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Capítulo 70: ELLA🩰


Proverbios 10:12

El odio provoca peleas,
    pero el amor cubre todas las ofensas.

[NTV]

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23 Julio.

8:00 p.m

El servicio en la iglesia había terminado hace unos momentos.

Todos se saludaban entre ellos despidiéndose.

— Dios te bendiga princesa Mía — Dijo Diego, acercándose a la chica de pelo rizado.

— Amén, Igualmente Hermano Diego — respondió risueña.

— ¿Princesa? — Dan se unió a la conversación curioso, estaba a una corta distancia. Alin estaba hablando con unas hermanas de la iglesia.

— Eso oí también — añadió Rodrigo acercándose a ellos.

— Es una larga historia — respondió Mía — Bueno no tanto...

— Esperen — habló Digo — no me digan que es lo que estoy pensando...

Diego y Mía se miraron entre sí esperando que el chico hablara.

— ¿Están saliendo?...¡Si así es felicidades, hacen una linda pareja!

— ¿Qué? ¿Qué cosas dices Rodrigo? — Mía abrió los ojos sorprendida y sus mejillas se tornaron rojizas.

Diego solo soltó una risita, y miró a Mía. Luego bajó la mirada cuando se dio cuenta de que Dan lo observaba serio.

— ¿Eso es cierto? ¿Están saliendo? — Cuestionó el pelinegro de ojos azules con tono firme pasando su vista de él luego a ella.

Luego de haber recogido a Mía aquella noche y saber que le habían roto el corazón, ahora se podría decir que estaba al pendiente de ella para que no volviera a ocurrir lo mismo, pues aunque esa noche no se lo dijo, le dolió verla en esa situación. Era su amiga, su hermana en Cristo.

— Oh, no no no — se apresuró a decir Diego — solo somos amigos. Lo de princesa se lo digo porque Ella es Hija del Rey de Reyes...así que es una princesa...— le dedicó una sonrisa a Mía la cual ella correspondió.

Dan cambió su semblante serio al oirlo decir aquello y en su lugar sonrió amablemente.

— Oww eso es tan lindo — Rodrigo sonrió y se acercó al chico poniendo una de sus manos en su hombro — eres un buen chico Diego, me agradas...

— Si, lo eres — Afirmó Dan — Nos vemos Diego...

Dan se dio la vuelta para irse pero antes de que diera un solo paso, volteó nuevamente mirando a Mía.

— ¿Te llevo a casa?

— No hace falta — respondió la castaña — Diego me ira a dejar.

Dan sonrió.

— Bien, Cuidense, nos vemos luego.

Cuando Dan y Rodrigo se fueron. Diego soltó un suspiro.

— Eso fue...Raro — dijo.

— Si...

— ¿Nos vamos? — Mía asintió. Ambos salieron de la iglesia — Oye, espero que no te moleste que caminemos...el auto lo ocupó mi papá...y mi motocicleta está en el taller...

— No para nada — Mía sonrió — Mi casa esta cerca...

— Bien — ambos comenzaron a caminar en la oscuridad de la noche.

Había miles de estrellas brillando en el cielo. Era una vista espectacular.

Mía caminaba y de vez en cuando miraba hacia arriba admirando la belleza del cielo.

Diego sonrió al verla. Ella era una chica maravillosa. Le agradaba estar con ella y a pesar de que llevaban solo dos meses de conocerse la apreciaba muchísimo.

Luego de caminar por casi 20 minutos, llegaron a casa de Mía.

— Bueno, aquí es donde nos despedimos...

— Si, Te veré luego — dijo la chica — Gracias por acompañarme...

— No es nada — el chico sonrió — me agrada mucho pasar tiempo contigo, cada momento junto a ti es perfecto...

Mía sintió sus mejillas sonrojarse y comenzó a ponerse nerviosa.

— Es decir — Diego aclaró su garganta al darse cuenta de lo que había dicho — Eres una gran amiga para mi y me has ayudado mucho, cada conversación que tenemos es de gran bendición para mi...

Sonrió nervioso también.

— Bueno debo irme — dijo — Que descanses princesa...

— Igualmente...me envías un mensaje cuando llegues a tu casa para saber que llegaste con bien...

— ¿Te preocupas por mi? — alzó las cejas y sonrió.

— Siempre, eres muy importante para mí — dijo mirándolo fijamente a los ojos.

— Oh, vaya — Diego sintió su corazón latir con más fuerzas — Tú...Tú....Tam...bi...bien eres importante para mi. Bueno...me voy antes de que sea más tarde...Nos vemos luego...

— Claro — Mía sonrió nerviosa.

— Que pases una Bonita noche princesa.

— Igualmente.

— Que tengas lindos sueños.

— Tú también, Diego.

— Claro — sonrió mirándola embobado — Soñaré contigo.

Mía abrió los ojos sorprendida.

Diego reaccionó al momento que dijo aquello y dijo apenado — Quiero decir...eh...Lo siento...no me mal entiendas...Yo...eh...Sabes creo que...ya debo irme...

— claro — Mía sonrió nerviosa — Nos vemos luego.

Diego se dio la vuelta y se fue lo más rápido que pudo. La chica dejó salir un suspiro antes de entrar al interior de la casa.

Diego caminaba de regreso sin dejar de sonreir y reprenderse mentalmente por lo que había dicho.

<Soñaré contigo>

— ¿qué te pasa Diego? — se dijo a sí mismo — Tienes que controlarte y no actuar impulsivamente. Ella es tu amiga, solo tu amiga y así será siempre...

Se dirigió camino al parque para de ahí tomar la calle que llevaba a su casa.

Las luces de los faroles y postes alumbraban en medio de la oscuridad de la noche.

Era una linda noche. Algunas personas aún paseaban en el parque.

Cuando Diego dobló en una esquina entró por un callejón. Era un atajo que le permitía llegar más pronto a casa.

Nunca imaginó lo que le esperaba al pasar por ahí.

Mientras caminaba comenzó a sentirse algo extraño. El ambiente se sentía algo pesado. Sentia que alguien lo seguía. Volteó hacia los lados y luego hacia atrás, no había nadie.

Siguió caminando con la linterna encendida de su celular. Cuando estaba por salir del callejón, un hombre vestido de negro se paró a unos metros frente a Él.

Diego, sintió como el miedo se apoderaba de su ser. Miró hacia atrás para ver si podía regresar por el otro camino, pero al voltear en la salida estaban otra persona parado. Lo tenían acorralado.

Se quedo inmóvil, mientras los dos hombres se acercaban a Él.

— Dios, sálvame — oró en su mente.

— Vaya, vaya — habló uno de los hombres mientras miraba a Diego de pies a cabeza — Miren a quien tenemos aquí...

— ¿Quienes son ustedes? — preguntó.

— No tienes por qué saberlo — contestó nuevamente — Solo diremos que estas saliendo con quien no deberías...

— No se de que hablan, déjenme ir — pidió.

— ¡Eso nunca! — habló el otro hombre y con su puño golpeó a Diego en su rostro. Perdió el equilibrio y terminó en el suelo.

— ¿por qué hacen esto? — llevó su mano a su labio que sangraba.

— Pretendes quitarme a Mía y eso no lo permitiré — respondió y cuando Diego pudo detallarlo bien era el mismo que en la feria se había acercado a Mía y a quien ella no quería ver. Un chico rubio.

— Ella y yo solo somos amigos...

— ¡Si claro! — exclamó con ironía — Cómo si fuera a creerte que no estás enamorado de ella...

Y realmente no lo estaba. Mía solo era su amiga, aquella chica que le había hablado del amor de Dios, por quien diariamente oraba agradeciendo haberla conocido, con quien sonreía y podía hablar por horas sin aburrirse, porque le encantaba su forma de ser, y las conversaciones que tenían acerca de Dios. Eso no era estar enamorado ¿o si?

Además, por lo que había ocurrido con Maya, Diego ahora quería enfocarse en terminar su carrera, conseguir trabajo, y crecer más en su relación con Dios. No quería apresurarse, ahora prefería esperar el tiempo perfecto de Dios.

— Es mi ami...— Otro golpe y una patada en su estomago provocando que soltara un grito de dolor.

— Alejate de Mía...Ella volverá conmigo y ni tu ni nadie van a interferir en mis planes...

Después de varios golpes, en el que dejaron a Diego en el suelo retorciéndose del dolor y sangrando, los dos se fueron de ahí.

Diego, en su mente solamente oraba para que Dios le diera fuerzas para ponerse de pie y llegar a casa.




















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