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10. Con Amor, Desde Stalingrado


—20 de febrero de 2022  

 AU: Con Amor, Desde Stalingrado

 Canción: Kukushka — Polina Gagarina

PRIMERA PARTE

20 de febrero de 1942  |  Base de Mokrous, Rusia.

—Lander, despiértate —dijo el chico moviendo el brazo del contrario, pero al verlo profundamente dormido no evitó reír—. Lander, ya despiértate.

—¿Qué? ¿Qué hora es? —murmuró el chico aún retorciéndose en la manta.

—Casi las ocho. Debemos ir a una reunión, ¿recuerdas? —pero casi de inmediato él volvió a quedarse dormido— Al menos déjame quedarme un minuto aquí, te ves tan caliente aquí acostado y yo congelándome allá afuera.

Casi automáticamente el chico se giró para dar un poco de espacio, pero seguía sin reaccionar, por eso Ángel aprovechó para acostarse a su lado sintiendo un escalofrío por el contraste de temperatura.

—Estás frío —murmuró ahora más consciente.

—Porque vengo de estar afuera, hay nieve, ¿sabes?

—Ay, ya voy... —de nuevo lo hizo reír, pero casi de inmediato Ángel volvió a alertarse al escuchar cómo alguien abría la cortina de la tienda de campaña donde estaban. Había varias camas, pero ahora sólo estaban ellos. Al haber llegado casi en la madrugada, todos sus compañeros estaban durmiendo, por eso ellos ocuparon las dos camas que quedaban libres y los acompañaron en el sueño sin haberlos conocido. Bueno, uno de ellos sí que se había despertado y de hecho los había ayudado a encontrar las mantas para sus camas.

—Buenos días —saludó un chico pelirrojo mirándolos—. Chicos, en cinco minutos debemos estar listos.

—Claro, ahora vamos —dijo Ángel asintiendo un poco nervioso.

—Los esperamos en el punto de reunión —hizo un gesto con la mano justo cuando Ángel se levantaba intentando que Lander lo imitara—. Por cierto, soy Artyom Shevchenko, mucho gusto.

—Ángel Rey Cano —se presentó con una pequeña sonrisa también—. Pero ayer ya nos habíamos presentado, Shevchenko, me acuerdo.

—Ah no, seguramente hablaron con mi hermano, Anatoli —dijo con una pequeña risa.

—Oh, puede ser, estaba oscuro y veníamos cansados, lo siento —se disculpó antes de que ambos se volvieran a despedir.

Consiguió que Lander se levantara y vistiera rápidamente para poder salir los dos a donde estaba el resto de tiendas de campaña y hacia la izquierda estaba lo que les habían presentado como el comedor teniendo justo enfrente el punto de reunión: una hoguera con asientos alrededor.

Ahí encontraron al general que los había recibido al llegar la noche anterior, se encontraba frente a los que suponían que serían sus compañeros.

—Perfecto, ya estamos todos —dijo con esa sonrisa tranquila que mostraba a pesar de su imponencia. La verdad a ambos les había sorprendido la accesibilidad de ese hombre, pero aún así no parecía alguien se les ocurriría desobedecer o faltar el respeto—. Soy el general Dimitri Petrovich Kuznetsov.

Tomaron asiento en el banco que quedaba libre, estaban junto a un chico de cabello rojizo que no pareció prestarles demasiada atención en el primer momento.

—Ya están informados de ustedes formarán parte de una unidad de élite especial, una unidad de comandantes si podemos llamarla así. Todos ustedes son especialistas que han destacado en un área, por eso trabajarán juntos de ahora en adelante, cada uno en su área por supuesto, pero también serán los encargados de instruir y dirigir a las tropas especializadas de menor rango. Pretendemos que al tener un escuadrón formado únicamente por especialistas y convivir entre ustedes, se facilitará la coordinación entre las unidades que liderarán. El capitán de este grupo será el Camarada Danilov, cualquier cosa pueden contar con él.

El chico rubio se levantó saludando a sus compañeros para luego volver a sentarse aunque no por mucho tiempo.

—Después del desayuno les daremos sus primeros trabajos, así que ahora desayunen juntos y comiencen a conocerse, será más fácil de esta forma —dijo con una pequeña risa.

Todos se levantaron y se dirigieron al comedor donde eran los primeros y por lo tanto pudieron servirse aún cuando la comida estaba caliente. Ocuparon una mesa amplia y hubo unos segundos de silencio antes de que fuera uno de los chicos pelirrojos quienes empezaran a hablar. 

—¿Ustedes son hermanos también? —preguntó a los dos chicos con rasgos más orientales quienes también estaban sentados juntos y cerca de ellos también.

Ambos asintieron con una pequeña risa. Uno de ellos era el único, junto a una chica, que llevaba un uniforme militar de oficina, el resto de chicos lo tenían apto para el combate. Fue el otro quien habló al tener su hermano comida en la boca.

—También somos gemelos. Yo soy Rhett y él es Mikhail, somos de Kazajistán —se presentó y a su hermano quien hizo un gesto con la cabeza—. A ustedes no hace falta preguntarles, son como dos gotas de agua.

Los pelirrojos rieron y luego uno de ellos tomó la palabra.

—Sí. Yo soy Anatoli y él es Artyom, somos de Minsk.

—Ah, de la Rusia Blanca —comentó con sorpresa un chico de cabello rojizo—. Soy Deidra Ácrux, de Croacia —se presentó después de que varios lo miraran.

—Sí, deberíamos presentarnos todos —asintió Danilov pasando un trago de agua—. Yo soy Aleksander Danilov, díganme Sasha, soy de Tobolsk.

—Yo soy Enver Mirzayeva, de Uzbekistán —se presentó el castaño que estaba justo enfrente de Sasha antes de mirar al chico que estaba a su lado y apenas había separado la vista del plato.

—Aleksei Pavlichenko, de Kiev —dijo con la voz algo baja.

—Espera, Pavlichenko... —Sasha ladeó la cabeza al tener muy fresco el apellido pero definitivamente no se trataba de ese chico.

—Es mi prima —asintió finalmente alzando la mirada como saludo antes de seguir comiendo.

—Soy Nicola Rocco, pueden llamarme Niko. Soy de Armenia pero me crié en Moscú —se presentó con tranquilidad la única chica del grupo.

—Yo soy Ángel Rey Cano —se presentó cuando llegó el momento—, de España.

—Lander Garatea Atxa, también de España —lo siguió su compañero.

—¿De España? ¿En serio? —los miró Mirzayeva— Genial. ¿Y por qué están aquí? Digo... no es que estemos muy cerca.

Lander rio un poco y le dio la razón antes de explicarlo.

—Vinimos hace unos seis años más o menos. Cuando empezó la Guerra Civil allá, nos mandaron a Moscú por contacto de unos familiares y ahora ya llevamos un tiempo viviendo aquí. Bueno, estudiamos en Moscú y luego vino el reclutamiento, eso como a todos me imagino.

—Eso sí —rio Enver dándoles la razón. Entonces todos miraron al último chico que faltaba por presentarse—. ¿Y tú?

—Luciel Slocker, de Vladivostok —mencionó con un tono algo serio pero amable aún así.

—Oye Pavlichenko —lo llamó Artyom—. ¿Y tú en qué te especializas?

—Francotirador —respondió teniendo la mirada fija en la del chico.

—Oh ya, ¿así que es algo de familia? —preguntó Danilov con una pequeña risa.

—Podría decirse —asintió volviendo a bajar la mirada hasta su comida.

Ánge se quedó mirando a Aleksei por unos segundos, pero luego comenzó a observar las caras de todos.

—Oigan, deberíamos decir en qué nos especializamos, de todas formas vamos a trabajar juntos así que cuanto antes saberlo mejor, ¿no, Camarada Danilov? —sugirió Anatoli mirando a su nuevo capitán.

—Cierto. A mí ya me dieron la información de todos así que por un momento lo olvidé, pero definitivamente es mejor presentarnos personalmente, así nos conoceremos mejor —sonrió—. Bueno, yo estoy especializado en explosivos y diseño de trampas, pero me defiendo un poco en el tiro.

—¿Es ingeniero, Camarada? —preguntó Mikhail.

—Estudiaba física, no llegué a terminar como me imagino que les sucedió a varios de ustedes —comentó con una pequeña sonrisa.

—Yo soy médico de campo. Como dijo el Camarada Danilov, yo también estuiaba odontología pero no pude seguir y en el ejército ya me instruyeron como médico de campo —explicó Rhett.

—Yo soy operador de radio —dijo su hermano.

—Qué modesto —rodó los ojos Rhett haciendo que Sasha riera.

—También iba a decir lo mismo.

—Micah era el mejor interceptando mensajes en nuestra antigua base. De hecho él es abogado, entró para moverse un poco en la política militar pero lo destinaron a comunicaciones por hablar alemán y además ser excelente interceptar mensajes —miró de reojo a su hermano quien suspiró con una sonrisa resignada y luego hizo un gesto de saludo con la cabeza.

—Mucho gusto —algunos rieron por esa escena.

—Ah, así que se trata de usted —dijo Nicola moviéndose un poco hacia adelante para poder verlo, pero al notar cómo estaba algo confundido y que su intervención había sido espontánea, se explicó—. Me dijeron que había otro abogado en el escuadrón al que me destinaban, que había sido operador de radio y me instruiría, pero que también trabajaremos juntos representando a al grupo en las reuniones. Gracias por ofrecerse a instruirme, Camarada.

—Con mucho gusto —dijo él devolviéndole la sonrisa más levemente.

—Nosotros somos espías —habló Anatoli una vez recibieron varias miradas encima.

—Hacemos un poco de todo pero nos suelen destinar a misiones así —asintió Artyom antes de que su hermano dirigiera la mirada al pelirrojo.

—Yo soy artillero de tanques —dijo con una pequeña risa causada por la mirada del menor quien luego de devolverla llevó la mirada al otro lado.

—¿Ustedes, chicos? —Anatoli se dirigó a los tres que estaban en la punta opuesta de la mesa.

—Yo me especializo en reconocimiento de terreno y desarme de minas —dijo Lander incluso con una sonrisa.

—Yo soy francotirador —Ángel recibió también la mirada de Aleksei justo como él había hecho minutos atrás. Cuando estas se cruzaron, los dos se dieron un saludo discreto sabiendo que ellos también trabajarían juntos con frecuencia.

—¿Slocker, también eres tirador?

Él negó con la cabeza y luego miró a sus compañeros.

—Me llamaban incursor así que supongo que en eso me especializo.

—Así es, Slocker hace como los incursores de trincheras en la Gran Guerra —empezó a explicar Sasha—. Durante las noches o en momentos de tranquilidad, él se adentra en las bases enemigas y elimina soldados en silencio. Es capaz de entrar y salir sin ser visto y aún así matar a medio escuadrón. No son tan comunes los incursores en estas batallas así que Luciel es un arma que nadie espera que tengamos pero aún así provoca bastante terror.

2 de septiembre de 1942  |  Stalingrado, Rusia.

Ángel, Lander y todos los chicos de la unidad habían comprobado con el paso del tiempo que todo lo que dijo Sasha sobre Luciel era cierto.

—Anatoli, Artyom está saliendo —avisó Enver al ver cómo su hermano junto a otro soldado alemán salían de las ruinas que habían tomado como base para esas dos noches.

Anatoli bajó por las escaleras del edificio donde ellos se encontraban y se dirigió, ya vestido con el mismo uniforme alemán hacia donde su hermano y el soldado iban.

—Voy a ver por allá —le indicó a su compañero en alemán y el otro asintió yendo en otra dirección.

