Capítulo 6
Ian
Mi estado físico había mejorado considerablemente. La medicina no solo me había quitado la infección, sino que permitió que mi cuerpo volviera a curar con naturalidad. Ahora lo que me preocupaba era perder la cabeza definitivamente. No dejaba de darle vueltas al tema de Cassandra. Estaba claro que no se acordaba de mí ni de nada de su vida anterior, pero por qué, que ganaba Morriguen haciéndole algo así. No la necesitaba si lo que pretendía era liquidarnos. Tampoco comprendía la mentira de Rubí. Todo era una jodida mierda.
Un largo rato después de que ella se fuera, los guardianes me trajeron comida y ropa limpia. Habían dejado varias antorchas y cerrillas de recambio también. Pude dormir un poco, un par de horas tal vez, era difícil de saber sin una ventana para ver el sol. El único pensamiento que no parecía ser venenoso dentro de mi mente es que teníamos que salir de allí como fuera.
En alguna parte deberían tener alguna barca que pudiésemos usar. Si conseguía salir de allí, convencer a Cassandra y coger uno de esos barcos todo saldría bien. Pensarlo era fácil, pero había intentado abrir la puerta e incluso tirarla abajo y era, como mínimo, algo más complicado de lo que había pensado. Luego tendría que buscar a Cass en este laberinto de habitaciones, obligarla a que me dijera donde podríamos encontrar un navío y más tarde subirnos a él y dejar a tras la isla, todo eso sin que nadie notara que nos habíamos marchado.
La bolsa marrón que Cassandra me había tirado tenía una cuerda negra que ocupaba el tamaño de mi antebrazo. Como no podía entretenerme en otra cosa, me dediqué a hacer nudos. Cuando lo tenía lleno los desenredaba y volvía a empezar, cada vez que lo hacía me imaginaba dentro de la mente de Morriguen descubriendo cual sería su siguiente paso. Cuando la puerta se abrió de nuevo supe que el juego había comenzado.
La sala del trono era espeluznante y elegante a la vez. Lo único que la diferenciaba de una sala normal era el asiento formado de ónix puro y sin pulir. Me esperé encontrármela allí, pavoneándose de todo su poder, pero ella estaba tumbada en uno de los sillones de color vino. En su lugar estaba un hombre con el cabello del color del oro y la piel blanca como el mármol. Parecía el maldito David de Miguel Ángel. Nos miramos fijamente. No podía negar que no veía similitudes entre nosotros, estábamos cortados por el mismo patrón.
Mismo tipo de rostro y color de pelo, prácticamente la misma altura, y la misma forma de ojos. Era como mirarme en el espejo dentro de diez años. Aun así, nuestras diferencias eran mayores. Ese tío tenia el aspecto humanoide de una serpiente, incluso su movimiento de cabeza se asemejaba al de la cobra. No dejaba de sonreír. Una sonrisa maliciosa y vacía, puede que incluso algo divertida. Tomó un sorbo de su bebida para finalmente levantarse y comenzar a andar hacía mí. Morriguen se incorporó para no perderse detalle de la escena.
—Nikolái.
El nombre me salió solo, pero estuvo tremendamente complacido al comprobar que sabía quien era. En ese momento noté la presencia de Cassandra en el otro sillón contrario al de Morriguen. Nos miraba de uno a otro como si estuviera en un partido de tenis.
—Por fin nos vemos, sentía curiosidad—me examinó con pulcra precisión.
—Al final voy a creerme famoso ya que todos estabais desando conocerme—escupí.
Podía palpar la tensión en el ambiente. Nikolái volvió a sonreír soltando una carcajada al aire. Chasqueó los dedos y los guardianes volvieron a estar a mi lado en cuestión de segundos. Uno de ellos me colocó un collar metálico alrededor del cuello mientras los otros me sujetaban de los brazos con firmeza.
—¿Qué es esto? —inquirí de forma abrupta.
—Es para asegurarnos de que te comportas como es debido.
Nikolái me tiró de la piel de la mejilla mientras daba otro sorbo a su bebida. No sabía que contenía la copa, pero desde mi perspectiva no me parecía nada apetecible.
—Si haces algún movimiento brusco o si por alguna estúpida razón intentas quitártelo, estas dos cuchillas de aquí—señaló los filos que me apuntaban directamente—se activarán y se clavarán en tus arterias, morirás en cuestión de segundos. Solo yo tengo la llave para liberarte de nuevo y lo haré con gusto si me dices lo que quiero saber.
—No tengo ninguna información que daros, ya se lo dije—apunté a Morriguen con la cabeza—. Llevo dos años sin saber nada de ellos.
—Puede que eso sea lo que le interesa a mi compañera, pero yo no lo necesito. Más pronto que tarde encontraré a esa chica y la mataré de una forma dolorosa y humillante—su tono no subió ni bajó en ningún momento, se mantenía neutral, como si realmente ya estuviera en su mano—. Después de eso haré lo mismo con todos los demás y te dejaré el último para que disfrutes del espectáculo. Sin embargo, eso no es lo que me importa. Quiero saber de ti, de tus dones, debes estar muy confundido.
—¿Para qué quieres saberlo si vas a matarme?
—Ya te he dicho que serás el último—me corrigió, como si realmente le cansara tener que explicármelo—. No dejes que te ciegue tu primera impresión sobre mí, en realidad soy el más humilde de mis compañeros, sé que si no mato a esa chica los demás seréis igual de peligrosos.
Nikolái volvió hacia el trono y se sentó con las piernas abiertas como si fuera el amo y señor del lugar.
