Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22

IAN

—Esto es increíble—me quejé al ver que nos habían puesto a todos en un mismo cuarto—. Lo ha hecho a posta. Un puto templo entero y decide meternos a todos en una misma habitación. 

—Creo que se me están derritiendo las corneas de los ojos—afirmó Rubí limpiándose el sudor de la frente.

Cogí uno de los colchones más cercanos y lo tiré al suelo frente al ventanal.

—Esto me recuerda a los campamentos a los que íbamos de pequeños—Rubí colocó su colchón junto al mío y me sonrió.

Aparte la mirada y me fui a por algunos cojines mientras los demás colocaban sus colchones de la misma forma. Rubí llevaba unos días intentando ser más amable y me incluía en todas sus conversaciones. Esa era la técnica que solía utilizar cuando quería hacer las paces. Pero el caso es que ella nunca pedía perdón, solo te trataba mejor y hacía como si nada hubiera pasado. Antes la funcionaba, ahora no.

—Tenemos que hablar sobre que es lo que le vamos a pedir exactamente—Erick no se fiaba de dejar esa conversación al azar, y yo tampoco.

—Creo que lo mejor es que vayamos con un discurso tranquilizador y de cooperación—apunté—, y luego pedirle el acceso a la biblioteca.

—Pues yo creo que es mucho más fácil pedir perdón que permiso—la voz de Cassandra sonó en la otra punta de la habitación, no había colocado su cama junto a la de los demás—. Es de estúpidos pensar que nos va a dar acceso a unos libros que podrían significar su destrucción. Mirad a vuestro alrededor, se la ve muy cómoda en su burbuja de riqueza y sexo.

Emma asintió con firmeza. Yo en cambio no pude mirarla a la cara. Sabía quien era y lo que podía hacer. La vi luchar contra los hombres de Nikolái. Pero de ahí a presenciar como le arrancaba la cabeza a un hombre con sus propias manos había un gran paso. Horas antes de eso no había podido ni levantar la cantimplora para beber agua. No era de extrañar que al verla hacer algo así me recordara a Morriguen y todo lo que les había hecho a mis amigos.

Por lo menos ahora Rubí estaba menos a la defensiva con ella, aunque seguramente eso también se debía a que se quería ganar mi perdón.

—¿Dijiste que la biblioteca se encontraba debajo del templo? —preguntó Erick a Emma. Esta asintió. —Bien, mañana mientras esperamos a que Yuky nos de audiencia investigaremos como llegar hasta ella, los guardias que hay defendiéndola y como salir con los libros sin que noten que nos los hemos llevado.

—A lo mejor podríamos transcribir solo lo que nos hiciera falta y volver a dejar los libros en su sitio—opinó Rubí.

—Nos llevaría demasiado tiempo. Solo tenemos una ligera idea sobre lo que estamos buscando, ya nos va a llevar bastante encontrar los libros—le explicó Erick.

—Tal vez solo hay que buscar un momento de distracción. Dudo mucho que numeritos como el de ayer no se repitan a menudo—continuó Astrid—. Si esperamos lo suficiente como para que se vea en vuelta en otra de sus bacanales tendríamos en tiempo suficiente como para buscar los libros y hacer las transcripciones.

—No estáis contando con los guardias—apunté, como si fuera demasiado obvio.

—Los guardias no estarán en la biblioteca. Ya los oísteis ayer, se estaban perdiendo algo solo porque nosotros estábamos allí, pero si todos nosotros estuviéramos en la "fiesta" no tendrían motivo para vigilar fuera.

Todos nos la quedamos mirando como si hubiera dicho algo fuera de lugar. No teníamos ni idea de que se hacía en esas fiestas y no me apetecía averiguarlo.

—Somos personas adultas, creo que podremos soportar ver como otros tienen sexo delante nuestra—alegó Cassandra con el rostro neutral.

—Vale, vamos a esa fiesta. ¿Cómo se supone que nos vamos a escapar para ir hasta la biblioteca? —fue Emma la que hizo la pregunta más obvia. Observamos a Astrid para ver si ella daba solución a la misma.

—Habría que montar un buen revuelo para que algunos de nosotros se pudieran escabullir—finalicé.

—Bueno, lo principal mañana es averiguar donde se encuentra la entrada y cuanta gente hay vigilándola, más tarde remataremos los demás detalles.

