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Capítulo 52: MI BELLO ÁNGEL👼

Salmos 18:2 [NTV]

El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
    mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección.
Él es mi escudo, el poder que me salva
    y mi lugar seguro.

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DAN.

11 de Junio.

Era hoy. Él día de la sepultura de nuestro hijo.

Por la mañana a Alin le dieron de alta y fuimos a casa de sus padres. Cuando llegamos a casa de mis suegros dijo que quería dormir así que con ayuda de su mamá fue a su antigua habitación a descansar.

Pensé en dormir un poco pero no pude conciliar el sueño. Una y otra vez recordaba el rostro de mi pequeño hijo. El médico nos había permitido verlo antes de que se lo llevaran a la funeraria. Se veía tan pequeño, tan frágil. Ni siquiera pude tomarlo en mis brazos.

Dolía. Pero sabía que Dios tenia el control de la situación. Lo único que me preocupaba era Alin, desde que había salido del hospital no había querido hablar con nadie. Era como si estuviera aquí pero al mismo tiempo en otro lado. Como si se hubiera cerrado completamente a todo.

Cerca de las 2 de la tarde comencé a alistarme. A las 3 iríamos al Panteón para darle sepultura. Cuando estuve listo fui a la habitacion de mi esposa. Ella aún estaba recostada en la cama. Lentamente me acerqué.

— Aly, Ya es hora — le dije.

No dijo nada. Solo pude oírla suspirar y levantarse para sentarse sobre la cama.

— Aly, estaremos bien — Me senté a un lado de ella y la rodee con mis brazos.

— Iré a cambiarme — me hizo a un lado mientras se ponía de pie y se dirigía al baño.

Bajé a la cocina donde Camila y Alejandro estaban esperándonos.

— Ya Solo falta ella — les dije — esta preparándose.

Cuando Alin bajó subimos al auto y nos dirigimos al Panteón donde algunas personas ya estaban reunidas. Nuestros amigos y algunos miembros de la iglesia. Esperamos que llegara el carro de la funeraria donde traerían al bebé.

El día estaba nublado y se podía percibir una tristeza. El cielo teñido de colores grises y opacos.

Minutos después llegó. Bajaron el pequeño ataúd color blanco y lo colocaron sobre una base. Cuando ya todo estaba listo el pastor Isaac pasó al frente para dirigir el pequeño servicio que se llevaría a cabo antes de la sepultura.

Luego de la oración inicial Bruna dirigió con algunos himnos:

En las olas inmensas de embravecido mar, que asaltan de mi alma la pobre embarcación.
De rodillas a Cristo clamé, y el huracán deshecho fue al instante a la voz de Dios.

Es cristo la Roca, el ancla de mi fe.
Los males, lamentos y ayes de temor.
Terminan por siempre, con mi supremo rey. Es Jesucristo mi refugio.

Luego de eso el pastor volvió a tomar la palabra, Leyó un verso en la biblia y comenzó a dar un pequeño mensaje de ahí alentandonos a seguir firmes a pesar de él sufrimiento que estábamos pasando.

Algo que se me quedo grabado fue que dijo que el sufrimiento que estábamos pasando no se comparaba con la bendición que más adelante habría de manifestarse en nuestras vidas.

Cuando menos espere ya había llegado el momento de poner bajo tierra el cuerpo de mi hijo no sin antes pasar a verlo por última vez.

— Vamos — le dije a mi esposa quien solo asintió. La tomé de la mano y caminamos hasta donde estaba el pequeño ataúd.

Mi pequeño Gabriel. Mi Bello Ángel. Ahora estaba en el cielo y confiaba en que un día volvería a verlo, pero para eso debía luchar y esforzarme por seguir adelante sin importar lo difícil que fuera.

Unas cuantas lagrimas salieron de mis ojos y rodaron por mis mejillas, me dolía mucho esta perdida pero me decía a mi mismo que debía ser fuerte por Alin ella era la más afectada en estos momentos. No era que no estuviera afectado yo porque si lo estaba pero entendía que ella por haberlo llevado dentro de su vientre se sentía más apegada a él.

Alin se soltó de mi mano y se acercó más al ataúd dejando el ramo de flores que traía.

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ALIN.

Ahí estaba. Frente al ataúd de mi bebé. Verlo en esa caja me rompía el corazón. Nunca imaginé que justo el día que nacería sería el día que se iría.

No pude tenerlo en mis brazos.

No pude hacer nada para impedir que muriera.

Sentía que era mi culpa. Que quizás yo no había sido capaz de cuidarlo lo suficientemente bien.