Artyom se dirigió a la zona donde estaba la línea de cableado, justo detrás de un montículo de escombros. Allí fue donde se quedó unos escasos minutos revisando y yendo rifle en mano por si acaso hasta que Anatoli llegó colocándose a su lado.

—Nos vamos en una hora, hay tiempo pero debe hacerlo ya —le dijo Artyom a su hermano en voz muy baja—. Nos iremos hacia el centro de la ciudad, nos está esperando una compañía más. Quieren asegurarse de que Fritz Scheiban está en el ejército alemán así que nos conviene que aquí se acabe todo. Son siete, ocho si contamos a Fritz.

—Bien. Todos están en posición, avisa para que Sasha pueda dar la orden de ataque entonces.

—¿Y Luciel?

Anatoli miró hacia los escombros que estaban en el lado opuesto a ellos, llevando hacia otra apertura del edificio donde estaban los enemigos.

—¿Ves ahí? —le indicó a su hermano— De los dos cadáveres que están en la entrada, el de la derecha es Luciel. Lleva toda la noche arrastrándose hacia su edificio.

—Ni siquiera yo me di cuenta, y lo estuve buscando —confesó Artyom sorprendido al ver cómo el chico efectivamente sólo parecía un cadáver más—. Bueno, le diré a Sasha.

—¿Cómo se llaman? —hizo un gesto señalando al edifico donde estaban sus compañeros.

—El que vino conmigo es Müller, no hay un desarmador de minas pero quizá el más cualificado para eso es Richter. Ah, por cierto, anoche hablaste sobre tus padres en Frankfurt, todos bebieron bastante, se supone que bebiste también un poco pero no mucho, te tocó hacer la guardia de noche junto a Jünge.

—De acuerdo —asintió dándole un abrazo a Artyom antes de que este se fuera—. Te veo en un rato.

—Suerte, hermano.

Calculó el mismo tiempo que tardó él en llegar desde la base hasta el lugar de encuentro. Dio un margen de dos minutos mientras enterraba la mina falsa que había traído consigo.

Entonces se levantó y corrió hacia donde estaría su compañero.

—Müller —captó su atención de inmediato—, encontré una mina, es pequeña pero creo que podría haber una red de ellas en la zona.

El opuesto se quedó pensativo unos segundos y luego le restó importancia.

—Déjalo, ya nos vamos de todas formas.

—Así fue como eliminaron a mi unidad —negó con la cabeza—. Sólo que hasta ahora hemos pisado en los lugares correctos. Si es una red de minas deben tener el camino hacia el centro de la ciudad completamente lleno —de nuevo se quedaron en silencio—. Hay que avisar a Richter.

Llamaron al chico y los tres se fueron hacia la mina que él acababa de colocar. Empezó a explicarle cómo había sucedido todo y lo que él pensaba que pasaría.

Esos fueron los minutos que Luciel aprovechó para entrar al edificio sin hacer ruido aún cubierto por la oscuridad debido al lento amanecer. Fue hacia arriba donde había un francotirador acompañado por un vigilante, este fue su primera presa.

Oculto en los restos de un muro, esperó a que el vigilante se acercara un poco más, y fue en ese momento en el que él salió para cubrir su boca y sin dejar pasar un segundo, cortara su cuello con la bayoneta que llevaba en una funda colgando en su cinturón, la única arma con la que había salido de su base.

Tomó su cuerpo y lo recostó sin hacer ruido, entonces se pudo dirigir hacia el francotirador quien había empezado a descubrirse por no recibir respuesta cuando llamó a su compañero debido a los sonidos que conseguía percibir.

Por suerte no hablaba muy alto, pero al quitarse por completo la manta que lo mantenía oculto en los escombros, quiso gritar para alertar a sus compañeros, pero Luciel sólo soltó su brazo haciendo volar el mismo cuchillo hasta el pecho del hombre matándolo al instante una vez más.

Recuperó su arma dispuesto a bajar, ahí pudo acabar con un chico joven que ni siquiera se había despertado, luego tuvo que apuñalar en la espalda a aquel que estaba calentando un poco de agua para luego correr contra el tiempo cuando el hombre restante gritó a sus demás compañeros y quiso coger su fusil. 

—Ese fue Jünge —fue lo último que dijo Müller al escuchar el grito. Ángel llevaba varios minutos con su cabeza en la mira, sólo tuvo que disparar para abatirlo de inmediato. Pero cuando quiso recargar para eliminar a Richer viendo cómo Anatoli se cubría encogiéndose en el suelo, al poner la mira sobre el hombre vio cómo caía desplomado también.

—Aleksei lo mató —le dijo a su compañero quien también estaba llevando la mira de sus binoculares hacia el edificio de enfrente.

—Y Luciel ya acabó —dijo Enver al ver al rubio hacer una señal antes de bajar y cruzar hacia el edificio donde estaban Ángel, Enver, Artyom y Sasha.

—Con eso ya damos por completada la misión —fue lo único que dijo Sasha antes de terminar una anotación en una pequeña libreta que llevaba y luego la guardó en su bolsillo.

Luciel y Anatoli llegaron al edificio donde estaban todos ellos y al poco tiempo también lo hicieron Rhett y Aleksei.

Artyom abrazó a su hermano una vez lo vio llegar sano y salvo. Enver le entregó a Anatoli su chaqueta para que la cambiara llevando ahora en su brazo la del uniforme militar alemán para que ya no lo confundieran con el enemigo a simple vista.

La estrategia que habían empezado a usar era esa misma: los hermanos Shevchenko se unían a grupos alemanes usando su conocimiento del idioma y una identificación falsa a nombre de Fritz Scheiban, uno de ellos se unía al grupo fingiendo ser un superviviente de algún ataque, y en algún momento se cambiaba con su hermano para llevar información a su escuadrón el tiempo necesario y prudente, antes de que eliminaran al grupo alemán. De hecho, varias veces había sido gracias a la falsa información de Fritz que el grupo terminaba en una emboscada soviética donde el único superviviente era Scheiban, es decir, alguno de los dos gemelos.