Después de esas últimas palabras de Erick nos sumimos en nuestros propios mundos. Me quité la camiseta que estaba llena de sudor y me tumbé en el colchón que había preparado. No se en que momento me quedé dormido, pero me volví a despertar una presión insoportable en la vejiga. Me levanté del colchón y salí del cuartucho buscando algún otro sitio donde orinar que no fuera en presencia de todos mis amigos, aunque estuvieran dormidos. Deambulé por los pasillos en busca de alguna ventana que diera al exterior. Por desgracia todas las que encontraba en mi camino eran demasiado estrechas o elevadas. Efectos colaterales de construir un templo dentro de roca maciza.

Me eché un poco para delante, sin soportar el dolor que me estaba causando. A lo lejos, cuando el pasillo que estaba recorriendo se esquinaba para dar comienzo a otro vi una planta que iba desde el suelo al techo y a sus pies una pequeña maceta de color del barro. Me acerqué hasta ella con lo que debía verse desde fuera como un baile folclórico.

Solté un suspiro cuando pude aliviarme del todo.

—Lo siento amiga—hablé a la planta—, no tenía muchas más opciones.

Me estaba subiendo el pantalón cuando escuché una voz susurrar justo a mi espalda.

—¿Estás bien?

Era Rubí. No tenía ni idea de que hacía despierta a esas horas, aunque seguramente ella tampoco entendiera que hacia yo despierto y subiéndome los pantalones frente a una planta.

—Si, ¿por? —me esforcé mucho por que mi tono de voz sonara serio y distante.

Ella se quedó parada unos instantes, como si no hubiera esperado ese tipo de respuesta. Nunca habíamos pasado tanto tiempo sin hablar y menos después de una discusión de esa magnitud. Sacudió la cabeza como quitándose una idea de la mente.

—Después de verte con Cassandra he pensado que tal vez necesitaras hablar—comentó mientras enredaba su dedo indicé en uno de los mechones de su pelo—. Se que soy la persona con la que menos querrías hablar de ella y menos si habéis discutido.

—No hemos discutido—la corté

—Esta bien. No me lo cuentes—se encogió de hombros—, pero creo que deberías saber que la he visto entrar a uno de los cuartos de este pasillo y no tenía pinta de estar muy bien.

Asentí. Nuestras miradas se cruzaron por unos instantes, después ella continuó si camino hasta la habitación mientras yo me debatía si lo mejor era que intentara averiguar que es lo que había pasado o volver a mi colchón mugriento. Obviamente me decanté por la primera.

Tuve que abrir varias puertas y forzar otras, la mayoría abandonadas y en mal estado, antes de encontrar por fin a Cassandra. Solo fui consciente de su presencia cuando un bulto se movió y escuché un gemido ahogado proveniente de la oscuridad.

—Cassandra—la llamé. No me contestó.

Me adentré y cerré la puerta tras de mí. Lo que menos necesitaba era un mirón o alguien que se detuviera a cotillear. Sabía que era poco improbable a esas horas, pero no me la iba a jugar.

Poco a poco mi vista se fue adaptando a la rendija de luz que penetraba por un desprendimiento en la roca del templo. Cassandra estaba acurrucada en una esquina cubriéndose la cara con las manos y la cabeza entre las rodillas. Se acunaba a si misma de adelante hacia atrás mientras soltaba pequeños sollozos.

—¿Qué ha pasado? —pregunté cuando estuve arrodillado a su lado. Ella pegó un bote como si acabara de percatarse de mi presencia.

Tenía el rostro lleno de lágrimas y los ojos hinchados al igual que los labios. Me miró y su respiración comenzó a ser más superficial. Estaba entando en pánico. Sus gemidos se volvieron más fuertes e intentó pegarse más a la pared para huir de mí. Le agarré con suavidad de las muñecas e hice que me mirara fijamente.

—Esta bien, estás a salvo—repetí varias veces mientras veía como su ansiedad aumentaba—. Ey, soy Ian, todo va a salir bien.

Su cuerpo se relajó, aunque no dejó de llorar. No la solté en ningún momento. Mis manos cogieron las suyas y empecé a realizar movimientos circulares mientras repetía el mismo mantra una y otra vez.

—No estás sola, nunca vas a estarlo mientras yo esté aquí—pronuncié cuando su respiración se calmó.

Cassandra parpadeó varias veces y su mirada se perdió en el fondo de la pared. Suspiró con fuerza con fuerza y se quedó en silencio. Me pareció que había pasado una eternidad cuando ella habló por primera vez.

—He recordado algo—tenía la voz ronca y rasposa, como si hubiera estado gritando.

—¿Por eso te has puesto así?

—No—dijo cortante. Un segundo más tarde su expresión volvió a suavizarse—. Ha sido al decirme que nunca estaré sola. He recordado una nota que me dejaste en mi casa el día de mi cumpleaños.

