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Capítulo 43: TODO HA TERMINADO⛈

Capítulo dedicado a:

rrox099

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Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu.
Salmos 34:18

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— ¿Y tu novia? — le preguntó el chico a su compañero rubio que estaba junto a él. Ambos se encontraban en un lugar distante a donde se encontraba la mayoría de las personas junto a otros chicos y chicas.

En una pequeña mesa se esparcía un ligero polvo blanco. Droga. Tanto chicos y chicas se encontraban drogandose, sintiéndose en las nubes, olvidándose de todo. Lástima que eso no era duradero, pues cuando el efecto pasaba todo seguía igual.

— Se quedó sentada por allá — respondió Erick.

— ¿y qué haces aquí tú? ¿No deberías estar con ella?

— ¡Es aburrida! La invité a bailar y me dijo: No gracias, yo no bailo — imitó la voz de Mía.

El otro chico comenzó a reírse — Te lo dije amigo, No se porque tuviste que enamorarte de una chica cristiana.

— ¿Quién dijo que me he enamorado?

— ¿No es tu novia? — Erick asintió — ¿entonces?

— Ella esta enamorada de mi, no yo...solo es cuestión de tiempo para que la deje botada.

— ¿por qué no lo haces de una vez? Aquí hay muchas chicas guapas que seguro querrían salir contigo sin ningún tipo de compromiso, como aquella chica que me contaste...¿Dana se llamaba?

— Si, pero no se. Aún quiero esperar un poco más a estar con Mía.

— ¿Esperar que? — preguntó el chico. Erick sonrió alzando las cejas — ah, ya entiendo. No creo que ella acepte a estar contigo de esa forma.

— Claro que aceptará, ella me ama que haría cualquier cosa por mi...solo tengo que convencerla.

Minutos después, Erick volvió a donde estaba Mía. Se detuvo unos metros antes de llegar al sillón cuando vio que ella hablaba con un chico. Vio al chico despedirse e irse y fue cuando él se acercó a ella.

— ¿Qué hacías con ese chico? — le preguntó molesto.

— Solo hablaba con él y le compartía acerca de Dios — respondió ella.

— ¡Precisamente tuvo que ser un chico, ¿por qué no hablaste con una chica?

— No creo que tenga algo de malo — dijo Mía mientras bajaba la mirada.

— ¡Pues para mi si esta mal! — Erick se acercó más a ella mirándola molesto — Tú eres mi novia y no quiero que estés hablando con otros chicos.

— Lo siento.

— Ven, aquí — la invitó a pararse, Mía se puso de pie mientras el la rodeaba con sus brazos — Solo no quiero perderte, quiero que tengas ojos solo para mi.

— Y así es, en serio — se separaron un poco, Mía lo miró fijamente — Nunca antes me había enamorado como lo estoy de ti. No tienes por qué desconfiar de mi. Yo te amo solo a ti.

— ¿Me amas? ¿De verdad?

— Si, Te amo Erick.

— ¿Me demostrarías que en serio me amas?

— ¿Cómo? — Preguntó la chica confundida.

— Dame una prueba de tu amor...ya sabes a que me refiero — él chico la miraba con malicia, con deseo.

Mía, asustada al ver como él la miraba se separó bruscamente de él.

— No, no puedo. En serio Te amo, pero no de esa forma. No me pidas algo así.

Erick comenzó a acercarse más a ella. De pronto, Mía soltó un grito de horror al ver que la cara de Erick había cambiado a una siniestra que la miraba fijamente. Comenzaron a escucharse risas macabras en todo aquel lugar y una y otra vez unas palabras resonaban entre las paredes.

¡Aléjate mientras puedas!

Fue ahí que despertó.

Todo había sido un sueño. Un sueño que parecía tan real.

Miró a su alrededor. Aún estaba en aquel Antro. Se había quedado dormida sobre el sillón. Recordó que le había hablado de Dios al chico Diego y luego de ahí se recostó en lo que esperaba a Erick que hasta entonces no había aparecido y sin darse cuenta se quedó profundamente Dormida.

Checó la hora en su celular. Era media noche. Debía buscar a Erick para que la llevara a su casa. Pues su madre no tardaba en llegar a casa si no es que ya había llegado.

Se puso de pie y caminó entre las personas buscando con la mirada a Erick. Aquellas palabras que habían aparecido en su sueño aún resonaban e  su mente. Debía alejarse de una vez por todas, aunque no sabía si podría hacerlo o no.

Por más que busco y busco no había rastros de Erick. Comenzó a asustarse al pensar que la había dejado sola en aquel lugar.

Encontró una puerta, la abrió y salió por ahí. No sabia a dónde conducía. Habia un largo pasillo en donde varios chicos y chicas estaban fumando y drogandose. Sintió compasión de ellos al ver la forma en la que estaban viviendo sus vidas.

Cuando pasó a su lado, los chicos la miraban de una forma que la hicieron sentir incómoda y con temor. Las chicas también la miraban de manera extraña desde la cabeza a los pies, supuso que tal vez era por su vestimenta que no iba acorde al lugar en el que se encontraban.

Luego llegó a donde había otra puerta, al parecer era una habitación. Pensó que quizás Erick se encontraba ahí o tal vez podría preguntar a alguien si lo habían visto.

Lentamente abrió la puerta de aquel cuarto y lo que vio le rompió el corazón. Erick estaba acostado sobre la cama cubierto únicamente con una sábana, y a su lado una chica pelirroja.

