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Taehyung POV.
26 de diciembre.
9:55 P. M.
Una semana. Había pasado una semana exactamente desde lo sucedido en la librería y no podía dejar de pensar en lo ocurrido con Jungkook. El sólo pronunciar su nombre deja el más dulce y amargo sabor en mi boca. Algo así cómo; suave pero rústico, y al mismo tiempo una paz y miles de preguntas que afloran conforme pasan los días. Me estoy desesperando y Jimin no hace más que observar el caos mental en el que ahora mismo me sostengo.
Después de contar lo qué por su culpa me había sucedido con el chico-parque, —que aunque no se lo diga, agradezco internamente— Jimin concluyó como buen amigo que según dice ser, ir nuevamente al local a "comprar" algún libro con la intención de encontrar al azabache y pedir su número.
Su propuesta fue hace una semana. En el mismo milisegundo la rechacé.
Por los Dioses, era una mala idea. Hasta él lo sabía.
El rubio tampoco daba crédito a lo que por mi mente pasó y juraría mis ojos ya habían visto. Jimin no tenía explicación alguna, más que escuchar con atención y preguntar uno que otro detalle. Fue extraño, lo sé. Pero el sentimiento no se sintió tan lejano, fue extraño y cercanamente familiar.
Cálido.
No era de extrañar que Jimin sacara sus locas conclusiones ya que en la mayoría de los casos, suele hacerlo; inventarse una historia mágica y locamente de amor. Como una trágica y de villanos, donde, en el peor de los casos mueren los personajes.
Es de él hacerse mundos alternos con paralelos fantasiosos, tiene mucha imaginación y eso es genial.
Hasta lo asocia a la vida real muchas veces.
Pero en éste caso, fue realmente inquietante que no haya concluido o trazado conjeturas de un mapa con cada uno de los detalles dichos por mí, de mi pequeño y surrealista encuentro.
—Tu mente ha estado agotada últimamente, Tae. Deja de darle tantas vueltas, seguro y lo ves de nuevo y ejecutas mi plan.
Había dicho guiñando un ojo después de dar por terminada nuestra charla.
Menudo enano nalgón.
En lo que a mí respecta, no conté con lujo y detalle aquella ilusión. No puedo decir que recuerdo exactamente todo, porque estaría mintiendo.
Sólo recuerdo haber visto a un chico, o más bien su cuerpo... Sus manos y aquella singular pulsera en forma de luna. Su rostro se hacía borroso en mi mente pero la calidez de sus manos al rozar las mías fue lo más parecido a una realidad atada con ciertos libros. Pero, ¿Porqué con Jungkook? ¿Acaso él…?
La pulsera.
Es… algo inquietante. Aquella pulsera juraría que encaja perfectamente con la que en mi mano izquierda descansa ahora mismo.
Paso mis manos por mi rostro, siendo demasiado por una noche.
La mayoría de mis sueños no son tan malos, una que otra pesadilla se hace presente. Sueños cada vez más nítidos y más reales invaden tan notoriamente mi estabilidad mental.
¿Lo preocupante? Mayormente al despertar los olvido. O siendo peor para que mi cerebro enloquezca... Solo recuerdo los detalles a mi al rededor. Ha sido así desde que tengo memoria, pero ahora con mis veintitrés años, siento una aceleración apabullante. No obstante las últimas semanas he estado en un combate conmigo mismo, tal cuál compartiera cuerpo con alguien más.
Piensa, Kim.
Sinceramente es demasiado familiar para mí el hecho de que aquellos recuerdos-ilusiones se activaron más desde que apareció cierto castaño. A decir verdad, exactamente desde nuestro pequeño encuentro en el parque.
La noche en que vi sus ojos fue... Exorbitante, sí. Fuera de lugar pero maravilloso a la par.
Es tan confuso, porqué, no solo es el hecho de haberlo visto dos veces y crearme miles de escenarios, no. Es el que sienta que lo conozco de toda una vida y la idea de pensar que él no siente o no sintió lo mismo que yo me saca de onda.
¿Seré yo el único con este sentimiento tan familiar? No lo sé.
Y quisiera preguntarle. Quisiera aclarar tantas dudas que, poco a poco van creciendo y carcomiéndome en tan poco tiempo. Quisiera saber más de aquél chico que afloró mis sentimientos como si me conociera de toda una eternidad, haciéndome creer que en verdad el amor a primera vista existe, pero hay más que eso. Siento más que solo un simple amor a primera vista.
Es un inexplicable sube y baja sinfín de cesar en mi mente.
Fue tan cálido el sentimiento.
Y mis sueños pocos claros no hacen más que confirmar que algo se oculta detrás de mis distorsionados recuerdos.
Froto mi cien en un intento de hacer que la jaqueca abandone mi cerebro.
Deslizo un par de fotos más por el escritorio y otras más las tomo en mano. Camino a paso lento donde se encuentran colgadas el resto de mis fotos para una futura exposición. Cuelgo algunas allí y retrocedo dos pasos para así admirarlas.
Perfecto, pienso mientras sonrío ampliamente.
Cosa que no dura más de dos segundos al sentir que hace falta algo.
Repaso entonces tomando las fotos en mis manos pasando una por una.
Primavera, verano, otoño e invierno. Algunas aves con sus alas en su máximo esplendor, mares, nieve, el perfecto, brillante y redondo sol en su punto más caliente y una representación de paz y calma.
Ésta última no me convenció demasiado. Sobre la foto se plasma un cielo azul algo nublado abarcando prácticamente la poca luz que el sol ofrecía en tardes horas, en el centro no más de cinco aves surcaban en el momento exacto de la toma.
¿Eso era paz?
Realmente no estaba seguro de ello y por esa razón sería una futura exposición ya que hasta no encontrar dicha perfecta toma no me arriesgaría.
—Señorito Kim —la voz de una de mis compañeras me sacó de lleno a la realidad—, Como no contestaba me tomé el atrevimiento de pasar. —dijo tímidamente mirando al suelo.
—Si, perdona Rose. Estaba algo distraído. —acoté entonces, recogiendo mis cosas en mi maletín acto seguido tomé mi cámara. —¿Me necesitabas? — pregunté calmadamente sin parecer grosero.
—Oh, ¡Sí! Quiero decir, sí... —aclaró su garganta pasando un mechón de cabello tras su oreja. — Dejaron esto en la recepción para usted. —estiró su mano con el contenido y lo tome entre las mías. Era un sobre blanco en lo que suponía una carta estaba. —Esta mañana, un hombre de cabello rojo bastante alto pasó por mi lado mientras arreglaba algunas cosas. Vestía completamente de negro y supongo usaba lentillas, sus ojos eran peculiarmente rojos... —movió su cabeza mirando al suelo, yo solo contemplé la hoja sin abrir en mis manos.
—El hombre del que hablas... ¿Él fue quién lo dejó?
Pensándolo bien, me asusta. No tengo algún enemigo o algo parecido, no he robado, mucho menos atacado a alguien.
Una vez cierto Mochi tomó algunos dumplings con la intención de no pagar pero yo terminé por dejar el dinero sobre la mesa. Ese día no le compré pan. Es lo más ilegal que alguna vez no llegué a cometer.
Aunque, si lo veo desde otro ángulo, hace meses que siento que alguien me observa. No le tomé importancia al principio. Jimin me trató de paranoico pero estaba seguro que sentía la presencia y ojos de alguien más en mi espalda. Días después estaba solo en el departamento cuando en la cocina se oyeron ruidos, corrí hacia allí pero nada había, lo dejé pasar pero el malestar y la incomodidad siguen ahí presentes.
—No. Fue un chico de cabello anaranjado quien lo trajo, no vi su rostro ya que parte de éste lo cubría un barbijo. —expresó entonces. —Se lo digo porqué me pareció extraño ver alguien así por estos lugares. Jamás lo había visto, entonces quise comentarlo.
Yo solo asentí y me avergoncé internamente al crearme una descabellada –no tan descabellada– idea en la cabeza. Tal vez después de todo sí soy algo paranoico.
Rose salió dando por terminada la charla, le agradecí y minutos después salí yo también bajando las escaleras y deslizándome fuera del pequeño edificio.
El frío viento golpea mi rostro mientras camino por las activas calles de Seúl, ajusto más mi bufanda cubriendo parte de mi boca, paso unos guantes introduciendo mis manos en ellos y saco el sobre dentro del bolsillo de mi abrigo.
Camino a paso lento mientras las personas a mi alrededor van y vienen apresuradamente, otras simplemente disfrutan la fría noche producto de un frío y templado invierno. Los pocos autos que pasan por un lado de la acera acompañan mi noche en un lejano sonido mientras me decido en abrir o no dicha sobre.
Paso mis dedos en ella acariciando su superficie. Es completamente blanco, con un pequeño borde en dorado y detrás de ella una caligrafía digna de un príncipe dónde las letras: "Para Kim TaeHyung" se marcan elegantemente dentro de un sello dorado con forma de luna entrelazando a una espada y una flor cerezo.
Frunzo el ceño y cuando me he decidido en abrirlo sin más rodeos, un golpe directo a mi cabeza me hace perder el equilibrio y caer de espaldas al sucio suelo.
Muevo mi cabeza en un intento de recobrar sentido. Busco al imbécil descuidado que me ha dejado como niño sin su madre, pero entonces lo recuerdo...
El sobre. ¡Maldición, el sobre!
No está. No en mis manos al menos. Tanteo el suelo, mi ropa, mi abrigo y pantalón. Tomo mis cabellos entre mis manos y alzo la vista. Nada.
—¿Buscabas esto?
Una desconocida voz detrás de mí me hizo sobresaltar, volteé, no habiendo nadie.
¿Qué carajo?
—Aquí, niñato. —esta vez frente a mí, un chico de hebras grises me mira desde arriba tendiendo su mano para ayudar a levantarme.
De pie justo allí, me hace dudar hasta de mi suerte. ¿Sus ojos son…¿Grises?
Desconcertado acepto su mano y él sonríe mostrando una perfecta y felina mirada.
—Deberías mirar por donde caminas, no todos por aquí son buenas personas.
Terminé por levantarme, me tendió el sobre e hizo una reverencia. Tragué duro mientras un sentimiento de peligro me abordó, el hombre me miraba fijamente, siguiendo cada uno de mis movimientos. Extraño.
Sus cabellos grises caían por sus ahora oscuros ojos, apostaría mi suerte haberlos visto antes.
Mis pensamientos chocaron al reconocer a lo lejos por sobre la gente a una familiar cabellera castaña, sentí al aire abandonar mis pulmones, me apresuré en decir:
—Gracias. Y sí. Lo lamento fui descuidado. —sacudí mi ropa y de reojo pude ver como seguía sonriéndome, un escalofrío subió mi espina dorsal. Sonreí también por cortesía y él terminó por entregarme el sobre.
Maldición, será después.
—Ten buena noche, Kim. Has tu tiempo si en verdad consideras la luz tu mayor tesoro. No lo dejes pasar nuevamente.—paso por mi lado tocando mi hombro con su mano y casi por un milisegundo vi sus ojos brillar en un intenso grisáceo.
Jadeé por sus palabras y el latir de mi pecho.
—¡Espera! ¿Nos hemos vis...?
Se había ido.
Para mi mala suerte, antes de siquiera voltear a su dirección, ya no estaba. Se había ido por arte de magia. Desaparecido.
Busqué entre la multitud dando vueltas en mi mismo lugar. Choqué con varias personas buscando también entre las abarrotadas calles lo que pareció ser una bella ilusión.
Creí haber visto a Jungkook.
Y sus ojos...
¿Realmente podría ser que el castaño estuviera allí? O... ¿Fue solo una mala jugada de mi mente?
