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Capítulo 9

Llamar a Carrick Grey fue lo mejor que pude haber hecho, no solo porque disfruté delatando al imbécil de Elliot, sino que le pedí que tomara medidas sobre el asunto o renunciaría.

Aunque sé muy bien que no lo haré.

Y por fin pude preguntar abiertamente sobre el accidente y la lesión de Christian.

Discapacidad visual neurológica.

Lo que significa que recibió un golpe muy fuerte en la cabeza y su cerebro no procesa las imágenes correctamente. Tuve que consultarlo en la laptop de Kate para entender a qué se refería con exactitud.

El pronóstico es pesimista cuando la pérdida de visión es total (no hay percepción de luz) y especialmente cuando la lesión que la provoca es bilateral (afecta a ambos hemisferios cerebrales) — Leo el artículo de nuevo tratando de analizar cada palabra — La mejora, de producirse, comienza con la visión de luz luego de movimiento y colores fuertes y/o claros y finalmente de formas y objetos.

¡Visión de luz! ¡Christian puede percibir eso! Y también movimientos, eso lo sé. ¿Colores fuertes o claros? Eso no lo sé con seguridad, pero sé que él puede ver mis ojos azules, eso es un comienzo ¿No?

Lo que quiere decir que no todo está perdido. El cerebro de Christian aún tiene oportunidad de recuperarse, aunque el artículo no señala un plazo de recuperación. Esto podría tomarle meses, incluso años.

— ¿Cómo puedo estimular su cerebro? ¿Exponiéndolo a diferentes situaciones? ¿Lugares iluminados y coloridos? Mierda, necesito libros de neurología.

El lunes después de clases me dirijo a la casa de Bellevue en la que trabajo de niñera. Mi nuevo plan implica sacar a Christian de su zona de comodidad y rezar para que su cerebro haga las conexiones necesarias.

— Plasticidad cerebral — Me recuerdo a mi misma.

Estaciono a mi preciosa Wanda por fuera de la propiedad y voy hasta la puerta para tocar el timbre. Espero que la odiosa ama de llaves abra la puerta, pero el enojo me invade cuando es otro rubio odioso: Elliot Grey.

— Soplona — Gruñe cuando paso por su lado.

— Imbécil.

Le digo fuerte y claro pero no detengo mi camino hasta la habitación de Christian. Habiendo leído más sobre su problema, sé que puedo evaluar mejor su visión.

Como de costumbre, toco la puerta para avisarle que voy a entrar antes de meter la llave en la perilla. Empujo la puerta y la oscuridad de la habitación me recibe. Genial.

— ¡Buenos días, rayo de sol! ¿No me digas que sigues durmiendo?

Gruñe algo ininteligible cuando corro las cortinas de su ventana y la luz inunda rápidamente la habitación. Lo encuentro acostado en la cama con los brazos cruzados sobre su pecho como si estuviera esperando por el reclamo.

— ¿Qué haces?

— Tú eres la que puede ver, ¿Que crees que hago? — Gruñe molesto.

— Estás holgazaneando, ¿Qué esperas para levantarte?

— Hoy no tengo ganas de tus aburridas lecturas.

— ¿Quién dijo que voy a leer?

— ¿Qué vamos a hacer, entonces?

Se incorpora un poco y de inmediato sé que puede distinguirme. Sus ojos están fijos en mi, así que camino de un lado a otro esperando que me siga.

— Quiero salir a pasear.

— Olvídalo.

— ¿Por qué? ¿Tienes algo mejor que hacer?

— Lo usual — Hace una mueca con la boca — Compadecerme de aquí a la cena, luego darme una ducha y volver a dormir.

— Entonces déjame ayudarte.

— ¿Con la ducha? — La comisura de su boca se eleva.

— Niño precoz — Digo solo para molestarlo — Me refería a hacer algo con tu auto compasión y salir a cenar.

— ¿Cómo? No puedo ver, ¿Recuerdas?

— Serás tonto — Pongo los ojos en blanco — Yo si puedo ver y voy a conducir.

— ¡Woa woa! — Exclama sorprendido — ¿Quieres sacarme de la casa?

— Pues si, si no ¿Cómo llegaríamos al restaurante?

Exhala ruidosamente para que sepa que está molesto, pero lo ignoro porque ya no es un bendito niño que puede hacer una pataleta. ¿Quiere ser tratado como adulto? Que comience a actuar como uno.

— Es tu desición. ¿Vienes a cenar conmigo o te quedas con Elliot y Bertha?

— Gretchen — Me corrige.

— Como sea, ¿Vienes?

Hago girar la perilla y abro la puerta con un gesto exagerado para que sepa que voy a salir. Apenas atravieso el umbral, Christian se levanta de la cama para seguirme.

— ¡Bien! De todas formas, si muero me estarías haciendo un favor.

Drama Queen — Canturreo por sus quejas.

Salimos de la casa ante la mirada acosadora de la ama de llaves y me apoyo en su brazo para guiarlo hacia mi auto. Abro la puerta y le ayudo a entrar al asiento del copiloto.

— ¿Que mierdas conduces? ¿Un auto para payasos?

Se queja cuando le ayudo a inclinar la cabeza para que no se golpee con el techo. Lo sé, Wanda es un auto demasiado compacto pero me resulta cómodo por lo mucho que ahorra combustible.

— Es un Porche — Me burlo — solo sube al auto Chris.

— No me llames Chris.

— Bien, Christian. ¡Pero qué humor!

Subo por el lado del conductor y abrocho el cinturón de seguridad. Enciendo la música que mi viejo estereo reproduce en modo radio para hacer nuestro trayecto más relajante.

— ¿Listo? — Le sonrío.

Un gruñido de aprobación sale de su boca, así que me incorporo a toda velocidad a la calle principal del exclusivo residencial.

— ¡Mierda! ¿Quieres matarme? — Extiende las manos al frente para apoyarse en el tablero.

— ¡Oh vamos! ¡Ni siquiera he salido a la autopista!

— ¿Que? ¡No! ¡Ni lo pienses!

Chilla, pero ya estoy girando hacia la intersección y conduzco a la misma velocidad de los autos a mis lados. Confío en Wanda y en mis habilidades de manejo.

— ¡Ana! ¡Para ya! — Vuelve a chillar.

— No puedo detenerme, podría ocasionar un accidente.

— ¡Mierda! ¡Olvida lo que dije sobre morir! ¡No quiero morir!

Se sujeta de nuevo de lo que está a su alcance y sus manos recorren el ajustado cinturón de seguridad. Sus ojos se abren demasiado, como si eso le ayudara a ver mejor su alrededor.

— ¿Por qué estás nervioso? ¿No confías en mí?

— ¡No me mires! ¡Solo conduce está mierda hasta la orilla! Quiero bajar.

Llorón.

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