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Capítulo 6

Estoy realmente sorprendido Ana, no había visto a Christian sonreir desde el accidente.

— Es un gusto saberlo, señor Grey. Y agradezco también la confianza que ha puesto en mi.

No tienes qué agradecer, cariño. También llamé para avisar que no secretaria transfirió el pago a tu cuenta, ya sabes, en caso de que no te vea más tarde.

— Gracias señor Grey.

Me despido de él y guardo de nuevo el móvil en la mochila. Estaba por entrar a mi segunda clase de la mañana cuando recibí la llamada del señor Carrick.

Tengo que admitir que Christian me sorprende un poco cada vez que convivo con él y ahora estoy segura que detrás de esa apariencia gruñona se esconde un chico divertido.

La parte de los libros no parecen funcionar con él, pero si las comidas y los paseos. Tal vez eso es lo que necesito, ¡Algo que lo saque de su rutina oscura y aburrida!

— ¿Qué puedo hacer por él? Se rehúsa a salir de la casa, pero estuvo de acuerdo en ir al lago. Podría hacer un picnic para ambos.

La bombilla se ilumina sobre mi cabeza mientras imagino un mantel a cuadros, emparedados, jugos y pastel. Incluiré un montón de golosinas y chocolates en el listado de cosas por comprar.

Apenas puedo esperar a que las clases terminen para ir a comprar todo lo que necesito sabiendo con seguridad que dispongo dinero en la cuenta.

Pongo las bolsas en el asiento trasero de Wanda para ir a la casa de Christian. Es un poco más tarde de mi hora usual de llegada, pero esta es una actividad que no había planeado.

Estaciono el auto por dentro de la reja para facilitar el acceso con las bolsas de las compras, pero me decido por tocar la puerta primero. No creo que la rubia odiosa se ofrezca a ayudarme.

Voy hasta la puerta, pero antes de que haga sonar el timbre me detengo. Se escucha el susurro de voces, giro mi cabeza a los lados esperando ver a algún vecino o alguien cercano, pero nada.

El sonido de las voces continúan a lo lejos, ambas me suenan muy familiares. Me abrazo a mi misma mientras me alejo de la puerta para ir hacia un lado de la casa, por un pasillo empedrado.

Camino despacio, tratando de no inmiscuirme en asuntos ajenos pero las voces que suenan más fuerte con cada paso que doy me causan angustia.

Rodeo completamente la casa y veo a la distancia dos figuras de pie en el jardín trasero. Uno de ellos apunta al otro, que levanta las manos en puños a la defensiva.

— ¿Pero qué? — Exclamo confusa.

Me aproximo más a ellos para escuchar mejor porque no comprendo sus palabras, pero el tono alto y fuerte de una voz me hace comprender que no es una charla amistosa.

— ¡Anda! ¡Defiendete bastardo!

El cabello rubio de Elliot se agita mientras camina alrededor con su perfecto traje de vestir, apuntando con el dedo. El chico frente a él solo alcanza a gruñir.

— ¿Lo ves? ¡Maldito inútil de mierda! ¿Por qué no te moriste y nos ahorrabas la pena de verte?

¿Qué?

Mi corazón comienza a latir agitado antes tales acusaciones. ¿Qué rayos está pasando? ¿Por qué Elliot actúa así con su hermano?

— ¡Deja que te alcance! — Dice ojos grises en respuesta.

Estira sus manos al frente tratando de alcanzar a su hermano, pero Elliot es más rápido que él. Está en el patio, desorientado y seguramente aturdido por la luz del sol.

— Anda, ¡defiendete! Bastardo inútil, ¿Por qué no te moriste tú? Y así dejas de ser una carga para todos.

Christian intenta alcanzarlo de nuevo pero tropieza con el pasto crecido y cae de rodillas en el suelo. Yo sigo inmóvil de la impresión.

Elliot se acerca de nuevo a él y aprovecha su posición para asestar una patada en el abdomen de su hermano.

— No, no... ¡No! — Grito hacia ellos.

— Genial, ahí viene tu nana — El rubio se burla.

— ¿Qué rayos haces? — El impulso que llevo por correr me facilita empujar a Elliot por el pecho — ¿Qué mierdas haces?

— ¿Yo, cariño? — Finge sorpresa — Solo sacaba a mi hermano a pasear.

Christian gruñe algo contra el piso, donde sigue de rodillas y eso alimenta mi furia contra el monstruo insensible frente a mi.

— ¡Te escuché! ¿Por qué lo llamas así?

— Porque es la verdad, ¿cierto bastardo?

— ¡El único bastardo de mierda aquí eres tú! — Vuelvo a empujarlo — ¡Maldito insensible! ¡Eres... Eres una mierda de persona! ¡Es tu hermano, maldito imbécil!

Gruño las palabras fuera de mi boca sin filtro, con la furia calentado mi rostro y mi cuerpo. Jamás había insultado a alguien asi, mucho menos usado palabras tan bruscas.

— ¡No es mi jodido hermano! ¡Un hermano no habría hecho lo que él hizo! — Grita de nuevo con el rostro rojizo — ¿No les has dicho, bastardo? ¿No le has contado a tu nana lo que le hiciste?

¿De qué habla?

Por el momento ignoro a Elliot porque mi prioridad es ayudar a Christian, saber si tiene más golpes y atenderlo. Le enseño el dedo medio al rubio que solo sonríe con molestia y regresa por la puerta de la cocina.

— ¿Estás bien? — Pregunto tontamente al chico en el pasto.

— Si.

— Déjame ayudarte — Intento tomar su mano pero él me aparta de un empujón.

— ¡Déjame solo!

— ¡No! No me voy a ir, no vamos a retroceder. ¿No quieres levantarte del piso? ¡Bien! — Me dejo caer a su lado en el pasto — Pero no me voy a ir.

Exhala con fastidio, pero se deja caer también en el pasto. Puedo ver de reojo una expresión de dolor cuando apoya la mano en su abdomen, pero no creo que me deje revisarlo.

— ¿No vas a preguntar? — Pregunta al cabo de unos minutos.

— No.

— ¿Segura? Eres muy curiosa, no creo que lo dejes pasar tan fácilmente.

— Bien. Entonces explícame qué fue eso y por qué tu hermano es un maldito idiota contigo.

— Porque es cierto, lo merezco.

— ¿Lo mereces? — Pregunto incrédula al tiempo que giro para verlo — ¿Cómo puedes decir algo así?

— Porque yo la maté. Mate a mamá.

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