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Capítulo 14: Cadenas y oscuridad

—Recuerden llevar todo lo que les he dicho —dijo el profesor de Biología después de dictar la tarea.

Al profesor se le había ocurrido hacer una acampada en un bosque cerca de uno de los lagos de Winter Park para, según él, pasar un día con la naturaleza, por lo que esa tarde nos encontraríamos en la escuela para dirigirnos hacia el bosque. Lo mejor de todo era que luego de aquella clase nos retiraríamos a nuestros hogares para preparar todo lo necesario. Una vez dicho aquello todos los estudiantes salimos del aula, y Alina, a mi lado, me decía cuanto detestaba las acampadas, pues, aunque era partidaria de cuidar la naturaleza, le daban mucha fobia los insectos, principalmente las cucarachas.

Por nuestro lado pasaron Jasper, Katherine y Jake. Este último chocó su hombro contra el mío haciendo que mi atención se centrara en él, aunque este no se digno a girarse ni siquiera un poco. Ya había pasado una semana desde su despedida y había cumplido con lo que me había dicho. Hasta ahora no había sido testigo de ninguna agresión, pero si había vuelto con su círculo de amigos y durante los repasos apenas me dirigía la palabra fuera de las explicaciones. Yo, por mi parte, tampoco había insistido, ya lo había intentado, pero él parecía renuente a hacer cambios en su vida.

Unas horas más tardes nos encontrábamos todos los estudiantes en la escuela, donde nos esperaba un bus, que nos llevaría hasta el lugar de la acampada. A pesar de ir solo por una noche llevaba una gran mochila, siempre me gustaba salir con ropa de emergencia, nunca se sabía que emergencia podía suceder.

Cuando llegamos a nuestro destino, el cual era un pequeño claro en medio del bosque, el profesor nos hizo dividirnos en grupos para terminar antes las labores del campamento. Me alegró que me tocara recoger troncos para la fogata en vez de armar las casas de campaña, no era buena en eso.

Me alejé del campamento en busca de lo necesario para la fogata. Unos pasos por delante de mí pude divisar a Jake, quien se alejaba rápidamente del campamento. Aquello me extrañaba, se suponía que él debía montar las tiendas de campañas o quizás había escuchado mal.

Llevada por la curiosidad, caminé en la dirección que habían tomado sus pies, pero me detuve cuando un olor familiar se coló en mis fosas nasales. Cerré los ojos mientras los recuerdos llenaban mi mente, era un olor que recordaba tan bien que temía caer nuevamente bajo los efectos de este. Salí casi corriendo de ese lugar hasta que llegué a la orilla del lago.

«—Pruébalo, te gustará —dijo Aiden ofreciéndome un cigarrillo, el cual miré con recelo, pues nunca antes había fumado»

Cerré los ojos intentando borrar esos recuerdos, no quería recordar nunca más las sensaciones que alguna vez había experimentado.

«—Si lo pruebas, me complacerás mucho —insistió Aiden con una media sonrisa»

«—¡Dame dinero de una vez! —le grité a mi madre»

«La luz enceguecedora de unos focos se acercaba a mí y luego la oscuridad me llenó unida al dolor físico»

Finalmente caí en el suelo arrodillada mientras recordaba todo aquello a lo que llamaba pasado. Ya me había arrepentido de todo mi pasado y Dios me había perdonado, sin embargo, olvidar a veces era más difícil. Me invadió un gran pánico mientras lágrimas rodaban por mi rostro y golpeaba mi cabeza intentando borrar aquellos recuerdos horribles. Dentro de mi desesperación sentí un soplo de viento que me hizo volver a mi realidad, así que, en vez de angustiarme más, busqué la forma de respirar una y otra vez y me dije que si recordaba todo lo sucedido era para saber a dónde no debía regresar.

Cuando me calmé, me puse en pie para ir a buscar algunos troncos, aunque mi mente no estaba conmigo. Mi corazón se agitaba al pensar en la gran posibilidad de que Jake estuviese consumiendo aquellas sustancias, me entristecía pensar en ello. Me preguntaba si el cambio en Jake era por esa droga.

Jake demoró bastante tiempo en volver al campamento, aunque a nadie parecía haberse preocupado por su ausencia. Su aspecto al regresar era torpe y algo adormilado, parecía un alma en pena.

Intenté buscar una manera de acercarme a él para hablar, pero no hubo momento. Él no se apartó de sus amigos y entre tareas se hizo de noche. Los pensamientos de mis recuerdos, y de lo que había sucedido en el bosque me atormentaron toda la noche dejándome sin gota de sueño.

Me levanté al sentir ruidos fuera de la tienda de campaña, así que, con mucha delicadeza, me levanté intentando no despertar a Alina, que dormía profundamente a mi lado.

Afuera ya era de día, aunque aún debía ser bastante temprano, pues la luz no atravesaba con mucha intensidad las hojas de los árboles. Encontré a Jake apoyado en un tronco de un árbol algo alejado de las casas de campaña. Me acerqué a él rápidamente al darme cuenta que sacaba un cigarrillo. Tomé el cigarrillo de su mano y lo tiré al suelo para aplastarlo con mi pie.

—¡¿Qué hiciste?! —exclamó Jake mirándome con cara de pocos amigos.

—No vas a fumar heroína —dije con resolución.

Yo desearía haber tenido a alguien que me detuviera a tiempo, pero mis padres se habían dado cuenta cuando ya era mucho más difícil el proceso. No obstante, tampoco había sido su culpa, yo había sido una gran actriz.

—¿De qué hablas?

—No te hagas el tonto, sé perfectamente que pretendías fumar heroína —respondí dejando en claro que fingir conmigo no funcionaría.

—No digas tonterías y déjame en paz —dijo con tono cortante, sus gestos se mostraban agresivos —. Me voy, no me sigas —añadió antes de marcharse.

No me importaron sus amenazas y corrí tras de él hasta que logré cortarle el paso. Jake me ofreció una mirada de furia por la que no me dejé amedrentar.

—Es peligroso que consumas heroína, es una droga muy adictiva —advertí con preocupación recordando el proceso tortuoso al que me había visto sometida para librarme de mi atracción por aquella droga.

—Ya lo sé, Allison, no es la primera vez que la consumo. Ahora déjame tranquilo y solo métete en tus problemas —admitió con tono frío.

Aquella declaración me dejó en shock, y muchas preguntas surgieron en mi mente durante el trayecto a casa. ¿Desde cuando consumía drogas? No debía tratarse de mucho tiempo, imaginaba, de otra forma se notaría en su físico. ¿Qué tan ligado a la heroína estaría? ¿Por qué la consumía? ¿Sus amigos también consumirían?

No podía quedarme de brazos cruzados viendo como se destruían, no después de saber los efectos que provocaban las drogas, era una sustancia que acaba con una vida en poco tiempo y yo no quería que eso sucediera.

Nada más llegar a casa comencé a investigar todo lo que podía hacer para combatir aquella droga, para hacer que Jake saliera de ese mundo de oscuridad como yo lo había hecho con la ayuda de Dios.

*****

Jake

El viaje de regreso a casa fue insoportable, Katherine a mi lado no dejaba de parlotear sobre la fiesta a la que se vería obligada a asistir por su madre, aunque no le prestaba mucha atención. Mi mente estaba dividida en dos pensamientos, por un lado, estaba controlado por el deseo de salir de mi realidad, a la que me había visto obligado a permanecer, sin embargo, cada vez que pensaba en la persona que me había detenido anhelaba dejar las drogas y toda mi oscuridad para que la luz que brotaba de ella pudiera iluminarme sin enceguecerme. No había luz que pudiera salvarme de mi cueva, había sido un iluso al pensar que podía dejar quien era atrás, mi pasado era como unos grilletes que me mantenían cautivo.

Al llegar a casa fui recibido por Tomás, el mayordomo, quien me informó que mi madre se encontraba en casa, aunque esa información de poco me valía. Subí al segundo piso dispuesto a ir a mi habitación, sin soportar un segundo más sin probar heroína, eso me traía con un gran enojo.

Al pasar por frente al despacho de mi madre, vi que la puerta estaba abierta, y no pude evitar quedarme observando como ella trabajaba. Sus ojos se mantenían fijos en el papel, mientras mantenía su postura rígida e impecable y sus gestos tan medidos que parecían ensayados, todo había sido así desde el día que nos habíamos mudado a la casa de la abuela. Atrás habían quedado los recuerdos de la madre que me cantaba cada tarde con su dulce voz o que cambiaba su tono cuando me contaba una historia, solo quedaba la añoranza de aquellos recuerdos que se alejaban tanto de nuestra realidad. La memoria que tenía de mi madre desde los siete años era la misma que presenciaba en ese instante, una mujer consumida por el trabajo.

—¿Jake? —inquirió ella al levantar su mirada. Añoraba tanto que me mirara con el amor de antes—. Acércate, hijo —añadió con tono distante.

—Buenos días, madre —respondí con el mismo tono.

—Tu padre ha llamado nuevamente —informó aparentando frialdad, no obstante, en sus ojos pude ver el dolor que aún le causaba hablar de aquel individuo—. Quiere hablar contigo.

—Dile a ese señor que no me interesa intercambiar ni un saludo con él —contesté sin ocultar mi desprecio.

Salí del despacho con más enojo del que había entrado. Luego de todo lo que había hecho, ese hombre insistía en hablar conmigo después de tantos años, pues no sería así, él era el causante de todas mis desgracias y jamás lo perdonaría. Entré en mi cuarto hecho una furia y cerré con un portazo. A continuación, puse el seguro de la puerta para sumergirme en mi burbuja de placer, en el único lugar donde realmente era libre.

*****

Hola lucesitas, espero que les haya gustado el capítulo. Bendiciones. 

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