Capítulo 38: ERICK👤
Capítulo dedicado a:
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He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20
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Estaba incómodo pero tenía que soportar estar en aquel lugar. Mía me había invitado a su graduación.
Al principio pensé en no venir pero luego decidí que si al recordar que estaba tan emocionada el día que me entregó la invitación. Supuse que para ella era importante y ahí estaba, soportando la mirada de su madre.
Realmente no me agradó su respuesta cuando su tía le preguntó si eramos novios, si no quería que se enteraran hubiera dejado las cosas como estaban, seguir siendo amigos y pasarla bien sin ningún compromiso. Pero ella insistió en querer una relación formal. No entiendo a las chicas, un noviazgo solo es una pérdida de tiempo.
¿Por qué pedirle ser mi novia si ni siquiera se si en verdad la amo? Solo estoy con ella para no sentirme solo. Solo estoy con ella porque ya me acostumbre a tenerla en mi vida y solo le pedí ser mi novia porque era lo que ella quería.
Se disculpó cuando un hombre pasó al frente y pidió a los estudiantes pasar y llevar a cabo una actividad. Un poco molesto asentí sabiendo que debía esperar.
Me senté en una silla y observé. Todos se veían felices, con vidas perfectas, como si nada les afectara, como si todo estuviera bien.
Al estar ahí muchos recuerdos llegaron a mi. Recuerdos de mi infancia. De la corta infancia que viví con mis padres.
Aveces pienso que si ellos siguieran vivos todo estaría bien. Pero no, Él tuvo que llevárselos y dejarme solo, por eso es que lo odio.
¿Cómo un Dios amoroso pudo ser tan cruel y no salvar a mis padres de aquel accidente?
¿Cómo un Dios tan misericordioso, no salvó a quienes eran sus siervos y hacían su obra?
Nací en un hogar Cristiano. Mis padres eran pastores de una iglesia.
De pequeño mamá me contaba historias de la Biblia, historias que me hicieron tener fe a pesar de ser pequeño aún.
Pero todo acabo cuando ellos murieron. A mis padres les avisaron que debían ir a una reunión de pastores en una ciudad cercana. Siempre que salían yo iba con ello, pero esa vez fue la excepción, me dejaron en casa con mi abuela.
Dijeron que al día siguiente volverían pero nunca más volvieron, porque en el camino ocurrió una tragedia. Justo antes que llegaran a la ciudad comenzó a llover y a llover. El camino que transitaban se puso muy resbaloso y cuando llegaron a una curva un camión de Carga que venía hizo que se descontrolaran provocando que fueran hacia un barranco.
De solo imaginarlo o recordar lo que dijeron en las noticias me ponía mal.
Mi abuela dijo que todo estaría bien, que ellos estaban en un lugar mejor, que ahora estaban con Dios y a pesar de mi corta edad me pregunté: ¿por qué Dios se los llevó si yo los necesitaba más que él?
Y a medida que iba creciendo no dejaba de pensar en que hubiera sido mejor haber ido con ellos y así morir con ellos y no estar viviendo teniendo que soportar el dolor de su perdida.
Al llegar a la adolescencia me perdí, no me importaba lo que mi abuela decía, no me importaba que ella dijera que Dios me amaba porque si en verdad me amaba no hubiera permitido que mi vida fuera un tormento. Ella decía que todo obraba para bien y que solo debía confiar, pero no podía. No podía poner mi confianza en alguien que destruyo mi vida.
Y cuando mi abuela murió fue la gota que derramó el vaso. Me había quedado completamente solo esta vez. Tenía a mis tíos que querían que fuera a vivir con ellos pero me negué y huí de casa, conocí amigos en la calle y me introduje en un mundo del cual no podré salir jamás. Pero para mi esta bien, siempre y cuando esté lejos de Dios.
Odiaba a Dios y a todos los que decían creer en Él.
Pero cuando Mía apareció, fue distinto. Es decir, cuando me enteré que era cristiana si sentí odio pero a la vez una especie de atracción. No era que me gustara por que si es Linda pero sentía la necesidad de querer conocerla mucho más.
— ¿Erick? — salí de mis pensamientos cuando alguien pronunció mi nombre.
— ¿Si? — lo miré confundido, recuerdo haberlo visto cuando Mía me presentó a sus amigos pero no recordaba su nombre.
— Soy Dan — dijo mientras jalaba una silla y se sentaba a lado de mi — ¿Te acuerdas de mi? Mía nos presentó una vez.
