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Capítulo 3

"De todas las mentiras, los libros son mis favoritas"

Este capítulo esta dedicado a la persona que más me ha apoyado con la escritura en tan poco tiempo y que dentro de cuatro días será su cumpleaños. Muchas gracias por impulsarme a escribir cada día. 

@_andcan

Espero que puedas leer este capítulo lo antes posible <3



Cassandra

Me llevé las manos a la frente retirando el exceso de agua que caía desde mi pelo húmedo. El baño se había enfriado hacía ya un buen rato, aún así, me resistía a salir de la bañera. Era el único momento de día en el que me permitía pensar e intentar reconstruir mis recuerdos. Los primeros meses estaba tan ansiosa por volver a ellos que no salía de la habitación, no comía ni dejaba que nadie se me acercara. Para mi todo aquel sitio era extraño por mucho que me dijeran que había vivido allí toda mi vida. Después de un tiempo entendí que nunca volverían así que ahora ya solo me dedicaba esos instantes para pensar como debió haber sido mi vida para que ni si quiera me quedara un recuerdo al que aferrarme.

Salí de la bañera agarrándome a los bordes. El suelo se empapó a mi paso hasta que conseguí hacerme con una de las toallas que colgaban de la parte trasera de la puerta del baño. Quité el tapón que mantenía el agua dentro y vi como la suciedad fue desapareciendo. Me desenredé el pelo y me puse la bata que normalmente utilizaba como pijama. Solía sudar y tener demasiado calor por las noches así que por lo menos eso era más fácil de quitar.

Me dirigí al dormitorio. Las criadas ya habían preparado la habitación para mí, como hacían cada noche. La chimenea estaba encendida y chisporroteaba al quemarse y romperse la madera. En la cama me habían dejado uno de los libros que estaba leyendo y una infusión en la mesilla de noche. Mi madre decía que me ayudaría a dormir mejor y aunque funcionó las primeras veces, luego fue perdiendo su efecto.

—Llevas horas ahí metida—la voz ronca y familiar habló desde uno de los sillones más cercanos a la chimenea.

—Tú llegas pronto—me quejé—. Al final mi madre empezará a sospechar.

—Deja que yo me ocupe de ella.

—Esto es serio, Nick. Sabes perfectamente como se pondría si se llegara a enterar.

Morriguen no aprobaría nunca que su única hija mantuviera una relación con uno de sus amigos y menos cuando ellos habían tenido un pasado juntos. Ella pensaba que apenas nos conocíamos y quería mantenerlo así, por lo menos por el momento. En las actividades sociales o las reuniones, Nikolái y yo nos limitábamos a ignorarnos. Había sido suerte que esos últimos meses hubiera tenido que visitarnos más por los problemas que estaban sucediendo en el continente.

El primer día que le vi, tres meses después de mi amnesia, fue como si por fin tuviera una sensación conocida. La forma en la que me sentía estando con él me recordaba a una añoranza familiar, algo que sin duda ya había vivido antes. Además, rebosaba seguridad en sí mismo, poder, y no se molestaba en ocultarlo.

—¿Por qué estas tan tensa? —habló, acercándose a mi con aire preocupado.

No sabía porque esos días me encontraba tan extraña, así que dije lo primero que se me pasó por la cabeza.

—He intentado recordar de nuevo, pero no ha habido suerte.

—Puede que tengas que dejar de intentarlo— propuso—,a lo mejor lo estas forzando demasiado.

—Es posible.

Me acarició los brazos y puso una mueca al comprobar lo fríos que estaban. Me guio hasta el fuego sentándome en el mismo lugar en el que él se había sentado antes. Nick removió unos cuantos cajones hasta dar con algo que le convenciera. Regresó con uno de mis pijamas más gruesos, me dio claustrofobia solo de verlo.

—Quítate la bata, es demasiado fina y tiene toda la espalda empapada por tu pelo—bufé, pero finalmente hice lo que me pidió.

La tela cayó a mis pies sin dejarme nada para cubrir mi cuerpo desnudo. Nick me observó unos instantes antes de sacudir la cabeza y ayudarme a ponerme el jersey y los pantalones.

—Debes de tener la cabeza en otra parte si te atreves a rechazarme.

Me senté en su regazo, sintiéndome mucho más cómoda. No había sido consciente del frío que tenía. Le besé, deseando que fuera su calor el que me cubriera por completo.

—No tardaré en irme—me acarició la clavícula—, hay una reunión urgente esta noche.

—¿Qué ocurre?

—No es nada de lo que debas preocuparte—le miré con mala cara—, pero como se que eso no es una excusa para ti...Ha habido otro ataque y han detenido a unas cuantas personas.

—¿Otro? —Nick asintió—El último fue apenas hace quince días.

—Ellos no descansan—que me pareció una forma suave de decir que dentro de poco volverían a por nosotros.

—¿Dónde ha sido esta vez?

—Xilex—su voz estaba demasiado serena, no entendía como no le consumía la rabia.

—¿En tu propio territorio? —proferí un sonido ahogado se sorpresa—Cada vez son más descarados. Puede que no les quede mucho para volver aquí y acabar lo que empezaron hace dos años.

—No lo harán—me tranquilizó—. No tienen la fuerza suficiente, ella sigue desaparecida.

—Rubí.

Ese nombre se había grabado a fuego en mi mente. El nombre de la persona que acabó con mi vida tal y como la conocía. Mi odio no se había difuminado ni un ápice desde aquel día.

—No permitiré que vuelva a hacerte daño—me apoyé contra su pecho.

—Me gustaría poder encontrarme con ella cara a cara.

—Es demasiado peligrosa.

Guardé silencio. No me gustaba pensar que estaba indefensa, pero la verdad es que no tenía nada con lo que enfrentarme a ella. Mis supuestos dones habían desaparecido el día en que lo hicieron mis recuerdos, como si ellos mismos recordaran el daño que sufrí en la lucha y se negaran a pasar por ello de nuevo.

—La encontraremos tarde o temprano y entonces todos ellos pagarán por sus crímenes—afirmó, con su natural seguridad. Admiraba como sabía que todo iba a salir tal cual él lo había previsto—Ahora tengo que irme, pero mañana nos vemos y te prometo que te daré todo lo que me pidas.

—De acuerdo—no me moví, no lo dejaría marchar hasta que no hubiera sentido sus labios una vez más.

Captó el mensaje al vuelo. Acercó su rostro hasta el mío. Sus labios me rozaron con suma suavidad. Mi instinto cerró el espacio que quedaba entre nosotros agarrándole la cara con agresividad. Deseaba mucho más que ese beso, nunca tenía suficiente con esa luz que se encendía en mí cuando estábamos juntos.

—Tengo que irme.

Chasqueé la lengua con fastidio. Me levantó en sus brazos y me llevó hasta la cama. A veces era demasiado formal y protector. Odiaba sentirme como una niña pequeña.

—Desearía quedarme, pero esto es importante—echó a un lado las sábanas para que me metiera dentro.

—Hay vidas en juego—repetí las palabras que solía decirme—Lo sé.

Sonrió dándome un pequeño beso en la frente. Vi como se marchaba desde la comodidad de mi cama. El vacío que había estado sintiendo todos esos días volvió en cuanto la puerta se cerró. Deseaba poder ir con él a cualquier parte, salir de la isla, pero mi madre jamás lo permitiría y menos después de lo que ocurrió. El cansancio pudo con mi tristeza para finalmente dejarme llevar por el sueño. Esa noche estuvo plagada de pesadillas, imágenes sin sentido que se agolpaban unas con otras. Pude distinguir algunas sueltas: un bosque interminable, la sonrisa de alguien, una cadena y unos ojos color carmesí. Todas sobrevenidas por emociones diferentes y dispares entre sí. La última me atormentó toda la madrugada. No por miedo, sino por ira y odio profundo.


Por la mañana desperté agarrando la misma cadena que había invadido mis sueños que ahora colgaba de mi cuello. Si esa imagen era real, lo más probable es que las demás también lo fueran, aunque no tuvieran ningún sentido.

Las criadas estaban hablando, así que no abrí los ojos hasta enterarme de que cuchicheaban. Las tres estaban reunidas junto a mi armario para escogerme la ropa del día.

—La teniente nunca se equivoca—aseguró una de ellas.

—La gente le ha visto llegar, tonta. Dicen que no es para nada como lo habían descrito, si acaso el color de pelo.

Me incorporé, con el pulso acelerado.

—¿De quién habláis?

—Señorita—exclamó la más mayor—, siento mucho haberla despertado.

—Dime de quien hablabais—insistí.

La mayor se debatía entre sus opciones, así que la más joven se adelantó para contármelo.

—Creen haber capturado a uno de los usurpadores—explicó emocionada—, uno de los que ayudó a esa chica a escapar de la isla.

