Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 36

IAN

Las personas del bosque no hablaban y preferían los actos, por lo que incluso habiendo superado su prueba tuvimos que hacer un largo camino antes de comprender lo que nos querían decir. A Rubí y a mi nos sobrevino la duda. Nos alejaron del castillo y apenas podíamos ver el mar. Cada vez nos adentrábamos más en el bosque.

El camino fue fácil, sin ninguna persona perdida que pudiera reconocernos. El bosque seguía sus órdenes o al menos les tenía el suficiente aprecio como para hacerles favores. Encontraban las mejores zonas donde parar, repletas de bayas y flores sabrosas. El agua era clara, tenía un sabor dulce y te mantenía hidratado por más tiempo. Los animales también lo notaban. El último tramo de nuestro camino había sido guiado por mariposas de todos los colores y clases.

—Este es el lugar.

Rubí señaló una hendidura en la montaña. Parecía que dos rocas se hubieran fusionado para crear una puerta natural. Me asomé un poco. Dentro estaba muy oscuro y me daban escalofríos solo de pensar en tener que meterme ahí, sobre todo si no tenía la seguridad de poder salir.

Las personas del bosque se disolvieron hasta que solo quedaron un par. La chica del ritual abrió la palma de la mano de Rubí y dejó algo sobre ella. Signó de nuevo y se marchó junto a su pueblo. Desaparecieron en unos segundos camuflándose en el bosque.

—Vamos—me apresuró Rubí yendo hacia la entrada de la cueva.

—Dime que no hay que ir bajo tierra—supliqué.

—No hay que ir bajo tierra—mintió.

—¿Cómo vamos a lograr orientarnos?

Rubí me mostró lo que la chica le había dado. Un cristal redondo y transparente. Sacudí la cabeza dando a entender que no sabía a qué se refería. Me arrastró hacia la entrada de la caverna, donde estaba oscuro y el cristal empezó a refulgir.

—Brillará cada vez más según nos vayamos acercando, si nos desviamos se apagará.

Asentí. Miré el interior de la cueva y me pareció incluso más amenazador que antes. Las paredes estaban pintadas con símbolos que no comprendía. Intuí que era la cadena montañosa que dividía y separaba Riederlaph de resto de reinos. Si había túneles para llegar hasta Xilex también debía haber para pasar al otro lado. Puede que los símbolos dibujados tuvieran algo que ver en el por que nunca nadie había traspasado la frontera.

—Han dicho que nos llevara exactamente hasta los sótanos del castillo.

—Pues a que esperamos—me precipité con nerviosismo.

Cuanto antes empezáramos antes podría salir de esa tumba.

Rubí iba delante para ir alumbrando el camino. Los primeros metros el techo de la cueva era de dos metros, pero iba menguando según nos adentrábamos. Tanto que teníamos que ir encorvados. Apenas había el suficiente espacio entre mis brazos y la pared para no rozarme al caminar. La bola seguía emitiendo luz así que de momento íbamos por el lugar correcto.

—¿Crees que estará bien? —pregunté. Llevaba rato dándole vueltas.

Rubí tardó un momento, pero contestó.

—No—al menos era una respuesta sincera—. Nadie puede estar bien encerrada con alguien así. Es fuerte. Podrá aguantar hasta que lleguemos.

—Me odiará, no querrá verme.

—Creo que ella ya tiene suficiente con odiarse a sí misma, aunque estará decepcionada.

Toqué la humedad de las paredes. Nos acercábamos al mar.

—No dejes que esto vuelva a pasar, Ian—me reprendió.

—No entra en mis planes que la vuelvan a secuestrar—gruñí, era obvio.

—Me refiero a no deciros las cosas—explicó—. Ya en nuestro mundo no erais sinceros el uno con el otro y lo peor de todo, no erais sinceros con vosotros mismos. Mucho de vuestro dolor lo habéis causado vosotros.

Se paró para mirarme. La luz de la bola le daba un aspecto más serio a su rostro. El aire se condensó entre nosotros.

—La vida se pasa así—chasqueó los dedos—, puede que mañana estemos muertos. Puede que en unas horas Nikolái nos arranque el corazón del pecho. Por favor, deja de esconder lo que sientes. Dejad de pensar que no os merecéis. Tenéis un tiempo limitado para estar juntos, así que la próxima vez que la veas simplemente dile que quieres estar con ella todo lo que dure ese tiempo.

—Estás hablando como si ella quisiese lo mismo.

—Sois Ian y Cassandra. Tenéis el poder de dar y quitar la vida. Estáis hechos el uno para el otro—sonrió—. Además, yo siempre he creído en Issandra.

—¿Issandra?

—El nombre que le di a vuestra relación cuando me di cuenta de lo que sentíais.

—Estás loca.

—Lo que tu digas, pero tengo razón.

—Cuando volvamos a Maternas, le diré que quiero pasar el tiempo que me quede con ella—acepté. La cuerda de mis costillas volvió a sacudirse. Empezaba a pensar que estaba ahí por ella.

—Bien. Así podré ir a otra boda.

—Tal vez Erick y tú debierais casaros—la pellizqué el omóplato mientras seguía andando.

—Ya lo estamos.

Abrí los ojos con sorpresa.

—¿Qué? —exigí saber.

—Hicimos unos votos privados, una comida y bueno para nosotros estamos casados, aunque supongo que haremos una ceremonia para que el pueblo lo acepte—se encogió de hombros, restándole importancia.

Aceleró el ritmo queriendo dejar atrás el tema de conversación, pero yo no estaba dispuesto.

—¿Y se puede saber por qué no has dicho nada?