—¿Todo bien? —preguntó Enver al ver llegar a Rhett en compañía de Aleksei.

—Excelente —asintió Becke y Aleksei sólo hizo el gesto con la cabeza.

Esta misión había sido corta en comparación con las anteriores. Artyom se había unido al grupo alemán con el nombre de Fritz la tarde anterior, todo ese tiempo ellos llevaban en posición. Los llevaban observando todo el día, toda la noche Enver y Rhett vigilaron sus movimientos sin poder comunicarse entre ellos. 

—Aleksei —el rubio se giró al oír a Ángel dirigirse a él mientras se llevaba el rifle al hombro—. Fue un tiro excelente.

Al ver la pequeña sonrisa en los labios del mayor, él le respondió a su modo sabiendo que Ángel podía identificar sus sonrisas sólo con verle los ojos.

—Gracias. El tuyo igual. Fue muy limpio, yo tenía la mira en él pero cuando lo vi caer cambié inmediatamente al otro, por eso vi cómo lo hiciste. La bala salió del otro lado.

—Es verdad —asintió Anatoli riendo un poco al comentar en una conversación ajena, pero después de todo él estuvo a menos de un metro de los dos objetivos. De hecho estuvo a esa distancia tan cercana pero completamente tranquilo por confiar en la habilidad de sus dos compañeros.

Ángel le puso una mano en la espalda al rubio mientras caminaban en dirección a la salida para volver a la carretera donde esperarían al siguiente transporte aliado para así volver al campamento.

Aleksei casi no hablaba, lo hacía lo justo y sólo cuando le preguntaban o era necesario, sólo hablaba con soltura cuando se trataba de disparar, incluso podían verse pequeños brillos en sus ojos. Los que habían empezado a notarlo sentían extrañeza, incluso algo de miedo por saber que sólo hablaba con confianza sobre asesinatos a sangre fría, pero los pocos que lo conocían mejor, habían entendido que era su forma de sobrellevarlo, que él tenía sus motivos para encerrarse en su silencio.

3 de septiembre de 1942  |  Base de Mokrous, Rusia.

Las risas se escuchaban por toda la habitación, todos estaban celebrando realmente. El escuadrón de élite celebraba la exitosa misión en Stalingrado y la vuelta de todos sus compañeros, otros soldados celebraban el resto de victorias en la misma ciudad, otros brindaban por la victoria aliada, y otros celebraban el encontrarse con vida simplemente.

Todo el comedor estaba inundado de voces y celebración, había incluso quienes tocaban el acordeón para animar el momento.

—Hasta nuestros diplomáticos están aquí para celebrarlo —rio Rhett recargándose en el hombro de su hermano en un intento de abrazo que casi tiraba a ambos de no ser porque Nicola sujetó a su superior riendo también.

—Bueno, creo que ya fue suficiente para ti —rio Mikhail quitándole la botella de la mano y dejándola en el lado opuesto con una pequeña risa—. ¿Quieres? 

Niko negó con amabilidad rechazando la botella antes de sujetarla pretendiendo dársela a sus demás compañeros.

—¿No va a querer, Camarada? —le ofreció primero a Mikhail antes de devolverla a la mesa.

—No, no puedo tomar —negó con una corta sonrisa antes de dar unas palmadas en el brazo de su hermano quien sólo soltaba vagas risas frente a los comentarios de los demás.

En el otro lado del pequeño círculo, Sasha cruzó la mirada con Deidra y se hicieron una señal casi imperceptible para los demás.

—Toma —Danilov vertió lo último de la botella en el vaso metálico de Lander quien lo recibió con gusto—. Ya se acabaron la botella, son todos unos borrachos —bromeó en alto al dejar la botella encima de la mesa.

—Camarada, yo no lo he visto beber —dijo Deidra entre risas.

Luciel lo miró con seriedad, pero se sorprendió al escuchar una respuesta de Sasha completamente opuesta a la que esperaba.

—¿Quieren verme beber? ¡Pobres de ustedes, voy a humillarlos a todos! —dijo en alto y volteó de nuevo a ver a Ácrux— Deidra, tengo una botella de vodka en mi cajón, lo traje de Moscú, ¿la traes?

Él se levantó rápidamente sin protestar y dejó su vaso en la mesa antes de mirar al chico que llevaba sentado a su lado.

—Anatoli, ¿me acompañas?

Él lo miró con algo de sorpresa pero rápidamente asintió y se levantó yendo junto a él.

Ambos salieron del comedor en dirección a la tienda donde dormía todo el escuadrón, pero al alejarse un poco del ruido, Deidra le puso una mano enfrente a Anatoli.

—No tenemos prisa, tranquilo —rio haciendo que se reflejara esto en el otro.

—Lo siento, estoy acostumbrado a ir rápido que ya ni me acuerdo de lo que era pasear.

—¿Ah sí? Pues entonces tomemos esto como un paseo nocturno.

Ambos sonrieron y siguieron con el paso más tranquilo hasta la tienda de campañana. Fueron en silencio, ambos mirando las estrellas que esa noche se lucían gracias a la falta de nubes y al buen clima por estar todavía en verano.

Al entrar Anatoli fue en dirección a la cama de Sasha y rebuscó entre los cajones que había debajo de esta hasta encontrar la botella junto a su abrigo de invierno bien doblado.

Pero al haber apartado una camisa que permanecía doblada en el cajón de junto para buscar, vio cómo un sobre se caía de esta. Lo tomó así como los papeles que habían salido de este. Pero le llamaron la atención las fotos que había entre ellos. Sasha ya les había mostrado la foto de sus padres que se encontraban junto a su perro en la sala de su casa, esa foto estaba entre los papeles así que la observó una vez más con una pequeña sonrisa. Su madre era rubia pudiendo verse de dónde había salido el color de cabello  de Danilov, mientras que su padre parecía ser castaño, pero sus rasgos eran casi los mismos que su hijo.

Pero fue otra foto la que le llamó la atención. Esta se trataba de una más reducida, parecía una foto como de pasaporte o identificación militar. Miró el reverso leyendo cómo Aleksander ya había escrito ahí "es él", pero al darle la vuelta se sorprendió al encontrarse con la foto de Ángel. Rápidamente miró la siguiente foto, se trataba de aquella que les habían tomado a ambos en el cuartel, durante una pequeña reunión. Los dos sonreían, quizá uno más explícitamente que el otro, pero ambas sonrisas eran sinceras. La foto no la habían tomado hace más de tres meses, pero aún así estaba algo maltratada, esto debido a que Sasha parecía llevarla consigo a todas partes. Pensar en que podría ser que su capitán también estaba enamorado de un miembro de su escuadrón le provocó una sonrisa de ternura.

No fue hasta que se dio cuenta de esta sonrisa suya, que reparó en que nada de eso le incumbía, por eso recogió todo de inmediato.

—Aquí está —recogió todo de nuevo y luego la miró con una sonrisa empezando a leer—, se ve bastante bien, ¿eh?

Pero cuando miró a Deidra, él sólo sonreía mirándolo con ternura teniendo ambas manos en los bolsillos. Esto sonrojó ligeramente a Anatoli quien se acercó a él con tranquilidad.

—¿Listo?

—Vamos —asintió Shevchenko.

—¿Quieres uno? —dijo sacando de su bolsillo una cajetilla de cigarros y ofreciéndole uno. Por un momento se quedó pensativo pero finalmente aceptó tomando uno con su debido agradecimiento.

—Supongo que es una ocasión especial —rio y tomó el cigarro antes de que Deidra hiciera lo mismo dejándolo entre sus dientes para poder buscar la caja de cerillos y encenderlos una vez salieron dejando la lámpara apagada.

—Oh, mierda —maldijo Deidra al sacar la caja y encontrarse con que sólo quedaba un cerillo, eso era lo único que no estaba en su plan y que al parecer se lo había fastidiado—. Sólo hay uno...

—Está bien, úsalo tú, tú tenías el antojo —dijo Anatoli con una sonrisa.

—No, úsalo tú, toma —se lo entregó pero él lo rechazó obligándolo a encenderlo y así prender el cigarro también, pero justo cuando querían usar la llama restante, la brisa no estuvo de su lado.

—Maldición... —rio Anatoli al ver cómo la llama se extinguía y Deidra miraba con el cigarro en los dientes cómo lo hacía— Espera, tengo una idea.

Colocó también el cigarro en su boca y juntó la punta con la de Deidra consiguiendo que después de unos segundos este se encendiera también. Lo tomó con los dedos y le sonrió al mayor una vez se separaron.

—Funcionó —dijo con una pequeña sonrisa siendo correspondida por la de Ácrux. Ambos se quedaron de pie afuera de la tienda, contemplando de nuevo el cielo mientras el viento se llevaba el humo de los dos cigarros—. ¿Sabes? Nunca había fumado en verano, se siente extraño...

—¿Ah sí? ¿Cuándo empezaste?

—Este año —comentó sin apartar la mirada del cielo—. Antes de llegar al escuadrón estuvimos en una misión, me reuní con un oficial alemán, me había ofrecido el cigarro pero no lo encendí porque nunca había fumado antes y justo en ese momento tendríamos una reunión. Todo fue bien, en ese entonces usábamos otra identidad falsa, pero después de la reunión hubo una pelea aérea, me ordenaron escoltar al oficial a una zona segura, pero mi trabajo en esa misión era matarlo después de la reunión. Se supone que el avión aliado nos encubriría, pero al parecer había una tropa aérea alemana y se hizo una pelea. Ni siquiera tuve que matarlo, de camino al refugio un avión cayó donde estábamos, se incendió todo, se derrumbó parte del edificio... No recuerdo casi nada, sólo que salté por una ventana y me quise alejar, me caí en el césped y vi cómo caía otro avión encima, y sólo me quedé ahí, esperando. Esperando a que llegaran por mí o porque me cayera un avión encima, no lo sé, no pude moverme, me paralicé por completo. Habrá pasado media hora hasta que me pude mover de nuevo, pero sólo me quedé sentado, había caído una pieza pequeña cerca mío y seguía ardiendo, con ese fuego encendí el cigarro y ahí me quedé. Artyom y el resto de aliados me encontraron ahí sentado, fumando mientras miraba el edificio quemarse, de hecho él me tuvo que llevar cargando porque no podía reaccionar todavía bien. Artyom ya había fumado antes, quizá su primera vez fue en el instituto, no lo hacía mucho realmente, pero la siguiente vez después de ese día yo ya le pedía alguno de vez en cuando. 

—Anatoli, lo siento, si no quieres hablar de...

—Está bien —negó con la cabeza mirando el cigarro después de expulsar el humo que había tomado—. Lo he hecho un par de veces cuando hace frío o quiero calmar los nervios. Es extraño porque no es que me relaje como creo que suele ser común, tampoco me quita la ansiedad. El día del accidente yo estaba sentado sin más porque mis nervios estallaron, tenía tanto pánico que no podía sentirlo, no me pude mover, sólo miraba el incendio entre una calada y otra. Estaba tan aterrado que incluso estaba tranquilo. Así que cuando fumo me acuerdo de esa vez, si estoy nervioso y fumo me acuerdo de lo que fue ese día, de lo que fue ser el único superviviente de algo así, de cómo no podía sentir nada por culpa del miedo —entonces miró a Deidra con una sonrisa tranquila—. Por eso me calma, supongo. Pero ahora es distinto, ¿sabes? No importa cuánto fume o esté reviviendo directamente ese momento, estando contigo sigo algo nervioso.

—¿En serio?

—Sí, no sé por qué —mintió aún con la sonrisa en el rostro—. ¿Y tú desde cuándo fumas?