La cabeza me retumbaba por la presión de la sangre y tenía los oídos embotonados. No pude prestar atención a nada más de lo que decían. Me desenredé de las mantas y salí disparada hacia la sala de estar, donde mi madre recibía a todos sus invitados. Y allí estaba, rodeada de veinte hombres de su ejercitó y la teniente. Por lo que pude comprobar a primera vista, Nikolái no estaba allí con ella. 

—Mamá.

—Dios mío, Cassandra, ¿Cómo te presentas de esa forma? —habló, inspeccionando lo que llevaba puesto.

—¿Es cierto? ¿Tenéis a uno de ellos? —pregunté a la teniente directamente.

—Vuestra madre nos lo acaba de confirmar—respondió.

—¿Qué haréis con él?

—Lo que debimos hacer en su momento—sentenció Morriguen—. Al atardecer luchará contra varios de mis hombres.

—Morirá.

—Ese es el punto, hija—comentó, hablando hacia sus hombres—. Hay que ser cuidadosos, son un peligro para todos nosotros.

Yo no conocía los dones de aquel chico, pero debían ser tenidos en cuenta si mi madre pensaba que había una mínima posibilidad de que venciera a sus hombres.

—Ve a cambiarte—ordenó con tono serio—. No son formas de aparecer vestida delante de nadie.

Obedecí a regañadientes. Mis pasos de vuelta a la habitación fueron más ligeros. Estaba emocionada y ansiosa porque por fin teníamos a uno de ellos. Puede que incluso su muerte hiciera que Rubí saliera del agujero en el que estaba metida.

Me cambié y me puse el vestido que estaba junto al tocador. La sencilla tela negra se amoldaba a mi cuerpo con gracia,  conjuntando con mi pelo y haciéndo que mi piel pareciera mucho más pálida, la imagen de la misma muerte frente a mi, en mi propio reflejo. Igual que mi madre. Pasé todo lo que quedaba de mañana imaginando distintos escenarios. En la mayoría me encontraba saliendo de aquí y enfrentándome a ella directamente. Haciéndola pagar todo lo que me había hecho. También repasé mis libros sobre lucha e hice algunos movimientos repetitivos. Controlaba a la perfección todas las clases de defensa que se me había puesto a mi alcance, más incluso que los profesores que alguna vez venían a visitarme. Uno de ellos me dijo sin reparos que tenía memoria muscular, que por eso no me estaba costando, porque ya lo había aprendido. Aun así, repetir los movimientos me hizo sentir más segura.

Cuando llegó la hora, volví a salir despedida, dándome con el marco de la puerta en el hombro. Me coloqué en mi asiento de nuestro palco, antes de que mi madre hiciese su aparición y las gradas empezaran a aclamar su nombre.

—Estas demasiado nerviosa—murmuró mientras saludaba a todos con una mano—, la gente debe notar seguridad en nosotras.

—Lo siento—saludé también—. Es solo que por primera vez vamos ganando.

—No los subestimes, Cassandra.

Me chocó que mi madre, bajo esa serenidad que la caracterizaba, pareciera más preocupada de lo normal. La multitud fue bajando el tono de voz hasta que solo pude escuchar el bombeo de mi corazón. No dejaba de imaginarme la puerta que teníamos debajo y como sería quien saliera por ella. Seguramente igual de malvado que su amiga. Si era la mitad de poderoso puede que corriéramos peligro estando tan cerca, a lo mejor por eso mi madre estaba preocupada.

La puerta chirrió al abrirse. Mis nervios se intensificaron. Tenía la piel de gallina y la boca tan seca como una hogaza de pan duro. El chico dio algunos pasos, desorientado. Nos daba la espalda, inspeccionando lo que tenía a su alrededor. Mi cuerpo se movió hacia delante en un acto involuntario, quería verlo mejor. Por fin levantó la vista.

Sus ojos se posaron en mi un instante sin detenerse demasiado. Giró la cabeza en rotundo y esta vez su mirada no se apartó de la mía. Parecía que los ojos se le iban a salir de las cuencas. Sentí algo tirando de mí como una cuerda atada en las costillas que no dejaba de retorcerse. 

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Hola, hola

Aquí tenéis el nuevo capítulo de luz u oscuridad. ¿Qué os ha parecido? ¿Qué pensáis de la relación de Nikolái y Cassandra?

Siguiente capítulo 28/03/22

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