— ¿Mía que haces aquí? — le preguntó el rubio cuando la vio ahí parada, inmóvil.

— ¿Y ella quién es? — preguntó la otra chica, más Él no le respondió.

— Yo...Te estaba buscando porque pensé que te habías ido...y...y me habías dejado sola...Y... — Mientras hablaba podía sentir un nudo en su garganta. No pudo decir más porque rompió en llanto y salió corriendo de aquel lugar.

— ¡Espera! — alcanzó a decir Erick.

Fue ahí cuando Erick se dio cuenta de que en realidad sí sentía algo por Mía, de que no era solo un juego o una aventura, tal vez no quería aceptarlo desde un principio pero ahora que al fin se daba cuenta ya era demasiado tarde. Ella no iba a perdonarlo por algo así. La había perdido para siempre.

Erick se paró de la cama y busco su ropa que estaba tirada por el piso. Rápidamente se vistió.

— ¿Quién era ella? ¿Por qué salió corriendo y llorando? — le preguntó Dana quien era la chica con la que estaba.

— Ella era la única chica que realmente me amaba, pero muy tarde me di cuenta de que yo también la amo...

— ¿Es tu novia? ¡Me dijiste que no tenías novia! ¡Eres un Idiota! — Dana se paró de la cama muy enojada y comenzó a vestirse.

Erick salió de la habitación sin decir nada más, dejando a Dana sola quien también comenzó a llorar de rabia porque Erick le había mentido al decirle que no tenía novia.

El chico Busco entre las personas para ver si Mía seguía ahí, pero no había rastros de ella.

Salió hacia afuera. Ella no estaba ahí. Caminó hasta donde estaba su auto pensando que quizás estaría cerca, pero no. Lo único que encontró tirado cerca de donde había estacionado el coche, fue el collar de mariposa que él le había regalado en su cumpleaños.

Tomó entre sus manos el collar y lo llevó a su pecho. Cerró los ojos unos instantes recordando el primer instante en que la vio, cuando chocó con ella en la calle. Ya no volvería a verla.

Quiso llorar, pero se dijo a sí mismo que no valía la pena. Nada cambiaría lo que había hecho.

.....

Después que Mía salió corriendo. Busco la salida y cuando logro estar afuera caminó por aquellas calles oscuras y solitarias. Sintiendo su corazón hecho pedazos. Nunca imagino que Erick hubiera sido capaz de dañarla de la peor forma posible.

Ella le había entregado su corazón y Él solo se había encargado de destruirlo. Pensó en el día que lo conoció y en que hubiera deseado nunca haberlo visto. Nunca haber hablado con él. Así no se hubiera enamorado y no hubiera terminado devastada.

Quiso volver a casa pero se dio cuenta de que no sabia donde estaba. Nunca había estado en aquel sitio. Si llamaba a su madre se preocuparía y de todas formas ella no tenía en qué ir a buscarla.

La última opción en la que pensó fue en Dan. Marcó su número y espero que contestara.

— ¿Bueno? — se escuchó la voz de Dan del otro lado de la línea un poco adormilado.

— Lamento si te he despertado — dijo ella aguantando las ganas de llorar.

— No te preocupes, ¿Qué sucede Mía?

— Es que yo...al parecer estoy perdida, no se donde estoy...y solo quiero ir a casa...

— ¿Qué haces afuera a estas horas? ¿Con quién estás?

— Estoy sola...solo quiero ir a casa...

— Okey, tranquila. Mira...enciende el GPS en tu celular y mándame la dirección...en un momento voy por ti.

Mía hizo lo que Dan le pidió, y unos minutos después un coche se detuvo. Su amigo había llegado ya.

— ¡Sube! — le dijo. La chica subió al auto y cuando estuvo dentro, Dan comenzó a conducir.

— ¿Estas bien? ¿Qué hacías aquí?

— Estoy bien — logró decir para luego comenzar a llorar.

— ¿Qué ha pasado?

— Erick...— dijo ella entre lágrimas — Salí con él...pero...ya todo ha terminado...Él estaba con otra chica...Tal vez fue mi culpa, tal vez...si solo yo...hubiera sido como él quería que fuera no me habría cambiado.

— Lo siento. Se que debes sentirte mal por eso...pero nada es culpa tuya...Tu eres una chica increíble y maravillosa, no tenías que cambiar solo para agradar lo a él. Él un día se dará cuenta de que cometió un error al hacerte daño...

— Me siento terrible...y ahora estoy aquí llorando como una tonta por él...— la chica sentía que le faltaba el aire...

— Hey, esta bien — dijo Dan mientras detenía el auto unos momentos — Llora todo lo que quieras, saca todo tu dolor...deja que Dios sane esa herida en tu corazón...tomara tiempo pero luego volverás a brillar como siempre lo has hecho...

Mía comenzó a llorar y a llorar. Dan puso su mano en el hombro de ella y oró, pidiendo que Dios le diera fuerzas para continuar y para salir de aquella situación tan difícil que estaba atravesando.

Luego que Mía logró calmarse un poco. Dan la llevó a su hogar. Su madre estaba preocupada por ella pues cuando llegó no la vio en casa. Mía al bajarse del auto y despedirse de Dan, corrió al interior de la casa.

Dan se encargó de hablar con su madre y decirle que no estaba bien pero que no la presionara, que esperara cuando ella quisiera hablar.














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