaron la atención de una chica a quien no queríamos precisamente en nuestra conversación.
—No les recomendaría fugarse nada más empezar el periodo escolar, ya saben que cualquier falta será anotada y reportada —nuestras miradas pesadas fueron directamente a Takano, la delegada del grupo.
Al menos Midori y yo la observamos diciéndole con la mirada que nadie la quería en esta charla, pero por suerte teníamos a Shimada quien salió de la situación tan formal y amable como siempre.
—No te preocupes, Takano, sólo era una broma, no planeamos fugarnos ni nada parecido.
Después de decirle a Shimada que no era bueno bromear con eso, se fue hacia su asiento y Midori y yo pudimos observarnos declarando nuestro expreso odio hacia ella.
—¿Qué le importa lo que estemos hablando? —dijo ella cruzándose de brazos.
—Sólo está haciendo su trabajo, la van a regañar si es que no reporta alguna falta —trató de excusarla Shimada.
—Pero aún así parece que no tiene vida, ¿qué piensa hacer cuando acabe la secundaria y su tiempo de reinado haya acabado? Hay mundo fuera de la escuela —seguí yo aún mirándola con pesadez.
Midori asintió pero luego volvió a verme con emoción poniendo incluso las manos sobre la mesa.
—¡Pero eso no es lo que te quería decir! Kumiko, hoy ni se te ocurra fugarte porque-
—Buenos días, señoritas. Todas tomen asiento, por favor —la frustración de Midori se vio clara cuando entró el profesor de matemáticas y tuvo que irse a su lugar que estaba en la parte del frente.
—¿Por qué no podemos fugarnos hoy? —le pregunté en susurros a Shimada quien estaba delante mío.
—No sé a qué se refería Kawasaki —negó Shimada antes de tener que presar atención a la explicación.
La hora se me fue resoplando y copiando lo que el maestro escribía. La brisa que entraba por las ventanas era un alivio para el calor, pero a la vez me recordaba lo mucho que extraño estar fuera, en la playa o en cualquier lugar menos la escuela y la farmacia.
Finalmente acabó la clase, pero mientras el profesor recogía sus cosas nos dio un último mensaje.
—Señoritas, recuerden que a partir de la tercera hora vamos a comenzar los preparativos para la venta y festival de este viernes. En la siguiente clase les explicarán mejor, de todas formas. Nos vemos mañana, tengan un buen día.
El profesor salió y yo miré a Midori quien se levantó para venir corriendo hasta mi lugar.
—¿No podemos fugarnos porque hay que preparar el evento? No sabía que eras tan fanática de los eventos escolares... —mi mirada aburrida contrastaba bastante con la suya enérgica.
—No, Kumiko, eso no. ¿Qué no recuerdas lo que fue el año pasado?
—Sí, las de tercero organizaron el evento, nosotros ayudábamos en cositas pequeñas y el mero día no tuvimos clases por estar paseando en el evento y todo eso. Yo le compré un tarrito de miel a la mamá de Suzuki, y no recuerdo mucho más.
—Ajá, eso también. ¿Pero quienes vienen toda la semana para organizar el evento con las de tercero?
En ese momento mis ojos se abrieron de par en par y la miré recibiendo un sonrisa casi perversa de su parte. Ahora entendía el por qué de su emoción anterior.
—No puede ser. ¡Los de la militar!
—¿En qué año estamos?
—En tercero. ¡Nos va a tocar a nosotras! —incluso eché un poco para atrás mi silla.
—¡Sí! ¿Y ellos que son? —dijo con cada vez más picardía.
—Los chicos de la secundaria militarizada.
—Exactamente, son hombres. Y nosotras de una escuela femenina, ¿sabes lo que va a significar eso?
—Que esos pobres niños van a vivir su primera guerra de verdad...
—Sabía que tú lo entenderías —su sonrisa segura y cruel me causó risa a la vez que lástima por los pobres chicos.
Comprendo ahora lo que quería decir, el por qué no podemos fugarnos ni hoy ni ningún día de la semana, y realmente me alegro mucho del motivo.
—Shimada, ¿cómo que no sabías a qué se refería Midori? —después de unos segundos de emoción me volteé a verla.
—Lo siento, no pensé que eso fuera lo que quería decir —mencionó con una risita.
—Shimada va a su onda. El año pasado uno de tercero se quedó enamoradísimo de ella, la invitó a mil lugares, le lanzó mil indirectas, y ella le rompió el corazón al pobre.
—No fue con intención, es que no pensé que quisiera salir conmigo —siguió con su tono alegre.
—Pero bueno, este año tenemos más oportunidad porque mientas las de primero y segundo están en clase, nosotras estaremos con ellos cinco horas cada día. Así que es importante apartarse lugar en un buen trabajo. Los mejores siempre son la cocina y decoración, así que debemos estar listas para que no nos roben los lugares, ¿de acuerdo?
—Sí, jefa —asentí yo—. ¿Y no hay algún trabajo de vestuario?
—Sí, de hecho sí. Se hace una pequeña pasarela, un chico y una chica modelan algún traje en conjunto, y hay un pequeño equipo que se encarga de hacer la ropa. De hecho ese equipo es de los mejores, así que lucha por conseguirte un lugar en vestuario.
Nos quedamos hablando un rato más, pero pronto nos dimos cuenta de que en cualquier momento entraría la maestra para comenzar la clase y por ende distribuir los lugares.
—Kumiko, ven, vamos al baño un momento —se levantó Midori de golpe y la acompañé hasta el baño—. Shimada, no tardamos, que no nos roben los lugares buenos.
—De acuerdo.
Corrimos hasta el baño y entonces las dos inmediatamente comenzamos a arreglarnos. Yo sólo acomodé mi cabello e incluso lo mojé un poco para que quedara mejor peinado. Ella me prestó vaselina para que mis labios brillaran más y justo antes de salir, ella me tomó del brazo.
—La chapas, las chapas —dijo señalando sus mejillas.
—Pero no tenemos con qué...
—Es mi truco —me guiñó un ojo justo antes de mirarse en espejo y pellizcarse los pómulos, consiguiendo que se enrojecieran.
Nunca había visto ese truco, pero sin duda es uno muy bueno, aunque dure muy poco el rubor. Hice lo mismo y salimos corriendo de vuelta al aula donde la maestra aún no había llegado.
—Menos mal —suspiré.
—¿Y Shimada? —comenzamos a mirar en varias direcciones y, efectivamente ella no estaba.
Pero varias chicas estaban reunidas en una mesa así que nos acercamos también.
—¿Qué hacen? —le pregunté a una compañera quien ya iba de vuelta a su lugar.
—Trajeron las listas para los diferentes trabajos, anótense donde quieran, pero rápido porque ya no hay muchos lugares.
—Ay, no puede ser —maldijo Midori y ambas nos abrimos paso entre las demás para ver las listas.
Mis ojos fueron directamente a la sección de vestuario, y al ver cómo los tres lugares ya estaban ocupados, sólo suspiré con fastidio.
—Shimada, aquí estás... ¿Qué pasó? —Midori puso sus brazos en jarra al verla.
—Lo siento, la profesora me llamó para que le ayudara a llevar unos papeles, no pensé que fueran a traer las listas sin la maestra presente...
—No te preocupes —le puse la mano en el hombro ya sin mucho interés en las listas.
—¿Ya tomaron los lugares? —preguntó con algo de lástima mirándome a mí y luego a la mesa.
Yo asentí pero fue Midori quien le terminó de responder.
—Vestuario, cocina y decoración ya están llenos —suspiró ella.
—Bueno, podremos ayudar en algo más.
Justo nos tocaba nuestro turno cuando dos chicas regresaron corriendo para dirigirse a Takano quien era la encargada de escribir nuestros nombres en las listas.
—Disculpa, Takano, ¿puedes borrarnos de la lista de cocina? La profesora nos acaba de decir que las que tocamos algún instrumento deberemos practicar para participar en la banda musical.
—De acuerdo —ella asintió con su común actitud antes de mirarme—. Nakagawa, ¿dónde quieres estar?
Miré las listas dudosa y finalmente suspiré.
—En la preparación de puestos.
Me anotó y entonces dejé paso para Shimada y Midori quienes me miraron dudando sobre si debían escoger la cocina o no, pero así fue.
—¿Qué pasó, Kumiko? ¿Por qué no escogiste la cocina? —me preguntó Midori.
—Sí, yo puedo ayudar en la preparación de puestos, ustedes dos querían estar en la cocina por los chicos. Aún podemos cambiar si quieres, Nakagawa —insistió Shimada con pena.
—No, está bien. Después de todo yo quería vestuario, además a ustedes se les da bien la cocina, me las apañaré en la preparación de puestos. Después de todo, en todos los puestos trabajamos en conjunto, ¿no?
Ambas me miraron con lástima pero entonces yo sonreí.
—En serio está bien, no se preocupen, chicas.
—¡Ya llegaron! —un grito por parte de una compañera nos alertó a todas. Inmediatamente corrimos hacia la ventana y pudimos ver cómo la directora le abría la puerta al director de la escuela militar mientras un grupo amplio de chicos esperaban fuera.
—Son demasiados, ¿no?
—¡Van todos con uniforme!
Los gritos de todas eran inevitables. La profesora llegó en ese momento y sólo se rio por nuestra reacción antes de pedirnos que nos sentáramos.
Sólo nos explicó mejor la dinámica y al cabo de unos minutos nos dijo que bajáramos al patio principal para ver las demás listas y saber con quién nos había tocado.
Eché un ojo a mi lista y vi cómo éramos un total de veinte. No le di mucha importancia y regresé con Midori y Shimada quienes estaban hablando con un chico. Me parecía bastante familiar, era alto y con el cabello algo claro. Caminé lento hacia ellas por estar pensando en dónde había visto a ese chico antes.
—Aquí está la que faltaba —Midori me recibió con un brazo sobre mi hombro—. Kumiko, te presento a mi primo, Ryu.
Claro, era su primo, ya lo recuerdo.
—Sí, ya nos conocíamos —asintió él mirándome con una amplia sonrisa—. Fue en el cumpleaños de Midori, ¿no es así?
—Sí, ya decía yo que me eras muy familiar, es cierto.
—Le estamos preguntando sobre buenos partidos —guiñó el ojo ella.
—Sí, es un poco difícil porque en el instituto sólo somos hombres así que no tengo la referencia de... "a todas las chicas les gusta él", pero si quieren les ayudo. Igualmente algunos compañeros me han pedido ayuda, como saben que Midori es mi prima y conozco a varias chicas de aquí...
—Kumiko, ¿ya sabes con quiénes te tocó? —me miró ella de vuelta.
—No recuerdo muy bien todos los apellidos... Creo que con un Sato, Aoki, Fujita... Takahashi, y no me acuerdo de muchos más.
Ryu iba asintiendo conforme le mencionaba los apellidos y quedó pensativo.
—Todos son agradables, Aoki es un poco más alocado pero es buena persona, creo que es lo único que se me ocurre para decirte.
—Ryu, más entusiasmo, más ganas. ¿Cuáles son más guapos?
—Ah, ¿quieren saber todo eso? Bueno, si es por ligar... Fujita ya tiene novia así que no sería una buena idea, luego están Sato y Aoki... No creo que esté mal, están solteros hasta donde yo sé, aunque quizá Sato es demasiado serio, pero es atractivo en verdad. Y con Takahashi ni lo intentes, tiene muy mala fama.
—¿Por qué? ¿Es feo? —rio Midori.
—No, de hecho no, pero este verano estuvo saliendo con tres chicas a la vez.
—Wow —di un paso atrás por la sorpresa, en verdad no me esperaba eso.
—Sí, no es mala persona y es bastante galán, quizá demasiado. Puede que sea el más fácil para acercarse y tener algo en el evento, pero seguramente sea sólo para el evento, y si dura más, no será nada serio. Les digo, en el verano estaba saliendo con tres a la vez, y el año pasado no estuvo ni un mes sin novia, pero ni de lejos fue la misma desde el principio.
—Bueno, ya tengo entonces dos descartados. Veremos si me convence más la locura de Aoki o la seriedad de Sato.
Nos llamaron para colocarnos en nuestros respectivos grupos. Nosotros nos pusimos bajo un árbol para comenzar a planear lo que haríamos, mientras que los demás grupos se iban adentro o a otras partes de la escuela para organizarse.
—Bueno, parece que a nosotros nos va a tocar todo el trabajo pesado, pero si trabajamos en equipo será mucho más llevadero —dijo un chico.
—No vamos a poner a cargar a las chicas, así que no se preocupen por eso —sonrió otro de ellos antes de que su compañero avanzara un poco al centro del círculo e hiciera una reverencia.
—Estamos a su disposición, señoritas —varias rieron y yo misma no contuve una risita por su gesto.
Aunque a decir verdad, ellos lucían mucho más calmados que nosotras. Al parecer es verdad lo que hablé con Midori: ellos van a ser los que se enfrenten a las hordas de chicas desesperadas. Desde este momento rezo por ustedes.
Decidimos que lo primero sería revisar que las mesas estén en el almacén para así poder comenzar a colocarlas mañana. Pero cuando íbamos de camino, una compañera, Yamato, me tomó del hombro.
—Oye, Nakagawa, ven un momento —me guió hasta atrás, donde habían quedado todas las chicas del grupo.
—¿Qué sucede?
—Sabes que estamos en el grupo más afortunado, ¿no es así?
—¿Ah sí?
—Claro. Muchas creen que es el peor grupo porque es todo el trabajo sucio, pero no lo es, y si estás aquí es porque vienes co un objetivo en mente —me dijo con seriedad.
—Vamos a verlos trabajar todos los días, tenemos más probabilidades de verlos sin camisa que todas las demás —siguió otra.
—Las de cocina tienen la ventaja de que ellas van a guiarlos, pero nosotras debemos explotar la delicadeza femenina para que ellos nos guíen a nosotras.
—Aquí te va un consejo para que veas que no hay malicia —otra chica se adelantó—: No importa que sepas cómo serrar madera o poner clavos, si los dejas ser tus héroes, no se te van a resistir.
—De acuerdo pero... ¿por qué malicia? —asentí aún confundida, bastante confundida.
—Esto es una competencia.
—La que para el viernes tenga algo o al menos se haya relacionado más con un chico, gana.
—Todas las demás deberemos darle 50 yenes.
—¿Por ligarse a un chico?
—Sí. No es una apuesta ni nada, sólo una competición, todas están de acuerdo, sólo faltas tú. ¿Qué dices?
—No es tanto dinero, es más que anda por la diversión y para ponerle sabor al asunto.
—Supongo que está bien.
—¡Genial! —varias chillaron a la vez.
—Señoritas, aquí empieza nuestra competición.
Seguimos caminando detrás de ellos y finalmente llegamos al almacén. Mientras caminábamos me fui fijando en ellos. Cómo juegan entre ellos, cómo se ríen ignorando que detrás de ellos tienen a un montón de hienas hambrientas y ellos son la carne fresca y tierna. En serio, pobres niños. Pero no me voy a quedar atrás, si esta competición existe en nuestro grupo, seguro que en los demás habrá algo parecido, no puedo ser quien haya pasado de todo esto.
Debo ser lista y no ir a lo loco, esto no va a ser cuestión de ir probando con cada uno, debo ir directa al objetivo.
Una vez descartados los que tienen novia, sólo me queda ver quiénes son los que convienen más.
Ahora que recuerdo lo que me dijo Ryu, ese Takahashi va a ser mi mejor opción. Lo que quiero es un ligue de una semana, tampoco voy a ir en serio sabiendo cómo es ese chico, pero si consigo ganármelo, las demás no tendrán que hacer nada contra mí.
Después de revisar las mesas estuvimos a punto de empezar a llevarlas, pero la campana sonó indicando del inicio del recreo.
—Bueno, ¿les parece si ns vemos aquí después de comer y ya comenzamos? —dijo uno de los chicos.
—Sí, está perfecto.
—Entonces nos vemos en un rato, chicas, buen provecho.
El grupo se empezó a dividir de nuevo, pero yo les eché una última mirada.
—¿Todo bien? —volví al mundo una vez escuché que me llamaban, y al voltearme vi a un chico que estaba a milado.
—Ah, sí, es que creí que había perdido algo.
—¿En serio? ¿Qué era? Si quieres te ayudo.
—Un collar, pero no te preocupes, seguro que lo dejé en mi salón.
—Ah, bueno... —asintió una vez yo le afirmé con seguridad y una sonrisa— Entonces nos vemos después, buen provecho.
—Sí, luego no-
—¡Takahashi, la comida! —me interrumpió el grito de otro chico.
—¡Tú tienes la mochila, ¿verdad?!
—¡Sí, ahora la traigo! —gritó de vuelta y antes de ir en dirección al edificio, me dedicó una sonrisa— Con permiso.
Lo miré unos segundos, pero finalmente corrí hasta alcanzarlo y luego seguir caminando a su par.
—¿Te ayudo a traerla?
Se sorprendió bastante al verme, y nada más notar cómo parecía a punto de decirme que no era necesario, yo insistí.
—De todas formas teno que ir también por mi comida.
—Bueno, si no es molestia, entonces me encantaría.
Entramos a la habitación donde habían guardado sus mochilas y él tomó una bastante amplia que se cargó a la espalda-
—Ya es todo, ¿vamos por tu almuerzo?
—Sí, está arriba.
Por un momento me sorprendió ver cómo cargaba algo que a simple vista era tan pesado como si no fuera nada.
Fuimos por mi almuerzo y luego bajamos de nuevo hasta el patio.
—Por cierto, me llamo Nakagawa Kumiko, mucho gusto —me presenté justo al salir del edificio.
—¡Ah, disculpa, no me había presentado antes! —por un momento me hizo reír su reacción— Soy Takahashi Hiro, igualmente es un gusto.
Efectivamente, tú eres el Takahashi de las tres novias. ¿Quién lo pensaría? Te ves tan decente, tan formalito. Lo de que es bastante atractivo no lo puedo negar de ninguna manera, no me extraña que sea un anzuelo para chicas con ese físico, e incluso estoy segura de que esa actitud de chico formal aunque amigable, no es otra cosa más que el señuelo para luego poder ser un perro con cualquiera. Si Ryu no me hubiera dicho aquello, yo ya habría caído por completo, es más, sólo me resisto por recordar aquello que dijo.
Como presa para esta guerra de una semana por conseguir novio o ligue, es más que perfecto, es más, voy a disfrutar bastante. Pero ni de lejos intentaría algo en serio con él, no voy a caer en la tontería de que dejará de salir con otras por tenerme a mí.
MARTES
—¿¡Entonces ya tienes a alguien!? —Midori casi se caía de la silla.
—Así es.
—Qué suerte tienen ustedes dos. Shimada tiene a un chico babeando por ella también.
—¿En serio?
—Es muy lindo, quizá sí me lance por algo con él... —admitió con su sonrisita.
—Entonces sí que son palabras mayores —admití sorprendida—. Bueno, no es que ya estemos saliendo ni nada así. Pero ya le eché el ojo y ayer lo estuve observando todo el día, hoy voy a empezar el plan de acercarme aún más, y a ver si mañana ya empeizo con las indirectas. El jueves es mi día de margen y el viernes debe ser el día.
—Sí que lo tienes todo muy bien planeado —admitió Shimada desde su asiento.
—¿Verdad que sí?
—¿Y piensas seguir con él incluso cuando acabe el evento? No creo que sea conveniente que hagas algo tan en serio para luego dejarlo, aunque sean chicos también tienen sentimientos.
—Ya pensé en eso, no te preocupes. Es Takahashi, del que nos habló tu primo. No va a querer nada en serio, si acaso estaremos una semana o dos más y luego ya me enteraré de la próxima novia y podré dejarlo.
—¿¡Te fuiste a tirar a los leones!?
Cuando asentí con seguridad, ella seguía con una expresión que parecía que en cualquier momento su mandíbula se rompería.
—Pero no te preocupes, aunque voy vestida de gacela, estoy actuando como hiena. Lo tengo controlado, sólo voy a conseguir lo de la competencia, disfrutaré del físico que se carga y luego lo dejaré cuando me salga con que tiene otra novia.
—Bueno, si lo dices así supongo que no debemos preocuparnos por él ni por ti. Así que te deseo mucha suerte, cazadora —dijo Midori levantándose y poniéndome una mano en el hombro con una sonrisa más tranquila.
—Sí, tranquilas. Hoy en el recreo voy a comer con él, así que si no me encuentran es por eso, ¿de acuerdo?
—Creo que eres la primera que no es encargada de cocina que quiere ir a comer con los chicos —admitió Shimada con su sonrisita usual.
—Eso nunca lo he entendido: no es como si estuvieran piojosos o con lepra, no pasa nada por comer con los chicos. Bueno, ahora es secundaria femenina así que no comemos juntos por obvios motivos, pero cuando salen juntos o hay este tipo de encuentros, las chicas se separan demasiado de los chicos. No es como si te fueras a casar sólo por pasar un rato con ellos.
—Supongo que es por eso mismo de no estar acostumbradas —se encogió de hombros Midori.
—Pero es muy divertido comer todos juntos, nosotros en la cocina lo hicimos ayer —dijo de nuevo Shimada.
Al poco tiempo llegó la hora de comenzar los trabajos, de hecho los chicos llegaron justo a tiempo y nos reunimos en el árbol de antes.
—Hoy vamos a comenzar a pintar las mesas, ¿de acuerdo? —era una compañera la que esta vez llevó el liderazgo de las actividades.
—Primero debemos ir por la pintura, está en el almacén.
Nos dividimos y mientras unos cuantos se quedaban para dar las últimas pasadas de lija a las mesas, nosotros fuimos por la pintura.
Los seis chicos que vinieron tomaron un bote de pintura en cada mano, pero no fue hasta tiempo después que yo me di cuenta que fui la única chica que hizo lo mismo. Las demás tomaron las brochas y había incluso quienes no llevaron nada.
Quizá eso era a lo que se referían con dejar que sean nuestros héroes. Aunque yo me di cuenta demasiado tarde, no creo que esto sea dejarlos ser héroes, simplemente es dejarles el trabajo y no hacer nada nosotras.
Apenas nos dio tiempo de comenzar con una mesa antes de que llegara el recreo. Se volvieron a despedir y las chicas se fueron hacia el interior mientras los demás se acomodaban en los bancos del patio.
Fui por mi almuerzo y de regreso me encontré con que Takahashi de nuevo llevaba la mochila con la comida para sus compañeros.
—¿De nuevo te toca la comida? —pregunté yendo a su lado.
—Sí, en principio mañana ya le toca a otro compañero —dijo con una corta risa mientras iba a su lado.
—¿Me pudo sentar a comer con ustedes?
—Claro, adelante.
La naturalidad con que lo dijo me pareció muy curiosa así como agradable.
Llegamos al banco donde estaban todos sentados. Por un momento todos me miraron, pero él se adelantó al hablar.
—Va a comer con nosotros hoy.
—Hola, chicos —saludé yo.
Se dio media vuelta dejando que Aoki le abriera la mochila y comenzara a sacar las cajas con comida que se repartieron entre todos.
—Siéntate aquí, Nakagawa —fue el propio Aoki quien se levantó del banco ofreciéndome su asiento.
—Muchas gracias.
Takahashi sacó la última caja que quedaba y se quitó al fin la mochilapara sentarse en el suelo también y así poder comer.
—Bueno, ¿y qué se siente ser los únicos chicos en una escuela femenina? —tomé yo la iniciativa de la conversación.
—Es algo extraño, estamos tan acostumbrados a la escuela sólo de hombres que nos parece raro ver a tanta belleza en todas partes —no contuve una risa al escuchar lo que dijo Fujita. Por un momento hasta me sentí sonrojada.
—Creo que nosotras estaríamos igual si fuéramos a visitarlos a ustedes.
—Bueno, aunque ahora tú también eres la única chica que se juntó a comer con nosotros.
—Sí, pensé que deberíamos convivir más. Ya que nos vamos a ver sólo esta semana, no vendría mal convivir un poco más, ¿no creen?
—Claro —asintió Aoki seguido de Takahashi—. Pues aquí estamos unos cuantos. De nuestro equipo sólo falta un chico pero debe andar por ahí, en algún momento lo conocerás.
—De acuerdo. ¿Y todos son de aquí? —pregunté en general.
La gran mayoría asintió.
—¿Y tú?
—No, yo soy de Tokyo, llegué a Nagasaki hace dos años más o menos. Es que mis padres abrieron aquí una farmacia —expliqué mientras comíamos.
Cuando yo iba por la mitad del almuerzo, otro grupo de chicos se acercó a nosotros llevando una pelota de goma.
—Chicos, nos acaban de decir que podemos jugar en el patio trasero, ¿quieren venir?
Varios asintieron y se levantaron después de guardar sus respectivos recipientes.
—¿Tú no vas? —me dirigí a Takahashi al ver cómo se había quedado sentado en el suelo.
Me miró un poco sorprendido, al parecer se había quedado ensimismado y no reaccionó hasta que le hablé.
—Es que aún no he acabado de comer —me enseñó cómo aún le quedaba bastante arroz y un par de gyozas en el recipiente. Ambos nos reímos y entonces di unas palmadas al lado del banco.
—Ven, siéntate, ahora hay lugar.
—Sí, yo ya casi termino, pero mientras estamos aquí los tres —dijo Aoki con su actitud animada. La verdad es que me está cayendo muy bien ese chico, no lo veo como una opción para ganar la competencia ni para tener nada en serio, pero definitivamente sería un gran amigo—. Hiro siempre come muy despacio, entonces nos quedamos los dos juntos.
Lo miré y él sonrió dándole la razón aún teniendo la boca llena.
—Bueno, eso está bien, así se saborea mejor la comida.
Ambos me dieron la razón y Aoki terminó al poco tiempo así que se levantó para ir a jugar con los demás. Por un moment no supe qué hacer, hubo silencio entre los dos y empecé a ponerme nerviosa, pero él parecía estar bastante tranquilo.
—¿Quieres una? —al fijarme tenía una gyoza entre los palillos y me la estaba ofreciendo. En un primer momento no supe qué hacer, pero terminé por aceptarla.
—Muchas gracias —dejé que la colocara en mi recipiente y entonces yo lo miré pensando en qué podría darle—. Sólo puedo ofrecerte las sobras de la zanahoria o arroz, pero tú también tienes así que...
—No te preocupes, así estoy bien —sonrió contagiándome al momento.
—Luego te compro algo, ¿sí?
—No, no tienes por qué hacerlo, sólo te quise dar una, no era por comprometerte.
Por primera vez su voz sonaba bastante relajada, no podía decir que estuviera fingiendo o nada así, se veía muy calmado.
—Muchas gracias entonces —le agradecí estando un poco sonrojada.
Maldito Takahashi, en serio me cuesta creer un chico así sea el que nunca estuvo soltero el año pasado, pero nunca con la misma. O lo hace sin intención o en verdad es tan retorcido como para ser tan amable y sencillo pero luego tener a una vieja nueva cada semana.
Cerré mi recipiente al terminar y él lo hizo poco después.
—¿Quieres ir a jugar? —le pregunté mientras guardaba el suyo en la mochila donde ya estaban los de los demás.
—No, si no te molesta, me quedo contigo.
—Si quieres jugar, pormí no hay problema. De hecho yo quiero jugar con ustedes —sonreí al ver cómo se había sorprendido, pero luego él también lo hizo con suavidad.
—Entonces vamos, aún tenemos tiempo antes de que acabe el recreo —se puso en pie y cuando lo hice también, me señaló la mochila—. Si quieres guarda aquí tu recipiente, cuando acabe el recreo te lo devuelvo, así no debes ir hasta arriba y bajar después.
—Ah, claro, gracias.
Fuimos a dejar la mochila con todos nuestros recipientes dentro y luego fuimos hasta el patio trasero donde estaban jugando los chicos. La verdad es que había varias chicas, pero ninguna jugando, sólo miraban y los animaban desde los bancos e incluso desde la parte de arriba.
—¡Hey, Takahashi, llegaste! —un chico le habló, llevaba la pelota en las manos para sacar de nuevo.
—Sí, ya estoy. Oigan, ella va a jugar, ¿en qué equipo estamos?
—¡Vengan al nuestro! —alzó la mano Aoki y fuimos con ellos— Nosotros somos los que tenemos la chaqueta, lo siento...
La verdad es que hacía calor, y todos estaban sudados por jugar, pero en especial aquel equipo se veía peor por llevar la chaqueta mientras que los demás llevaban la camisa de manga corta.
—Hay que conseguirle una chaqueta a Nakagawa —Aoki puso sus brazos en jarra mirando alrededor—. Una que no esté asquerosamente sudada, claro. ¡Oye, Keito, tú tienes por ahí tu chaqueta, ¿cierto?!