—Deja que te dé un consejo—prosiguió—. Cuando te enfrentes a alguien, da igual que estés muy seguro de ganar, tienes que medir sus fuerzas primero. Tienes que saber en que punto se encuentra, cuales son sus puntos débiles—bajó la cabeza y sonrió de medio lado—y sus fortalezas. Si te lanzas a ciegas lo más probable es que consigan darte alguna sorpresa y yo soy un hombre al que le encanta mantener todo bajo control. Así es como me gusta vivir. He de decir que el error ha sido nuestro. Os hemos dejado vivir demasiado. Pero no puedes culparnos, hacía tantos años que no teníamos un rival digno de atención que la curiosidad nos pudo. Ahora tengo que limpiar todo el desastre causado.
—Estoy un poco cansado de que juguéis con nosotros como si fuésemos ratones dentro de una trampa, si queréis matarnos y sois tan poderosos como decís, por qué no lo hacéis ya—gruñí.
—No tendría ninguna gracia.
—¿Por eso le habéis quitado sus recuerdos a Cassandra? ¿para divertiros?
Morriguen la miró con rabia. Cassandra fijó la vista hacia el otro lado y no se dio por aludida en la conversación. Por la expresión de la diosa supe que esa conversación no se quedaría ahí. Por el contrario, Nikolái parecía estar de lo más entretenido con la situación.
—La única culpable de lo que le ha pasado es tu amiguita Rubí, así que no vengas a dar lecciones de moralidad—espetó.
—No me creería ni una palabra viniendo de ti. He visto lo que haces a los pueblos, a las personas, he sido yo el que ha ayudado a muchos de ellos a evitar la muerte.
Cassandra volvió a entrar en el circulo de la conversación y miró a Nikolái con una expresión indescifrable. Él sacudió ligeramente la cabeza.
—Me he cansado de esta charla. Vas a empezar a darme las respuestas que necesito.
Los guardianes me arrastraron hacia el otro extremo de la sala donde había una Cruz de San Andrés pegada a la pared. Conocía el nombre porque era uno de los aparatos de tortura más conocidos en la historia, donde exponían a los esclavos desnudos para que los compradores pudieran observarlos detenidamente antes de comprarlos. Claro que cuando vi el documental donde lo explicaban jamás pensé que estaría atado a una.
Los grilletes se me clavaron en las muñecas y en los tobillos. Se encargaron de rajarme la camiseta y los pantalones, dejándome en ropa interior. Morriguen obligó a Cassandra a sentarse a su lado para no perderse ni un detalle. Nikolái se acercó con paso lento y un látigo de siete puntas en la mano. Mi cuerpo se sacudió con un pequeño temblor. Un sudor frio empezó a recorrerme la espalda. Sin lugar a dudas, el dios que tenía delante no tenía nada que ver conmigo, pero tampoco con Morriguen. Iba a disfrutar con el dolor, no era solo un juego para él, se lo tomaba como algo muy personal.
—El otro día conseguirte devolverle la vida a un guardián, ¿Lo has hecho con un humano de verdad?
Apreté los labios y miré para otro lado. Tenía razón suponiendo que el secreto de la resurrección no era algo que los demás supieran y que quería seguir manteniéndolo en secreto.
—¿Cuál es la herida más grave que has conseguido sanar? —continuó con su interrogatorio.
No contesté. El primer puñetazo me pilló de improvisto y perdí todo el aire. Tosí con fuerza intentando recomponerme. Las rodillas se me doblaron y perdí la visión por unos instantes.
—Esto es lo que me obligas a hacer—habló, agitado.
—No finjas que esto no te pone cachondo—mi voz seguía algo entrecortada.
El siguiente golpe me partió el labio. Escupí, manchándole los zapatos de sangre. Su ira iba acrecentándose rápidamente. Apretó el látigo con tanta fuerza que sus nudillos se pudieron blancos.
—No voy a darte otra oportunidad. Habla o acepta el dolor.
—Prefiero el dolor.
Cuando dejo caer el brazo mi cuerpo se dobló por instinto. Sentí como mi pecho ardía como si tuviera una quemadura. No tuve tiempo para recuperarme cuando el látigo azotó sobre mi estómago. Nikolái no cesaba. Dejaba unos segundos de margen entre azote y azote para que el dolor de uno no hiciera pasar desapercibido el del siguiente.
Las gotas de sangre bañaban mis piernas y caían en el suelo dejando un buen charco. Mi cuerpo había cedido y pendía sobre las muñecas que también estaban empezando a sangrar por el hierro de los grilletes. Cada vez me costaba más mantener los ojos abiertos, deseaba poder desmayarme cuanto antes.
—Para—oí decir a alguien—, es suficiente. No somos como ellos.
Esa última frase hizo que me riera en mi mente. Claro que no eran como nosotros, eran mucho peores.
—Mi hija tiene razón. Además, me estás manchando el suelo.
—De acuerdo, mañana ya se habrá curado, continuaremos entonces.
Tenía los ojos tan hinchados y la cabeza tan embotonada que no fui consciente de que me dejaban solo. Los únicos que se acercaron fueron los criados para limpiar toda la sangre y sudor del mármol. Después de eso ya no hubo nadie a mi alrededor.
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Bueno bueno aquí tenéis el capítulo!! Se que lo he subido más tarde de lo normal, pero tenía que seguir con cosas de la universidad. Un rollo. Pero bueno, aquí lo tenéis
¿Qué os ha parecido?
El próximo capítulo 18/04/2022
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