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Capítulo 9: Cambios

Pasé por la cafetería que había cerca de casa antes de dirigirme hacia la escuela, deseaba comprar un par de jugos y algunos cruasanes, los amaba, más aún, estos contenían queso y jamón. Dejé mis compras guardadas en mi casillero y me dirigí a la clase de Biología. Era horrible que nos tocara la clase de disección, no me parecía necesario tener que abrir a un pobre sapo solo para ver sus órganos internos, los cuales ya estaban retratados casi a detalle en los libros; los seres humanos podían llegar a ser crueles en muchas ocasiones y esta era una de ella.

El profesor comenzó dando una pequeña explicación de cómo debíamos realizar la dirección, y con cada una de sus palabras, me sentía peor.

—¿Quieres que lo haga por ti? —inquirió mi compañera de laboratorio al tiempo que me lanzaba una mirada de compasión.

—Sí, por favor, solo de pensar en hacerlo, me pongo verde —contesté mirando al pobre sapo que descansaba, ya muerto, en nuestra mesa, y mi compañera soltó una suave risita.

Miré en otra dirección para evitar cuanto pudiera la masacre que haría mi compañera de laboratorio y mis ojos se fijaron en Jake, quien se encontraba unas mesas por delante de la mía, este se había mantenido algo distante desde nuestra conversación, pero a la vez lo sentía más cerca de lo que había estado antes. De repente, su compañero de mesa, alzó el sapo con la intención de lanzarlo a la chica que se hallaba en la mesa de su lado, pero antes de que pudiera llevar a cabo su plan, fue detenido por Jake, quien sujetó su mano y le lanzó una mirada que hizo que este casi temblara. Sonreí levemente ante su gesto, pero mi expresión se volvió seria cuando este posó su mirada sobre mí y desvíe mis ojos con nerviosismo, no quería que supiera que lo estaba mirando. Con horror observé el baño de sangre que había hecho la chica a mi lado, no obstante, tuve que fingir interés o el profesor Marcus me regañaría.

—Debieron ver como llevaba los pelos —dijo Rebeca entre risas mientras nos relataba como su compañero de laboratorio había terminado cubierto por sangre al intentar hacer la disección.

Todas soltamos una carcajada ante el relato, y aunque estaba segura de que no hubiera sido de mi agrado presenciar aquella escena, sí que era en cierto modo graciosa.

—¿Hoy iremos a la pista? —inquirió Alina cambiando de tema.

Asentí rápidamente al igual que Danla y Rebeca. Llevábamos dos semanas planeando ir a la pista de patinaje, pero siempre surgía algo que lo impedía y ya no podía seguir a la espera, quería ir a patinar, era una de mis actividades favoritas.

—Entonces nos veremos allí a las seis —concluyó esta.

—¿Por qué no salimos directamente de la escuela? —cuestionó Rebeca.

—Es que tengo clase de Educación Física a último turno y no quiero ir sudada —respondió Alina y sus mejillas se sonrojaron por alguna razón que desconocía. Era raro que Alina nos pidiera algo, por lo general, nosotras planeábamos y ella acataba sin rechistar, en cambio, esta vez parecía muy emocionada por ir a la pista.

******

Pasé por mi casillero para tomar mis compras de la mañana, antes de dirigirme hacia la biblioteca para mi habitual repaso de matemáticas con Jake. Quería compartir lo que había comprado con él, deseaba demostrarle que no todos le harían daño, por tanto, no tenía que dañar a los demás.

—Buenas tardes —saludé con una sonrisa al llegar a la biblioteca.

—Buenas tardes —dijo Jake en un sonido casi inaudible, casi parecía producto de mi imaginación, pero estaba segura de haber escuchado aquel saludo.

—Traje juego y algunos cruasanes —añadí dejando el pomo de jugo en la mesa y seguidamente agité la bolsa de papel, que contenía los cruasanes.

—No quiero cruasanes, no me gustan —respondió tomando el jugo e hice un pequeño puchero, ¿cómo era posible que no le gustara algo tan delicioso como un cruasán.

Solté un suspiro mientras tomaba asiento a su lado. Al menos había aceptado el jugo, era un paso de avance en nuestra relación.

Una vez terminadas las clases me dirigí a casa para dejar la mochila y cambiar mi ropa por algo más cómodo. Fue difícil convencer a mi madre para que me dejara salir sin haber hecho la tarea, pero, increíblemente lo había conseguido, con ayuda de mi padre, por supuesto.

Mientras caminaba hacia la parada del bus, donde tomaría uno hasta la pista de patinaje, y en mi camino me encontré con Jake.

—¿A dónde vas? —inquirió él al verme.

—A la pista de patinaje —contesté, preguntándome que haría por esta zona.

Era cierto que la calle era publica, pero si las informaciones de Danla y Alina eran correctas, él estaba bastante lejos de su hogar, el cual se encontraba en un aérea llena de apartamentos de lujos y mansiones.

—Si lo deseas, te puedo llevar, tengo el auto estacionado más adelante —se ofreció con una amabilidad poco usual en él.

Me quedé por instante meditando su tentadora propuesta. No era recomendable irme con él por nuestro historial juntos, además de ser demasiado sospechoso que se ofreciera de esa forma, pero, por otro lado, me quedaban varias calles para llegar a la parada del bus y contando con lo vaga que podía llegar a ser para caminar, la propuesta de irme con Jake era muy tentadora, no obstante, me dejé llevar por la sensatez y rechacé su ofrecimiento.

Seguidamente me decidí a cruzar la calle.

—¡Cuidado! —exclamó la voz de Jake a mi espalda y a continuación sentí un jalón por el codo, que me hizo chocar contra el pecho de Jake.

Seguidamente pasó un auto a toda velocidad por la calle y entonces comprendí que si Jake no me hubiera detenido habría sido atropellada por aquel coche. Me giré hacia mi salvador, y en su rostro observé una mezcla de preocupación y terror.

—¿Estás bien? —inquirió él analizándome.

—Sí, muchas gracias —contesté con un asentimiento, y solo entonces, liberó mi brazo de su agarre.

—¡¿Cómo se te ocurre cruzar de sin mirar hacia los lados?! —exclamó él volviendo a su actitud hosca.

—Solo me distraje un poco, no soy así por lo general —respondí a la defensiva.

—Pues ya que estas tan distraída, voy a llevarte, no puedo dejarte suelta o tendrás un accidente —dijo él con un semblante un poco más relajado.

—No quiero molestarte —respondí negando con la cabeza. La verdad era que no deseaba irme caminando hasta la parada después de lo que había pasado, pero no veía prudente irme con él, aunque su mirada me dejaba en claro que no pensaba claudicar en su cometido.

—No me molesta, yo también voy a la pista.

Finalmente tuve que ceder, pues en su mirada estaba claro que él no lo haría.

Al llegar a la pista, Jake bajó del coche a toda prisa. Cuando abrí la puerta, este me tendió la mano para ayudarme a bajar, era muy extraño ver tales actos de él cuando los días posteriores a nuestra conversación se había comportado tan distante. Titubeé antes de apoyar mi mano sobre la palma de la suya y en ese instante sentí un escalofrío, una sensación rara que sería imposible de describir. Su mano era muy cálida, más de lo que habría imaginado en algún momento y por un instante me quedé observando la unión de las mismas, pensando en lo perfectas que se veían juntas, no debería ser así, pero las hallaba perfectamente acopladas.

—Gracias —dije en un susurro casi inaudible antes de soltar su mano y sentí como esta hormigueaba por el contacto que habían tenido nuestras manos.

Entramos en la pista, donde mis amigas me esperaban en el mostrador junto a Eduardo, lo que me asombró, no me habían informado que él vendría, aunque no es que su presencia me molestara, después de todo, éramos amigos. Las chicas se quedaron de piedra al ver a Jake a mi lado. Intentaron actuar con naturalidad cuando llegamos a ellas, no obstante, en sus ojos se veían las preguntas que estaban conteniendo y Alina mostraba una gran incomodidad.