Aquello me pilló por sorpresa. No había pensado en el regalo que le hice desde hacía mucho tiempo. Tampoco me había planteado nunca que aquello fuera tan importante como para recordarlo. 

—Recuerdo llegar a casa después de estar con vosotros—comenzó—, esa parte esta algo difusa. Subí a mi habitación y al encender la luz pude ver toda mi pared pintada como el cielo estrellado de Londres, con el Big Ben y cuatro figuras a su alrededor que se dirigían a los dos puntos más brillantes.

—Te película favorita es Peter pan, supuse que te gustaría—Cassandra me agarró del brazo y pegó la nariz a él.

—Me puse a llorar como una loca y me sentí super avergonzada porque no sabía que me hacía reaccionar así—sonrió y aproveché el momento para envolverla con mi cuerpo. No sabía como pero su piel estaba congelada. —Entonces vi la nota pegada justo encima y me acerqué para leerla.

—Ya no estarás sola—recitamos los dos a la vez.

—Creo que es lo más bonito que alguien ha hecho por mí—algo muy dentro de mi se remendó al sentir que estaba hablando con la antigua Cassandra, que de entre todos los momentos olvidados había recordado ese.

—Habías pasado una mala época, era la menos que podía hacer—murmuré—. Sería un amigo horrible de lo contrario.

—¿Eso es lo que éramos? ¿amigos?

Su voz se volvió más grave y me acarició hasta lo más profundo del alma. Cuando la miré su rostro estaba a tan solo unos centímetros del mío. No me atreví a moverme.

—Nunca he tenido muy claro que somos, Cassandra.

Acercó la mano hasta mi rostro y acarició mi ya incipiente barba. 

Bajó la mano hasta mi cuello y dibujó formas entre mis lunares. No sabía como conseguía seguir respirando.

—Ian, tienes que saber...

Le puse el dedo pulgar sobre los labios. No necesitaba saber nada en esos momentos, absolutamente nada. Le rocé el labio inferior y sentí la humedad de las lágrimas todavía en él. La sostuve de la nuca y me acerqué para estrellar mi boca conta la suya. Al principio los dos nos quedamos algo quietos, sin entender lo que acababa de pasar, pero al instante todos los sentimientos que llevaban años reprimidos salieron a la luz. Me había imaginado este momento mil y una veces y jamás pensé que sería así. Nunca imaginé lo bien que me iba a sentir cuando ella me mordiera el labio y soltara un gemido ronco. Se balanceó contra mi mientras colocaba mis manos en sus caderas.  El primer frenesí pasó en el momento en que sus movimientos se fueron haciendo más lentos y desperdigados hasta que finalmente paró del todo. Nos miramos el uno al otro, descolocados. Me sentía como si poco a poco volviera a la realidad después de una borrachera. 

—No sabes la de tiempo que llevo esperando esto—le dije, colocando un mechón de pelo detrás de su oreja. —¿Estás mejor?

—Eso creo—se levantó con cuidado. Ya no parecía tener ganas de seguir hablando. 

—¿He hecho algo?—pregunté, angustiado por su cambio de humor. 

—Claro que no—respondió—, es que no que decir después de esto. 

—¿Qué soy el mejor del mundo besando?

No dijo nada más, pero pude notar una media sonrisa escondida entre los mechones de su pelo. Se los aparté con cuidado.

—Deberíamos volver ya—señaló rompiendo el momento.

Asentí.  Los dos parecíamos estar pensando en lo mismo pero cada uno prefería mantenerlo para el mismo. Cuando llegamos a la puerta de la habitación que compartíamos con los demás Cassandra me paró antes de poder entrar.

—No pienses que esto no ha significado nada.

Siguió andando por pasillo sin afán de que la siguiera. No me preocupé demasiado. Entendía que necesitara tiempo para aclararse. Yo tampoco estaba muy despejado que digamos y menos después de esa última frase.  Claro que había significado algo joder. Para mí lo había significado todo. No podíamos obviar lo que había pasado igual que yo no podía dejar pasar que ella estaba recordando cada vez más momentos de su vida anterior. No había sido como me lo esperaba, pero eso no tenía nada de malo, quizá Erick tuviera razón y el amor se reflejaba distinto en cada persona. 

****

Hola hola! Si, se que es miércoles y que hace un tiempo que no actualizo pero el final de las vacaciones me ha pillado demasiado desprevenida y tengo demasiadas cosas que hacer. Así que volvemos a las actualizaciones cada dos semanas. Se que es una mierda, pero si no no puedo adelantar con los demás proyectos en los que estoy trabajando. 

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿estáis igual de emocionados que yo por ese beso?

Siguiente capítulo: 

26/09/22

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro