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Capítulo «1.2»


— Solo requerimos que hable con su hijo.

Lo ha vuelto a hacer, pensó desmotivado. Era la quinta o tal vez la sexta vez que venía a escuchar los reclamos que su hijo cometía.

Aquel pequeño que apareció en su vientre hace cuatro años atrás estaba causándole molestias. Lo cuido y lo educo lo mejor que pudo; pero la actitud de su hijo empeoraba cuando lo dejaba en la escuela, tal vez fue culpa del poco tiempo, tiempo que lo gasto en trabajo para que los mantuviera a él y a Mìnghào.

— Hablare con él. —respondió decidido.

Y sostuvo la pequeña y delgada mano entre la suya. Era cansado, dejo su trabajo incompleto cosa que afectaría su salario para el mes.

— Quiero que sea la última vez que hace esto, o de algún modo tendrá que buscar otro instituto.

Sus ojos de abrieron a la par. Cambiar a una nueva escuela le saldaría la cuenta, serian papeles que mover y gran dinero que invertir ¿De dónde lo obtendría? Su escaso salario mantenía lo de la semana, sumándole libros nuevos que comprar. Suspiro mirando a Mìnghào, este mantenía la mirada baja quizás arrepentido, anteriormente no solía hablar mucho con él porque pensaba que eran cosas de niños, cosa que se incrementó conforme a las llamadas de atención. La advertencia no se esfumaría de su cabeza, tenía que hablar con Mìnghào aun si sabía que se negaría hablar de ello.

Cuando la sala se quedó en silencio rogo por una oportunidad más, de ahí decidió volver a casa.



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— Mìnghào, quiero hablar contigo.

El niño no obedeció, corrió sentándose en el viejo sillón ignorándolo por completo, muy pocas veces solía responderle. O tal vez porque casi nunca formaban platicas más grandes. Mìnghào lo dejaron libre con suspensión de tres días. Dejo la nota de mala conducta sobre la mesa y se dedicó a buscar los ojos de su hijo para que le dijera algo, por mínimo por qué causo problemas esta vez.

— Puedes dejar que te llamen a la dirección, por favor. Necesito que te portes bien estos días. —sujeto la barbilla de su hijo para que lo mirase, incluso el pequeño se atrevió a desviar la mirada y después a cerrar los ojos.

¿Por qué? ¿Cuándo fue que tomo esa actitud? Busco una silla para sentarse, esta vez no lo dejaría sin saber los motivos. Cuando el niño abrió los ojos, acomodo su postura, dejo un suspiro para que Mìnghào fuera capaz de decirlo por sí mismo.

— Jihoon, ¿Por qué no tengo un papá?

Oh.

— Claro que lo tienes, soy yo.

"Papá" Mìnghào muy pocas veces lo nombraba como tal, hace mucho le disgusto oír esa palabra. Así que por ello decidió que Mìnghào lo llamase Jihoon, y no papá Jihoon.

— Hablo de otro papá. —aclaro.

Sintió el nerviosismo recorrer todo su cuerpo.

— Todos mis compañeros tienen dos papás o dos mamás o una mamá y un papá. A excepción de Lino, porque su padre murió, pero su otro padre consiguió alguien más.

— Cada familia es diferente.

— ¿Por qué no conseguir alguien más? Así ya no tendrías que trabajar y tendrías más tiempo... para mí. —de nuevo, esa mirada decaída del niño. — Y... yo quiero un papá...

— ¿Te han estado molestando solo porque no tienes otro papá? —el niño asistió.

— Jihoon... ¿Dónde está mi otro papá?.. ¿Tengo otro papá? —pareció dudar al preguntar.

Suspiro, pensaba que este país no hacía burlas o malas jugadas por ello. La mirada triste de Mìnghào solo le hacía estremecer su corazón, ¿Cómo animar a su hijo para que olvidara eso? Mìnghào aún era un niño, aunque quisiera negarlo era su hijo, hijo nacido de un idiota. Siempre tuvo miedo que Mìnghào se diera cuenta que le faltaba un progenitor ¿Qué iba a decirle? Durante cuatro años evadió el tema y quería seguir evitándolo durante más tiempo, era tarde, Mìnghào saco la pregunta del por qué no tiene otro papá, a lo mejor se dio cuenta o tal vez antes por ello lo evitaba cuando intentaba hablar por qué su mala conducta, y todo era por burlas que su hijo intentaba defenderse lastimando a los agresores. Detestaba a los otros niños por lio en que lo metieron, ¿Cómo se atrevieron a decirle a Mìnghào que le hacía falta un papá?

