Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

➵┆Cᴀᴘ. 05┆¡ғᴜᴇ ᴜɴ ᴍᴀʟᴅɪᴛᴏ sᴜᴇɴ̃ᴏ!

➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵

K. Nahyun

     —Buenos días —dijo una voz que podría reconocer, aunque era nueva para mí.

     Abrí mis ojos lentamente por la voz de una mujer que interrumpió mis dulces sueños. Un brazo me abrazaba rodeando mi cintura, mientras sentía otro cuerpo contra mi espalda, su mano estaba aferrada a mi cuerpo.

    Alcé mi cabeza para mirar detrás de mí y había olvidado que estaba desnudo y que su miembro masculino estaba contra mi trasero.

     ¡Qué bien huele! Aparentemente, la noche pasional terminó con un olor muy agradable, invitandome a recordar lo que había pasado anoche.

     Ignorando aquello, intenté sentarme en la cama, pero aquel brazo que le pertenecía a Jung Kook se rehusaba a soltarme.

     —Disculpen por interrumpir, pero quería ir con mi nueva hermanita a desayunar fuera de casa, ya saben, así nos conoceríamos mejor —levanté mi mano para afirmar su invitación—. Te espero abajo —ví que hizo una cara pícara y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.

     Suspiré.

     Suni había abandonado la habitación, ¡Estaba tan grande! Fue un momento extraño, jamás me había pasado estando con Thomas, jamás había estado con un hombre que no fuera él, compartiéndo la misma cama, así que por instinto me intenté separar de él, pero fue inútil.

     Mi vida amorosa era la mejor, hasta que Thomas se sobrepasó. Aunque pareciera atrevida y con mal carácter, en ese aspecto era una niña muy asustada y temerosa por pensar que un hombre podía fingir sólo para poder estar entre mis piernas, Jung Kook era un gran ejemplo de ello.

     —Buenos días —habló Jung Kook dándome un beso en la cabeza.

     —Buenos días —respondí de igual forma.

     —¡Que buena mañana! —exclamó con cierta felicidad, como si fuese la mejor de su vida.

     —¿Por qué lo dices? —pregunté curiosa, ¿Qué acaso no dormía con su esposa?

     —Dormir así junto a una hermosa mujer... mi mujer... tenía mucho tiempo que no despertaba tan feliz —sentía algo de perversión en sus palabras.

     Pude sentir como su mano descendía de mi espalda a mi trasero y sin más, le dió un azote, algo fuerte, ¿Que pretende al tocarme de esa manera?

     —¡Jung Kook! —pegué un pequeño grito, mientras Jeon reía sin quitar la mano de mi trasero—. Si vuelves a darme otro, te arrancaré tú hombría, Jeon —advertí seriamente, no estaba acostumbrada a ese tipo de tratos.

     Thomas no me provocaba de la misma forma.

     —No serías capaz —me retó, mientras respirabamos al mismo compás.

     No pensé que estaría acostada en una gran cama junto al amor de mi vida y sin sentirme culpable por ello; estaba muy contenta, podía decir con seguridad que recordaré por el resto de mi vida este momento. Y le pondría como: La primera vez que un hombre me "tocaba" que no fuera mi esposo.

     Era divertido no estar bajo el control de alguna persona.

     —Pruébame —sentí su mano distanciarse de mi trasero, para volver con más fuerza, este azote picaba—. Te lo advertí.

     Con mi mano derecha, bajé lentamente por su abdomen muy bien marcado, me iba a dejar llevar por la gran tentación que tenía muy pegada a mí.

     La detuve en el elástico de sus bóxers y sin importarme mucho, la posicioné encima de su miembro, con lo que no contaba era que estuviera erecto ¡Era un calenturiento, jamás dejó de serlo!, pero la pena desapareció de mí al igual que la cordura, subía y bajaba mi mano, mientras los jadeos de Jung Kook se hacían presentes.

     Fue muy excitante, pero debía parar.

     —¿Qué pasa? —preguntó e intenté sentarme, cosa que él me concedió.

     —Esto no está bien —acepté dándole la espalda—. Tú me mentiste. Hay otras formas de reconquistar a una chica, ¿Sabes? —Tapé con mis manos mi rostro, ahora me sentía fatal, estaba engañando a Thomas.

     —Oye —habló con voz dulce. Sus manos estaban en mi cintura y su cuerpo sentado a un lado de mi cuerpo.

     No quería verlo a los ojos.

     No quería hablarle.

     —Por eso quería verte en la fiesta. No quiero secretos y menos mentiras de ahora en adelante, porque aunque no me creas, te amo, Kim Nahyun —confesó muy cerca de mí oído.

     Alcé mi vista tan pronto mi cerebro procesó aquellas palabras.

     —¿Hablas en serio? —algo en él no estaba bien. Pude detallarlo mejor al girar mi cuerpo y quedar frente a él.

     —Sí, ¿Por qué mentiría? Quería verte, sentirte, tenerte entre mis brazos. Te extraño —y él al inclinar su rostro bastante cerca del mío, sabía lo que iba a pasar.