Dan decía que estaríamos bien pero yo sentía que luego de eso nada volvería a ser igual. Recordar que lo llevé en mi vientre y saber que no había podido vivir un segundo a su lado me dolía.

Dejé el ramo de flores sobre el ataúd mientras contemplaba el pequeño cuerpo de mi bebé. Mi pequeño Gabriel.

Minutos después dijeron que la hora de la sepultura había llegado y no quería apartarme de él.

— Alin, tenemos que ir por allá — dijo Dan.

— ¡NO! — exclamé mientras me aferraba al ataúd.

— Aly — pronunció mi nombre con dulzura — Es la hora, tenemos que dejarlo ir...

— ¡NO PUEDO, NO!

Mi padre se acercó a mi separándome del ataúd. Los encargados de ponerlo bajo tierra se acercaron.

— ¡¡NO, ES MI HIJO!! — grité mientras intentaba safarme del agarre de mi padre. Y lo conseguí, corrí nuevamente a ver a mi bebé pero inmediatamente Dan y mi padre volvieron a apartarme de ahí.

— ¡¡NOOOOOOO!! — grité en cuánto vi que lentamente ponían el ataúd dentro de la tumba.

Caí de rodillas al suelo sintiendo mi corazón hecho pedazos. Comencé a llorar y a llorar. Quería regresar el tiempo y que mi pequeño estuviera vivo. Mis manos comenzaron a temblar, el dolor que sentía era intenso.

Intentaba controlarme pues no quería que volvieran a sedarme como en el hospital.

Mi madre se acercó a mi para abrazarme.

— Todo va a estar bien — decía mientras me abrazaba y depositaba un beso en mi cabeza.

Nada estaría bien.

Tiempo después estaba hecho. El cuerpo de mi hijo estaba en la pequeña tumba.

Poco a poco las personas comenzaban a irse.

Mis amigos se acercaron a despedirse.

— Siento mucho todo esto — Mía me abrazo — pero se que Dios esta contigo y él te dará las fuerzas para continuar.

No dije nada.

— Estamos con ustedes — Bruna también se acercó a mi junto a Lucas — No están solos, oramos para que Dios les dé consuelo.

Asentí con la cabeza.

Paola estaba abrazando a Dan y dándole palabras.

Rodrigo se acercó a mi y me abrazó.

— Siento mucho que estén pasando por todo esto — dijo — pero se que a pesar de todo Dios es fiel. Y se que eres una chica fuerte que logrará salir adelante luego de esto, Dios está contigo y él es tu fortaleza y aquí estoy si algún día necesitas hablar con alguien.

Me miró a los ojos y antes de que se fuera me dijo: — Nada es culpa tuya.

Intenté no llorar pero me fue imposible. ¿Cómo sabía él que estaba sintiéndome culpable por la muerte de mi bebé?

— Ten fe en que todo obra para bien.

Limpié mis lágrimas. Rodrigo se dio la vuelta para irse.

— Rodrigo — lo llamé, el volteó — Gracias.

— No es nada — sonrió levemente — Estaré para ti como tu estuviste para mi en el momento que me sentía perdido sin juzgarme y animandome a acercarme a Dios.

Sonreí.

Angie había venido también. Había llegado el día anterior cuando me encontraba en el hospital. Se acercó a mi y me abrazó diciendo: — Lo siento tanto. Luego se marchó diciendo que pronto iría a verme pues se quedaría unos días más en la ciudad.

Cuando ya se fueron todos el pastor Isaac junto a su esposa se acercaron a mi y a Dan para despedirse y darnos algunas palabras.

Luego de eso volvimos a casa. Mis padres querían que nos quedáramos con ellos por un tiempo, pero me negué, solo quería mi espacio.

Al llegar a casa se sentía diferente. Entré y me senté en el sofá.

— prepararé un té, ¿Quieres?

No respondí. Él me miró con tristeza mientras caminaba hacia la cocina.

Me levanté del sofá y caminé hacia los escalones. Lentamente subí hacia el segundo piso y me dirigí a la habitación que habíamos preparado para nuestro bebé.

Giré la perilla de la puerta y la abrí. Encendí la luz que al instante iluminó toda la habitación la cual estaba pintada de color blanco. En las paredes habíamos pegado estrellas. Estaba la cuna y algunas otras cosas que habíamos comprado ya.

Caminé hasta la cuna y la observé. Cerré los ojos imaginado a mi bebé acostado ahí.

Gabriel, mi bello Ángel se había ido.

— Aly — escuché la voz de Dan desde la puerta de entrada — ¿qué haces aquí?

No le contesté. Me di la vuelta y caminé dispuesta a irme a mi habitación a descansar un poco. Pasé a un lado de él sin decirle nada.































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