Un chico del equipo rival se giró y asintió para luego ir hacia el banco donde estaban sentadas un par de chicas del otro grupo y una de ellas tenía su chaqueta sobre las piernas así que se la entregó, recibiendo una sonrisa un tanto peculiar de parte del chico.
—¿Es para la señorita? —dijo al acercarse a mí con la prenda en mano. Igualmente lucía atractivo, y aunque tuvieran características distintas, Hiro y él no tenían nada que envidiarse; pero sí que tenían una actitud muy distinta. Por un instante me hizo sentir como si estuviera en alguna novela y él fuera el galán en cuestión.
—No, es para mí —bajé de aquella nube donde analizaba al chico cuando escuché de nuevo a Takahashi.
—Ah, era para ti, Hiro —aún así sonrió y le entregó su prenda.
Le agradeció y para cuando me fijé en él, ya se había quitado su chaqueta sujetando cada una en un brazo. Se giró hacia mí y me entregó la que se acababa de quitar.
—Puedes usar la mía. Él ya había jugado antes así que ya está algo sudada, además es más grande que la mía, creo que esta te quedará mejor —por un instante me quedé helada, no me esperaba en absoluto esa reacción suya. ¿Se había puesto a la defensiva de repente? Esa es más la actitud que esperaba del chico de las tres novias a la vez, pero aún así hizo que mi corazón se acelerara. Esa reacción me había derretido más que la sonrisa encantadora del otro chico—. No te preocupes, está limpia...
Di un paso enfrente y recibí la chaqueta aún sin poder reaccionar del todo.
—Muchas gracias —quería hablar más, pero no tenía nada para decir.
Me sonrió incluso con un poco de vergüenza, parecía avergonzarse de lo que acababa de hacer aunque al otro chico no le importó ni se molestó por ello. Se vio tan tierno en esos segundos.
¿Esa era la estrategia? Cada vez dudo más sobre lo de que no quiero tener algo en serio con el chico de las tres novias. Me parece tan adorable, es amable, muy tranquilo... No comprendo cómo alguien así pueda tener la mala fama de cambiar de mujer cada dos por tres, pero siendo así ya entiendo por qué todas caen como moscas con él.
Me puse la chaqueta y en verdad no me quedaba tan grande como pensaba.
Por un momento vi a Aoki quien hablaba con Sato bastante sorprendido, casi alterado. Miré hacia donde lo hacían ellos y me encontré con Takahashi remangándose en lo que se reanudaba el partido, pero al volver la vista a ellos, ya se habían separado. Yo tampoco me pude entretener mucho más pues había empezado el juego.
MIÉRCOLES
—¡Lo siento mucho, Nakagawa! Después del partido lo olvidé por completo y como nos pusimos a pintar... —nada más bajar al patio él corrió hasta mí con mi recipiente en manos. Lucía tan preocupado y avergonzado que por un momento me asusté, pero al ver cómo se trataba de que se había llevado mi recipiente sin querer, me provocó ternura.
—No te preocupes por eso, a mí también se me olvidó por completo —reí bastante relajada—. De todas formas ayer por poco y te vas sin tu chaqueta.
Ayer, ya cuando estábamos tomando nuestras cosas para salir, Shimada comentó sobre mi chaqueta y en ese momento me di cuenta de que no me había quitado la que Takahashi me prestó para el partido y me la quedé para el trabajo de después. Bajé corriendo y lo alcancé justo cuando ya habían cruzado la puerta principal, pero se la pude devolver.
—Cuando llegamos a la escuela y repartimos los recipientes me di cuenta de que estaba el tuyo, pero ya habían salido ustedes de clases y no sé dónde vives así que esperé a dártela hoy, pero en verdad me preocupé, no sé si tenías otro para hoy o...
—Tranquilo, me di cuenta hasta la noche, pero mi mamá no se molestó ni nada, le hizo gracia de hecho. No tengo otro pero no pasa nada, traje dinero para comprar algo de almorzar —tomé el monedero que me colgaba del cuello y lo sacudí un poco.
—Ah, bueno... De todas formas, como disculpa y por si acaso, te lo devuelvo con comida para hoy —al recibir el recipiente vi cómo efectivamente pesaba por estar lleno.
—¿Qué? Ay no, no te hubieras molestado, en serio no pasa nada.
—No fue molestia, tranquila. Espero que esté bueno aún así.
—Seguro que sí, muchas gracias.
Nuestro trabajo de ese día fue ahora llevar las sillas, no sólo las tuvimos que cargar sino que también las lijamos y pusimos clavos a las que les faltaban. A veces no sé si es que son de terrible calidad o la escuela las rompe a propósito para que tengamos cosas que hacer en la preparación del festival.
—Esta también ya está —llevé la silla a donde estaba Sato junto a Yamato, ocupándose de dar los últimos toques antes de pintarlas.
—Eres muy rápida con los clavos —dijo él con una risa que compartimos los tres.
—Es que llevo todo el verano reparando cajas de madera y ayudando con los marcos de las puertas, podría ser una buena carpintera —comenté alzando el martillo que aún tenía en las manos.
Entonces Takahashi llegó también la otra silla que habíamos preparado.
—Los dos, ¿eh? —rio Sato.
—¿Qué pasó? —pregunó un poco confundido.
—Que los dos son buenos carpinteros —dijo ella.
Regresamos a nuestro lugar pues aún nos faltaban unas pocas sillas.
—Ahora que lo dijeron... ¿tú en qué quisieras trabajar? —pregunté yo una vez sostuve el primer clavo ya sabiendo en dónde debía colocarlo.
—Pues tenemos unos terrenos, arrozales, entonces me tocará ocuparme de ellos. Pero me gustan bastante los coches y todo eso, un vecino me suele dejar que maneje su coche y a veces me enseña cómo repararlo y darle mantenimiento, y la verdad me gusta mucho. Así que me gustaría dedicarme a algo que tenga que ver con esto.
—¿Ingeniero? —me detuve nada más empezó a hablar. Creo que es la primera vez que lo oigo hablar tanto tiempo seguido sin interrupción alguna, por eso obtuvo toda mi atención incluso cuando él seguía analizando la silla y preparando los clavos.
—Quizá eso es aspirar demasiado, no tenemos tanto dinero como para que vaya a la universidad, aunque mi mamá está empeñada en que me mandará. Pero sí que me gustaría por lo menos ser mecánico.
—Aunque el dinero sea un factor importante, no te resignes o pienses que no puedes llegar a ser lo que quieres. Si en verdad lo deseas, tienes la capacidad necesaria para todo. Y de por sí la vida da muchas vueltas, a lo mejor te surje alguna oportunidad así que no dudes en aprovecharla.
Él dejó de mirar la silla en los últimos segundos y una vez terminé de hablar él me sonrió.
—Muchas gracias —su voz sonó tan clara, tan cálida y suave que sólo pude mirarlo a los ojos suspirando una sonrisa—. ¿Y a ti de qué te gustaría trabajar?
—Costurera —respondí al momento—. Cuando me gradúe voy a entrar a la carrera técnica en la academia de costura y diseño. Quiero diseñar y confeccionar vestidos, trajes, toda la ropa que se te pueda ocurrir.
—Lo tienes muy bien decidido —rio—. En verdad es una muy buena idea, debe ser un trabajo muy bonito, muy costoso tambén, pero si te gusta seguro que es fantástico.
—Sí, estoy muy emocionada en verdad —admití.
Al poco tiempo llegó la hora del almuerzo y ahora ni siquiera pregunté o se sorprendió al ver que iba directa a ellos para comer. Me entregó de nuevo mi recipiente con la comida y los demás tomaron los suyos también.
—¿Y la comida se las dan en la escuela? —pregunté yo al grupo.
—No, cada uno la lleva desde casa —respondió Aoki.
—Lo que pasa es que como esta semana estamos viniendo todos los días pero no hace falta traer la mochila o algo así, guardamos todos los recpientes de un grupo en una mochila y nos la traemos.
—Ah, claro. Ya decía yo que había demasiada variedad como para ser comida de cocina de instituto.
Varios se rieron y negaron.
—No, no, cada uno la trae de casa —negó Sato.
En ese momento me fijé en que mi comida y la de Takahashi eran muy parecidas, casi iguales. La diferencia era que en mi recipiente había tres gyozas y pequeños trozos de pescado ahumado, mientras que en el suyo sólo había una gyoza y mucho menos pescado, había rellenado el espacio sobrante con más de las verduras hervidas que yo también tenía pero en menor cantidad. No parecía haber comido ya su parte, era obvio que me había cedido todo aquello, lo que me hizo sentirme un poco apenada.
Con el paso de los minutos los demás se fueron, incluso Aoki se despidió bromeando diciéndome que me encargaba que Hiro se comiera todo. Sólo quedamos nosotros dos.
—Está delicioso todo.
—¿Sí te gustó?
—Sí, me encanta —sonreí—. Tu mamá en serio cocina delicioso.
Por un momento se quedó callado, pero después de tragar el bocado que tenía, sonrió.
—No te quito razón, pero hoy hice yo el desayuno, ella tuvo que irse temprano a trabajar.
—¿¡En serio lo hiciste tú!? —me cubrí la boca al tener justo un trozo de pescado, pero no haber aguantado hasta tragarlo por la sorpresa. Él asintió y sólo me sorprendí más— En serio está delicioso.
—Muchas gracias —en ese momento su sonrisa realmente se veía tierna.
JUEVES
En verdad no pude casi dormir, no dejaba de darle vueltas a todo.
Me encanta, esto va más allá de la competición. Quizá en una semana no pueda conocerlo por completo, pero sí que ha sido tiempo suficiente como para cautivarme, como para desear saber más de él. Quisiera pasar mucho más tiempo con él.
No sólo me entristece que las dos secundarias más accesibles de la zona estén divididas por género, sino que por más que yo esté casi babeando por él, sólo me haré daño si me dejo llevar, si caigo en el juego que tiene.
Mientras más lo pensaba, más me dolía. ¿En serio alguien tan dulce, tan noble y caballeroso como él es capaz de hacer eso? Recordaba su sonrisa mientras hablábamos del futuro y me quemaba saber que aunque se notara que sonreía de corazón, no soy la única a la que le sonríe así. Seguramente ya se dio cuenta de que yo quiero algo con él, así que si hoy corresponde finalmente, sólo me tomará como algo pasajero. Si no corresponde es porque simplemente no le llamé la atención como para tener algún ligue antes de cambiar a otra.
¿En verdad el chico que me dio quizá todo el pescado que había en su casa está saliendo ya con otras chicas?
Me dormí masticando la idea de salirme de la competición. Me está empezando a afectar, no quiero que me rechace y todo sea por una apuesta, prefiero ser yo quien corte todo esto de tajo y quizá mantenerlo como un conocido o incluso un amigo.
En cuanto pueda iré a buscar a las chcias del otro grupo para decirles que estoy fuera de la competencia.
—Buenos días, Nakagawa —me saludó Shimada al verme llegar.
—Buenos días —saludé sin apenas ánimo.
—¿Estás bien?
—No dormí mucho —admití. Pero cuando sentí su mano acariciar mi cabeza, suspiré mirándola sin aguantar más todo lo que me torturó la noche entera—. ¿Sabes? Ya no puedo con esto...
—¡Buenos días, señoras! —Midori llegó sorprendentemente energética al salón y captó nuestra atención.
Shimada la miró saludando, pero aún sin separarse mucho de mí por estar a punto de contarle lo que me sucedía. Qué bien que haya llegado Midori, ahora se lo podré contar a las dos de una vez y no tendré que repetirlo para así sentirme peor al recordarlo.
—¿Qué tal, Kumiko? ¿Cómo te va con Keito? Estás siendo toma una de esas femme fatales por lo que veo —me tomó de los hombros sacudiéndolos un poco—. Por cierto, hoy vamos a empezar desde primera hora, los chicos ya están llegando.
Shimada comentó algo al respecto, pero en ese momento yo me había quedado pensando.
—¿Cómo que con Keito? —me giré hacia Midori.
—Tu presa, ¿no? Takahashi Keito.
—N-no —me empecé a levantar lentamente—. Él se llama Hiro.
—¿Hiro? Pues Ryu nos dijo que era Keito.
Mi cara lo reflejó todo a la vez que nada, incluso me levanté al haber comenzado a unir las piezas.
En ese momento sonó el timbre que nos avisó de que ya era la hora de comenzar las clases, y hoy significaba que empezáramos a organizarnos.
—Vamos a decírselo, no puede ser que hayas estado todo este tiempo con otro —me tomó del brazo saliendo inmediatamente en dirección al vestíbulo—. ¡Shimada, vamos!
Corrimos escaleras abajo y llegamos finalmente al vestíbulo donde estaban algunos de los chicos recién llegados. En verdad yo seguía procesando lo que había comenzado a razonar tras las palabras de Midori.
—¡Ryu! —llamó a su primo nada más verlo. Él se dirigió a nosotras también como si nos estuviera buscando— Oye Ryu, ¿tú conoces a un tal Takahashi Hiro?
—Eso te quería decir —me miró especialmente a ti.
—Sí, está en mi equipo, es con quien he estado todos estos días, era mi "presa".
—¿No que se llamaba Keito? —Midori lo miró algo alterada.
—Es que hay tres Takahashi en nuestro grado. Uno es Yuu, el de las tres novias es Keito, y con el que estuviste es Hiro. Lo que pasa es que como ya hay otro Keito, él fue el que se quedó como Takahashi, a los otros dos los llamamos por el nombre entre nosotros. Entonces cuando dijiste Takahashi, yo pensé en Keito. Hasta ayer no me di cuenta de que ustedes no lo sabían.
Tenía mucho sentido, demasiado. Aunque seguía un poco confundida, todo se iba aclarando con el paso de los segundos y realmente comenzaba a aliviarme de todos los pensamientos que no me dejaron dormir esta noche. Esto era bueno... ¿cierto?
—Y entonces... ¿Kumiko está bien con él? —preguntó incluso con algo de miedo Midori.
—Es que de eso se ha estado hablando desde ayer cuando regresamos al instituto. Que el martes en el recreo Hiro le dio su chaqueta a una chica para que Keito no se la diera. Quizá suene como una tontería, pero con Keito un gesto así es una invitación a tener algún ligue o...
—Claro que sabemos lo que significan esas cosas, bobo. Somos más arpías que ustedes, niñitos en pañales —Midori le dio un golpe en el brazo para que omitiera su explicación.
Él se quejó con una mano en su brazo y luego continuó.
—El caso es que se empezó a rumorear sobre eso. Ligar con Hiro es casi una misión imposible, a veces es difícil de entender, y no se abre fácilmente. Las chicas que se enamoran de él pierden el interés después de las dos primeras conversaciones, es muy difícil para lo que buscan. En ese sentido sí que hay una diferencia abismal entre esos dos Takahashi. Y él tampoco ha mostrado interés en una chica antes, muchos pensábamos hasta que era gay, pero con lo de ese día, ese momento de decirle a Keito que "no se metiera en su territorio", todos nos sorprendimos, creíamos que eso no iba a pasar nunca. Y para colmo, ayer no fue con los demás a jugar porque se quedó comiendo con una chica.
—¿Tanto alboroto se armó en serio? —pregunté mientras llevaba una mano a mi pelo.
—Entre nosotros sí. Muchos venían con la idea de pasarlo bien con las chicas, ya sabes, conocer a alguien y quizá salir después. Pero nadie pensó que Hiro lo hiciera y menos así de rápido. Digo... No están saliendo todavía, ¿cierto?
—No, no, apenas nos estamos conociendo. Como me habías dicho lo de las tres novias, quise usarlo para divertirme y ganar la competición entre chicas, pero la verdad es que me confundía mucho, un chico que esté saliendo con una mujer distinta cada semana no puede ser como Hiro. Creo que yo sola me he estado echando hacia atrás. Quería algo rápido porque sabía que no iba a ir en serio siendo con él, y suponía que él pensaría igual, pero al ver que no era así, al conocerlo... No lo quiero usar así, en serio me interesa pero, ya sabes, quiero conocerlo realmente, quiero que me conozca a mí.
—Claro, claro, creéme que él es el último que haría algo como eso. ¿Pero dijiste competencia?
—Muchos grupos hicieron competencias de a ver quién conseguía un ligue antes —dijo Shimada ganándose una mirada sorprendida de Ryu.
—¿Ves? Son niños en pañales —dijo Midori.
—Son carne fresca en un nido de hienas, temimos por ustedes desde el primer momento —la apoyé yo viendo cómo Ryu se asustaba por un momento—. Pero bueno, eso no es el punto.
—Cierto. El punto es que él también está interesado en ti, no sé si haya pensado en algo más allá, pero por lo menos te aprecia como amiga. Él no es ni de cerca como Keito, es más, nunca ha tenido novia y te digo que parecen no interesarle esas cosas.
—Entonces... no me iba a usar sólo para un rato, ¿verdad? —murmuré sabiendo mejor que nadie la respuesta.
—Claro que no.
—En verdad me gusta, o bueno... quizá aún no lo sé, pero quiero saberlo, quiero estar con él, conocerlo, pasar más tiempo como este juntos... La única que lo quiso usar fui yo.
Mi garganta se cerró en las últimas palabras. Ahora me sentía tan mal conmigo misma, ¿en serio iba a hacer algo así con un chico como Hiro? Me costaba tanto creer que fuera un despreocupado y mujeriego teniendo acciones tan inocentes y sinceras, claro que no lo era.
¿Seré capaz de verlo a la cara después de haber pensado eso de él?
—Ahora vengo —corrí hacia el patio y vi cómo nuestro grupo se estaba formando en el lugar de siempre—. ¡Yamato!
Se giró al verme llegar corriendo, incluso se detuvo. Pero mi grito había captado la atención incluso de los chicos que estaban bajo el árbol.
—¿Qué sucede? —preguntó un poco confundida y hasta preocupada.
Al detenerme delante suyo abrí mi pequeño monedero y saque una moneda de 50 yenes.
—Estoy fuera —estaba más que confundida al verme entregarle la moneda. Pero sólo le sonreí recuperando el aliento y lo repetí—. Estoy fuera, perdí, ya no quiero competir.
Entonces caminé hacia el grupo donde estaban los demás dejándola atrás aún confundida. Por lo visto aceptó la moneda y se dio una idea de mi situación.
VIERNES
—¡Ya no falta nada para que lleguen los comerciantes! —chilló una compañera mientras intentaba coordinarse con los de decoración para los últimos retoques de las mesas.
—Tranquilidad, está todo en orden, sólo nos falta colcoar las mesas del jurado para el concurso de postres y ya estará todo listo —Yamato intentó calmar a las demás.
—Sí, no pasa nada. Los chicos ya fueron por la mesa, cuando esté aquí sólo debemos ponerle el mantel y listo —intenté calmar a las demás yo también.
A los pocos segundos vimos cómo venían cargando entre varios la mesa que al ser de madera lacada, pesaba bastante.
—¿Ven? Ya están aquí. Vamos por el mantel —dije viendo cómo se calmaban algunas.
Nada más empezar a caminar hacia donde teníamos el mantel, se escuchó un ruido fuerte a nuestras espaldas. Al girarme vi cómo un trozo de pata de la mesa saltaba a unos pocos metros de esta. Y cuando llevé mi vista unos centímetros más atrás, vi cómo Hiro acababa de caerse de espaldas, quedando con parte del cuerpo bajo la mesa que aún sostenían sus compañeros.
—¿¡Estás bien!? —Aoki fue el primero en correr hacia él y agacharse.
Corrí con ellos y al llegar, él ya se estaba incorporando.
—Sí, no se preocupen —dijo un poco aturdido estando a punto de levantarse por completo, pero una parte de su brazo se lo impidió.
Justo cuando me agaché, vi cómo jalaba de este y parte de la tela se rasgaba. Algún clavo o astilla se había atorado en su manga y al haberla jalado se rompió.
—¿Seguro que estás bien? —pregunté yo. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que yo estaba ahí.
—Sí, estoy bien —asintió.
—Hiro, estás sangrando —dijo Aoki en un tono serio al notar cómo se le había manchado la manga e incluso un poco de sangre le había escurrido hasta llegar a la mano.
—No pasa nada... —con la otra mano se apretó un poco más arriba del codo— Sólo voy al baño un momento. ¿Siguen ustedes?
—Sí, no te preocupes —asintieron los demás preocupados todavía.
—Chicos, debemos reparar la mesa rápido —comenzaron a oirse los murmullos.
Se levantó y fue directamente hacia los baños, pero al verlo caminar sujetando su otro brazo no evité sentir pena. Cuando vi cómo parte de los dedos se le había llenado de sangre y usó su otra mano para limpiarla un poco y evitar que esta cayera al suelo, no aguanté las ganas de ir con él.
Se detuvo en los lavabos y comenzó a quitarse la chaqueta dejando ahora que la sangre cayera en el desague.
—Te ayudo —sujeté una parte de su chaqueta y le ayudé a quitársela. De nuevo se sorprendió al no haber notado que yo me había acercado, pero no se opuso.
Ya sin la manga larga se podía ver cómo tenía una herida un poco más arriba del codo, sangraba bastante así que no se podía ver con claridad. Él abrió la llave y comenzó a limpiarse la sangre que le había escurrido hasta la mano izquierda.
—¿Quieres que le diga a una maestra? Se ve bastante mal... —sostuve su chaqueta en mis brazos y miré cómo se lavaba sin saber muy bien qué hacer.
—No, no te preocupes.
Seguía poniéndose agua y aún así sangraba de nuevo. Estaba a punto de buscar algo con lo que apretarle la herida, pero justo en ese momento llegó una profesora.
—¿Qué pasó? Sus compañeros me acaban de decir que te hiciste daño cuando se rompió la mesa.
Él cerró la llave y miró a la maestra, pero antes de que pudiera responder, ella le tomó el brazo para mirarlo mejor.
—¿Quieres que le avisemos al coronel para que te lleven a un médico?
—No, estoy bien. Creo que sólo debo limpiarla y ya... —negó cuando ya había vuelto a sangrar.
La maestra intentó verlo mejor y se quedó callada unos segundos.
—Ven, te voy a desinfectar y te pondré una venda, a ver si deja de sangrar pronto —le puso una mano en el hombro para que lo acompañara al interior del edifico. Aunque no me hubieran dicho nada, yo fui tras ellos.
Fuimos hasta una de las oficinas donde las maestras tenían el botiquín y donde se hacen las curaciones cuando alguna se hace un raspón o algo parecido. Lo sentó cerca de una mesa y sacó lo necesario después de haberse lavado las manos.
—¿Cómo pasó? —preguntó mientras le limpiaba con un algodón.
—Estábamos llevando la mesa para los jueces, entonces creo que un compañero se tropezó, como la mesa es pesada, supongo que intenté sostener la parte que él casi suelta, y me caí de espaldas. La pata de la mesa se quebró, y creo que la herida me la hice porque la otra parte de la pata me atrapó el brazo contra el suelo.
—Sí, se ve como un arañazo grande, seguramente las astillas fueron las que te cortaron. Voy a revisar que no tengas alguna clavada, ¿de acuerdo?
Él asintió y la maestra desechó el algodón después de haber vuelto a limpiar.
—Nakagawa, pásame por favor las pinzas.
Asentí y fui hasta donde estaban para dárselas.
Ella observaba con una lupa la herida ahora un poco menos ensangrentada. Hiro tenía la cabeza un poco agachada, sin poder mirarse la herida por la posición en la que estaba, pero aún así su mirada algo apagada me causaba tristeza. La comparaba con la mirada brillante que tenía ayer cuando se reía de lo que yo le contaba mientras pintábamos las sillas, de la calidez que desprendían sus ojos cuando sonreía.
—Aquí tienes una astilla, voy a quitártela. Aguanta un poco.
Asintió y vi cómo apretaba los labios mientras ella le sacaba la astilla. Lo hizo un par de veces más y él no se quejó en absoluto, sólo cerraba los ojos e incluso llegó apretar su mano derecha sobre su muñeca opuesta la última vez.
—Esa fue la última, lo siento —finalmente ella dejó las pinzas sobre la mesa y volvió a lavarse las manos.
Yo me puse detrás de él y le coloqué la mano en el hombro derecho captando su mirada por un momento. Sólo le sonreí y luego le busqué la mano derecha para suejtarla y darle unas palmaditas en esta. Correspondió con una corta risa en silencio antes de que la maestra volviera. Le colocó una crema y luego le vendó la zona herida.
—No te quites el vendaje por si acaso. Si en la tarde te sintieras mal o volviera a sangrar mucho, dile a tus padres que te lleven a un médico, ¿de acuerdo?
—Sí, muchas gracias por todo, profesora —agradeció con formalidad. Creo que a ambas nos llamó la atención que se pusiera firmes al volver a hablar con ella, debe ser la costumbre en su instituto.
—Ahora ya no cargues nada ni muevas mucho el brazo, por si acaso. En un rato debería dejar de dolerte, así que ten cuidado.
Volvió a agradecer y los dos nos fuimos.
—Gracias por acompañarme —dijo mientras íbamos por el pasillo de vuelta al patio.
—No fue nada, en verdad me preocupé, pero me alegro de que no necesites puntos o algo así. ¿Te duele mucho? —admití con las manos temblando un poco todavía.
—No, no realmente. Con la venda se siente algo mejor, de hecho —giró un poco su brazo como queriendo observar la herida aunque ahora estuviera cubierta—. Pero sí dolió cuando me sacó las astillas.
—Sí, te vi, me dolió hasta a mí —admití con una corta risa—. Y la maestra diciéndote "Aguanta, mi niño, aguanta".
—Se sintió bonito que lo dijera así —rio—. Hace poc un compañero se lastimó y mientras le desinfectaban se quejó, entonces la enfermera le dijo que se aguantara pero... el tono fue muy diferente. Por eso ya es costumbre que mientras menos te quejes, menos te regañan.
—Ay no, pero pobrecito... —negué varias veces con la cabeza—. Bueno, al menos hoy no tenías una enfermera gritona.
Él asintió y llegamos de nuevo al patio.
—Ah, muchas gracias por haber llevado mi chaqueta, disculpa que te haya tenido cargando —nada más fijarse, hizo el gesto de tomarla.
—No te preocupes, para eso estamos —sonreí—. Pero sí se manchó bastante la manga, ¿quieres que la lavemos?
—Es cierto... —estaba a punto de seguir hablando cuando entonces miró el hoyo que se le había hecho a la ropa, este atravesaba de lado a lado parte de su manga— Se rompió.
Me acerqué para mirarlo casi más preocupada que él.
—Ay, lo siento... ¿Te regañan si no la llevas? ¿La necesitas inmediatamente?
—No debes disculparte, no fue tu culpa —me sonrió—. Pues no me regañan si no la llevo, además hace calor, pero si ven que la llevo rota a lo mejor sí me llaman la atención —la miró pensativo unos segundos más y luego se encogió de hombros—. La coseré en cuanto pueda, no pasa nada.
Asentí y volvimos a donde nos esperaban los demás terminando de acomodar los puestos. Justo en ese momento comenzaron a llegar los comerciantes que venderían sus productos en el festival de hoy.
—Damos comienzo al festival de comercio y cultura de la Secundaria Femenina de Nagasaki, del año 1911. Por favor disfruten de todo lo que nuestros alumnas han preparado junto a los alumnos de la Secundaria Militarizada 24 —se oyó la voz de la directora anunciando el inicio del festival.
Ya cuando estaban comenzando a llegar los clientes, yo me escurrí hasta donde teníamos las mochilas y todo aquello. Encontré fácilmente su chaqueta y la guardé en mi mochila sin que nadie lo notara. No creo que esto esté bien, no debería hacerlo, pero en verdad tengo ganas, confío en que el resultado será bueno, pero quizá el tiempo que transcurra hasta entonces pueda provocar algún problema. De todas formas espero que no.
Nuestro trabajo al fin había acabado, sólo quedaba disfrutar del festival. Por eso fui a buscarlo y lo encontré en un puesto, estaba hablando con la vendedora de este. Aunque se notaba que trabajaba en el campo, lucía como una mujer muy elegante, imponía su presencia en verdad.
Pero cuando me acerqué lo suficiente, pude escuchar cómo hablaban. No es que estuviera comprándole.
—¿Seguro que estás bien entonces? —le preguntó sosteniéndole el brazo que tenía la venda.
—Sí, ya me atendió una maestra. No me duele casi —miró la herida y luego de vuelta a la mujer.
—De acuerdo, de todas formas en casa me vas a dejar que lo mire, ¿sí? —él asintió y ella dibujó una sonrisa mientras le soltaba el brazo para luego acercarlo a ella y darle un abrazo.
Se dieron cuenta de que estaba muy cerca e inmediatamente la mujer lo soltó con cuidado y se colocó a un lado para recibirme mientras que él se apartaba también.
—Buenos días, señorita, puede mirar sin ningún compromiso.
—Muchas gracias —asentí y di un paso para mirar las verduras que tenía expuestas. Realmente soltaban un aroma muy fresco.
No planeaba comprarle, pero en ese momento no podía decirle que no, aunque al ver las verdiras realmente creí que sería una buena idea.
—¿Cuánto cuesta el kilo de zanahoria? —pregunté.
—Cuesta 300. Son frescas, además tienen un sabor muy dulce y ayuda a sazonar las comidas —me dijo con una voz terriblemente hipnotizante, no dejaba de sonarme elegante—. Aquí el joven me ayudó a cosecharlas hace dos días.
Él sonrió me miró por unos instantes antes de ver al suelo.
—Me llevo el kilo, por favor.
—Claro que sí. ¿Tiene una canastita o bolsa, o quiere que le dé una?
—Si me puede dar una, se lo agradecería.
—Claro que sí.
Ella comenzó a colocar las zanahorias sobre la pesa y luego las metió en una canasta de mimbre.
—Hiro, cóbrale por favor.
Él asintió y yo comencé a sacar el dinero de mi monedero. Le entregué dos monedas de cien y dos de cincuenta, pero cuando él comenzó a contarlas, guardó dos monedas en su mano derecha y luego me extendió otras dos con la izquierda.
—Aquí tiene su cambio, señorita.
—Pero te di los 300 justos —dije confundida, empecé a dudar de haber contado bien de hecho.
—Son 150 nada más, tiene un descuento —me sonrió insistiendo en que tomara las monedas y yo finalmente las acepté.
—Muchas gracias.
Miré a la mujer por un momento, pero al contrario de verde molesta o seria, sólo lo miró con una sonrisa mientras terminaba de acomodar las zanahorias.
—¿Eres una amiga de Hiro? —me preguntó con una sonrisa.
Por un momento dudé sobre mi respuesta, pero sólo asentí un poco avergonzada.
—Sí, hemos estado trabajando toda la semana juntos. Además ella también me ayudó cuando me caí —respondió mientras guardaba las monedas en la pequeña caja de metal que tenía en el puesto.
—Me alegro mucho de que se hayan hecho amigos en estos días. Gracias por cuidarlo.
—N-no fue ningún problema, todos nos asustamos cuando se cayó así que lo quise acompañar por si acaso.
Ella me sonrió con ternura.
—Soy la mamá de Hiro, Takahashi Kyoko, mucho gusto.
—Igualmente. Yo soy Nakagawa Kumiko.
—Nosotros siempre le hacemos descuento a nuestros amigos más cercanos, así que si en algún momento tu mamá o en tu familia necesitan arroz, verdura o algo del estilo, no duden en venir con nosotros. La verdad es que ahora están siendo tiempos algo difíciles.
—Muchísimas gracias —le agradecí con una reverencia justo antes de que me entregara mi canasta ya llena de zanahorias, incluso podría asegurar que le puso unas cuantas demás.
—Bueno, yo voy a estar aquí, pero ustedes vayan a disfrutar del festival, han trabajado mucho para hoy.
Pasamos toda la tarde paseando entre los puestos, incluso compramos algunos dulces y nos sentamos más apartados para poder comerlos mientras platicábamos.
Cada minuto que paso conociéndolo me hace más y más feliz, me alegro tanto de haber estado equivocada sobre él, y aunque aún me avergüencen mis primeras intenciones con él, ahora estoy agradecida de que haya sido él a quien me acercara.
Ni siquiera miramos la pasarela de los encargados de vestuario, no tenía ni ganas de verlo pudiendo estar con él así. Sólo bromeábamos y comprábamos en los puestos, pero por alguna razón me parecía algo tan extraordinario que no quería ni desperdiciar un segundo de aquello.
Cuando se comenzó a poner el sol, los puestos se iban recogiendo y el festival estaba dando por finalizado.
—¿Ya te vas a casa? —le pregunté cuando cad auno tenía recogida su mochila y estábamos a punto de salir.
—Sí, hoy no tenemos que pasar de vuelta a la escuela.
—¿Quieres ir juntos? Me dijiste que vives cerca del río, por donde está el mercado, ¿cierto? Yo vivo un poquito más hacia el ayuntamiento, pero nos queda de paso.
—Me gustaría pero es que mi vecino nos va a llevar en su camioneta y debo ayudar a mi mamá con todas las bolsas.
—Ah, claro —sonreí aunque por dentro sí que me sentía algo decepcionada, pero ni siquiera tuve tiempo de suspirar para comenzar la despedida.
—¿Quieres que te llevemos? Tú misma acabas de decir que nos queda de paso, y seguro que cabe uno más.
—No quiero molestar, en verdad.
—No es molestia. Ya está oscureciendo así que creo que será mejor que te llevemos a que vayas sola, ¿no crees?
—Si insistes entonce sno tengo ningun problema. Pero no se desvíen por mí, si me dejan en el cruce del río ya está bien.
Él asintió y justo cuando íbamos a salir, Yamato me habló.
—¡Nakagawa!
Me giré a verla y Hiro también. Siendo ella no sé si él debería estar cerca para escuchar esta conversación, no quisiera arruinar las cosas ahora. Por eso me acerqué a ella.
—Disculpa un momento, ahora voy, no tardaré nada.
—Sí, te espero aquí fuera.
Fui hacia Yamato y vi de reojo cómo algunos de sus amigos se despedían de Hiro. Algunos subían en otros coches, otros se iban caminando, incluso unos iban en bicicleta.
—¿Qué pasó?
Ella metió la mano en su bolsillo.
—Pon la mano —al hacerlo sentí cómo me colocaba varias monedas—. Yo gané. Furikawa estaba teniendo algo con Takahashi Keito, pero al final yo gané porque Sato se acaba de despedir con un beso, de hecho quedamos en seguirnos viendo quizá este fin de semana...
—Ah... Felicidades —dije un tanto confundida. ¿En serio me acaba de dar todo su dinero para decirme que ganó? No creí que me fuera a restregar así su victoria.
—Pero todas estamos de acuerdo en que quien realmente ganó aquí fuiste tú.
—¿Yo?
—No podemos tomar en serio a Takahashi, otras dos chicas también ganaron en sus grupos por estar con él. Y aunque Sato sea un buen chico, creo que los dos estamos yendo muy rápido, quizá sí salgamos en un futuro, pero desde luego con un chico tan serio como él, una relación de verdad no iría tan rápido, no se puede consolidar una relación en serio en sólo una semana. Pero la forma en la que te miraba ese chico en serio que gritaba lo mucho que le gustas. Pasaron todo el día hablando y riéndose de bobadas, pero aún así fueron la envidia de todo el instituto. No sé si ya hayan hecho algo, pero se notaba claramente cómo son afines de verdad.
—Pero no hemos hecho nada, somos amigos simplemente, no puedo ganar así.
—Pero se les nota que están enamorados. No te esfuerzas en eso, sólo te lo pasas bien con él y eso parece disfrutarlo como nada en el mundo. Sus amigos dicen que casi nunca juega fútbol en el recreo, pero el otro día jugó porque tú querías ir; alejó a Takahashi de ti por no querer perderte con un imán para chicas; en su familia prácticamente sólo comen de lo que cultivan, pero aún así te dio del poco pescado y carne que pueden comprar. Está enamorado de ti, y ni te has dado cuenta porque tú también lo estás de él. Sé que lo estás porque sino no me habrías devuelto el dinero, entiendo que no quieras que se sienta como un simple método para ganar la apuesta, todas sabemos que no lo es. Pero realmente la ganaste, por eso ten el dinero.
Jamás pensé que precisamente fuera Yamato quien me leyera tan bien, quien lo leyera a él tan bien. Todo lo que dijo era verdad. No sabía que no le gustaba jugar, parecía tan contento el otro día... ¿lo estaba porque yo me divertí jugando con todos?
—Las reglas eran tener un ligue en un semana, era una guerra de una semana, y con él no he llegado a nada, aunque estemos enamorados, sólo somos amigos ahora. Tú ganaste según las reglas de la comeptencia, así que ten tú el dinero, ¿sí? Felicidades, Yamato.
Le devolví el dinero y me miró unos isntantes antes de sonreír y entregarme una de las monedas de 50 yenes.
—En ese caso toma tu moneda. Habrá sido como si nunca hubieras participado, ¿sí? Ahora puedes tener la consciencia tranquila, no lo utilizaste, tú estás en un nivel distinto al de nosotras —intenté replicarle, pero ella me cerró la mano sobre la moneda—. No sigas nada, sólo ten tu moneda. Ahora ve porque tu enamorado te está esperando.
Le sonreí en ese momento y asentí.
—Muchas gracias, Yamato.
Asintió y justo cuando me di la vuelta, volví a oír su voz.
—Nakagawa, ¿cómo se llama ese chico?
—Hiro, Takahashi Hiro.
Mi voz fue segura y fime, me despedí con un gesto y corrí hacia él para poder subirnos en la camioneta e ir en dirección a nuestras casas.
SÁBADO
Aquí debía ser, estoy casi segura.
Eché un último vistazo alrededor antes de mirar el buzón y comprobar que decía que era la residencia de la familia Takahashi. No era una casa lujosa, era bastante sencilla, pero lucía amplia y muy bien cuidada. Aunque nadie debería atreverse a llamarlos pobres viendo los campos de arroz que tienen justo detrás de su casa y en el costado de esta. Esos terrenos seguro que valen mucho.
Estaba a punto de llamar a la puerta, pero de reojo vi cómo un coche pasaba a través de la calle. Me fijé en este sin darle importancia, pero al mirar hacia un lado vi cómo la madre de Hiro estaba caminando por ahí. Se detuvo en una de las parcelas del arrozal y caminó hasta un cruce de tierra donde tenía un pequeñísimo altar al que le colocó unas flores.
Llevaba varias bolsas así que corrí hacia ella para ayudarla.
—Kumuko, eres tú —se sorprendió aunque realmente lucía serena.
—Buenos días, ¿necesita que la ayude con algo?
—No te preocupes, sólo pasaba a dejar aquí estas flores.
—¿Son gardenias? —pregunté agachándome a su lado percatándome de las flores que eran realmente bonitas.
—Sí, son muy bonitas, ¿no crees?
—Sí, en verdad me encantan. ¿Son para alguien especial?
Ella movió su cabeza de lado y luego asintió con una sonrisa tras pensarlo.
—Realmente sí —entonces suspiró mirándolas—. La mujer que me crió me las regaló cuando conoció a Hiro, no es común que las vendan en este mercado, así que cada vez que veo compro un ramo y lo uso para decorar esta zona. Es... una especie de agradecimiento.
—¿Agradecimiento?
—Sí. Aquí fue donde encontré a Hiro. Sólo era un bebé recién nacido, estaba completamente indefenso. Aún estaba un poco sucio cuando lo encontré, no tenía ni siquiera bien cortado el cordón umbilical, así que asumimos que apenas tendría un par de horas de haber nacido. Era una noche de verano, pero aún así para él seguro que era muy frío, sólo tenía un par de sábanas para envolverlo. Fue mi esposo quien me dijo que se oía demasiado cerca el llanto de un bebé, comenzamos a movernos para ver si encontrábamos algo y yo lo vi justo aquí.
Vi cómo por un momento su mirada tan radiante comenzaba a inundarse aunque en ningún momento mostrara tristeza, todo lo contrario.
—Me gusta creer que estábamos destinados a ser madre e hijo. ¿Por qué en un arrozal? ¿Por qué dejarían en un lugar así a un bebé abandonado? Quizá sólo querían que muriera de frío en pocas horas para olvidarlo por siempre, pero él quiso vivir. Lloraba muy fuerte para que alguien lo encontrara, y nada más cargarlo en mis brazos, su llanto se volvió débil por el frío. Todo estaba planeado para ese instante: él tenía la energía suficiente como para que lo recogiera, yo decidí que me quedaría esa noche en el arrozal como si supiera que todo aquello iba a pasar. Me dicen que le salvamos la vida, pero realmente él se salvó, él fue quien luchó siendo tan pequeño para sobrevivir, fue realmente quien nos salvó a nosotros. Yo no podría vivir sin él.
—Me alegro mucho de que sea un hijo tan querido... No lo conozco pero sin duda es una persona que se lo merece todo.
Ella sonrió y asintió antes de secarse las pocas lágrimas que amenazaban con salir.
—Me alegro de que tenga una amiga como tú. Pocas veces habla tanto de sus amigos como hizo ayer contigo. No dejaba de repetir lo mucho que se divirtieron ayer en el festival, y todo lo que hicieron en la semana. Gracias por cuidarlo, te lo digo de nuevo, Kumiko.
Sonreí desde lo más profundo de mi corazón y ella me acarició la espalda antes de entregarme una de las gardenias que tenía en el ramo.
—¿Ya desayunaste? ¿Quieres pasar por un dulce o un té a la casa?
—No quiero causar molestias, sólo venía a traerle algo a Hiro.
—No es ninguna molestia, ven, es tu casa.
Me llevó hasta su casa y me ofreció asiento en la sala. De nuevo, no tenía muchos muebles y era sencilla, pero tenía un toque muy acogedor y agradable.
—¿Hiro? —preguntó al oír algo de ruido desde la cocina y fue hacia ella—. Ya estoy en casa, ven a la sala un momento.
Se escucharon unos segundos de silencio y entonces él abrió la puerta.
Me sorprendí al verlocon el pelo revuelto ropa de dormir, llevaba un vaso de agua en la mano y tenía cara de que no hacía mucho que se había despertado. Pero inmediatamente mi sorpresa se transformó en ternura, mientras que la suya al verme en la sala, se volvió vergüenza inmediata. Todo el sueño se le espantó de golpe.
—Ven —su mamá lo llamó, mostrando con su expresión que entendía lo que él estaba sientiendo en ese momento.
Caminó rápidamente hasta la mesa donde se sentó mientras se arreglaba el cabello con la mano y dejaba el vaso sobre la mesa.
—No es un flojo, es rarísimo verlo así por la casa y más a estas horas —habló la señora Takahashi al verlo intentar arrelgarse tan rápidamente—. Ayer después de llevarte a casa, fue con el vecino a llevar otras cargas a unas tiendas y regresaron hasta tarde, así que vino cansado.
Por su cara no sabía si su madre estaba ayudando o no, no sabía ni a dónde mirar.
—Lo siento, me dejé dormir por completo —intentó excusarse conmigo pero entonces negué varias veces.
—No te disculpes, con todo lo que hicimos ayer y lo que acaba de decir tu mamá, además de tu herida, seguro que estabas cansadísimo. Además mi papá siempre dice que los fines de semana son para descansar. Yo tampoco es que haya madrugado mucho, de hecho —dije con más vergüenza de la que realemnte sentía, a ver si eso lo hacía sentirse menos apenado. Aunque no sé de qué se avergüenza: su motivo es más que entendible, además tampoco es muy tarde. Aunque si es por su aspecto, incluso así se ve guapísimo.
Yo también llegué a casa y estuve ocupada un buen tiempo. Me dormí por no aguantar más y nada más despertar di los últimos detalles, pero por alguna razón no me sentía cansada aunque hubiera dormido poco.
—Venía a traerte esto —saqué su chaqueta de mi bolso y se la entregué—. Ya está cosida. Creo que no pude ocultar del todo las puntadas, pero quedaron lo más discretas posible.
Miró con sorpresa cómo la manga de su chaqueta ya estaba remendada y limpia.
—No te hubieras molestado, en serio... Ni siqueira noté que la tenías tú, regresé tan tarde que no llegué ni a vacíar mi mochila. Muchas gracias, de verdad.
Su reacción era tan genuina que no dejaba de causarme ternura a la vez que una felicidad inmensa.
—La tomé un poco a escondidas, la verdad. Es en agradecimiento por el almuerzo del otro día y por lo bien que nos lo pasamos esta semana.
—En serio que gracias —la dejó sobre la mesa para entonces hacer una reverencia más formal arrancándome una sonrisa.
—Muchas gracias, Kumiko —me dijo su madre—. ¿Quieres quedarte a almorzar?
La miré y ella me asintió con complicidad para quitarme la vergüenza de querer aceptar con todas mis ganas.
—Me encantaría.
—¿Pueden ir entonces a comprar algo de carne? Me hace falta para el estofado de hoy.
—Vamos entonces —él asintió levantándose—. Vengo en un momento, voy a cambiarme.
Lo esperé y en verdad no tardó nada en regresar ya con ropa de calle y el pelo completamente arreglado, incluso creo que se echó alguna loción pues me llegaba un suave olor muy agradable que no tenía minutos atrás.
Fuimos hacia la puerta y nos colocamos los zapatos. Nada más salir de la casa, yo lo miré.
—¿Vamos a la carnicería entonces?
—Sí, y también traje algo de sobra para comprarnos otros dulces como los de ayer, los que dijiste que te habían encantado.
Le sonreí y entonces tomé su mano para comenzar a correr en dirección a la carnicería. Rápidamente me siguió el ritmo sin soltarme, y me miró con una de sus sonrisas sicneras, no las que usa para disimular sus actitudes serias y no verse cortante, era de esas que reflejan lo feliz que se siente, por eso intenté devolverle el sentimiento.
No me daba vergüenza ir tomados de la mano, no me daba vergüenza mirarlo tan fijamente a los ojos pues, justo como dijo Yamato, no me preocupaba por nada de eso por estar tan enamorada. Sólo que esta vez quería hacerle saber cómo me sentía.
Regresé del verano esperando simplemente una rutina aburrida, pero no fue el festival en sí lo que me hizo sentir que la monotonía estaba rota; fue el hecho de conocerlo. No lo imaginé, no pensé siquiera que lo de acercarme a un chico funcionara.
Mi perspectiva cambió totalmente, me da igual quién nos vea, lo quiero a él por un millón de motivos y ninguno de esos es que es la "carne fresca" que entró al instituto femenino. Decíamos que ellos iban a saber lo que era una guerra en una semana, pero realmente yo también tuve parte de una lucha interna. Y aunque esa lucha haya acabado el jueves cuando supe quién era realmente y comenzamos a acercarnos aún más, esto no va a durar sólo una semana, quiero que este sentimiento dure para siempre, quiero seguir tomando su mano y correr hacia donde sea mientras miro sus ojos por muchos años más. Llevaré cientos de gardenias al altar con tal de que eso suceda. No me cansaré de agradecer todo lo que pasó durante esta semana.
*** *** ***
Ay mis niños, qué felices son ellos <3
En fin, aquí estuvo el extenso one-shot que perfectamente podría haber sido una historia corta pero no lo fue. Aquí está para marcar el inicio de clases, pues aunque hoy es primero de octubre, lo comencé a escribir desde el 20 o 21 de septiembre, poquito antes de comenzar las clases. La diferencia es que yo no tengo un Hiro en mi vida... pero bueno, detalles, entré a clases igual que ellos UnU
Espero que les haya gustado el one-shot que pertenece al universo de una historia original que aunque ya está planeada, aún no sale, le falta un tiempecito. Igualemnte les deseo un buen inicio de clases y nos vemos pronto.
Atsushi~
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