— No debes golpear niños, tienes que portarte bien. El dinero no es suficiente para cambiar de escuela.

No respondió ninguna de las demás preguntas, persistió antes de decir algo innecesario.

— Pero, si consigu-

— Hoy podemos comer lo que tú quieras si me prometes que te comportaras a partir de ahora. —sonrió al levantarse.

Mìnghào apretó sus labios, nunca lo dice, bajo del sillón viejo y se fue corriendo a la habitación cerrando de golpe. Jihoon se acercó, intento abrir la perilla pero estaba totalmente cerrada, toco varias veces esperando una respuesta que no llego.

— Si querías Jiaozi me lo hubieses hecho saber.

Ah, Mìnghào tal vez estaría molesto. Aún era un niño, no entendería lo malo que fue para el olvidarse de aquel tipo de solo recordarlo le dolía la cabeza, cavo mucho para enterrar todos sus pensamiento y el nombre de aquel desconocido. Volverlo a recordar seria anhelar una pesadilla. Miro el reloj viejo dándose cuenta que aún faltaban minutos antes de su segundo trabajo, lavo sus manos para empezar a cocinar la cena. Tenía que dejar comida para Mìnghào. No tiene alternativa; debe trabajar, o si no de que se mantendrán.

— La cena esta lista, come que yo me iré a trabajar. Duérmete y no salgas. Nos vemos Mìnghào.

Silencio.

La casa era tan silenciosa aun cuando tenía un niño, Mìnghào era callado, casi imperceptible del ruido.

Y la tarde cayo, como un recinto de flores rojas.


Muy pocas veces solía quejarse del metro, Beijing era extenso y aun así los lugares más grandes se embarcaban de personas. Por suerte el jefe no renegó su retraso y lo dejo trabajar quitándole un peso encima. Ignoraba los insultos frecuentes de los clientes, pese a su poco idioma lograba entenderlos. Con el tiempo aprendió a diferenciar frases y responder con oraciones largas.

Al quitarse la ropa y colocarse el uniforme, cayo un pedazo de papel. Era la foto de Mìnghào, al principio tenerla era extraño pero fue acostumbrándose. Fue tomada unos meses atrás, en la escuela tomaban fotos, esta fue la única que le alcanzo para comprar. Era lindo, era su hijo, sonrió al recordar su perfecta voz hablando en mandarín. Mìnghào, nombre originario de China, al principio pensó en uno Coreano, pero en ese entonces solo quería olvidar todo lo relacionado con el país. Guardo la pequeña foto dentro del bolsillo, seria tedioso perder algo importante.

— Buenos días. Disculpe, ¿Dónde puedo encontrar al gerente de la tienda?

Ligero, casi mal dicho. Alzo la vista encontrándose con unos ojos negros, era un chico. Quizás era más joven que él, pero sus fracciones se veían maduras. Cabello negro, vestía formal como uno de esos oficinistas con pantalón negro y una camisa blanca libre de impurezas, proporciones amplias y escondía su nerviosismo con una sonrisa.

— Buen día. —respondió en mandarín. — ¿Quién lo busca?

— Seokmin. —el chico se dio cuenta de su error. — Lee Seokmin.



El pequeño negocio del señor Wen agrego dos nuevos empleados. Un joven chico mucho menor que él, Seokmin. Ni una idea le vago por la cabeza que terminaría por aquí, tampoco espero que fuera acompañado. Al parecer habia otro quien también buscaba trabajo; no sabía su nombre, ni importaba. Solo sabía que eran extranjeros, venían desde Estados Unidos.

Su ingles era perfecto, pero su chino era algo confuso con Seokmin, el otro parecía no tener voz. Porque ni siquiera se presentó.

El trabajo de Jihoon era fácil: empaquetar, embolsar, desempolvar la mercancía y sellar algunos envíos. Agradecía que el Señor Wen lo haya puesto en uno de los puestos fáciles de manejar; Seokmin era encargado de la caja registradora, administraría el dinero; mientras que el otro haría el aseo diario de los pasillos, limpieza era lo que faltaba. Antes eran diez personas laborando, ahora eran doce en total, un progreso.

— Es importante dar los tickets, muchacho. —regaño el señor Wen.

Miraba como Seokmin se avergonzaba y bajaba la cabeza.

— Pero señor... los tiran una vez al salir de la tienda... —mal, una oración mal dicha, pero al menos se entendía.

— Al menos lo dimos. —animo Wen dejando al chico.

Jihoon suspiro, los primeros días también le toco lidiar con los tickets, eran entregados al finalizar la compra y la mayoría los tiraba al basurero o esperaba para que el viento se los llevara ¿Por qué gastaban tanto papel? Era solo papel donde registran los productos ¿Para qué sirve? Mucha gente no lo entiende, al menos sentía paz saber que algunos los conservaban o los tiraba en el bote de basura así no contaminarían el planeta y era un problema menos. Dejo de darlos un tiempo a escondidas del Señor Wen, y Seokmin no era muy bueno fingiendo por ello recibió un regaño.

Jihoon limpiaba los artículos de las cajas que recién unas horas llegaron, desde cuidados de la piel hasta algunos utensilios de cocina. Entre sus manos sostuvo un frasco de crema.

Manos suaves, suaves de algodón. —recito el eslogan.

Era estúpido, cauteloso miro sus manos: yagas, ampollas y resecas; antes eran delicadas y hermosas. Estaban sucias y maltratadas por el esfuerzo de trabajo. Acomodo las siguientes cajas sin darle importancia a algo tan estúpido, debía preocuparse por su hijo quien era lo primordial.

— Disculpe, ¿puedo pasar?

Giro encarando a un chico de cabellera negra, el mismo que acompañaba a Seokmin. Fue suave una voz masculina, algo que lo hizo tragar saliva.

Inglés, al parecer no dominaba el mandarín. Hizo el ademan de mover a un lado y dejarlo pasar pero por alguna razón guio sus ojos a verlo. Era alto, pero no tanto como Xiao, algo robusto; se atrevió a mirar el rostro ajeno, ojos negros brillosos, pestañas largas y cejas pobladas y mejillas con un contorno rosado. Era guapo, aparto la vista al sentir su rostro arder ¿Por qué se sentía avergonzado? Desvió la mirada y solo centro en el uniforme que portaba, fue sorpresa. Los pantalones junto los zapatos empapados de agua.

— Espera... ¿sabe trapear?

Por alguna razón tembló cuando el chico lo miro.

— ¿Puedes entenderme?

¿En qué idioma pregunto? Claramente en inglés. Recordaba como entablar cosas en inglés, así que era fácil, o acaso ¿el chico no lo entendió?

— Lo hago. —dudo en responder.

El chico soltó un suspiro aliviado: — Me es difícil hablar chino aun.

No respondió. El chico entonces recordó la primera pregunta de Jihoon, claro que nunca habia limpiado. Era su primera vez haciendo ese tipo de cosas, por ende término mojando gran parte de su ropa: estaba avergonzado. Jihoon siguió con lo suyo, limpiar los productos.

— Seungcheol, Choi Seungcheol. Gusto en conocerte...

Jihoon quería ignorarlo y seguir con su trabajo. La voz del chico, Seungcheol era irreal a las voces que imagino en su cabeza. Era muy formal para ser exactos porque incluso realizo una reverencia ante él.

— Jihoon. —trato de presentarse.

Seungcheol sonrió, pensó que le diría por lo menos su apellido, algo en ese nombre le sonaba. Tal vez también era extranjero, porque ese nombre era igual o pertenecía a alguien de procedencia coreana. Decidió restarle importancia, debía trabajar y quitarle tiempo a Jihoon seria deshonesto.

— Me retirare.

Jihoon solo asistió. ¿Sería muy pronto para decir que fue agradable? Conocía muy pocas personas, algunos vecinos y algunos clientes que le gritaban anteriormente en el puesto de caja registradora.

La sonrisa de aquel chico se quedó unos instantes en su cabeza.



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Fue difícil pero logre subirlo ^^. Mìnghào cómo hijo de Jihoon uff, pero no todo es color de rosa entre padre e hijo.

Gracias por leer <3

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