— Si, solo no recordaba tu nombre — le dije.
— ¿Estas aburrido? — me preguntó. La verdad si lo estaba pero no iba a decirle.
— No, solo no estoy acostumbrado a este tipo de fiestas...son muy...tranquilas para mi gusto.
— Entiendo — dijo — Yo antes también pensaba lo mismo y me gustaban más las fiestas donde al dia siguiente no recordabas nada. Donde probabas de todo para divertirte.
Me sorprendí cuando dijo eso, pensé que él había sido cristiano desde siempre.
— ¿qué cambió? — le pregunté.
— Conocí a alguien que cambió mi vida por completo, me dio un nuevo comienzo y restauró lo que estaba roto en mi — sonrió alegre.
— ¿Jesús? — lo miré.
— ¡Si! — exclamó — ¡Jesús le dio sentido a mi vida! ¿Lo conoces? — cuestionó.
— De pequeño oí hablar de él, pero por cosas que pasaron eso acabó.
— A veces ocurren cosas que nos hacen alejarnos de Él, pero sabes, Él siempre está ahí esperándonos con los brazos abiertos.
Asentí. Trataba de olvidar lo que dijo pues no quería escuchar nada acerca de Dios, pero por más que intentaba una y otra vez esas palabras resonaban en mi mente.
¿Él me estaba esperando? ¿para qué?
— ¿Mía y tú son muy buenos amigos? — preguntó luego de que nos quedamos en silencio por varios segundos.
Cuando conocí a los amigos de Mía ella me presentó como su hermano, pero luego me comentó que unos de ellos sabía que realmente ella era hija única así que les dijo que eramos amigos.
— No — le respondí, él me miró confundido — Es mi Novia.
— ¡Wow, no lo sabía! — abrió los ojos sorprendido.
— ¿En serio? ¿No les ha dicho que en realidad no soy su hermano y que ahora soy su novio?
— No, la verdad nunca hemos hablado de eso, pero en una ocasión me comentó que solo eran amigos.
— Ya veo — dije. Al parecer Mía mantenía todo en secreto y eso me molestaba.
Dan se retiró poco después pues su esposa comenzó a sentirse un poco mal.
Minutos después, Mía regresó a donde estaba.
— Hola de nuevo — me dijo con una enorme sonrisa en su rostro — ya he terminado.
— Aja — respondí de mala gana.
Se sentó a mi lado y preguntó: — ¿qué pasa? ¿Esta todo bien?
— No — le dije — Hay mucho ruido aquí, vamos afuera...
— Esta bien, solo déjame avisarle a mi madre...
— Será rápido — le dije mientras me ponía de pie y comenzaba a caminar. Ella me seguía.
Cuando salimos del instituto caminamos unos metros. Eran alrededor de las 3 de la tarde, el sol estaba muy fuerte por lo que no había muchas personas caminando por las calles.
— ¿qué sucede? — me preguntó mientras dejábamos de caminar.
— ¿por qué nadie sabe de lo nuestro? — solté de golpe — ¿qué acaso piensas mantenerlo en secreto toda la vida?
— No es eso, solo que...no se si sea el tiempo adecuado para decirles...— dijo mientras bajaba la mirada.
— ¿Por qué no quieres que sepan que soy tu novio? ¿Te avergüenza que lo sea?
— No — contestó — No es eso, solo que mi madre se enojaria y mis amigos...no se tal vez dirían que esta mal porque yo soy cristiana y tú no...
— Ah, ya veo...es por tu Dios, ¿entonces por qué no te alejaste en el momento en que te dije? Tú decidiste seguir con esto...¿por qué no simplemente le pusiste fin?
— porque Te amo...— en sus ojos se notaba que se estaba aguantando las lágrimas.
— ¿me amas? Ja, si claro — reí un poco con sarcasmo — La típica mentira que usan todas.
— No te estoy mintiendo — dijo.
— Entonces decide, Son ellos — señalé hacia el instituto — O soy Yo.
— ¿de qué estás hablando?
— Lo sabes bien, Si quieres quedar bien con ellos entonces olvídate de mi...
— Erick...
— Tú decides. Pero de una vez te digo, que si quieres estar conmigo, tendrás que darme mi lugar como tú Novio frente a todos...
— Esta bien — dijo luego de unos segundos — perdóname, lo haré...solo no te alejes de mi...
Me acerqué a ella y la abracé. Mía suspiró.
Sonreí al saber que ella estaba tan enamorada de mi que haría lo que fuera por tenerme junto a ella.
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