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Investigación

Jueves, 13 de marzo. Año 2014.

Investigadores de todas partes del mundo corrían de un lado a otro por las habitaciones del laboratorio Evanxy, el laboratorio más grande y reconocido de Corea del norte.

— ¡Estamos en problemas! —se escuchó decir a uno de los científicos del lugar—, es una tragedia.

— Algo horrible está por pasar —espetó una mujer de cabellos cortos de color negro con ojos rasgados del mismo color—. Si no actuamos de forma inmediata la plaga se esparcirá y nos afectará a todos. —la mujer entregó unos papeles a quien parecía ser el superior del cuerpo.

— Todos, evacúen en este momento —gritó el Superior; al momento en que dictó esta petición todos los investigadores y científicos salieron del laboratorio de forma casi inmediata.

— Es hora de terminar lo que nosotros empezamos.

(...)

Una pequeña familia espera la hora de la cena pacíficamente después de un agotador día. La pequeña de tan solo 5 años de edad, corre por el lugar dando pequeños saltitos sobre sus pies descalzos.

En el exterior de la casa se escuchan gritos, peleas y detrás de todo eso, puertas siendo fuertemente azotadas de fondo, y autos saliendo del lugar a gran velocidad; la pequeña Alicce de posiciona al lado de la ventana observando a través de ella la causa de aquel alboroto. Luego de un rato logra comprender por qué tanto ajetreo en las casas vecinas.

Unos hombres uniformados entran sin previo aviso en las casas y edificios de la zona, irrumpiendo con la paz del lugar; los hombres uniformados toman a los niños de su edad, y los meten en grandes autos que despegan casi a la velocidad de la luz al tener ya varios en su interior, todo esto mientras sus padres impiden el paso a los hombres sin éxito alguno.

La pequeña niña se exalta mientras ve cómo varios de esos hombres se acercan a su morada. Alicce corre hasta donde sus padres se encuentran, explicándoles lo que está pasando fuera de su casa, pero sus padres sin entender, la reprenden y le hacen ir por su hermano Thobías a la habitación, ya que pronto sería la hora de la cena.

La niña corre hacia la habitación en busca de su hermano menor, quien de seguro se había escondido en uno de los armarios; puesto que hoy comerían pescado y esa es una de las comidas menos preferidas del pequeño de 3 años de edad. Alicce decide dejarlo allí escondido y ella también corre en busca de un escondite para ella.

Sale a la parte trasera de la casa y se oculta tras los arbustos, luego de unos cuantos segundos escucha la puerta delantera abrirse de un portazo. Escucha gritos y entre forcejeos escucha una voz ronca preguntar:

— ¿Dónde están sus hijos?, sabemos que los tienen escondidos, así que es mejor que empiecen a hablar —grita quien parece ser el líder del grupo.

No escucha a sus padres responder, así que supone que no lo hacen. El cabecilla del grupo golpea fuertemente a la señora —madre de Alicce—, hasta hacerla sangrar.

Alicce puede ver como su padre mueve sus labios, sin llegar a oír lo que éste intenta decir, uno de los hombres uniformados se dirige hasta una de las habitaciones y busca por todas partes buscando a los dos infantes que se encontraban en la casa.

Cuando el hombre sale nuevamente a la sala de estar; dónde se encuentran sus padres logra ver a su pequeño hermano colgando del hombro del hombre uniformado, llorando y pataleando; rogando porque el hombre lo soltara, pero por más que hiciera éste no lo soltaba. Sus padres, inmóviles, no se oponían; no peleaban por la libertad de sus hijos, solo se quedaban ahí: en silencio.

Alicce pensó en salir y ayudar a su hermano menor, pero el miedo no se lo permitía. La pequeña niña comenzó a llorar por el miedo y la impotencia que la situación le causaba.

Uno de los uniformados pudo oír los débiles sollozos provenientes de la parte trasera del hogar. Se acercó con prudencia y notó una cabellera larga, de color castaño asomarse por entre los arbustos espinosos.

El uniformado toma a la pequeña Alicce de sus cabellos, produciéndole un fuerte dolor. La pálida de ojos rasgados pataleó e intentó zafarse del agarre de aquel hombre. Las mejillas de la niña se tornaron de un color rojizo; ha mantenido todo este tiempo la respiración, eso alivió durante un tiempo el dolor que le estaba propinando el uniformado que la tomó de los cabellos.

Alicce retiene su respiración al punto de casi desfallecer en manos del grupo, pero sus pulmones se lo piden, le piden que siga respirando, por ella y por su hermano menor que en este momento la necesitaba.

«Tranquila, todo esto pronto pasará, confía en mí».

Dijo una voz femenina a la lejanía justo antes de que la pequeña perdiera el conocimiento.

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