Procedimos a pagar la entrada, después de saludar a todos, tomamos los patines, seguidos muy de cerca por Jake, quien también había tomado un par de patines.

—Allison, ¿qué hacías con Jake? —inquirió Danla en un susurro cuando nos sentamos en las gradas mientras observaba a Jake, quien se había acomodado en un asiento algo alejado.

—Pasó cerca de mi casa y se ofreció a llevarme —contesté omitiendo el detalle de mi casi accidente.

—Podría haberte hecho algo malo —dijo Alina con enojo—, no olvides lo que te hizo hace muy poco —añadió.

—Alina, tiene razón, debes tener mucho cuidado con ese chico —intervino Eduardo dejándome sin palabras.

Me preguntaba cómo era posible que personas que asistían a la iglesia y que habían escuchado hablar tantas veces sobre el arrepentimiento, no fueran capaces de pensar en los cambios y arrepentimiento de alguien.

—Sé que Jake no es un santo libre de pecado, pero él está intentando cambiar, aunque ustedes no lo noten, él ya ha cambiado —contesté poniéndome en pie sintiéndome decepcionada y algo dolida, pues, si no eran capaces de creer en el cambio de Jake, jamás se habría acercado a mí si me hubiesen conocido en otro momento.

Me dirigí hacia la pista a gran velocidad y me sentí como la primera vez que había patinado, con gran inseguridad, pero esta se fue luego de unos segundos. Al comenzar a patinar alrededor de toda la pista, empecé a soltar todo lo que mi corazón había contenido hasta el momento, principalmente la decepción y el dolor que me había causado las palabras de mis amigos.

Unos minutos después entró en la pista Olsen y sus movimientos me hicieron reír, parecía que era la primera vez que patinaba. Lo observé caer en un pequeño tramo como tres veces y había perdido el equilibrio unas cinco, lo que me había hecho reír de su inexperiencia mientras me mantenía a la distancia. Cayó al suelo una cuarta vez y pasó una mano por su cabello con frustración, por lo que decidí acercarme a él.

—Pensé que sabías patinar —me mofé al frenar frente a él.

—Hace mucho tiempo que no lo hago, quería probar si aún recordaba como se hacía, pero al parecer no —contestó con enojo mientras me observaba desde su lugar.

—¿Necesitas ayuda? —inquirí ofreciéndole mi mano cuando intento levantarse solo sin mucho éxito.

—No creo que puedas con mi peso —me retó.

—Correré el riesgo —respondí encogiéndome de hombros.

Jake aceptó mi mano, pero al tomar impulso para ayudarlo a ponerse en pie, resbalé y caí al suelo. De repente abrí los ojos (no me había percatado en el momento que había cerrado los mismos) y me encontré con los ojos verdes de Jake, quien se encontraba encima de mi. Me quedé embelesada mirando cada detalle de su rostro, el cual estaba muy cerca de mí, sus hermosos ojos, las pequeñas pecas que cubrían su rostro y su cabello castaño. Tenerlo tan cerca me hizo sonrojar, era la primera vez que tenía un hombre tan cerca de mí y me costaba respirar.

—¿Estás bien? —susurró y yo simplemente asentí.

A continuación, se separó de mí y me di cuenta que había detenido que me diera un golpe en la cabeza con su mano, la cual tenía los nudillos rojos por el impacto.

Todos en la pista nos observaban como el espectáculo principal del lugar, en especial mis amigas, quienes me miraban con desaprobación.

******

Al día siguiente al llegar a la escuela me encontré con Alina en el aula de Matemática. Su mirada estaba fija en un libro, pero lentamente la alzó hasta encontrarse con la mía.

—Buenos días. Bendiciones —saludé con nerviosismo, el día anterior no habíamos hablado al salir de la pista de hielo, pero estaba segura que ella seguía teniendo la misma opinión del día anterior.

—Allison, sé que tienes tu opinión sobre Jake, pero te pido que escuches lo que tengo que decir.

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