—No parecía importante con todo lo que tenemos encima—no me lo creía ni por un instante. Rubí había hablado de su boda y de como sería desde que tenía nueve años—. Me da miedo esa unión. Me da miedo saber que si le pasa algo no sería capaz de levantarme.

—Pero eso ya lo sabías antes.

—Sabes que para mi el matrimonio es más que una fiesta, es una promesa. No puedo dejar que nadie se entere de esto o irían a por él. Si saben que eso me destruiría, lo primero que harán es matarlo y yo... no puedo—sollozó—. Cuando esto se arregle te prometo que podremos hacer una ceremonia conjunta.

Se me levantó la comisura de los labios sin llegar a ser una sonrisa completa. Entendía que quisiera mantenerlo en privado por la seguridad de Erick. Aun así, me dolía no haber participado en un día tan importante para ella.

Nos mantuvimos en silencio, recorriendo los túneles que no tenían fin y pensando que haríamos cuando llegáramos al castillo.

Llegamos a una intersección. El camino se dividía en dos y cada cual parecía más complicado que el anterior. Uno de ellos era tan estrecho que había que ir de lado, con una caída considerable a unas cuencas llenas de agua subterránea. En el otro tendríamos que ir a gatas para pasar. Recé para que fuera el del agua.

Por desgracia la bola se apagó en el mismo instante en que fue a dar un paso hacia el primero. Miré el pequeño hueco y di unos pasos hacia atrás.

—No puedo.

Rubí se asomó y por la cara que puso intuí que no veía ninguna luz al final del túnel. Mi respiración se empezó a acelerar para acaparar más oxígeno. Me miró una sola vez y después comenzó a gatear hacia dentro.

—Cuando encuentre a Cassandra le diré que no pudiste rescatarla del psicópata porque no querías cruzar un túnel—bromeó desde dentro. Su voz hacía eco.

Pegué unos cuantos saltitos en el sitio animándome a mi mismo. La bola nos sacaría de allí. Nos la habían dado para eso. Si quisieran matarnos habría unas formas mucho más fáciles de hacerlo.

Me arrodillé junto a la entrada e hice por alcanzar a Rubí que ya me llevaba un trecho de distancia. Necesitaba distraerme como fuera así que empecé a tararear una canción. La repetí varias veces y rozaba cada estrofa con la mente para olvidarme de donde estaba.

— There's not a soul out there. No one to hear my prayer—cantó Rubí, siguiendo la letra—Ahora te alegras de que te obligara a ver Mamma Mia conmigo, eh.

Se rio. Eso calmó un poco mis nervios.

—Gimme, gimme, gimme a man after midnight. Won't somebody help me chase the shadows away? —continuó. Seguí el ritmo en mi mente—. Yo creo que Sophie es hija de Bill. Me cuadran más las fechas, pero quien sabe.

—Es de Sam. Estuvo más tiempo con él—rebatí.

—¿Y? Puedes quedarte embarazada con una sola vez, genio.

—Estuvo con Bill justo después de que Sam se fuera para casarse, eso significa que las fechas cuadran más con Sam. Las náuseas empiezan después del primer mes—argumenté, sintiendo como la ansiedad disminuía.

—¿Y cómo sabes eso?

—También me obligabas a ver embarazada a los dieciséis.

Rubí soltó una carcajada y me la contagió. Rápido el túnel se llenó de risas que se iban repitiendo una tras otra gracias al eco.

—Mira—me indicó Rubí—, estamos llegando al final.

Por lo poco que podía vislumbrar tenía razón, el túnel daba a una zona más grande unos metros más allá. Un roedor pasó a mi lado corriendo y me hizo dar un brinco. Mi cabeza chocó con el techo. Solté un quejido.

—¿Ian?

Rubí no había podido ver la escena porque estaba delante y el pequeño espacio le impedía girarse.

—Todo bien—me sujeté donde me había dado el golpe hasta que el dolor disminuyó.

Me estiré del todo cuando llegamos al final del túnel. Rubí ya estaba revisando los alrededores. Sentí un crujido bajo los pies y no me hizo falta mirar para saber lo que era. Huesos. De todas las clases y tamaños, animales y humanos.

—Creía que Nikolái no conocería estos túneles—dijo Rubí, algo decepcionada.

—Parece que estos huesos llevan aquí mucho más tiempo, fíjate, están casi fosilizados—apunté a un esqueleto que se confundía con la roca de las paredes.

A la izquierda había una escalera tallada de la misma piedra que subía hacia una alcantarilla de madera y metal.

—Supongo que nos llevará a los sótanos—intuí. Rubí hizo un gesto afirmativo.

Subí el primero, llevado por el impulso de estar más cerca de ella. Rubí me siguió, sosteniendo todavía el cristal en una de sus manos. Empujé con fuerza la madera que cubría la entrada y cayó al suelo con un golpe sordo. Después sacudí el metal hasta que cedió y nos dejó paso.

Los sótanos eran tan solo otros túneles, de una piedra más blanca esta vez, que recorría algunas zonas del castillo. Me asomé por una de las rendijas por las que se filtraba la luz. Era un comedor. Los sirvientes seguían limpiándolo aun estando reluciente.

—Tendremos que seguir solos—dijo Rubí.

El cristal se había apagado al cumplir con su función.

—Pues elige—le pedí. Había al menos otras tres direcciones que podíamos seguir y no teníamos ni idea de cual de ellas nos llevaría a Cassandra.

—Mejor elige tu—contestó.

Le eché un vistazo a todas las opciones. Cerré los ojos por si había alguna que me trasmitía lo suficiente como para guiarme por mis instintos.

—Tendremos que jugárnosla—finalice.

—Este complejo de héroes que tenéis va a acabar con vosotros—masculló una voz de entre las sombras. 

****

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro