Capítulo 1
Sigo leyendo ante el silencio de mi nueva compañía, usando mi libro de escudo ante sus ofensas y malas palabras.
— “Tal vez me interesara saber por qué… por qué sale el sol lo mismo para el bueno que para el malo”...
Antes de que pueda terminar de leer el párrafo, una mano se posa sobre las hojas y tira de él lanzándolo lejos.
— ¡Te dije que te callaras! — El chico me grita.
— ¿Por qué haces eso? ¿Por qué eres tan grosero? — Grito en respuesta.
Él se inclina hacia mi, apoyando las manos en los descansabrazos del sillón. Puedo ver su pecho agitado, pero cuando levanto la vista hacia él, sus ojos no me miran.
— ¡Vete! ¡No te quiero aquí! ¡Lárgate y lleva tu maldito libro contigo!
— ¿Por qué?
Se aparta con un movimiento brusco y se dirige hacia la puerta. Me enderezo en el sillón y puedo verlo detenerse ante la perilla para tentar la madera hasta que la encuentra.
— ¿No puedes ver? — chillo sorprendida.
¿Esa es la causa? ¿Es ciego? ¡Dios mío, es tan joven!
Pero me ignora y sale de la habitación a toda prisa. Tal vez no ve, pero su memoria funciona a la perfección y camina totalmente convencido de a dónde va.
— ¡Ten cuidado!
Voy detrás de él para impedir que caiga por la escalera, tomando su brazo con mi mano y tirar un poco de él. Pero es más fuerte que yo y termina arrastrándome escaleras abajo.
— ¡Dije que me dejes! ¡Sé exactamente lo que hago!
Me lleva hasta la sala de la casa, se detiene y tira de su brazo para liberarse de mi. Luego se dirige al rincón, hacia un hermoso piano.
— ¿Qué haces?
— Cállate o vete.
— No tienes que ser grosero, que no puedas ver no significa que no puedas hablar y tenga que descifrar tus gruñidos.
Pero él me ignora mientras sus dedos se deslizan por las teclas. Cuando se sienta en el banquillo, parece incluso otra persona, como si esto fuera tan natural en él como respirar.
No me queda más remedio que ir a sentarme en el sofá para observarlo. Sus dedos se mueven con maestría sobre el instrumento que desprende sonidos tan melodiosos que me asombran.
— Vaya, eres bueno.
Digo, pero él parece no escucharme. Sus ojos están cerrados y me pregunto si su problema visual es reciente o de nacimiento. Pero por lo que sé, el señor Carrick está en el trabajo y no creo que Christian quiera explicarlo.
La música que toca es tan relajante que me acomodo mejor en el sofá y cierro los ojos un momento... Solo un momento.
— ¿Hola?
Una voz un poco más dulce me llama y dudo mucho que sea Christian. Me sobresalto ante los ojos verdes que me miran fijamente.
— Lo siento, ¿Quién eres?
— Soy Ana Steele.
— Ahh, la nueva niñera — Dice con diversión.
— No soy niñera de nadie — Bufo mientras me siento — ¿Tú quien eres?
— Soy Elliot, el hermano mayor de Christian.
— Oh, lo siento. No sabía que tenia más hermanos.
— Si, de hecho somos Mía y yo. Solo que ella está en París y yo aquí, atrapado.
— ¿Atrapado? — Pregunto curiosa.
— Si, con mi hermano y mi papá.
— ¿Puedo preguntarte algo?
El asiente con una gran sonrisa y me hace una seña para que lo siga a la cocina. Me siento frente a la barra mientras él trae dos vasos con agua fría.
— Es sobre Christian, ¿Cierto?
— Si. ¿Es muy obvio?
— Si. Todas las chicas que han venido aquí a cuidarlo hacen siempre las mismas preguntas, a mi.
— Oh.
— Entonces, respondiendo a tu pregunta no formulada, él tuvo un accidente hace unos cuatro meses. Su auto fue embestido por un tráiler y lanzado fuera de la carretera, aquí mismo en Seattle.
— Eso es terrible.
— Si. En el accidente se golpeó la cabeza dura y algo pasó con sus ojos, por eso ahora está más ciego que un topo.
Mi ceño se frunce por su estúpida referencia, supongo que intenta ser gracioso pero es su hermano del que estamos hablando.
— Los topos no son ciegos.
— Bueno, tu entiendes — Elliot agita su vaso — El punto es que no ve y tiene un humor de mierda desde entonces.
— Déjame adivinar, ¿Lleva todo ese tiempo encerrado en su habitación?
— Si. ¿Crees que alguien quiere lidiar con él? Por eso es que papá contrata personas... Cómo tú.
— Pues me parece que su actitud es comprensible, haber pasado por toda esa experiencia y tener que adaptarse a vivir así debe ser muy difícil.
— Si, como sea, no todos podemos darnos el lujo de sentarnos a llorar en un rincón.
— Gracias por decírmelo.
— Claro — Tamborilea los dedos en la barra — Si necesitas algo solo avísame, ¿De acuerdo?
— Si, gracias. Voy a ver si volvió a su habitación.
Me despido de Elliot para ir de vuelta a la escalera. Aún tengo la llave que el señor Grey me entregó, así que golpeo la puerta una vez para indicar que voy a entrar y abro.
Christian está acostado en su cama, con la almohada sobre el rostro. ¿está dormido o intenta asfixiarse?
— ¿Christian?
— ¿Aún estás aquí? — Pregunta con la voz amortiguada por la almohada — ¿Ya te aburriste de Elliot?
— ¿Cómo lo sabes? — La quita de su cara y la pone a un lado.
— ¿Qué te aburriste? Es Elliot, tiene la gracia de una ostra.
— No, que estaba con él.
— Tal vez no veo, pero mi oído es excelente.
— ¿Nos escuchaste? — Chillo sorprendida.
— ¿Qué? ¿Dijiste algo que no deberías? ¿O fue él y sus insinuasiones?
— No sé de qué hablas, pero eres muy grosero por dejarme allá abajo sola.
— ¡Estabas dormida! — se pasa las manos por el rostro — ¿Qué mierda se supone que hiciera? ¿Te llevara en brazos por toda la casa? ¡No veo!
— Pudiste despertarme — Me cruzo de brazos aunque él no puede notarlo.
— Sabes, es la primera vez que la niñera se duerme, normalmente solo salen de aquí despavoridas.
— No me voy a ir, ya te lo dije. Y sobre lo otro, tal vez la gracia viene de familia y me aburriste.
De pronto se incorpora, pero no sé si es de sorpresa o de enojo. Su ceño se frunce ligeramente y una extraña sonrisa se estira en sus labios.
~ • ~
¡ Feliz cumpleaños F3RGrey !
¡Que sea un maravilloso día!
🥳🥳🥳
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