Mordí mi labio inferior y suspiré pesadamente.
—Lo mejor será regresar a casa. Ha sido suficiente por hoy.
Subí mi mirada al cielo. La mitad de ella estaba allí. La luna con su poca luz iluminando el cielo hacían a mis manos temblar.
Suspiré profundamente con un lío más en mi cabeza.
Necesitaba respuestas y las necesitaba lo antes posible.
—Di que sí.
—No iré.
—Vamos, vamos, vamos. —supliqué juntando mis manos.
—Tae, ¿no te cansas?
—Ay, por favor, Jimin.
—Dije no. Y es mi última palabra.
Llevaba más de dos horas convenciendo a Jimin de ir a las afueras de Seúl a finales de año para un viaje de dos semanas en un hermoso y cálido ambiente rural. Más, éste enano rubio no colaboraba en absoluto.
Llevamos más de dos años sin tomarnos unas buenas vacaciones y esto de estar en la misma rutina de siempre me está sacando de quicio.
Era todo pago, incluido el hospedaje. ¡Yo pagaría todo! Y aún así se negaba, ¿Qué rayos ocurría en su cabeza?
—Jimin, vamos. No seas así. Dame una razón por la cuál no deseas ir.
—No. Y... Sólo no. No tengo que darte razones cuando no quiero ir. —se cruzó de brazos indiferente.
Negué.
Sabía la razón. No tenía porque decirla en voz alta pues ya la sabía con exactitud.
Odiaba los insectos.
Y lo cierto es que era alérgico a algunos, pero nada grave. A veces el paranoico era otro.
—Lindura, los bichos no te comerán. Yo me aseguraré de ello. ¿Estamos? —bufó. Descruzó sus brazos y achicó sus ojos. Sonreí —Además... Recuerda que estará cerca de mi cumpleaños~ —hice un mohín batiendo mis pestañas fingidamente.
Pareció meditarlo.
—Sólo si prometes que el próximo año me dejarás escoger el lugar a mí. —asentí. —Y, me debes veinte docenas de pan de Yakisoba.
—No se diga más, señor viento. —me levanté removiendo mis cabellos. —No te arrepentirás, te lo prometo. —extendí mi mano, tomé la suya y soplé su dorso. El rubio sonrió a sabiendas de nuestra costumbre. Era algo que solo los dos sabíamos. Soplar el dorso de la mano del otro significaba una promesa al aire, a él. Una promesa que no debía ni podía romperse debido a nuestros elementos.
Siendo él el dueño del aire, ¿Quién mejor que él para nuestros acuerdos y promesas?
Su preocupación pareció menguar sólo un poco debido a mi acto, lo sabe. Sabe que daría mi vida antes de siquiera dejar que le sucediera algo, aunque bueno... Son solo insectos, pero hay más allá de lo que quiero decir.
—Entonces, ¿Eso es un si?
—Sí Taehyung, es un sí pero...—rodó los ojos soltando mis manos —, No será para fin de año. ¿Recuerdas nuestro compromiso? —había reproche en su mirada. Y por las barbas de Odín, por supuesto que lo había olvidado. —Iré a preparar la cena, más te vale comprar triple ración extra de pan para mi cena, chico listo.
—Por supuesto que lo recordaba, sólo quería saber si tú lo recordabas para asegurar la salida. —alcé la voz mientras veía su figura adentrarse a la cocina. Él soltó un: "Ahá y yo soy alto", para después desaparecer de mi vista.
Tenía tantas cosas en la cabeza que había olvidado completamente mi compromiso en el teatro a fin de año.
No pierdo mi cabeza porqué la traigo puesta.
Negué aguantando la risa. Serían unas buenas vacaciones. Al menos esta vez siento que será diferente y tal vez no tan desastrosa como la última vez. Puede que solo seamos los dos pero estoy seguro tendré mis maravillosas fotos. Mi toma perfecta vendrá conmigo para exhibirse frente a mis ojos.
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