     Un beso lento y bastante tierno, sin pasar a más. Ambas manos en mi cintura hacían que aquellas mariposas en mi estómago se multiplicaran, creando un zoológico en el.

     Minutos después, unos golpes resonaron en la puerta, sacándome bruscamente del sueño. Abrí los ojos de golpe, mi respiración aún agitada. Miré a mi lado. Jung seguía dormido, su pequeño cuerpo relajado, ajeno al torbellino que se arremolinaba en mi mente. Mis músculos se tensaron. 

     ¡Fue un maldito sueño! 

     Me incorporé de golpe, sintiendo cómo la realidad me golpeaba con fuerza. Busqué mi teléfono en la mesita de noche con manos temblorosas, encendiéndolo para ver la hora. 8:30 de la mañana. 

     ¿Por qué, señor? ¿Por qué solo fue un sueño? 

     El eco de lo vivido en mi mente aún ardía con una intensidad imposible de ignorar. 

     —Hija —el golpeteo en la puerta se repitió, seguido por la voz de mi madre—. Les traigo el desayuno, por favor, déjame entrar. 

     Rodé los ojos, exhalando con fastidio antes de levantarme de la cama y quitar los seguros. 

     Abrí la puerta, encontrándome con su expresión arrepentida, como si con una bandeja de comida pudiera borrar años de resentimiento. 

     Solté una risa irónica. 

     —¿Ahora te haces la buena? 

     Ella no respondió de inmediato. En cambio, me miró con un aire suplicante. 

     —¿Podemos hablar como una familia normal? —su tono era un intento desesperado por arreglar lo irreversible—. Si se pelean, hablan y lo arreglan, ¿no es así como funciona esto?

     Su lógica era válida. 

     Pero nosotros no éramos una familia normal. 

     Nosotros estábamos destrozados. 

     Negué con la cabeza, tomando la charola de sus brazos sin darle oportunidad de seguir insistiendo. 

     —Ayer hablamos y no llegamos a ninguna solución —dije con una calma cortante—, porque perdonarlos no está entre ellas. 

     Mis ojos se posaron en el desayuno. Tostadas con Nutella. Ensalada de frutas. Jugo de naranja. Nuestro desayuno favorito. 

     Una pequeña parte de mí quiso ver este gesto como algo genuino, pero otra más fuerte sabía que era solo un intento desesperado de recuperar lo perdido. 

     Le dediqué una sonrisa vacía. 

     —Gracias por el desayuno —pausé, observándola con intensidad antes de darle la estocada final—. Es un buen detalle antes de irnos a nuestra verdadera casa. 

     Sus ojos temblaron ante mis palabras, pero no me detuve. 

     —Tranquila, Jung tiene otros abuelos que lo aman y no le mienten en la cara —con un movimiento firme, cerré la puerta en su rostro. 

     La odio.

     Solté un suspiro pesado y giré sobre mis talones.

     Mi pequeño me miraba desde la cama, sus manitas frotando sus ojitos con ternura. Mi corazón se apretó. Estoy tan enamorada de mi hijo que, un día, me lo voy a comer de lo bello que es. Me acerqué y, antes de que pudiera decir algo, su vocecita sonó en el aire. 

     —¿Mami, veremos a papi? —suspiré y asentí con suavidad. 

     —Claro, más tarde iremos a casa —me senté en la cama, acomodando la bandeja y colocando un plato con tostadas frente a él—, pero primero vamos a desayunar. 

     Él asintió con entusiasmo, tomando su tostada con sus pequeñas manos. Lo observé por un instante, la ternura llenándome el pecho. Me incliné un poco más hacia él, mi voz saliendo en un susurro sincero. 

     —Te amo, hijo. 

     Jung levantó la mirada, con sus ojitos aún somnolientos, y me regaló una sonrisa que iluminó el momento. 

     —Yo también te amo, mami. 

     El desayuno transcurrió en silencio, solo interrumpido por el sonido de Jung mordiendo su tostada y los suaves sorbos de mi café. Observé a mi hijo con detenimiento, viendo cómo disfrutaba cada bocado con una tranquilidad que contrastaba con el caos que giraba a mi alrededor. 

     Quería aferrarme a este instante. 

     A la normalidad efímera que su presencia me brindaba. 

     Pero sabía que no duraría. 

     Sabía que, al salir de esta casa, todo volvería a desmoronarse. 

     Me limpié las manos con una servilleta y me levanté de la cama, comenzando a recoger los platos. Jung me miró con sus ojitos curiosos, pero no dijo nada. Yo tampoco. No hacía falta. Porque en lo más profundo de mí, sabía que el día apenas comenzaba… Y aún quedaban muchas cosas por enfrentar. 

➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵

¡Holaaaaaaaaaaaa, por fin actualice esta historia! Espero y les guste tanto como a mi me gustó escribirla.

Cuídense del corona virus que pronto las aguas se calmaran y todo volverá a la normalidad.

Las amo💕

➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵ •°• ➵

03/05/2025

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro