Capítulo 20
— ¡Lo hiciste a propósito!
— ¡Claro que no! — Gruñe desde el borde — Toma mi mano.
Estira la mano para ayudarme, pero estoy tan molesta que en lugar de dejarlo sacarme del agua, tiro de él con fuerza para que caiga conmigo.
— ¡Ah! ¡Ana! — Manotea cuando sale a la superficie — ¿Por qué hiciste eso?
— ¡Justicia!
— Agh, ¿Contenta? — Le salpico el rostro con un poco de agua — Salgamos de aquí, no quiero resfriarme.
Tienta el agua tratando de alcanzar el bote, así que tiro de su brazo para que se acerque a él. Se aferra a la madera para subir y se gira para ayudarme a hacer lo mismo.
— Indícame la dirección del muelle y quédate sentada — Me regaña — Se supone que tendríamos una conversación amena, no tratar de morir de hipotermia.
— Fue tu idea traerme al lago. Y lo siento, pero soy un poco ansiosa.
Gruñe algo más mientras rema hacia la orilla. ¡Bien! Lo admito, soy un poco más que sólo ansiosa y ser arrastrada a este tipo de actividades con un chico con visión reducida me pone los nervios de punta.
Le ayudo a atar el bote en el muelle y lo sigo hasta la casa, por las escaleras de alfombra y mojando todo a nuestro paso.
— Entra a la ducha — Me ordena — Traeré ropa seca.
— ¿Y tú?
— ¿Quieres que entre en la ducha contigo? Nena, ¡Haberlo dicho antes!
Se saca la camiseta blanca para dejarla caer al piso, lanzando los tenis y el pantalón detrás de ella. Yo solo miro asustada cómo en segundos queda en boxers.
— ¿Qué esperas? ¿Te quito la ropa?
— ¡No! Sal de aquí, puedo hacerlo sola.
— Pues no lo haces, así que déjame ayudarte.
La camiseta fría y húmeda se pega a mi cuerpo, haciéndome temblar por lo que la saco por encima de mi cabeza. Mis tenis están mojados y probablemente ya no sirvan, pero los jeans los cuelgo con cuidado en el mueble del lavamanos.
— Ya lo hice, ahora déjame tomar la ducha caliente.
Me ignora para meterse a la regadera y abrir la llave, el agua caliente rápidamente llena el baño de vapor.
— Deja de lloriquear y entra aquí, ya te he visto desnuda, venga.
Tira de mi mano para colocarme debajo del chorro de agua caliente que me quema por el frío del lago Washington. Lo siguiente que sé es que estamos abrazados.
— ¿Se te congeló la lengua? — Se ríe.
— No — Chillo avergonzada.
Estoy en sostén y bragas en la ducha, Christian solo lleva boxers y estoy segura que esto no entra en las especificaciones del puesto por el que me contrataron. Aunque claro está, dormir con el chico tampoco se mencionaba. Es más como un bonus.
— ¿Acostumbras salir a pescar con tu papá? — Pregunto para cambiar el tema.
— Si. Elliot y yo lo acompañabamos una vez al mes a pescar, era nuestro domingo familiar. Mamá y Mía cocinaban el postre.
— Oh.
Intento pensar en otra cosa que no sea su cuerpo firme junto al mio. Por Dios, parezco una adolescente hormonal y lo único que puedo hacer es soltar preguntas y cualquier ocurrencia que pasa por mi cabeza.
— ¿Cuánto tiempo deberíamos estar aquí?
— No lo sé, ¿Tus manos ya están arrugadas?
— No.
— Entonces podemos estar aquí otro rato.
— ¿Sabes el lío en el que me meteré si alguien se da cuenta de lo que hacemos? — Balbuceo con el rostro sonrojado.
— ¿Por qué? Somos adultos. Contrario a lo que te empeñas en creer, tengo la edad suficiente para tomar mis propias decisiones.
— No es eso, me refiero a que... Tengo miedo de lo que pueda hacer tu papá.
Su barbilla se apoya en mi hombro y lo escucho suspirar. Mencionó algo sobre ser su novia, ¿Lo decía en serio?
— ¿Quieres que sea tu novia?
— Si.
— ¿Por qué?
— Por el sexo — Se ríe — Y por todo lo demás. Me gustas, te gusto y creo que nos llevamos muy bien. ¿Podríamos al menos intentarlo?
— Supongo.
Si es que no voy a prisión antes.
— ¡Pero! — Me aparto para mirarlo — No creas que cada vez que nos veamos habrá sexo, no señor, lo tomaremos con calma.
— De acuerdo — Vuelve a abrazarme — A partir de mañana, menos sexo.
¿Mañana? Quiero aclararlo pero él ya está soltando el broche de mi sostén.
— Dime por favor que al menos cerraste la puerta con seguro.
— Si.
Mis manos cubren mi pecho cuando lo lanza hasta la pila de la ropa húmeda, me hace girar para que mi cabello se moje en su totalidad y me pasa la botella de su shampoo.
Esto será una catástrofe en cuanto me vean salir de esta casa recién bañada, perfumada y con ropa de la hermana de Christian.
Me lavo el cabello rápidamente para aplicarme el jabón en el cuerpo, cuando sus manos bajan por mi cintura al elástico de las sencillas bragas. Dios, no... ¿También esas?
— Quítatelas.
— No quiero — Pongo mis manos sobre las suyas.
— ¿Piensas bañarte en bragas? ¿Que tienes, 5 años?
— Pues no, pero resulta que estoy comenzando a salir con un chico cuyo primer acto como novio es tratar de bajarme las bragas. Eso no es muy caballeroso de tu parte.
— Si te hace sentir mejor — Encoje los hombros — Dejaré que me quites el boxer.
— ¡Christian!
— Entonces hazlo tú y deja de lloriquear.
— Jesús... Si alguien se entera alguna vez de esto, que sepas de una vez que voy a negarlo todo.
— Si, si, como quieras — Se ríe — Ahora recuerda que soy un pobre chico ciego que necesita tocar todo lo que esté a su alcance.
Si, cómo no.
Desliza las manos por mis hombros y brazos para ayudarme a quitar el jabón pero lo aparto para terminar el resto sola. Cambiamos lugares para que ahora él se lave el cabello mientras yo miro embobada cómo el agua escurre por su rostro.
Tengo que apartar la mirada hacia la cortina cuando se saca los boxers y los lanza al otro lado de la ducha, ni siquiera tengo que verlo para saber que voy a sonrojarme.
— Si de verdad fueras mi niñera, tendrías que hacer esto tú sola.
— ¿Qué?
Me lanza la esponja y tengo que descubrirme los senos para tomarla antes de que golpee mi cara.
— Lavarme completito.
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