El cambio de tono en Anatoli lo hizo tranquilizarse un poco e incluso reír.

—Me gustaría decir que también empecé a hacerlo pasa sobrellevar esto, pero realmente fue desde el instituto.

—Wow, así que eras un chico rebelde —rio mirándolo de nuevo haciendo que él se sonrojara un poco.

—No sé yo...

Las risas de Anatoli se grabaron en su oído provocándole una sonrisa tierna. Ambos se quedaron en silencio después de eso, apenas notando cómo habían quedado hombro con hombro mientras Anatoli contaba la historia de aquel horrible día.

Deidra suspiró mirando al cielo, casi sin notar que Anatoli lo miraba a él.

—Deidra... —lo llamó, pero una vez su voz sonó en el aire, se arrepintió de haber hablado teniendo aquel sentimiento en la garganta.

El mayor lo miró fijamente, pero al ver los nervios en los ojos del menor, no evitó dejarse llevar por el sentimiento que tanto golpeaba su pecho cuando estaba con él. Por eso fue que, sosteniendo en su mano el cigarro, pasó la mano por la nuca de Anatoli para así acercarlo a él lo suficiente como para que sus labios se rozasen, e instintivamente ambos llevaran ese roce a un beso profundo.

Al separarse, los ojos de ambos seguían conectados, insistiendo en observar los opuestos más tiempo. Pero eso fue imposible ya que sus párpados se cerraron nuevamente dejando ahora un beso mucho más intenso que se siguió repitiendo por varios minutos hasta que decidieron volver con los demás.

Deidra ya había hablado de aquello con Sasha, Danilov ya sabía que Deidra llevaba tiempo enamorado de Anatoli y había deducido que el sentimiento era mutuo; por eso les ofreció esa ayuda para que pudieran tener un momento a solas en esa noche tranquila y de descanso que no era muy frecuente en las campañas.

—¡Aquí están! —rio Lander al verlos entrar con la botella en mano.

—¿Les costó encontrarla? —preguntó Sasha tomando la botella que le entregaba Deidra.

—No, estaba justo donde dijiste —dijo Anatoli con una pequeña sonrisa recordando por un momento todo lo que había visto dentro de su cajón.

—¿Entonces por qué tardaron tanto? —los dos se sorprendieron al oír a Aleksei mientras este comía un pedazo de pan. Si de por sí era poco lo que hablaba, menos lo haría en una situación así.

—Creo que a Pavlichenko ya también hay que irle quitando la bebida —rio Enver poniéndole una mano en la espalda al rubio quien se empeñó en negarlo—. Seguramente estuvieron entretenidos los dos.

—¿¡Qué!? ¡No, sólo estábamos buscando la botella! —se excusó Anatoli justo cuando Lander explotó en carcajadas al igual que Ángel.

—Exactamente —al recibir la mirada de Enver, Deidra fingió comentar casualmente y no parecer que estaba dando más explicaciones—, de camino fumamos un cigarro así que estuvimos afuera un rato por eso.

—Yo sé lo que significa fumar un cigarrito, Deidra —volvió a decir Enver con media sonrisa.

—Ay, Dios mío —Lander se cubrió la boca sintiendo hasta vergüenza por reírse de los comentarios de sus compañeros, pero era inevitable y el alcohol no ayudaba mucho.

—Ya dejen a los niños en paz —habló Mikhail ahora teniendo a su hermano con la cabeza en su regazo al estar cada vez menos consciente de sí mismo.

—Eso, Micah, ¡enséñales quién manda!

—Rhett, tú ya no vuelves a beber hasta Navidad por lo menos —negó con la cabeza su hermano aún acariciándolo. Niko se rio también por los dos hermanos, pero luego puso atención cuando abrieron la botella nueva.

Empezaron a servir la bebida y finalmente vieron cómo Sasha no parecía mentir ya que, efectivamente, bebió con bastante normalidad. Por más que el tiempo pasaba, no parecía emborracharse ya que se comportaba prácticamente como siempre, y se hallaba lejos de estar como Rhett.

Luciel también había bebido pero aunque se mostrara callado como siempre, el sonrojo en sus mejillas y las pequeñas risas que se le escapaban más frecuentemente delataban que ya también empezaba a sucumbir a los efectos de la bebida aunque fuera en menor medida que incluso Aleksei.

Pero cuando alguien tocó el hombro de Sasha, este se volteó suponiendo que se trataba de algún compañero de otra unidad, por eso se sorprendió al ver al general Kuznetsov.

—Camarada Kuznetsov... —inmediatamente dejó su vaso en el suelo y se levantó para saludar formalmente al superior.

—Descanse, Camarada —dijo poniéndole una mano en el hombro de forma más familiar antes de hacer un gesto con la cabeza señalando el exterior—. Siento interrumpir la fiesta pero, ¿le importaría acompañarme un momento?

Sasha se fue con él y permanecieron fuera un rato más.

—Bueno, Pavichenko, faltabas tú por hablar —captó su atención Lander—. ¿Hay alguien especial en casa?

Pero Aleksei sólo negó con la cabeza bebiendo de nuevo casi sin fijar la mirada en nadie.

—¿Cómo que no? —intervino Niko. 

—No está en casa —entonces todas las miradas voltearon hasta Slocker.

Al contrario de molestarse, Aleksei sólo asintió lentamente dándole la razón. Luciel y Sasha llevaban juntos desde sus primeros entrenamientos, por eso eran tan cercanos. Pero Aleksei había trabajado mucho con Luciel así como con Ángel así que se había abierto con ambos, pero lo que fue particularmente especial fue que, al contrario de cerrarse de forma más hermética todavía, las personalidades similares de Slocker y Pavlichenko consiguieron que se acercaran mucho y llegaran a llevarse como amigos de hace años. Luciel definitivamente era con quien más había hablado Aleksei.

—¿Entonces dónde? —preguntó Lander.

—En Kursk —dijo antes de tomar otro trago—. Estuvo en la Operación Ciudadela, lo destinaron ahí, es artillero.

—¿Y cómo se llama? —insistió ahora Niko.

—Mijaíl —respondió secamente.

—Aww, su Misha —dijo con ternura Enver llevándose una mano al pecho—. ¿Y se conocieron en el ejército o ya e antes?

—Antes, desde pequeños. Vivimos en el mismo pueblo —asintió quedándose en silencio un momento y dibujando una tenue sonrisa en sus labios.

—Así que Misha es el único que ha logrado hacer sonreír al gran Aleksei Pavlichenko —comentó Lander de nuevo con una sonrisa ciertamente tierna por verlo.

Pero en ese momento Sasha volvió ya sin el general. Todos le preguntaron inmediatamente qué le había dicho. Él sólo suspiró y se sentó.

—Tenemos trabajo —dijo con algo de resignación—. Micah y Niko volverán a la ciudad mañana, los necesitan en la central. Lander, Luciel y Enver estarán en un escuadrón de reconocimiento, quieren encontrar una ruta segura y más eficiente que la actual desde Mikhaylovka hasta el frente.

—¿Y los demás? —preguntó Anatoli después del silencio que se hizo entre ellos mas no en el lugar por completo.

—Los Shevchenko y Rhett se quedarán aquí, ayudarán con los entrenamientos de los recién llegados, deben enseñarles cómo funciona aquí —entonces suspiró y miró con culpabilidad cómo Anatoli tomaba con fuerza la mano de Deidra, por eso instintivamente llevó su vista a Ángel por compartir el sentimiento con el pelirrojo—. Los demás volvemos a Stalingrado.

8 de septiembre de 1942 | Saratov, Rusia.

Sólo quedaban ellos dos en la sala. Llevaban toda la noche descifrando mensajes, eran los únicos dos que habían aguantado toda la madrugada.

Niko no dejaba de ver con admiración cómo Mikhail sólo apretaba un poco su audífono y se dedicaba a escribir para luego poder traducir rápidamente el mensaje y entregárselo a una de las chicas que iban de arriba a abajo entregando esos mensajes descifrados al alto mando.

No se solía dar importancia a los mensajes cortos o triviales. Mensajes como "ve por comida", incluso los informes de bajas menores eran ignorados para economizar tiempo y dar prioridad a los que mostraban alguna ubicación o mostraban la estrategia del enemigo. Pero Mikhail los traducía de todas formas dejándolos apilados en su mesa.

Llevaban un tiempo sin escuchar nada, además estaban reventados los dos. Por eso se habían quedado sentados hablando mientras esperaban a que el personal del turno matutino tomara sus puestos.

—¿Puedo verla? —preguntó Nicola refiriéndose a la chica de quien Micah llevaba hablando un tiempo.

—Claro, toma —sacó una libreta pequeña del bolsillo de su chaqueta y de esta extrajo una foto no muy grande que le entregó a su compañera. Pudo leer cómo en la parte trasera ella había escrito que la foto era para que la recordara, y eso le provocó una gran sonrisa a la chica quien admiró la foto unos segundos antes de devolverla.

—Es muy guapa, me encantan sus ojos —comentó con la sonrisa aún presente mientras Mikhail la tomaba y guardaba de nuevo en la libreta—. Pero entonces sólo es su novia, ¿no?

—Sí, sí, no estamos casados —negó con la cabeza mientras guardaba la libreta en su bolsillo de nuevo.

—¿Y planean hacerlo?

—No es un plan hecho y hace tiempo que no nos vemos, pero al menos yo sí quisiera casarme con ella —sonrió él recargándose en la mesa—. Creo que mi plan, el típico sueño que todos tenemos para cuando acabe la guerra, es ese: casarme con ella, tener hijos... sólo quiero vivir todo lo que se pueda a su lado.

Nicola sonrió con ternura por pensar en lo que su superior le decía. Realmente trabajaban muy bien juntos, y Niko sentía mucho respeto y admiración hacia Becke. Ambos habían estudiado lo mismo y se criaron en condiciones buenas a comparación de otras personas, pero cuando Nicola se enteró de cómo había sido la vida de los dos hermanos antes de entrar a la universidad, aquel respeto como mayor y mentor se convirtió en admiración como persona.

El mismo Micah le contó que ambos habían sido dados en adopción nada más nacer, que vivieron en un orfanato donde, según lo que les contaron sus padres, no salías a la luz del sol hasta poder caminar solo; y Mikhail nunca pudo hacerlo. Rhett había nacido en perfectas condiciones, pero él había llegado al mundo sólo con una pierna y sólo con un riñón, por eso no conoció la luz del día hasta que sus padres los adoptaron cuando tenían casi dos años. Supo que él apenas pudo asistir con regularidad a la escuela durante su infancia debido a que constantemente su salud empeoraba, también que era raro que saliera a jugar con los amigos de su hermano por lo difícil que era moverse con muletas y lo frustrante que se volvía no poder jugar o correr con los demás.

Mikhail odiaba las prótesis, no las soportaba, pero conforme fue creciendo las usó más y más para no dejar que las personas y su frustración le hundieran las esperanzas. Acabó la escuela superior, acabó la universidad, vio a sus padres llorar de orgullo por verlo subir al escenario y recoger su diploma completamente solo, sin nadie que lo tuviera que acompañar, ni siquiera con una muleta para apoyarse. Y Rhett vio la cara de satisfacción así como de desafío de su hermano hacia el mundo entero por haber conseguido lo que nadie creyó.

Rhett seguía estudiando y Mikhail empezó a trabajar justo cuando empezó la guerra, se empezó a mover en la política militar pronto, pero esa vida que había conseguido en contra del pronóstico de todos, se volvió a torcer cuando lo reclutaron como operador de radio por haber hecho de traductor un par de veces ya. Fue por Micah que Rhett se ofreció como médico de campo aún sin haber terminado del todo su preparación.

—¿Y tú? ¿Qué quieres hacer cuando acabe la guerra?

Ella suspiró y finalmente habló.

—Volver a casa, sólo eso. Algo parecido a lo que usted quiere, en verdad.

—Tienes gente esperando, ¿no es así? —comentó con una sonrisa y ella asintió mientras sacaba un collar de su bolsillo y se lo entrgaba para que pudiera ver la foto que había en su interior.

—Ella es Oksana, es... mi ahijada por decirlo así. La quiero mucho en verdad. Sólo quiero volver con ella y con mi padre, vivir tranquilos. No importa si es una vida aburrida o sin sorpresas, sólo quiero estar con ellos.

—Ya no necesitamos acción después de haber vivido esto, ¿no? —comentó con una sonrisa mientras le devolvía el collar pudiendo ver la dulce expresión de la pequeña.

Ella asintió, pero antes de hablar, escuchó un mensaje a través de los audífonos así que ambos se pusieron en sus puestos.

—Aviso de comida —dijo ella. Mikhail tomó una pluma y anotó la hora al igual que las palabras literales que le decía su compañera.

Al inicio ella tampoco lo entendía, pensaba que era simplemente que Becke se aprovechaba de su gran capacidad para traducir y por eso lo hacía con todos los mensajes por mínimos que fueran. Pero cuando lo vio analizar las horas de todos aquellos mensajes sin importancia, supo que él había descubierto algo.

—La cena ya fue servida —dijo él leyendo lo que acababa de traducir.

Niko lo miró con seriedad, estuvieron en silencio unos segundos hasta que Deleito volvió a recibir un mensaje, esta vez de parte aliada.

—Hubo una emboscada en el nuevo camino desde Mikhaylovka hasta el frente en Stalingrado —avisó ella—. Por lo menos once detonaciones. Hace menos de una hora, los supervivientes van de regreso a la base.

La cara de Mikhail reflejó todo por unos segundos. Él sabía que algo iba mal, que esos avisos recurrentes de comida no podían ser sólo eso, por más que fueran de distintas partes del frente. No podían estar tan bien cronometrados como para que cada campamento avisara de su comida cada cuarenta minutos.

—Cada aviso de comida era una mina plantada —murmuró con frustración cubriendo su cara con las manos por el enojo consigo mismo que empezó a arder nada más descubrir el significado de los mensajes.

—¿Qué? —ella lo miró aún escuchando la conversación de un superior con aquel que hizo la comunicación.

—Tardan unos cuarenta minutos en plantar cada mina o cada red de minas, los avisos de comida eran los avisos de minas listas, y el último fue el aviso del éxito de la misión... Ahora sabemos lo que tardan en colocar redes de minas y el retraso con el que llega su información, ¿pero al precio de qué? —poco a poco los ojos de Nicola se hacían más y más grandes al comprender lo que sucedía, el por qué de la frustración de Becke y el cada vez mayor miedo por sus compañeros—. ¿Cuántos muertos hubo?

Nicola se quedó quieta unos segundos antes de volver su atención al mensaje y, no sólo poder escuchar la respuesta del chico una vez el superior le pidió más información, sino que también reconoció que se trataba de la voz de Mirzayeva.

—Cuatro supervivientes —dijo ella sintiendo por segundos cómo sus tripas se revolvían, cómo esa imagen de ambos de vuelta en sus vidas aburridas y tranquilas se desvanecía lentamente—. Creo que es Enver...

Mikhail descubrió su cara unos segundos para mirarla después de maldecir por la pérdida de al menos doce soldados en una forma así.

—Sí, seguro que es él —asintió poniendo más atención en la voz—. Dice que él y dos compañeros están bien... —seguía hablando con una pequeña sonrisa creciente al saber que sus compañeros se encontraban bien después de todo— Luciel está herido pero no es grave, están yendo de vuelta a la base...

Pero llegó el momento en el que esa sonrisa se quebró, se convirtió en una expresión de terror y ella se quedó paralizada unos segundos provocando así la intriga aún mayor de Becke.

—¿Qué pasa?

Tragó saliva con dificultad, sintió una presión en el pecho que la ahogaba, pero finalmente consiguió hablar de forma entrecortada.

—Una de las bajas confirmadas es Lander Garatea.




Así empieza esta mini-historia de unas cinco partes ya planeadas... Sí... Que Dios lo tenga en su gloria...

*momento para procesar*

No se preocupen que ya vendrán más dramas y cosas feas. Jsjsjs, Sasha comunista, ay sí, claro, ¿de qué quieres la nieve?

Originalmente iba a ser sólo un one-shot para el 14 de febrero pero entre que me emocioné mucho con el AU y que se me fue el tiempo y no pude escribirlo para la fecha, esto se convirtió en una mini-historia que, si lo vemos así, sería mi primera historia original publicada. Bueno, algunos de los one-shots de aquí también son originales pero esta es la priemra historia como tal aunque sea chiquita. Yay.

Espero que les haya gustado y lean la siguiente parte cuando salga. Advierto que cosas feas y trostes van a seguir pasando, pero también habrá cosas bonitas y románticas como el momento Anatoli y Deidra <3

Como último disclaimer digo que las fotos de los edits no pretenden ser la apariencia de los personajes ni nada así, son fotos que usé para inspirarme y en todo caso representan algunos momentos de la historia, como pudo ser la escena del cigarro entre Deidra y Anatoli. En teoría todas son fotos originales de la época, quizá el año no es específico pero bueno. Aunque los personajes pertenezcan al ejército sovietico, algunas fotos que pretenden representar los momentos de la historia o incluso fotos de los personajes, no son de soldados soviéticos. Sé que no le importará a mucha gente pero yo necesito quitarme este pesar llamado "puse fotos de soldados alemanes representando personajes soviéticos", la precisión histórica no se pudo llevar al extremo esta vez.

Ahora sí me despido diciendo que gracias por leer y espero verlos pronto.

Atsushi~

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